Tony Cantero Suárez
ÓLEO DE UNA MADRUGADA MÁGICA : PENSAR SIN MUSA
Tomo II ร leo de una Madrugada mรกgica: Pensar sin musa
© Tony Cantero Suárez, 2014.
Tony Cantero Suรกrez
Tomo II ร leo de una Madrugada mรกgica: Pensar sin musa
A las musas de mi vida y de mis madrugas bohemias, soùando con ellas y dibujando con letras las rimas que perviertan sus pensares sobre tinta de poemas; ya despiertas‌ Tony Cantero Suårez
Prólogo Quizá por obra y gracia de esas cosas inescrutables que circundan los hechos de nuestras vidas; quizá por ese carácter casi ilusionista que envuelve a cada uno de los acontecimientos que van conformando nuestro impredecible e inimaginable transcurrir cotidiano. Quizá porque vamos andando nuestro camino haciendo caso omiso a la dirección que nos va marcando ese gran timón que he dado en llamar: “causalidad”; o quizá simplemente por designios caprichosos y por qué no, hasta divertidos de este talentoso autor Tony Cantero Suárez, es que me encuentro aquí, en Buenos Aires, Argentina, escribiendo este prologo con la misma intensidad con que me sentí irremediablemente enamorada de su obra desde el primer verso que leí. Pienso y digo que el encantador oficio de escribir con el que uno nace, no se hace, es ejercido aunque no siempre con libertad, por una cantidad de personalidades imposibles de mencionar, en cada uno de los
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rincones de este vasto mundo. Con el transcurrir del tiempo y del creciente interés por la lectura, ya que me autodefino como una lectora voraz y curiosa privilegiada por el trabajo cotidianamente desarrollado, he conocido muchísimos autores. De todos ellos he atesorado enseñanzas, como sensaciones infinitas. No obstante hubo un día inconmensurable; un instante pictórico; un momento mágico en el que me topé con la prosa de este genialísimo escritor cubano que con su obra, toda, ha dejado huellas indelebles en mi alma de mujer. Tony Cantero Suárez, cuenta con un estilo único y personal; esto lo perfuma tanto de una identidad literaria atípica, como de una impronta genuina inapelable, donde salta a la vista una aptitud y una urgencia carente de medias tintas. Destaco su constante sensualidad en el decir, como a cada una de sus letras, donde, toque el tema que prefiera, lleva el sello de esa libertad incondicional que caracteriza sus textos y lo hacen aparecer ante nuestros ávidos ojos, como a un poeta casi épico en el transcurso de un romanticismo con diferentes matices, que, aún “sin musas” se da el lujo de hacernos llegar a la gloria con cada interpretación narrativa. En lo personal amo la poesía erótica y es un género para nada simple desde la elaboración de una obra, sobre todo, por aquello de no caer en lo burdo o inelegante al describir esas situaciones que deseamos dejar en la imaginación de cada lector. Tony logra
desbordar en emociones a quien lo “deguste” ya que ése es el término apropiado. Escribe con sentimientos, con olores, con sabores; juega artesanalmente a ser un prestidigitador de las palabras; se contorsiona verborrágicamente con esa característica que lo define como a un creador de instancias casi cinematográficas, con las cuales miles de nosotros, lectores, no podemos dejar de sentir nos identificados. Confieso que el que me ocupa no es un prólogo técnico donde se cuentan detalles específicos de la obra en sí; el mío es un homenaje a un poeta que admiro más allá de toda duda razonable porque conozco en profundidad su talento, que no es otra cosa que esa sensibilidad gigante que lo abarca todo; que lo posee; que lo nutre de toda esa belleza que luego viene a volcar, desnudo de todo prejuicio. Y va calando hondo en la existencia de todo aquél que cuente con el privilegio de su lectura. Es imposible no reconocer en él características de mis queridos “Poetas Malditos”. Es innegable detectar una creciente adicción por sus narraciones; es impensado no escuchar sus vídeo poemas como por ejemplo “Mujer de fuego a ella la llaman” y no percibir en el cuerpo todo un abanico de sensaciones que sólo “un Elegido” es capaz de generar.
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Sinceramente podría yo estar mucho más tiempo del que demoraran ustedes en leer este egregio volumen, contándoles respecto a las estelares condiciones que veo en Tony Cantero Suárez; elijo mil veces, desde el lugar del espejo donde lo miro detenerme, aquí en este sentimiento que mi corazón imprime a mis palabras e invitarlos gratamente y con el honor que me ha conferido, gesto que no me alcanzará la vida para agradecer, a comenzar ya con esta verdadera aventura para los sentidos, todos, que es iniciar la lectura de su primer capítulo titulado “A los Duendes”. Con mi mayor respeto y mi sempiterno cariño.
Olga Schunk (Directora Editorial) Buenos Aires-Argentina Febrero de 2012.
Recuerden siempre que invierto el rol que toca a mis pilas, que en negativo positivan y en neutro encienden mis velas. Y recuerden que el adiós parte lejos, cuando la bienvenida llega. (Extraído de: ¡Yo estoy seguro que es ella! pág. 103)
A los Duendes Chulos de musas vivientes, andariegas y persistentes que en el futuro se creen; así son los duendes verdes que los poetas retienen. Amantes de mil delirios y pecados de lo íntimo que en público se han revelado, azul y rojo en principio, verde o gris en días de nieve; y blanco en canas por los vicios de alguna vida en pasado, que en presente reverdece. Reyes de divinos recados que del cielo les trajeron los bendecidos de espíritu. Dedos místicos rebeldes con dosis de agridulce y tímido; y pieles embadurnadas con incienso de unos pétalos muy finos, que cuando los tocan hierven. Cuentos de hadas reales imaginados por castillos y cuarteles donde los soldados duermen, mientras la guerra entristece continentes indigente. Por viejos elevadores de edificios, que han entendido los gritos provocados a serpientes que organizaban con trinos. Y por casas de amigos fieles donde se
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cena los viernes unas langostas delirios, con antenas de mujeres. En cementerios y en bares, en oficinas y en bordelés; y en las entrañas mismas del limbo. En noches largas cantando a una luna que aparece entre dos pinos amnésicos acostumbrados a moverse, que enmudecen como dientes mirando como ella se pierde al amanecer en los cerros. Y en tardes frescas llorando a la sombra de sus penas cuando el sol no viene a verla, para calentarle las venas con rayos que desbordan fuentes… ‒ Y de ellas explotan torrentes de una sangre que marea, haciéndole olvidar las penas. ‒ Y un corazón en manteles servidos de cantos bardos, para doncellas infieles que les desprecien sus actos. Malditos y malinterpretados, o interpretados bonitos por los ojos de quien tiene. Desterrados de sus sitios por gobiernos que no sienten lo que su pueblo prefiere; desafiados por mujeres, y adulados por prolíficos… También ridiculizados en ciertos círculos eruditos que sus jergas nunca entienden; y prefieren irse de juergas antes de sentarse a leerles. La rima dulce del tinto y un sabor de almendra y nueces, adobados con cascabeles de las serpientes más fuertes; así son los duendes héroes que los poetas prefieren, por sus lenguas tan rebeldes. Duendes verdes y poetas, musas con dedos hirvientes que se desnudan bajo puentes donde los ojos se pierden.
Y un pensar que nunca duerme aunque el sueño se lo lleve. Así son los Duendes verdes que los poetas entienden cuando las musas expiran; y los sentimientos se pierden. ‒ Y cuando el amor es diferente; solo nos quedan los Duendes.
Instantes…
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En instantes de delirio le ha dado besos de alivio sobre sus labios en fuego excitados por su libido. Y le sacó brillo al piso para acostarse a vivirlo y olvidarse del invierno. Le despeinó sus cabellos y la miró desde adentro perdida en su limbo negro. La tocó suave en el cuello y le acarició sus pechos, y vio entre sus ojos veremos que le invitaron a verlos. Fresco el aliento y perdido el verbo, versos de nuevo, silencio gélido de un trueno pérfido. Y entre gemidos que estallan ella se explota viviendo en arcoíris de juegos. Se alumbra el limbo con besos, que besan bueno. Y el universo es sin vellos y el arcoíris es fuego, y ruega al cielo que no se acabe el momento. Que vivan viejos su tiempo; para quererse, para quererlo. Que sus piernas monten lejos prendida y en vuelo célico con rumbo séptimo anhelo…
Donde el amor vive un cuento con sentimientos eternos y con labios sin veneno; que besan bueno, y no corriendo como un ciego con su perro. Y se contentó de hacerlo poniéndole ardor en serio y magia como aderezo, destilando aliento bueno sobre sus labios de infierno; y mojándola por completo, tomando un baño de besos. En instantes de delirio le ha sacado brillo al piso para acostarse a vivirlo y olvidarse del invierno; y el sentido anduvo suelto entre gemidos y truenos. Y entre arcoíris y ruegos mil aguaceros cayeron. Y en versos inspiró sus dedos y se perdió en vuelos célicos; y al buen amor le hizo un cuento y luego la sentó a leerlo… Para que aprendiera a verlo y no a invitarse a veremos a verse en un limbo negro. Para que se le iluminara el pecho como una estrella en el cielo que pide verse entre fuegos, fundida en besos y anhelos; y en versos nuevos gimiendo, cada vez que diga quiero. Para que sueñe con ellos en sus instantes de tedio, y sea feliz como en sueños al despertarse y leerlos. ‒ ¡En instantes como esos, yo regalo versos nuevos!
L a orgía en casa del Diablo…
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El campo huele a melaza esta noche en el Calvario, se han soltado hasta las esclavas y los esclavos más flemáticos, y liberaron a los Santos que rezaban encerrados. Y halaron también a las Santas para que no se quedaran rogando, mientras se perdían el guaso. ‒ Y se han ido de parrandas hasta la casa del Diablo; que no los estaba esperando, ni los había invitado. Que sorpresa se ha llevado el muy lunático, cuando se vio en sus relajos con una cruz bajo el brazo. Con un rosario y un diario lleno de sermones cándidos, de erotismos torturados y de desnudos gozando; la biblia la habían botado, a su paso por el Camposanto. Le pusieron cuernos rosados y le cambiaron los tarros por unos limpios de pecados. Le recortaron las uñas para que no hiciera daño, el gran momento llegado. Lo lavaron, lo peinaron y le pusieron unas plumas de corsario, un sombrero y sus zapatos…
Le dieron tintura de baño a su rabo colorado, le cortaron los dientes largos, le dieron masajes arduos, lo enseñaron a bailar mambo y también boleros clásicos. Le dijeron amor bocabajo y bocarriba te amo; por el fuego de tus labios. Y lo convencieron de que amando, todo podría controlarlo! Y él se sintió tan cambiado que no pudo soportarlo; y dijo aquí nadie manda, esta es la casa del Diablo. Y a quien no cometa pecados lo mandaré al cielo llorando, con unas alas de plástico. Llamó a los Santos sedentarios y les ordenó pellizcarlo hasta que le sacaran sangre riéndose con sus bromas, a las Santas les dio aromas para que hicieran milagros que olieran a piel de bombas; a las esclavas le dio ramos de Milsueños excitantes… Y a los esclavos amargados les pidió de enamorarlas como él se lo pedía. Sin dejar de emborracharlo hasta que solo hubieran botellas vacías y hordas de copas rotas todas llenas de colillas; y hasta que no quedara tinta ni hojas, para describir la historia de sus vidas. La juerga hecha en el Calvario terminó en algarabía por todo el salón de arriba. Los santos y los esclavos se mezclaron ese día, se mordieron, copularon, se dieron besos y saliva. Se apretaron como humanos y al Diablo le dieron risa; para que disfrutara la orgía.
El Pinocho de mis cuentos
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Una silueta desnuda se ha caído desde el cielo sobre un montón de maderos secos tirados al borde del camino que lleva a Punta de Helechos, un Condado al puerto abierto por donde pasa un rio seco, que baja desde el Monte Negro. ‒ Y allí se quedó, medio muerto, enganchado entre veremos si alguien encuentra mi cuerpo. Si pasa un Hada encantada y me despierta con besos, y con caricias pintadas bajo unas sabanas blancas. Si un Duende verde con alas me da su alma enamorada, para que extasíe con versos a quienes suelan leerlos… O si se aparece el espectro del Maestro de los Cielos. Y me convierte en madero tornado en un cuerpo bello. Cuantos deseos que tengo de convertirme en correo; de respuestas y argumentos que me abran de nuevo los sueños.
‒ Y andar y andar como un genio entre humos y aguaceros… Y como lámpara en fuegos armar un mundo sin mareos, para los ciegos y alérgicos que no han visto que mi cuerpo les ha caído en sus suelos. Desnudo como un trueno abierto, que entre nubes da consejos esparcidos sobre incienso. Y el Maestro de los Cielos se apareció para verlo, para leerle en secreto el decreto de los buenos ejemplos que habían mandado los genios: ‒ Tú no te irás más al cielo hasta que no cumplas tus proyectos, fue su último argumento. ‒ Y en secretos le dio un cuerpo con un cerebro hemisférico portado del lado serio. Le regaló versos ebrios que enamoraran los besos con una lengua bien larga. Le dio las alas tatuadas de una mariposa en celos. ‒ Y con caricias y embelesos le puso un nombre de cuentos; y una nariz huele fuegos. Y como regalo de los Genios le trajo un rabo encendido que calentara miradas; para que pareciera ingenuo cuando vieran su nariz larga. Para que evitara quemarse o hundirse entre celos cruentos. Para que perdiera el miedo a los destinos ajenos; y para que respetara el espacio de quienes tienen derechos. Sin peros pérfidos, ni mentiras con ungüentos. Y ahora Pinocho anda suelto por aquel camino viejo que lleva a Punta de Helechos. Un condado al puerto
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