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TU LECTURA DEL MIÉRCOLES
Pero los discípulos estaban dispuestos a defender a Jesús y a luchar por él. El primero, Pedro. Él fue el primero en atacar. (Ni te imaginas lo bruto que era: lee Juan 18:10). Eso no era lo que Jesús quería. Y Pedro se llevó una buena regañina. (Léela en Mateo 26:52,53). Jesús nunca había usado la violencia y no iba a utilizarla ahora. Tenía que demostrar que era un Dios de paz y amor hasta el último momento. Y luego para sorpresa de todos se acercó a Malco, le tocó la oreja y la oreja volvió a estar en su sitio. No le dolía, no había sangre (ver Lucas 22:51).
¿Recuerdas que Jesús, en el Sermón del Monte, había dicho «amad a vuestros enemigos»? Pues Jesús, ahora estaba amando a ese enemigo que venía a apresarlo y se lo demostró siendo amable con Malco, aunque Malco habñia sido malo con él. Luego, cuando los discípulos vieron que los soldados apresaban a Jesús y que no se podían defender, ¿qué hicieron? (Lee Marcos 14:50)