Semanario Orientación 26 de enero de 2020

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S • E • M • A • N • A • R • I • O Año LXVII Nº 6089

ÓRGANO OFICIOSO DEL ARZOBISPADO DE SAN SALVADOR. 26 de enero de 2020

$ 0.25

Ordenación Sacerdotal

Card. Gregorio Rosa Chávez

Testigo de esperanza en tiempos convulsionados – Pág. 9 –


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La vocación A tenor de la conmemoración del aniversario de oro de su ordenación sacerdotal, Su Eminencia Cardenal Gregorio Rosa Chávez comenta, en primera persona, experiencias de vida y comparte con nosotros un álbum de estampas familiares.

¿Cómo nace mi vocación sacerdotal?

El Padre Gregorio Rosa (izq.) junto a su madre, doña Domitila Chávez de Rosa (de grata recordación) en un tramo de carretera hacia San Miguel

Papá Salomé y mamá Tila felicitan a “Monseñor Gregorio”

La familia Rosa Chávez en su vivienda en el municipio de Sociedad, departamento de Morazán

Tenía menos de catorce años, cuando visité el Seminario para hablar de vocación. Me recibió el Pbro. Rafael Valladares, con tanta ternura, con tanta delicadeza y eso me quedó muy bien grabado. Me mostró la Capilla del Seminario menor, que está cerca de la iglesia El Rosario y había tres palabras escritas en el altar: “Petra est Christus” (La Roca es Cristo) y me dejó un libro para que leyera mientras él se desocupaba y era un libro de la vida de Jesucristo, del Pbro. Remigio Vilariño Ugarte. El libro estaba en papel cebolla [vegetal], era un libro bien delgadito. Luego hablamos de vocación y ese año a él lo hicieron Obispo en San Miguel y pasó a ser Obispo Auxiliar de San Salvador por cuatro años. A mí m e i m p a c t a m u c h o , c u a n d o San Oscar Romero, visita el Seminario Menor, antes de morir y en su diario escribe cómo nació su vocación y pide a cada s e m i n a r i s t a El seminarista Gregorio Rosa (der.) junto al Padre Oscar Romero que haga lo mismo, generando una linda experiencia, donde cada uno iba a escribir y compartir la historia de forma que fuera una actividad de edificación. Hay una foto que a mí me gusta mucho, una foto donde están todos mis hermanos, con nuestros padres en unas gradas de la casa en Sociedad; está a blanco y negro. Yo soy el segundo hijo de nueve, siete varones y dos mujeres. Mi padre era de pocas palabras y mi madre era muy sociable, eran hombres de principios, sumamente estrictos en su vida personal con una ética intachable, mi madre sumamente piadosa. Éramos nueve y nos educamos unos a otros, a base de golpes también.


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Los estudios

“¿Y tú para qué piensas estudiar?”

Me gusta meditar la página del evangelio de Juan donde él cuenta la historia de su vocación. Sucedió una mañana cuando Juan Bautista vio venir a Jesús y dijo a sus dos discípulos: “Este es el Cordero de Dios”. El joven Juan (el futuro evangelista), junto con Andrés, se acercan por detrás a Jesús, y éste se da vuelta y les pregunta: “¿Qué buscan?”. Ellos responden: “Maestro, dónde vives?” Y este responde: “Vengan y vean”. El breve relato concluye diciendo que ellos “fueron, vieron y se quedaron con él aquel día”. Y añade un dato sorprendente: “Eran como las cuatro de la tarde”. Monseñor Romero, pocos días antes de su martirio –así lo cuenta en su diario– visitó a los seminaristas menores en el Seminario San José de la Montaña. En un ambiente de gran confianza él les contó la historia de su vocación y les pidió que ellos hicieran lo mismo. “No hay dos historias iguales”, señala el obispo después de escuchar atentamente a los jóvenes.

Los padres de Monseñor Rosa en la casa de Dios

La historia de mi vocación no se parece a la de Juan evangelista. Es muy sencilla. Sucedió al final de la tarde en el comedor de mi casa en el cantón El Peñón, mientras cenaba con mi padre a la luz de una vela. Yo a c a b a b a d e terminar sexto grado y no sabía qué iba a hacer con mi vida. De repente mi padre me pregunta:

1962. El seminarista Gregorio Rosa recibe la sotana que utilizará a diario para asistir a clases en el Seminario San José de la Montaña

– Y tú ¿qué piensas estudiar?. Sorprendido por la pregunta, le respondí: “No sé”. – Y él dijo: Tú traes para sacerdote. Seguimos comiendo y de repente, repitió la pregunta. Y yo respondí un poco asustado: “Para sacerdote”. Al año siguiente ingresé al Seminario Menor San José de la Montaña, en San Salvador. El resto de la historia ustedes la conocen.

