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En una cueva marina, bajo el azul del mar, vivía un cangrejo que lloraba sin parar.
—No encuentro mi propósito, no sé qué hacer —suspiraba el cangrejo mirando el atardecer.
La noticia se extendió y ya todos sabían que su amigo, el cangrejo, había perdido la alegría.
Un día, alguien llamó a su puerta. Era la ostra, que le dio una perla y le dijo:
—Querido cangrejo, esta perla te doy para que brille en tu vida como una estrella desde hoy.
Agradecido el cangrejo, la perla guardó, pero su tristeza no desapareció.
Más tarde llegó una manta raya con una alfombra ondulante y le dijo: —Toma, para que viajes con este objeto tan interesante.
Después, un pulpo amistoso le trajo una pluma brillante, diciéndole:
—Amigo mío, con ella escribirás historias de forma elegante.
Un cangrejo triste encuentra su propósito al ayudar a otros con regalos de amigos. Una historia de generosidad y solidaridad bajo el mar.