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Dos hombres ricos

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Para saber más

Para saber más

Comprende y memoriza:

(Mateo 19:21, Versión Reina-Valera 1995)

La respuesta de Jesús era sencilla.

Tu Lectura Del Domingo

En una ocasión, cuando Jesús ya había terminado de predicar y se estaba yendo a descansar llegó un hombre corriendo y se arrodilló delante de él. Tenía una pregunta muy importante y no podía esperar más. ¿Quién era? (Búscalo en Lucas 18:18)

No era una persona cualquiera. Era un dirigente. La Biblia también nos dice que aquel hombre era joven. Y por eso se le conoce como el joven rico. ¿Te imaginas a un joven vestido con ropas elegantes llegar corriendo y arrodillarse delante de Jesús? Eso no era muy normal. Lo normal hubiera sido que las demás personas se inclinaran ante el joven.

Pero el joven rico se daba cuenta de que Jesús era más importante que él y se inclina ante Jesús para mostrarle su respeto. ¿Qué pregunta tan importante quería hacer el joven rico a Jesús? (Puedes leerla en la segunda parte del Lucas 18:18).

—Ya sabes los mandamientos —le dijo Jesús—. No robes, no mates, no mientas, respeta a tus padres…

Si te das cuenta Jesús le hace una lista de los seis últimos mandamientos de la Ley de Dios, los que nos dicen cómo debemos comportarnos con las personas que tenemos a nuestro alrededor y le nombra cinco.

El joven rico se tranquilizó. Todas esas cosas las había aprendido desde pequeño. Sus padres lo habían educado para guardar la ley y él había tomado la decisión de ser obediente a todas las normas de los sacerdotes y fariseos. El joven no robaba, ni mataba; era honesto, buen hijo y no mentía.

Tu Lectura Del Lunes

• Con la ayuda de tus padres lee Éxodo 20:1-17 y Lucas 18:19, y escribe en las tablas del dibujo el número de los mandamientos que le preguntó Jesús al joven rico si cumplía.

Para los padres

Es importante enseñar a nuestros hijos a obedecer, pero tan importante o más es que sepan por qué deben hacerlo. Al principio lo harán porque confían en vosotros, pero a partir de los 7-8 años ya empiezan a preguntarse qué hay detrás de la obediencia. Si deben ayudar a poner la mesa no es por capricho de los padres, sino por solidaridad con las tareas del hogar. Si no pueden jugar a un videojuego es porque primero tienen que hacer las cosas más importantes como los deberes o salir a jugar con los amigos. Y sobre todo porque detrás de la obediencia está el amor: el amor de unos padres que ponen unas normas para proteger a sus hijos, para ayudarles a convivir y para que sean más felices; y el amor de los hijos que se demuestra aceptando las normas de los padres y confiando en ellos.

—Todo esto ya lo he hecho desde que era pequeño —le respondió a Jesús—. Pero yo sé que hace falta algo más. ¿Qué más tengo que hacer?

El joven era obediente y una buena persona. Pero se daba cuenta de que no bastaba con cumplir los mandamientos y ya está. Se daba cuenta de que su vida no estaba completa. Tenía dinero, familia, un trabajo importante y era buena persona ¿qué más le podía faltar? La respuesta de Jesús le sorprendió. (Léela en Mateo 19:21)

El joven había demostrado que sabía obedecer. Pero Jesús quería que demostrara que sabía amar. ¿Recuerdas cuál era el resumen de la Ley de Dios? «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo».

¿Cómo podía demostrar el joven que amaba a Dios por encima de todas las cosas? Dejando sus riquezas y siguiendo a Jesús. Para seguir a Jesús no necesitaba una gran casa, ni criados, ni ropa lujosa.

¿Cómo podía demostrar su amor hacia los prójimos? Si el joven amaba de verdad a sus prójimos como a sí mismo debía demostrarlo y Jesús le pide algo muy sencillo: comparte con los demás lo que tienes. Es como si le dijera:

—Si vas a seguirme no necesitas tus riquezas, pero otras personas sí que necesitan que tú les ayudes. Demuestra tu amor hacia los demás con actos de amor.

Pero para el joven era más importante tener su mansión, sus criados o sus ropas caras que seguir a Jesús. Él obedecía las normas, pero no quería compartir sus riquezas con los demás. Así que se fue triste (ver Mateo 19:22)

Tu Lectura Del Martes

AJesús le entristeció la decisión del joven rico. Jesús le había pedido dos cosas. Jesús le había pedido una demostración de que cumplía la Ley de verdad, por amor. Pero también le había pedido que le siguiera, que se convirtiera en su discípulo. Y el joven se marchó.

Los discípulos estaban asombrados porque el joven rico había rechazado la invitación de Jesús. Pero Jesús les explica cómo era posible que algunas personas prefieran sus riquezas. Jesús les puso un ejemplo. (Léelo en Mateo 19:23,24).

¿Pasar por el ojo de una aguja? Por supuesto que Jesús no se estaba refiriendo a una aguja de coser sino a una puerta pequeña que había en la muralla de Jerusalén que se llamaba el Ojo de la Aguja. Era una puerta estrecha para que pudieran pasar las personas cuando las puertas grandes se cerraban por la noche. Para que un camello pudiera pasar, tenían que quitarle toda la carga y hacer que el camello se arrodillara, bajara la cabeza y hacerle entrar poco a poco. Era una tarea muy difícil para el animal y su camellero, pero no imposible.

Seguramente los discípulos se miraron los unos a los otros. En el grupo había personas ricas, por ejemplo, Mateo. Jesús tenía amigos ricos como Nicodemo, Simón o algunas de las mujeres que seguían a Jesús. Había gente rica que seguía a Jesús. Entonces ¿por qué decía que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos?

Porque para muchas personas, sean ricos o no, el amor al dinero puede ser más fuerte que el amor a Dios, porque se preocupan más de sus posesiones materiales que de Dios.

Tener muchas cosas NO es malo. Pero si nuestras cosas son más importantes que Dios ¿cómo vamos a seguirle?

• Con las siguientes palabras podrás componer el texto de 1 Timoteo 6:10 en la versión Palabra de Dios para Todos. Con las palabras que sobran construye una frase ¿Es lo que tú quieres hacer?

Para los padres

Explicadles a vuestros hijos que Dios no nos pone la condición de ser pobres para seguirle y ser buenos cristianos. Abrahán, Isaac, Jacob, José, David, Salomón, Ester y muchos más personajes y héroes bíblicos eran ricos, pero antepusieron su amor a Dios a sus riquezas. El problema no son las posesiones o las riquezas sino cambiar el amor a Dios por el amor al dinero. Lee 1 Timoteo 6:10.

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