ORGANIZACIÓN ECOLOGISTA suplemento semanal
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Energía y Pandemia E
l contexto de pandemia asociado al COVID 19 ha impactado en la cotidianeidad de todas las culturas del planeta y el sistema energético no queda exento de ello. Si bien no podemos decir que haya cambiado sustancialmente el diagnóstico, si podemos recorrer sus principales dimensiones y observar los cambios que se han producido tanto cuanti como cualitativamente. El impacto más visible para los mercados se asocia a la fuerte caída en la magnitud de la energía utilizada en aquellos países en donde la pandemia está produciendo mayores impactos. A nivel global y de acuerdo a la Agencia Internacional de Energía la extracción de petróleo sufrió caídas de 10,8 millones de barriles diarios en marzo, 29 millones en abril y 25 millones en mayo tras lo cual se augura un proceso de recuperación paulatina de los valores anteriores. Los valores máximos de caída equivalen a aproximadamente un 30% de la extracción diaria de petróleo. Podríamos decir que vivimos un corto período de caída abrupta impactada fundamentalmente por la reducción del consumo del sector transporte a nivel global y que ha afectado a nuestra región teniendo en cuenta que dicho sector es el de mayor consumo energético. Pero los impactos más fuertes para la sociedad latinoamericana se asocian a varios aspectos en lo vinculado al sistema energético. Por un lado el crecimiento de la pobreza energética en la región como producto del avance de la pobreza a raíz de los impactos que la pandemia está teniendo sobre los sistemas productivos en los diversos países. Si bien existen datos como los presentados por los informes de la CEPAL respecto a pobreza, no es tan sencillo acceder a información fehaciente que de cuenta del real impacto en el crecimiento de la pobreza energética. Si bien algunos estados han intentado dar algún tipo de respuestas como ser congelamiento de tarifas las mismas aún resultan insuficientes. El contexto pandémico, si bien ha generado en muchos estados acciones de políticas sociales directas, también debemos decir que ha afectado la libertad de demandar, peticionar y reclamar por derechos. Esto, en un sector habitualmente opaco como en el energético, resulta preocupante no solo en lo que respecta a la disputa por el acceso a la energía sino por las dificultades ampliadas que tienen en este contexto las comunidades afectadas por proyectos extractivos
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energéticos. Es de hacer notar que la alta concentración y centralización del sistema energético se configuran también como un elemento de fragilidad que sumado a la lógica mercantil que domina el sector en el continente se transforman en elementos que conspiran con la posibilidad de pensar en que pueda haber una respuesta acorde en la actual situación. En este marco, tal vez la condición fundamental para dar respuestas que estén a la altura de las necesidades actuales, se refieran a establecer como pauta la recuperación de la idea que ubica a la energía como una herramienta para satisfacer necesidades humanas y de redistribución de riqueza en un contexto de profundización de las desigualdades. Esto impone, más que nunca, abandonar la concepción mercantil capitalista de la energía y colocarla en otra esfera, en otra dimensión por fuera de las lógicas de oferta y demanda. Podríamos decir que la pandemia ha agudizado las problemáticas alrededor del sistema energético, solo el breve lapso que veremos de disminución del uso de combustibles fósiles podría ser algo positivo, pero que con la vuelta a las condiciones prepandemia quedaría solo en una anécdota. En este marco se refuerzan las necesidades de cambio sobre el sistema energético ahora con las urgencias que implican los principales impactos que está teniendo la pandemia sobre la sociedad. En este sentido cobra particular relevancia dar respuestas urgentes a las situaciones de pobreza energética, no solo referido a los nuevos pobres energéticos sino al conjunto de la población que se encuentra en esta situación. La lucha por sobrevivir en este contexto necesita imperiosamente garantizar el acceso a los servicios