El Padre Gregorio, frente a la iglesia Santo Domingo, con su hermano David

Recordando mi escuelita y mi primera maestra Conservo una foto a colores de la escuelita donde estudié primer grado. Está ubicada en el cantón El Peñón, jurisdicción de Sociedad. Era una casita de un solo salón con un corredor al lado. La profesora se llamaba María Antonia Rivas, hija de don José Rivas, Director de la banda regimental de Gotera. Ella vivía en mi casa, a pocos pasos de su escuela.

Una tarde el señor Rivas llegó a visitar a su hija nos enseñó una canción: “Que llueva, que llueva, la Virgen de la cueva…” Al año siguiente repetí el primer grado porque no había otra opción en mi cantón. Al año siguiente mi padre me llevó a Sociedad; allí estudié segundo y tercer grado. Luego pasé a Jocoro para terminar la primaria. En enero de 1957 ingresé al seminario San José de la Montaña, en San Salvador para comenzar mis estudios sacerdotales. Fueron doce años, con una pausa en 1965, como asistente del Padre Romero en el Seminario Menor de San Miguel. Hace algunos años volví a mi cantón –aunque en realidad yo nací en el cantón Ánimas, pero muy pronto mis padres me llevaron a El Peñón– y encontré dos novedades: la primera, una hermosa ermita construida muy cerca de mi casa; y la segunda, que mi escuelita de primer grado seguía en pie, pero en el corredor habían construido un horno de leña.

La escuelita donde Monseñor Rosa Chávez dio inicio a sus estudios en el cantón El Peñón

Me emociono al pensar en el significado de ese horno ahora que cumplo cincuenta años de ministerio sacerdotal. El pan que sale de ese horno no sólo evoca en mí el pan material, sino también el pan del saber (la escuelita). Pero sobre todo me hace pensar en el pan de la palabra de Dios, el pan del perdón y el pan de la Eucaristía. Doy gracias al Señor porque por pura misericordia suya, llevo cincuenta años repartiendo a mis hermanas y hermanos ese pan. ¡Bendito sea Dios!


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Cómo nos hicimos amigos

“¿Quién fue monseñor Romero para mí?” En el Diario de Monseñor Romero mi nombre aparece cerca de cuarenta veces, casi siempre relacionado con mi trabajo de rector del Seminario y las dificultades que tenía el equipo formador con algunos seminaristas arquidiocesanos. La cita más entrañable aparece el día 18 de mayo de 1979, cuando nuestro pastor mártir dice: “Tuve una reunión con los seminaristas del Seminario Mayor arquidiocesano a la que asistió también el rector del Seminario, Padre Gregorio Rosa y resultó sumamente cordial, franca… Prolongué mi diálogo con el Padre Rector, llevándolo a cenar y a pasear un rato en el que tuvo él también una expansión cordial muy grande, no sólo en su oficio de rector, informes del Seminario, sino como amigo que lo ha sido desde tanto tiempo y muy de fondo”. Mons. Oscar Romero (al centro) y el Padre Gregorio Rosa (der.) se dirigen a la catedral de San Miguel en 1970, para dar gracias por la Ordenación Episcopal de nuestro pastor y mártir

Seminarista Gregorio Rosa Chávez (der.) luego de unas Primeras Comuniones junto al Padre Oscar Romero (sotana negra)

¿Cómo comenzó esta historia? Vi al Padre Romero por primera vez en la catedral de San Miguel cuando yo era un adolescente. El estaba de pie ante un micrófono, vestido con una sencilla sotana negra. Me impresionó lo que dijo y cómo lo dijo. Luego se dirigió al confesionario a escuchar a los penitentes que le esperaban en larga fila. Después seguí viéndolo, de lejos, sobre todo en Semana Santa, en el período de vacaciones y en la fiesta de la Virgen de la Paz. Pero fue en 1965, después de mis estudios de filosofía –yo tenía veintitrés años– cuando nació la amistad que él tuvo la bondad de prodigarme. En ese año, por decisión de mi obispo, Monseñor Miguel Ángel Machado y Escobar, colaboré con el Padre Romero como su asistente en el seminario menor de San Miguel. Del grupo de jóvenes seminaristas sólo uno llegó al sacerdocio. Poderle ver cada día, tener la misa cotidiana con él, acompañarle en ciertos momentos como celebraciones eucarísticas, primeras comuniones, charlar sobre los temas que nos interesaban, etc., era como recibir un curso intensivo de cómo debe ser un pastor entregado a su pueblo. Así fue tejiéndose esa amistad que me hizo y me sigue haciendo tanto bien. Terminada esta experiencia, volví al Seminario para realizar los cuatro años de teología que me separaban de la meta. Un dato curioso: los dos fuimos ordenados el mismo año, 1970. El recibió la ordenación episcopal el 21 de junio de ese año; yo soy sacerdote desde el 24 de enero. Alguien podrá decir: “travesuras de Dios”. El Papa Francisco prefiere decir que nuestro Dios es el Dios de las sorpresas: “¡Dios nos sorprende siempre!”


