Capítulo 4: Antítesis absoluta. ―¡Dejaré la escuela! ―sacó la voz Emilie mientras intentaba detener Eleanor― Dejaré la escuela y tendrás tu reinado del terror otra vez... ¡Por favor, regrésame el reloj de papá! ―Te lo regresaré...―se detuvo la chica―...cuando vea que tu petición de dimisión ya haya sido aceptada y no tengas matricula ―sonrió― hasta entonces. La sangre de Emilie se sentía fría, y las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. Asustada, decidió salir del salón y regresar a su casa sin levantar la vista. Al ver la reacción de la chica, Artemis la siguió velozmente. ― ¡Emilie, espera! ―exclamó alcanzando a la muchacha y tomándola por el brazo― ¡No te vayas! ―Suéltame ―ordenó enojada Emilie― Todo esto es culpa tuya... ―soltó finalmente sus lágrimas, mostrando su rostro al chico― ¡Es tu culpa que aparecieran esos rumores, es tu culpa que me cortaran el cabello y robaran el reloj de papá! ―E-Emilie....―Por la sorpresa Artemis dejó el brazo de la chica, mientras su cara palidecía― Yo... no... ―¡Déjame en paz! ¡Regresa de una vez con tu dichosa ex novia para que nadie más salga herido! ―exclamó a la vez que daba media vuelta para salir de la escuela. Artemis no sabía cómo reaccionar ante las duras palabras de la chica, pues retumbaban con el sonido de la verdad dentro de sí. Triste, el chico volvió al salón en silencio, donde intentó poner atención sin tener éxito. La joven no regresó a la escuela aquel día, y tampoco al siguiente, por lo que Artemis asumió rápidamente que no volvería a verla, mientras que Leo se rehusaba a la idea. ―Oye...―comenzó Leo, quien se encontraba en el jardín conversando con Artemis― debemos hacer algo... ¿dejarás así las cosas? no te importa tanto Emilie como creí ―No puedo hacer nada...―respondió cabizbajo Artemis― Eleanor no le devolverá el reloj.... ― ¿Y? ¿No puedes seducirla o algo? convéncela de que regrese el reloj.... ―Si pudiese hacer eso, nada de esto hubiese ocurrido desde el comienzo ―respondió algo molesto― además... si Emilie regresa, la harían sufrir de nuevo... ―¡Puedes hacerlo! ―incentivo Leo― Eleanor hizo todo eso porque te quiere de regreso ¿No? ―Sé que eso parece... pero no es así ―suspiró― Eleanor se está vengando de mí por no haberle creído en el pasado... y estaba tan ocupado sintiendo pena de mí y mi soledad, que no noté cuán mal lo estaba pasando Emilie... ―Eso es cierto... de todas formas no deberías permitir que Eleanor haga lo que quiera contigo....Oponte un poco aunque sea...
―No puedo hacerlo... ―bajó la mirada― Es el karma que debo cargar por haberla expuesto tanto y haberle hecho daño... ―Hay algo que no me cuadra....―se detuvo Leo pensativo― ¿Por qué te culpas tanto si Eleanor fue quién te manipuló y empujó a la chica? ―preguntó directamente Leo, mientras Artemis bajaba la mirada ―No fue así... fue una trampa ―fue bajando cada vez más su voz― Fue Aslan quien....