Lectiva Nro. 31

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Medellín • No. 31 Diciembre de 2021

Dossier: Pandemia. Educar en la incertidumbre



Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia Medellín • No. 31 • Diciembre de 2021


No. 31 • Diciembre de 2021 Medellín, Colombia

ASOCIACIÓN DE PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA ISSN: 0123-3386

Comité Editorial Carlos Arturo Soto Lombana María Esperanza López Gómez Jorge Eduardo Suárez Gómez Sara Castro Gutiérrez Portada Fotografía tomada por Hugo Alexander Villegas IG: @hvillegas7 Diagramación y Diseño Mery Murillo Á. Todográficas Ltda. Composición de textos, preprensa digital e impresión Todográficas Ltda. Todograficas92@gmail.com ASOPRUDEA Bloque 22, oficina 107 Ciudad Universitaria Teléfonos 2195360 y 2636106


JUNTA DIRECTIVA 2020 – 2021 ASOCIACIÓN DE PROFESORES Presidente Juan Esteban Pérez Montes Facultad de Ciencias Agrarias Vicepresidente Jorge Eduardo Suárez Gómez Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Secretaria María Esperanza López Gómez Facultad de Ingeniería Tesorero Walter Alonso Santos Abello Facultad de Ciencias Exactas Vocales María Angélica Arzuaga Salazar Facultad de Enfermería Rafael Darío Aguilar Aguilar Instituto Universitario de Educación Física José Joaquín García García Facultad de Educación Héctor Iván García García Facultad de Medicina Mónica Consuelo Zuleta Salas Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Lucía Stella Tamayo Acevedo Escuela de Microbiología Diego Alejandro Gaitán Charry Facultad de Nutrición y Dietética Nelson Orozco Alzate Facultad de Ingeniería Olga Lucía Restrepo Espinosa Facultad de Medicina Carlos Alberto Duque Echeverri Facultad de Ciencias Exactas y Naturales


CONTENIDO Editorial Editorial Jorge Eduardo Suárez Gómez....................................................................... 9

DOCUMENTAL Dossier: Pandemia. Educar en la incertidumbre Educar en la incertidumbre Carlos Arturo Soto Lombana ..................................................................... 11 Las instituciones educativas y su función de guardería Marlon Yezid Cortés Palomino..................................................................... 13 Nostalgia de Escuela Gabriel Jaime Murillo Arango...................................................................... 15 Pensamiento crítico y educación virtual: un contrasentido María Nelsy Rodríguez Lozano.................................................................... 17 Educar para la incertidumbre: Política, modos de vida y pedagogía a partir de la crisis del Covid-19 Jaime Alberto Saldarriaga Vélez.................................................................. 19 La construcción de experiencia: una forma de dignificar la condición humana en medio de las crisis María Eugenia Villa................................................................................... 25

MEMORIAL Gratitud eterna a nuestro fundador y perenne presidente de la Asociación de Profesores: ¡el maestro y dirigente ejemplar con una propuesta para candidatizarlo al premio nobel póstumo de la paz! Junta Directiva Asoprudea......................................................................... 27


COYUNTURAL Denuncia pública y abierta con solicitud de intervención ante las organizaciones internacionales Comunicado de la Asamblea general de profesores de la Universidad de Antioquia .................................................................. 33 La indignación es la respuesta natural de los seres humanos ante la violencia que genera un gobierno indolente Manuel Salvador Rivera Agudelo ................................................................ 35 Las grafías callejeras del paro nacional Natalia Piedrahita Tamayo- UdeA Noticias.................................................... 41 Profesores de cátedra y modelo de universidad Nelson Vanegas Arbeláez, ......................................................................... 47 ¿Y el bloqueo de 211 años? y frente a los vándalos ¿Qué decir de los “romanos”? Mario Yepes Londoño................................................................................ 51

PUNTUAL Carta abierta para los estudiantes de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia.....................................................................53 ¿Qué he aprendido en mis últimos 365 días? Sara Yaneth Fernández Moreno.................................................................. 55 Toma, campamento, resguardo, ocupación, dominio Fabio Humberto Giraldo Jiménez................................................................. 57 ¿Quiénes son pues nuestros estudiantes? Juan Guillermo Gómez.............................................................................. 59 Tres palabras sobre la medalla Caldas Juan Guillermo Gómez ............................................................................. 63 La polémica por volver a la presencialidad Pablo Montoya ........................................................................................ 65 ¡Es hora de volver a la U! Jairo Humberto Restrepo Zea .................................................................... 67 ¿Y la educación pública qué onda? Jorge Eduardo Suárez............................................................................... 71 Acciones a cubrir y discutir en el año 2022 en la Universidad Nelson Orozco Alzate................................................................................ 73


Editorial


EDITORIAL Jorge Eduardo Suárez Gómez∗

El 2021 fue un año de crisis global por el Covid 19, un virus cuya expansión ocupó los primeros lugares de las preocupaciones públicas por segundo año consecutivo. Si el 2020 fue de perplejidad colectiva frente a un fenómeno desconocido y por momentos sin control, el 2021 fue de “cruzada” para inocular a la población mundial con la recién creada vacuna, evidenciando las asimetrías características del escenario internacional y ciertas excentricidades culturales contemporáneas que circulan por las redes sociales como las tesis “antivacunas”. El vocabulario especializado de la salud pública se hizo cotidiano (¿doxa?) y en los escenarios públicos se debatió el desenvolvimiento del virus y sus consecuencias en la vida social, siendo la educación (superior) uno de los tópicos más debatidos en la medida en que las Instituciones se vieron abocadas a grandes transformaciones, siendo la virtualización la más sobresaliente. Esto no hizo, sin embargo, que las dinámicas nacionales cedieran completamente a los imperativos de la salud pública

global. Cada sociedad interpretó la lucha contra el Covid de acuerdo a ciertos filtros nacionales. Las pujas políticas y económicas internas continuaron con el Covid como uno de sus ejes. Colombia no fue la excepción y para solo poner un ejemplo, la confrontación política que venía desarrollándose desde 2018 estalló en abril de 2021 con el “Paro Nacional”, que durante casi cuatro meses dominó la agenda nacional en la medida en que adquirió dimensiones excepcionales en la historia reciente. Las universidades de Colombia en general y la de Antioquia en particular, participaron de esta coyuntura global/nacional. Sus profesores hicieron parte de la discusión académica y social sobre el Covid 19 y sus consecuencias en el ámbito socioeducativo. También analizaron las dinámicas políticas que en el 2021 fueron especialmente intensas desde el 28 de abril. Una muestra de esta multiplicidad de voces de los docentes de la UdeA en el año que acaba de terminar, es que el que pretende rescatar el # 31 de la Revista Lectiva de la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia.

* Profesor Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de Antioquia. Vicepresidente de Asoprudea, periodo 2020-2021.

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Documental


EDUCAR EN LA INCERTIDUMBRE Carlos Arturo Soto Lombana*

La palabra incertidumbre se suele asociar con términos como inseguridad, duda, falta de conocimiento o de información. No obstante, la misma palabra es portadora de otros significados cuando se utiliza en el contexto de la física contemporánea. El principio de incertidumbre (también denominado principio de indeterminación) que se deriva del desarrollo de la física contemporánea cobra hoy un significado especial en el contexto de la crisis sanitaria del Covid-19. Una expresión metafórica para relacionar la teoría cuántica con el momento actual podría ser la siguiente: “en la vida, como en el mundo de las partículas subatómicas, no podemos estar seguros de nada”. La teoría cuántica no sólo cambió nuestra percepción sobre el mundo, sino que además cuestionó el rol pasivo que tienen los seres humanos ante los acontecimientos de la naturaleza. No somos simples espectadores, también tenemos la potestad de intervenir para cambiar los destinos de los acontecimientos. Atendiendo a las anteriores consideraciones, en el período comprendido entre abril y agosto del año 2020, se invitó a profesores y estudiantes de la Facultad de Educación, así como a profesores de otras universidades nacionales y extranjeras, para que escribieran textos cortos, a manera de columnas de opinión, con reflexiones sobre lo que significó el confinamiento estricto decretado por los distintos gobiernos nacionales y su impacto en la educación.

Los textos producidos en el intervalo señalado se recogen en el Boletín Educar en la Incertidumbre que quedó alojado en el portal de la Facultad de Educación (https://bit.ly/3nynQns). El Comité Editorial de la Revista Lectiva consideró importante recoger algunos de estos textos, escritos por profesores de la Institución, con el propósito de amplificar su radio de influencia y como una manera de dejar testimonio sobre algunas reflexiones sobre la educación suscitadas en un contexto de pandemia. Son cinco los textos seleccionados que abordan diferentes temas sobre la educación en tiempos de pandemia. El profesor Marlon Cortés rescata la función de guardería que tienen los centros educativos como el preescolar y la escuela; con el confinamiento esta función de guardería, que permitía separar por un corto tiempo a los niños y niñas de sus padres o cuidadores se perdió, con lo que las posibilidades de socialización de los pequeños con sus pares y otros adultos se anuló y en muchos casos la relación de estos niños y niñas con sus padres se complejizó. El profesor Gabriel Murillo nos recuerda la crítica que desde el mundo académico y de las ideologías, se ha dado sobre la institución escolar; no obstante, precisa el profesor, en tiempos de pandemia, ante la imposibilidad de que los niños y las niñas acudan a las aulas, se despierta cierta nostalgia por la Escuela. En esta vuelta a la institución escolar, emerge la figura

* Profesor Facultad de Educación, Universidad de Antioquia.

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del maestro como posibilidad de encauzar procesos de socialización y subjetivación. La profesora María Nelsy Rodríguez relata su desencanto con lo que llama la educación virtual (aunque el término más apropiado es presencialidad con acceso remoto), al corroborar que es masiva, no permiten la interacción entre estudiantes y profesor, y es claramente inequitativa en la medida que no está al alcance de las posibilidades de las personas. El profesor Jaime Saldarriaga, inspirado en pensadores como Prigogine y Bauman, hace una reflexión sobre los conceptos de certidumbre/incertidumbre y cómo la pandemia ha logrado tocar las políticas públicas y los modos de vida de las personas. Plantea que el concepto de educación en emergencias ha puesto en evidencia el valor de las pedagogías y la reflexión crítica desde las ciencias sociales y humanas.

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Finalmente, la profesora María Eugenia Villa nos recuerda el contexto en que se configura la crisis, que tiene relación con las políticas que han acrecentado las desigualdades y una visión neoliberal con la que los sistemas de salud se han manejado. Para hacer frente a la crisis, la reflexión debe pasar por una reivindicación al derecho, a la salud desde el ejercicio de la condición ciudadana. Con toda seguridad, la manera en que nuestro país afronte la salida de la crisis sanitaria, dependerá las posibilidades de Colombia para construir una sociedad más plural, democrática, pujante y más educada. Las reflexiones planteadas por los colegas representan testimonios que podemos guardar en la memoria sobre un acontecimiento que nos cambió la forma de ver la educación y sobre cómo reaccionamos en tiempos de incertidumbre.

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LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS Y SU FUNCIÓN DE GUARDERÍA Marlon Yezid Cortés Palomino*

Muy fácilmente las personas que estamos en el ámbito educativo, hemos escuchado a una profesora de preescolar, corrigiendo a alguien que nombró como guardería a su preescolar. El corregido se disculpa, y dice: “Eh, perdón. Preescolar”. Esto sucede porque en la historia de la educación para los niños menores de 7 años, lo que tuvo más consistencia hasta hace muy poco, fueron precisamente las guarderías del ICBF o las de instituciones privadas. Solo hasta 1994, el preescolar se convirtió en un nivel obligatorio para el sistema educativo colombiano, con una planeación académica clara. El efecto de esto, fue ubicar a las guarderías en un cierto nivel inferior al de los preescolares que tenían una instrucción educativa clara. Bien. En todo caso, la escuela, en la mayoría de las apuestas didácticas actuales, ha implicado que el alumno salga de casa a la espacialidad escuela. Los padres de familia confiamos el cuidado de nuestros hijos a la institución educativa, además de que esperamos procesos formativos en la vía de lo académico. Es decir que sin importar si creemos que la labor de guardería sea de menor o mayor valor, la escuela también cuida unas horas a nuestros hijos. Los guarda, tal vez podríamos decir. De hecho, nos aseguramos los padres de familia que los niños no tengan posibilidad de salir de la institución; nos

aseguramos que estén bien guardados. En estos tiempos de cuarentena, queda evidenciado que la función de guardería que tienen la mayoría de las instituciones educativas (no solo preescolar) es mucho más importante que un simple asistencialismo, que, en el ámbito académico, pareciera ser un asunto de poco valor. En estos tiempos, los padres de familia (sobre todo en la educación primaria y preescolar) estamos mediando entre los niños y sus profesores; es decir, los profesores envían talleres y los padres de familia finalmente somos los que armamos la escena para que el niño realice la actividad propuesta. En tiempos de cuarentena, la función de guardería que tiene la escuela, desaparece. Y con dicha desaparición, llega la ola de situaciones curiosas, conflictivas y preocupantes, que suceden, por el exceso de cercanía entre los padres y sus hijos: el padre de familia que no tiene paciencia para enseñarle a su hijo las tablas de multiplicar, la abuela que no sabe qué hacer pues el nieto no se concentra en el computador mientras la profesora habla y silencia los micrófonos, la mamá cuyo nivel educativo es más bajo que el del niño mismo y por lo tanto no entiende lo que la profesora dice, etc. Y entonces en el chat de los padres de familia del colegio, aparece la queja imposible de manifestar

* Profesor Departamento de Pedagogía, Facultad de Educación, Universidad de Antioquia.

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Marlon Yezid Cortés Palomino

en la normalidad presencial del pasado: “Estoy cansado de tener que ser el profesor de mi hijo. Yo no tengo paciencia para eso. Si los niños no vuelven a clases, me volveré loco y traumatizaré a mi hijo obligándolo a que haga las tareas”. Y entonces con la queja, aparece de manera clara que esa función, para algunos invisible, es absolutamente importante. Pero, entonces, ¿en qué consiste dicha función de guardería? Consiste en separar, por unas horas al día, a los padres de los hijos; y esto, pone en operación otros asuntos fundamentales para la crianza y formación de los niños, tales como: 1.

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Los padres se ocupan de su posición de hombre o de mujer, en lo profesional o en lo amoroso. La separación ayuda para no ser padres 24/7; y esto, favorece la convivencia entre padres e hijos. Los niños socializan con otros adultos y por lo tanto entran en contacto con otros referentes de vida. Los niños socializan con sus pares, que es una dimensión privilegiada por la escuela en su formación como sujetos.

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Los niños habitan otro espacio alterno al hogar.

Si no sucede tal separación, lo que hemos visto en estos meses de confinamiento es una profundización de los conflictos entre padres e hijos, al punto de que ya en las noticias se habla de un aumento de lo que llaman “maltrato infantil”. Con el encierro, viene el efecto cárcel, que no es otra cosa sino lo insoportable que se convierte la convivencia cercana y permanente entre sujetos, pues dicha convivencia constante hace difícil sostener las herramientas que cada quien tiene para hacer un vínculo medianamente armonioso con los otros. Al parecer, en la dimensión amorosa, es necesario introducir algo de ausencia para que luego suceda un alegre reencuentro, que es lo que vivimos los padres de familia cuando nuestros hijos llegaban del colegio por las tardes, con sus rostros iluminados por la nueva aventura que tenían por contarnos, y que solo podía suceder en nuestra ausencia. Confieso que escribo este texto con algo de nostalgia por el colegio de mi hija y su función de guardármela por unas horas al día.

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NOSTALGIA DE ESCUELA Gabriel Jaime Murillo Arango*

Nunca está de más ir contra la corriente o proponer consideraciones intempestivas, cuando se trata de suspender la unánime opinión atrapada en la dicotomía del blanco y negro e incapaz de distinguir los matices grises que configuran la tela del mundo. Como decir, por ejemplo, ir a la escuela que es un acto de alienación o de sumisión a los intereses de las élites dominantes, mientras liberarse de ella es visto ya como un gesto de revolución social. Algunas melodías con estos timbres se han dejado escuchar en este tiempo de crisis, unas insuflando vida a La escuela ha muerto de Everett Reimer o a la más atractiva La sociedad desescolarizada de Iván Illich, no sin dejar escapar cierto desentono emanado del desequilibrio de circunstancias y horizontes. Cierto es que desde que la escuela existe, esta no ha dejado de ser blanco favorito de todas las ideologías y aun de todos los programas de investigación más serios que denuncian su agotamiento histórico, su función de “caja negra” dentro de una estructura incólume, su potencia devoradora de creación, su anulación de voluntades e identidades. Una fuente excepcional de crítica, naturalmente, se encuentra en la literatura de todos los tiempos. Son innumerables los títulos en los que se denigra, se mofa, se destruye, la razón de ser de la escuela.

Entre los más recientes, se hizo muy popular Mal de escuela de Daniel Pennac, y un poco menos Cineclub de David Gilmour. Recuerdo este último ahora, a medias entre la seriedad y la broma como un sucedáneo en tiempos actuales, cuando niños y jóvenes están hasta el hartazgo con las guías de aprendizaje y los talleres a control remoto. Un padre recién divorciado y su hijo desertor del colegio y embalado con las drogas, convienen en abandonar el colegio, mantenido con todos los gastos pagos, sin drogas ni alcohol, a cambio de ver tres películas por semana. El programa dura tres años, y es un verdadero recorrido por la historia del cine, sus narrativas, sus relaciones con otras artes y saberes. Ajá!, una verdadera escuela de cine, y de todo. Desde luego, no es el caso borrar de un plumazo las contribuciones de teorías, tales como el marxismo o la sociología crítica, que hicieron posible de algún modo abrir los ojos ante las ilusiones de la meritocracia liberal progresista. Pero no se trata más de permanecer anclados en las posiciones heredadas o en los roles y funciones que nos tocó en suerte o en desgracia, como si la vida misma no se definiera precisamente por el incesante intercambio de experiencias que inciden en el juego cambiante de relaciones de

* Profesor Departamento de Pedagogia, Facultad de Educación, Universidad de Antioquia.

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Gabriel Jaime Murillo Arango

fuerzas en la sociedad. Los actores sociales no son más fichas intercambiables movidas a discreción por poderes ocultos, sino que ellos conquistan experiencias en el transcurso de sus existencias mediante un trabajo sobre sí mismos, que pueden ser conformes o, más generalmente, disconformes con lo que la escuela hubiese querido hacer de ellos. Me hago estas reflexiones justo ahora en tiempos de incertidumbre, cuando el oficio de maestro se yergue por encima de los cantos de cisne de los pregoneros del automatismo en la educación y la vida cotidiana, el de aquel que hacer advenir un orden simbólico y formar sujetos capaces de inscribirse y actuar en ese orden, consciente de las implicaciones del trabajo sobre el otro y en los procesos de socialización y subjetivación. En tiempos de crisis que podrían significar no preci-

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samente una decadencia inevitable de las instituciones escolares, refrendo la tesis desafiante del sociólogo francés François Dubet: Ya no es cuestión de construir órdenes totales en los que cada individuo está ligado al gran todo, a órdenes heroicos en los que la libertad de unos se paga con la sumisión de la gran mayoría, sino órdenes más limitados, más autónomos, más ajustados a la índole de los problemas tratados. En ese nivel intermedio deben reconstruirse las instituciones, cuando ya no pueden ser grandes orquestas, pues ya ningún dios escribe la partitura, ningún director es su intérprete. Y toca recabar las opiniones, sentimientos y percepciones de músicos y cantores, incluso de espectadores, en lugar de las de quienes jamás han pisado una sala de aula, para restituir las músicas del mundo de la educación.

