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La revista de la Fundación Global Democracia y Desarrollo - Volumen 7 - N° 34 -

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Énfasis

La marcha de Haití

El sismo que afectó Haití tuvo grandes consecuencias físicas, económicas y sociales. Este fenómeno alcanzó una fuerza tal que puede decirse que destruyó Puerto Príncipe y sus alrededores. En ese instante, se ha tenido que reconocer que la República Dominicana dejó atrás el pasado y asumió el presente sin titubeo; así fue pronta en llegar y sigue ahí junto a sus sufridos vecinos. Nuestro país fue el primero no solo en llegar, con Leonel Fernández a la cabeza, sino en aportar lo poco que tiene y proponer a los países del mundo ayudar al restablecimiento de Haití; con su aporte en la medida de sus posibilidades, dio el ejemplo. Ya eso siguió la primera conferencia (mundial) convocada por nosotros, y así seguimos con variadas propuestas y acciones hasta la segunda conferencia, casi por empezar. En lo social, el estremecimiento fue mayor que el de la tierra. No se pensó para nada en el pasado, no se tuvieron en cuenta las posiciones socio económicas y sociales, no se miraron las distinciones basadas en el color de la piel. Una sola cosa se tuvo en cuenta: se trataba de seres humanos que sufrían a nuestro lado, que era necesario ayudar. Y desde entonces hasta hoy se descubren nuevas cosas que nos unen. En esta edición de Global damos una mirada de conjunto a Haití a tres meses de los acontecimientos que sumieron a toda la isla en un gran dolor. Para hacerlo, Carlos Dore Cabral comienza con un resumen de un compendio histórico social de la República Dominicana, que incluye la vista de los dominicanos desde distintos ángulos de Haití. Javier Valdivia Oleachea, peruano que lleva 15 años gozando y sufriendo en esta isla, nos entrega "Haití en el siglo XXI". Magda y Ernst Mathurin explican desde sus tripas (lo sentían desde la Republica Dominicana) los primeros momentos de la tragedia. La dominicana Paloma Rivera, hija de Octavio Rivera, con apenas 24 años explica con la mayor naturalidad del mundo cómo se convirtió en una heroína de carne y hueso, conocida por todos los damnificados y mencionada en publicaciones extranjeras como The N ew York TÍmes y New Yorker

Un haitiano, Joseph Harold Pierre, y un dominicano, David Álvarez Martín, dan cuenta de las nuevas relaciones fraternas entre los ciudadanos de la isla. Gabriela Santoni Bisonó, desde el Observatorio Político Dominicano, ve y pone en claro cómo se trata de falsear el esfuerzo de los países vecinos, y cómo los detractores salen finalmente derrotados. Delia Blanco, para quien todo lo que piensa y escribe es lucha, nos muestra que para la generalidad de los haitianos también lo es. Los fotógrafos Alina Vargas, Orlando Ramos y Máximo del Castillo retratan brevemente tres etapas del Haití de los últimos cuatro meses. Por último, Rubén Silié, embajador dominicano en Haití, aporta su testimonio sobre lo que se ha vivido en el país vecino, desde el terremoto hasta hoy. Así marcha el "terremoto en las relaciones binacionales", tal como lo pronosticó Fernández y como lo reafirma Silié en su testimonio.

Carlos Dore Cabral


. - CONTENIDO 04 Las ideas de un festival Carlos Dore Cabral Un compend io de historia de las ideas políticas dominicanas, que abarca desde la primera República a la postmodernidad, está contenido en el libro Retrospectiva y perspectiva del pensamiento político dominicano, fruto de los ocho paneles del Festival de las Ideas. Los autores validan que la sociedad no ha dejado de pensarse ni de observar su epidermis.

16 El vecino de la esperanza Magda Mathurin y Ernst Mathurin La crónica de la cooperación de la República Dominicana con el vecino Haití, tras el terremoto del 12 de enero, enrostra debilidades de la élite y clase política haitiana, así como d e quienes han sembrado un distanciamiento histórico entre ambas naciones .

48 Entrevista a Paloma Rivera FrankBáez La joven dominicana ha saltado a la fama internacional por su ayuda y colaboración con el pueblo haitiano. Llegó a Puerto Príncipe tras la tragedia y aún permanece en el país ordenando los campamentos de los damnificados tras el terremoto del 12 de enero de 2010.


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56 Haití, la fuerza de la creatividad Delia Blanco La primera nación negra del mundo ha ganado un espacio excepcional gracias al talento creativo de su pueblo y a la herencia plástica y visual de sus maestros naifs. Más allá de su potencial artístico popular, la intelectualidad haitiana se ha convertido en una auténtica embajada de defensa de su pueblo por las acciones de su diáspora activa y solidaria. Repartidos por el mundo, los artistas haitianos, escritores, dramaturgos, poetas y académicos , han mantenido de pie y viva la realidad de su pueblo a través de sus d iversas creaciones.

