AULA 7 NÚMERO 34 / DICIEMBRE 2021

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introducción

SER IGLESIA JUNTOS: ¿Comunidades antropo-fágicas o comunidades antropo-émicas? Hanz Gutiérrez Profesor de Teología Sistemática Facultad de Teología, Istituto Avventista di Cultura Biblica “Villa Aurora”, Florencia, Italia

¿Q

ué tan difícil es vivir la iglesia hoy en día? Sin duda, se trata de una pregunta retórica porque no es necesario formularla para ser conscientes del problema. Esta serie de artículos trata de reflexionar sobre este reto y formula algunas propuestas indirectas. No son recetas inmediatas, sino más bien descripciones incompletas, bosquejos iniciales, pero que pueden facilitar intervenciones apropiadas o estrategias prácticas sucesivas, pertenecientes a otras áreas de la experiencia religiosa. Este es solo un ejercicio de reflexión teológica. En muchos sentidos, inútil. Pero quizás porque es inútil, es tal vez capaz de mirar el problema de la iglesia desde ángulos poco frecuentados. El título mismo de esta introducción y de la serie en general, parece ocultar una anomalía, un déficit. Porque ¿cómo podríamos hablar de la Iglesia sin hablar de su misión? Con razón, como sugiere el título de esta serie «Iglesia Adventista: Identidad y misión», propuesto por los organizadores de estas charlas, sobre todo para nosotros, los adventistas, es la misión la que realmente da sentido a la iglesia. Sin misión no hay iglesia. Es la misión la que revela y manifiesta la grandeza y la esencia de la iglesia. Por este motivo la Iglesia Adventista puede ser solo una iglesia misionera. De hecho, la Iglesia Adventista es una iglesia misionera por vocación y por

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Todo el capítulo 10 es un discurso sobre la misión, pero que diferencia entre una misión interna y una externa. La

convicción y, por este motivo, todo lo que no vaya en este sentido es, para nosotros los adventistas, en el mejor de los casos, pura distracción y, en el peor, una negación de la esencia misma de la iglesia. Sin embargo, yo no estaría tan seguro de que nosotros comprendamos lo que es la iglesia hoy en día, y mucho menos lo que es la misión. ¿Y si la misión se ha convertido paulatinamente para nosotros los adventistas en una compulsión operativa y la iglesia en un puro contrato confesional? Entonces, si ese fuera el caso, ¿cuál sería el valor de lo que somos y lo que hacemos como iglesia? Así que la verificación de lo que la iglesia es y hace es una obligación moral permanente, una obligación ineludible. La primera misión de la iglesia es verificar la validez y relevancia de su supuesta misión. Ya el evangelista Mateo, en el «discurso misionero»1 recogido en el capítulo 10 de su evangelio, nos llama a este deber de verificación porque, según su análisis, es fácil tropezar con algunas anomalías misioneras. En primer lugar, está lo que él describe como «reduccionismo misionero». Esto consiste en considerar una parte como si fuese el todo, un tipo de misión como si fuese toda la misión. La misión de la iglesia, según Mateo, no es ni puede ser monolítica. Ella se articula inexorablemente en dos de sus formas estructuralmente necesarias. Una forma endógena y otra exógena. Predicar fuera y vivir dentro.

misión endógena se describe en Mateo 10:1-15 y la exógena en Mateo 10:16-42.

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