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PENSAMIENTO CRÍTICO Y EDUCACIÓN VIRTUAL: UN CONTRASENTIDO María Nelsy Rodríguez Lozano*

El filósofo alemán Markus Gabriel, precursor de una novedosa corriente filosófica denominada “Nuevo realismo” nos alerta de dos grandes peligros para la humanidad: el neurocentrismo y la inteligencia artificial. La gran falacia que han promovido es hacernos creer que el pensamiento está en el cerebro, cuando pensar significa “pensar en contexto”, es decir, no podemos hablar de pensar y menos pensar críticamente aislados del contexto que habitamos. El término que acuña Markus Gabriel es el de “territorio del pensar” y es justo esta dificultad la que estamos vivenciando los profesores ante la obligatoriedad del teletrabajo y la educación virtual, y en particular, en los procesos de formación de maestros. Enseñar a aprender a pensar como un elemento sine qua non de la práctica reflexiva, implica en palabras de Giroux una relación no solo con el conocimiento, o mejor, con nuestro propio saber, sino también, una relación con los otros y con el contexto que habitamos. Mi experiencia con grupos de más de 40 estudiantes conectados a través de una plataforma X, es precisamente la no presencia, porque aunque “supuestamente” están, es imposible en un espacio de 2 horas (si tienes suerte que la conexión no se caiga) que todos participen o pregunten.

Un espacio de docencia directa virtual no ofrece las posibilidades de la presencialidad en cuanto a estrategias discursivas dialógicas-colaborativas y cooperativas, que implican también una corporeidad y una manera de ser y estar en el espacio y tiempo de la clase. Ante esta dificultad pensé que necesitaba autoformación, ver cómo lo hacen otros, así que decidí participar, en este tiempo de cuarentena, en varios cursos virtuales sobre cómo afrontar la educación virtual y, ¡vaya sorpresa!, ¡que decepción!, los cursos también son masivos, por lo que ingresas al espacio virtual con el micrófono apagado previamente por el administrador del curso, este solo está habilitado para los panelistas, el resto puede hacer preguntas por el chat, y si tienes suerte, leerán y responderán la tuya, pues siempre dicen lo mismo “lo sentimos, es imposible dar respuesta a todas las inquietudes, pero les mandamos las presentaciones”. En estos cursos no hay posibilidad para la conversación, ni para la interacción dialógica; es una educación sin contexto, por lo tanto, son cursos de información, más no, de formación, lo que hace una gran diferencia. Si esto es lo que se pretende que hagamos los profesores en las clases virtuales, pues estamos, evidentemente, ante un contrasentido.

* Profesora titular, Universidad Nacional de Educación del Ecuador (UNAE).

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María Nelsy Rodríguez Lozano

Además, es importante dimensionar críticamente las narrativas que justifican la educación virtual, porque está lejos de ser una solución democrática y equitativa para nuestros países latinoamericanos sumidos en la desigualdad y la injusticia social. Una problemática mayúscula que visibiliza esta pandemia es la vulneración de la educación como un derecho constitucional, precisamente, porque la educación virtual es el único medio que ahora tenemos para educar, pero al que no todas y todos tienen acceso. Problemática que se acentúa mucho más en las zonas rurales. Estamos lejos, entonces, de que la educación virtual se convierta en la educación del futuro, afortunadamente. La educación virtual, también, puede ser asumida como un instrumento más de inequidad, ante propuestas neoliberales de recorte docente, justificadas en eficientis-

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mos, que un solo profesor puede asumir virtualmente más cursos desde la comodidad de su casa; e incluso, propuestas de bajar los salarios a los docentes porque, supuestamente, se trabaja menos. A manera de conclusión, considero que en estos tiempos de aislamiento, con la única posibilidad de interacción virtual, el acento de nuestra labor y compromiso docente, debe estar en la construcción de confianza mutua entre y con nuestros estudiantes, y ser críticos frente a serias contradicciones entre fines y medios de la educación. No es gratuito que se introduzcan términos como <<docente digital>>, <<educación digital>>, <<prácticas pedagógicas digitales>>, <<sociedad digital>>, <<inteligencia digital>>, porque a través del discurso se crean realidades que pueden ser nefastas para la humanidad, tal y como lo alerta Markus Gabriel, y beneficiosas para el enfoque del transhumanismo que pretenden que las tecnologías remplacen la inteligencia humana.

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EDUCAR PARA LA INCERTIDUMBRE: POLÍTICA, MODOS DE VIDA Y PEDAGOGÍA A PARTIR DE LA CRISIS DEL COVID-19 Jaime Alberto Saldarriaga Vélez* Este texto propone tópicos iniciales de discusión en torno a las implicaciones que, para la educación y la pedagogía, los modos de vida, la política y las políticas públicas en general y especialmente las educativas, se han generado en torno a la crisis desatada por el Covid-19, en el contexto colombiano Los modos de vida y la cotidianidad de gran parte de la humanidad se han visto forzados a cambiar por fuerza de la contingencia del Covid-19. Hemos sido lanzados a lo no-previsto. Este acontecimiento hace que la sensación de seguridad que la ciencia moderna -especialmente la diseñada para controlar el presente y prever el futuro-, proporcionaba tanto a la política y a la economía (“la evidencia clara de que la mano invisible del mercado, más invisible que nunca, se ha demostrado incapaz de sostener la vida”, Manrique, 2020, p. 151), así como a la vida cotidiana. En este sentido esta concepción de ciencia entra en un amplio paréntesis, entre la desconfianza y la esperanza. ¿Puede creerse hoy en la ciencia concebida como garantía de la previsión y el control del presente y el futuro? ¿Y si no creemos en ella, que se nos espera de la economía, de la política como dispositivo de gobierno, y de la vida cotidiana? El investigador chileno Alejandro Ramírez, en la presentación a la 5ª edición castellana del ya clásico texto de

Ilya Prigogine, El fin de la certidumbre, escribe: Prigogine, basado en sus investigaciones sobre estructuras químicas, propone una racionalidad en que lo básico ahora es lo complejo, lo inesperado y difícil de predecir. La situación se ha invertido: lo estable y lo invariable son la excepción, el verdadero componente de la naturaleza de las cosas es su variación constante, la aparición de órdenes a partir de situaciones caóticas, lo complejo. (Ramírez, 1997, pág. 169)

Este escenario, comporta cada vez más preguntas para la educación y la pedagogía. Una de ellas, y a propósito del paréntesis que hoy se abre en nuestra relación con las ciencias, a propósito de las concepciones de conocimiento y de ciencia que ha agenciado la escuela moderna colombiana, no solo en los currículos de las ciencias naturales y exactas sino también sobre los procesos educativos en general: la formación del sujeto cartesiano, de ideas claras y distintas. Educados en la verdad y en la fe en las ciencias, este paréntesis abre la oportunidad para configurar una formación en la incertidumbre, en medio de la tensión certidumbre / incertidumbre. Quizás, más que responder a la pregunta, ¿qué significa educar en tiempos de incertidumbre, el reto sea ¿cómo educar para la incertidumbre? Esta apuesta puede aparecer absurda cuando

* Profesor Departamento de Pedagogía, Facultad de Educación, Universidad de Antioquia.

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Jaime Alberto Saldarriaga Vélez

hoy, un amplio sector de la sociedad espera encontrar cada día en diarios, redes sociales y noticieros, de nuevo la certeza de que esto pronto se acabará. La incertidumbre se hace insoportable. Vivir en la incertidumbre en una sociedad configurada desde racionalidades de progreso y seguridad, en la superioridad y dominio sobre la naturaleza implica instalarse en el miedo, entendido como lo plantea Nussbaum (2019) en La monarquía del miedo, como “una emoción que muestran nuestra vulnerabilidad animal, nuestra dependencia y nuestra vinculación con cosas que están afuera de nosotros y que no dominamos por completo” (Nussbaum, p.46). Podemos identificar hoy al menos un doble miedo: el miedo a la muerte y a la enfermedad, y el miedo a no poder subsistir, miedo a un presente y un futuro incierto. Miedos que nos exponen también a un riesgo más: el de ser chantajeados y silenciados. El miedo nos ha cambiado nuestro modo de vida cotidiano y nos ha instalado en otro, como miedo líquido: La de toda una vida es, hoy por hoy, una batalla prolongada e imposible de ganar contra el efecto potencialmente incapacitante de los temores y contra los peligros genuinos o putativos que nos hacen tener miedo”. (Bauman, p.17) Miedo es el nombre que le damos a nuestra incertidumbre, nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que hay que hacer - a lo que puede o no puede hacerse- para detenerla en seco, o para combatirla, si pararla es algo que está ya más allá de nuestro alcance. (Bauman, p.10)

En este contexto, es indispensable también adoptar una mirada analítica acerca de lo que las políticas públicas surgidas a propósito, o justificadas en la necesidad de control o eliminación de la pandemia (de lo im-previsible), han implicado

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y significado a los mundos de la vida de niños, jóvenes y adultos, desde las diversas y también desiguales condiciones de vida. Entre los aspectos que el Covid-19 hace visibles, especialmente en las políticas nombradas como educación en emergencias, está la necesidad de volver a la pedagogía y a la reflexión crítica desde la ciencias sociales y humanas en torno a lo que en este tiempo significa experiencia y formación, de modo que nos permita analizar críticamente las iniciativas que se han venido implementando desde las instancias tanto de decisión como de ejecución de políticas públicas, en nuestro caso de las políticas educativas -Ministerio de Educación, Secretarías de Educación e instituciones educativas. En tanto políticas educativas, estas comportan una determinada visión del ser humano, de la educación, de la enseñanza, del aprendizaje, de la sociedad, de la política, de la familia, de los contextos y escenarios en que hoy se desarrolla la vida social a través de la acción educativa. Estas visiones convertidas en políticas, producen cambios sustantivos en escenarios y subjetividades, modificando comportamientos, por lo que pasan a ser un acontecimiento que marca un antes y un después. El Covid-19 significa también una coyuntura (transición) desde el que se puede mirar la vida, la educación, la socialización, la escuela como un antes y un después de él. Muchas de estas políticas son ya aprovechadas y valoradas por muchos, también renegadas o padecidas por otros, especialmente por estudiantes, docentes, madres y padres de familia. Toda política pública se formula “con la finalidad de orientar el comportamiento de actores sociales, individuales o colectivos, para modificar una situación percibida como insatisfactoria o problemática” (Roth, 2006, p.66). Para lograr tal finalidad la educación resulta fundamental,

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EDUCAR PARA LA INCERTIDUMBRE: POLÍTICA, MODOS DE VIDA Y PEDAGOGÍA A PARTIR DE LA CRISIS DEL COVID-19

por lo que se abordan a continuación, al menos dos tensiones que enmarcan dichas políticas educativas en tanto políticas sociales y políticas de gobierno de las subjetividades en la coyuntura del Covid-19. La primera tensión se desata en torno de la representación del cuidado personal y social como prioridad en una sociedad avocada a autodeclararse como universalmente vulnerable, para lo cual las políticas han ordenado restricciones que pueden aparecer algunas veces como razonables y necesarias, pero otras, como invasivas de la vida personal y colectiva, de las libertades, con implementación de modos de censura y vigilancia, haciendo uso de argumentos moralistas, paternalistas y peligrosistas (de defensa de la sociedad). En este sentido, resulta pertinente la reflexión del filósofo Peter Sloterdijk en su texto Estrés y Libertad, quien señala que el estrés, entendido como dispositivo social para mantener la ‘vida en común’, ‘la cohesión’, es absolutamente necesario en una sociedad que, paradójicamente, estimula cada más la competencia, la ganancia personal y los ideales de éxito, al tiempo que propicia la indolencia frente a la desigualdad y las vidas menospreciadas. El filósofo alemán Peter Sloterdijk (2017), afirma: En mi opinión, los grandes cuerpos políticos, a los que denominamos sociedades, deben entenderse en primer lugar como campos de fuerzas constituidos por el estrés, a la vez que como sistemas de preocupaciones que se estresan a sí mismos y se precipitan hacia adelante permanentemente. (…) Debe abrigar un intenso flujo constante de temas más o menos estresantes que se ocupen de la sincronización de las preocupaciones de las conciencias para integrar a la población correspondiente en una comunidad de preocupaciones y estímulos renovados a diario (Sloterdijk, 2017, p.14)

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El miedo resulta siendo un dispositivo de estrés colectivo, fundamental para el gobierno de las llamadas sociedades. En este mismo sentido, Slavoj Zizek plantea que: Desde la administración especializada, despolitizada y socialmente objetiva, y con la coordinación de intereses como nivel cero de la política, el único modo de introducir la pasión en este campo, de movilizar activamente a la gente, es haciendo uso del miedo, constituyente básico de la subjetividad actual. Por esta razón, la biopolítica es en última instancia una política del miedo que se centra en defenderse del acoso o de la victimización potenciales. (Zizek, 2018, p. 45)

La pandemia del Covid-19, que ha puesto en crisis los sistemas de verdad, dominio y previsión de la ciencia frente a la naturaleza, así como a la economía y a la política como ciencia racional, como dispositivos garantes de la “sostenibilidad”, el progreso, la seguridad y el éxito, ha tenido como respuesta de política pública, además de convocar a la ‘solidaridad’, la activación de tecnologías de vigilancia de las libertades. Y donde no ha sido posible desplegar el confinamiento por la oposición de grupos económicos y políticos a la parálisis productiva, ha recurrido a políticas inspiradas en la eugenesia (teoría del ‘rebaño’ y la supervivencia de los más fuertes), como en los casos de Estados Unidos, Brasil, Suecia, entre otros países, con el argumento de mantener los mínimos de sostenibilidad económica y social. Otra tensión de la coyuntura se presenta en una imprevisible mutación en los escenarios de socialización. Hoy, por obra y gracia del Covid-19, acontece el cierre de los escenarios físicos de escuelas y universidades, que retrotrae la clásica separación que la modernidad había establecido entre la familia y la escuela, con espacios,

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Jaime Alberto Saldarriaga Vélez

tiempos y gobiernos independientes. La escuela moderna sacó a los niños y niñas del hogar (hoy desde el primer año de vida), los situó en la esfera pública, a cargo de educadores con poder y autonomía para formar a los hijos de las familias y por fuera del control de estas. Por tanto, la selección de contenidos de cultura, los procesos de enseñanza y aprendizaje, las relaciones de autoridad, de subordinación, la formación moral y política, quedó en manos del sistema educativo, con independencia del pensamiento de padres, madres y de los mismos estudiantes. Igualmente, la escuela se consolidó como escenario de socialización y de encuentro entre pares, asunto especialmente destacado por los niños, niñas y jóvenes, pese a que, como lo han mostrado algunos estudios, estos espacios se han visto reducidos por el estrés de la productividad y competitividad de la escuela, a causa de la presión que generan los estándares de rendimiento exigidos por el mercado neoliberal a la misma escuela, tanto a estudiantes como docentes y sus familias. Hoy, el escenario familiar soporta el cruce de exigencias académicas, precariamente implementadas con soporte tecnológico, intensificando la carga afectiva de los padres quienes tienen que intervenir y “apoyar” un aprendizaje centrado en tareas, en muchos casos para ellos incomprensibles. La competencia por el espacio, la limitada conectividad, y el roce permanente entre miembros de las familias con prácticas de convivencia no elaboradas, vividas ‘en caliente’, hacen hoy de la familia un escenario sobrecargado de tensiones y de violencias emergentes. Han sido especialmente las mujeres (con honrosas excepciones masculinas), las madres docentes y las madres estudiantes quienes han cargado el peso de ‘la escuela en casa’, tendiendo que sacrificar no pocas veces su tiempo y su tranquilidad para la actividad académica (relegada en muchos

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casos a un segundo plano en relación a las prioridades de su esposo o compañero, y de sus hijos y padres). No obstante, las dificultades mencionadas, para muchos el aprendizaje en casa o House schooling, resulta de nuevo atractivo como alternativa a una escuela considerada, desde una crítica radical, como un lugar destructivo del deseo e interés por conocer, como lo plantaron hace más de 40 años Iván Ilich (1974) y E. Reimer (1973), sumado a la crítica althusseriana de la escuela como aparato ideológico del Estado, que hoy es releído desde distintas perspectivas: El sistema escolar está en una crisis de sentido, en el mundo, no solamente por la globalización y la irrupción de la informática y la relativización valórica que plantean algunos medios de comunicación y, como consecuencia lógica, la sociedad en que vivimos; sino por una desmotivación galopante que se aprecia en los estudiantes por asistir a la escuela y por aprender lo que se supone deben aprender (Aliaga, 2020, p. 96).

En medio de esta polémica que tiene defensores tanto en el mercado globalizado de la educación, como en posturas de crítica al sistema educativo actual como institución de reproducción de mano de obra barata (expansión de media técnica, educación técnica y tecnológica de cuestionada calidad), es necesario plantearnos: ¿tiene sentido hoy pensarse una sociedad desescolarizada? ¿Qué ocurriría si los espacios de práctica pedagógica cara a cara y de socialización cuerpo a cuerpo, en escenarios públicos como la escuela, comienzan a ser sustituidos por escenarios virtuales o mediados por la tecnología, en el entorno familiar? ¿Impacta de alguna manera el proceso de humanización, fin de la educación, si esta se realiza sin el encuentro de los cuerpos en el espacio de

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EDUCAR PARA LA INCERTIDUMBRE: POLÍTICA, MODOS DE VIDA Y PEDAGOGÍA A PARTIR DE LA CRISIS DEL COVID-19

la escuela? ¿Se ve afectada la experiencia del cuerpo por la vivencia de la educación en espacios virtuales? ¿De qué manera impacta en la creación colectiva de la política como un espacio para la aparición de la pluralidad el que la vida de la escuela no se de cara a cara y cuerpo a cuerpo? ¿Cómo es posible el gesto pedagógico en la distancia corporal? Esta discusión, que no es nueva ni contingente, que se retoma a propósito de las sociedades del aprendizaje sobre la conveniencia de traer los aprendizajes y a los individuos a casa, para formarse con la mediación de la virtualidad, ¿qué nuevos desafíos trae a la formación de la ciudadanía y de lo público, en el escenario de la cuarta revolución industrial? Todo lo anterior nos avoca a pensar, más allá de la educación en emergencia, la educación para la incertidumbre, esto es, para una permanente contingencia de la economía, de la política, de las ciencias y los saberes, de la vida y la muerte, de la enfermedad y la subsistencia, esto es, de la liquidez en los modos de vida; a partir de una formación que haga del miedo un potencial para la construcción de sí, con más anclajes en la duda que en las ideas claras y distintas; formación para la hospitalidad más que educación para el distanciamiento: Levinas llama hospitalidad a la acogida de la otredad, de lo que implica el rostro del otro, que es una apertura en forma de vulnerabilidad que moviliza, que invita, que llama, que dice ven, y una responsabilidad que atañe al yo en la forma de una cierta forma de pasividad, de inhibición, de evitar, a su juicio, la violencia. (Manrique, 2020)

De este modo, la hospitalidad se constituye entonces en una columna fundamental de educar en la incertidumbre, en tanto apertura a la alteridad como modo de vida, y en respuesta al mandato de aislamiento.

