Recordando junto a su tumba la Pascua de un gran pastor
Ayer sábado 26 de noviembre se cumplieron veinte y seis años de la inesperada y sentida muerte del quinto arzobispo de San Salvador, Monseñor Arturo Rivera Damas. Lo hemos recordado con cariño y gratitud en la solemne Eucaristía celebrada junto a su tumba en el marco del año dedicado a su memoria y que culminará el próximo 30 de septiembre, fecha del centenario de su nacimiento.
El vigésimo octavo aniversario del fallecimiento del arzobispo de San Salvador, Arturo Rivera Damas, se conmemoró este sábado con una solemne misa presidida por el cardenal Gregorio Rosa Chávez, en memoria y gratitud del recordado pastor, que durante su episcopado trabajó incansablemente por la paz, la justicia y la reconciliación de los salvadoreños.
Al igual que San Romero, monseñor Rivera Damas denunció las injusticias y violaciones a los derechos humanos. Ejerció la defensa de los derechos humanos a través de la oficina de Tutela Legal del Arzobispado de San Salvador.
monseñor Rivera junto con Rosa Chávez, mediaron el primer diálogo por la Paz en La Palma, Chalatenango. La mediación se repitió el 30 de noviembre de 1984 en Ayagualo, La Libertad; y el 4, 5 y 6 de octubre de 1987 en la Nunciatura Apostólica de San Salvador.
En 1989 bajo la era del expresidente Alfredo Cristiani también medió los diálogos del 13, 14 y 15 septiembre en México, y del 13 y 14 de octubre en Moravia, San José, Costa Rica, en el convento de las hermanas Clarisas.
«Dios quiso que el sucesor del arzobispo mártir fuera su amigo monseñor Arturo Rivera Damas. A él correspondió iniciar formalmente el proceso de paz y ser el mediador en las tres primeras rondas de diálogo», comparte Rosa Chávez en «Conversaciones con el cardenal», el libro de la autoría del padre boliviano Ariel
En esta ocasión, el cardenal Rosa Chávez ha destacado en sus memorias el humanismo y empatía de monseñor Rivera Damas con las víctimas del pasado conflicto armado. Ante la crudeza del conflicto fratricida, según el cardenal, el extinto arzobispo definió «la misión de la iglesia» auxiliando a «las viudas, huérfanos, desplazados, refugiados y lisiados», luego hizo su mayor esfuerzo por procurar resolver el conflicto por medio del diálogo y la negociación; y finalmente, atacar las causas estructurales que le dieron origen.
El libro, un documento de trascendencia histórica, será presentado el próximo 29 de noviembre, en la capitalina parroquia San Francisco, que ha pastoreado el cardenal desde
Así, con solemnidad, en la cripta de la catedral capitalina donde descansan sus restos se honró la memoria y el legado del quinto arzobispo de San Salvador, quien falleció de un paro cardíaco a los 71 años, el 26 de noviembre de 1994.
Monseñor Rivera Damas sucesor del arzobispo Oscar Arnulfo Romero –asesinado en marzo de 1980 mientras oficiaba una misa en la capilla Divina Providencia–, impulsó las conversaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla que culminaron en el Acuerdo de Paz, el 16 de enero de 1992.
Monseñor Rivera Damas no solo creó el refugio para desplazados por el conflicto en Calle Real, Ciudad Delgado, sino que también propició las repatriaciones de miles de salvadoreños fugiados en los campamentos de Mesa Grande y Colomoncagua, en Honduras.
Contra todo pronóstico, el 15 de octubre de 1984, cuando gobernaba José Napoleón Duarte,
PRIMER MANDAMIENTO (II)
ADORARÁS AL SEÑOR TU DIOS, Y LE SERVIRÁS (Dt 6, 13)
San Salvador, 27 de noviembre de 2022
Romano Guardini, teólogo del siglo XX, en su obra: La existencia del cristiano, explicaba que la Fe significa: estar en relación con el Dios personal a través de la apertura del mundo, y añadía que; por medio de la Fe, el ser humano rompe la clausura del mundo para responder a la Revelación en la que Dios se manifiesta. En otras palabras, la Fe posibilita al ser humano no sólo el encuentro con Dios, sino el mantener una relación perenne con Él.