56 Crónica Fotográfica Tras la tragedia del 12 de enero de 2010, las cámaras fotográficas reconstruyeron el desastre para los ojos atónitos del mundo. Puerto Príncipe, devastada, un saldo de más de 200,000 víctimas, una cifra incalculable de damnificados. Las imágenes toman voz.

Informe Especial Algo ha cambiado en la isla después del terremoto: un testimonio Rubén Silié Valdez El testimonio del embajador dominicano en Haití explica cómo la tragedia del 12 de enero de 2010 se convierte en una oportunidad de un rencuentro entre la República de Haití y la República Dominicana. La ayuda dominicana, sostenida y puntual, es el primer paso para las nuevas relaciones bilaterales, pero aún es necesario construir una agenda de desarrollo entre ambas naciones .

Perspectivas de Haití 24 Haití en el siglo XXI Javier Valdivia Olaechea El país más pobre del continente está ante una etapa crucial de su historia. Dos siglos de explotación desmesurada de los recursos naturales y de casi una permanente inestabilidad política, salvo casos excepcionales , además de períodos de cruentas dictaduras, dejaron en esta nación una marca indeleble que los haitianos están llamados a borrar. El propósito : que su nación, entrado ya el nuevo milenio, se consolide ; que su Estado, por el bien del propio pueblo haitiano, por fin se fortalezc a.

32 Una isla y dos ángulos en contrapunto Joseph Harold Pierre y David Álvarez Martín El sismo del 12 de enero de 2010, que destruyó Puerto Príncipe, parece contribuir a una nueva era de relaciones fraternas entre Haití y la República Dominicana; no obstante, hay que tomar en cuenta el conjunto de factores históricos que influyen sobre ambas sociedades y Estados para ponderar de manera realista un escenario donde el conflicto deje espacio a la solidaridad y el desarrollo compartido.

40 Prensa internacional y terremoto en Haití: una agenda derrotada por la realidad Gabriela Santoni Bisonó En medio del caos y la destrucción, dominicanos y haitianos empezaron la titánica tarea de rescate. Sin embargo, una parte de la prensa internacional, especialmente europea, informaba todo lo contrario. Debemos cuidar al máximo una relación tan tortuosa que felizmente empieza a recorrer el camino de la reconciliación definitiva.




al parece que existe la convicción de que en el país la producción intelectual pasa por una etapa de agotamiento, de un estancamiento preocupante que se evidencia en el cierre de espacios académicos e instituciones relacionados con la investigación. Una mirada retrospectiva -desde la segunda mitad de la década de los sesenta hasta la primera mitad de la década de los ochenta- comparada con lo que hoy existe, preocupa. Esa aventura intelectual dominicana (tomando prestada la frase a Andrés L. Mateo) parecería que sólo ha tenido en el esfuerzo de la diáspora en Estados Unidos y su determinación de pensar lo dominicano, el punto de inflexión entre el estancamiento perpetuo y el resurgimiento. Entre ambos, y en el territorio, sólo la imperturbable disposición de ánimo de unos pocos intelectuales impide que se pueda hablar de estancamiento de forma absoluta. Pero la producción intelectual de un país precisa de elevados niveles de articulación con lo social, económico y cultural, que la recrea y promueve, la determina y a su vez es determinada. Es la conocida dialéctica entre el ser y la conciencia ... del sujeto y el pensamiento. Cuando en 2009, a propósito del 146 aniversario de la Restauración, la Dirección de Información y Prensa de la Presidencia y el Archivo General de la Nación decidieron realizar el Festival de las Ideas, imagino que partieron de un diagnóstico similar, pero con la diferencia de que el panorama pesimista les sirvió para lanzar esa iniciativa, la que visualizo como un grito, no lastimero, sino del optimismo de la voluntad que convoca a dar la pelea para revertir la situación. Dejando ese vocabulario de gesta, la verdad es que la trascendencia de la puesta en circulación del libro Retrospectiva y perspectiva del pensamiento político dominicano, obra que recoge estas ponencias, es un aporte significativo a la presente generación de dominicanos que ha perdido el rastro, ese hilo conductor que desde el pasado nos envía claves para la construcción de una sociedad a la que aspiramos. Al fin y al cabo, necesitamos dejar de

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mirar el pasado como aquello que no debimos ser y hacer y, en cambio, ver el presente como la sempiterna condición del individuo en sociedad. Lo primero nos conduce a la mismidad, la inacción y la derrota espiritual; lo segundo, a volar alto y mirar lejos, como el guaraguao. ¿Por qué atribuyo importancia a esta compilación de ponencias que componen el libro? Porque me parece un gran acierto la elección que en materia de las ideas políticas era preciso empezar a debatir y quiénes serían los que abordarían cada uno, fue tarea no menos difícil. El resultado fue una serie de conferencias compendiadas, donde el poder de síntesis deja claramente establecido que sus autores no son unos improvisados. Esta última afirmación puede parecer inne-

Un aporte de incalculable valor es la des construcción de las bases de sustentación del antihaitianislllo.