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Así, repensar las actuales políticas educativas llamadas de educación en emergencia hacia la educación en la incertidumbre, desde las ciencias sociales y humanas, en ellas la pedagogía y las políticas públicas, nos podría posibilitar hoy replantear nuestro quehacer como educadores, como ciudadanos, en un contexto que nos está demandando, a su vez, re-descubrir-nos en lo impensado e imprevisible como rasgos propios de la configuración de la vida en el presente.

REFERENCIAS Aliaga, L.I. (2013) Cuarenta años después, ¿la escuela ha muerto? Revista Iberoamericana de Estudos em Educação, 8(1), pp.96106. https://periodicos.fclar.unesp.br/iberoamericana/article/view/6477 Bauman, Z. (2013) Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores. Barcelona: Editorial Paidós. Illich, I. (1974). La sociedad desescolarizada. Barcelona. Editorial Barral. Manrique, P. (2020). Hospitalidad e inmunidad virtuosa. En: VV.AA. (2020). Sopa de Wuhan. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemia. http://iips.usac. edu.gt/wp-content/uploads/2020/03/Sopa-de-Wuhan-ASPO.pdf Nussbaum, M (2019). La monarquía del miedo. Una mirada filosófica a la crisis política actual Reimers, E. (1973) La escuela ha muerto. Barcelona: Editorial Barral. Roth, A.N. (2006). Discurso sin compromiso. Bogotá: Editorial Aurora. Sloterdijk, P. (2017). Estrés y libertad. Buenos Aires: Editorial Godot Zizek, S. (2018) Sobre la violencia. La política del miedo. Bogotá: Editorial Paidós

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LA CONSTRUCCIÓN DE EXPERIENCIA: UNA FORMA DE DIGNIFICAR LA CONDICIÓN HUMANA EN MEDIO DE LAS CRISIS María Eugenia Villa* “La alegría y la tristeza pueden andar unidas, no son como el agua y el aceite” José Saramago, Ensayo sobre la ceguera

Un acontecimiento viene perturbando el Planeta Los acontecimientos permiten develar los sentidos de la textura social. Presenciamos un acontecimiento que está perturbando o trastornado el orden social que hemos construido en el Planeta. Si nos detenemos a explicarlo, interpretarlo o a comprenderlo se podrán develar los sentidos de nuestra textura social. Tanto las interpretaciones como las comprensiones son opciones valiosas para dignificar la condición humana. Por esto, se intentará construir una comprensión. Esto se hará mediante una descripción, un análisis y una reflexión sobre este acontecimiento. Lo que permite construir conocimientos y saberes o, lo que es lo mismo, sentidos de carácter comprensivo que cobran la categoría de experiencias (Larrosa, 2006) que prescriben y proscriben las acciones personales y colectivas

Una descripción, un análisis y una reflexión La descripción de este acontecimiento puede hacerse en estos términos. El 11

de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud -OMS- declaró el Planeta en situación de pandemia. Esta había sido causada por un nuevo coronavirus nominado COVID-19. Un virus muy contagioso que afecta la salud de las personas de manera leve, moderada o grave. La situación de pandemia fue declarada porque, ese día, a la OMS le habían reportado que 118.000 personas habían sido contagiadas en 114 países. La mayoría de los sistemas de salud de los países del Planeta no están en capacidad de atender a las personas que pueden resultar afectadas en su salud cuando se contagien de este virus. Por lo que han tenido que administrar uno de los remedios más antiguos inventados por la humanidad: la cuarentena. De esta forma, el Planeta enfrenta una crisis de los sistemas de salud de la mayoría de los países de nuestro Planeta. El análisis de este acontecimiento preguntar ¿por qué se ha ocasionado esta crisis? La respuesta radica en que la relación que predomina en las sociedades contemporáneas es la capitalista y que esta relación se ha venido neoliberalizando desde la década de los años setenta del siglo XX. Como la versión neoliberalizada de la relación capitalista destruye los

* Profesora Departamento de Enseñanza de las Ciencias y las Artes, Facultad de Educación, Universidad de Antioquia.

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María Eugenia Villa Sepúlveda

derechos que las poblaciones politizadas (Žižek, 2011) le han opuesto, gran parte de la población del Planeta se ha empobrecido. Por esto, es vulnerable ante los riesgos que la relación capitalista genera. Algunos son la contaminación, la pérdida de biodiversidad y el calentamiento global. Todos afectan la salud de las personas y la de las especies con las que cohabitamos el Planeta. Por tanto, la crisis de los sistemas de salud de la mayoría de los países del Planeta se origina en la relación social capitalista que, en su versión neoliberalizada, destruye los derechos que las poblaciones politizadas han logrado que se les reconozcan y se les hagan efectivos por parte de los estados a medida que se ha entronizado el capitalismo. Uno de estos derechos es el derecho a la salud. Con Marshall (1997) se puede afirmar que a medida que la relación capitalista se entronizaba y se naturalizaba las poblaciones la destronaban y la deshabitualizaban con los derechos que le son inherentes a las y los ciudadanos. Por esto, el capitalismo se aviene mejor con los gobiernos autoritarios que con los democráticos. De este análisis se deriva una reflexión. Para resolver la crisis de los sistemas de salud de la mayoría de los países del Planeta es imprescindible reivindicar el derecho a la salud de las poblaciones desde el ejercicio de la condición ciudadana. Para

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ello, nuestra Alma Máter puede propiciar espacios de discusión pública en el que se puedan construir experiencias en torno a la reivindicación de los derechos por parte de la ciudadanía. En medio de toda crisis debe recordarse su acepción desusada. Esta se refiere a los sentidos que se construyen mediante la descripción o la especificación; el análisis o la crítica de lo especificado y la reflexión o la consideración de lo criticado. De esta forma, se construyen experiencias que dignifiquen la condición humana. Esto puede hacerse en medio de la crisis. Pues, evocando a Saramago (2006, p. 69), las crisis y los equilibrios pueden unirse… como se unen las alegrías y las tristezas.

Referencias Larrosa, Jorge. (2006). Sobre la experiencia. Separata Revista Educación y Pedagogía, (18), 43-67 Marshall, Thomas. (1997). Ciudadanía y clase social. REIS, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, (79), 297-344. Saramago, José. (2006). Ensayo sobre la ceguera. Bogotá, Colombia: Punto de Lectura Žižek, Slavoj. (2011). El espinoso sujeto: el centro ausente de la ontología política. Buenos Aires, Argentina: Paidós

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Memorial


GRATITUD ETERNA A NUESTRO FUNDADOR Y PERENNE PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE PROFESORES: ¡EL MAESTRO Y DIRIGENTE EJEMPLAR CON UNA PROPUESTA PARA CANDIDATIZARLO AL PREMIO NOBEL PÓSTUMO DE LA PAZ! “Es la vida pues, un bien en sí misma para la conciencia humana” Héctor Abad Gómez (1).

Tal vez sea el azar o quizás el universo que confabula para que perduren inquebrantablemente la voz, la vida, el ejemplo, la inspiración y la valiente lucha por la defensa de las libertades fundamentales y un mundo justo, equitativo, bello, saludable (2). Igualmente, libre de los más letales fanatismos globalizantes de la temida banalidad del mal y absurdos totalitarismos que reducen a los seres humanos a su “ínfimo denominador común posible de “reacciones idénticas” y que creen penosamente que “la muerte física es sólo una consecuencia lógica innecesaria para la permanencia del régimen” (3). Sí. Esas fuerzas empecinadas en conservar así sea a muerte el “orden constituido” que le prosigue sin límite el privilegio y poder y con el que nunca posibilitarán que “existan otras formas sociales mejores” (4) por las que Abad Gómez sacrificó su vida entera, convencido tal vez de que serían las que nos guiarían hacia esa sociedad pluralista, incluyente y garante de la vida, la salud, la educación, el amor y el placer en completa y democrática paz.

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Por azar o por confabulación, estando sentada en búsqueda de las palabras perfectas para este glorioso acto, me llega un regalo de una inolvidable alumna mía caleña, a su vez huérfana por el violento asesinato de su padre -otro brillante médico, cirujano de tórax y profesor vinculado a la Universidad del Valle-, asesinato ocurrido en el año de 1994 con el mismo modus operandi y por las mismas mentalidades conglomeradas y aliadas para expandir la peor, la más perversa y codiciosa empresa de la muerte que sigue nublando toda posibilidad de materialización de los mismos loables propósitos de Héctor Abad Gómez, fundador y eterno presidente de esta valorada Asociación de Profesores de nuestra Alma Máter. Hoy, llega un artículo médico que habla sobre la gratitud desde la neurobiología y la clínica del que extraigo varias ideas para justificar nuestra propuesta de aunar esfuerzos para el logro de su candidatura al Premio Nóbel póstumo de la Paz. Nuestro anhelo, persuadir a la Academia de Suecia y el Comité de Noruega para que realicen una nueva excepción a la lamentable decisión tomada en 1974 de

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no otorgar más premios de esta categoría (5). Dicho artículo define además que la gratitud es un fenómeno que involucra varias áreas cerebrales para reconocer, interpretar, valorar y responder a estímulos cognitivos, emocionales, internos o externos (6). Este fenómeno mejora sorprendentemente parámetros físicos, emocionales, incluso biológicos para combatir enfermedades y alcanzar un bienestar y calidad de vida. Por tantos beneficios perfectamente medidos en zonas cerebrales y en capacidades cognitivas y sociales se nos invita a promover la gratitud. Además, destaca dos actividades con las que se puede estimular la gratitud y los efectos positivos que ello tiene en el cerebro y otros sistemas orgánicos, así como en la salud física, mental y social de individuos y de colectividades: la carta de agradecimiento a alguien por su acto generoso o un diario con un listado de las múltiples acciones que alguien llevó a cabo por el bien de muchas personas. Sin lugar a duda, Héctor Abad Gómez merece un diario de gratitud. Por lo tanto, procedo a enumerar las acciones que dan cuenta de su magna obra en pro de la defensa de la vida, los derechos de los ciudadanos, la educación pública con calidad, la paz y la democracia. Tantas razones por las que le debemos eterna gratitud. Se impone incluir, al menos, la gran mayoría de logros que nuestra Asociación de Profesores y nuestra Alma Máter han disfrutado gracias a su valiente, incansable y admirable lucha a lo largo de su vida profesoral y que conforman una primera lista, parte de un ámbito muy local en la Institución pero que su eco se extendió hacia otras universidades del país y de la región latinoamericana (7,8): 1.

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El profesor Abad siendo apenas un estudiante de medicina de la Universidad de Antioquia en el año de

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1945, fundó el periódico U-235 con la intención de “no callar ante las injusticias y decir totalmente la verdad, sin ninguna restricción” (9). Con “conciencia clara de su estar en la universidad” y “su condición de ser limpio, transparente, […] repleto de esa dimensión inconmensurable del amador de la vida y de todos sus transeúntes” funda la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia. Proyecto que inicia desde finales de los años 50 y materializa el 2 de marzo de 1962. Con ello, defendió el derecho a la agremiación para la defensa de la “profesión del educador universitario” con condiciones y bienestar laboral como la estabilidad laboral, la libertad de cátedra, bonificaciones y apoyos financieros para acceso a condiciones dignas como alimentación, y vivienda, entre otras. Asumió con decoro, entrega y compromiso la presidencia de esta su asociación al menos en cinco oportunidades en los años: 1962, 1963,1973, 1979, y 1980. Siguió un papel de dirigencia sin descanso en ella hasta el año de 1982, año en que fue obligado a jubilarse por parte de las directivas de la Universidad dejando una sensación de orfandad, profunda tristeza e indignidad en la gran cantidad de compañeros y alumnos seguidores de sus ideales formados con su ejemplo, pensamiento y obra como férreos defensores de sus causas. Desde el momento de la fundación de la Asociación consigue un reconocimiento institucional y gubernamental. Los siguientes son sus múltiples logros que nos dejó: •

Establecimiento de un Fondo de Seguro de Vida en 1963.

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Un acuerdo universitario que consolidó la aprobación de un Estatuto Profesoral (Acuerdo 10 de 1962). Expansión de beneficio de la Asociación hacia profesores con vinculación de medio tiempo bajo la modificación de sus estatutos en 1968. En 1969 se creó el Fondo de Préstamos. En 1970 se conforma un Comité de Vivienda. En 1971 se expide un nuevo Estatuto Profesoral previa concertación con la asociación (Acuerdo 7 de ese año). Constitución de la Oficina de Bienestar Universitario extensiva a estudiantes y empleados en 1971. Establecimiento de límites de carga académica para el profesorado vinculado de medio tiempo y tiempo completo en 1973. Creación del Fondo de Bienestar Universitario en 1973. Reintegro de docentes despedidos sin justa causa entre 1971-1974. Incluido entre éstos el mismo Héctor Abad. Concreción del número de estudiantes máximo por curso en defensa de la calidad docente en 1975. Reconocimiento de labores docentes a técnicos de laboratorio en 1978. Establecimiento del Programa de Asistencia Social en Salud (PRASS) en 1979 para fortalecer la atención en salud a familias del profesorado con aportes distribuidos así: 50% la universidad y 50% el docente. Promoción y creación de la Cooperativa de Profesores de la Uni-

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versidad de Antioquia: COOPRUDEA en 1981. Aprobación de descarga académica para profesores en cargos de representación en diferentes instancias directivas y gremiales en 1982.

Asimismo, la Asociación en los años después de su muerte, ha continuado conquistando innumerables éxitos que trascienden el ámbito institucional y el municipal. Para el año de conmemoración de los 50 años de fundada ASOPRUDEA se sumaban trece nuevos logros que demuestran el rastro del ambicioso plan que se había trazado nuestro eterno presidente. Es posible afirmar que su sueño de lograr una Federación Nacional de Profesores de Universidades Públicas lo culminen sus alumnos y sucesores. A partir de la jubilación impuesta por la Universidad, el dirigente ascendió su acción por la defensa de los derechos humanos escalando al cargo de presidente regional de una instancia de mayor envergadura como lo es el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos. Para entonces, se dedicó sin miedo y con tesón a denunciar las masacres, torturas y desapariciones. Un solo ejemplo, da cuenta de su excelsa acción que se intensifica a partir de 1984 (10): •

Su consagrada labor de denuncia de la desaparición del joven Luis Fernando Lalinde, en Jardín, Antioquia, cometida por hombres del Ejército Nacional con acompañamiento a su afligida madre la señora Fabiola Lalinde. No solo pudo llevar el caso hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, sino que de allí elevó el caso hasta “la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, instancia que condenó al Estado

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colombiano en septiembre de 1988, por su responsabilidad en la desaparición del joven Lalinde. En 1993, la madre recibió los restos óseos de su hijo de manos del propio Ejército, quien terminó reconociendo su participación en este hecho” (11). Para la señora Lalinde, su gratitud con el Dr. Abad se afirma cuando pudo al fin dar santa sepultura a su hijo el 19 de noviembre de 1996 día en que al fin recupera los restos. Así, culminan “doce años ininterrumpidos de lucha contra el olvido y la impunidad” (10). No resulta extraño que para el año de 1987 de nuevo incursionara en su tarea de fundar el Primer Comité de Derechos Humanos en el Departamento de Antioquia (12). Igualmente, en ese mismo año, en mayo 10 se distingue como precursor del Tercer Foro en Puerto Nare Magdalena Medio (12). Su vasta obra bien documentada y compilada por tantas personas que lo admiraron y amaron deja bien sentada con total transparencia, su honestidad, claridad y humildad en “sus posiciones sobre la injusticia social, la inequidad y los abusos de los derechos humanos, los derechos de todos” (13). El espacio académico que instauraron sus amigos, colegas, alumnos, seguidores y familia en cabeza del médico y profesor emérito Hernán Mira Fernández desde el 2008, la “Cátedra de Formación Ciudadana Héctor Abad Gómez”, “un aporte a la construcción de civilidad” con el fin además de asegurar que su voz y las voces de todos aquellos profesores de la Universidad de Antioquia y líderes sociales de la región y el país asesinados sigan vivas por siempre como un faro y un horizonte en constante. Tal y como lo enuncia el profesor Mira, que sea siempre una bandera

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por la “defensa de los Derechos Humanos para la ciudadanía toda, para los demócratas y para los humanistas que tienen como guía permanente la defensa de una vida digna para todos, como siempre fue la de estos universitarios inmolados en defensa de esta, la más noble causa humana” (14). El tiempo y el espacio no será nunca suficiente para seguir nutriendo este diario de gratitud con la lista completa de acciones y obras que Héctor Abad Gómez legó al mundo. No obstante, para nosotros como Junta y Asociación de Profesores, es suficiente para probar que pueden ser, si no más, por lo menos los mismos méritos que distinguieron a los ganadores de los Premios Nóbel de la Paz: Jane Addams de Estados Unidos en 1931, Martin Luther King de Estados Unidos en 1964, Adolfo Pérez Esquivel de Argentina en 1980, Óscar Arias Sánchez de Costa Rica en 1987, Aung San Suu Kyi de Birmania en 1991, Rigoberta Menchú de Guatemala en 1992, Malala Yousafzai de Pakistan en 2014 y Juan Manuel Santos Calderón de Colombia en 2016 (15). Por supuesto, que celebramos que estas valientes personas también lo hayan recibido, no faltaba más, ya que sabemos que sus acciones también merecen este reconocimiento y un diario de mucha gratitud. Por todo lo expuesto aquí y muchas razones más, damos gracias por el nacimiento y vida que gestó Héctor Abad Gómez. Y como bien lo expresaron los profesores Fabio Alberto Henao, Juan Ignacio Sarmiento y Giovanni Vargas en su conferencia en la Cátedra Héctor Abad Gómez, prometemos seguir su mandato presidencial presente siempre como nuestra guía. “Pero ante todo como universitarios y ciudadanos de a pie continuaremos con la búsqueda de la paz como el principal

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requisito para vivir mejor y la importancia que hoy tiene el acuerdo humanitario para avanzar por ese tortuoso camino de no continuar matándonos entre nosotros mismos. “Enamorados de la vida y resentidos con la muerte a la vida por fin daremos todo y a la muerte jamás daremos nada” (16).

