M ientras tanto te escribo Cartas de amor de cinco presos políticos uruguayos
Compilación y textos: Silvia Soler Fotografías: Pablo Bielli y Pablo La Rosa
C apĂtulo I
Cartas para Zulma
Zulma llega con un montón de cartas ordenadas. ¿Fue en el año 2009 o en 2010? Comienza a contar su historia, pero me pierdo en su relato. Todavía no leí las cartas. Ella ha pensado una y mil veces lo ocurrido, ha repasado su propia peripecia, en cambio yo soy una recién llegada. En la mujer que veo frente a mí, trato de imaginar a la joven militante parada en las escalinatas de Bulevar Artigas, la destinataria de las cartas. De noche, en casa, frente a los sobres azules, dudo si seguir un orden cronológico o leer al azar. No sé bien lo que busco, hasta que en una de ellas descubro al hombre: es un preso de mameluco que escudriña el cielo. Zulma también estuvo presa, pasó por varios cuarteles, la cárcel de Punta de Rieles y la Jefatura, pero a fines de 1973 consiguió la libertad con pasaje directo al exilio. Una organización internacional la ayudó a refugiarse en el hogar de una familia francesa. Zulma le anunciará por carta (no la tuve en mis manos) las novedades: liberación y partida. No se han visto en mucho tiempo y no habrá adiós. Solo en la falsa apariencia de los objetos todo permanece inmóvil. En realidad, la noticia estalló en la celda para trastocar adentro y afuera, y ha sido capaz de alterar hasta las puestas del sol. “No me ha ‘cabido’ nada en estos últimos días y no he pensado en ninguna otra cosa que no sea tu viaje”, escribe él desde el penal de Libertad.
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Si ve pasar el avión, tendrá su despedida. Es cuestión de segundos o menos, el avión tardará un instante en atravesar el ventanuco. Un movimiento, un desvío de la mirada, una nube inoportuna y se quedará sin el adiós final. Se necesita un milagro para tocar con la vista un destello metálico con destino a París.
17 de diciembre de 19735 […] Como sabés, tengo inmunidad nula contra los microbios que te atacan a ti y desde que recibí la penúltima “desde Montevideo” (el viernes pasado) ya me puse como cotín antiguo y con un acceso de bronquitis que aún me dura, con tendencia a quedarse. Además… la “última desde Montevideo” no ha llegado y ahora es difícil que aparezca hasta después de Reyes, si es que aparece. […] Para colmo, desde un tiempo a esta parte —creo que ya te lo dije— no hay manera de saber qué pasó con la carta que no llegue… A propósito, quiero que tengas claro que no dejé de escribirte en ninguno de los días correspondientes (en la anterior a esta, incluso se me armó lío porque me llamaron para trabajar en la replanificación de la quinta, por lo que creí que ya no podría terminarla; al final, madrugué al otro día y, como habrás visto si la recibiste, se me terminó el papel, antes que el tiempo). 5 . En esta y en las próximas cartas se han hecho pequeñas intervenciones en los signos de puntuación. Para aprovechar el espacio, los presos no utilizaban, en general, el punto y aparte. Para facilitar la lectura se han reestablecido los párrafos. También se corrigieron errores, cuando había. Las cartas, salvo excepciones, no se publican completas. Se han elegido los fragmentos más emotivos, los que desarrollan reflexiones o sensaciones y aquellos que se refieren a la esencia del vínculo.
