Tiempo de Navidad

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Anabella Loy / Daniel Vidart

La Navidad en distintas latitudes: la mesa está servida La Navidad constituye para los cristianos la conmemoración cíclica del nacimiento de Jesús, la rememoración de su mensaje de paz y redención. Pero si la analizamos desde la teoría del mito, el momento clave del nacimiento de Cristo marca el comienzo ritual de un período nuevo. Se trata de la inauguración de una era que no se produjo en un tiempo sin tiempo, como sucede con los mitos en sociedades etnográficas, sino en uno histórico –no necesariamente bien definido pero que tiene un principio, el nacimiento de Cristo, y un proyectado fin, el Apocalipsis– diferente del tiempo circular de las sociedades precristianas. Sin embargo, a pesar de su aproximada fijación cronológica, este inicio funciona como comienzo mítico: hay un antes y un después del nacimiento milagroso que abre un tiempo sacralizado a partir de las hazañas sobrenaturales realizadas por el hijo de Dios que es, a la vez, un dios, claramente de origen solar. La vida y la muerte de Jesús son netamente mitológicas: la misión, instalar una religión pretendidamente de amor; la hazaña, manifestarse en un tiempo histórico; la aventura, predicar una nueva religión tanto a judíos como a gentiles; las pruebas, los diversos milagros realizados que se le 61. Id. Ibid.

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atribuyen. Todos estos caracteres están presentes en ese recorrido del “héroe numinoso” que se sacrifica para alumbrar una nueva Edad. El tiempo del nacimiento no conmemora sino que reactualiza los sucesos que “tuvieron lugar” en el pesebre mítico de Belén; de ahí la complejidad ritual de la celebración, y la cualidad sagrada de ese tiempo que los participantes invisten de una condición diferente de la del profano. En la actualidad, la celebración tiene aspectos litúrgicos y familiares, así como aspiraciones a la generosidad, a la reflexión, a la reconciliación con el prójimo en contextos particulares. Las doce de la noche marcan un fin y un nuevo comienzo alusivo al mencionado natalicio. Los aspectos centrales de la misma tienen que ver con el arbolito y sus luces coloridas, con Papá Noel, los regalos, los estallidos y luces de los fuegos artificiales, los turrones, el pan dulce, el vino espumante del brindis de la medianoche, el fortalecimiento de los vínculos familiares y amistosos. Pero además se trata de una fiesta en la que se comparte una cena abundante, más variada y elaborada que la comida cotidiana hacia la medianoche. Es que se trata de un tiempo cualitativamente distinto, y esa diferencia con el de la cotidianidad se enfatiza también compartiendo más y mejores alimentos y bebidas, lo que redunda en un estado de alegría y bienestar colectivos. Hay elementos de otra índole asociados a estas fechas, como la “Lotería de Navidad” y, al menos en el Uruguay, la “Revancha de Reyes”. El tema del dinero, es decir, la fortuna, se cuela por cualquier grieta del edificio de lo sagrado. Se desea prosperidad a través de fórmulas orales pero además se compran números de lotería que permitirían, mediante un golpe de suerte, el pasaporte a la riqueza. En diversos países, la celebración mantiene su tronco común y a la vez le introduce variaciones locales. La principal de éstas deriva del hecho de ocurrir en el verano del hemisferio sur, lo que supone particularidades gastronómicas al estilo del tradicional asado al aire libre del área rioplatense. Otra diferencia se vincula con las opciones de alimentos disponibles en distintas regiones. Interesa destacar la pervivencia de elementos tradicionales: la aculturación de rasgos europeos conduce a que en la celebración de las fiestas del ciclo navideño se consuman alimentos de alto contenido calórico –adecuados para compensar el clima invernal– como turrones y frutos secos, indigestos en climas cálidos.