Igual que como lo soñaste FUNDADOR Y PRESIDENTE seguiremos en la búsqueda implacable por honrar tu vida con la culminación de ese tu gran sueño que bien sintetiza William Ospina con estas palabras dedicadas a ti y todas aquellas personas que no están con nosotros pero que siguen a tu lado gritando que no desfallezcamos para alcanzar “un mundo que honre la inteligencia, que respete el espacio sagrado de la conciencia individual y que exija de todos los individuos unos nítidos deberes sociales” (17). Eso y más nos legaste en toda tu vida como estudiante, profesional y docente universitario de gran humanismo, dirigente gremial y político intachable y de inmensurable valentía. ¡HASTA SIEMPRE Y GRACIAS PRESIDENTE NUESTRO PREMIO NOBEL DE LA PAZ PÓSTUMO! Medellín, 2 de diciembre de 2021. JUNTA DIRECTIVA ASOCIACIÓN DE PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

Referencias: 1. Abad-Faciolince, Héctor. (2007) “Manual de tolerancia”. Editorial Planeta y Editorial Universidad de Antioquia. Pág. 59. 2. Asoprudea (2012) “La Universidad de Antioquia en perspectiva de las políticas de educación superior” en 50 Años de Historia, Corporación Rizoma: Cultura y Sociedad. Pág. 21

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3. López, Marina. (2010) “Arendt, Eichmann y la banalidad del mal” en ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura: CLXXXVI, 2010, 742, marzo-abril: 287-292. Disponible en https://www.researchgate.net/publication/42607346_Arendt_Eichmann_ y_la_ banalidad_del_mal 4. Abad-Faciolince, Héctor. (2007) “Manual de tolerancia”. Editorial Planeta y Editorial Universidad de Antioquia. Pág.31 5. BBC de Londres (2021) “Las dos veces que el Premio Nobel se entregó póstumo (y una tercera en que no sabían que el galardonado estaba muerto). Disponible en https:// www.bbc.com/mundo/noticias-58800338 6. Tala, Álvaro. (2019) “Gracias por todo: Una revisión sobre la gratitud desde la neurobiología a la clínica” Revista Médica de Chile, 147(6) 755-761. Disponible en https://www.scielo.cl/ scielo.php?script=sci_arttext&pid=S003498872019000600755 7. Velásquez Gallego, Francisco. (1997) “Dos vidas ejemplares Héctor Abad Gómez y nuestra Asociación de Profesore Universidad de Antioquia” En Asoprudea (2012) 50 Años de Historia, Corporación Rizoma: Cultura y Sociedad. pg:129-134) 8. Asoprudea (2012) “Realizaciones” en 50 Años de Historia, Corporación Rizoma: Cultura y Sociedad. Pág. 127-129. 9. Henao Acevedo, Fabio. (2009) “Presentación U- 235 in memoriam” en “Cátedra de formación ciudadana “Héctor Abad Gómez”: Un aporte a la construcción de civilidad: memorias 2008-2009: 45. Disponible en https://www.udea.edu.co/wps/wcm/ connect/udea/2b983512-b2ce-4087-9998715190c9308c/catedra08.pdf?MOD=AJPERES 10. Franco, Saúl. (1998) “Héctor Abad Gómez: Un visionario de la Salud Pública”. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/ descarga/articulo/5331805.pdf 11. VerdadAbierta (2014) “Héctor Abad Gómez: ¿crimen de lesa humanidad? Disponible en https://verdadabierta.com/hectorabad-gomez-crimen-de- lesa-humanidad/ 12. Quiroz Alzate, M. F. (2021) “Héctor Abad Gómez, mensajero de la vida y defensor de los derechos humanos” tomado de www.rebelion.org, Disponible en https://

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asmedasantioquia.org/2021/03/09/hector-abadgomez-mensajero-de-la-vida-y-defensor-de-los-derechos-humanos/ 13. Cabrera Arana, G. A. (2017) “A Héctor Abad Gómez, a 30 años de su muerte” Editorial, en Revista Facultad Nacional de Salud Pública vol. 35 no. 2 Medellín May/Aug. 2017. Disponible en https://revistas.udea.edu.co/index.php/ fnsp/article/view/328015Cabrera Arana, G. A. (2017). A Héctor Abad Gómez, a 30 años de su muerte. Revista Facultad Nacional De Salud Pública, 35(2). Recuperado a partir de https://revistas.udea.edu.co/index.php/fnsp/article/view/328015 14. Mira Hernández, Hernán. (2009) Presentación en “Cátedra de formación ciudadana “Héctor Abad Gómez”: Un aporte a la construcción de civilidad: memorias 2008-2009”. Disponible en https://www.udea.edu.co/ wps/wcm/connect/udea/2b983512-b2ce4087-9998-715190c9308c/catedra08.pdf?MOD=AJPERES

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15. Wikipedia: Premios Nobel de la Paz. Disponible en https://es.wikipedia.org/wiki/ Portal:Premios_Nobel/Premio_Nobel_de_ la_Paz 16. Henao Acevedo, Fabio. (2009) “Presentación U- 235 in memoriam” en “Cátedra de formación ciudadana “Héctor Abad Gómez”: Un aporte a la construcción de civilidad: memorias 2008-2009” págs. 45-48”. Disponible en https://www.udea.edu.co/ wps/wcm/connect/udea/2b983512-b2ce4087-9998-715190c9308c/catedra08.pdf?MOD=AJPERES 17. Ospina, William. (2009) “Del ser como obra maestra” (:25) en “Cátedra de formación ciudadana “Héctor Abad Gómez”: Un aporte a la construcción de civilidad: memorias 2008-2009” (17-28). Disponible en https://www.udea.edu.co/wps/wcm/ connect/udea/2b983512-b2ce-4087-9998715190c9308c/catedra08.pdf?MOD=AJPERES

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Coyuntural


DENUNCIA PÚBLICA Y ABIERTA CON SOLICITUD DE INTERVENCIÓN ANTE LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES Asamblea General de Profesores de la Universidad de Antioquia. Medellín, 4 de mayo de 2021. El profesorado de la Universidad de Antioquia como parte del Estado y de la sociedad colombiana entiende que la protesta social es un derecho constitucional y que en este momento la que se lleva a cabo en Colombia es la respuesta a una gestión insolidaria, ineficaz e ineficiente de los recursos económicos por parte del gobierno. Las decisiones erráticas del Presidente han conducido al país a una situación intolerable de pobreza, pero favoreciendo a las minorías más ricas por medio de exenciones tributarias que han incrementado dramáticamente la brecha social. Al mismo tiempo que de forma ciega y terca destina los recursos a inversiones suntuosas para seguir beneficiando la concentración de capital y de poder en esas élites, cuya codicia les impide ver las condiciones deplorables en que vive el mayor porcentaje de nuestros compatriotas. Semejante forma de gobernar sigue escalando el ambiente de malestar con la decisión de invertir en insumos para la guerra y en pautas televisivas con un oneroso programa de televisión diario en un horario de alta audiencia como espacio publicitario de la Presidencia. ¿Se puede tolerar la irresponsabilidad en el manejo del dinero que demuestra este Gobierno? La respuesta es NO. No podemos estar de acuerdo con su forma de gobernar por las graves consecuencias como: detrimento de la inversión social, la afectación grave en seguridad y sobe-

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ranía alimentarias, el desfinanciamiento de la cultura, la salud y la educación; que ha incumplido los acuerdos de La Habana; que ha autorizado contaminar las selvas, los ríos, los campos y a su población con un veneno prohibido en decenas de países por sus consecuencias nefastas para la salud humana y para la naturaleza. Adicionalmente ha impulsado la privatización progresiva del Estado y por ende de los derechos de los ciudadanos, generando hambre, pobreza y guerra. Por todo lo anterior, nos solidarizamos con la protesta social pacífica que en este momento se está llevando a cabo en el país. Además, nuestra conciencia social nos impide guardar silencio ante la represión violenta con que responde el Gobierno a la protesta social y ante las amenazas latentes que enfrenta nuestra frágil democracia. Con base en todo lo anterior, los profesores de la Universidad de Antioquia reunidos en asamblea general como comunidad académica, elevamos nuestra voz de forma pública y abierta para que cese en Colombia la violación que hacen los agentes del estado de los protocolos y de los derechos humanos en el marco de la protesta social. Con base en los informes de varias organizaciones, los agentes del estado colombiano deberán ser investigados por su posible culpabilidad en 21 muertes, por ocasionar heridas a 208 personas, por provocar 18 lesiones oculares, por cometer 10 delitos de violencia se-

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Comunicado de la Asamblea general de profesores, Universidad de Antioquia

xual, por realizar 503 capturas irregulares y por llevar a cabo 42 agresiones a defensores de DDHH. Además, expresamos nuestro desacuerdo ante la militarización de las ciudades ordenada por el Gobierno Nacional de Colombia. Las fuerzas militares no son para contener las protestas ciudadanas, son fuerzas de choque que, en estas circunstancias, con su accionar resulta desproporcionado e inconveniente en un país que se auto cataloga como democrático.

cumplimiento del derecho internacional humanitario y de la defensa de la democracia, que se manifiesten ante la situación dramática que vive el pueblo colombiano e intervengan de forma decidida a través de los canales diplomáticos para encontrar una salida con justicia social y sobre todo democrática al conflicto que en este momento aqueja a nuestra sociedad.

Por las razones expuestas, desde Medellín-Colombia y teniendo en cuenta las amenazas actuales, solicitamos de forma urgente a las organizaciones garantes del

Con copia: Organización de Estados Americanos, OEA Comisión Interamericana de Derechos Humanos Organización de las Naciones Unidas Parlamento Europeo

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Se firma en Medellín, Colombia a los 4 días del mes de mayo de 2021.

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LA INDIGNACIÓN ES LA RESPUESTA NATURAL DE LOS SERES HUMANOS ANTE LA VIOLENCIA QUE GENERA UN GOBIERNO INDOLENTE Manuel Salvador Rivera Agudelo* El momento crucial e histórico que vivimos en Colombia desde el pasado 28 de abril (incluso desde el mes de noviembre de 2019, cuando multitudes colmaron el espacio público, exigiendo del gobierno de turno mejorar las condiciones materiales de existencia y en pos de una política del bien común), estas manifestaciones son una muestra clara de que nos encontramos en un acercamiento a la conciencia histórica de las luchas populares para reivindicar de la justicia social, el buen vivir, la vida digna. En perspectiva histórica, llevamos dos siglos, en concreto 170 años, desde la consolidación del bipartidismo (liberal 1848 y conservador 1849), partidos que se vieron inmersos en seis guerras civiles; en ese contexto, los liberales se organizaron en guerrillas (Jaramillo, 1989, p. 89), en tanto los conservadores tenían el apoyo de la iglesia católica y su poder pastoral que a todas luces, fomentó la violencia política partidista, no sólo en ese final de siglo, sino también durante buena parte del siglo XX. El siglo XIX culminó con la cruenta Guerra de los Mil Días, la cual, obviamente perdieron los liberales; de tal manera que se vivió bajo la impostura de gobiernos conservadores que se apoderaron e impusieron su poder político económico desde

1886 hasta 1930 y se vivió bajo el amparo de la Constitución Nacional de 1886 que duró 105 años, la cual “sirvió para reconstruir una forma opresiva de institucionalidad” (Quinche, 2010, p.7), Carta que instauró un régimen autoritario, presidencialista, clerical y represivo tras la imposición del artículo 121 que permitía la declaratoria del Estado de sitio, el cual se impuso durante su vigencia. Para hacer corto este proceso histórico de larga duración, nos encontramos con la masacre de las bananeras acaecida los días 5 y 6 de diciembre de 1928 en Ciénaga, departamento del Magdalena cuando obreros buscaban que la empresa estadounidense United Fruit Company, regularizara sus contratos, redujera las horas laborales y les pagase sus salarios con dinero, no con bonos como acontecía, en vez de diálogo recibieron las balas del ejército, al respecto expresó el parlamentario liberal Jorge Eliécer Gaitán ante el Congreso: Para una huelga pacifica, se empleó toda la crueldad inútil y el crimen sin nombre (…) No es que yo niegue que una agitación de justicia social recorre de uno a otro extremo del país para todos los espíritus. Ella existe, pero no como fruto del comunismo, sino como una razón vital de un pueblo que quiere defenderse contra

* Profesor Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia.

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Manuel Salvador Rivera Agudelo

la casta de los políticos inescrupulosos (…) Así proceden las autoridades colombianas cuando se trata en este país de la lucha entre la ambición desmedida de los extranjeros y de la equidad de los reclamos de los colombianos (…) Naturalmente no hay que penar que el gobierno ejerció ninguna presión para que se reconociera la justicia de los obreros. Éstos eran colombianos y la compañía era americana, y dolorosamente lo sabemos que en este país el gobierno tiene para los colombianos la metralla homicida, y una temblorosa rodilla en tierra ante el oro americano (Calvo, 2010, p. 39) Posteriormente, antes del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, se exacerbó la violencia política clerical conservadora terrateniente contra los liberales, surgiendo las guerrillas liberales de los Llanos o guerrillas gaitanistas, luego el ascenso al poder del fascista Laureano Gómez, quien pedía se regara sangre, tuvo que ceder el poder por enfermedad y por un acuerdo entre conservadores y liberales se le entrega el poder al militar de Gustavo Rojas Pinilla, quien, pasado un tiempo, y en el ejercicio de gobernar, se puso de lado del pueblo, lo cual disgustó a las oligarquías bipartidistas y derivó en un acuerdo que denominaron el Frente Nacional, componenda que se constituyó en un convenio bipartidista que buscó tapar y encubrir toda la violencia política que se venían presentando sobre la humanidad de seguidores de J. E. Gaitán desde antes de su asesinato; violencia política que no ha cesado hoy. Continuando con eta corta síntesis, en el año de 1965, el presidente conservador Guillermo L. Valencia, promulgó el decreto 3398, el cual gestaba la creación de grupos paramilitares como política de Estado, a través del cual, se asumía como base legal de la conformación de grupos

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de civiles armados coordinados por el ejército nacional (párrafo 3 del artículo 33 del citado decreto), el cual se convirtió en legislación permanente por la Ley 48 de 1968. Adicionalmente, otras normas fortalecieron esa disposición: el Manual de Contra guerrillas de 1979; Manual de Combate contra Bandoleros o Guerrilleros, Resol. 0014 del 25 de junio de 1982, EJC-3-101/82; Reglamento de Combate de Contraguerrillas –EJC-3-10/87. Tales disposiciones daban la facultad al Ministerio de Defensa Nacional para amparar como de propiedad particular, armas consideradas como de uso privativo de las Fuerzas Armadas. Entre ellas, la Resolución 005 del 9 de abril de 1969, en su artículo 183 orientaba la organización de la población civil en forma militar, para que se protegiera contra la acción de las guerrillas y apoyara la ejecución de operaciones de combate, estableciendo la conformación de Juntas de Autodefensa, fue así como a estas personas se les entrenó y equipó para efectuar operativos tendientes a la neutralización, desplazamiento o exterminio de grupos guerrilleros, así como para prevenir la formación de dichos grupos operando en coordinación con las tropas del Ejército nacional en acciones de combate. Todo esto se justificó por la situación clandestina de los civiles, que pueden ocultar la identidad de los agentes del Estado que están detrás de la realización de los operativos ilegales. La Corte Suprema de Justicia, mediante sentencia No. 22 del 25 de mayo de 1989, fue declarada la inconstitucionalidad del párrafo 3 del art. 33 del decreto 3398 de 1965, al considerar que se oponía al principio constitucional del monopolio de las armas de guerra en cabeza del gobierno, a esta disposición se le atribuyó sentido histórico, pues fue una opción para supe-

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rar los graves conflictos que afectaron las relaciones civiles entre los colombianos y que ahora adquiere una renovada significación ante los problemas que suscitan las diversas modalidades de la violencia actual. El alto Tribunal expresó: (…) La actividad de estos grupos se ubica al margen de la Constitución y de las Leyes, pues se convierten en grupos criminales que contribuyen con su presencia a agravar la situación de orden público por su carácter retaliatorio y agresivo (…) Corte Suprema de Justicia, Sala Plena, sentencia 22 de 25 de mayo de 1989. En ese orden de ideas y dejando de lado otros aspectos históricos, la crisis sistémica y estructural que vivimos y que abarca todos los aspectos de la vida y de todo el conjunto de la población de nuestro país. Necesitamos profundizar la participación política y ciudadana en un ejercicio democrático y participativo que valide el cosmos del mundo moral que se incluyó en la Constitución Política de 1991, participación política de la población que busca poner fin, rechazar y desplazar las componendas politiqueras de su condición de representatividad (artículo 3 de la Carta) que alude al principio del derecho constitucional del poder constituyente primario que reside en el pueblo. Por otro lado, el sistema capitalista neoliberal y de acumulación financiera que nos agobia y asfixia y que se ensayó e impuso a sangre y fuego en América Latina desde el derrocamiento del presidente chileno Salvador Allende. Es uno de los aspectos nefastos y lesivos para el bienestar común de la población, modelo que habrá que revisar y modificar en la Constitución Política de 1991.

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En estos tiempos de estallido popular, es importante destacar la organización del poder constituyente primario en la forma de organización y consolidación de las Asambleas comunitarias, veredales, barriales, populares, que buscan la confluencia en una Asamblea Nacional Popular en la cual se ventilen todas y cada una de las necesidades y pretensiones de las abigarradas organizaciones populares. A este respecto, es importante destacar en el orden teórico (O’Donell, 2010, pp. 231-232), la disponibilidad de fortalecer las redes dialógicas del discurso, como condición necesaria y útil para que se nutra la dialéctica de la identidad, la dialéctica del reconocimiento y la dialéctica de socialización. Las cuales son razones por las cuales importan para la existencia, la reproducción, la expansión de esas redes dialógicas de discursos y con ellas, la implementación y el ejercicio activo de la ciudadanía y la gestión de la democracia participativa, solidaria e incluyente. Por último, se destaca que el derecho a la protesta social o derecho a la manifestación que se encuentra previsto en la Constitución Política de 1991 en el artículo 37 y que guarda consonancia con el artículo 20 que se refiere al derecho fundamental a la libertad de expresión. Estos conceptos, entre ellos el de reunión, se encuentran recogidos en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos como: la Declaración Universal de los derechos humanos, la cual precisa que el alcance de este derecho se contrae a reuniones de naturaleza pacífica. La Declaración Americana retoma lo anterior y establece que la libertad de reunión comprende el derecho a realizar dos tipos de reuniones: asambleas transitorias y manifestaciones públicas, las cuales se pueden ejercer en defensa de los intereses de la población. Igualmente, instrumentos como el Pacto

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Manuel Salvador Rivera Agudelo

Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), y la Convención Americana, contienen normatividades relativas a la licitud de las restricciones a este tipo de libertad, las cuales guardan relación entre ambo instrumentos en torno a las restricciones a las demás libertades, como la de expresión, de asociación y de circulación. En concreto, el artículo 21 del PIDCP y el artículo 15 de la Convención Americana que reconocen la licitud de las restricciones que tutelan la seguridad nacional, la seguridad y e orden público, la salud y la moral pública, los derechos y las libertades de los demás, y que respetan los principios de legalidad y necesidad. La Convención Americana precisa que esta libertad se refiere al derecho de efectuar reuniones “sin armas”, y que el citado requisito de necesidad exige que la restricción sea “necesaria en una sociedad democrática”. Sin embargo, las citadas diferencias de forma, se contrastan con el artículo 21 del PIDCP y el artículo 15 de a Convención Americana, son, en el fondo, sustancialmente idénticas. También son similares a las disposiciones sobre restricciones a la libertad de expresión contenidas en las codificaciones del artículo 19.3 del PIDCP y 13.2 de la Convención Americana. En ese orden de ideas, cabe observar lo planteado por Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuando se pronunció en la resolución del caso “La última tentación de Cristo”, al expresar que: “La libertad de expresión, como piedra angular de la sociedad democrática, es una condición esencial para que ésta esté suficientemente informada” (Fondo), párrafo 68. Así las cosas, la libertad de expresión y la libertad de reunión, encuentran amplio reconocimiento e inserción en los instru-

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mentos universales e interamericanos de derechos humanos. Es necesario destacar que se asocia la libertad de expresión con la libertad de pensamiento, en tanto que, la libertad de reunión se emparenta con la libertad de asociación. Sin embargo, se ha incluido la libertad de reunión en el capítulo atinente a la libertad de expresión. Ahora bien, las personas que formen parte de una asociación, tienen derecho a conocer y a celebrar las reuniones que a bien tengan convocar; estos aspectos se encuentran estrechamente relacionados con la libertad de asociación y por lo tanto, con el derecho a la libertad de expresión, que no sólo se relaciona con el derecho a divulgar sus ideas e informaciones, así como el tener la libertad de investigar y participar en los asuntos públicos, como por ejemplo, el poder obtener el acceso a la información que se encuentra en los archivos públicos, es decir, que han emanado en el seno del Estado y sus instituciones. En consecuencia, la libertad de expresión como objeto de la política encuentra su arraigo en los artículos 19 y 25 del PIDCP. Al respecto, se ha pronunciado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Relatoría Especial para la libertad de Expresión (2019), quienes produjeron un documento denominado: Protesta y Derechos Humanos. Estándares sobre los derechos involucrados en la protesta social y las obligaciones que deben guiar la respuesta estatal. En ese orden de ideas, la crisis sistémica y estructural que vivimos y que abarca todos los aspectos de la vida y de todo el conjunto de la población de nuestro país. Nos debe conducir a la profundización de la participación política y ciudadana a fin de rechazar y desplazarles de su condición de representación.

