Ediciones Dau ESCUELA DE VIDA
DEDICATORIA • Dedico este libro a todos los que han podido encontrar la esperanza, la vida, el sentido después del dolor de una partida. • Dedico este libro a los que aún, no encuentran esa puerta que los lleve al otro lado, que les permita seguir adelante, renaciendo. • Dedico este libro a los maestros, guías que acompañan mi camino. • A mis padres honrando su presencia en mi vida, estando ya del otro lado, y dedico este libro a cada situación de la vida en la que tuve que caminar un dolor, para luego cerrarlo y soltarlo.
En algún momento de la vida, sufrimos la pérdida de un ser querido y todo se derrumba, se vuelve oscuro, gris. El dolor es tan grande, que sentimos que se nos cierran las puertas del espíritu, de nuestra mente, de nuestro corazón. Nada nos motiva, nada llena el vacío dejado por la persona al irse. Recordamos su voz, su ternura, sabemos que ya no está aquí, que no la volveremos a ver. Pensamos en el camino que nos falta por recorrer, nos sentimos cansados, agotados. Sin embargo, renace la esperanza, el sendero se ilumina, alumbra nuestro interior, nuestros pensamientos están más claros y, entonces, decidimos hacerle frente al sufrimiento. Al final de la marcha, llega nuevamente la luz del entendimiento, y volvemos a creer en que sí existen nuevos mañanas. Hacia allá vamos.
El duelo es la respuesta natural y saludable ante la pĂŠrdida. Es una experiencia comĂşn a todas las personas.
“Para empezar una nueva etapa, hay que cerrar otra. No temas decir adiós, es parte de la vida”
ÍNDICE INTRODUCCIÓN....................................................................................................15
CAPÍTULO I......................................................................................................... 17 Entender el duelo. CAPÍTULO II....................................................................................................... 21 Reacciones ante el duelo. CAPÍTULO III.................................................................................................... 27 Factores que influyen en la elaboración del duelo. CAPÍTULO IV.....................................................................................................35 Vivir el duelo según la edad. CAPÍTULO V.......................................................................................................39 Trabajar el duelo. CAPÍTULO VI..................................................................................................... 51 El crecimiento. CAPÍTULO VII....................................................................................................59 Reflexiones finales.
INTRODUCCIÓN Pese a saber desde niños que la muerte es parte de la vida, nadie está lo suficientemente preparado para afrontar la pérdida de un ser querido, para elaborar el duelo y enfrentar los nuevos retos que trae consigo la partida de un padre, esposo, hijo, hermano, amigo. Es posible que algunas personas, durante el proceso, experimenten mayor tristeza que otras, sientan culpa, remordimientos, demoren más tiempo en asimilar esta situación. Sin embargo, en todos los casos, esta experiencia, bien conducida, puede ser enriquecedora, pues permitirá al que transita por el dolor, a encontrarle un mayor sentido a su vida, a descubrir en realidad quien habita en su interior. La guía que hoy ponemos en tus manos pretende acompañarte, mostrarte los caminos para vivir tu duelo de manera saludable, comprender su evolución, ayudarte a expresar tus sentimientos, volver a renacer y mirar nuevamente el cielo con esperanza y gratitud. Decirle a la vida sí a pesar de todo.
El amor nunca muere. No es necesario olvidar, podemos recordar sanamente y aprender a relacionarnos con quien se fue de una manera diferente.
CAPÍTULO I ENTENDER EL DUELO A nadie le gusta perder. No se nos enseña a hacerlo. Todos perdemos algo en la vida, a todos nos toca despedirnos de algo o de alguien. Ese sentimiento o sentimientos que se generan tras esa ruptura se llama duelo, que no es otra cosa que la forma en que asimila o responde nuestro organismo, nuestro espíritu, la vida misma ante una situación que nos causa dolor, como es la pérdida de un ser querido. Pero duelo no es solo dolor, también implica desafíos para conocernos, preguntarnos, respondernos, replantearnos, evolucionar, encontrar nuevos rumbos, llenar vacíos, crecer, ser mejores personas, y todo a través de esta situación límite, de la pérdida de un ser querido. ¿PARA TODOS DURA IGUAL?