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En el proceso de paz

Al lado de Monseñor Chávez y de Monseñor Rivera Cuando el Papa Juan Pablo II visitó por segunda vez la catedral de San Salvador, el 8 de febrero de 1996, al hablar a los jóvenes, hizo este elogio de nuestros pastores: “Me alegro en el Señor al encontrarme con todos vosotros ante esta Catedral, tan estrechamente ligada a los gozos y esperanzas del pueblo salvadoreño. En ella descansan, esperando la resurrección, los recordados Monseñor Luis Chávez, prelado modelo de virtudes; Monseñor Oscar Arnulfo Romero, brutalmente asesinado mientras ofrecía el sacrificio de la Misa y ante cuya tumba recé en mi anterior Visita Pastoral; y ahora voy a rezar de nuevo, complacido de que su recuerdo siga vivo entre vosotros; Monseñor Arturo Rivera Damas, que entró en la eternidad después de haber visto despuntar en el horizonte la paz por la que, junto a los demás Obispos de El Salvador, había trabajado incansablemente”.

Mons. Gregorio Rosa Chávez (der.) acompañó siempre el proceso de diálogo en nuestro país. En la gráfica, junto a Mons. Arturo Rivera (al micrófono) en La Palma, Chalatenango, en octubre de 1984

Conocí a Monseñor Luis Chávez y González, tercer arzobispo de San Salvador, en 1957, cuanto ingresé en el seminario menor y lo vi muchas veces porque era asiduo visitante del Seminario. El decía que tenía tres amores: el seminario, la catequesis y las escuelas parroquiales. Cuando fui nombrado rector del seminario mayor, después del largo período en que los jesuitas dirigían este centro de formación sacerdotal, siempre fue muy amable conmigo. Pero lo más asombroso fue lo que sucedió cuando se publicó la noticia de mi nombramiento como obispo auxiliar de Monseñor Arturo Rivera Damas. ¿Qué sucedió?: Que llegó al seminario para felicitarme y me traía como regalo su báculo pastoral. Es el que uso normalmente y cuando lo empuño siento que tengo entre mis manos una herencia preciosa y una reliquia. Recordar a Monseñor Rivera es pensar en un padre y un maestro que confió en mí y me permitió estar siempre a su lado. Tenía un gran respeto por Monseñor Chávez y una estima profunda por Monseñor Romero, de quien fue su sucesor en la Arquidiócesis de San Salvador. Cuando le tocó predicar su primera homilía en la Catedral como Administrador Apostólico, se mantuvo fiel a su estilo. Y cuando alguien le reprochó que hablaba “como si los muertos no le dolieran”, respondió que él no era Monseñor Romero. Ese estilo ponderado, sereno y comedido fue fundamental para que pudiera conducir el proceso de paz, desde la reunión de las partes en conflicto en La Palma, pasando por Ayagualo, la Nunciatura, la ciudad de México y Costa Rica. Tuve la gracia inmensa de acompañarle muy de cerca en esta aventura maravillosa de buscar la paz. Por eso, cuando inicié mi labor como Administrador Apostólico de San Salvador, después de su muerte, antes de la Misa, bajé a la cripta a rezar ante estos tres gigantes de nuestra Iglesia particular: Monseñor Chávez, Monseñor Romero y Monseñor Rivera. Ellos son las columnas más fuertes de nuestra Iglesia.

Mons. Arturo Rivera de la bienvenida a los estudiantes del Seminario San José de la Montaña en 1984. En la mesa de honor se encuentra Mons. Gregorio Rosa (der.)

