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SER IGLESIA JUNTOS: ¿Comunidades antropo-fágicas o comunidades antropo-émicas?

introducción SER IGLESIA JUNTOS:

¿Comunidades antropo-fágicas o comunidades antropo-émicas?

Hanz Gutiérrez

Profesor de Teología Sistemática Facultad de Teología, Istituto Avventista di Cultura Biblica “Villa Aurora”, Florencia, Italia

ué tan difícil es vivir la iglesia hoy en día? Sin duda, se trata de una pregunta retórica porque no es necesario ¿Q formularla para ser conscientes del problema. Esta serie de artículos trata de reflexionar sobre este reto y formula algunas propuestas indirectas. No son recetas inmediatas, sino más bien descripciones incompletas, bosquejos iniciales, pero que pueden facilitar intervenciones apropiadas o estrategias prácticas sucesivas, pertenecientes a otras áreas de la experiencia religiosa. Este es solo un ejercicio de reflexión teológica. En muchos sentidos, inútil. Pero quizás porque es inútil, es tal vez capaz de mirar el problema de la iglesia desde ángulos poco frecuentados.

El título mismo de esta introducción y de la serie en general, parece ocultar una anomalía, un déficit. Porque ¿cómo podríamos hablar de la Iglesia sin hablar de su misión? Con razón, como sugiere el título de esta serie «Iglesia Adventista: Identidad y misión», propuesto por los organizadores de estas charlas, sobre todo para nosotros, los adventistas, es la misión la que realmente da sentido a la iglesia. Sin misión no hay iglesia. Es la misión la que revela y manifiesta la grandeza y la esencia de la iglesia. Por este motivo la Iglesia Adventista puede ser solo una iglesia misionera. De hecho, la Iglesia Adventista es una iglesia misionera por vocación y por

1 Todo el capítulo 10 es un discurso sobre la misión, pero que diferencia entre una misión interna y una externa. La convicción y, por este motivo, todo lo que no vaya en este sentido es, para nosotros los adventistas, en el mejor de los casos, pura distracción y, en el peor, una negación de la esencia misma de la iglesia. Sin embargo, yo no estaría tan seguro de que nosotros comprendamos lo que es la iglesia hoy en día, y mucho menos lo que es la misión. ¿Y si la misión se ha convertido paulatinamente para nosotros los adventistas en una compulsión operativa y la iglesia en un puro contrato confesional? Entonces, si ese fuera el caso, ¿cuál sería el valor de lo que somos y lo que hacemos como iglesia? Así que la verificación de lo que la iglesia es y hace es una obligación moral permanente, una obligación ineludible. La primera misión de la iglesia es verificar la validez y relevancia de su supuesta misión.

Ya el evangelista Mateo, en el «discurso misionero»1 recogido en el capítulo 10 de su evangelio, nos llama a este deber de verificación porque, según su análisis, es fácil tropezar con algunas anomalías misioneras. En primer lugar, está lo que él describe como «reduccionismo misionero». Esto consiste en considerar una parte como si fuese el todo, un tipo de misión como si fuese toda la misión. La misión de la iglesia, según Mateo, no es ni puede ser monolítica. Ella se articula inexorablemente en dos de sus formas estructuralmente necesarias. Una forma endógena y otra exógena. Predicar fuera y vivir dentro.

misión endógena se describe en Mateo 10:1-15 y la exógena en Mateo 10:16-42.

Se piensa, sobre todo hoy, que la verdadera misión es solo trabajar para el exterior tratando de convencer a alguien para que entre dentro de la iglesia. Mateo resume su reflexión con una doble llamada: ir primero a las ovejas perdidas de la casa de Israel y luego a las ovejas de afuera. La verdadera misión comienza adentro. Pero hay un tercer elemento que Mateo introduce con gran pertinencia. Ese es la sabiduría que hace falta para saber discernir, según los tiempos y el contexto corriente, entre cuál de las dos misiones es prioritaria e inmediatamente necesaria, la misión endógena o la exógena. La pertinencia de la una y de la otra depende no solo de la información bíblica, sino también de un análisis del contexto sociocultural que determina por mucho la validez de la una o de la otra.

Hoy existe una serie de reflexiones serias, adventistas y no adventistas, que nos indican que la misión prioritaria hoy está más dentro que afuera de la iglesia. Esto se debe simplemente al hecho que hoy en día «estar juntos», «crear convivencia», «conexión» y «vínculos» se ha convertido en un problema crónico y casi irresoluble en nuestras sociedades e iglesias. Y a menudo, lanzarse con cuerpo y alma hacia la misión exógena, hacia el mundo exterior, no es más que una huida, un intento de sublimación que trata de compensar la impotencia y la incapacidad de saber crear vínculos en el interior del grupo. La misión endógena, en cambio, tiene como objetivo atender primero a los que luego saldrán al exterior. ¿Qué podríamos enseñar a los que están fuera si lo esencial del ser iglesia, es decir, el saber estar juntos, no somos capaces no solo de vivirlo sino también de percibirlo como deber primario? Brevemente, cuatro análisis de referencia que apuntan en esta dirección.

La primera referencia, desde una perspectiva cristiana genérica, se refiere al programa ECI2 (Essere Chiesa Insieme, ser iglesia juntos) de la FCEI (Federación Cristiana Evangélica Italiana). Se creó en el 2000 con el objetivo, no teológico, sino comunitario, de crear vínculos entre las comunidades protestantes italianas y las iglesias de los

2 «Commissione Studi Dialogo Integrazione», en Federazione delle Chiese Evangeliche in Italia (FCEI), https://www.fcei.it/commissione-studi-dialogo-integrazione/ emigrantes que llegan a Italia. Ante la bifurcación del mundo protestante en Italia entre una iglesia autóctona culta, rica, tolerante, ecuménica y cristocéntrica y las iglesias «étnicas» residentes en Italia, formadas por extranjeros, pobres, tradicionalistas, militantes, pragmáticos y a menudo fanáticos, la FCEI consideró que la tarea primordial de la iglesia es aprender a vivir juntos, respetando las propias diferencias, como testimonio concreto de pertenencia a Cristo. La primera tarea eclesiológica es aprender a estar juntos. Luego viene todo lo demás.

La segunda referencia, desde una perspectiva adventista, es el libro de Richard Rice (Facultad de Teología de la Universidad de Loma Linda), Believing, Behaving, Belonging3. Rice cree que el adventismo ha tenido un impulso increíble en el pasado desde la perspectiva de la comunidad y la misión a través de dos herramientas increíblemente poderosas. La primera herramienta es el Creer. Es la fuerza doctrinal sobre todo de nuestras creencias más típicas, como el sábado y el retorno de Cristo que en vez de ser obstáculos han actuado más bien como imanes para los que se acercan a la iglesia y como un cemento que ha fortalecido la fe de los miembros en su interior. Para vivir bien hay que tener una comprensión correcta de lo que es la verdad. Tener ideas correctas sobre Dios, el mundo y la vida. La segunda herramienta es el Comportamiento, ese impulso que proviene de la concreción y secuencialidad de la conducta moral motivada por altos ideales que no solo duplica la convicción personal sino que alimenta y hace florecer también la sensación de logro, satisfacción y plenitud existencial. Para vivir bien, hay que tener voluntad, iniciativa y perseverancia y poner en práctica lo que creemos.

La coherencia de nuestro credo y la fuerza de nuestra ética han obrado milagros en nuestra iglesia. Pero Rice no se detiene ahí. Cree que, por un lado, estas dos joyas nuestras se han atascado y ya no tienen el efecto positivo que tenían en el pasado, pero, por otro lado, en realidad están trabajando en nuestra contra. Porque muchas de las anomalías que tiene hoy el adventismo son el resultado de una

3 Richard Rice, Believing, Behaving, Belonging: Finding New Love for the Church (Roseville, California: The Association of Adventist Forums, 2002), pp. 11-23.

excesiva racionalización doctrinal y de un esquematismo moral. Este es el paradójico efecto «iatrogénico» en el adventismo en el que los remedios destinados a curar el problema con el tiempo se convierten y funcionan como instrumentos de difusión y radicalización del problema mismo. Es decir, ya no curan, sino que empeoran la enfermedad. De hecho, ellos mismos se han convertido no en parte de la solución sino en el problema que pretendían resolver. Por ello, Rice cree que debemos centrarnos hoy en un tercer elemento que no es muy típico de nuestra tradición o lo es en un sentido puramente pragmático y utilitario. Esta es la categoría de Pertenencia. Pertenecer no es solo estar inscrito en los registros de la iglesia, sino producir y articular vínculos fuertes y satisfactorios que nos permitan sentirnos bien junto a nuestros hermanos y hagan florecer nuestra experiencia religiosa.