públicos, entre ellos la energía, y estas políticas debieran ser centrales y urgentes. Otras dimensiones deseables en un proceso de transición energética tal vez no tengan la urgencia de la anterior pero si creemos que se presenta el momento oportuno para ello. Este debiera ser un momento para avanzar en la crítica y derogación de los marcos normativos y legislativos neoliberales del sector energético regional que han consagrado en su momento una estructura de mercado ajeno a las necesidades de la población del continente. La pandemia ha puesto sobre la mesa nuevamente al estado y su rol, en muchas áreas abandonado en favor del mercado. Como bien hemos visto esta nueva aparición de la necesidad de fortaleza del estado se da de forma ambivalente en muchos países, por un lado suele aparecer un estado presente con políticas sociales pero, en algunos casos, aparecen también algunos reflejos no deseados que se asocian a restricciones democráticas. Sin embargo, podríamos decir que se ha habilitado globalmente y en buena hora, el debate y las acciones posibles de los estados de recuperar resortes claves de la economía, entre ellos el sector energético. Esto ha impulsado en algunas regiones procesos de desprivatizaciones. En América Latina gran parte del sector energético se encuentra en manos estatales, sin embargo sabemos que esto no alcanza si no logramos una gestión verdaderamente pública y democrática. El camino de desprivatización debe estar abierto no solo a la propiedad estatal sino a otras formas de lo público y se configura como un desafío el control democrático de las políticas energéticas. Pero la pandemia nos presenta también otras oportunidades, entre ellas, y a partir de la crisis del modelo de producción globalizado, se encuentra la de rediscutir los circuitos de producción. Localizar la producción, en particular la de alimentos, desglobalizar las cadenas productivas, fortalecer la idea del vivir con lo nuestro ahora en un contexto latinoamericano se presentan como oportunidades a aprovechar. En un contexto de restricciones a la participación ciudadana por las medidas de aislamiento social resulta relevante prestar atención al fortalecimiento de procesos y mecanismos que apunten a la democratización del sector. Por Pablo BERTINAT y Jorge CHEMES
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El microplástico en el Océano Atlántico ería suficiente para cargar completamente casi 1.000 buques portacontenedores. Y eso sin contar las microfibras.
Los científicos calculan que algo así como el 99 por ciento del plástico que debería estar en el medio ambiente está desaparecido, es decir, dado lo que sabemos sobre las tasas de contaminación, su presencia debería ser más evidente. Pero en cambio, toda esa basura parece desaparecer cuando llega a los océanos. Así que en los últimos años, los investigadores han estado reuniendo al menos parte de la respuesta a este misterio: La basura no se está desvaneciendo, simplemente se está moliendo y dispersando en el mar. Los macroplásticos como bolsas y botellas se están rompiendo en microplásticos (definidos como trozos de menos de 5 milímetros de largo) que se arremolinan en la columna de agua y se hunden en el fondo del mar. Escribiendo en la revista Nature Communications, los científicos del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido dicen que pueden dar cuenta de ese plástico faltante, y en el proceso revelan la asombrosa escala del problema de la
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contaminación por microplásticos. Muestreando 12 sitios en el medio del Atlántico entre el Reino Unido y las Islas Malvinas, calculan que entre 12 y 21 millones de toneladas métricas de microplástico se encuentran en sólo los 200 metros superiores de ese océano. Tal cantidad de plástico - 21 millones de toneladas - sería suficiente para cargar completamente casi 1.000 buques portacontenedores. En un solo metro cúbico de agua de mar, encontraron hasta 7.000 partículas de plástico. Y estaban buscando en una pequeña fracción de un océano que puede tener más de 5 millas de profundidad sólo los tres tipos más comunes de plástico: polietileno, polipropileno y poliestireno. Eso significa que el recuento total de microplásticos en el Atlántico es probablemente mucho más alto. “Este es uno de los mensajes del documento, porque sólo miramos tres polímeros dentro de un rango de tamaño muy limitado, y dentro de sólo el 6 por ciento del Océano Atlántico”, dice Katsiaryna Pabortsava, oceanógrafa del Centro Nacional de Oceanografía y coautora del documento. Extrapolando estos recuentos de microplásticos, se empieza a construir una imagen de un océano positivamente corrompido con partí-