“Es costumbre en la Iglesia que cada obispo formule en una frase el lema que le servirá de inspiración en su servicio pastoral. Yo he escogido el siguiente: “Christus pax nostra” –Cristo es nuestra paz– porque quiero ser un mensajero de la paz y un constructor de la paz en nuestra Iglesia y en nuestro pueblo”. “Mi trabajo en favor de la paz estará, pues, inspirado en esta doctrina de la Iglesia, que no es experta en asuntos políticos, sociales o económicos, pero que puede reclamar para sí el título de “experta en humanidad”, ya que “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22)”. De la homilía de Monseñor Gregorio Rosa Chávez en la Misa de su Ordenación Episcopal. 3 de julio de 1982, en la parroquia María Auxiliadora, San Salvador

Mons. Chávez y Mons. Rivera (en primer plano) durante la Ordenación Episcopal de Mons. Gregorio Rosa Chávez en parroquia María Auxiliadora


Ordenación Sacerdotal

S • E • M • A • N • A • R • I • O


Cardenal Gregorio Rosa Chávez

De ese puñado de arcilla que soy yo, el Señor acaba de hacer un signo de su presencia para llevar adelante su obra de salvación entre nosotros. Por eso me pongo dócilmente en las manos del Divino alfarero para que modele con el barro de mi vida un instrumento de su amor.


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ditorial Domingo de la Palabra de Dios El Domingo de la Palabra de Dios es una iniciativa que el Papa Francisco confía a toda la Iglesia para que, “la comunidad cristiana se centra en el gran valor que la Palabra de Dios ocupa en su existencia cotidiana” (Aperuit illis 2). El 30 de septiembre del año pasado, durante el 1600 aniversario de la muerte de San Jerónimo, gran estudioso de la Sagrada Escritura y traductor de los textos originales al latín, el Papa Francisco hacía pública la Carta Apostólica Aperuit illis con la que instituía este Domingo.

en las familias, en las personas común y corriente, en los niños, en los jóvenes y en los ancianos de alimentarse de la Palabra de Dios así como nos alimentamos también de la Eucaristía, el Cuerpo y la Sangre del Señor.

Este Domingo de la Palabra de Dios es una iniciativa pastoral de Nueva Evangelización, con el fin de reavivar la responsabilidad que los creyentes tienen en el conocimiento de la Sagrada Escritura y en mantenerla viva mediante un trabajo de transmisión y comprensión permanente, capaz de dar sentido a la vida de la Iglesia en las diversas condiciones en las que se encuentra

Porque, la asamblea litúrgica es el contexto por excelencia donde la Escritura se convierte en la Palabra viva. El cristianismo no es una religión del libro, sino la religión de la Palabra de Dios, de una Palabra que “no es una palabra escrita y muda, sino Palabra encarnada y viva” (San Bernardo de Claraval, Homilia super Missus est, 4, 11). Este hecho explica por qué la Palabra de Dios no se encuentra principalmente en un papiro o en una edición impresa. Como señala el Catecismo de la Iglesia Católica, “la sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos” (CIC 113).

Este domingo, quiere llamar a todos los cristianos a no dejar la Biblia como uno de los muchos libros en el estante de casa, quizás lleno de polvo, sino como un instrumento que despierte nuestra fe. El Santo Padre ha querido instaurar esta celebración para que nosotros como católicos le demos una centralidad a la Palabra de Dios, una palabra de Dios que nos ha hablado en Cristo, pero que continúa hablándonos y diciéndonos aquello que es fundamental para nuestra vida. De tal manera que con este Domingo de la Palabra de Dios fundamentalmente se despierte el interés que debe haber

De tal manera que es algo muy importante que unamos la presencia de Cristo, la cual no la encontramos únicamente en el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo sino que la Palabra de Dios forma parte de esa realidad fundamental de nuestra fe cómo es la presencia del Señor en medio de nosotros a través de la Eucaristía que se realiza a través de la mesa de la palabra y de la mesa del pan. De tal manera que esperamos que podamos verdaderamente como cristianos despertar ese interese por la Palabra de Dios a través de esta celebración de este domingo que ha cogido el Santo Padre”.

Por Pbro. Carlos Chavarría, Subdirector de Semanario Orientación

Aniversario de oro de su Eminencia Cardenal Rosa Chávez No se llega a cardenal por casualidad, sino por la calidad intelectual de los elegidos, por su comprobada espiritualidad y dedicación al cuidado de su rebaño, por su Sigfrido Munés desempeño sacerdotal, tioziggi@hotmail.com sus virtudes evidentes y su lealtad a la Iglesia y al pueblo de Dios. Nuestro primer cardenal, Gregorio Rosa Chávez, vio su primer día en el pueblo de Sociedad, del departamento de Morazán en 1942, cuando San Oscar Romero se encontraba en Roma estudiando y enfrentando los peligros de la segunda guerra mundial. Pocos años después ambos se encontrarían para enfrentar la violencia