―se detuvo entonces Artemis ensimismado ―¿Aslan? ¿Aslan Mandler? ―se sobresaltó Leo― ¿También te juntas con ese tipo de gente? ―¡Tengo una idea! ―exclamó entonces Artemis― iré a ver a Emilie a su casa ― ¿Qué? ¿Tú no vives en el internado de la escuela? ―preguntó incrédulo― ¿Puedes salir? ―Creo que debemos volver a clases ―cambió el tema drásticamente Artemis― si nos ven aquí, empezarán rumores de nosotros dos ―sonrió con gesto coqueto al chico rubio. ―¡N-No digas eso! ―se espantó Leo― ya suficiente tengo con verme más pequeño.... ―De esa manera los chicos regresaron cada uno a su salón respectivo, Leo con más dudas que antes y Artemis con un plan en su cabeza. El miércoles acabó rápido y la mañana del jueves inició. Emilie vivía en una casa grande con mucho jardín pero no era del todo lujosa, y mucho menos una mansión. Abril comenzaba ese día y el aire de la mañana era más fresco que antes. Pasadas las nueve de la mañana, voces fuera de la habitación de Emilie la despertaron, se podía oír claramente una discusión entre una empleada de la casa y una voz que se le hacía extrañamente familiar. A los pocos minutos oyó golpear la puerta. ―¿Si? ―preguntó Emilie sin levantarse. ―Tiene una visita señorita Emilie ―dijo la empleada abriendo levemente la puerta― Es un joven de cabello llamativo... ― ¿Qué? ―preguntó fastidiada― ¿Artemis? ― ¡Sí, él! ¿Lo dejo pasar señorita? ―Sí Acto seguido, la empleada abrió completamente la puerta para dar paso a Artemis, quien casi sin timidez irrumpió en la habitación de la chica. ―Puedes retirarte Cassandra ―ordenó Emilie. ―No ―respondió cortante Cassandra― No la dejaré a solas con un chico ¡Su madre me despediría! ―Ugh...―gimió Emilie― Si me ayudas a que no se entere de que vino Artemis te dejo libre el lunes
―¿Y el viernes? ―regateó ―Hecho ―respondió Emilie, acto seguido Cassandra salió de la habitación dejándolos a solas― ¿Qué quieres? ―increpó ―Son más de las nueve y aún esta acostada... eres más holgazana que yo ―rió el chico acercándose hasta Emilie. ― ¿Qué quieres, no me oíste? ―insistió Emilie. ―Vine por ti ―soltó rápidamente Artemis― Regresa conmigo a la escuela ―No ―respondió cortante― ¿Cómo supiste donde vivo? ―¿Es eso realmente importante? ―sonrió.
―preguntó molesto Artemis― Moví mis contactos
― ¿Eh? ¿Acaso Eleanor te envió? ―¡C-claro que no! ―respondió sobresaltado― ¿Por qué tienes que ser todo el tiempo tan mala? ¿Me darías la oportunidad de explicarte? ―Adelante... ―Suspiró Emile. Artemis a su vez, se acercó hasta la cama dónde reposaba la chica, sentándose en una de las orillas. ―Lamento todo lo ocurrido, Emilie ―comenzó el muchacho― A decir verdad, creo que te estaba presionando demasiado para que me ayudases... Y para no sentirme solo... ―miró el rostro serio de la chica― y aunque sabía lo que podía pasarte, aun así te presioné para que siguieras acompañándome, sin siquiera protegerte... ―Bravo, hasta que te diste cuenta ―Fue lo mismo que pasó con Eleanor hace algunos años atrás.... ―suspiró― Honestamente... soy un ególatra y engreído, solo me preocupo por mi bienestar, y solo siento pena por mí mismo. Pero ya no quiero seguir pensando así ―sonrió tristemente― si hay alguien que puede oponerse a Eleanor, de seguro soy yo... Si regresas a la escuela conmigo, prometo no exponerte otra vez así... Y la situación en general… ― ¿Te refieres al "reinado del terror" de Eleanor? yo no le llamaría a eso "situación"... ―S-sí... bueno.... a lo que me refiero es que no siempre fue así... es hora de cambiarlo... ―Entiendo... ―respondió pensativa Emilie― ¿Sabes lo que es la disonancia cognitiva? ― ¿La qué? ―se sorprendió el chico. ―Disonancia Cognitiva... es cuando tus ideales y principios se contradicen con tu forma de actuar ―explicó― eso conlleva que te deprimas y estés triste todo el tiempo...