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En España el ciclo navideño se inicia con el banquete de la Inmaculada Concepción. El día de la víspera o Nochebuena, los niños van cantando “aguinaldos” (un género musical) de puerta en puerta en los distintos pueblos. Esa noche es el momento –no exclusivo porque se vuelve a regalar el día de Reyes– para el intercambio de presentes. El núcleo de la celebración tiene que ver con el “belén”, “pesebre” o “nacimiento”, ricamente decorado; a menudo, como ya mencionamos, se incluye la representación “en vivo”, lo que en América se denomina “pesebre viviente”, en la que niños y adultos recrean la “historia sagrada”. Se suelen consumir mariscos, aves, cerdo, cordero, y comidas típicas de cada región. Los turrones y mazapanes son los postres habituales, ambos de origen árabe; también los polvorones, las nueces, así como el “tronco de Navidad” (un bizcochuelo cubierto con chocolate y que remite al “leño” antes descripto) en algunas zonas. Se bebe vino espumante, reiterando los brindis. El 22 de diciembre se juega la lotería navideña, que es estatal y a la vez deriva de una tradición que se perpetúa desde 1812, en la que los españoles esperan con expectativa ganarse “el Gordo”, que así se denomina a dicha lotería. En Brasil, por ejemplo, la cena de Nochebuena incluye como alimentos la farofa (plato a base de yuca o mandioca, o sea la farinha, clave en la cocina de ese país), el arroz blanco, el pavo relleno –de farofa a veces– al horno, previamente marinado con vino o espumante, el flan y el pan dulce o panetón. Se beben jugos y vino tinto. “Papai Noel” vestido de short y manga corta, les trae regalos a los niños. En una laguna de Río de Janeiro se instala cada año el árbol de Navidad mais grande do mundo, de 85 metros de altura, sobre una base flotante. La orquesta sinfónica deleita al público con su variado repertorio, estallan fuegos artificiales, hay show de luces y agua. En el caso de Colombia, la celebración navideña comienza hacia el 7 de noviembre con el “día de las velitas” o “el alumbrado”, cuando las familias encienden miles de velas que iluminan sus entornos; en general aquellas se ubican en los balcones. También es habitual realizar obras de arte con velas. El 16 se arma el pesebre en casas, iglesias y edificios públicos. Tradicionalmente se recogía musgo del bosque para cubrir el pesebre, pero la bienvenida legislación conservacionista

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ha prohibido dicha costumbre. Desde ese día las familias se reúnen a rezar las novenas navideñas todas las noches desde el 16 de noviembre. Resulta curiosa una variante más o menos reciente de esta costumbre religiosa: en los últimos años se han impuesto las “novenas bailables” que consisten en rematar dichos rezos con una rumba. Los aguinaldos navideños también se interpretan en este país. Uno de los más famosos era el boyacense; en ese departamento salían varios agentes de policía disfrazados y golpeaban el suelo con vejigas de cerdo para asustar a los habitantes de Tunja que presenciaban el desfile; éste, al hacerse más complejo, entre otros elementos, fue incorporando carrozas. Se realizaba también la novena de aguinaldos, pero en un registro más serio. El golpeteo de vejigas proviene del Neolítico: se trataba de un rito de fecundidad. Se acostumbra comer carne porcina o de ave con ensalada y tamales cubiertos de hoja de plátano, junto con postres especiales como las natillas, hojaldres y buñuelos. Una antigua costumbre se mantiene en ese país: las calles son recorridas por trovadores que cantan villancicos con acompañamiento de flautas traversas, así como guacharacas, maracas, castrueras, tamboras, triángulos, etc., instrumentos que integran conjuntos denominados “chirimías”. La gente recompensa a los cantores con monedas. En la zona paisa (departamentos de Antioquia, Caldas, Quindío, Risaralda y norte de Tolima) se sacrifican cerdos, con la asistencia de toda la familia, para preparar el banquete nocturno. En la noche se baila merengue, cumbia, salsa, reggae, etc. Así se celebra el nacimiento de Jesús, festejo que es interrumpido a medianoche para repartir “aguinaldos” (regalos en este caso). El niño Dios es el encargado de traer los obsequios para los niños, pero eso sucede en la mañana del 25 de diciembre. En Venezuela y en otros países, los aguinaldos constituyen un género musical similar a –y surgido de– los villancicos de origen hispano, que son cantos religiosos referentes a la vida de Jesús o de temática específicamente navideña, en tanto los aguinaldos hacen referencia a temas más populares. Las “parrandas navideñas” se realizan en todo el país, con algunas variantes, pero en todos los casos se cantan aguinaldos y villancicos de casa en casa, celebrando la Navidad frente a los pesebres. A los ejecutantes de música se los denomina “parranderos”. Conforman un grupo que emplea instrumentos como el tambor, la pandereta, las

