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Zona Mancha-Febrero 2020
DeTodounpoco/VÁMONOS de VIAJE
Monasterio de Guadalupe
S
i el mes pasado visitábamos el monasterio de Yuste, en la pro vincia de Cáceres, en este caso lo haremos con otra de las joyas de la misma provincia, en esta ocasión mucho más conocida y espectacular. Nos referimos al monasterio de Guadalupe, si tuado en la localidad del mismo nombre. A primera vista, más que un monasterio parece una gran fortificación que destaca en la serranía de la comarca de las Va lluercas, en los límites de la provincia de Cáceres con la de Toledo, la cual, además, es en la actualidad una etapa de la cono cida como Ruta de Isabel la Católica en Extremadura.
Sobre sus orígenes se dice que a finales del siglo XIII, en los márgenes del río Guadalupe, se descubrió una imagen de la Virgen, la cual en el siglo VIII había sido ocultada ante la invasión de los mu sulmanes. Eso llevó a construir una ermita, y en 1340 el rey Alfonso XI otorgó terre nos a las gentes que se habían instalado junto a la misma, lo cual fue el germen de la citada puebla de Guadalupe. Años des pués, en 1389 fue cuando el rey Juan I concedió a la orden monástica de los Je rónimos la custodia del monasterio, la cual mantuvieron hasta 1835, cuando se pro dujo la desamortización de Mendizábal. Tras funcionar como una parroquia secular dependiendo de la Archidiócesis de To ledo, en 1908 el monasterio pasó a manos de los franciscanos, comunidad que lo re genta hasta la actualidad. Durante siglos el monasterio fue prota gonista de numerosos hechos históricos
como la visita, en 1464, del rey Enrique IV de Castilla junto con la infanta Isabel, futura Isabel la Católica. Otro hecho histórico tiene relación con Cristóbal Colón, el cual se había enco mendado a la Virgen de Guadalupe en su primera expedición a América y, al regreso de la misma, llevó a Guadalupe a dos in dígenas los cuales fueron bautizados en una pila bautismal. Ahora puede verse en la fuente del centro de la plaza que se abre ante la fachada principal del santuario. En su interior destaca el claustro mudé jar, también conocido como de los Mila gros, el cual fue construido a finales del siglo XIV. En este claustro se levanta, ade más, un bello templete mudéjar. En sus distintas dependencias encon traremos muestras de diversos estilos ar quitectónicos, desde el gótico y el citado mudéjar, hasta el renacentista, barroco y neoclásico. Tras la desamortización el monasterio quedó casi en ruinas, hasta que en 1908 los franciscanos pasaron a hacerse cargo del mismo y desde entonces el edificio se ha ido recuperando de forma que al gunas de las antiguas estancias se han ido convirtiendo en museos, como el im presionante museo de Bordados, con más de 200 piezas realizadas en el propio ta ller del monasterio, o el museo de los Mi niados, o libros de coro, situado en la an tigua Sala Capitular que está considerado como uno de los más importantes del mundo. Un hito muy importante en la historia del Monasterio de Guadalupe fue su de claración por la Unesco, en 1993 como monumento Patrimonio de la Humanidad.
De visita obligada
Trujillo a visita a Guadalupe puede completarse con un reco rrido por la vecina pobla ción de Trujillo, el cual se ha con vertido en uno de los rincones más visitados de Extremadura. Histó ricamente Trujillo fue un pueblo que creció alrededor del castillo y dentro de unas murallas, y la zona que ocupa en la actualidad su plaza Mayor eran unos arrabales exteriores a la zona fortificada. A partir del siglo XIV empezaron a construirse las casas con soporta les, y con posterioridad, en el siglo XVI, se convirtió en una plaza se ñorial con edificios palaciegos re nacentistas. Trujillo es además la ciudad de dos de los principales conquistadores de América, Fran cisco Pizarro, quien conquistara Perú, y Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas. Tras su regreso de las Américas, los conquistadores extremeños empezaron a construir palacios que nacían como muestra de os tentación de una nueva clase so cial recién enriquecida con las ex pediciones americanas. Cuando se llega a la plaza Ma yor, aparte de sus grandes dimen siones, lo que realmente llama la atención es el encanto histórico del gran conjunto arquitectónico. Lo más recomendable es pasear tranquilamente alrededor de la plaza y terminar sentándose en al guna de las terrazas para, con un café o una cerveza, disfrutar de una de las grandes joyas patrimo niales de Extremadura.
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