La aflicción o dolor causado por la muerte es un proceso único, personal, solitario. Quizás no exista abrazo, palabra, caricia que alivie. Podemos tener a muchas personas a nuestro alrededor, pero el consuelo solo llegará cuando se movilicen los recursos internos que posee cada uno para hallarle sentido a su pérdida. Esto convierte al duelo en una situación sin tiempos determinados, en una experiencia que cada cual vive a su manera. Es posible que alguien necesite como mínimo un año para asimilar su pena, para vivir sus fechas importantes sin la presencia querida, otro tal vez requerirá mayor o menor tiempo, lo cual De la pérdida a la esperanza con la luz de la Logoterapia
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no significa que la intensidad del amor, del vínculo, se mida por la duración del duelo. No quiere más, quien sufre más tiempo, no quiere menos, quien se reencuentra a sí mismo antes y mantiene el recuerdo del ser amado con alegría. ETAPAS DEL DUELO
Al igual que la felicidad, el proceso del duelo tiene su propia evolución. Un día no será igual que el otro, por lo cual resulta importante conocer cómo se manifiesta, qué produce en nosotros. Hay que subrayar que no todas las personas pueden manejar bien estas situaciones, en cuyo caso resulta de gran ayuda buscar el apoyo de un especialista. NEGACIÓN
La fatalidad, la adversidad, sorprende al hombre. Nuestra mente no elabora el dolor, le cuesta hacerlo con anticipación, empieza a procesarlo recién cuando se está transitando por la circunstancia. Frente a la pérdida, la persona “siente” la necesidad de volver a tener eso que ya no está y sufre por ello. Esta etapa es normal, y se da como la primera respuesta o reacción al recibir la noticia. Es un mecanismo de autoprotección. Las personas extrovertidas pueden presentar explosiones de carácter en forma histérica, llanto, golpes, arrojan y quiebran objetos, etc. Las introvertidas, en cambio, se recluyen de la vida social, se encierran en silencios. También hay quienes siguen “como si nada hubiese pasado”, reintegrándose normalmente a las actividades, tratando de negar la realidad, “el show debe continuar…” “acá no ha pasado nada…” se continua para quizás “tapar” lo que no se puede aceptar. ENOJO
Esta es la etapa que lleva más tiempo elaborar. En términos generales, -pues no existen dos casos iguales-, es un período que va más allá del enojo con la vida, conlleva muchas vivencias que se deben orientar para no quedarse inmovilizado frente al dolor de la pérdida. Aparece una desorganización, con señales de falta de claridad y de distorsión de la realidad. El doliente tiene la mirada puesta en el afuera, en la gente que vive feliz, sin problemas, sin sufrir: “¿por qué a mí y no a los demás?”, se pregunta. Encierra su dolor y expresa sus emociones a través de llanto o la charla excesiva. Hay queja y maldiciones a Dios, a la vida, a todo lo que rodea y no sufre. También en esta etapa aparece la culpa por lo que se dejó de hacer o se hizo mal, surge un sentimiento de desamparo por el sentimiento de orfandad, desabrigo, separación, soledad. Esta etapa de duelo es peligrosa para la persona que sufre. El vacío pide desesperadamente que se llene y eso puede llevar a la toma de decisiones equivocadas. 16
Sandra Barbero Sereno
NEGOCIACIÓN
Este período deja atrás los reclamos y enojos, la impotencia y la culpa. El término “negociación”, que identifica este tramo, significa que la persona ya no quiere sentirse así, que necesita ponerse de pie, y entonces se convierte en un “buscador”, un caminante que tiene un dolor en su interior, y que necesita integrarlo a su existencia como parte del aprendizaje. Cuando negocia, quiere decir, que comenzará a probar, a escuchar, a mirar a su alrededor, a participar de talleres y grupos, a relacionarse. Si cree en Dios, dialogará con Él, rezará, pedirá, y así muchas cosas empezarán a venir, personas que le darán la mano, situaciones que serán oportunidades, solo si él o ella quiere verlas. Esta etapa se caracteriza por la resignación ante la verdad, pues por primera vez interviene la razón y el enfrentamiento con la idea de pérdida definitiva e irreversible. Pero no es una aceptación total, sino un tira y afloja entre la memoria y el miedo al futuro, entre la resignación y la rebeldía, entre el deseo de recordar y la necesidad de seguir adelante, lo cual puede provocar la auto imposición de seguir sufriendo, como lo hacían las señoras enlutadas de antaño, quienes se torturaban eternamente en un forzado culto a lo que habían perdido. Hay también cierta forma de hundimiento, apatía, ensimismamiento, falta de interés por las cosas que antes nos ocupaban y otros síntomas físicos o psicológicos de debilidad, que son la respuesta a una ausencia que empieza a ser admitida. MÁXIMA TRISTEZA
Muchos síntomas emocionales y físicos aparecen con la tristeza. Pese a tratarse de un estado nocivo, es inseparable del duelo y como tal no debe alarmar, salvo que se manifieste de forma acentuada o engendre pensamientos autodestructivos. Quizá en todo este camino, ahí estaba, pero otras sensaciones como las transitadas estaban ocupando el universo emocional del deudo. La depresión o máxima tristeza se relaciona con la desesperanza, la cual nos conduce al vacío. Es el momento dónde la persona encuentra el fondo del hoyo, y está sola, nadie puede acompañarla, la tristeza la condujo hasta aquí, encontrándose en el abismo de las sensaciones humanas. Sufre, porque existe y está viva. Este sufrimiento le lleva a una revisión de su vida, le interpela, le habla, le dice que hay que aprender a vivir desde otro lugar. Aunque la tristeza puede generar una crisis, permite luego que uno vuelva a estar de pie para que ocurra el cambio, que la vida continúe en todo su proceso y aprendamos a vivir sin lo que perdimos. ACEPTACIÓN
Llegó el momento de salir de uno mismo para poder encontrarle sentido a esta pérdida y descubrir la tarea que nos tiene deparada la vida y así iniciar De la pérdida a la esperanza con la luz de la Logoterapia
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el proceso de levantar la mirada más allá del dolor. En otras palabras, aceptar lo que nos ocurre para transformar la realidad y encontrar nueva energía y fuerza suficiente para la evolución, para llegar a comprender y alcanzar los planos de consciencia necesarios para la salida de esta crisis, para lograr que la vida vuelva a ser significativa, tenga una razón. Con la aceptación, aparece la actitud que lleva a elegir cómo queremos sentirnos ahora, modificar nuestros pensamientos, la manera en cómo vamos a mirar la pérdida, cómo amar la vida a partir de hoy. Buscar cómo llegar a los demás, darse cuenta de aquellos que están sumidos en el dolor, comprenderlos, intentar llorar en su hombro y a la vez consolarlos. Salir de nosotros hará que nuestro mundo de sensibilidad sea más amplio. Y, finalmente, aparecerá dentro la biografía personal la palabra esperanza encarnada en nosotros, en nuestra existencia.
“No hay por qué avergonzarse de las lágrimas, pues ellas testifican que el hombre es verdaderamente valiente, pues tiene el valor de sufrir”. (Viktor Frankl) 18
Sandra Barbero Sereno
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