culas sintéticas. Esta investigación es parte de un esfuerzo mayor entre los científicos ambientales para esbozar el “ciclo microplástico”, o cómo las diminutas partículas se mueven entre la tierra y el mar y el aire. Hasta ahora, los resultados han sido preocupantes, por no decir más. Mientras que los científicos solían pensar que los microplásticos permanecían en el océano, que actúa como una especie de sumidero, recientemente mostraron que el agua de mar hace eructar partículas que luego soplan a la tierra, y probablemente a nuestros pulmones. El viento también está arrastrando las ciudades y llevando los microplásticos a la atmósfera. Entonces las partículas pueden caer como lluvia plástica en áreas protegidas a favor del viento. En los océanos, la gran pregunta es cómo los procesos naturales del agua están moviendo los microplásticos alrededor del mundo, así como arriba y abajo de la columna de agua. A principios de este año, los investigadores mostraron cómo las corrientes marinas profundas transportan las partículas y las escupen sobre el lecho marino, contaminando los ecosistemas. El año pasado, otro grupo de científicos descubrió que
La Tierra perdió 28 billones de toneladas de hielo en menos de 30 años
ara poner esto en contexto, cada centímetro de aumento del nivel del mar significa que alrededor de un millón de personas se verán desplazadas” Un total de 28 billones de toneladas de hielo han desaparecido de la superficie de la Tierra desde 1994. Esta es una conclusión sorprendente de los científicos del Reino Unido que han analizado los estudios por satélite de los polos, las montañas y los glaciares del planeta para medir cuánta cobertura de hielo se ha perdido a causa del calentamiento global desencadenado por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Los científicos -con sede en las universidades de Leeds y Edimburgo y en el University College London- describen el nivel de pérdida de hielo como “asombroso” y advierten que su análisis indica que el aumento del nivel del mar, desencadenado por el derretimiento de los glaciares y las capas de hielo, podría llegar a un metro a finales de siglo. “Para poner esto en contexto, cada centímetro de aumento del nivel del mar significa que alrededor de un millón de personas se verán desplazadas de sus tierras bajas”, dijo el profesor Andy Shepherd, director del Centro de Observación y Modelización Polar de la Universidad de Leeds. Los científicos también advierten que el derretimiento del hielo en estas cantidades está reduciendo seriamente la capacidad
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del planeta para reflejar la radiación solar hacia el espacio. El hielo blanco está desapareciendo y el mar oscuro o el suelo expuesto debajo de él está absorbiendo cada vez más calor, aumentando aún más el calentamiento del planeta. Además, el agua dulce fría que se derrama de los glaciares y las capas de hielo que se están derritiendo está causando grandes trastornos en la salud biológica de las aguas del Ártico y el Antártico, mientras que la pérdida de glaciares en las cadenas montañosas amenaza con acabar con las fuentes de agua dulce de las que dependen las comunidades locales. “En el pasado, los investigadores han estudiado zonas individuales -como la Antártida o Groenlandia- donde el hielo se está derritiendo. Pero esta es la primera vez que alguien ha mirado todo el hielo que está desapareciendo de todo el planeta”, dijo Shepherd. “Lo que hemos encontrado nos ha dejado atónitos”. El nivel de pérdida de hielo revelado por el grupo coincide con las predicciones del peor de los escenarios esbozados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), añadió. El grupo estudió estudios satelitales de glaciares en América del Sur, Asia, el Canadá y otras regiones; hielos marinos en el Ártico y la Antártida; capas de hielo que cubren el suelo en la Antártida y Groenlandia; y plataformas de hielo que sobresalen del