La tercera referencia, desde una perspectiva sociológica, es la de Alain Touraine, sociólogo francés, y en particular su libro ¿Podemos vivir juntos?: Iguales y diferentes4. En esencia, Touraine afirma que el proyecto económico y cultural moderno fue posible gracias a un pacto social. Este pacto social, que también estaba garantizado por la política y en muchos aspectos también por la religión, ha sido desmantelado por el refuerzo y la preponderancia de la razón instrumental, visible en el dominio de la economía sobre la política y la ética. Por lo tanto, el reto, no religioso sino cultural, es recrear este intersticio humano que es el único que puede permitirnos sobrevivir. El principal reto actual no es el del crecimiento, sino el de la estabilidad social. El problema, sin embargo, es que las sociedades homogéneas del pasado ya no existen. Hoy vivimos en sociedades –e iglesias– que ya no son étnica o religiosamente compactas, sino socialmente diferenciadas y heterogéneas. Se necesita hoy una mayor generosidad y flexibilidad humana y psicológica para recrear este intersticio social perdido. ¿Seremos capaces de crearlo? El reto actual es crear un vínculo que

4 Alain Touraine, Pourrons-nous vivre ensemble? Egaux et différents (París : Fayard, 1997), pp. 11-35. Ed. esp.: ¿Podemos vivir juntos?: Iguales y diferentes (México: Fondo de Cultura Económica, 1997). reconozca la diferenciación social como proceso irreversible.

La cuarta referencia, desde el punto de vista cultural, es de Lévi-Strauss, y en particular el capítulo 38 de su libro Tristes trópicos, 5 donde introduce las dos categorías que aparecen en el título general de nuestra serie. La primera es la categoría de «antropo-fagia» (engullir al otro humano). Según LéviStrauss, todas las culturas premodernas y modernas no occidentales tienen una fuerte tendencia «antropo-fágica simbólica». Es decir, son capaces y aspiran a asimilar, acoger, integrar a las personas y hacerlas sentir parte del grupo. Es cierto que también tienden a aplastarlas y oprimirlas, pero las hacen sentir parte del todo. En otras palabras, son espontáneamente inclusivas.

Lévi-Straus cree que el sistema cultural racional e individualista de nuestras sociedades contemporáneas ha creado ciertamente dinamismo, progreso y crecimiento. Pero el efecto secundario devastador es que ha atrofiado de forma crónica y quizá irreversible nuestra capacidad de acogida e integración. Porque incluso cuando somos conscientes de este déficit de vinculación y, por tanto, de la soledad y la angustia que este déficit genera, y tratamos de remediarlo proponiendo estrategias de vinculación, el resultado es desastroso. No solo no conseguimos integrar a la gente, sino que, tras la euforia inicial de unos vínculos artificiales y artificiosos que no duran mucho, la gente se siente aún más sola. Nuestras intervenciones radicalizan el problema. Nuestras estrategias acaban excluyendo aún más. Nos hemos convertido, a pesar de nosotros mismos, en sociedades fuertemente «antropo-eméticas» («vomitar» al otro humano). Nuestros lazos no vinculan, nuestras uniones no unen, nuestras reuniones no nos acercan, nuestras comunidades no integran.

La alternativa entre comunidades «antropoémicas» y «antropo-fágicas» no es una gran alternativa. ¿Qué es la iglesia en este contexto cultural? ¿Cuál es la misión de la iglesia en este panorama social de desintegración de las redes humanas típicas

5 Claude Lévi-Strauss, Tristes tropiques (Nueva York: Kangaroo, 1997), pp. 436-448. Ed. esp.: Tristes trópicos (Barcelona: Paidós, 1988).

que han sostenido a los pueblos en el pasado? La respuesta no puede venir de un pragmatismo eclesiológico o misionero obsesionado compulsivamente por el resultado. El camino, en mi opinión, solo puede venir del redescubrimiento de la «complejidad eclesiológica» y de la complejidad humana que nos caracteriza como seres humanos y que intentaremos describir en estas sesiones.

Revistas

https://aula7activa.adventista.es/category/revistas/aula-7/

Andrews University Seminary Studies Revista editada en inglés originalmente por el Seminario Teológico de la Universidad Andrews. Revista teológica con prestigio internacional y sin duda la más importante en el mundo adventista. Origins Revista editada en inglés originalmente por el Geoscience Research Institute. Revista de referencia para los estudiosos e interesados en el creacionismo, trata todos los puntos de vista respecto al origen de la Tierra y de la vida que en ella habita.

Aula7 La revista de AEGUAE. La nuestra, la de todos.

Conciencia y Libertad Revista editada por la Asociación Internacional para la Defensa de la Libertad Religiosa.

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