―Ah... ya veo ―respondió impresionado― ¿Qué tiene que ver eso con lo que te acabo de mencionar? ―Es lo que tú sufres... eres infeliz porque tu mente y tu forma de actuar se contradicen... por lo que intentas justificar todo tu actuar con excusas y... ― ¡B-Basta! ―la detuvo avergonzado Artemis― ¡Deja de leer mi personalidad con tu análisis psico-raro! ―Jajajajaja ―rió feliz Emilie― Volveré contigo a la escuela ―sonrió― sólo si prometes hacerte responsable de mí esta vez... ―Hablas como si.... ―se detuvo avergonzado― ¡O-Olvídalo! ¡Me alegra oír eso! ―No te alegres tanto... ―le cortó las alas Emilie― aún tienes que ayudarme a recuperar mi reloj... ―Mañana vemos eso ¿Te parece? ―sonrió― ¡Mañana te esperaré en la entrada de la escuela hasta que llegues! ―le advirtió. ―Sí, sí...Vete antes de que alguien más te vea y deba explicarle esto a mi madre.... Así, Artemis se retiró del lugar contento de haber convencido a su amiga de regresar al colegio. Emilie por su parte, tendría que hacerse el ánimo de levantarse temprano la mañana del viernes. La mañana del día siguiente aún mantenía los últimos suspiros de calor del verano antes de darle paso firme al otoño, y tal como lo había prometido, Artemis estaba en la entrada de la escuela esperando a la chica junto a Leo. ―¡¡Emilie!! ―se adelantó Leo, deteniéndose ante la chica― ¡En verdad regresaste! ―Sí,...Sólo falté tres días.... ―respondió Emilie sin emoción ―Que fría eres con Leo, Emilie ―mencionó entonces Artemis― Él estuvo esperando muy emocionado volver a verte... ―¡Artie! ¡No digas eso! ―lo detuvo Leo avergonzado ―¿”Leo”? ¿“Artie”?, las cosas cambiaron mucho mientras no estuve...―dijo sorprendida la chica mientras comenzaba a caminar en dirección al salón ―Bueno... nos hicimos amigos mientras planeábamos traerte de regreso ―dijo entonces Artemis ―Ya veo... espero que no todo esté de cabeza.... lidiar con ustedes dos siendo amigos es extraño... ―Jajajaja, creo que tenemos gustos en común con Artie ―mencionó Leo― como sea... ¡Me voy a mi salón! ―exclamó despidiéndose. ―¿Cómo qué? ―preguntó Emilie a Artemis
―Es un secreto, supongo....―respondió el muchacho mientras entraba al salón. ―Artemis... creo que hay algo raro aquí ―le llamó la atención Emilie― ¿Quién es ella?
―¿"Ella"? ―repitió confundido Artemis, notando que una chica que nunca había visto antes estaba sentada en su puesto― Eh... supongo que es una chica nueva que se ha confundido y se ha sentado en mí banco...
―¿Eh? pero si este curso ya no tenía matriculas disponibles...―mencionó Emilie yendo hacia la chica en el banco de Artemis. Al acercarse notó que la chica era realmente pequeña y hermosa, con enormes ojos verde y largo cabello castaño, todo ello acompañado con una dulce fragancia. ―H-hola... Soy Emilie... este es mi banco, y pues... aquel ―comenzó a hablar nerviosa. ―¿¡Eh!? ―chilló emocionada la muchacha― ¿¡Eres mi compañera de banco!? ¡Y eres una chica! ―Ah... sí ―respondió confundida por el deja vu que estaba viviendo. ―¿Dijiste que te llamas Emilie? ¡Yo me llamo Noemi Barnwell! mucho gusto ―exclamó sonriente. ―Mucho... gusto... pero.... verás.... ―avanzó lento Emilie, quien se sentía avergonzada por la alegre actitud de Noemi. ―¡Este es MI puesto! ―exclamó enojado entonces Artemis. ―¡Iaghhhh! ―soltó asustada Noemi― ¿¡Cómo puedes hablarme tan agresivamente sin si quiera presentarte!? ¡Maleducado! ―le regañó llorosa la chica. ―¿Eh? ―la cara de pena que le había dedicado la chica, intimidaba a Artemis de sobremanera, hasta el punto en que el color de su cabello y su rostro eran muy similares ―Ja ja ja ja ―rió nervioso― T-tienes razón... q-quédate