DIRECTORIO

Pbro. Simeón Reyes DIRECTOR

fratricida que se enseñoreaba en su propio país. El cardenal Rosa Chávez se ordenó sacerdote el 24 de enero de 1970, hace 50 años, y sus bodas de oro sacerdotales han sido motivo para felicitarle efusivamente y rogar a Dios para que le continúe inspirando, protegiendo y bendiciendo su obra bienhechora, estimulada por su pertenencia al colegio cardenalicio tan próximo al Papa Francisco. Podemos ubicar sin mucho esfuerzo a Monseñor Rosa Chávez, presidente de Cáritas para América Latina y el Caribe y también presidente de Cáritas de El Salvador, como un destinatario y fiel cumplidor de las instrucciones del apóstol San Pablo en su carta a los colosenses: “Hermanos: Puesto que Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a Él y les ha dado su

Pbro. Carlos Chavarría SUBDIRECTOR

Roger Herrera EDITOR EN JEFE

amor, sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión. Que en sus corazones reine la paz de Cristo, esa paz a la que han sido llamados, como miembros de un solo cuerpo. Finalmente, sean agradecidos. Que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza.” Un respetuoso y fuerte abrazo para el pastor y amigo, don Gregorio, en la grata celebración de su Cincuentenario Sacerdotal. En Dios confiamos.

Jacqueline Arriaza CORRECCIÓN Y DISEÑO

Roger Herrera DISEÑO DE PORTADA


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Vida pastoral Card. Gregorio Rosa Chávez

Testigo de esperanza en tiempos convulsionados Luis Alonso Coto Pbro. y Dr.

Allá por los años 60, siendo yo un adolescente y estando en un internado en San Miguel, conocí al joven seminarista Gregorio Rosa Chávez. Estuve presente el día de su ordenación en la Catedral de San Miguel, el 24 de enero de 1970, cuando Monseñor José Eduardo Álvarez era obispo de la diócesis migueleña y yo me preparaba para venir al Seminario San José de la Montaña. De mente muy brillante, algo callado, esquivo a ratos, pero muy de Iglesia. En el contexto de los años 70, el país comenzaba a convulsionarse, lo que afectó toda la sociedad y a la misma Iglesia. Crisis política, el cierre del Seminario San José de la Montaña, etc., los obispos lo envían en el año 1973, junto a otro sacerdote a estudiar en Lovaina, Bélgica. A su regreso fue nombrado rector del Seminario. Le tocó un trabajo muy delicado y complejo en el contexto de un país convulsionado por los movimientos sociales y la violencia. Y los problemas al interior de la Iglesia no estaban ausentes. Al final del año 1975 volví a encontrarme con el Padre Gregorio en la Universidad de Lovaina. El terminaba su licenciatura en teología. En algún momento nos dio un retiro a los que estudiábamos la teología en el Colegio por la América Latina (COPAL). Reabrir el Seminario San José de la Montaña en 1977 fue una tarea ardua, en medio de los conflictos que se generaron al comienzo de las grandes represiones y éxodo de muchas familias. No fue fácil para él tener los refugiados en el seminario, pero mantuvo una profunda comunión con Mons. Romero. En 1982 lo nombran obispo auxiliar de San Salvador, cuando había sede vacante después del asesinato de Mons. Romero. Es la época que mejor conozco de Mons. Gregorio Rosa. Siendo obispo auxiliar diría que vivió una lealtad al Evangelio, a la memoria de Mons. Romero, a Mons. Rivera Damas, a tal punto que éste último, ya como Arzobispo, contó con él para que lo acompañara en aquellos momentos y situaciones delicados en la búsqueda de la paz para nuestro país. Ese ha sido Mons. Gregorio Rosa. Un obispo auxiliar fiel, leal y colaborador incansable, aportando a esta Iglesia salvadoreña elementos de juicio y análisis, como también expresando desde el Evangelio por dónde debía caminar esta Iglesia salvadoreña. Cuando asesinaron a los Padres Jesuitas y a sus dos colaboradoras, nunca se apartó de Mons. Rivera. Y asumió los mismos riesgos que éste vivía siendo arzobispo de San Salvador. Su vida fue amenazada por estar siempre con Mons. Rivera. En los diálogos por la Paz acompañó incansablemente al Arzobispo. No cabe duda que en los años 80: la guerra, el terremoto de octubre de 1986 y el Debate Nacional por la Paz fueron momentos en los cuales Mons. Rosa Chávez jugó un papel protagónico. ¿Cómo podemos decir que es testigo de esperanza? Después del terremoto de 1986, cuando con una hermosa iniciativa venida de él, creo yo, lanzó la campaña, al contemplar la imagen del Divino Salvador del Mundo derrumbada y destruida por el terremoto, “Levantemos el alma Salvadoreña”. Ahí está esa imagen restaurada que refleja y habla de nuestra identidad y de nuestra lucha por no dejar que este país perezca ante las amenazas, sean éstas de terremotos, guerras, violencias, pobrezas, injusticias, etc. Al contemplar ese monumento y esa imagen del Divino Salvador del Mundo no podemos olvidar que Mons. Gregorio ha sido un elemento importante para que nos perezcamos ante el pesimismo o las tragedias. Lo mismo ha hecho después del terremoto de 2001: cada año va a celebrar la Eucaristía en el lugar llamado La Colina, en Santa Tecla, para animar, acompañar a las familias que perdieron a sus seres queridos en ese terremoto. Ese es Mons. Gregorio Rosa Chávez. Acompañando a su pueblo en medio de las tragedias. Ignorado y maltratado por unos, pero amado por un pueblo que sabe reconocer a los Buenos Pastores según el Corazón de Dios.