continente antártico hacia el mar. El estudio abarcó los años 1994 a 2017. La conclusión de los investigadores es que todas las regiones han sufrido reducciones devastadoras de la cubierta de hielo en los últimos tres decenios y estas pérdidas continúan. “Para poner en contexto las pérdidas que ya hemos experimentado, 28 billones de toneladas de hielo cubrirían toda la superficie del Reino Unido con una capa de agua congelada de 100 metros de espesor”, añadió el miembro del grupo Tom Slater de la Universidad de Leeds. “Es simplemente alucinante”. En cuanto a la causa de estas asombrosas pérdidas, el grupo es inflexible: “No hay duda de que la gran mayoría de la pérdida de hielo de la Tierra es una consecuencia directa del calentamiento climático”, afirman en su artículo de revisión, que se publica en la revista online Cryosphere Discussions. “En promedio, la temperatura de la superficie del planeta ha aumentado en 0,85C desde 1880, y esta señal ha sido amplificada en las regiones polares”, afirman. Tanto las temperaturas marinas como las atmosféricas han aumentado como resultado y el doble golpe resultante ha desencadenado las catastróficas pérdidas de hielo descubiertas por el grupo. En el caso de la capa de hielo que se derrite en la Antártida, el aumento de la temperatura del mar ha sido el principal impulsor, mientras que el aumento de
las temperaturas atmosféricas ha sido la causa de la pérdida de hielo de los glaciares interiores como los del Himalaya. En Groenlandia, la pérdida de hielo se ha desencadenado por una combinación de aumento de las temperaturas marinas y atmosféricas. El equipo subrayó que no todo el hielo que se perdió durante ese período habría contribuido al aumento del nivel del mar. “Un total del 54% del hielo perdido era de hielo marino y de plataformas de hielo”, dijo la investigadora de la Universidad de Leeds, Isobel Lawrence. “Estos flotan en el agua y su derretimiento no habría contribuido al aumento del nivel del mar. El otro 46% del agua derretida provenía de glaciares y capas de hielo en el suelo, y habrían contribuido al aumento del nivel del mar”. Los resultados del grupo se publicaron 30 años después de la publicación del primer informe de evaluación del IPCC, a finales de agosto de 1990. En él se esbozaba, en términos contundentes, que el calentamiento global era real y que se estaba desencadenando por las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la quema de combustibles fósiles. A pesar de las advertencias de los científicos, estas emisiones han continuado aumentando a medida que las temperaturas mundiales siguen subiendo. Según las cifras publicadas por la Oficina Meteorológica la semana pasada, hubo un aumento
de 0,14°C en las temperaturas globales entre la década de 1980-89 y la década de 19901999, y luego un aumento de 0,2°C entre cada una de las décadas siguientes. Se espera que esta tasa de aumento aumente, posiblemente hasta alrededor de 0,3°C por década, a medida que las emisiones de carbono continúen su trayectoria ascendente. Esto coincide con un estudio reciente de las Universidades de Bergen y Oslo, el Instituto Metrológico Danés y la Universidad Nacional Australiana, que comparó los cambios de temperatura actuales en el Ártico con las fluctuaciones climáticas que conocemos, por ejemplo, de Groenlandia durante la edad de hielo, entre 120.000 y 11.000 años atrás. Hasta ahora, los modelos climáticos predecían que las temperaturas del Ártico aumentarían lentamente y de forma estable. Sin embargo, el análisis de los investigadores demuestra que estos cambios están avanzando a un ritmo mucho más rápido de lo esperado. “Hemos observado los modelos climáticos analizados y evaluados por el IPCC- Panel Climático de la ONU. Sólo en los modelos basados en el peor de los casos (worst case scenarios) , con las mayores emisiones de dióxido de carbono, se acercan a lo que muestran nuestras mediciones de temperatura en los últimos 40 años, desde 1979 hasta hoy”, dice Jens Hesselbjerg Christensen.