con el banco.... ja ja ja ja ―dio media vuelta para salir del salón. ―¡Hey! ―le detuvo Emilie por el brazo― ¿Qué haces? ¿No quieres tu banco? ―S-sí lo quiero ―respondió nervioso Artemis― Lo quiero.... pero esa chica me pone nervioso... no puedo contra ella... ―¿Qué? ¿Perdón? ―interrogó confundida Emilie, mientras su cara de incredulidad dejaba ver un leve dejo de enojo y celos― ¿Me vas a decir que así de fácil caíste? ¡Hombre tenías que ser! ―le reprochó enojada para dirigirse hasta Noemi otra vez― Oye tú... ―le dijo enojada a la chica ―¿Qué sucede, Mily? ―respondió dulcemente Noemi. ―¿Me llamaste "Mily"? ―preguntó exasperada― Ese banco donde tienes acomodado tu flaco trasero es del tarado de allá ―soltó molesta y notoriamente celosa. ―¿De tu novio? ―preguntó angelicalmente Noemi― Que mal... el profesor Dario dijo que podía tomar el que yo quisiera.... ―¡Él no es mi novio! Jamás saldría con un imbécil superficial que se deja caer por la primera niña rica que le hace ojitos ―respondió más enojada Emilie. ―Jajaja, eso solo me deja ver que en verdad te gusta ―rió Noemi
―Grr... ―gruñó Emilie molesta, dirigiéndose hacia Artemis― Sabes, mejor quédate tú con mi banco... me volvería loca con alguien tan exasperante a mi lado ―le dijo enojada la chica― además, ya te gustó ¿No? –lo fulminó con la mirada ―P-pero Emilie....―la detuvo― vamos a hablar con el profesor ¿te parece? ―¿Para qué? Ya noté que prefieres quedarte con ella, a sentarte conmigo ¿no? ―le respondió cortante ―¡E-espera! ¿Ahora por qué estás tan de malhumor? ― Preguntó asustado Artemis ―Chicos… -interrumpió Noemi cortando la tensión entre ellos― de verdad no quería fastidiarlos… ¿Podemos arreglar esto de alguna forma? ―¡Eso es lo que intentaba decir! ―respondió con tono alegre, lo que hacía enojar aún más a Emilie― ¡Yo sé que los tres podemos arreglar este asunto! Los tres chicos se dirigieron hasta el salón del profesor cabecilla del tercero A, en busca de una respuesta. La sorpresa que se llevaría Emilie le daría un nuevo giro a su vida. ―Pues… ustedes dos se ausentaron justamente ayer, cuando Noemi llegó a unirse al curso ―explicó el profesor― sus bancos eran los únicos disponibles para ella ―Pero profesor ―reprochó Artemis― Uno de nosotros quedará sin banco… ―Eso no es problema… enviaré a alguien que ponga un tercer banco junto al de ustedes ―Sonrió como siempre― ¿Te parece bien sentarte junto a ellos dos, Noemi? ―¡Por supuesto! ―Replicó contenta― Solo espero no interrumpir su apasionado romance ―La última frase de Noemi, hizo que esta se ganara una mirada asesina por parte de Emilie. ―Profesor….―interrumpió entonces Emilie― Creí que nuestro curso tenía los cupos llenos… yo fui la última matricula. ―Con Noemi hicieron una excepción ―Dijo mirando a Artemis y Emilie― Y se los digo porque quiero que lo tengan muy presente a la hora de tratar con ella: Noemi está comprometida con el hijo del dueño de esta escuela, el próximo director de ésta. -¿¡Eh!? –exclamaron al unísono Artemis y Emilie, al tiempo que miraban como Noemi sencillamente les miraba sonriendo ―Es por eso que ella tiene tantas facilidades en esta escuela… Si son inteligentes, sabrán llevarse bien con ella ―Agregó igualmente feliz el profesor. ―Y-ya…. Ya veo… -suspiró Emilie mientras pensaba “Con su apariencia y esa sonrisa… es una potencial Eleanor…. ¡Una tirana en miniatura! La oponente perfecta para Eleanor”.
―¿Vamos a clases ya, compañeros? ―les invitó sonriente Noemi, abriendo la puerta de la oficina del profesor para dirigirse a su salón, sin saber que aquel día iniciaría el segundo round de una batalla que estaba muy lejos de acabar.