12 minute read

Planes para enfriar la Tierra

MEDIOAMBIENTE

Y NO QUEMARNOS EN EL INTENTO

Advertisement

Ante la dificultad del ser humano, y en concreto de los líderes políticos y económicos, para reducir la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, ingenieros y climatólogos proponen combatir el cambio climático antropogénico –esto es, el provocado por nosotros– mediante la manipulación a gran escala del ambiente planetario con ayuda de la radiación del sol. Pero estas tecnologías no están exentas de detractores, que consideran que el remedio podría ser peor que la enfermedad.

Texto de

ELENA SANZ

Si no le echamos un salvavidas a tiempo al planeta, las consecuencias medioambientales del calentamiento global podrían ser fatales para la Tierra y todos sus habitantes.

SHUTTERSTOCK

95

Q“ ue viene el coco”, les decían hace años a los niños cuando querían asustarlos para que obedeciesen y se durmiesen a tiempo. Ahora,elcocodeniñosyadultoseselcam bio climático que amenaza al planeta ente ro. Condos importantes diferencias: la pri mera, que este monstruo es absolutamente real; la segunda, que son demasiados los muchos animales han cambiado, la extinción de especies se está acelerando y los árboles florecen antes de lo acostumbrado. ¿A QUÉ ESPERAMOS ENTONCES? EL PLAN DE CHOQUE PARA PONERLE FRENO debería haberse puesto en marcha de manera urgente y sin excusas hace ya algunos años. El problema es que no le tienen ningún miedo. que dar el salto de combustibles basados en Hace ahora un año, un artículo publicado carbono a surtirnos de energías totalmente en Nature advertíaquenovamosasalirim renovables depende de decisiones políticas y punes de nuestros continuados atentados medioambientales. Con los económicas globales. Y cuando no es porque miles de millones de toneladas de dióxido de carbono que lanzamos una pandemia como la que nos azota desde cadaañoalaatmósfera,elumbralde1,5ºCdecalentamientomáximo principios de 2020 impone un cambio radical que han establecido los expertos como soportable se rebasará pron en nuestro modo de vida, la mayoría de los to. Porque solo se necesitan 580000 millones de toneladas de C02 pa- mandatarios no parece estar por la labor. Se ra llegar a los 1,5 ºC, y resulta que las infraestructuras actuales –sin resisten a cambiar las infraestructuras y a toconstruir ni una sola fábrica o vehículo más– ya producen mucho mar el resto de medidas necesarias para dejar más que eso. Ni siquiera hay que llegar a 1,5 ºC para llevarse las manos de emitir dióxido de carbono a espuertas. a la cabeza. Lejos de ser una amenaza futura, el cambio climático se Para no quedarse de brazos cruzados, ingeconjuga en presente. Son muchos los glaciares que ya se han derre- nieros y climatólogos barajan desde hace altido sin opción de vuelta atrás, el nivel del mar asciende a marchas gún tiempo combatir el cambio climático anforzadas, las olas de calor se intensifican cada vez más, los hábitats de tropogénico con una nueva táctica, una que

no exija poner de acuerdo a las petroleras, las compañías energéticas y los dirigentes. Si es difícil –y lento– descarbonizar el planeta, razonan los expertos, pongámonos a trabajar simultáneamente a gran escala con el albedo. Es decir, con la luz que refleja la Tierra. Si lo aumentamos, lograremosinterceptarunpar te importante de la radiación directa que en tra en la atmósfera, y la enviaremos de vuelta al espacio antes de que pueda recalentarnos. “Con este tipo de acciones podríamos re ducir el calentamiento medio global de la superficie terrestre, pero también el de las capas bajas situadas entre la estratosfera y la superficie, algo que de forma natural ocurre tras las grandes erupciones volcánicas”, ex plica Antonio García-Olivares, investigador del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (ICM-CSIC). Eso supondría que, de un pluma zo, nuestro planeta se enfriaría unos grados. Mucho más inmediato que descarbonizar la economía global. Si no puedes contra el ene migo –los combustibles , ponte un escudo.

FRANCOIS MORI / AFP VÍA GETTY

La postura de Donald Trump en materia medioambiental –ha llegado a cuestionar el cambio climático– difiere mucho de las de otros líderes mundiales, como la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron.

China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo –con casi un tercio del total–, se comprometió el pasado mes de septiembre a ser neutro en emisiones de carbono para 2060.

KEVIN FRAYER / GETTY

Esta brillante idea estaba cogida con alfileres hasta que, hace unos años, David Keith y sus colegas de la Universidad de Harvard (EE. UU.) decidieron tomar cartas en el asunto. Su apuesta: un experi mento científico destinado a identificar qué estrategias podrían ha cer de la geoingeniería solar una realidad, dejando atrás esa multitud de simulaciones teóricas que, si bien han ayudado a los científicos a avanzar, se nos empiezan a quedar cortas. Keith apunta alto. No directamente a la Luna, sino un poco más cerca: a la estratosfera. En esta capa de la atmósfera, concretamente a 20 kilómetros de altura, lanzarán un globo científico cargado con sensores y un puñado de partículas de carbonato cálcico, un polvo mineral que se utiliza en las pastasdedientes.Lasesparciráunkilómetroalaredondayestudiará cómo afectan a la dispersión de la luz.