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podría pesar 21 millones de toneladas los peces bebé están confundiendo los microplásticos por comida. La cadena alimenticia podría actuar como una especie de transporte ecológico de las partículas: Los peces más grandes se comen a los peces bebés, y los peces más grandes se comen a los depredadores, y así sucesivamente. Si los microplásticos se bioacumulan en los mariscos que comemos, eso podría ser una preocupación para la salud humana; de hecho, los científicos han encontrado que las especies comúnmente consumidas como las ostras y las sardinas están cargadas de plástico. Esta nueva investigación concluye que los 200 metros superiores del Océano Atlántico están positivamente llenos de microplásticos, con serias implicaciones para el resto de la columna de agua. Por ejemplo, se sabe que las partículas de microplástico acumulan una biopelícula de materia orgánica mientras flotan, lo que podría hacerlas caer hasta el fondo del mar. Esto significa que los plásticos no permanecen en la parte superior del océano, sino que tienen la posibilidad de llover en los ecosistemas oceánicos a todas las profundidades. “Otro mecanismo es que las partículas de plástico pueden confundirse con alimentos, y los organismos que se encuentran
en el fondo de la cadena alimentaria los consumirán”, dice Pabortsava. “A medida que excretan el material, esa materia fecal es muy densa y se hunde, llevando los plásticos a todas las profundidades.” Pabortsava cree que una de las razones por las que los millones de toneladas métricas de bolsas y botellas de plástico que la humanidad descarga en el mar cada año parecen desaparecer se debe en parte a las técnicas de muestreo. Pabortsava filtró hasta una resolución de 25 micrómetros (25 millonésimas de metro). Pero debido a que este campo de investigación es tan nuevo, no existe una técnica estandarizada tanto para la finura de los filtros utilizados para recoger las partículas, como para los métodos de conteo en el laboratorio. Así que un grupo de investigadores podría estar contando partículas más pequeñas que otro, dándoles diferentes cuantificaciones de microplásticos en una determinada parte del mar. “La razón por la que no hemos podido contabilizar anteriormente alrededor del 99 por ciento de lo que hemos estado poniendo”, dice Pabortsava, “es porque no hemos estado recogiendo el tamaño correcto de las partículas en la superficie
del océano, o porque en realidad se fragmenta y es transportado por debajo de la superficie como resultado”. Al aumentar sus conteos de microplásticos en esa docena de sitios de muestra, Pabortsava dice que pueden dar cuenta de todo ese plástico faltante, e incluso revisar esa cifra al alza. “Nuestros pequeños microplásticos, con sólo esos tres tipos de polímeros, pueden equilibrar los insumos de los últimos 65 años e incluso superarlos”, agrega Pabortsava. Es decir, Pabortsava dice que podría haber fluido más plástico en el medio ambiente de lo que los científicos creían anteriormente. Los hallazgos se publican en la revista Nature Communications. Los investigadores usaron un dispositivo para tamizar el agua del océano en busca de los más pequeños fragmentos de plástico que pudieran recoger La Dra. Katsia Pabortsava, del Centro Nacional de Oceanografía, que dirigió el estudio, dijo que midiendo la masa de partículas plásticas muy pequeñas en el 5% superior del océano, ella y sus colegas pudieron estimar “la carga de plástico en todo el Atlántico” que es “mucho mayor” que la cifra anterior.
Aves de nuestro Territorio RECORRIENDO Y CONOCIENDO NUESTRO TERRITORIO Y SUS AVES
A través de las fotos de Mariano Costa, fotógrafo naturalista, podemos identificar parte de la fauna de nuestra región. Mariano lleva adelante el proyecto colectivo llamado Free Birds, una herramienta en internet para conocer las aves de nuestra región con fotografías que detallan las características principales de las especies y que componen cada una, una obra de arte fotográfico. Es de nuestro interés, además, que los lectores que no tienen acceso a internet puedan disfrutar de estas vistas y reconocer a algunas aves amigas que comparten nuestro vecindario través de la publicación en papel de este suplemento que comenzó en el año 1997. Hoy vemos al Flamenco. Cerca de Bariloche podemos encontrarlo con frecuencia en la laguna Los Juncos, a pocos kilómetros en la ruta 23, frente a la estación Perito Moreno. Ficha Técnica NEGRO
rios, lagunas y lagos salobres hasta los 4.500 m.s.n.m. Este hábitat de reproducción se caracteriza por la presencia de una salinidad determinada, condición que no se da todos los años. Durante las migraciones y movimientos estacionales suele utilizar espejos de agua dulce. Alimentación: Microorganismos que toma del barro y filtra con su pico.
Hábitat: Lagunas salobres, estuarios, lagunas de agua dulce.
Distribución: Por todo el país, excepto Misiones.
