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EL CHASKY PUM

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LOBEL

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META BIZCOCHO, MATE Y REPOSERA

Conversamos con el músico, compositor, performer y productor conocido como El Chasky Pum. Un artista que combina ritmos latinoamericanos con beats electrónicos, proponiendo un show performático acompañado de artes visuales que lo convierten en una fiesta de baile y ritmo. A lo largo de su carrera editó tres álbumes, “El Chasky Pum presenta Alto Guiso” (2014), “Pan y Circo” (2017) y su último trabajo “Achalay” (2022), el cual contiene featurings con Leo García, Anahí Arias y Sonido San Francisco.

¿Cómo definirías a El Chasky Pum?

El proyecto Chasky Pum existe hace 9 años. Nació con la idea de hacer cumbia electrónica a partir de la fusión de estilos musicales. Es música para divertirse, para bailar y pasar el rato. Al principio fue sólo una propuesta musical, pero no terminaba de sentirme cómodo. A partir de esa incomodidad empezó mi búsqueda por lo performático, y dije “okey, poncho, sombrero, baile y todo”. En el show te encontrás conmigo tocando sintetizadores, percusión electrónica y guitarra, mientras canto y bailo. Además, forman parte Martín Sosa, que también toca la percusión electrónica y Euge Choque, que es la encargada de hacer las visuales en vivo, coros y percusión. Hacemos una fusión de estilos que va desde cumbia electrónica hasta latin funk, un poco de pop, y siempre con una veta alegre o divertida. Cada vez que vamos a tocar la gente termina contenta y eso es un montón. También conectan con las letras, que cuentan cosas cotidianas. Hay un tema que se llama “Alto Guiso” y nació a partir del famoso video viral. Yo pensaba ¡qué bueno! Qué feliz seríamos con 15 pesos haciéndonos un guiso. Entonces armé una historia de amor donde yo invitaba a comer a alguien y le decía lo feliz que podíamos ser con dos tomates, enamorándonos con poco. Fue algo inspirada en mí, que vivía en Ciudadela y cada vez que viajaba en colectivo a Liniers, veía lo barato que estaba el tomate. Yo lo recomiendo como la música ideal para cuando termina la semana, un viernes a la tarde-noche, cuando volvés del trabajo y decís “uffff ya fue todo, me voy a casa a tomar un vaso de vino o un mate. Ya está, besitos y a disfrutar. Bye, bye”.

¿De dónde se desprende la estética y el concepto del proyecto?

Tiene mucho que ver con mi historia. Mi papá es boliviano, músico también. Nací y me crié con toda esa impronta folklórica, de charango, bombo, guitarras, huaynos, chacareras, zamba, con los aguayos y toda la cultura andina en general.

De ahí surge el nombre del proyecto, también. El “chasqui” fue una figura del Imperio Inca hace más de cinco siglos.

Era el mensajero del emperador, que llevaba cartas u objetos desde Ecuador, hasta Perú y Bolivia, como un correo postal. Entonces, me gustó jugar con esa frase, y pensar en El Chasky Pum como un mensajero de la música, de la alegría, de un universo ficticio creado. Y ése sería el mensaje que llevamos a la gente que nos escucha.

¿Cómo se dio el remix entre la música popular latinoamericana y la música electrónica?

En mi infancia le pedía a mi papá quedarme a escuchar los ensayos que hacía en casa, y ya desde chico empecé a tocar la guitarra y el piano. Después fui creciendo y haciendo mi camino musical escuchando distintas cosas. Desde siempre me encantaron los Beatles, el rock nacional como Charly Garcia, Fito Páez, Andrés Calamaro. También he flasheado mucho con Bruno Mars y Michael Jackson, que me inspiraron en cuanto a lo performático y el baile. Otros de mis referentes fueron Rolando Bruno y su Orquesta Midi, Zizek y FAAUNA, que los escuché y dije ¡mirá qué copado esto!, como que abrieron una puerta que me ha gustado mucho y después lo llevé para el lado más popular.

Hace unos años viví un tiempo en México. Allá tenía una banda con la que hacíamos una especie de funk electrónico y yo tocaba la guitarra. De a poco me hice amigo de DJ’s y empecé a vincularme con los instrumentos electrónicos. A partir de eso disfruté más la música electrónica, que la fui absorbiendo y se manifestó a la hora de crear el proyecto.

Así se fue dando naturalmente la mezcla de los estilos. Creo que tiene que ver también con conocer y crecer en Buenos Aires, o en cualquier ciudad de Latinoamérica, y tener ese contacto entre la cultura de los pueblos originarios y la cultura urbana. Entonces, en ese punto se deja entrever esa cuestión del remix.

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