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9. BibliografÌa
Por supuesto, la deposiciÛn de tales materiales habrÌa sido, en lÌneas generales, precisamente la inversa a la normal en que se habÌa encontrado en el mundo antediluviano. Y cada vez que las aguas del Diluvio consiguiesen arrasar un yacimiento ìpaleolÌticoî, de arriba abajo, los restos lÌticos serÌan arrastrados por las corrientes de agua y finalmente depositados precisamente en un mismo corte vertical del terreno en las terrazas fluviales. El concepto de las glaciaciones no permite explicar debidamente este hecho, a no ser que se recurra a la hipÛtesis improbable de que cada una fuera de menor intensidad que la anterior, y aun asÌ no cuadra con el hecho de la existencia de terrazas fluviales en territorios muy meridionales.
8. Consideraciones finales
Las p·ginas anteriores muestran un intento eslabonado de explicar conforme a un punto de vista cristiano los restos paleolÌticos. Aunque en toda reconstrucciÛn de lo que no se ha visto hace falta una cierta dosis de imaginaciÛn, hemos procurado relegar Èsta a un mÌnimo indispensable. No podemos pretender que las precisiones hechas en las ˙ltimas p·ginas sean la explicaciÛn completa y final de la razÛn de ser los restos paleolÌticos. El autor espera y desea que estudios posteriores m·s concretos puedan descubrir nuevos detalles de alcance que perfeccionen el esquema arriba presentado. Pero una cosa es cierta: los descubrimientos que se hagan en el futuro no podr·n seguir interpret·ndose ˙nicamente seg˙n el modelo uniformista. Hemos presentado una hipÛtesis de trabajo que no se opone a ning˙n hecho cientÌfico conocido, que no es ni mucho menos seria ni erudita que la ìoficialî y que tiene la enorme ventaja de explicar ciertas anomalÌas que la interpretaciÛn tradicional de los hechos prehistÛricos no puede aclarar, y de ser, adem·s, acorde con la inspiraciÛn.
Parafraseando las palabras de Elena White, nos gustarÌa acabar diciendo que ìno obstante la iniquidad del mundo antediluviano, esa Època la del PaleolÌtico no fue, como a menudo se ha supuesto, una era de ignorancia y barbarieî. ìLos antediluvianosî, es decir, los hombres de la mal llamada Edad de Piedra, de esa parte de la existencia humana de lo que no nos ha llegado documento escrito alguno, ´no tenÌan libros ni anales escritos; pero con su gran vigor mental y fÌsico disponÌan de una memoria poderosa, que les permitÌa comprender y retener lo que se les comunicaba, para transmitirlo despuÈs con toda precisiÛn a sus descendientesª. 42 Un dÌa las aguas del Diluvio entraron en las casas y arrastraron a aquel pueblo ´hacia los templos que habÌan erigido para su culto idÛlatra. Pero los templos fueron barridos. Se rompiÛ la corteza de la tierra y el agua que habÌa estado escondida en sus entraÒas se desbordÛª. 43 De aquellos templos no nos han quedado muestras, pero sÌ de lo que sin duda eran sus anexos las cuevas ìpaleolÌticasî como testimonio incontrovertible de que ´el mundo de entonces pereciÛ anegado en aguaª; pero ´la tierra, que proviene del agua y por el agua subsisteª y ´los cielos ... que existen ahora, est·n reservados por la palabra de Diosª, ´guardados para el fuego en el dÌa del juicio y de la perdiciÛn de los hombres impÌosª. (2 Ped. 3:5-7).