Mientras cursaba estudios en la Universidad Católica de Lovaina el Pbro. Gregorio Rosa Chávez comparte con compañeras de estudio en un paseo por Holanda

Pbro. Gregorio Rosa Chávez (2º de izq. a der.) junto al Pbro. Miguel Morán (3º de izq. a der.) en el Seminario Mayor San José de la Montaña

Pbro. Gregorio Rosa Chávez, durante su período como Rector en el Seminario San José de la Montaña

La Iglesia universal, pastoreada por el Papa Francisco, ha tenido a bien reconocer su obra entre nosotros al nombrarle Cardenal de la Iglesia. Claro, en eso no hay que olvidar a aquellos con quienes Monseñor Gregorio caminó y quienes le mostraron el camino para seguir dando esperanza a este pueblo que lucha por vivir en paz, en justicia y verdad.

¡Felicidades Cardenal Gregorio Rosa Chávez!

Mons. Luis Chávez y González, entonces Arzobispo de San Salvador (der.), junto al Padre Gregorio Rosa Chávez, Rector


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Vida pastoral

¿Quién es Gregorio Rosa Chávez? Gregorio Rosa Chávez nació en el municipio de Sociedad, del departamento de Morazán, el 3 de septiembre de 1942. Estudia primer grado en el cantón El Peñón; luego cursa segundo y tercer grado en Sociedad, de donde pasa a Jocoro para terminar la primaria. En enero de 1957, a la edad de catorce años ingresa al Seminario Menor San José de la Montaña, en San Salvador. En 1961 obtiene el título de bachiller. Continuó su preparación en Filosofía y Teología en el Seminario Central San José de la Montaña, de San Salvador, entre los años 1962-1964 y de 1966-1969. Durante el año de 1965 trabajó junto al Padre Oscar Romero, siendo su asistente en el Seminario Menor de la Diócesis de San Miguel.

Junto a sus padres el Obispo Gregorio Rosa Chávez

Su ordenación sacerdotal tuvo lugar el 24 de enero de 1970*, en la Catedral de San Miguel, por imposición de manos de Mons. José Eduardo Álvarez, C.M., obispo de San Miguel. Entre los años 1970-1973 funge como Secretario Episcopal de la Diócesis, párroco de la parroquia El Rosario, en la ciudad de San Miguel, y asesor espiritual de varias asociaciones y movimientos de apostolado. Siempre en la diócesis de San Miguel, entre 1971 y 1973 fue director de Radio Pax y el Semanario Chaparrastique. Luego es enviado a la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica; allí obtuvo la licenciatura en Teología Dogmática y la licenciatura en Comunicación Social (1973–1976).

Mons. Rivera y Damas (al centro) acompañado de Mons. Gregorio Rosa Chávez (der.), durante la primera jornada del proceso de diálogo en La Palma, Chalatenango

De regreso al país, entre los años de 1977 y 1982 fue Rector y profesor de Teología el Seminario Central San José de la Montaña. Fue miembro de la Junta Directiva de la Organización de Seminarios Latinoamericanos (OSLAM) entre los años 1979 y 1982. Fue nombrado Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de San Salvador, así como Obispo titular de Mulli; el 17 de febrero de 1982. La consagración episcopal se llevó a cabo el 3 de julio del mismo año, en la parroquia María Auxiliadora (Don Rua). Secretario del Secretariado Episcopal de América Central y Panamá (SEDAC) en dos periodos: de 1984-1988 y actualmente. En el CELAM (Consejo Episcopal de América Latina y el Caribe) ha servido durante doce años, siendo Presidente, sucesivamente, del Departamento de Comunicación Social, del Departamento de Laicos y de la Pastoral de la Cultura (19871999). De 1999 a 2007 fue presidente de Cáritas para América Latina y el Caribe. Ha sido coordinador de la Comisión Nacional del Congreso Eucarístico y Mariano de 1992, del Comité Templo Expiatorio Nacional y de la Comisión Central de la Visita Papal de 1983 y en 1996. Al morir Monseñor Arturo Rivera Damas, fue nombrado Administrador Apostólico de la Arquidiócesis entre noviembre de 1994 a mayo de 1996. El 21 de mayo de 2017, Su Santidad el papa Francisco anuncia la convocatoria a un Consistorio Ordinario Público, donde impondría la birreta cardenalicia a Monseñor Rosa Chávez. Se convierte en el primer salvadoreño en formar parte del Colegio Cardenalicio, en la Basílica de San Pedro, de Roma, el 28 de junio de ese mismo año. *

Ese mismo año, el 21 de junio, el Padre Oscar Romero fue consagrado como Obispo Auxiliar de San Salvador.