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LA INDIGNACIÓN ES LA RESPUESTA NATURAL DE LOS SERES HUMANOS ANTE LA VIOLENCIA QUE GENERA UN GOBIERNO INDOLENTE

Hay que crear las condiciones para desplazar el sistema capitalista neoliberal y de acumulación financiera que nos agobia y asfixia. Situación que habrá que revisar en la Constitución Política de 1991. Es de suma importancia la consolidación de las Asambleas comunitarias, veredales, barriales, populares, que puedan confluir en una Asamblea Nacional Popular. Antonio Gramsci planteó: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro surgen los monstruos.”

Referencias Álape, Arturo. La paz, la violencia: Testigos de excepción. Bogotá: Planeta. 1987. Calvo Ospina, Hernando. (2010) Colombia, laboratorio de embrujos. Democracia y terrorismo de Estado. Madrid: Ed. Foca.

Constitución Política de Colombia de 1991. Convención Americana de Derechos Humanos. (1969) entró en vigor en 1978. Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Jaramillo, Carlos Eduardo (1989). “La Guerra de los Mil Días” En: Nueva Historia de Colombia. Bogotá: Ed. Planeta. O’Donell, Guillermo. (2010) Democracia, agencia y estado. Teoría con intención comparativa. Buenos Aires: Ed. Prometeo libros. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. (1966), entró en vigor en 1976 Quinche Ramírez, Manuel Fernando (2010). Derecho constitucional colombiano. De la Carta de 1991 y sus reformas. Bogotá: Doctrina y ley. Medellín, junio de 2021

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LAS GRAFÍAS CALLEJERAS DEL PARO NACIONAL Natalia Piedrahita Tamayo*

Las calles y muros de varias ciudades colombianas son por estos días los lienzos de las manifestaciones que se vienen dando en el paro nacional que ya cumple 27 jornadas. Los artistas que intervienen estos espacios son conscientes de que los mensajes que plasman, muy posiblemente, serán borrados en poco tiempo. Algunos académicos, sin embargo, resaltan en el arte de calle el poder de generar diálogo y su potencial como acción política. «El pueblo no se rinde carajo». Ese es uno de los mensajes que se lee en los muros

del deprimido de la Avenida 80 con la calle San Juan, en Medellín. Se trata de un mural pintado por un colectivo de artistas callejeros, su testimonio de lo que actualmente sucede en el país. Quienes pintaron este mensaje refieren que es también una respuesta ante la acción del Ejército de tapar un primer manifiesto, aquel que —el 2 de mayo, cuarto día de protesta del paro nacional— apareció en esas mismas paredes y que decía «Estado asesino». Los trazos incluían también, en gran tamaño, la cifra 6402, que según la Jurisdicción Especial para la Paz —JEP— corresponde

Fotografía: Comunidad de Pintura Callejera de Medellín.

* Periodista UdeA Noticias, portal universitario. 25 de mayo de 2021.

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Natalia Piedrahita Tamayo

al número de víctimas de falsos positivos que se produjeron en Colombia entre los años 2002 y 2008. Los trazos del arte callejero que han acompañado a las marchas y las protestas durante el paro nacional son testimonios sobre violaciones a los derechos humanos que suceden en el país y también son clamores de esperanza y exaltaciones de la vida y la libertad de expresión. Los parques, calles y muros de Cúcuta, Bogotá, Pereira y Cali son hoy lienzos que narran los asuntos medulares de lo que está pasando en Colombia. «La calle es la mejor galería: está a los ojos de todos. No tienes que entrar a un museo para ver estas obras. No son un cuadro de la sala que debe combinar con el color del sofá. Son hechos que están ahí para los ojos de la ciudadanía», expresó Juan Fernando Vélez González, artista plástico, profesor e investigador de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia. Como «pintor de calle» —ex-

periencia que ha vivido desde 2005—, Vélez se ha dedicado a explorar las dinámicas del grafiti tanto de Medellín como de otras ciudades. Desde su perspectiva los artistas callejeros son la voz del pueblo: «en estos colectivos que intervienen los muros están los hijos de varias décadas de violencia, que crecieron viendo fenómenos como el paramilitarismo y las milicias urbanas de 1990, jóvenes que no tienen nada que perder y que están indignados y cansados de vivir y presenciar la injusticia». Para los académicos, hay en estas expresiones una denuncia, una síntesis de la indignación y las carencias que muchos colombianos han padecido por décadas, un acervo de emociones en los muros. Son construcciones conjuntas, pensamientos que representan a muchos, que van más allá de lo individual y se convierten en acción política. Los trazos son variados: hablan de los pueblos originarios, sobre la dignidad de cada vida, el llamado de la

Fotografía: Comunidad de Pintura Callejera de Medelllín.

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LAS GRAFÍAS CALLEJERAS DEL PARO NACIONAL

naturaleza, la agonía de vivir en un país rico en recursos y en el que, paradójicamente, la muerte y la escasez agobian a la mayoría. «Esas formas expresivas, esos lenguajes sensibles expresan aquello para lo cual las palabras se agotan. Para muchos, las expresiones «partido político», «Estado» o «democracia» ya no dicen mucho, las palabras se agotan cuando su contenido es meramente retórico y entonces cobran gran valor otros lenguajes, estéticos, poéticos y de la imagen. La política nos obliga hoy a pensar en estos lenguajes. El arte entonces reclama su función política y aparece como experiencia que condensa aquello que nos es común como seres humanos», opinó Catalina Tabares Ochoa, socióloga, profesora e investigadora del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia. El de los grafiteros es, además, un fenómeno colectivo en el que han cambiado las dinámicas y se ha democratizado la participación. Según cuentan algunos de ellos, en la ciudad hubo épocas en las que era necesario un ritual de iniciación para ser aceptado en el gremio: si el artista no tenía un black book —cuaderno donde el grafitero realiza sus esbozos de proyectos futuros— y una libreta para diseñar, no era tan bienvenido; además, dicen, era muy costoso acceder a los aerosoles. En el presente, en cambio, se conectan en colectivos y comunidades, y comparten las pinturas y sus proyectos. De esa forma, en buena medida, se dan a la creación. Así mismo, ahora tienen otras facilidades para la comunicación y aprendizaje; las redes sociales, en especial Youtube, por ejemplo, han hecho que las personas puedan acceder fácilmente al conocimiento de técnicas de dibujo.

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«En Medellín éramos cerca de 50 grafiteros en 1990, ahora hay más de 3000. Esto habla de cómo el fenómeno ha cambiado y cómo las voces se unen hoy para construir y deconstruir. Hay una declaración de fortaleza en las calles cuando el Ejército tapa una pintura y aparece luego un mural más potente», declaró Giovanni Acevedo —conocido en el medio bajo la firma de Nuka— artista plástico que desde 1990 ha pintado las calles de la ciudad, un testigo de la evolución de este arte.

Arte callejero y mediador El Código nacional de policía y convivencia que actualmente rige en Colombia dice que el grafiti solo podrá llevarse a cabo en zonas habilitadas, bajo previo permiso de la autoridad competente. Pero el arte callejero, por décadas, se ha realizado más allá de las reglas y de manera autónoma. Y, desde esta premisa, que ha sido incómoda para algunos ciudadanos, también ha propiciado encuentros de ciudad, convergencias en torno a géneros musicales como el hip hop y a gustos por la ilustración y las expresiones gráficas. «El arte de calle tiene el poder de generar diálogos y consensos —destacó Vélez González—. Es muy sintomático que en la 80 con San Juan, en un espacio que siempre se han repartido los hinchas del Deportivo Independiente Medellín y el Atlético Nacional, ahora se vea la denuncia de un solo tema que es latente en el país». No hay que olvidar que la dimensión social del arte está declarada desde que el hombre paleolítico marcaba las cuevas con las primeras grafías de la caza colectiva o con la mera intención de decir que se estuvo allí, lo cual es ya un testimonio de presencia, la huella que se deja para otro espectador.

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Nuka lo sintetizó así: «Las manifestaciones artísticas que se están viendo en este momento en Colombia nacen de la cooperación y la unión, también de la rabia e indignación ante la violencia y la falta de garantías. En cualquier caso, se trata de un mestizaje en el que participan desde artistas plásticos y diseñadores hasta escritores e investigadores. San Javier, el centro, Buenos Aires, Castilla, Santa Cruz, los populares, casi todos los barrios tienen hoy movimiento grafitero», aseguró.

ciedad sea más equitativa: «Aunque los estudios políticos piensan la participación de los individuos desde sus contextos particulares y esto es valioso, desde el arte se cuestionan las formas tradicionales y hegemónicas de hacer política. Si la puesta en escena de la directora de una banda sinfónica conmovió a todos en el país, es por ese motor político que reside en el arte y que debe permear a los tomadores de decisiones y líderes», resaltó Tabares Ochoa.

La música, el teatro, las imágenes, el performance, son fuentes de resiliencia y memoria en medio de las manifestaciones que en Colombia se están dando; y en ese sentido el arte callejero es un símbolo de aquello que debe cambiar para que la so-

Universidad de Antioquia Los trazos del arte callejero que han acompañado las marchas y las protestas durante el paro nacional, son testimonios de violaciones a los derechos humanos y

De la Serie Geometría Ancestral, protección de Jaguar Negro. Vinilo, marcadores y laca al stencil. Cortesía: Por: Juan Vélez.

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LAS GRAFÍAS CALLEJERAS DEL PARO NACIONAL

otras situaciones que ocurren en #Colombia. También, son clamores de esperanza y exaltaciones de la vida y la libertad de expresión.

construcciones conjuntas, pensamientos que representan a muchos, que van más allá de lo individual y se convierten en acción política.

Para los académicos estas son denuncias, una síntesis nación y las carencias que lombianos han padecido por acervo de emociones en los

Conoce en el artículo de #UdeANoticias como las calles y muros del país son hoy lienzos que narran los asuntos medulares de la situación actual: bit.ly/ArteParoNacional

expresiones de la indigmuchos codécadas, un muros. Son

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PROFESORES DE CÁTEDRA Y MODELO DE UNIVERSIDAD Nelson Vanegas Arbeláez*

A mediados de 2020 y en la incertidumbre de una pandemia que no habíamos previsto, se estaban cumpliendo el final de las horas contratadas de los profesores de cátedra de mi Facultad y se iban a quedar sin trabajo. Gracias a la lentitud y falta de interés de numerosas capas administrativas esto casi pasa. Ahora, un año y medio de pandemia más adelante (falta la mitad) se les acaba de hacer un pago incompleto a muchos de ellos disminuyendo su ingreso mensual de forma arbitraria. De nuevo, la misma historia, algún funcionario sin conciencia y norte moral ordena que no se les paguen algunas horas sin razón alguna, sin acto administrativo o razonamiento que lo justifique y sin la cortesía de un aviso. Lo anterior, en conjunto con la movilización social en la que estamos, nos obliga a hacer un alto y revisar. El tema de los profesores de cátedra es un tema nacional. La educación superior en Colombia depende de este grupo humano de decenas de miles de profesionales de cada disciplina, sin los cuales no tendríamos chance de una sola universidad funcional. Ni una, todas dependen de ellos. La razón para que la movilización social tenga que ver es simple: hay paros y a muchos de ellos las instituciones los ven

como el eslabón más débil que pueden cortar, les dan la espalda y se ahorran el valor de su contrato. Eso es una buena muestra de la profunda injusticia e inequidad que significa el modelo de universidad que tenemos, basada en la contratación de muchos profesores de cátedra a quienes pagan algunas veces menos de 10 meses de contratación anual (verán, el semestre dura cuatro meses en una mal llamada Universidad). En algunas de ellas los contratan a través de cooperativas para pagarles todavía más mal y poderlos controlar laboralmente abusando de ellos sin control alguno. En el caso de la Universidad de Antioquia, somos un poco mejor que eso, pero persiste un problema básico que resolver. Acá como en cada otra institución de educación superior, no tienen estabilidad alguna y en la práctica no reciben una prima o unas vacaciones pagas (se les da en la liquidación que en forma efectiva es solo el ingreso que les permite sobrevivir el mes o más que se quedan sin contrato entre semestres). Sin estabilidad, no tienen esa independencia que tanto reclamamos. Fácilmente se quedan sin contrato si critican o hacen reclamos. ¿Con qué cara vamos a formar profesionales críticos si no les damos estabilidad a sus profesores de tal forma que puedan ejercer derechos y levantar polvaredas cuando amerita?

* Profesor Instituto de Física, Universidad de Antioquia.

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Nelson Vanegas Arbeláez

Un profesor de cátedra no tiene acceso o casi no lo tiene a fondos para movilidad, proyectos de investigación genuinos, participación en eventos ni capacitación gratuita de calidad. No están afiliados a cajas de compensación ni tienen acceso a otros mecanismos de equidad en la Universidad. Se les cobra matrícula en posgrados y la reducción que en algún esquema se les da es insuficiente. Al pagarla, le devuelven a la Universidad lo poquito que les pagan y con ello solo ahondamos las distancias. Es como pagarles cicateramente con una mano para quitarles con la otra. Hablando de salario, entre el ingreso anualizado de un profesor vinculado de tiempo completo a la Universidad y el ingreso anualizado de un profesor cátedra hay un factor que se acerca a cinco, pero un profesor de los mejor pagados puede ganar 15 veces lo que un profesor de cátedra con máximo número de horas. Los profesores de tiempo completo tenemos no solo esa ventaja, sino que nos dan vacaciones dos veces al año, tenemos una buena proporción de nuestros ingresos libres de impuestos, tenemos acceso a fondos, investigación, movilidad, etc. Para terminar de cerrar el círculo de la inequidad, supongamos que un profesor vinculado hace una publicación y tiene como coautor a un profesor de cátedra. Mientras el profesor vinculado tiene derecho a pedir un aumento salarial que puede rondar en un ingreso extra anualizado de 3.5 millones aproximadamente como salario, suponiendo una muy buena revista (con todas las implicaciones que eso tiene en términos de pensión y otros), al mismo tiempo, el profesor de cátedra en el mismo artículo, tendrá derecho a unos puntos que no son de por sí suficientes para saltar en el escalafón que para ellos existe.

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Muchas veces necesitan dos o más artículos de primera línea para dar ese paso y cada paso en el escalafón no es más de dos millones anuales de ingresos adicionales y ninguna otra mejora, eso siempre y cuando trabajen unas 500 horas anuales en la Universidad. En otras palabras, estos mecanismos salariales solo aumentan y perpetúan la diferencia. Dos artículos para un profesor de tiempo completo pueden ser 7 millones de ingresos anuales adicionales, para un profesor de cátedra pueden no ser más de dos millones (todos valores aproximados). Que alguien me explique cómo esto no es inequitativo e injusto. Es imperioso revisar eso, la protesta social que vivimos es un reclamo de muchos jóvenes a empleo y oportunidades, a tener una vida digna una vez se gradúen. Y he aquí, dentro de la Universidad, un sistema que los mantiene en situación precaria durante años y sin posibilidades de mejora significativa ni estabilidad. Muchos de esos profesores de cátedra son estudiantes de posgrado y de pronto encuentran trabajos permanentes por fuera, pero ese no es el destino de todos. Y solo para decirlo en alguna parte, durante esta pandemia nadie pensó en los portátiles o computadores de los profesores de cátedra, sus condiciones de trabajo, su vivienda, su conexión a internet, su estabilidad, el cierre continuo de puertas en frente de ellos. No tenemos siquiera un buen estudio de cómo viven y en qué condiciones socio-económicas. Si la Educación Superior le diera condiciones salariales dignas y de estabilidad a estos colegas de cátedra le estaría dando estabilidad, equidad y futuro a muchos profesionales jóvenes. Esos jóvenes, que defendemos en abstracto en medio de este paro, son estos que nos dictan la-

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PROFESORES DE CÁTEDRA Y MODELO DE UNIVERSIDAD

boratorios, talleres y nos asisten en cada curso que no podemos dictar, que son una gran mayoría. Están acá, al lado, no en una patria abstracta. Defenderlos a ellos, cambiar su situación, es darle oportunidades a miles de profesionales que viven casi del día a día. Y hay mucho que podemos hacer, como no cobrarles posgrados, darles oportunidades de formación, estabilidad y permitirles participar adecuadamente. La Universidad no puede ser un testigo mudo e inerte en torno a esto. Y ciertamente hay obstáculos legales en la Ley 30 de 1992 y otras normas, pero para eso son las protestas, para que esos

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obstáculos sean removidos y se produzca algo de justicia. Es obvio, al menos para quien esto escribe, que el modelo de Universidad colombiana ha llegado al techo de lo que puede producir (y al piso porque se producen situaciones de bajeza extraordinaria). Este modelo no está arrojando mayor productividad o impacto científico o técnico. No está siendo efectivo para cerrar brechas. Así que hay que repensar este modelo basado en la labor barata de profesores de cátedra; es una tarea pendiente y debemos hacerla desde adentro.

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¿Y EL BLOQUEO DE 211 AÑOS? Y FRENTE A LOS VÁNDALOS ¿QUÉ DECIR DE LOS “ROMANOS”? Mario Yepes Londoño* Sin duda: los bloqueos son una desgracia; ya conocemos de sobra las razones para calificarlos así. No son justificables vistos los efectos terribles, algunos de ellos criminales cuando han producido muerte o graves daños. Pero son perfectamente explicables. Aparte los delincuentes oportunistas, sí, los pagados o de cerebro lavado por el fanatismo de la derecha o por el de la falsa izquierda servidora de la primera. La izquierda democrática marcha pacífica, resistente a toda violencia. Ocurre, por un lado, que hay una represión violenta contra la legítima protesta de lenguaje claro, directo y también poético, lúdico; represión que no empezó hace un mes y que tiene antecedentes inmediatos como las muertes y las promesas incumplidas desde 2019 a los movimientos sociales; ocurre por otro, que la inmensa mayoría del pueblo colombiano ha sido bloqueada por el Establecimiento, el “Régimen”, desde 1820 para que sólo hablemos de lo que han practicado y omitido los herederos de los criollos dominantes desde la Independencia. Bloqueo inclemente a la satisfacción de los derechos fundamentales empezando por el derecho a la vida, a la alimentación, a la salud, a la educación, al arte, a la felicidad que reclamaron los movimientos de independencia de toda América. Bloqueo producido por la rapiña, la ambición desaforada de tierras y de riquezas, el egoísmo infinito, la ridícula

pretensión de ser más nobles y meritorios de una buena parte de nuestra clase dirigente (las excepciones…) y de los siervos voluntarios que les han tenido firmes la rienda y el estribo para ser aceptados y ascendidos. De éstos, los peores han sido los militares, los Holmes, los Molanos, los Castaños y la larga lista de los mismos y de sus patrocinadores civiles. Los que durante dos siglos desataron 37 guerras civiles “justas” que bloquearon a todo el país selectivamente según la causa y los intereses. Clase dirigente que nos ha dirigido al abismo. ¿Y los vándalos? No fueron mansas palomas los históricos vándalos que se vengaron de los romanos, esos que los habían invadido y masacrado en tiempos del Imperio; más bien fueron palomas a la valenciana, bien armados y resentidos, los que saquearon a Roma en el 455 de la era cristiana y causaron un Cabal desastre. Allí se ganaron la fama duradera que convirtió el nombre de su pueblo, ya considerado bárbaro, en sinónimo de feroces incendiarios, violadores y asesinos, amén de saqueadores. Estaban devolviendo atenciones a los romanos, de igual a igual, sin distinguir militares de civiles. Terrible. Los romanos no se tomaron toda Europa, el norte de África y buena parte del Asia sólo con Conversaciones Nacionales y Comisionados. Y la injusticia histórica

* Profesor (j) Universidad de Antioquia.