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maracas y el cuatro. Pueden incluirse además otros de origen europeo como el violín, la guitarra, el clarinete y la mandolina. Villancicos y aguinaldos acompañan, como es fácil inferir, las Misas de Aguinaldos (Novenas de Navidad) que preceden a la Misa de Gallo. La voz “villancico” proviene del término “villano”; se trataba por tanto de canciones de villanos, de gente rural que habitaba las villas. “Aguinaldo” también significa, como vimos, una forma de regalo que se espera recibir o que se da en Navidad o en Reyes; en otros casos se refiere al salario extraordinario que se percibe en esa fecha. El rito navideño se trasmite por televisión. La mesa venezolana, producto de transculturaciones diversas producto de la fusión de distintos grupos étnicos incluye la “hallaca venezolana”, una empanada rellena que integra elementos indígenas y españoles, acompañada de pan de jamón, ensalada de gallina, carne porcina, y entre los postres se cuenta, además del panetón, el dulce de lechoza (papaya), la torta negra, los frutos secos y el consumo de diversas bebidas alcohólicas. Otros elementos constitutivos de este ciclo festivo son el pesebre, las gaitas (flautas de caña), las “paraduras del niño”, las “patinatas”, las “danzas de pastores” y el “velorio del niño Jesús”. Las “patinatas” son fiestas públicas que se realizan en la calle luego de asistir a las celebraciones religiosas; incluyen comida, bebida, parrandas, luces, etc. En los estados de Aragua y Carabobo se realizan las “danzas de los pastores” en las que un hombre vestido en forma colorida y llevando unos cuernos en la mano, se encamina a la iglesia del pueblo seguido por diversos personajes. Esos cuernos constituyen una ofrenda para el niño Jesús, y le son entregados luego de una danza. El ritual se acompaña de la ejecución de aguinaldos dedicados al agasajado. Los pastores se visten con tiras de papel de colores que dan lugar a vistosos atuendos y llevan largas varas decoradas de donde cuelgan objetos metálicos. Las pastorcillas son hombres travestidos que utilizan pelucas sintéticas, maquillaje y adornos femeninos. Tales festividades refuerzan las identidades locales. Aquí se manifiesta el espíritu lúdico de la carnavalización popular consistente en revertir el orden establecido, tan característico de los festejos medievales. En Ecuador también se tiene por costumbre cenar pavo o pollo relleno, arroz, maíz y como postre los prístinos con miel de raspadura,

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en tanto se bebe el vino o el canelazo quiteño, bebida caliente de aguardiente y canela, adecuada para el clima frío pero no para el calor habitual. A continuación se abren los regalos. La familia se reúne para armar el “nacimiento”, cuyas figuras son de madera, arcilla o porcelana, en tanto se incluyen piedras, tierra y musgo para señalar el entorno natural del mismo. También se arma el árbol navideño. Entre el 15 y el 24 de diciembre la gente se reúne en casas o en la iglesia para rezar las novenas. En Bolivia se consumen distintos tipos de carne con papas y ensalada, locotos o frijoles así como una sopa o puchero llamado picana. Se acostumbra beber mucho. Los adornos de luces no son habituales en esta fecha pero sí en Año Nuevo. Los niños duermen hasta las 11 p.m. y luego cenan con sus padres, antes de la asistencia a la Misa de Gallo. A continuación se cantan villancicos y se danza hasta que amanece. En Chile se denomina Viejo Pascuero a Papá Noel; se cena pavo asado con castañas y ensaladas de diversos vegetales. Se bebe un ponche suave a base de pisco, café con leche, canela y azúcar, denominado Cola de Mono, o rompón elaborado con ron, vainilla, yemas y azúcar, que se bebe frío. La cena navideña paraguaya incluye diversas carnes: pavo, pollo, pato y cordero. El asado se acompaña con quibebe, un plato elaborado con calabaza, sopa y ensaladas. Los postres son livianos, se bebe sidra y cerveza, y luego de la cena se asiste a misa. República Dominicana presenta algunas variantes culinarias locales; además del pavo o el cerdo asado se come como postre el arroz con dulce y pasteles, así como el pan de huevo y carnes preparadas según las tradiciones regionales. Pero además, resulta interesante que la comida sea compartida, no solamente con los vecinos sino también con la gente más pobre. Luego se asiste, en familia, a la Misa de Gallo. La celebración en México se prolonga desde el 16 al 24 de diciembre. Se trata de un país de profunda religiosidad católica y sincrética. En cada casa se coloca un pesebre y una corona decorada con cinco velas que se lleva a bendecir a la iglesia, prendiéndose una cada domingo; el 24 de diciembre se encienden todas durante la cena navideña. A nivel popular se acostumbra “dar posada” a los vecinos; a través de estas “Posadas” se conmemora la incertidumbre de hallar refugio

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durante el peregrinaje a Belén llevado a cabo por María y José a los efectos de censarse. Se celebra cada día en casa de un vecino distinto. Los solicitantes y los oferentes de posada realizan el correspondiente diálogo a través de villancicos; en las primeras dos casas no se les concede alojamiento, en la tercera sí; una vez concedido se los recibe con tamales y atole de chocolate (bebida caliente que incluye harina de maíz). Aquellos que buscan posada conforman grandes grupos que van en procesión, antecedidos por niños que cargan un pesebre de cerámica. Una vez conseguida la posada, se reza el rosario y se cantan villancicos. En esta circunstancia se incluyen las Piñatas, ollas de barro o cajas de cartón adornadas con papel picado de colores donde se colocan dulces. Dichos recipientes se rompen cada uno de los días de las Posadas; se trata de un aspecto de la fiesta destinado a los niños, que disfrutan de los dulces y del reparto de “aguinaldos” (regalos) a la vez que se tocan campanitas; también se hacen peticiones. Al día siguiente se reúnen los amigos y se comparten los “calentados” que son los platos de la noche anterior. En algunas casas se reparten regalos, en otras esa costumbre se practica el día de Reyes. En cuanto a la cena en sí, ésta es entre amigos y parientes; las comidas típicas son el pavo relleno con almendras, carne y pescado seco, plátanos, tamales, romeritos, buñuelos, y se bebe ponche. Por otra parte, en Guatemala se dice una oración de gracias antes de la cena en familia, se abren los regalos, se baila y canta. Es tradicional cenar tamales con carne de cerdo y ponche. Las fiestas comienzan allí el 12 de diciembre, fecha de la Virgen de Guadalupe, patrona de México y las Américas, circunstancia en la que se comen pasteles y se bebe atole. Honduras abre esta fecha con la aparición del Warini, el heraldo de la Navidad, un enmascarado que danza mientras visita diversos hogares junto con algunos cantantes y tamborileros. El día de Reyes vuelve a bailar para cerrar el ciclo festivo. Se cena luego de las doce con pavo relleno y lechoncitos. En Panamá se cena luego de asistir a la Misa de Gallo; las variantes culinarias incluyen una larga lista de pescados y mariscos. De postre se sirve arroz con piña (ananá) y se bebe piña colada. En Nicaragua se suele cenar arroz a la valenciana y tamales de harina de maíz rellenos, pan casero recién horneado, bizcochos y ponche de ron.

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En El Salvador se realizan representaciones de las “pastorelas”, dramas medievales introducidos en América por los conquistadores. Son presentadas en iglesias o parques; en ellas se dramatiza el nacimiento de Jesús y la peregrinación de los pastores a Belén. Se engordan aves para la ocasión navideña y las familias juntan artículos de desecho para quemarlos en los patios. Esta operación da lugar a importantes fogatas reminiscentes de los esfuerzos que, en el otro hemisferio, se realizaban en contexto pagano y aún se cuelan en las prácticas cristianas, para incidir en la elevación del sol sobre el horizonte o para honrar a una divinidad de olvidado origen solar. Con idéntico sentido, también se hacen explotar cohetes –una evidente aculturación europea del tiempo de la Conquista– para despertar al sol de su letargo invernal. Las “Posadas” son parte de esta celebración tradicional, como en México, y también aquí se ofrecen tamales a los posaderos. La gente se disfraza con bufandas de seda de distintos colores, ropajes con lentejuelas y encajes. Llevan campanas y cayados de pastores. El día de Navidad se suele concurrir a parques de diversiones, a corridas de toros, partidos de fútbol y otras actividades recreativas, aportándole carácter lúdico a la fiesta. Se cena con carnes, arroz y vegetales; el postre consiste en preparaciones con manzana y galletas. En Perú la celebración de esta fiesta es coherente con el catolicismo de la población. El 23 y el 24 hay fiestas populares en las que se entonan villancicos –que tienen rasgos típicos andinos– en espacios públicos. La caridad se practica asimismo en el entorno de esta fecha. Se cena en familia luego de las doce, hora en que se coloca al Niño Jesús en la cuna, se agradece y bendice el hogar, se abren los regalos, se come pollo o pavo relleno, acompañado de tamalitos verdes de maíz, empanadas de viento (rellenas de carne, pasas y huevo duro), pan de harina de trigo y quinoa. De postre se come panetón o pan dulce y manjar blanco (dulce de leche en el Río de la Plata, cajeta en México). La bebida habitual es el chocolate caliente, en especial para los niños. Incluso en las semanas previas al 24 de diciembre se celebran las Chocolatadas, donde los espectáculos infantiles se combinan con la entrega de regalos. También se bebe pisco o sidra. Aquellas familias que no pueden acceder al espumante, consumen Inca Kola, una gaseosa local. Es habitual concurrir a la Misa de Gallo. A medianoche es costumbre hacer ruido, con pólvora y cohetes, una constante en esta celebración.

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El pesebre suele estar ubicado en la iglesia, y en algunas regiones hay coros de niñas –las Pastoras– que cantan villancicos, bailan y desfilan, ataviadas con trajes típicos. Las familias de mejores recursos instalan pesebres y árboles de Navidad donde se colocan los regalos; aquellos se retiran el 6 de enero. Durante la época colonial, el virrey concedía indulto a algunos presos, y concurría a comer dulces en los claustros de los conventos victoriosos en competencias culinarias llamadas “las Calendas”. En cuanto a Puerto Rico, las celebraciones comienzan con el Adviento en noviembre y se prolongan hasta la fiesta de la Candelaria en febrero. Una costumbre local es la práctica de los asaltos o parrandas; se trata de visitas sorpresivas a casas de amigos o parientes. Pero la Nochebuena se celebra con la familia y amigos más cercanos; es típico comer arroz con gandules (porotos o frijoles) y plátanos fritos, así como asados diversos. Los postres son el arroz con leche, el flan, las frutas secas, los coquitos y los turrones. Se toma una bebida que combina leche de coco y licor. Los aguinaldos campesinos se manifiestan a través de estilos diversos que presentan, además, variantes regionales. En Uruguay, como en Argentina, la parrillada y los helados constituyen la nota característica, aunque las variaciones son infinitas según el gusto y el bolsillo de cada uno. Se cena antes de abrir los regalos que se colocan bajo el arbolito de Navidad cuando los chicos están ocupados jugando en algún lugar alejado. El “aguinaldo” en el Uruguay es un salario suplementario que los empleados –tanto públicos como privados– cobran dos veces al año, coincidiendo con los solsticios de verano e invierno, que son las fechas límite para recibir dicho pago. El medio aguinaldo navideño suele estar destinado a financiar el dispendio que este ciclo festivo supone. Hoy por hoy Esta fiesta de origen religioso se ha teñido de aspectos profanos, algunos derivados de las incitaciones al consumo que los medios trasmiten con una aplicación digna de mejor causa. En un mundo globalizado donde el “ser” tiende a identificarse con el “tener”, la hipertrofia del comportamiento comprador constituye, en el caso de los que pueden acceder, una clave de inclusión; en el de los que no pueden,

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una modalidad de exclusión que se pretende compensar a toda costa. Los pobres suelen quedarse a medio camino entre el deseo insatisfecho y el endeudamiento. La Navidad, entendida como ciclo y no como fecha específica tiene una doble función: intercambiar regalos y practicar una sociabilidad más intensa, en comparación con el resto del año, que redunde en el reforzamiento de los lazos familiares y fortalezca asimismo las relaciones de amistad. Digamos entonces que el objetivo de esta fiesta apunta a que los individuos sean felices y estén integrados. Esto, en cuanto a los fines, antropológicamente considerados. La función socializante del simposio, del comer juntos, de sentir “la barriga llena y el corazón contento”, como lo señala el refranero popular, tiene, según la cultura de que se trate y de la religión en ella imperante, el valor agregado, y no previo, de una sacralidad tradicional con distinto signo pero idéntico cometido. “No sé si la sociedad es consciente de que celebra algo, para mí lo que celebra verdaderamente es la sociabilidad. Luego, existe una historia (en este caso, el nacimiento de Jesús) que arropa y legitima esa sociabilidad. Creo que lo fundamental que se celebra en Navidad es la vida bajo el signo del Alfa (el comienzo) y el Omega (el final). Más en concreto, es un culto a la vida social. A posteriori las culturas añaden lo religioso o lo místico, pero antes está lo social”. (62)

62. Delgado, 1999, pag. 1.

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