Padre Gregorio Rosa fue bautizado en la parroquia El Calvario de San Miguel, el 22 de noviembre de 1942


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Palabras del Arzobispo

CEDES por la Paz

de

– 476 – El lunes 13 de enero a las 6:00 p.m. me reuní con el Comité Permanente de nuestra Conferencia Episcopal, dicha reunión tuvo lugar en nuestra casa episcopal (ese Comité está constituido por el presidente, el vicepresidente, el secretario, el tesorero y un obispo delegado de la Conferencia) para preparar la Agenda de nuestra primera Asamblea Ordinaria del año, la cual se ha celebrado esta semana, en la sede de la Conferencia Episcopal, aquí en San Salvador.

sobre la Liturgia dominical: En la Liturgia de la Palabra de este Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, leemos la irrupción que Dios hace en la historia humana. Irrumpe, llamando a hombres y mujeres a unirse en su misión de anunciar la cercanía del Reino de Dios; que ha llegado para dar luz a las naciones. Irrumpe en la historia con el único deseo de salvar a la humanidad, pero no Él solo, sino con la colaboración de todos.

Los días entre el 14 y el 17 de enero, los dediqué a la reflexión y a la oración.

En la Primera Lectura leemos un pasaje del profeta Isaías. El pueblo de Israel atraviesa una dura situación. Teglatfalasar III, rey de Asiria, en el siglo VIII, invadió el reino del Norte y al Oeste del lago de Galilea; seguía la invasión e igual desastre para Judá. Neftalí y Zabulón están sumidos en la oscuridad y desesperación. El pueblo de Judá está preocupado. El profeta Isaías anuncia que vendrán días mejores: En la Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz grande. El pueblo que caminaba a oscuras vio una luz intensa (Is 8, 23b-9,1). Es decir, el Profeta trata de consolar al pueblo; y, sobre todo, intenta dar esperanza. Porque en los momentos de desesperación, las personas sienten que están en la oscuridad. Eso ocurrió a Israel en dicho momento histórico. Estaba triste, pero Dios no olvidó su pueblo. Anunció por medio de Isaías que llegarían días de alegría y gozo (cf. Is 9, 2); llegarán días donde el pueblo verá una luz inmensa, acabando con la oscuridad que los rodea y aflige. El salmista parece apoyar con su mensaje: El Señor es mi luz y mi salvación ¿A quién temeré? (Sal 26, 1). Muestra una confianza muy grande en Dios, y no duda que intervendrá en la historia para salvarlo: ¡Ten ánimo, espera en el Señor! (Sal 27, 14).

El domingo 19, a las 8:00 a.m. en nuestra Catedral Metropolitana inauguramos la LIII Jornada Mundial de la Paz, con una solemne Eucaristía, la cual fue presidida por el Excelentísimo señor Nuncio Apostólico, Mons. Santo Rocco Gangemi y concelebrada por los Obispos de nuestra Conferencia Episcopal. El señor Nuncio nos brindó una hermosa homilía y en ella nos hizo una magistral exposición del hermoso Mensaje de Su Santidad, el Papa Francisco para esta Jornada Mundial de la Paz, cuyo intitulado es “La Paz como camino de esperanza: diálogo y conversión ecológica”. Hubo una gran asistencia de fieles y todos participaban con gran devoción y fe. Fue una linda celebración. Agradecemos al Papa su gran caridad y su incansable trabajo por la paz. Agradecemos al señor Nuncio Apostólico también su gran bondad de presidirnos esta linda celebración y por todas sus bondades. Agracemos a todos su participan y su trabajo por la paz.