“SCOPEX REALIZARÁ MEDICIONES CUANTITATIVAS DE ASPECTOS DE LA MICRO-

FÍSICA DE LOS AEROSOLES y de la química atmosférica que actualmente son altamente inciertos en las simulaciones”, explica Keith. En con versación con MUY, aclara que, aunque no es una prueba de geoinge niería solar por sí misma, observará “cómo las partículas interactúan entre sí, con el aire estratosférico de fondo y con la radiación solar e infrarroja”. Sabremos así a ciencia cierta cuáles son los riesgos y los beneficios reales de la geoingeniería solar, para decidir con argumen tos sólidos si vale la pena apostar por ella de una vez por todas.

Quienes andan con la mosca detrás de la oreja cuando oyen ha blar de geoingeniería pueden estar tranquilos con el experimento de Keith. La cantidad del material que utilizarán ni siquiera se acer ca al nivel necesario para alterar las temperaturas de forma medi ble. De hecho, según los científicos, la fracción de las partículas li beradas equivaldría a las de un vuelo comercial estándar. Y, encima, los materiales estarían tan diluidos al llegar a la superficie que no serían detectables.

El umbral de los 1,5 ºC de calentamiento global máximo que los expertos han establecido como ‘soportable’ se rebasará muy pronto

97

No debemos ver la geoingeniería solar como un perfecto plan B, sino como un complemento de los recortes de emisiones

Globo

Paracaídasde recuperación

Góndola conelequipo

PROYECTO SCOPEX / UNIVERSIDAD DE HARVARD

Alaesperadequelosexpertosdenluzverde al experimento, Keith dice tener varias cosas claras. La primera es que “si la geoingeniería solar se implementa de manera uniforme en el planeta (por ejemplo, liberando aerosoles uniformemente repartidos por toda la estra tosfera), podríamos cambiar radicalmente la situación del clima, reducir los riesgos climá ticos que tanto nos preocupan”, explica. Su braya que todo eso solo ocurrirá “si se emplea consabiduría”ysinrenunciarporelloaotros sacrificiosenergéticosquecalificade ineludi bles. Es decir, usándola siempre como com plemento de los recortes en emisiones, y no como sustituto. “No tiene sentido concebir la geoingeniería solar como una alternativa, como un perfecto plan B frente a los recortes de emisiones”, insiste Keith. “Incluso si esta tecnología logra sus ambiciosos objetivos, es imprescindible que lo haga a la vez que re cortamos seriamente las emisiones en todo el planeta”, recalca.

ElcofundadorypresidentedeMicrosoft,BillGates,que en2007recibiódelaUniversidaddeHarvardeldoctoradohonoriscausaenDerecho,hainvertidoenelproyectodegeoingenieríasolarSCoPEx–alaizquierda–.

DARREN MCCOLLESTER / GETTY GUILLEM SARTORIO / AFP VÍA GETTY

El calentamiento global ha acentuado las desigualdades económicas entre países ricos y pobres. Los del continente africano se cuentan entre los más perjudicados por el cambio climático –por ejemplo, las sequías recurrentes que sufre el sur de África desde hace cinco años están siendo devastadoras (en la foto, un granjero de Zambia)–. Sin embargo, naciones como Noruega y Suecia se habrían visto beneficiadas, según un estudio publicado en 2019 en PNAS por dos investigadores de la Universidad de Stanford (Estados Unidos). De igual forma, la voces críticas con la geoingeniería creen que esta podría perjudicar a ciertos territorios y favorecer, en cambio, a otros.

Es rotundo en eso y en que, a estas alturas, no hay motivos para tenerle miedo a la geoingeniería. De hecho, está decidido a quitarle varios sambenitos de encima: que si provocará catástrofes climáticas, que si las precipitaciones se descontrolarán, que si solo beneficiará a los ricos... Cuenta que, antes de SCoPeX, él y sus compañeros se hicieron una pregunta crucial: ¿en qué regiones del mundo empeoraría la situación si se combinara la ingeniería solar con recortes en emisiones para frenar los riesgos climáticos? “Creamos un modelo de alta resolución para despejar esta incógnita y llegamos a la conclusión de que no habría damnificados”, aclara antes de admitir que “supone un gran alivio el saber que nadie tiene por qué salir perdiendo si manipulamos artificialmente el clima”.

NO TODOS LOS EXPERTOS COMULGAN CON LA IDEA. CHRISTOPHER PRESTON,

profesor de Filosofía Medioambiental en la Universidad de Montana (EE. UU.), no ve con muy buenos ojos el futuro de la geoingeniería. “Cualquier cambio que hagamos en el equilibrio de radiaciones de la atmósfera –la relación entre el calor que entra y el que sale– altera fenómenos tan importantes como el porcentaje de agua que se evapora de los océanos, los patrones de viento, los gradientes de temperatura, las precipitaciones y la productividad de las plantas”, advierte. Su postura obedece a un clásico que llevamos aplicando toda la vida: hay que asegurarse de que el remedio no es mucho peor que la enfermedad. “No está claro aún si los científicos tendrán alguna vez suficientes conocimientos para manejar la luz del sol a su antojo”, asegura el investigador, que considera que estamos jugando con el efecto mariposa. Si en un sistema caótico como el clima el aleteo de una mariposa en Pekín puede provocar un huracán en España, ¿cómo prever qué consecuencias tremendas tendría una bajada súbita de las temperaturas?