Conscientes de la inconstancia de las cosas en esta vida, el ser humano debe esforzarse por conservar la Fe: porque el espíritu está pronto, pero la carne es débil ( Mt 20, 41). Leer la Palabra o reflexionarla; frecuentar los Sacramentos; confesar la fe ya sea de palabra (el Credo) o con obras; orar; instruirse, son acciones que vienen bien para conservar y fortalecer la fe. Tampoco est á mal hacer un examen de conciencia para el cual no sobra la pregunta del teólogo Karl Rahner: ¿Cómo me responsabilizo de mi fe en este Jesús como el Cristo? Y parafraseándolo por extensión: ¿Cómo me responsabilizo de mi fe en Dios, Uno y Trino? Desafortunadamente, son muchos los que viven embriagados por el mundo o recluidos en él, y en la soledad que termina desencadenando de una u otra forma, vaciedad interior. Actitudes que conducen al ser humano a faltar contra la fe. Entre esas faltas están: Primero, la duda voluntaria: consiste en descuidar o en rechazar tener por verdadero lo que Dios ha revelado y que la Iglesia proponer creer (cf. CIC 2088). Segundo, la duda involuntaria: consiste en la dificultad de superar las objeciones ligadas a la fe o también la ansiedad suscitada por la oscuridad de ésta (cf. CIC 2088); peor aún, si esta duda es cultivada deliberadamente, esta conduce a la ceguera espiritual (cf. CIC 2088). Y, tercero, la incredulidad que es menospreciar la verdad revelada o rechazar voluntariamente a prestarle asentimiento. Faltas contra la fe que pueden conducir a la persona a la comisión de herejí a, apostasía o cisma. La herejía consiste en negar obstinadamente, después de bautizado, una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, a sí como, en dudar tenazmente sobre dicha verdad de fe (cf. CIC 2089). La apostasía es rechazar totalmente la fe cristiana; y el cisma es rechazar la sujeción al Papa o la comunión con los miembros de la Iglesia católica (cf. CIC 2089).
Ahora bien, a la fe sigue la esperanza que – según Rahner – frente a un Dios que se dona a sí mismo a la humanidad, anima al ser humano a anhelar alcanzar precisamente la incomprensibilidad de Dios. Cometido imposible si Dios mismo no se pusiese en contacto… (si) Él con su gracia no conservara al ser humano, y lo posibilitara y potenciara a esperarlo a Él mismo. Por ende, la esperanza espera a Dios, mediante Dios, en Dios. Es decir, es Dios que da la capacidad para responder a Él mismo con amor y con el testimonio en el campo social, familiar, eclesial, etc. Esperanza es también esperar confiadamente la bendición divina y la visión beatífica de Dios, es el temor de ofender su amor y provocar el castigo (cf. CIC 2090).
Al bautizado que quiere mantener la esperanza viva, activa y firme, recomienda el Apóstol, recurrir a Cristo (cf. Col 2, 27); y no olvidar que, la esperanza nace de la fe en Dios, una fe que obra por medio del amor (Ga 5, 5-6). Sin esto, el ser humano puede caer en la desesperación o en la presunción. La primera empuja al ser humano a dejar de esperar de Dios la salvación, el auxilio para alcanzarla o el perdón de sus pecados. La segunda, ocurre cuando el ser humano presume de sus capacidades esperando obtener la salvación sin ayuda de Dios; o bien, cuando el ser humano presume de la omnipotencia de Dios o de su misericordia, esperando obtener el perdón sin conversión y la gloria sin mérito (cf. CIC 2091-2092).
Por último, encontramos la caridad que es la respuesta del ser humano al amor de Dios en su binomio de amor, o sea, amor a Dios y amor al prójimo como a sí mismo. En realidad, todo pecado es una ofensa contra el amor de Dios; pero, hay cinco pecados que hieren directamente su amor: la indiferencia, la ingratitud, la tibieza, la acedia o pereza espiritual y el odio a Dios (cf. CIC 2094).
No dudemos que estas tres virtudes teologales ayudarán al cristiano a amar a Dios sobre todas las cosas y a servirlo con exclusividad; evitando toda forma de pecado que ofenda su infinita misericordia.
!Reina de la Paz, ruega por nosotros!
El pasado 21 de noviembre en la Catedral Basílica Reina de la Paz en San Miguel se llevó a cabo una Solemne Eucaristía en honor a Nuestra Señora de la Paz, presidida por Monseñor Fabio Colindres, Obispo de la diócesis de San Miguel, en su homilía dijo: "El señor nos ha bendecido con otra fiesta patronal a través de la Reina de la Paz, que nos cuide, siga protegiendo y bendiciendo, así sea, viva nuestra madre, nuestra patrona, viva la Reina de la Paz". En la Solemne Eucarística también estuvieron presentes obispos de la Conferencia Episcopal de El Salvador, junto a sacerdotes de la diócesis de San Miguel.
Peregrinación de reliquias de San Juan Pablo II
Al finalizar las fiestas de la Vicaría San Juan Pablo II, en una reunión se organizó la peregrinación de las reliquias de San Juan Pablo II que son parte del patrimonio del Pbro. Carlos Mauricio Sifontes, Vicario Foráneo de dicha vicaria. Donde el pasado sábado 19 de octubre en la parroquia María Auxiliadora en AltaVista recibieron de parte de la parroquia San Daniel Comboni, la reliquia de primer grado de San Juan Pablo II que es una parte de su cabello, donde permanecerán desde el 19 al 26 de noviembre y peregrinarán toda la semana en la comunidad parroquial principalmente en la sede de Veracruz, “para que
todas las personas y comunidades puedan tener un momento de meditación de la vida y obra de San Juan Pablo II” Pbro. Manuel Lozano de la parroquia María Auxiliadora en AltaVista.
El sábado 26 se llevará a cabo en la comunidad San Juan Pablo II de la sede de Veracruz, la finalización de la peregrinación en la comunidad parroquial de María Auxiliadora en AltaVista. Donde la parroquia María Auxiliadora entregara las reliquias a la parroquia Santa Alicia para que continue la peregrinación durante una semana.
La Pastoral Juvenil de la Parroquia Nuestra Señora de la Luz cumple su primer aniversario
En su primer aniversario de Pastoral Juvenil en la Parroquia Nuestra Señora de la Luz en San Salvador donde recibieron la Cruz Peregrina, el cuadro de Nuestra Señora de Salus Populi Romani y el cuadro de nuestros mártires símbolos de la Jornada Diocesana de la Juventud de la Arquidiócesis de San Salvador, donde la celebraron con la santa Misa de acción de Gracias. Los símbolos recorren las distintas vicarias de la arquidiócesis actualmente se encuentra en la vicaría Monseñor Belloso y la próxima vicaria es la Resurrección el día 17 de diciembre de 2022
Jornada Diocesana de la Juventud
De la Arquidiócesis de San Salvador
Los mismos jóvenes son agentes de la pastoral juvenil, acompañados y guiados, pero libres para encontrar caminos siempre nuevos con creatividad y audacia. La pastoral juvenil implica dos grandes líneas de acción: Una es la búsqueda, la convocatoria, el llamado que atraiga a nuevos jóvenes a la experiencia del Señor. La otra es crecimiento, el desarrollo de un camino de maduración de los que ya han hecho esa experiencia. Papa Francisco, Christus Vivit
El sábado 19 de noviembre se llevará a cabo la jornada Diocesana de la Juventud en el Multigimnasio Don Bosco, en el evento se tuvo la presencia de más de 2000 personas que desde el año pasado, la Jornada Mundial de la Juventud en las Iglesias particulares se celebra en la solemnidad de Cristo Rey, que
coincide con el domingo siguiente a la Jornada mundial de los pobres. En las Orientaciones pastorales para la celebración de la JMJ en las Iglesias particulares, el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida señala la coincidencia providencial de las celebraciones como una oportunidad para promover iniciativas en las que los jóvenes donen su tiempo, sus fuerzas a favor de los más pobres, de los marginados, de los descartados por la sociedad. De este modo, se ofrece a los jóvenes la posibilidad de convertirse en «protagonistas de la revolución de la caridad y del servicio, capaces de resistir a las patologías del individualismo consumista y superficial». Y también presentar el plan pastoral de la Arquidiócesis de San Salvador.
Gran Rifa 2022
Radio Paz junto a Radio San José y la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús te invitan a participar de su primera Gran Rifa 2022, a beneficio de los proyectos de evangelización de las tres instituciones.
La rifa se llevará a cabo el viernes 02 de diciembre en el Centro Comercial La Gran Vía, a las 05 de la tarde. El costo de cada boleto es de $10.00 y están a la venta en las instalaciones de Radio Paz, Radio San José, oficina parroquial de la Basílica Sagrado Corazón de Jesús, librerías católicas (San Pablo, Magníficat, El Paseo, Librería Luis Chávez y González), en el centro financiero del Centro Comercial Galerías Escalón y por medio de Transferencias o depósitos en la cuenta del Banco Agrícola (500-019777-7) o Atlántida (3103-01-310410-2) Mayor información al WhatsApp 7743-0008 o en redes sociales. ¡Dios bendiga tu generosidad!
La Voz del Papa
Tierno y compasivo, cuyos brazos abiertos
consuelan y acarician. ¡Ese es nuestro rey!
homilía del santo padre francisco - Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo Domingo, 20 de noviembre de 2022 - Catedral de Asti, Italia
Hemos visto a este joven, Stefano, que pide recibir el ministerio de acólito en su camino hacia el sacerdocio. Tenemos que rezar por él, para que siga adelante en su vocación y sea fiel; pero también tenemos que rezar por esta Iglesia de Asti, para que el Señor envíe vocaciones sacerdotales, porque como ustedes ven la mayoría son ancianos, como yo. Se necesitan sacerdotes jóvenes, como algunos de aquí que son muy buenos. Pidamos al Señor que bendiga esta tierra.
Y de estas tierras partió mi padre para emigrar a Argentina. Y en estas tierras, valiosas por sus buenos productos agrícolas y sobre todo por la auténtica laboriosidad de la gente, he venido a reencontrar el sabor de las raíces. Hoy el Evangelio nos lleva nuevamente a las raíces de la fe. Estas se encuentran en el árido terreno del Calvario, donde la semilla de Jesús, al morir, hizo germinar la esperanza, pues plantado en el corazón de la tierra nos abrió el camino al cielo. Con su muerte nos dio la vida eterna. Por medio del árbol de la cruz nos trajo los frutos de la salvación. Por eso mirémoslo a Él, miremos al Crucificado.
Sobre la cruz aparece una sola frase: «Este es el rey de los judíos» (Lc 23,38). He aquí el título: rey. Pero observando a Jesús, la idea que tenemos de un rey da un vuelco. Intentemos imaginar visualmente un rey. Nos vendrá a la mente un hombre fuerte sentado en un trono con espléndidas insignias, un cetro en las manos y anillos brillantes en los dedos, mientras dirige a sus súbditos discursos solemnes. Esta es, más o menos, la imagen que tenemos en la mente. Pero mirando a Jesús, vemos que Él es todo lo contrario. No está sentado en un cómodo trono, sino más bien colgado en un patíbulo. El Dios que «derribó a los poderosos de su trono» (Lc 1,52) se comporta como siervo crucificado por los poderosos. Está adornado sólo con clavos y espinas, despojado de todo mas rico en amor; desde el trono de la cruz ya no instruye a la multitud con palabras, ni levanta la mano para enseñar.
Hace mucho más: en vez de apuntar el dedo contra alguien, extiende los brazos para todos. Así se manifiesta nuestro rey, con los brazos abiertos, a brasa aduerte.
Sólo entrando en su abrazo entendemos que Dios se aventuró hasta ahí, hasta la paradoja de la cruz, justamente para abrazar todo lo que es nuestro, aun aquello que estaba más lejos de Él: nuestra muerte —Él abrazó nuestra muerte—, nuestro dolor, nuestra pobreza, nuestras fragilidades y nuestras miserias. Él abrazó todo esto. Se hizo siervo para que cada uno de nosotros se sienta hijo, pagó con su servidumbre nuestra filiación. Se dejó insultar y que se burlaran de él, para que en cualquier humillación ninguno de nosotros esté ya solo. Dejó que lo desnudaran, para que nadie se sienta despojado de la propia dignidad. Subió a la cruz, para que en todo crucificado de la historia esté la presencia de Dios. Este es nuestro rey, rey de cada uno de nosotros, rey del universo, porque Él cruzó los más recónditos confines de lo humano; entró en la oscura inmensidad del odio, en la inmensa oscuridad del abandono para iluminar cada vida y abrazar cada realidad. Hermanos, hermanas, este es el rey que hoy festejamos. No es fácil entenderlo, pero es nuestro rey. Y las preguntas que deberíamos hacernos son: ¿Este rey del universo es el rey de mi
existencia? ¿Yo creo en Él? ¿Cómo puedo celebrarlo como Señor de todas las cosas si no se convierte también en el Señor de mi vida? Y tú que hoy comienzas este camino hacia el sacerdocio no te olvides que este es tu modelo; no te aferres a los honores, no. Este es tu modelo; si tú no piensas ser sacerdote como este Rey, mejor detente ahí. Por tanto, fijemos de nuevo la mirada en Jesús Crucificado. Date cuenta, Él no mira tu vida sólo un momento y ya, no te dedica una mirada fugaz como frecuentemente hacemos nosotros con Él, sino que Él permanece ahí, a brasa aduerte, para decirte en silencio que nada de lo tuyo le es ajeno, que quiere abrazarte, volverte a levantar, salvarte, así como eres, con tu historia, con tus miserias, con tus pecados. Pero, Señor, ¿es verdad? ¿Con mis miserias me amas de este modo? Cada uno piense en este momento en su propia pobreza: “Pero, ¿tú me amas con esta pobreza espiritual que tengo, con estas limitaciones?”. Y Él sonríe y nos hace comprender que nos ama y ha dado la vida por nosotros. Pensemos un poco en nuestros límites, también en las cosas buenas: Él nos ama como somos, como somos ahora. Él nos da la posibilidad de reinar en la vida, si te rindes ante la mansedumbre de su amor, que se propone pero no se impone —el amor de Dios nunca se impone—; a su amor que siempre te perdona. Nosotros tantas veces nos cansamos de perdonar a la gente y les hacemos la cruz, les hacemos la sepultura social. Él no se cansa nunca de perdonar, nunca, nunca; siempre te vuelve a poner en pie, siempre te restituye tu dignidad real. Sí, la salvación, ¿de dónde viene? Nos viene al dejarnos amar por Él, porque sólo así somos liberados de la esclavitud de nuestro yo, del miedo de estar solos, de pensar que no lo lograremos. Hermanos, hermanas, pongámonos constantemente ante el Crucificado, dejémonos amar, pues esos brasa aduerte nos abren también a nosotros el paraíso, como al “buen ladrón”.
Sintamos como dirigida a nosotros la frase que Jesús hoy, en el Evangelio, pronuncia desde la cruz: «Estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23,43). Esto es lo que quiere y quiere decirnos Dios, a todos nosotros, cada vez que nos dejamos mirar por Él. Y entonces entendemos que no tenemos un dios desconocido que está allá arriba en el cielo, poderoso y distante, no, sino un Dios cercano, la cercanía es el estilo de Dios, la cercanía, con ternura y misericordia. Este es el estilo de Dios. Cercano, misericordioso y tierno. Tierno y compasivo, cuyos brazos abiertos consuelan y acarician. ¡Ese es nuestro rey!
Hermanos, hermanas, después de haberlo mirado, ¿qué podemos hacer? Hoy el Evangelio nos pone ante dos caminos. Frente a Jesús hay quien se queda de espectador y quien se involucra. Los espectadores son muchos, la mayoría. Miran, ver morir a alguien en la cruz es un espectáculo. De hecho —dice el texto— «el pueblo permanecía allí y miraba» (v. 35). No era gente mala, muchos eran creyentes, pero al ver al Crucificado se quedan como espectadores. No dan un paso adelante hacia Jesús, sino que lo ven desde lejos, curiosos e indiferentes, sin interesarse verdaderamente, sin preguntarse qué podrían hacer. Habrán comentado, quizá: “Pero mira este”, habrán expresado juicios y opiniones: “Pero es inocente, mira este así”, alguno se habrá lamentado, pero todos se quedaron mirando sin hacer nada, con los brazos cruzados. Pero también cerca de la cruz hay espectadores: los jefes del pueblo, que quieren asistir al espectáculo cruento del final ignominioso de Cristo; los soldados, que esperan que la ejecución termine pronto, para irse a su casa; uno de los malhechores, que descarga sobre Jesús su rabia. Se burlan, insultan, se desahogan. Todos estos espectadores tienen en común una frase recurrente: “Si eres rey, ¡sálvate a ti mismo!” (cf. vv. 35.37.39). Así lo insultan, lo desafían. Sálvate a ti mismo, exactamente lo contrario de lo que está haciendo Jesús, que no piensa en sí mismo, sino en salvarlos a ellos, que lo insultan. Pero ese sálvate a ti mismo es contagioso, de los jefes a los soldados y a la gente, la ola del mal alcanza a casi todos. Pensemos que el mal es contagioso, nos contagia; como cuando a nosotros nos llega una enfermedad infecciosa, nos contagia enseguida. Y aquella gente habla de Jesús pero no sintoniza ni un solo momento con Él. Toma distancia y habla. Es el contagio letal de la indiferencia. Es una fea enfermedad la indiferencia. “Esto a mí no me concierne, no me toca”. Indiferencia hacia Jesús e indiferencia también hacia los enfermos,
hacia los pobres, hacia los miserables de la tierra. A mí me gusta preguntarle a la gente, y les pregunto a cada uno de ustedes: “Cuanto tú le das limosna a los pobres, ¿los miras a los ojos? ¿Eres capaz de mirar a los ojos de ese pobre o de esa pobre que te pide limosna? Cuando tú das limosna a los pobres, ¿les tiras la moneda o les tocas la mano? ¿Eres capaz de tocar una miseria humana?”. Después que cada uno se dé las respuestas. Aquella gente era indiferente. Aquella gente hablaba de Jesús, pero no sintonizaba con Él. Y este es el contagio letal de la indiferencia, que crea distancia con la miseria. La ola del mal se propaga siempre así: comienza tomando distancia, mirando sin hacer nada, sin dar importancia, y luego se piensa sólo en los propios intereses y se acostumbra a mirar hacia otro lado. Y esto es un riesgo también para nuestra fe, que se marchita si se queda en una teoría, si no se hace práctica, si no hay compromiso, si no se da en primera persona, si no se arriesga. Entonces nos convertimos en cristianos “al agua de rosas” —como escuché decir en mi casa—, que dicen creer en Dios y querer la paz, pero que no rezan ni se preocupan por el prójimo e incluso no les interesa Dios, ni la paz. Estos son cristianos sólo de palabra, superficiales.
Esta era la ola del mal que había allí, en el Calvario. Pero también está la ola benéfica del bien. Entre los muchos espectadores, uno se involucra, me refiero al “buen ladrón”. Los otros se ríen del Señor. Él le habla y lo llama por su nombre, “Jesús”. Muchos descargan sobre Él su rabia; él confiesa a Cristo sus faltas. Muchos dicen «sálvate a ti mismo»; él ruega: «Jesús, acuérdate de mí» (v. 42). Sólo pide eso al Señor. Esta es una hermosa oración. Si cada uno de nosotros la recita todos los días va por buen camino, el camino de la santidad: “Jesús, acuérdate de mí”. Es así que un malhechor se convierte en el primer santo. Se acerca a Jesús por un instante y el Señor lo tiene consigo para siempre. El Evangelio habla del buen ladrón por nosotros, para invitarnos a vencer el mal dejando de ser espectadores. Por favor, la indiferencia es peor que hacer el mal. ¿Por dónde comenzar? Por la confianza, por llamar a Dios por su nombre, tal como lo hizo el buen ladrón, que al final de la vida vuelve a encontrar la confianza valiente que caracteriza a los niños, que se fían, piden, insisten. Y con esa confianza admite sus fallas, llora, pero no compadeciéndose de sí mismo, sino poniéndose delante del Señor. Y nosotros, ¿tenemos esta confianza, le llevamos a Jesús todo lo que tenemos en nuestro interior, o nos disfrazamos frente a Dios, quizás con un poco de sacralidad y de incienso? Por favor, no vivan la espiritualidad del maquillaje, es aburrida. Ante Dios agua y jabón, nada más, sin maquillajes, el alma tal cual es. Y de ahí viene la salvación. Aquel que pone en práctica la confianza, como este buen ladrón, aprende la intercesión, aprende a presentar ante Dios lo que ve, los sufrimientos del mundo, las personas que encuentra. Aprende a decirle, como el buen ladrón, “¡acuérdate, Señor!”.
No estamos en el mundo únicamente para salvarnos a nosotros mismos, no, sino para llevar a los hermanos y hermanas al abrazo del Rey. Interceder, recordarle al Señor, abre las puertas del paraíso. Pero nosotros, cuando rezamos, ¿intercedemos? “Acuérdate Señor, acuérdate de mí, de mi familia, acuérdate de este problema, acuérdate, acuérdate”. Llamar la atención del Señor.
Hermanos, hermanas, hoy nuestro rey nos mira desde la cruz a brasa aduerte. Depende de nosotros decidir si ser espectadores o involucrarnos. ¿Soy espectador o quiero
involucrarme? Vemos las crisis de hoy, la disminución de la fe, la falta de participación. ¿Qué hacemos? ¿Nos limitamos a elaborar teorías, nos limitamos a criticar, o nos ponemos manos a la obra, tomamos las riendas de nuestra vida, pasamos del “si” de las excusas a los “sí” de la oración y del servicio? Todos creemos saber qué es lo que no está bien en la sociedad, todos; hablamos todos los días de lo que no va en el mundo, incluso en la Iglesia, tantas cosas no van en la Iglesia. Pero luego, ¿hacemos algo? ¿Nos ensuciamos las manos como nuestro Dios clavado al madero o estamos con
las manos en los bolsillos mirando? Hoy, mientras Jesús, que está despojado en la cruz, levanta el velo sobre Dios y destruye toda imagen falsa de su realeza, mirémoslo a Él, para encontrar el valor de mirarnos a nosotros mismos; de recorrer las vías de la confianza y de la intercesión; de hacernos siervos para reinar con Él. “Acuérdate, Señor, acuérdate”, hagamos esta oración más seguido. Gracias.
La Corona de Adviento
La Corona de Adviento es un símbolo cristiano que la Iglesia Católica promueve como medio privilegiado para avivar el espíritu de espera y preparación para la Navidad.
Sentido: tener luz, esperanza y alegría
La también llamada "Corona de las luces de Adviento" debe ser siempre signo de gozosa esperanza; ella recuerda que la luz se irá abriendo paso en medio de la tiniebla y que la vida triunfará sobre la muerte. Esa luz no es otro que Dios hecho hombre, Jesucristo, luz del mundo, quien se abaja para caminar entre nosotros y darnos, con la entrega de su vida, la posibilidad de una vida más plena y auténtica.
Sabemos que donde hay luz, el miedo se disipa, podemos iluminar el camino y ver nuestros pasos; la luz nos congrega, porque podemos ver el rostro de quien va a nuestro lado.
Al encender, semana a semana, las cuatro velas de la corona nos iremos acercando gradualmente a la plenitud de la luz de Navidad.
Un poquito de historia
Desde antiguo, en Europa, las casas se llenaban de velas o cirios durante el invierno, cuyos días son habitualmente más cortos.
En tiempos precristianos, esta práctica, además, se realizaba con ánimo de honrar al sol, el sol invictus (“el sol inconquistado”, o dios sol) al que se aguardaba con ansías cada mañana para que ilumine y caliente, hasta verlo brillar victorioso en los días de verano.
Esta costumbre, muy arraigada en los días de la Roma tardía, fue acogida después por los misioneros y evangelizadores cristianos, quienes la encontraron muy apropiada para significar el misterio de la venida de
Cristo al mundo, al encuentro de la creación expectante.
Posteriormente, entre los siglos XVIII y XIX, en Alemania, se difundió la costumbre de adornar los hogares con guirnaldas hechas con hojas y ramas pequeñas de pino verde en los días previos a la Navidad. La particularidad de las hojas de pino y de otras plantas de la familia de los abetos consiste en
(Continúa en pág. siguiente)que mantienen vivos sus colores aún bajo las condiciones invernales del hemisferio norte. La tradición de las guirnaldas había pasado de los templos católicos y protestantes para arraigarse como costumbre en las casas de las familias cristianas.
Con el tiempo, los católicos vincularon el símbolo de las guirnaldas con el de la luz, y estos con el tiempo litúrgico del Adviento, que consta de 4 domingos, finalmente representados por cuatro velas o cirios sobre la corona. Es importante que no pasemos por alto la bendición de la corona, cuando sea posible, porque así se subraya su significado religioso.
La Corona de Adviento está formada por una gran variedad de símbolos:
La forma circular
El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, es decir, sin comienzo ni final. Nuestro amor a Dios y al prójimo deben procurar ser de la misma manera: para siempre.
Las cuatro velas
Nos hacen pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue alimentando poco a poco la esperanza de salvación. Esa esperanza fue iluminando el universo como las velas de la corona iluminan el lugar. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, la historia se fue esclareciendo cada vez más hasta la llegada de Cristo.
Son cuatro velas las que se colocan en la corona y que se encienden, una a una, durante los cuatro domingos de Adviento en el marco de la oración en familia. Las tres primeras son de color morado y se encienden el primer, el segundo y el cuarto domingo. Entre las velas debe haber una de color rosado que se enciende el tercer domingo, conocido como el domingo de Gaudete o ‘de la alegría’. Este domingo tiene un significado especial asociado a la conciencia del gozo creciente porque el Señor está cada vez más cerca.
