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TU LECTURA DEL MIÉRCOLES
Aquel fue el sábado más amargo de la vida de los discípulos. Habían visto cómo hacían sufrir a su Maestro y cómo lo mataban. Estaban tristes, muy tristes y tenían miedo. La tristeza, el cansancio y el miedo no dejan pensar. Llevaban muchas horas sin dormir. Estaban escondidos por miedo a que los sacerdotes y fariseos quisieran matarlos, como lo habían hecho con Jesús. No podían salir a las calles de Jerusalén porque todo el mundo los podía reconocer. Solo podían pensar en que Jesús estaba muerto. Estaban tan tristes y preocupados que no podían recordar las palabras que Jesús les había dicho en la cena del último jueves. (Tú puedes recordarlas leyendo Juan 16:20,22). Tampoco podían recordar que en varias ocasiones Jesús les había avisado de que lo iban a matar pero que resucitaría después de tres días. (Lee Marcos 8:31). Ni siquiera podían recordar todos los milagros que Jesús había hecho y que ellos mismos también habían podido hacer gracias al poder de Dios. Lo único que recordaban era que habían huido y lo habían dejado solo.
Para los padres
Enseñad a vuestros hijos a manejar los sentimientos de culpabilidad y explicadles la importancia del perdón para liberarse de ella. Todos nos equivocamos y podemos fallar a las personas de queremos y a Dios, como lo hicieron los discípulos. Eso no significa que no los amemos. Cuando perdonamos y nos sentimos perdonados nos reconciliamos con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con Dios.