Notas Bibliogr·ficas
1. VÈase, en cuanto a la cuestiÛn de las diferencias de datos numÈricos nuestra publicaciÛn anterior, øCu·nto ha durado la historia? y el Comentario bÌblico adventista del sÈptimo dÌa, tomo 1, pp. 189, 190. 2. VÈase, por ejemplo, Id., pp. 63-68; Flori, Jean y Rasolofomasoandro, Henri, øEvoluciÛn o creaciÛn? y otras obras que son citadas en la bibliografÌa de Èsta. 3. Garn, Stanley, M., ´Culture and the direction of human evolutionª, en Human evolution (ref. 1), pp. 102, 103, 105, 107. 4. Vallois, Henri, citado en: Stewart, T. D., ´The problem of the earliest claimed representatives of Homo sapiensª, en The origin and evolution of man, 15 (1950): 101. 5. Weidenreich, Franz, Apes, giants and man, Chicago University Press, 1948, p. 2. 6. Dobzhansky, Theodosius, ´Changing manª, Science, 155 (1967): 410, 411. 7. Custance, Arthur C., GÈnesis and Early Man - The Doorway Papers, vol. 2, Zondervan Corporation,
Grand Rapids, Michigan, 1975, p. 162. 8. Id., p. 21. VÈase tambiÈn Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana, tomo 17, artÌculo ´DeformaciÛnª, p. 1317. Espasa-Calpe, Madrid. 9. VÈase Id., mismo artÌculo, pp. 1317-1318. Pueden observarse tambiÈn las ilustraciones de la p. 1319. 10. Custance, Op. cit., p. 183. 11. Wallis, Wilson D., ´The structure of prehistoric manª, en The making of man, Modern Library, Nueva
York, 1931, pp. 69 ss. 12. Custance, op. cit., p. 183. 13. Id., pp. 17,18. 14. Wallis, loc. cit. 15. Id., pp. 72, 73. 16. Koppers, Wilhelm, Primitive man an his world picture, Sheed and Ward, Londres, p. 238. 17. Weidenreich, Franz, ´The skull of sinanthropus pekinensis: A comparative study on a primitive hominid skullª, Paleontologica Sinica, N. S. D., 127 (1943): 1, Nº 10. 18. Wallis, citado por Custance, op. cit., p. 245. 19. Price, George MacCready, The new geology, Pacific Press Publishing Association, Mountain View,
California, 1923, p. 571. 20. Id., pp. 162-164. 21. RodrÌguez de la Fuente, FÈlix, Enciclopedia Salvat de la fauna, Barcelona, 1970, vol. 6, p. 148. 22. Howorth, Henry H., The glacial nightmare and the flood, pp. 843-844. 23. Whitcomb, John C., Jr. y Morris, Henry M., The Genesis Flood, Filadelfia, 1964, p. 290. 24. Ibid. 25. Price, op. cit., p. 202. 26. VÈase, por ejemplo, Coffin, Harold G., Creation - Accident or Design, Review and Herald Publishing
Association, Whasington, D. C., 1969, pp. 109-111. 27. VÈase, por ejemplo, Berenguer, MagÌn, ´La Cueva de "Tito Bustillo"ª, Tesoros de Asturias, GijÛn, 1972, p. 99. 28. White, Helen G., Spiritual gifts, vol. 3, p. 92. 29. White, Elena G., Patriarcas y profetas, pp. 103, 104. 30. VÈase Oakley, Kenneth P., CronologÌa del hombre fÛsil, Barcelona, 1968, pp. 244-281. 31. VÈase Price, Op. cit., p. 702. 32. White, Helen G., Spiritual Gifts, vol. 3, p. 60. 33. VÈase White, Elena G., Patriarcas y profetas, p. 80. 34. VÈase Coffin, op. cit, p. 218; von Kˆnigswald, G. H. R., Meeting prehistoric man, The Scientific Book
Club, Londres, 1956, p. 113. 35. VÈase The american peoples encyclopaedia, 1960, vol. 9, col. 9557; Weidenreich, op. cit. 36. White, Helen G., Spiritual gifts, vol. 3, pp. 63, 64. 37. Comentario de White, Elena G., en: Comentario bÌblico adventista del sÈptimo dÌa, vol. 1, p. 1104. 38. White, Elena G., Patriarcas y profetas, p. 80. El Ènfasis no est· en el original. 39. Id., p. 87. 40. VÈase, por ejemplo, White, Elena G., Consejos sobre el rÈgimen alimenticio, pp. 139, 140. 41. VÈase Price, Op. cit., p. 573. 42. VÈase White, Elena G., Patriarcas y profetas, pp. 69, 70. 43. White, Helen G., Signs of the Times del 4 de abril de 1901 (vol. 27, nº 15, p. 4), p. 174 del cuarto tomo de la compilaciÛn de esta publicaciÛn recientemente hecha.