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Y bueno, como te venía preguntando, ¿todavía “chamuyás” en castellano? ¿O ya en franchute? Porque me imagino que ni bien pises el avión, ya podrás emplear tu práctica aunque sea con las azafatas, ¿no? ¿Viste como tu educación “afranchutada” algún día te serviría? […] Bueno y basta de bromas, ¡que la verdad es que las hago solo para darme ánimo, mi negra! Porque sabés que la posta es que desde el martes pasado, cuando recibí la primera noticia de que efectivamente te ibas hoy (a más tardar el miércoles), ya me habían entrado también los “cómo”, “cuándo”, “dónde”… y el “¿será?”. Es difícil de explicar, pero es distinto el “irse” en general, que “irse el día tal, seguramente”, ¿verdad? Y todas esas cosas empezaron a atacarme de tal modo desde ese martes (y con mayor intensidad a partir de que recibí tu carta), que esta semana ha sido totalmente distinta a todas las que he vivido desde que estoy preso. No hay caso que es una verdadera raya, no me ha “cabido” nada en estos últimos días y no he pensado en ninguna otra cosa que no sea tu viaje. Sé que la voy a superar; porque después de todo para eso estamos ¡qué embromar! Como sé que podría superar cosas peores. Pero por ahora… duele pila, mi negra. Y en este momento lo único que me mantiene a flote es que se trata de tu libertad y todo lo que ella significa. Como tú dices, pesa mucho lo que queda atrás, y por delante tenemos lo casi desconocido. Yo creo en vos (taché yo) (taché yo) y sé que todo lo que hagas será para el gran reencuentro; si en ese camino me quedo sin mi negra será algo así como si resultase gravemente mutilado, pero a causa de lo que yo quiero. ¡No me gusta dramatizar, tú lo sabes y si te lo digo es porque hoy siento como si se me fuese la mitad! ¿Y sabés otra cosa? ¡Ni siquiera he tenido el consuelito de ver el avión! Ya son casi las 16.00 horas ¡y temo que ya no lo vea! Porque
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está amenazando tormenta y, además, desde aquí dentro no se oyen los aviones. Entonces, me lo he pasado en la ventana, pero nada. Y como tengo que escribir, no puedo mirar continuamente, así que capaz que ya te me escapaste… En el recreo, hoy de mañana, estuve como los pavos con el águila (siempre mirando para arriba), pero tampoco pasó ninguno. Claro que no fue mjhdsjdhs (taché yo) un esfuerzo, porque en esa media hora, los día de sol, me gusta llenarme los ojos de cielo y nubes. ¡Pero hoy quería un avión! Y si mañana no tengo noticias más concretas, pierde cuidado que el miércoles estaré como fierro otra vez, si el tiempo no me juega una mala pasada (porque esos aviones, si tac yo (taché yo) la tormenta no es demasiado brígida6 vuelan igual, en cambio nosotros, si garúa, no salimos). Y hablando de ojos, ¿cómo están los color miel? ¿Siguen ellos también amenazando lluvia? Diles que aguanten lo que puedan ahora, pero promételes que para el reencuentro podrán largar el diluvio nomás, que yo no me cansaré de secarlos… Por ahí, leí que casi todos los que salen de prisión tienen una mirada que no se detiene nunca… Algo así, creo yo, como si estuviesen en una incansable búsqueda. Recuerdo que efectivamente me pasó antes, pero estoy seguro de que cuando salga de aquí, va a ser mucho más intensa esa especie de búsqueda. Sé que buscaré casi todo, pero también sé que tendré lo principal para ayudarme. Y si tú estás cerca en ese momento, los ojos no se me revolearán tanto, porque tendrán el imán de los color miel. Y con eso me tranquilizo. Mientras, si tu mirada es incansable, no te preocupes, no olvides que tienes que ver por mí y por muchos que no podemos. 6. Palabra del lunfardo de los gambuzas que significa “difícil, horrible, duro, peligroso”.
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¿Y tu casa mi negra? ¿Ya viste otra vez el cuarto? ¿Y la mesa? ¿Y la lámpara? ¿Y aquella cosa que colgaba de la pared? ¿Y las camas? ¿Y el Degas? ¿Estaban todas? ¿Y la tetera y las tazas? ¿Y los tazones de yogurth…? Y todo lo demás: ¿miró todo, mi negrita? ¿Lo miró por los dos? Quiero que me cuentes mucho de ti, de tu casa, de tu madre y la Ofe7, de las bendiciones8 y de los amigos que hayas visto y del mundo… ¿Cómo está el mundo, mi negra? (“Grosso modo”, claro). A vuelo de avión, que es más grosso aún que “a vuelo de pájaro”. ¿Se llenaron de mundo ya los color miel? ¿Y tus oídos de música? Sé que es imposible, pero también sé que la ansiedad de ver y oír ha de ser tan fuerte que al principio te vas a “emborrachar” de imágenes y sonidos. Y trata de oír bastante música, porque aquí hemos escuchado de vez en cuando Las cuatro estaciones, pero tan de vez en cuando que creo que ha coincidido más o menos con los equinoccios y los solsticios correspondientes. De modo que también tiene que oír, por los dos y por otros. Y como ves, me voy en “consejos”; parezco una veterana despidiendo a la hija el día de la boda. ¡Han de ser los nervios! ¡Y no hay caso con el avión! ¡No aparece! Después cuéntame a la hora que partió, para así saber por lo menos qué estaba haciendo cuando te me escapaste. ¡Oh! Y ahora está nublándose todo; me parece que ya soné porque va a llover y ahí sí, adiós mi linda, no te veré pasar… Y bueno, para completar el panorama que empezaba a agrisarse, acaban de llamarme de nuevo por el asunto de la quinta; parece que ahora son los lunes 7. Se refiere a Ofelia, empleada en la casa de la madre de Zulma que fue detenida e interrogada. 8. Se refiere a los sobrinos de Zulma: cuando venían de visita dejaban la casa en absoluto desorden.
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los días destinados a estos menesteres. ¡Otra carta llena de cortes! ¡Y lo que es peor, tener que hablar de nabos y zanahorias, mientras tú te estás yendo, mi negra! Vuelvo lo antes que pueda; un beso grande y dile al piloto que espere un ratito. Estoy aquí de nuevo, pero pasaron casi dos horas, o así me pareció. Mientras, estuvo lloviendo ¿y sabés una cosa? El atardecer del “día en que se fue mi negra” es para mí el más triste y el más bonito de los que he visto aquí. Es una c…, pero su flaco acaba de pasar de barcino a cebruno, desde que apareció el sol ya casi poniéndose. Y lo único que me sale es que te quiero tupido; con todos los jazmines, con todas las zetas9, con los qué lástima10, con la esquina 11, con las bolicheadas y las caminatas, con los C. Berg 12 , con la colonia, con los tés, con los monitos, con la prendida del cigarrillo, con las locomotoras 13, ¡con todo! También con las navidades, mi negra. ¡Viste qué cerca está otra vez! ¡Y qué distinta va a ser! Pero yo pienso que esta será la Navidad del reencuentro, literalmente hablando. ¿No creés lo mismo? Por ahí va una tarjeta (un grabado de Dayman 14) que te lleva un beso grande. No sé si te llegará, lo mismo que esta carta, pero por si acaso, aquí puedo ser mucho 9. Zulma muchas veces le había hecho bromas porque ceceaba. 10. Se refiere al cuento de Paco Espínola, “Qué lástima”, que habían leído juntos. Curiosamente, en ese cuento uno de los personajes escribe, a pedido de una muchacha, una carta de amor para su enamorado que está preso.
11. Durante la clandestinidad se encontraban muchas veces en la esquina de Bulevar Artigas y Durazno, hoy esta última calle se llama, a esa altura, Hugo Pratto. 12. Él recuerda que ella pronunciaba la palabra “Berg” de una manera especial. 13. Los momentos de intimidad. 14 . Daymán Cabrera Sureda, había sido alumno de Zulma unos años antes.
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menos discreto y entonces te mando todos los besos y los “cafunés” 15 de nuestra Navidad y toda la ternura… y todo lo demás y… más. ¿Alcanza? ¿No? Bueno, entonces empezamos de nuevo ¿qué le parece? Y ahora nos vamos a dormir… ¿ta? Porque aquí ya llegó el rancho y enseguida apagan la luz (la eléctrica nomás) y usted supongo que deberá cenar a bordo más o menos a esta hora también, porque su “huso horario” puede estar ya adelantado a esta altura. Hasta mañana: un besazo más grande que todo el cielo que puede ver alrededor. 18/12/73 Bien tempranito. Buen día. Dormiste bien después de tanta agitación ¿Dónde amaneciste? No me vaya a decir que es la celda 24, ¡¡¿eh?!! En ese caso es tan grande que no va a caber en ese pobre espacio y va a romper todo, para que pueda irse. [...] Sé que me van quedando muchos problemas personales colgados en el tiempo, pero también sé que no he de salir tan viejo de aquí como para que ya no pueda arreglarlos. Te prometo que me ocuparé detenidamente de cada uno de ellos, hasta que los resolvamos de la mejor manera a nuestro alcance. Es una tradición de la familia casi, vivir con todo medio “en el aire”, pero dejar todo ordenado y las cuentas saldadas con bastante tiempo antes de abandonar el mundo. Claro que este se empecina en complicar la contabilidad y en montarnos trampas y sorpresas. Pero no hay que desesperar, la cuestión es capacitarse y estar preparados para “olfatear” por dónde se las trae. Y hablando de la familia, también en estos días recibí una carta de la vieja. ¡Puras malas noticias; como siempre! [...] 15. Las caricias, está tomado de Doña Flor y sus dos maridos de Jorge Amado, libro que habían leído juntos.
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Todos le mandan un abrazo c/u así que si no me apuro a apretujarla yo, ¡no me dejan más que un montón de huesos! Mi negra, aquí va un besazo con todos los jazmines de América, por si allá no hay, y una pila de amor tan grande como para que me tire todo el tiempo en que estemos incomunicados. Ya me pongo a mirar el río para las olas… Te quiero pilones (grandes). Daniel
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