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Secundaria y Bachiller: el grado de la experiencia

PP REPARADORES

Secundaria y Bachiller: el grado de la experiencia

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Desinfección de manos para entrar al centro

La vuelta al cole para el alumnado de los Padres Reparadores ha conllevado, como en todos los centros educativos, un extra de trabajo para ir adaptando el protocolo a los cambios surgidos durante este tiempo, además de la incertidumbre de cómo evolucionará la situación.

Con el inicio de las clases, el colegio ha informado al alumnado y a las familias de los pormenores de este protocolo para afrontar las clases de la forma más segura. “La disposición de alumnos y alumnas está siendo buena” cuenta Raquel San Martín, directora del centro. “pero hay que tener en cuenta que se necesita un período de adaptación para asimilar nuevas costumbres, como las del distanciamiento social”, añade. Por eso mismo, desde el colegio se ha reforza

OOO «Las nuevas costumbres, como el distanciamiento social, requieren un periodo de adaptación»

do la vigilancia en los recreos, que son los momentos donde resulta más complicado guardar esa distancia.

El colegio ya tiene también preparado el plan de atención no presencial, con las herramientas que se utilizaron antes del verano para el supuesto de pasar a otro escenario que requiera educación no presencial.

Escuela de Música de Valdizarbe

La matriculación se reduce en un 20%

La escuela de música de Puente la Reina/Gares también volvió a su actividad habitual, con cierto retraso, a pesar de que la crisis del coronavirus ha provocado una importante merma en las matriculaciones.

Así, si el año pasado eran 140 las personas matriculadas en alguno de los estudios que ofrece el centro, este año las matrículas se han quedado en torno a 110, una reducción del 20% que viene siendo el descenso generalizado en este tipo de escuelas este año. “Es normal que ante esta incertidumbre, mucha gente decida no apuntarse” explicaba el director de la escuela, Joaquín Chasco.

Este descenso del alumnado implicará también la reducción de horas del profesorado; y es que en mayor o menor medida, todo el profesorado se ha visto afectado.

La escuela de música también ha debido preparar un protocolo específico que, en el momento de escribir estas líneas, aún estaba pendiente de validación para comenzar las clases. “Sabemos que no es el mejor de los escenarios para comenzar el curso, y entendemos que las medidas propuestas son incómodas y van a dificultar sustancialmente la labor educativa”, explicaban en una nota informativa a las familias, para recalcar que “es responsabilidad de todos y todas respetar las medidas para evitar la propagación del virus”.

JESÚS GALLEGO, EDUCADOR Y DIRECTOR DEL CENTRO PUENTE:

“A la educación le falta quitar leyes y poner más corazón”

Jesús Gallego, en una zona del patio que utiliza como “despacho de verano”

Hace ya 25 años que se trasladó a Puente la Reina para poner en marcha un proyecto de la congregación del Sagrado Corazón: un colegio en el que educar a jóvenes que no encajan en los parámetros de la escuela. A esta formidable labor dedica su tiempo Jesús Gallego (Nava de la Asunción, Segovia, 1963), maestro y pedagogo, cuya vasta experiencia le convierte en todo un referente. Con él hablamos sobre educación en este peculiar inicio de curso.

En esta crisis, el alumnado con mayor necesidad de atención está saliendo especialmente perjudicado...

Como todo el mundo, nuestro alumnado ha acusado la falta de contacto, cuando la educación es socialización por encima de todo, si bien nos ha sorprendido la capacidad de adaptación demostrada por los chavales durante el confinamiento. Entre nuestro alumnado ha sido especialmente relevante el problema de la brecha digital; ni los centros ni las familias ni los alumnos y alumnas estamos preparados para una educación exclusivamente online como la que se hizo a finales de curso. Esta situación no sería posible en un comienzo de curso, con el “efecto otoño” donde se hace todo más cuesta arriba...

¿Qué otras dificultades se añaden este año que no son tan evidentes desde fuera?

Se nos pide a los centros que hagamos una labor educativa pero no está garantizado que podamos llevarla adelante si debemos atender todo el protocolo sanitario, atender las particularidades de cada situación, y los miedos de cada uno. En nuestro caso, tenemos fácil cumplir con las normas porque tenemos 40 alumnos y alumnas y mucho espacio... pero necesitamos que nos permitan cierta flexibilidad, teniendo en cuenta las situaciones complejas que viven muchos de ellos. El alumnado necesita educadores fuertes, que transmitan seguridad. La incertidumbre dificulta mucho nuestra labor, si bien al mismo tiempo proporciona una ocasión inmejorable para educar en la resiliencia.

Reintegrar en un modelo educativo a personas que han salido rebotadas del sistema en plena adolescencia debe de ser una tarea muy difícil... ¿cómo se consigue?

Llevamos 25 años en esta labor, y no miramos los resultados sino a las personas. El mayor éxito es cuando alguien vuelve y te dice: “Yo salí del centro mejor de lo que llegué”. Nuestro trabajo consiste en ofrecer una oportunidad a una persona que llega en situación de fracaso, en un ambiente nuevo y seguro donde se le dedica mucho tiempo y mucha energía, además de mucho corazón. En estos 25 años hemos desarrollado un proyecto dedicado a las personas, con un estilo muy cercano. Quizá esto es lo más innovador que tenemos. Hemos podido conseguirlo gracias a un equipo de 10 educadores y educadoras que se han implicado y han arriesgado en la creación de oportunidades para que las personas cambien. Utilizamos lo que se conoce por psicología de la narrativa: les hacemos ver que pueden construir su propio discurso y encauzar su vida de otra manera; y que los protagonistas de ese cambio son ellos y ellas.

¿Qué necesita mejorar el modelo educativo actual para evitar que haya gente que se quede en el camino?

Salir del mercado competitivo que existe. Hoy los pilares que imperan en nuestra sociedad son el entretenimiento y la competitividad, lo que se traslada al sistema educativo. No es lo que se merece una sociedad del siglo XXI: una comparativa con lo que se hacía hace 40 años, sino con lo que deberíamos tener en la situación en la que vivimos ahora. Creo que lo que hace falta son menos leyes y más corazón. En la educación hay que quitar espacio a los gobiernos para que lo recupere la sociedad y las familias, porque participan muy poco en ella. Además, tenemos que empoderar al profesorado. De educación saben los educadores, ¡no los ministros ni los políticos!

Los progenitores somos a veces incapaces de ver las necesidades reales de nuestros hijos e hijas. ¿algún consejo, desde tu experiencia, para encarar este complicado curso?

Dedicar a los hijos un tiempo más significativo, que es algo más que estar. Y proporcionarles un ambiente seguro en la familia. No podemos convertir los hogares en lugares simplemente competitivos y entretenidos. También ser más respetuosos, amables y colaboradores con el profesorado, en quien debemos confiar más.

Por otro lado, a los profesores quizás nos haría falta menos clases de psicología y más clases de teatro, para conseguir ser mejores comunicadores...

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