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on la recuperación de la cosecha y la salida de Brasil hacia adelante, durante el 2013, la economía argentina podría mejorar, con un crecimiento de alrededor del 3 %, a diferencia del 1,5 % que alcanzó durante el 2012. De todos modos, el resto de los países de la región van a crecer un 4 o 5 %, algunos quizá el 6 %. ¿Por qué no crecer más, entonces, en un contexto favorable por la economía de Brasil, los precios internacionales y la buena cosecha? Porque hay algunas señales negativas para la inversión que hicieron que esta cayera antes de que la economía entrara en recesión. Hay un deterioro importante en el clima de negocios, en particular por los controles a las importaciones y por una serie de cambios que generaron mucho ruido. Además, hoy la Argentina tiene altos costos en dólares que han reducido la rentabilidad de las empresas del sector privado. Los costos en dólares siguen creciendo, y eso hace más difícil cuadrar proyectos de inversión y competir. Lo que no está disponible para la Argentina con estas señales y con este nivel de atraso cambiario es seguir creciendo a tasas importantes como lo ha hecho en los años 2010 y 2011. Esa posibilidad no está disponible a menos que el Gobierno esté dispuesto a corregir errores de política económica. Mientras tanto, con condiciones externas favorables, se va a tener un crecimiento muy lento.
En este contexto, después de las elecciones del año próximo, se abren dos opciones: una es que el Gobierno decida corregir el atraso cambiario que tiene la economía, para lo cual va a tener que devaluar a un ritmo más fuerte que el actual y endurecer la política fiscal y monetaria para que esa devaluación no se traduzca simplemente en una mayor inflación. La otra es seguir profundizando el atraso cambiario, con lo cual la economía va a tener un crecimiento en los años siguientes todavía menor, con una situación externa favorable y una inflación relativamente elevada. Lamentablemente, hay una demanda externa que juega a favor de la producción agropecuaria y de la producción industrial, pero los problemas que genera la política local contrarrestan este efecto positivo del resto del mundo. En lugar de potenciar las posibilidades de crecimiento que nos podría dar el mundo, la política local actúa como una mochila y genera ruido con decisiones difíciles de justificar, lo que termina quitándole combustible a la recuperación. Políticas como el control de cambios y las trabas a las importaciones producen un deterioro en la confianza del consumidor. Para que la Argentina vuelva a crecer a los niveles que registró a lo largo de la última década, lo que hay que hacer es corregir los desequilibrios macroeconómicos y los problemas de atraso cambiario, y comenzar a dar señales más favorables hacia
Señales más favorables hacia la inversión Daniel Artana, Economista Jefe de FIEL
la inversión. El problema es que este es un gobierno que no reconoce que hay inflación y no ve las consecuencias negativas de muchas de las cosas que ha hecho sobre el funcionamiento de la economía, desde la nacionalización de YPF hasta los controles cambiarios. Tendría que hacer un cambio radical en el equipo de gobierno. La presidenta está muy mal asesorada en materia económica. La Argentina ha sido el país, junto con Brasil y Paraguay, que más ha sufrido en la región las consecuencias de la crisis internacional. A Perú, Colombia y Chile les ha seguido yendo muy bien. Estos países han sido más prudentes y se han dedicado a no perjudicar a la inversión. Gracias a eso hoy tienen un boom de inversión extranjera que está asociado a los sectores extractivos en minería e hidrocarburos. La Argentina no tiene ese boom porque se dedica a tomar medidas que son antiinversión. En esta situación dependemos cada vez más de la buena fortuna. ¿Qué pasaría si hay un problema en China o, por el motivo que fuera, el precio de la soja bajara a 350 o 400 dólares por tonelada? Tendríamos una recesión pavorosa. En definitiva, hay una vulnerabilidad que el Gobierno ha profundizado y, si se continúan aplicando estas políticas, vamos a crecer muy poco en un contexto muy favorable en el que deberíamos estar creciendo mucho más.