Otros símbolos:
A veces, se colocan también manzanas rojas o frutos secos de color madera o rojizo en la corona para representar los frutos del jardín del Edén, recordando a Adán y Eva. Ellos hicieron ingresar el pecado al mundo, pero recibieron luego la promesa del Salvador Universal.
Es posible colocar un listón rojo recorriendo el contorno de la guirnalda, o puesto como un lazo. Este representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.
3. Es conveniente fijar con anticipación el horario en el que se realizará la oración y el encendido de las velas. Planificar las cosas con tiempo y dedicación hará que todo salga mejor y que especialmente los niños vean y comprendan que se trata de algo importante. Así como preparamos la visita de un invitado importante con la anticipación debida, así debemos prepararnos para recibir al invitado más importante que podemos tener en familia: el Señor Jesús.
4. Es conveniente también distribuir funciones entre los miembros de la familia de modo que todos participen y se sientan involucrados.
Por ejemplo, es recomendable que haya:
• un encargado de tener arreglado y limpio el lugar donde irá la corona,
• un encargado de encender y apagar las luces,
• un encargado de dirigir los cantos o de poner la música apropiada como un villancico, cuando la familia se reúna para orar junto a la corona,
• un encargado de dirigir las oraciones,
• un encargado de leer las lecturas predeterminadas.
Las ramas verdes
El verde es el color de la esperanza y la vida, y Dios es Dios de vivos y no de muertos. Él quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y su gloria eterna al final de la existencia. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser “reverdecer” siempre, por la unión estrecha con Dios, nuestro Padre.
Sugerencias
Los domingos de Adviento la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona de Adviento. Luego, se lee la Biblia o se hace alguna meditación u oración. La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote.
1. Es recomendable elaborar la Corona de Adviento en familia, aprovechando el momento para motivar a los niños explicándoles el sentido de esta costumbre y su significado.
2. La corona deberá ser colocada en un sitio especial dentro del hogar, de preferencia en un lugar fijo donde la puedan ver todos, de manera que recuerde constantemente la expectativa por la llegada de Jesús y la importancia de prepararse para ese momento.
Iglesia en el
Mundo
El mensaje del Papa Francisco para aficionados y jugadores del Mundial de Qatar 2022
Tras finalizar la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco quiso enviar un saludo a los jugadores y aficionados que siguen el Mundial de Fútbol en Qatar.
“Envío a los jugadores, aficionados y espectadores que siguen, desde los distintos continentes, el Campeonato Mundial de Fútbol que se está disputando en Qatar”.
El Santo Padre pidió que “este importante acontecimiento sea una ocasión de encuentro y armonía entre las naciones, fomentando la fraternidad y la paz entre los Pueblos”.
Cabe destacar que los católicos que visiten Qatar con motivo de la Copa del Mundo de 2022 podrían enfrentarse a algunas restricciones debido a que Qatar es una nación de mayoría musulmana, y ciertos comportamientos pueden considerarse una ofensa al islam.
El Código Penal de Qatar impone una serie de castigos a quienes de algún modo ofendan sus sentimientos religiosos. Según indica la ley de este país, enfrentará
una pena de hasta 7 años de cárcel aquella persona que “insulte al Ser Supremo en letra y espíritu, por escrito, dibujando, gesticulando o de cualquier otra forma”.
Similar pena enfrentaría aquel que, según las autoridades de Qatar, “ofenda, malinterprete o viole el Sagrado Corán” u “ofenda la religión islámica o alguno de sus ritos”.
Los musulmanes consideran al cristianismo y al judaísmo como “religiones divinas”. Sin embargo, el Código Penal de Qatar establece en su artículo 257 una pena de hasta 10 años de prisión para quien dirija una organización "que invoque, favorezca o promueva otra religión" distinta del islam.
Mensaje del Papa Francisco a los jóvenes
No sean esclavos del móvil
Durante su visita a la ciudad italiana de Asti el domingo 20 de noviembre, el Papa Francisco envió un mensaje a los jóvenes presentes que participaban en la Jornada Mundial de la Juventud en las Iglesias particulares.
En su mensaje, aseguró que “hoy necesitamos jóvenes verdaderamente ‘transgresores’, no conformistas, que sean esclavos del móvil, sino que cambien el mundo como María, llevando a Jesús a los demás, cuidando de los otros”.
Crucigrama de Adviento
Santo Evangelio según San Mateo 24,37-44 del Domingo 1º de Adviento Ciclo A
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
El Ganador de la rifa de Adviento se dará a conocer el próximo domingo 4 de diciembre