La LIII Jornada Mundial por la Paz en la Arquidiócesis, fue inaugurada con una Misa presidida por el señor Nuncio Apostólico, Mons. Santo Rocco Gangemi, y concelebrada por los señores Obispos de la Conferencia Episcopal

Amadísimos hermanos y hermanas, en seguida les comparto algunas reflexiones

El cumplimiento del anuncio hecho a Israel es confirmado en el Santo Evangelio según San Mateo. Dios irrumpe en la historia con el envío de Jesús, quien escoge Cafarnaúm como lugar de residencia, cumpliéndose entonces la profecía isaíana: Se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí (Mt 4, 13). Esa tierra puede llenarse de alegría porque la Luz ha llegado, y comienza llamando a la conversión: ¡Arrepiéntanse, que está cerca el reino de los cielos! (Mt 4, 17). Pero no es una tarea, en la que quiso estar solo. Invitó a otros a sumarse a la misión. Leemos, entonces, el llamado de Pedro y Andrés, de Santiago de Zebedeo y Juan. Primeros apóstoles que marcharon a su lado, mientras Él proclamaba el Evangelio y sanaba enfermos (cf. Mt 4, 23). En la Segunda Lectura tomada de la Primera Carta a los Corintios, comenzamos a leer algunos de los problemas que dicha Comunidad

enfrentó. Específicamente, en esta ocasión, es la división entre ellos: Hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, les ruego que se pongan de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que vivan en perfecta armonía de pensamiento y opinión (1 Co 1, 10). Divisiones por apego a hombres, como si unos fueran de Pablo, otros de Apolo o Cefas. San Pablo les recuerda que sus afectos deben ser únicamente por Cristo: ¿Está dividido Cristo? (1 Co 1, 13). Es una situación difícil que la pueden superar, únicamente en Cristo, es decir, pensando que han sido bautizados en el nombre de Cristo, y fue Él quien murió por la humanidad. Las Lecturas de este día traen muchos temas a reflexionar, me gustaría puntualizar cuatro. Primero, recordar que tenemos un Salvador. Indudablemente, la situación de violencia, corrupción y maldad nos puede sobrepasar, haciéndonos caer en desesperanza. La migración de hermanos nuestros, el suicidio de algunos, las continuas enfermedades de otros son signos de esa desesperanza. Pero nunca olvidemos, que Dios está con nosotros. Las palabras del Salmista lo confirman: ¡Ten ánimo, espera en el Señor! (Sal 27, 14). Segundo, Dios no puede salvar la historia solo, necesita de nuestra ayuda. Hoy más que nunca debemos sumar nuestras fuerzas al Reino de Dios. En nuestras parroquias necesitan ayuda. Incluirse en alguna de las Pastorales, trabajar en la misión permanente, ayudar en alguna obra de la Iglesia como alguna Radio de voluntario, en clínicas, etc., son solo una muestra de los diversos caminos donde el cristiano puede sumar fuerzas a la expansión del Reino. Tercero, no olvidemos jamás que nuestra motivación, nuestro Motor es Cristo. Es lamentable cuando en una parroquia la llegada de un nuevo Párroco es vista como tragedia o momento de oscuridad. ¿Por qué esa actitud? Si buscamos en el Templo al sacerdote y no a Dios, comienzan, pues, las divisiones. Vayamos al Templo a buscar a Dios, no a los hombres. Actitudes como estas, han herido a la Iglesia con cismas. Todo por seguir la opinión de un hombre, y no la Palabra de Dios. Finalmente, no olvidemos que el punto de encuentro debe ser la Eucaristía. Es allí donde todos juntos comemos con el Señor, anunciando la comunión. ¡Qué el Señor irrumpa en nuestras vidas, familias, comunidades y parroquias para que seamos signo de la cercanía del Reino y no punto de división! Pidamos a Dios esa gracia todos los días. † Mons. José Luis Escobar Alas Arzobispo Metropolitano de San Salvador

IGLESIA LOCAL

Reunión del Consejo Permanente Eucaristía de la Jornada Mundial


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26 de enero de 2019

Luego de ser creado Cardenal, Su Eminencia Gregorio Rosa Chávez reza frente a las reliquias de San Oscar Romero, al regresar de Roma Foto de: Periódico Digital “El Faro”

En el año 2017 recibió la birreta cardenalicia de manos de Su Santidad el Papa Francisco, en Roma

Card. Gregorio Rosa Chávez es asesor espiritual de la Congregación Siervas de la Misericordia de Dios desde el 7 de febrero de 1998

A nuestros lectores

Esperamos sus sugerencias, comentarios o avisos de actividades parroquiales a los números:

2298-6268 o 7737-3760, y su correspondencia a: 1a. Calle Poniente Nº 3412, Col. Escalón, S.S.

o bien al correo electrónico: orientacion.semanario@gmail.com

Un Cardenal salvadoreño

Hermanas de la Congregación Siervas de la Misericordia de Dios, rezan junto a S.E. Cardenal Gregorio Rosa Chávez, donde se construirá el Santuario en honor a la Divina Misericordia, en Morazán


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