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Mario Yepes Londoño

radica en que la historia selectiva se olvida convenientemente de otros saqueos dondequiera, Roma incluída; sobre todo la nuestra oficial, desde el hispanismo excluyente a partir de la Regeneración que tanto nos moldeó, la cual jamás llamó vándalos a Carlos V y sus tropas cristianas, la mayor parte mercenarias pagadas por los maduros alemanes, franceses y suizos, cuando en el sacco de Roma de 1527 masacraron a miles y capturaron a su enemigo el Papa Clemente VII. Bárbaros; vándalos. Pero eran “de los nuestros”, ya desde antes de que vinieran a América a civilizarnos con la cruz en una mano y la espada y el cañón en la otra. ¿Por qué Duque, Uribe y Molano jamás llaman a nuestros bárbaros, por ejemplo, “marines” como en Irak, enviados por Bush, donde destruyeron miles de vidas y tesoros de la cultura universal? ¿O a Kissinger, Nixon y la CIA en Santiago de Chile? ¿O soviéticos en Budapest y en Praga, o tomando turnos con los nortea-

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mericanos en Afganistán? ¿O chinos en Tiananmen? Para eso sí se acabó la Guerra Fría, pero no para seguir usando el lenguaje de entonces aquí y ahora como hace el uribismo. Pero ¿qué necesidad tenemos de nombres de potencias extranjeras? A los que destruyen, incendian, saquean, matan policías, sean ellos elenos, disidentes de Farc o encapuchados surtidos, y a los que desde camionetas blindadas y con fusiles, servidores de la “gente de bien”, disparan a la vista de la policía contra indígenas y manifestantes, en vez de vándalos podríamos llamarlos Nicacios, Camacholeyvas, Ceballos, Turbayes, Vegauribes y Molanos. Producto nacional bruto. Gross national product, para que me entienda Carrasquilla, ahora promovido a bárbaro supranacional. Es que para Duque y los suyos, la Historia empezó con su Padre Fundador: Uribe. Y vea cómo quedamos.

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Puntual


CARTA ABIERTA PARA LOS ESTUDIANTES DE LA FACULTAD DE ARTES DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA* El filósofo contemporáneo Slavoj Žižek describe el acontecimiento como algo traumático, perturbador, que parece suceder de repente y que interrumpe el curso normal de las cosas; algo que surge aparentemente de la nada, sin causas discernibles, una apariencia que no tiene como base nada sólido. Si partimos de que es la aparición inesperada de algo nuevo, que debilita cualquier diseño estable y que no tiene una causa concreta, porque asalta todo lo que se da por sentado, sabremos entonces que no podremos construir sobre el pasado y que las cosas tendrán que girar, acorde con esta nueva realidad. Esto nos plantea un reto ético, político, simbólico y estético. Así mismo, Žižek nos dice que ante esto no hay una respuesta clara, sino una necesidad de reinventarnos el universo, de crear un cambio en los planteamientos y acciones que tenemos como verdad a través de los cuales percibimos el mundo, para volverlo una potencia creadora que revitaliza el modo de asumirnos ante la vida. Y es a partir de este escenario que nos abre Žižek, que queremos invitarlos a ustedes como estudiantes de la Facultad de Artes de esta gran universidad (que ha tomado las riendas de la actual contingencia) a que, desde una propuesta ar-

tística y pedagógica, seamos capaces de desafiar la incertidumbre que se impone y abrir horizontes a la creación, al debate, a la construcción de alternativas contemporáneas, sociales y humanas, que nos vinculen a los avances que se hacen hoy en el mundo. Es indiscutible que estamos enfrentando una situación compleja, que no son claros los caminos que debemos tomar; pero también es cierto que ello no depende solamente de unas directivas institucionales, sino de la participación de todos como comunidad académica que se sabe pública y que tiene además la responsabilidad de desbrozar el camino para los que vienen con nosotros e incluso con los que vienen un poco más atrás. Reconocemos que apenas estamos entendiendo lo que acontece y tratando de adoptar medidas para cubrir, de la manera más honesta y responsable, las falencias que de esto puedan derivarse, pero no lo podemos hacer si no tenemos la complicidad, el apoyo y la confianza de ustedes. Por este motivo, les pedimos que crean en nosotros como docentes y directivos de esta Facultad; que participen de los encuentros que hemos diseñado y que entiendan que en estos momentos es lo que mejor podemos hacer y que, de hecho, estamos poniendo la carne en ello. Al igual que ustedes, no tenemos respuestas, no sabemos hasta cuándo va a durar esto y también, como ustedes, tenemos necesidades, te-

* Profesores de la Facultad de Artes de los Departamentos de Música, Artes Escénicas, Artes Visuales y Posgrados, Universidad de Antioquia.

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Renato Santos de Souza Carta abierta para los estudiantes de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia

mores, dolores y angustias, pero creemos que con el encuentro que proponemos, se podrán crear respuestas particulares para nosotros mismos y apaciguar el protagonismo de tales sentimientos. Cabe resaltar que sabemos de los múltiples inconvenientes que muchos de ustedes tienen para conectarse desde un computador e incluso para contestar un correo o un whatsapp, pero también creemos que si ustedes ponen un poco de su voluntad es posible hacerlo y tratar entre todos de vincular a los que no están. Muchos podrían decir que no se matricularon para recibir clases virtuales, que falta el contacto, materiales, dispositivos, herramientas y muchas cosas más y es cierto, pero ¿qué hacemos entonces? ¿cómo seguir defendiendo una universidad que, además, si han visto noticieros o han seguido las redes, ha apostado por salir adelante y darle pecho a la pandemia? Y la respuesta que nos puede ayudar, es mantenerla viva, viva en la voz, en la imagen, en la creatividad, en la ciencia, en la pedagogía, en la capacidad de deshacer la derrota y volverla posibilidad. Hay muchas cosas en el mundo que se están haciendo, las cuales transforman las dinámicas que hemos dado por certezas. La naturaleza recupera en una velocidad increíble su ritmo, se limpia, se muta y nos da un ejemplo de capacidad frente a la adversidad. Por tal motivo, solicitamos de su esfuerzo y voluntad para que la comunidad académica no se separe, sino por el contrario se agrupe y se fortalezca desde un aprendizaje flexible, móvil y acorde a la realidad que estamos afrontando. El

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mundo sigue girando y en su devenir nos invita al cambio; está en nosotros mirar cómo pasa por nuestro lado o ser parte de este fenómeno y abrigar la posibilidad de encontrar rutas que a lo mejor nos lleven a otros aprendizajes. Un día tal vez no muy lejano, podremos hablar de ello, del acontecimiento, de todo lo que pasó y podrá ser tema de nuestras creaciones, por ahora nos toca reinventarnos para poder sacudir un poco el traumatismo que producen los movimientos de azar. La invitación está abierta y queremos que todos hagamos parte de ella. Con cariño. “Si nadie te garantiza el mañana el hoy se vuelve inmenso.” Carlos Monsiváis Gustavo Adolfo Villegas Gómez Alejandro Tobón Restrepo Lina María Villegas Hincapié Diego León Gómez Pérez Julio César Salazar Zapata Ana María Vallejo De la Ossa Ángela María Chaverra Brand Lindy María Márquez Holguín Astrid Johana Parra Ospina Beatriz Elena Vélez Álvarez Fernando Mora Ángel Ana María Orduz Espinal Ana María Trujillo Escobar Lavinia Sabina Sorge Radovani Juliana Congote Posada Gabriel Mario Vélez Salazar Medellín, 24 de abril de 2020

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¿QUÉ HE APRENDIDO EN MIS ÚLTIMOS 365 DÍAS? Sara Yaneth Fernández Moreno* 4 de marzo de 2020

FOTO Estéban Lopera

Gracias doy a la desgracia Y a la mano con puñal Porque me mató tan mal…

Que pude sobrevivir a la muerte y que esta no tuvo señorío sobre mi antes del día que sea marcado. No fue el 4 de marzo de 2020 por cuestión de milímetros, no fue por voluntades nefastas, ni por sombríos intereses. Para quienes tienen algunas dudas debo aclarar, NO fue un menor de edad quien entró a mi casa a las dos de la madrugada, NO fue un habitante de calle y NO entró a robar, lo hubiera podido hacer perfectamente porque nunca advertí su presencia. Me despertó el cuchillo enterrado en mi cuerpo, atravesando mi humanidad, me despertó mi pulsión de vida que nunca antes estuvo tan fuerte, tan guerrera y tan decidida por vivir. Comprendí entonces que las amenazas que recibimos dos días antes diferentes instancias, colectivos, vocerías, estudiantes y profes de

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la universidad eran ciertas, hirieron a la universidad pública. No basta desfinanciarla, no basta desprestigiarla, no basta infiltrar sus marchas, criminalizar a quienes marchan, no basta militarizarla autorizando la entrada del ESMAD o desalojándola desde helicópteros que lanzan lacrimógenos, no basta judicializar a sus activistas, no basta con confundir y ofender con terminología que ni existe como la llamada ideología de izquierda a quienes defendemos la educación pública, gratuita, garantizada como derecho, y la ideología de género a quienes promovemos la autonomía y los derechos que las mujeres y los jóvenes tienen sobre su propio cuerpo, no basta retirarle el soporte básico que necesita para su funcionamiento y que por ley le pertenece cuando la educación ES y DEBE ser un derecho humano fundamental garanti-

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Sara Yaneth Fernández Moreno

zado por el Estado, no basta con imponer para un derecho que es de todas y todos una competencia donde solamente las personas mejor calificadas accedan a la universidad cuando justamente son todas las personas las que necesitan y deben formarse. Temí y sigo temiendo por la universidad, por la indiferencia y la injusticia frente a su sostenimiento, ahora en pandemia hay un largo paréntesis que solamente deja pendiente las preguntas sobre su sobrevivencia a corto, mediano y largo plazo. He conocido de cerca la solidaridad, el cariño y la compañía; recibí el abrazo y me alegré que abrazáramos a la salud que también está en riesgo, especialmente la salud pública, la salud colectiva la que es para todas y todos y no solamente para quienes puedan pagarla. Recibí el abrazo en el que tendría que ser hace mucho rato nuestro hospital universitario gratuito y de atención abierta para aprender acompañando; para devolver a la ciudadanía que paga con sus impuestos nuestro funcionamiento, los servicios y la atención en salud que tanto necesitan, dentro y fuera de los hospitales. He podido constatar que falta compromiso e interés por LA VIDA por parte de quienes deben protegerla, que hay defensoras y defensores de derechos humanos sin protección ninguna, que hay amenazas en todas partes y que no hay oídos que escuchen, auxilien y atiendan esas voces. Quienes creemos y luchamos por la paz seguimos siendo inconvenientes para quienes abrazan la guerra y se lucran con ella. He constatado directamente que la solidaridad nacional e internacional existen

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y que necesitamos contar a los cuatro vientos lo que está pasando en Colombia, la vergüenza, la desfachatez, la injusticia con la que estamos siendo “gobernados”. Sé de la impotencia de no poder garantizar la vida, la vida buena, la vida plena, la vida sabrosa que nos merecemos. También sé que gastamos mucho tiempo, demasiado, un tiempo valioso que se nos va entre el miedo, el temor y la amenaza de poder seguir siendo; que trabajar por los derechos y la dignidad sigue representando un riesgo para la propia integridad y LA VIDA. Ese tiempo deberíamos invertirlo en otras cosas más amables, más creativas, más propositivas, más tercamente esperanzadas por otros mundos posibles, en donde quepan muchos mundos. He sido abrigada y acogida por esa solidaridad y la agradezco infinitamente, soy afortunada, me rodean muchos brazos de familia, amigas, amigos, colegas, estudiantes, compañeros, compañeras, familia extendida que me acunan para seguir siendo. No creo estar por encima de nadie, no me considero moralmente ni mejor ni peor que nadie, PERO me siento en deuda, siento que falta mucho por hacer estoy convencida que defender la educación y la salud como derecho, nos hace mejores personas, mejores seres humanos con-vivientes con las demás especies del planeta, no hemos estado a la altura de ellas que sí respetan a la Pacha Mama y la saben habitar sin destruirla. Muchas han sido las vidas tempranamente perdidas por esas y otras justas causas y sus banderas siguen en pie y necesitan ser levantadas con determinación si queremos seguir siendo. Cantando al sol como la cigarra Después de un año bajo la tierra Igual que el sobreviviente Que vuelve de la guerra

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TOMA, CAMPAMENTO, RESGUARDO, OCUPACIÓN, DOMINIO Fabio Humberto Giraldo Jiménez*

Mi inveterada empatía moral y política con la protesta social contra la pobreza, la desigualdad social, económica y política, no me limitan para evaluar críticamente la toma de la Universidad de Antioquia por parte de un pequeño y difuso grupo de personas que ha hecho de ella, de toda, un campamento que administra a discreción propia pero sin responsabilidades legales ni políticas. A tres semanas de la toma no se tiene certeza si es un acto de protesta integrado a la movilización social o si es un acto aislado, espontáneo y apócrifo aunque en sus lacónicos y también difusos comunicados justifican el hecho como una presión para la reapertura total de la Universidad a pesar de la plenitud de la pandemia y de su letal y filosa guadaña. Contrasta esta justificación con el consenso que existe hoy en la comunidad universitaria sobre la reapertura del campus para actividades académicas que impliquen presencialidad y aglomeración. El núcleo de ese consenso indica la conveniencia de un proceso gradual de reapertura tal como se ha venido y se seguirá realizando en la medida en que la salud y la vida estén más abrigadas. Siempre se ha justificado ese consenso con análisis que los propios científicos de la Universidad han compartido públicamente forta-

leciendo el aval político del consenso que incluye la sensata admonición de la Asociación de Profesores en tal sentido. Si esa es la motivación del Campamento, que en su último comunicado muta a “Resguardo Estudiantil, Popular y Humanitario”, pretende la imposición de un punto de vista unilateral aunque comparta con el consenso de la comunidad universitaria su carácter de humanitario y popular. Si es así, estamos frente a una versión de esa luenga opinión ligada a la violencia parturienta según la cual la ideología son los hechos y “demalas la razón”. Esta toma que puede convertirse en ocupación con pretensión de dominio y que ya va en su tercera semana, le hace muy poco favor a la legitimación de la movilización social no solo porque la poca claridad de fines y de medios contamina negativamente su legitimidad, sino, y fundamentalmente, porque resulta ser una agresión injusta que se hace a nombre de la justicia perjudicando a la Universidad que es ejemplo vivo de la justicia social. ¿Cómo ser injusto con quien es justo? Para quienes no simpatizan con la protesta social contra la iniquidad del sistema político les viene bien una Universidad desprestigiada y sacan provecho gratis del desprestigio construido desde adentro llevada a cabo por quienes dicen amarla y

* Profesor (j) Universidad de Antioquia.

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Fabio Humberto Giraldo Jiménez

necesitarla, que se agrega al desprestigio que ellos mismos han construido desde afuera. Al instrumentalizar el prestigio de la Universidad convirtiéndola en megáfono, el rebote del eco termina ensordeciéndola. Y aún más. Si la toma estuviera integrada a las estrategias del movimiento social, lo que hasta ahora no se ha dicho, y tomando como referente evaluativo una ética pragmática o de resultados, habría que preguntarse por su utilidad y eficacia en relación con los fines. Pero también, tomando como referente evaluativo una ética de principios, habría que preguntarse si la toma de la Universidad es justa. ¿Acrecienta la legitimidad de la movilización social contra el sistema político injusto? ¿Aumenta el número y la calidad de simpatizantes? ¿Convence a los apáticos o a los antipáticos? ¿Deja un estela de gloria en los anales de la movilización social? ¿Contribuye a acelerar cambios estructurales en el sistema político? ¿Hace tambalear al gobierno que es su némesis política? ¿Extrema las condiciones ya de por sí extremas para que arrastre a las masas hacia la causa justa? ¿Los campa-

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menteros son héroes de la revolución social por su sacrificio altruista? ¿Quedarán en los anales de la historia de los movimientos sociales? ¿Lograrán que contra todos los consejos científicos que exigen prudencia la Universidad de Antioquia se abra por obra y gracia de su heroicidad? ¿Lograrán que se abra la universidad para la vida académica que incluye la discusión y análisis sobre la situación social y que cuando ello ocurra no regresen actividades lumpenizadas y lumpenizantes como los campamentos del microtráfico? Presuponiendo la buena fe de sus propósitos, como debe hacerse, es hora de que en un acto de simpatía con la Universidad y de sindéresis política este grupo de personas reconozca que su persistencia tiene un único beneficiario: aquellos que consideran su némesis política; y que tiene un único perjudicado: la universidad que, según el comunicado del Campamento o Resguardo, sienten como su amiga. Sería un verdadero acto de amistad con la Universidad, con su gente, que son ellos mismos, que se avengan con una solución tranquila uniéndose al consenso que ya existe. Ese sería un acto de valentía.

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¿QUIÉNES SON PUES NUESTROS ESTUDIANTES? Juan Guillermo Gómez García*

Como profesores ya no nos preguntamos y: ¿quiénes son pues nuestros estudiantes?, pregunta que puede guiar una discusión con el movimiento estudiantil del país . 1

Antes de dar una respuesta a los estudiantes de nuestra Universidad, desearía hacerme la pregunta: ¿quiénes son nuestros estudiantes-as de la Universidad de Antioquia? Fácilmente podríamos pensar que son jóvenes entre 17 y 23 años que ingresaron a esta institución educativa superior con grandes ilusiones y con el deseo de poder cursar una carrera universitaria que les abriera un futuro promisorio. Son jóvenes, o así lo imagino (pues carezco de las entrevistas y encuestas adecuadas) que se asomaron a la primera edad consciente, es decir, a su primera impresión del mundo público, en los años de transición entre el gobierno de Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos . 2

*

Profesor Facultad de Comunicaciones Filología, Universidad de Antioquia.

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Los siguientes párrafos me fueron inspirados, tras la lectura del artículo de Juan Camilo Portela “Contienda política estudiantil. Apuntes desde la Universidad de Antioquia” publicado en Universidad y conflicto. Memorias por Wilmer Martínez Márquez y Adriana González Gil. Universidad de Antioquia. Medellín, 2015.

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El final del XIX fueron el campus estudiantes

y

siglo XX y principios del siglo particularmente violentos para universitario, con asesinatos de como Diego Arcila y Gustavo

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Esta primera impresión solo pudo llegar bajo el signo de la abierta confrontación, del rechazo de uno contra el otro, en un clima de sectarismo político (por demás estéril) que no ha cejado, ni parece posible llegar a algún lado. Quienes crecieron en familias uribistas, se formaron la idea de lo político al calor de un líder deificado, solo par en su devoción con la figura infaltable del Sagrado Corazón de Jesús; quienes crecieron en familias santistas (que deben ser una minoría mínima en Medellín o Antioquia), tuvieron una experiencia extraña, difícil de asimilar o defender fuera de casa. Si además pudiéramos tener a mano una herramienta más elaborada, sabríamos algo más de sus años de escuela, de sus imágenes de la autoridad paternal-maternal, del régimen disciplinario de sus maestros de colegio, de sus frustraciones o logros en esos años. Es difícil que en esos años pudieran tener la oportunidad de debatir y construir un lenguaje propio y una adecuada conciencia política, en sus barrios populares, al amparo de organizaciones sociales, sindicales, barriales o incluso de reductos milicianos Marulanda y profesores como Hernán Henao, directas acusaciones públicas de infiltraciones de las FARC, por medio de becas y subsidio a estudiantes, y presencia paramilitar. Cfr. Universidades bajo S.O.S.pecha de Miguel Ángel Beltrán, María Ruiz Aranguren y Jorge Enrique Freytter-Florián. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2019. Págs.68-77.

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Juan Guillermo Gómez

(aunque estos fueron eliminados oficialmente por la Operación Orión y Estrella VI, como lo ha documentado Juan Pablo Patiño recientemente). Así que casi podríamos adivinar o suponer que nuestros estudiantes tuvieron una adolescencia, previo a su ingreso a la universidad, bajo el influjo de las creencias familiares patriarcales y religiosas más tradicionales (celebran con puntualidad ida a misa, semana santa, día de la madre, navidades, entre otros ritos de la comunidad familiar) y, al mismo tiempo, en muchos de ellos, bajo el temor de la autoridad de los combos delincuencias del barrio. También se debe suponer que, a muchos de ellos, el ícono de Pablo Escobar los acompañó, como el Ángel de la Guarda, en sus días de desasosiego y en sus noches de desvelo. Las fronteras invisibles fueron su experiencia metafísica real que supone siempre que las cosas que no se ven también existen –y fulminan. En estas condiciones tan abruptas ¿se logró reconciliar en la conciencia lo irreconciliable, a saber, la experiencia sagrado-mariana tradicional con las prácticas de brutalidad enajenadora del capital mafioso-paraestatal? Pero ¿cómo realmente fue? Tratar de responder a ello, a estas preguntas básicas, sería un principio de diálogo inter- generacional, preguntas de las que quizá no tengamos estudios autorizados, en nuestra universidad, pero mis colegas me podrían orientarme en este misterio. Así que creo que nuestros estudiantes llegan, en general, a la universidad con una base política débil, con una educación pública precaria y sobre todo con modelos de la vida estatal y sus dirigentes perversos. No creo que crean ni en las instituciones (en el Estado liberal de derecho), ni en las personas ni en los modelos políticos (en los partidos consti-

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tuidos e ideologías imperantes), sino más bien en sus redes sociales. De modo que también nosotros los profesores podemos aparecen para nuestros estudiantes como parte de una institucionalidad degradada, y hasta algunos de entre ellos nos podrán señalar como sus enemigos, de la era de jurásico temprano. Siempre tendrán la razón. Esta imagen negativa de la vida pública, de los referentes de autoridad, de las instituciones y como resultado de la institución universitaria en conjunto, todo sumado tan negativamente, puede llevar a extremos políticos. Del desencanto a la desilusión y de la desilusión a una lucha frontal violenta y ciega, hay algunos pasos, pero siempre posibles de cruzar sin zancos. También podría ser justo al revés, en otra porción de la población estudiantil. Podremos ser los profesores modelos de resistencia intelectual, de autoridad moral. Pueden variar estas experiencias de carrera a carrera, de los primíparos a los que están en fase final de entrega de tesis. ¿Quién sabe esto? ¿Por qué se deciden nuestros estudiantes, que también se sientan a escuchar nuestras clases e incluso a someterse a nuestros absurdos métodos evaluativos, a tirar piedra, por qué se rebelan contra todo y contra todos? Pues porque los estudiantes no llegan como una tabula rasa, ni actúan por reacción pavloniana: se organizan muchos de ellos, forman grupos, una sociabilidad dinámica, contestataria, fluida y altamente creativa. Se politizan, en una palabra; se radicalizan, en otra. Son parte del movimiento estudiantil, participan en las asambleas y en marchas, muchas de ellas multitudinarias, protestan en la Plazoleta Barrientos, hacen pintas, tiran piedra y algunos de ellos se ponen “capucha”, no para ocultar una identidad de agentes de

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¿QUIÉNES SON PUES NUESTROS ESTUDIANTES?

disturbios per se, sino como respuesta del escalamiento de un conflicto feroz que culminó criminalizando la protesta pública. No solo responden reactivamente; crean. Hay también observadores pasivos, infiltrados y ¿qué más? Los estudiantes no solo se politizan, están también politizados y no solo por la inmediata influencia de sus padres y redes sociales; en ellos, y esto también demanda otra indagación detenida, gravitan recuerdos y remembranzas que vienen de sus mismos orígenes, generalmente plebeyos, así que pueden identificarse con las luchas que en un pasado anterior, dos o tres generaciones antes, tuvieron abuelos, bisabuelos, sojuzgados por el mundo laboral: como artesanos, obreros, taxistas, oficinistas y/o desempleados sin rumbo. Esto les hace, potencialmente rebeldes, rodeados de un resentimiento social explicable, de una chispa de revolucionarios, que si no se llega a prender es porque todavía no aparece la ocasión. Tienen marcado en su gen social el signo de la utopía. Los estudiantes hacen de su existencia presente como universitarios, a aparte de recibir clases y escribir exámenes; por supuesto hacen mucho más, como hace muy poco lo escribió, con alegre lirismo fuerte, el profesor de filosofía de la Universidad de Antioquia Andrés E. Saldarriaga en “Tombos en la U”: “¿No conoce los fanzines, los murales, las peñas, las chocolatadas, las asambleas, los convites, las ocupaciones, el trabajo comunitario, la militancia de género, los encuentros de poesía, las bandas de punk y de hard core, las de hip hop y de metal, los que fuman y ven caer la tarde desde el aero mientras leen cosas raras y muy inteligentes, la gente que escribe en hojas sueltas y regala lo que escribe, los que hacen comida ancestral como política, los

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que cuidan y aman los animales, los que saben de plantas y de caminos en los bosques, los que hablan con las gentes de los pueblos y lloran con las historias campesinas, los grupos de lectura que sueñan con refundar la teoría y de paso la realidad, los que aprenden lenguas vivas y pequeñas que los políticos desprecian, los que hacen trueque y así llegan a conocer libros inconseguibles de anarquistas olvidados, los que quisieran quedarse toda la vida en la universidad sencillamente porque la u es una chimba, los que no quieren ser políticos porque de verdad quieren hacer algo? ¿Conoce usted todas las formas de acción de las estudiantes y los estudiantes, la estudiantada alegre y valerosa? ¿o solo ha visto un tropel y piensa que eso es todo?”3 Así que los estudiantes van a todo esto; traen la coca para comer, otros se la pasan el día con el tinto que les ofrecen por ahí, ni siquiera tienen para pasajiar. Afortunados, llegan en cicla. Las condiciones de pocos son solventes, la de la gran mayoría se debaten entre la precariedad y el aguante. Otros, es una minoría, están llegando en carros lujosos; algunos se prestan a tramas turbias, juegan cartas, venden sus cositas, al margen del Estatuto estudiantil, que solo se lee al momento de un posible y remoto disciplinario; hay algunos jodidísimos, porque no han de faltar. Van a clase, se meten a la biblioteca a hacer trabajos comunes, charlan, hay pilos de pilos. Hay de todo, no como en la viña del Señor, sino como en la lúgubre vendimia de un pueblo en la periferia del capitalismo globalizado.

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Hoy el colega Andrés Saldarriaga se encuentra amenazado de muerte por unas exultantes páginas que no se leían hace tiempo así de valientes.

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Juan Guillermo Gómez

Hoy los estudiantes se ven impelidos a denunciar a los capuchos, a confrontarse con los capuchos, a desencapuchar a los capuchos, por la simple razón que hoy se presentan a los capuchos como los responsables no solo de los disturbios violentos en las protestas sino los agentes anti- protestas. Los capuchos son los nuevos enemigos públicos de Estado, del ESMAD, de la Universidad, de las Protestas. La repetitiva enunciación de los capuchos por los medios como agentes de las violencias callejeras, papa bomba en mano, hace del capucho el nuevo hereje, el nuevo enemigo de todos. Esta caracterización etérea, pero eficaz del capucho, aúna a los energúmenos defensores del orden con los promotores más decisivos del paro, al menos de cara al chantaje mediático de rechazar al enmascarado de lana todos a una. El que no está contra el capucho está contra la democracia, la justicia; el que no se expresa contra el capucho es capucho, cómplice del capucho, en la fanática lógica evangélica, “el que no está conmigo está contra mí” . 4

Debemos contribuir como profesores, así hayamos llegado demasiado tarde (pues así lo estimo personalmente), a tejer el vínculo roto con el mundo estudiantil, con nuestros estudiantes que, al fin y al cabo, es la razón del ser profesoral. Por eso creo que la comunicación por emprender (en un país que transita por la difícil senda de la implementación 4

de los Acuerdos de paz) debe ser una comunicación múltiple en que se llame a compartir las mismas inquietudes, en una comunicación en que se parte por el estudiante real: aquel en medio de la desgarrada sociedad colombiana y sus poco recomendables instituciones públicas, instituciones que deben ser sometidas a un escrutinio a fondo. Sin un llamado a reconocer esta crisis nación, de una nación que hace aguas por todo el casco del barco (disculpe este símil tan manido): no habrá punto de encuentro fecundo; pues, como profesores, estamos comprometidos a compartir con los estudiantes, con decidida vehemencia y con el mayor valor civil y compromiso ciudadano, a sentarnos al diálogo franco y sobre todo a un diálogo urgente. Sigo convencido, por razones de formación filosófica y treinta años de pasión docente, que la Universidad es el Alma Mater de la nación; que la comunidad base de esta Alma Mater son los profesores y los estudiantes; que la inteligencia universitaria, que surge de esta comunidad (la más indispensable de las comunidades sociales hoy), está en la responsabilidad de luchar por las libertades más inverosímiles, la justicia y la concordia social y política; que compartimos una larga historia latinoamericana, que engrandece y dignifica la tarea modesta y discreta del trabajo docente, del dictar clase que, para mí personalmente, constituye el momento más sagrado e indeclinable de mi existencia.

Este fue el tono violento con que, el pasado 25 de febrero, increpó la alcaldesa de Bogotá Claudia López al representante estudiantil de la Universidad Distrital, instándole a que denunciara a los capuchos, pues de lo contrario era cómplice de sus acciones vandálicas. La alcaldesa confundió la representación estudiantil con una agencia de delación al servicio de su política de criminalización de la protesta social.

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TRES PALABRAS SOBRE LA MEDALLA CALDAS Juan Guillermo Gómez García*

Amigos, colegas, hermanos y demás conocidos Lamento de verdad que se me haya concedido este enorme reconocimiento, la Medalla Francisco José de Caldas Categoría de Oro, a una edad tan tierna. Esto solo porque se me inhibe de poder trasmitir una anécdota comparativa que Tomás Carrasquilla inmortalizó para la literatura regional al ser condecorado por su primer tomo de Hace Tiempos a la edad de ochenta años. Se quejó Carrasquilla de que, al empeñar la presea, no le alcanzó ni para la rasca. Carrasquilla, como yo, compartimos la virtud de no tener problemas con el alcohol pues nos llevamos divinamente con él. Como Carrasquilla, también aspiro llegar a los 83 con su humor desconcertante, con su buena compañía, compañía íntima que también tuvo el no menos jodido de Goethe que también llegó a los 83 años corroborando que la gran literatura, el humor y los vicios etílicos son garantía de una lúcida senectud. Solo lamento que Caldas hubiera sido fusilado por Morillo a tan temprana edad (siempre es una edad temprana para que lo fusilen a uno). Lo fusilaron la monarquía del granuja de Fernando VII, la Restauración del miserable de Metternich. Caldas fue fusilado, sin que ni Fernando VII ni menos Metternich supieran a quién

quitaron la vida ni nunca imaginaron que hoy tuviera, yo, que cargar su nombre sobre mis flacos hombros. Caldas fue un sabio. Un sabio, como nos los enseña el Nathan de Lessing, nunca pretende considerarse un sabio. Por eso Caldas fue un sabio, un científico que antes que Fernando VII, fue maltratado en la correspondencia de Mutis con Humboldt. No culpo a Humboldt que prefería en sus correrías tener muchachitos complacientes. Pero sí a Mutis, el maestro de nuestro compatriota, que no supo mantener en su lugar al gran naturalista berlinés. Si Aristóteles decía que, por sobre los amigos, está la verdad, nosotros los profesores y maestros sabemos que nuestros discípulos son la esperanza de que la verdad se perpetúe en las generaciones siguientes. Traicionar a nuestros discípulos es traicionar también la posibilidad de la verdad. Agradezco a todos ustedes, al decano Edwin Carvajal, a la vicedecana Deisi García, al Consejo de Facultad de Comunicaciones, a la comisión de la Secretaría general que me postularon y me dieron este reconocimiento. No digo inmerecido, porque es lastimar a quienes creen en Caldas, en esta medadla y en mí. Tengan ustedes una buena noche, y confíen en que no voy a empeñar este metal en Bantú. Al menos esta noche.

* Profesor Facultad de Comunicaciones y Filología, Universidad de Antioquia.

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Juan Guillermo Gómez

Dos palabras de esperanza para el estudiantado colombiano Nuestro país está superando el estadio de idolatría por un caudillo hechizo, que logró concitar fuertes emociones agresivo-autodefensivas. La figura del hipnotizador-narciso se desvanece en el aire. El chantaje (exitoso) se basó en prometer el fin de la violencia aumentado desvergonzadamente la violencia. Su poder (el discurso sádico reiterativo de lo mismo) silenció a los demás como condición única de posibilidad de su misión suprema. El miedo invadió la esfera

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de la libertad del ciudadano corriente y prácticamente la aniquiló, a discreción. Hoy tenemos la confianza de que, a esa noche del irracionalismo político, sobrevenga el principio de esperanza; una utopía-patria grande (la patria de Bolívar-Martí-Allende) que, desde los hogares más humildes y decididos, sueñe con una verdadera paz, con una verdadera y saludable esperanza. Solo en nuestro corazón y en nuestra cabeza está vivo ese ideal de libertad colectiva. Paz, justicia, fraternidad. 9 de octubre 2020

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LA POLÉMICA POR VOLVER A LA PRESENCIALIDAD

El Retiro, 10 marzo de 2021 Señores Consejo Superior Señor John Jairo Arboleda Rector Universidad de Antioquia Respetado Señores: Desde hace un año, la Universidad de Antioquia ha permanecido cerrada y las actividades se han limitado, en su mayor parte, al trabajo virtual. A todos nosotros, profesores, estudiantes y personal administrativo, la pandemia nos cayó como un baldado de agua fría. Llegó la Covid 19 y nos sorprendió sin saber qué hacer y cómo comportarnos. Pero como somos criaturas adaptables, nuestra comunidad ha logrado salir adelante y, entre todos y bajo la orientación de ustedes, hemos demostrado nuestra capacidad de resistencia y somos conscientes ahora de que podemos trabajar en medio de dificultades que jamás habíamos imaginado. Por tal razón, es necesario manifestar en estas líneas la gratitud por todo lo que, desde diferentes flancos, hemos hecho como colectividad para que este proyecto académico, del que todos formamos parte, no se nos haya derrumbado. Ahora bien, desde hace unos meses, y superados los picos de la pandemia, Medellín, Antioquia y el país entero ha venido reactivando sus espacios para que la

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vida vuelva, en la medida de lo posible, a su cauce anterior. Esto, lo sabemos, no será del todo posible hasta que no haya una solución definitiva para el virus. El país ha sido sometido, a mi juicio, a un confinamiento tan radical como brutal, y pese a las múltiples amenazas y cuarentenas, siempre hemos manifestado nuestra ansia de vivir y de estar con los otros. Cómo negar que, hasta en los momentos más aciagos, los seres humanos somos creaturas esperanzadas, comunicativas y expansivas. ¿Y esta condición, me pregunto, no es lo que define la esencia de todo proyecto educativo? ¿No han sido las universidades las que han dado la cara, desde sus investigaciones y propuestas valientes y temerarias, al terror y al desaliento provocados por las grandes epidemias, desde la peste negra hasta la gripa española? Con todo, y pese a que centros comerciales, restaurantes, bares, establecimientos educativos y lugares de cultura y recreación se están abriendo en Medellín, la Universidad de Antioquia sigue casi del todo cerrada. La medida es, y lo expreso con todo respeto, excesivamente ardua y tremendamente injusta. Déjenme contarle algo personal. Acabo de dar una primera clase presencial en la Universidad EAFIT, donde he sido invitado para departir un curso sobre mi obra literaria. Ustedes no se imaginan el cambio tan maravilloso que tuvo mi ánimo. Saber que volvía a un aula, después de un año de encie-

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Pablo Montoya

rro, me tenía el corazón exultante. Me llené, lo confieso, de temores debidos a la paranoia que nos han inoculado sistemáticamente durante estos meses. Pero cuando vi a los estudiantes en los corredores y patios, charlando y riendo (todos con tapabocas y con las medidas debidas del distanciamiento), y cuando hablé con ellos y vi de cerca el brillo de sus ojos y percibí sus cuerpos entre los árboles, el revoloteo de los pájaros y las fuentes de agua del campus, me desbordó la felicidad. Aún estoy radiante y el entusiasmo me fluye en la sangre al saber que dentro de pocos días volveré a esa aula a hablar con esos mismos estudiantes. Concluí, entonces, lo que ya sabemos todos, que la educación urge de este contacto físico. Porque una educación basada solo en la virtualidad, es una educación esterilizada, fría y deshumanizada. Cómo hubiera querido que esta emoción de saberme reencontrado con el aspecto sensorial de la educación, fuera experimentada por mí en la Universidad de Antioquia. En ese campus amplio y arbóreo que para muchos de nosotros es como una casa espléndida donde circulan todos los conocimientos. Pero estos ámbitos, que nos han oxigenado a lo largo de los años, siguen clausurados para gran parte de su comunidad. Es decepción lo que me visita cuando me doy cuenta de que mientras la ciudad entera se abre y supera del mejor modo la pandemia, nosotros seguimos manteniendo – justificados en aquello de que somos una institución pública– una actitud asustadiza, excesivamente preventiva y, en definitiva, antipedagógica. Le ruego a ustedes, máximas autoridades de la Universidad, como profesor que soy de ella, que nos abran el Alma Mater. Sé que ustedes han hecho un gran esfuer-