El punto de vista de García-Olivares coincide bastante con el de Preston. “El problema es que una disminución de la radiación entrante tiene un efecto refrigerante global, pero también impactos locales muy diferentes en distintas zonas climáticas”, explica a MUY. Le preocupa que los más graves puedan derivar en cambios en la tasa de formación de nubes de lluvia y alterar las pautas de los vientos principales. Es más, se atreve a vaticinar que la aplicación práctica de medidas de geoingeniería empeoraría las relaciones internacionales, porque “ciertos países podrían considerarse perjudicados y otros, en cambio, favorecidos por el cambio impredecible de las tasas de lluvia regiona-

99

Los detractores de este tipo de tecnología temen que pueda perturbar las precipitaciones y sembrar el caos climático

les”. “¿Y si tras el sembrado de sales en un país determinado otro u otros sufrieran de repente una sequía?, ¿acaso estos no podría emprender acciones legales contra el causante del desastre e incluso iniciar un grave conflicto?”, se pregunta.

Además, aunque Keith insiste en que su propuesta no es ni mucho menos un plan B, García-Olivares duda de cómo lo usarán los mandatarios. “Es fácil que, en el actual sistema capitalista de crecimiento eterno, una técnica que contrarresta el efecto invernadero del dióxido de carbono conduzca al abandono definitivo de los esfuerzos por disminuir las emisiones”, reflexiona. Con todo y con eso, que se lleve a cabo SCoPEx le parece una excelente idea. “Antes de jugar a la ruleta rusa con el sistema climático, que genera comportamientos inesperados con frecuencia, hay que hacer experimentos que nos aclaren cómo funcionaría la medida en el mundo real”, asegura. Pero también objeta que, al ritmo al que se mueve la ciencia, duda mucho de “que tengamos tiempo de llegar a conclusiones firmes ni siquiera en una década, y lo que necesitamos es tomar medidas ya, no dentro de diez o veinte años, para evitar sobrepasar los 2 ºC de calentamiento medio global que tanto preocupan al IPCC”. Se refiere al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, que ya el año pasado elaboró un pormenorizado informe donde advertía a los responsables políticos de que llegar a un incremento de 2 ºC tendría consecuencias bastante graves para el planeta, tanto en lo que se refiere a impactos en biodiversidad y ecosistemas como en riesgos de sequías, precipitaciones intensas, ciclones tropicales descontrolados, pérdida de recursos pesqueros, desaparición de islas y costas bajo el agua y, cómo no, un aumento de las enfermedades infecciosas y parasitarias y una reducción de la disponibilidad de alimentos.

KEITH TIENE LA ESPERANZA DE QUE GARCÍA-OLIVARES, PRESTON Y TODOS LOS

QUE PIENSAN COMO ELLOS CAMBIEN DE OPINIÓN cuando SCoPEx ponga datos reales sobre la mesa, esto es, pruebas irrefutables más allá de las simulaciones. En un arranque de optimismo, vaticina que sus resultados disiparán de una vez por todas “muchas de las inquietudes sobre si la ingeniería solar necesariamente entraña riesgos masivos, además de desterrar la falsa idea de que arregla el problema de la temperatura pero perturba las precipitaciones y siembra el caos climático”.

Con esto no ridiculiza ni mucho menos a los que temen las consecuencias de jugar a modificar el clima del planeta, porque admite que él mismo ha estado “seriamente preocupado por los riesgos de esta tecnología desde principios de los noventa”. Pero opina que va siendo hora de dejar atrás el miedo a lo desconocido. Sobre todo porque el panorama que se avecina si el cambio climático sigue su ritmo es demasiado desolador como para tirar la toalla.

DESTERRAR LOS MIEDOS ES EL PRIMER PASO. EL

SEGUNDO, DICE KEITH, aprovechar el potencial tan evidente de la geoingeniería para poner en marcha “un programa de investigación de acceso abierto, serio y global, que profundice en los riesgos y la eficacia de esta tecnología”. Necesitamos pruebas de que, como auguran los modelos climáticos, la geoingeniería solar podría reportar grandes beneficios a la salud de la canica azul.

“Lo mejor que podríamos concluir a estas alturas es que hay evidencias sólidas de que, si se usa con sabiduría, la geoingeniería solar podría lograr una reducción sustancial de los riesgos y que, por lo tanto, tendríamos una línea de investigación consistente sobre la que avanzar”, concluye el investigador. Solo hay que tomársela en serio.

Los científicos están muy divididos acerca de la modificación artificial del clima por si acciones como provocar lluvias artificiales en un país puede causar sequías en otros.

SHUTTERSTOCK

101

This article is from: