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La misión en Ecuador

Testimonio del presbítero Juan Mari Bautista

El presbítero diocesano Juan Mari Bautista lleva varios años en Ecuador. En una primera etapa, desde 1995, en Vinces y en Mocache, ambos en la diócesis de Babahoyo-Los Ríos. Tras vivir otra etapa de casi 10 años en Bilbao, en la parroquia San Francisco Javier, donde fue uno de los promotores de la Misa Latinoamericana que se sigue celebrando en la actualidad cada último domingo de mes-, volvió a Ecuador en 2014, esta vez a la parroquia en Monte Sinaí, donde continúa. La parroquia pertenece a la arquidiócesis de Guayaquil; está en un suburbio de la ciudad. Estos días ha estado en Bilbao, recogemos su testimonio en las vísperas de la Jornada del Domund, que tendrá lugar el próximo 24 de octubre.

¿Qué proyectos estáis impulsando en Ecuador?

Estoy en la parroquia más periférica, porque donde se ubica acaba la ciudad, al noroeste de Guayaquil. Es una gran ciudad de 3 millones de habitantes. Una zona paupérrima. Se denomina de ´invasión´, porque es gente que ha venido de las zonas rurales a buscarse la vida. Han adquirido un espacio a base de chabolas de caña y de madera. Como desde el gobierno de Correa se prohibieron esas invasiones, durante los últimos años no ha habido más llegadas masivas. Por eso, las personas que llegaron hace una década y comenzaron con una cabañita han podido levantar casas con bloques y está cambiando el panorama.

¿Y en qué estás involucrado? su plata. Viven muchos episodios de violencia, alcoholismo, drogadicción... por parte de los hombres.

Con el COVID, también se vio la necesidad de ayudar de otra manera. Ha sido un año perdido para muchos estudiantes, ya que no hay clases presenciales y la mayoría de la gente no dispone de ordenador, ni wifi. La parroquia tiene unas antenas de una compañía de internet privada y ha ofrecido esa plataforma a la gente que la necesitaba. También hemos ofrecido apoyo escolar gracias a siete chicas voluntarias y se ha creado un comedor infantil para los niños y niñas que vienen a clases. La idea es que en el momento en el que comiencen las escuelas de manera presencial, los estudiantes que sigan viniendo, reciban comida a cambio de comprometerse a realizar las tareas de clase. Es una manera de incentivarles para que estudien y evitar el absentismo.

¿Hasta cuándo misionero?

Hasta los 75 años, espero. Me encuentro físicamente muy bien y me gustaría se“El DOMUND de este año es una propuesta a volver a la raíz de nuestro ser misionero”, destacan desde la Delegación de Misiones de Bizkaia. El lema de la campaña está inspirado en los Hechos de los Apóstoles y quiere suscitar el testimonio personal y comunitario: `Cuenta lo que has visto y oído´, una invitación a “hacernos cargo” de la situación de muchos hermanos y hermanas, dando a conocer aquello que tenemos en el corazón.

En estar presente. Según vas acompañando, aparte de las tareas pastorales tocan otras. Por ejemplo, huertas para mujeres, de manera que tengan su lugar de empoderamiento y que puedan sacar

guir acompañando en misiones, aunque sea de otra manera.

¿Cuál es la situación de la Iglesia en tu zona?

Vivo en una parroquia joven. La comunidad está viva. Son familias monoparentales, desestructuradas... Es un barrio dormitorio, porque la mayoría sale a las seis de la mañana para encontrar un trabajo y regresa hacia media tarde. En el barrio no hay prácticamente servicios. Para cualquier gestión hay que salir. Solo hay un gran hospital, pero funciona la cuarta parte y no sirve a los lugareños. La gente de mi parroquia debe ir al sur de la ciudad para recibir atención.

JUAN MARI BAUTISTA, REUNIDO CON MONS. JOSEBA SEGURA

¿Qué es lo que más echas de menos de aquí en Ecuador?

El dinero. Esa posibilidad y esos medios. Allí con cien dólares arreglas más de un problema. Fui con la idea de no pedir dinero a nadie, porque Ecuador es rica. Y lo he conseguido, en parte. Por ejemplo, tenemos una capilla nueva gracias a un empresario y algunos matrimonios de clase media sostienen el comedor de los niños. El tema es que algunos curas de mi generación nos propusimos dejar el cargo de párroco aquí al cumplir los 65 años. Me lo tomé en serio. En uno de los veranos que fui a Ecuador a un proyecto, terminé en una zona pobre de Guayaquil. Casi sin querer, llegué al lugar donde yo quería. Mi idea no era ser párroco, pero el arzobispo me lo pidió, porque había que retirar al anterior por un tema de salud y asumí la tarea. Hace dos años planteé dejar el servicio, pero no me lo aceptaron porque la parroquia no tiene solvencia suficiente para mantener al párroco. Allí cada parroquia es autónoma.

“Misiolari askok eta askok herriaren zoritxarreko esperientziakaz bat egiten dau: herritarrak errespetatzen ez dabezan gerrak, gosea, zapalketa, desbardintasuna, ezegonkortasun politikoa, ziurtasunik eza ekonomian… Baina egoera guztietan somatzen dabe Jaunaren laguntasuna eta honek indarra emoten deutse alperreko sufrimentua gainditzeko eta, aldi berean, planeta eder hau, eraso larriak jasaten dituan eta danona dan etxea, zainduz”. (On Joseba Segura Bilboko gotzainak DOMUND egunerako idatzi dauan mezutik hartuta).

¿Nuevos retos?

Un proyecto bonito que llevamos adelante es el de fomentar la cultura afro. Tenemos un colectivo de personas procedentes de Esmeraldas y queremos potenciar su identidad. Es un colectivo muy activo.

Por otra parte, un deseo que tengo es juntarme con los padres y madres con hijos con problemas de drogadicción para que encuentren acompañamiento y cercanía. Muchos padres no quieren reconocer esa realidad que está golpeando a muchos jóvenes. He ido personalmente a hablar con algunos, pero no quieren asumirlo. Espero que podamos llevar a cabo algún proyecto con ellos •

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