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zo y han dispuesto algunos laboratorios y ciertas oficinas administrativas para el estudio y el trabajo. Pero esa apertura debe ser más efectiva y comprometerse con los demás estamentos universitarios. Sé, igualmente, que entre aquellas personas que toman las decisiones frente a una posible apertura hay demasiadas opiniones encontradas, y ello les ha impedido llegar a un acuerdo necesario y urgente. Sé, por último, que hay profesores y estudiantes que no quieren regresar por motivos de salud, motivos que por supuesto se deben tener en cuenta. Pero somos muchos también los que queremos volver a habitar nuestra Alma Mater. Y de parte de los que quieren regresar ha habido propuestas claras para que ese regreso se haga de la mejor manera. En esta perspectiva, les pido que no nos dejen más tiempo suspendidos en las pantallas de la virtualidad que, si bien nos han funcionado para salir adelante, se nos están convirtiendo en un limbo áspero y solo propenso al descontento y al desánimo general. La Universidad debe iniciar de inmediato la apertura de algunas de sus instancias con todos los protocolos respectivos (el museo, la editorial y la imprenta, las bibliotecas, los posgrados, el paraninfo, entre otros), para que podamos respirar de nuevo la vitalidad y el interés por el conocimiento que rodea a todas las edades del hombre. Porque es esa incesante movilidad humana lo que, en todas partes del mundo, es sinónimo de la vida universitaria. De ustedes Cordialmente, Pablo Montoya Escritor y profesor de literatura Universidad de Antioquia

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¡ES HORA DE VOLVER A LA U! Jairo Humberto Restrepo Zea*

El viernes 13 de marzo de 2020 realizamos el lanzamiento del posgrado en Evaluación Económica en Salud, el primero en modalidad virtual de la Facultad de Ciencias Económicas y uno de los pocos de la Universidad de Antioquia. Estuvimos unas quince personas en auditorio del Edificio de Extensión y contamos con más de cien participantes que se conectaron desde varias ciudades del país y del exterior mediante la plataforma Zoom, la misma que utilizamos desde hace varios años para impartir el diplomado de la misma área temática. Nunca imaginé que aquella sería la última vez por mucho tiempo que tendría una reunión o actividad académica en un espacio físico con otras personas, mirándonos a los ojos, disfrutando e interpretando el lenguaje no verbal, compartiendo el tradicional café o algún refrigerio, y plasmando en tablero o en papel los avances de las conversaciones. Aquel viernes nos íbamos para casa a experimentar la inédita cuarentena a la que nos vimos obligados en medio de las medidas de prevención frente a la pandemia del Covid-19. Cuarentena extendida una y otra vez junto con medidas de distanciamiento social, lo que ha impedido volver la Universidad. Como ya tenía experiencia de clases virtuales del diplomado, eventos con parti-

cipación de público conectado vía streaming y reuniones con colegas de otros lugares especialmente mediante Skype, parecía preparado para volcar toda mi actividad grupal hacia las opciones que nos ofrecen las plataformas tecnológicas. Y así fue. Al revisar mi agenda encuentro que desde el lunes 16 de marzo de 2020 aparecen reuniones en Meet, Zoom y Teams, conferencias, foros y congresos en diversas soluciones tecnológicas cada vez más sofisticadas. Sin embargo, en lo que respecta particularmente a las clases de pregrado, aunque el primer semestre académico de 2020 terminó bien, el segundo estuvo a media marcha y creo que este año vamos mal. Allí no teníamos preparación para virtualidad, ni vocación ni motivación, y lo que ha predominado es el mantenimiento de actividades docentes mediadas por la tecnología. Es notorio el cansancio y el enfriamiento de la relación profesor – estudiantes, debido entre otras razones a la impersonalidad de las plataformas, a la reticencia o dificultades de los estudiantes para usar sus cámaras, para estar dispuestos a simular la clase como si estuviéramos en aula; así que uno no sabe bien qué piensan o cómo reaccionan frente a los comentarios o temas en desarrollo.

* Profesor Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Antioquia.

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Jairo Humberto Restrepo Zea

Realicé un esfuerzo muy grande durante los primeros meses de la cuarentena, tal vez con el convencimiento de que se trataba de algo temporal, pero en la medida en que el tiempo se alarga y no hay retorno a la vista, las energías y el entusiasmo se agotan. No rindo igual, necesito volver a la U, verme con la gente, tomarme con ellos el acostumbrado café y esperar el regreso de los estudiantes. Aún así, tuve una corta experiencia desde febrero de este año, luego de recibir evaluación sicológica y la orientación de la oficina de Teletrabajo de la Universidad. Volví a la Universidad, bajo el modelo de alternancia, y de hecho compartí con otros dos profesores que también fueron autorizados en el mismo bloque, pero uno no volvió porque su padre falleció y el otro decidió recoger computador y silla para quedarse en casa.

estudiantes; volvieron los curas y buena parte de sus feligreses; volvieron los viajes y se evidencia una buena ocupación hotelera; volvieron los restaurantes, las discotecas y el cine; volvieron hinchas a los estadios; volvieron Carlos Mario y Cristina, del Águila Descalza, y pronto presentarán la función Coronavirus, con boletería ya agotada.

En mi caso, tuve una interrupción de un mes debido a incapacidad médica por una fractura y cirugía, y al regresar encontré una situación de desolación y llanto, así que no tuve más remedio que suspender el ingreso ante la impotencia y el dolor tan grande de ver mi segunda casa aún más sola y expuesta. El campus universitario fue tomado por un grupo de personas que se asentaron en el bloque 9, y los alrededores de la Universidad parecen el escenario que queda luego de una batalla: semáforos destruidos, muros pintados con diferentes marcas y expresiones, la Casa de la Justicia incendiada, el Edificio de Extensión con cerca de cien vidrios quebrados, saqueos y daños en Jardín Botánico y en el Parque Explora.

1. Profesores: encontrémonos, luciendo camiseta blanca y un distintivo de la Universidad de Antioquia, con libro y cuaderno en mano, para ingresar al campus y conversar con quienes están alojados en el bloque 9. Ofrezcamos nuestra mediación para que sus peticiones o reclamos sean tramitados y retornen a sus hogares y lugares de origen.

Mientras la Universidad sigue sola y sometida al terror, en un entorno de vandalismo y destrucción, en otros puntos de la ciudad y del país la reactivación sigue su marcha. Volvieron los profesores de escuelas y colegios con la mayoría de sus

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¡Es hora de volver a la U! Por supuesto, no será la misma U. Pero necesitamos darle vida con nuestra presencia, activar o reactivar el capital social que se teje con el relacionamiento diario cara a cara, volver a tomar el café juntos. Y como la U somos todos, entonces debemos ponernos de parte de la solución, centrados en lo que nos une, el amor por la U. Por eso, Señor Rector y directivas, querida comunidad universitaria, propongo:

2. Profesores, empleados y estudiantes: organicemos una “limpiatón” del Edificio de Extensión y abracémoslo (sin abrazos) con el mensaje somos UdeA. Compartamos con quienes frecuentan el Parque de los Deseos y ese sector de la ciudad para contagiarlos sobre la protección y defensa del patrimonio público, buscando preservar la zona para la cultura y el esparcimiento. 3. Señor Rector y directivas universitarias: es hora de fijar un cronograma para el ingreso paulatino de profesores, personal administrativo y estudiantes.

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¡ES HORA DE VOLVER A LA U!

Puede resultar fácil habilitar las sedes regionales y la sede de posgrados para las actividades que en cada una se adelantan. En cuanto a Ciudad Universitaria y las demás sedes de Medellín, pueden comenzar autorizando el ingreso de quienes con el esquema completo de vacunación queremos y necesitamos volver, siguiendo los protocolos recomendados y dispuestos a contribuir a preparar el terreno para el regreso seguro de más población. Cuentan conmigo, estaré en primera fila para ingresar y ayudar.

4. Señor Rector, Bienestar Universitario, IPS Universitaria: ante la dinámica que trae el plan nacional de vacunación puede tramitarse con varias alcaldías que se agenden citas para nuestros estudiantes. Además, es importante tener un inventario de estudiantes vacunados pues muy probablemente ya muchos han accedido a la vacuna. Querida comunidad universitaria: gracias por leer mis reflexiones, por tenerlas en consideración y por compartir sus comentarios. Aunque los sueños, sueños son, no dejo de soñar. Medellín, 26 de julio de 2021

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¿Y LA EDUCACIÓN PÚBLICA QUÉ ONDA? Jorge Eduardo Suárez Gómez*

Los gobernantes locales en ejercicio en Colombia han desarrollado buena parte de su mandato en el contexto excepcional iniciado en marzo de 2020 con el arranque de la pandemia y extendido hasta mediados del 2021 con el Paro Nacional. La capacidad para gobernar en estos tiempos, medida del talante de un estadista, había sido cualidad de la alcaldesa de Bogotá Claudia López lo que le permitió avizorar tempranamente la necesidad de implementar cierres, cuarentenas y otras medidas de salud pública. Esa solvencia para el manejo de la crisis, duró hasta inicios de mayo cuando sus pronunciamientos por redes sociales reflejaban impotencia para gestionar una situación que la desbordó a ella y al resto de mandatarios locales. Desde su perspectiva, la incapacidad de entenderse entre las partes en litigio en el Paro Nacional había echado al traste el “pacto ciudadano de cuidado” frente al Covid-19. A partir de ese momento, las reacciones de la alcaldesa comenzaron a ser de desconcierto y desesperación. En un trino del 13 de mayo afirmó: “El segundo reporte más alto de casos en un día y el más alto de fallecidos desde que empezó la pandemia. Y estamos al 94% de ocupación UCI. Ya no sé qué más decir, advertir, rogar, suplicar”.

Varios hechos aportaron a la formulación de esta tesis de la ruptura del pacto del cuidado, que fue pronunciada por López con voz entrecortada a través de los medios de comunicación. Las imágenes que circularon el 28 de abril en la jornada contra la reforma tributaria en la que profesionales de la salud afirmaban su inclinación por las movilizaciones frente a las cuarentenas, mandaban un poderoso mensaje desde quienes detentan el poder-saber del cuidado. En esas fotos se veían decenas de trabajadores de la salud que desde balcones de hospitales o en quirófanos, portaban carteles en los que afirmaban que si habían atendido a las víctimas de Covid, mucho más lo harían con quienes sufrieran represión policial en las movilizaciones. Otros portaban mensajes en los que delegaban en las marchantes su grito de protesta ya que ellos debían estar en la primera línea contra el Covid. Esta prevalencia del imperativo político frente al de la salud pública fue compartida por un amplio sector de los jóvenes del país que como se evidenció semanas después de inicio del Paro, desarrollaron un proceso de movilización social que no tenía centro y emergió donde no se esperaba, superando la reivindicación anti tributaria inicial expresando un desconten-

* Profesor Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de Antioquia.

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Jorge Eduardo Suárez

to más amplio y amorfo que el de de los partidos políticos que los acompañaban. Estos últimos tenían una agenda más tradicional (reivindicaciones del pliegos de peticiones sectoriales) que no necesariamente coincidía con el horizonte de la movilización juvenil. Esta generación de jóvenes movilizados no es como dice el historiador mexicano Adolfo Gilly “movida por una visión precisa de futuro, sino por la insoportable condición de ese [tiempo] en el cual viven”. Por eso prefirieron la movilización a la salud pública. Y es que a esos jóvenes, hij@s de familias precarizadas por la pandemia, fue a quienes precisamente las medidas de higiene social les despojaron de un atributo central: la vida pública. Cerrados los colegios y la universidades públicas y confinados en el hogar familiar carecían del mundo público, que no puede ejercerse completamente en la cotidianidad barrial. Además de los colegios y universidades, vieron cerrarse los escenarios deportivos públicos, los conciertos y la bibliotecas. Su contacto con el mundo exterior y su fuente de crecimiento personal quedó restringida a las redes sociales en las que la exacerbación de las pasiones es característica, frente a unas clases virtuales que no lograron parecerles del todo atractivas. En la universidad y colegio público el contacto con la ciencia, el deporte, la cultura y la política permiten la construcción de la subjetividad cercana a la mayoría de edad. Las cuarentenas pusieron esto en suspenso durante más de un año, en una sociedad acostumbrada a la vida exterior.

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Esa contención estalló el 28 de abril y se mezcló con el antagonismo político propio de la sociedad colombiana contemporánea, en la que la violencia hace parte del repertorio de acción. En sus declaraciones del 13 de mayo por redes sociales la desesperación de la alcaldesa llegó al cenit: “Ya no sé qué más decir, advertir, rogar, suplicar.” La alcaldesa tiene razón. No hay nada qué hacer. El Paro acabó con el pacto contra el Covid y puso la cuestión social como el problema central de la sociedad colombiana, que es lo que debemos tramitar urgentemente. El espacio físico universitario y escolar público; junto con sus profesores, empleadas, periodistas, entrenadores, psicólogas, trabajadores sociales; forman una red de talento humano formado para acompañar a los jóvenes en sus dudas vitales. Las cuarentenas dejaron a muchos estudiantes con las calles como único escenario de socialización, ofreciendo sus cuerpos a una hoguera voraz sin límite de la que en Colombia sabemos bastante. ¿Cuántas de las víctimas del conflicto armado fueron jóvenes humildes de los campos y ciudades? Si pueden funcionar los aeropuertos, los centros comerciales, las oficinas públicas y privadas ¿por qué no pueden funcionar las escuelas y universidades públicas donde está en juego el proyecto de vida de las jóvenes? Aunque se rompió el pacto de cuidado en forma de cuarentenas, todos aprendimos a usar tapabocas y a aplicarnos gel, podemos regresar a seguir construyendo ciudadanía, mucho más cuando la vacuna ha llegado a muchos profesores y empleados.

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ACCIONES A CUBRIR Y DISCUTIR EN EL AÑO 2022 EN LA UNIVERSIDAD Nelson Orozco Alzate*

Inicia el año 2022, y en los asuntos de desarrollo, manejados por las directivas de la Universidad, se espera cubrir, de manera atenta, varias acciones: La salud de las personas, vinculadas para participar en los procesos misionales, es primordial, ello significa atender las reglas de los diferentes protocolos, desarrollados por la Universidad, que debe seguir insistiendo en las orientaciones sobre la protección contra los virus, dadas por OMS, Organización Mundial de la Salud, y adaptadas, sumando otras orientaciones por parte del área de la salud de la Universidad. Las mascarillas colocadas adecuadamente, cubriendo nariz y boca, son apoyo fundamental en la prevención de contagio del COVID y sus variantes, y esta acción acompañada con el distanciamiento físico, la higiene de las manos, y la protección en las zonas de alimento y esparcimiento; además de los lugares donde se reúnen las personas para discutir acciones de desenvolvimiento académico, la administración, los espacios de laboratorios y las formas de desplazamiento en las zonas (pasillos) hacia la clase, espera a ingresar a los salones. El desarrollo curricular, la presencialidad y la realidad virtual. Se espera que surjan

ideas, en lo fundamental, sobre nuevas tendencias de enseñanza; gana partida los tiempos de trabajo individual, por parte del estudiante auxiliado por su profesor cuando hay acuerdo en los manejos de los encuentros sincrónicos, después de un tiempo asincrónico a disposición del estudiante para influir en la investigación de los temas acordados, que han sido influenciados por la pandemia, tener en cuenta en los currículos. Y observen lo que se viene con la 5G, establece una manera contemporánea de interface entre el conocimiento humano y el aprendizaje de las máquinas, y, por ende, hay afectación de los modos de comunicar y ello influye en cambios complejos sociales. Una cosa es cierta, la vida circula, en sus desarrollos, a través del dato, y hoy, mañana y siempre, será un elemento de estudio, aplicable a cualquier profesión. Así que en el currículo debe ser visible, y para el caso de aplicación específica por profesión; por ejemplo, el estudiante relacionado con el Currículo de Derecho maneja información, datos, ello lleva a determinar un mejor modo de estudio analítico de los datos, su interpretación, su manera de presentarlos e interconectarlos con grandes bases de datos, quizás llegar a desarrollar hologramas de simulación de casos en los diferentes procesos del derecho.

* Profesor Facultad de Ingeniería, Universidad de Antioquia.

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Nelson Orozco Alzate

La presencialidad frente a la realidad virtual: Es otra disyuntiva enmarcada, no solamente en discusiones curriculares, sino también en discusiones de desarrollo cognitivo, frente a la realidad de la presencia del encuentro en vivo, donde se advienen discusiones, basadas en experiencias que podrán dignificar hechos de la realidad presencial, siempre significativos, así el sentimiento, la experticia, la práctica, y la aplicación de modelos analíticos siempre requerirán de la presencia física corporal y mental. La presencia se fundamenta en la pasión de vivir, el desarrollo de encuentros en vivo, donde la palabra, en sonido físico corporal, es la que llevara a las grandes demostraciones de la existencia, así que la teoría y la herramienta estarán allí, la primera en la palabra y la segunda en la realidad virtual. La realidad virtual siempre estará ahí, frente a la docencia, la investigación, la administración. La Universidad aparece, solo que, en modo de realidad virtual, con profesores como guías, verdaderos tutores, e interlocutores con el estudiante quien es y será el que vive su forma de aprender, interpretar, aplicar, desarrollar innovaciones hacia el Bienestar Común. Las finanzas. Otro tema más, no podemos darle la espalda, más bien hay que preocuparse y pensar cómo se mueven las finanzas en la Universidad, cómo allegar fuentes de financiación reales que sumen al presupuesto, deficitario año a año, que otorga el gobierno. La calidad. Tema fundamental que se debate frente a la autonomía, discutida al

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cumplimiento a criterios, registrados en normativas, emanadas por el gobierno y que responden al estado, medido en un perfil de la calidad de la Universidad, o de un programa curricular específico. Tema coyuntural para el debate permanente, no solo cuando se acerca la nueva visita del gobierno para emitir un diagnóstico del perfil de la calidad, base para otorgar la acreditación institucional o de algún programa curricular. La investigación y la extensión. Dos temas que van de la mano en todo desarrollo de las estrategias de la Universidad. La participación en las redes de investigación, en lo local, departamental, nacional e internacional, es de impacto para las relaciones y el establecimiento de propuestas acordes al desenvolvimiento de las soluciones a problemas de la sociedad. El tema es la orientación, y la pertinencia, de las investigaciones acordes con los planes de gobierno local, departamental y nacional; o hay necesariamente una independencia de la investigación y la extensión, apartándose de la vinculación de experiencias y resultados a los programas profesionales. La universidad se recrearía de manera especial en la reflexión de las tendencias de la investigación, la extensión, a fin de lograr tener la base fuerte de desarrollo estratégico triangular: docencia, investigación y extensión sumando; los tres ejes conversando, opinando y liderando los cambios hacia una investigación con aplicación transversal a los programas curriculares y las formas de convergencia en los proyectos sociales, contribuyendo, además, en el desarrollo de Colombia.

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Esta revista se terminó de imprimir en diciembre de 2021 en los talleres de Todográficas Ltda. Calle 51 65-250 Tel.: 322 9506. todograficas92@gmail.com de Medellín, Colombia. Se usaron tipos de 10,5 puntos Verdana para los textos y 20 puntos France bold para los títulos, papel Bond de 75 gramos y cartulina Propalcote 1 lado de 250 gramos.


ASOPRUDEA 1962 - 2021 59 años defendiendo la universidad pública

ASOCIACIÓN DE PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA


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