Flamenco Austral Austral Flamingo (Phoenicopterus chilensis) Molina 1782 Phoenicopteridae Flamingos Flamencos Otros nombres: Chilean Fla-
mingo Mide unos 100 cm. (Estirado) a 70 cm. (Postura normal). Sexos iguales. Ecología: Migratorio. Las áreas reproductivas son algunas costas de mar, estua-
Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia, Chile, hasta Perú. Se calcula su población total en unos 200.000 ejemplares; unos 100.000 para Argentina, no más de 30.000 para Chile y algunas decenas de miles para Bolivia y Perú (*). Paraguay, Uruguay y Brasil no
cuentan con poblaciones significativas. Algunos pocos llegan a Ecuador por el norte y ejemplares errantes llegan a Malvinas por el sur. Status de conservación: Lista Roja UICN: NT (Casi amenazada) C.I.T.E.S. II Su estatus de conservación es delicado. Se cree que las poblaciones están en retroceso numérico debido a varios factores: La recolección de huevos en algunos de sus sitios de cría. La degradación de su hábitat también es un factor determinante para su disminución poblacional. La colonia de Mar Chiquita, una de las áreas de reproducción más importantes, está amenazada por la extracción de agua para riego por parte de los agricultores. La minería ha causado la degradación de su hábitat en muchos sitios. La caza directa y la alteración provocada por el turismo también son factores a considerar.
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Cómo enamorar a niños y niñas por la agricultura urbana
Desde que inició el confinamiento en Colombia por motivo del coronavirus, nos han llegado a 3Colibrís numerosos mensajes de nuestra comunidad de lectores solicitando que dediquemos columnas a la agricultura urbana. Este tema ha experimentado un creciente interés a nivel mundial, por su significativo potencial de fortalecer la soberanía alimentaria de los comensales urbanos y reducir la existencia de desiertos alimentarios en las ciudades. Recientemente nuestra comunidad de lectores nos ha pedido en nuestras redes sociales consejos sobre cómo motivar a los más pequeños de la casa a convertirse en agricultores urbanos. Es por esto, que para nuestra columna de esta semana entrevistamos a agricultores que tienen experiencia promoviendo la agricultura urbana y periurbana con niños y niñas, ellos son: Daniell Roldán de Echar Semilla y Omar de EcoHuerta La Caleruna, estos dos jóvenes agricultores bogotanos nos compartieron recomendaciones y estrategias para involucrar a niños y niñas en el cultivo de alimentos en casa de manera divertida y pedagógica.
Crear aulas pedagógicas vivas en casa
Daniell, es un joven ingeniero forestal que ha promovido la permacultura, la bioconstrucción y la agroecología en Cundinamarca y la amazonia colombiana. Daniell ha liderado actividades de formación de niños, niñas, jóvenes y adolescentes bogotanos en el desarrollo de huertas caseras y comunitarias en sus barrios. La puesta en marcha de huertas caseras es una actividad que puede vincular a la familia y fomentar el diálogo desconectándonos por un momento de las redes sociales y las tecnologías de la información de las que nos hemos hecho tan dependientes en estos últimos meses. Para Daniell, es fundamental activar los sentidos del olfato, el tacto y la vista con los niños y niñas, en las que los niños y niñas perciban las propiedades organolépticas de las plantas. Por medio de actividades cortas que logren despertar el interés y la curiosidad de los niños, cuya duración debe ser de aproximadamente entre 20 y 45 minutos por jornada, pues los niños y niñas se distraen con facilidad. El cultivo de plantas aromáticas y la creación de jardines sensoriales, son para Daniell las mejores estrategias
para comenzar a involucrar a los más pequeños en la agricultura, mediante juegos en los que se identifiquen las plantas según su aroma, pues estas plantas, como su nombre lo indica, liberan olor con el tacto, no es necesario que los niños y niñas arranquen las plantas, tan solo con el tacto se desprende el aroma, así aprenden también a cuidar las plantas, indica Daniell. La elaboración de bombas de semilla en las huertas es una actividad que los niños y niñas pueden liderar, resultando muy divertida. Las bombas de semillas son una técnica desarrollada para reforestación y siembra de alimentos, en cada bola suele haber una mezcla de diferentes semillas, materia orgánica y abono, están son arrojadas en el jardín o en las materas. El registro compartido del crecimiento de las plantas en una bitácora, en la que se lleva seguimiento permanente del crecimiento de las plantas, es otra actividad con la cuál los menores pueden aprender sobre el maravilloso proceso que existe detrás de cada alimento que comemos a diario. Daniell recomienda hacer este ejercicio con cultivos como fríjol y habas que pueden tomar menos tiempo que otros cultivos como el aguacate que tardan más meses en dar cosecha. Las actividades que los niños pueden desarrollar en la huerta varían según su edad, los más grandes pueden participar en el riego de la huerta, los niños pueden participar en la huerta desde los 3 años. Sin embargo, indistintamente de la edad, Daniell recomienda convertir la huerta en un aula pedagógica
viva, un espacio destinado a la creatividad, la experimentación y la colaboración. De esta manera los niños y niñas se convierten en expedicionarios botánicos que exploran toda la vida que existe en la huerta, encontrando microorganismos, polinizadores, semillas, frutos creciendo, entre otros. En cuanto al diseño del aula pedagógica viva Daniell recomienda cocrear un espacio sencillo y agradable para los niños, de fácil acceso para los niños y niñas, evitando cientificismos, en lugar de eso alentar la curiosidad en los niños y niñas. Los niños se apasionan con facilidad con los entornos y los espacios en los que hay amor y se pueden expresar, esa debe ser una prioridad, más que la apropiación de los conceptos técnicos de la agricultura, que pueden ir adquiriendo con el tiempo.
“Si queremos que la agricultura urbana sea una actividad familiar tenemos que involucrar a los más chicos de la casa”
Por su parte, Omar nos cuenta que desde la experiencia de la EcoHuerta La Caleruna la vinculación de niños y niñas en la agricultura ha sido un proceso espontáneo. “Creamos La EcoHuerta La Caleruna como un lugar para permitir que las familias alquilaran un espacio y produjeran sus propios alimentos. En el camino nos dimos cuenta de que los niños eran el público más sensible dado que han tenido pocas oportunidades de acercarse al campo” cuenta Omar.
Inicialmente los niños y niñas se muestran temerosos e intimidados por encontrarse con una huerta, pero, una vez que logran vencer su miedo se convierten en el público más comprometido y agradecido, así sabemos que cada semilla que se siembra con ellos es un fruto para el futuro, nos dice Omar. Sobre los aprendizajes que EcoHuerta La Caleruna ha tenido al experimentar en la agricultura con niños y niñas, afirma Omar que como adultos tenemos la obligación de propiciar espacios para que los niños se introduzcan en este maravilloso mundo. Los adultos deben asumir un rol creativo y de apertura, “ensuciarse y mojarse es parte del relacionamiento y los ayuda mucho a generar habilidades” comenta Omar. La coherencia y el ejemplo son fundamentales a la hora de motivar a los más pequeños, como padres o adultos responsables nos corresponde involucrarnos en la huerta. La práctica es la mejor manera, más que buscar videos o lecturas, Omar recomienda llevar a los niños al campo y experimentar en la huerta, no tiene que ser un espacio enorme y complicado, se puede comenzar por cuidar una sola hortaliza, cuidarla, cosecharla y comerla en familia permitirá que el aprendizaje sea integral.
Lo que se aprende con amor nunca se olvida
Un elemento común en la conversación con Omar y Daniell ha sido la cocreación de un espacio para la experimentación y el compartir en familia, cuando incluimos a los niños y niñas en las huertas dejamos de enfocarnos en la productividad del cultivo, para construir un espacio de aprendizaje por medio del ensayo y error. Experiencias como La Finca del Medio, Cuba y Gualca en Nicaragua, en las que niños y niñas participan activamente en las actividades de la finca y se convierten desde pequeños en creadores de vida y que se convierten en guardianes de esperanza, nos recuerdan que lo que se aprende con amor difícilmente se olvida. La agricultura urbana en familia es tan valiosa para los niños y niñas, como para nosotros los adultos que cada vez le tenemos más terror al descontrol y al fracaso, así aprendemos a desaprender, porque la agricultura como en la vida no existen los errores, sino oportunidades. Fuente: 3 Colibris