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cesaria. Pero no lo es si consideramos el número creciente de expertos que sobre todo, en los medios de comunicación y en los centros académicos se presentan como tales, pero sin la dedicación y el oficio que deberían avalarlos; con intervenciones efímeras y discontinuas con sus objetos de estudio, y que fatalmente, son hacedores de opinión y presionan la agenda pública. Esta situación obliga a reflexionar las consecuencias del retraimiento de los intelectuales. Porque en el mundo de la vida, la sociedad dominicana no ha dejado de pensarse a sí misma, sino que lo está haciendo desde la miseria del pensamiento cuya mirada se queda en la epidermis. Por eso, este libro es más que la suma de sus partes, es un viaje de ida y vuelta al pasado, cuyo compendio en divisiones capitulares revela que no se está frente a intelectuales proféticos cargando con la verdad autoproclamada, con la revelación y el recetario debajo del brazo, por el contrario, investigadores que intentan descifrar enigmas, claves, puntos ciegos en la historia de las ideas polí-


tic as con un propósito más modesto: contribuir a conocernos y comprendernos como nación. Pero presentar una obra tan variada como esta no deja de ser una empresa exenta de dificultades al decidir cómo abordarla. El número de temas tratados y la diversidad de aristas y enfoques hacen inviable la pretensión de un juicio crítico de cada ponencia. D e modo que situándome en lo que creo puede ser el interés primario de los lectores, me decidí por describir sucintamente los capítulos. Retrospectiva y perspectiva del pensam.Íento político dominicano. Este primer capítulo, "Retrospectiva y perspectiva del pensamiento político dominicano, comienza con el ensayo "La validación intelectual de la dictadura trujillista". Andrés L. Mateo plantea lo que entiende como los elementos que singularizan la dictadura y, en consecuencia, la distingue de sus homólogas en el continente. Supone que el trujillismo no fue una ideología en el sentido estricto, pero se legitimó a

Ulises Francisco Espaillat .

partir de un conjunto de mitos construidos como respuesta a la decepción del pasado. Destaca el mito fundacional a partir de la reconstrucción de la ciudad de Santo Domingo luego del paso del ciclón San Zenón; el mito de confirmación que tuvo como punto de referencia la matanza de haitianos en 1937; el mito de la paz, con iniciativas en el sistema de instrucción y, finalmente, el mito de la independencia económica a partir del pago de la deuda externa. Señala que el trujillismo se apoyó en una combinación inédita del arielismo con el hostosianismo, de los que se sirvió para cimentar la esencia discursiva del trujullismo: el nacionalismo. La segunda entrega del capítulo es de Bernardo Vega, con el ensayo "La justificación intelectual de la dictadura". Si el autor que le precedió dejó sentado los temas clásicos que suelen considerarse como los componentes de la ideología trujillista, Vega tiene la virtud de ponerle fecha y nombre de los responsables. Demuestra el carácter coyuntural, discontinuo y hasta contradictorio con que la dictadura abordó temas tales como el antihaitianismo, el catolicismo, nazi-fascismo, entre otros. En un empeño por ponerle carne a la teoría, descubre razones, protagonistas, papel jugado por los principales intelectuales al servicio del régimen, no como un corpus homogéneo e indiferenciado, sino ubicados en su tiempo, las coyunturas políticas y las ideas con que las enfrentaron. Un aporte de incalculable valor es que desconstruye las bases de sustentación del antihaitianismo trujillista demostrando que en sus ejes principales: la peligrosidad del problema demográfico, la necesidad de un dictador dominicano, los efectos negativos de la migración haitiana sobre la religión y la hispanidad, la dominicanización de la frontera y el haitiano como holgazán, entre otros, resultaron sencillamente predicciones fallidas. El tercer ensayo, "Las raíces ideológicas de la dictadura de Trujillo y su proceso de resurrección", a cargo de Franklin Franco, supone que ciertamente el trujillismo elaboró un sistema armónico que le sirvió de orientación y guía ideológica, pero que sus raíces se encuentran antes de la dictadura, que resumió las ideas tradicionales de la oligarquía dominicana. Por tal razón se explica

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que la oposición de la oligarquía a Trujillo fue de corto tiempo, no así su integración. Aunque supone que el aparato ideológico trujillista no permaneció estático y que los temas centrales se readecuaban y reconfiguraban en determinadas coyunturas. Pero en el caso del culto a la personalidad y el providencialismo, fu eron ideas que permanecieron como una constante del régimen. Dos elementos considera como puntos de partida del resurgimiento de la ideología trujillista: la consignas de culpabilidad de todos frente a la tiranía, en tiempo del Consejo de Estado, teniendo como protagonista principal a la cúpula de la Iglesia Católica y la consigna de borrón y cuenta nueva) con la emergencia de Juan Bosch al poder en 1963 . Una de las consecuencias más notable fue la llegada de Joaquín Balaguer en 1966 y con él, el m ás prominente auspiciador del trujillismo después de Trujillo. Por supuesto, el autor argumenta cada enunciado coherentemente. El capítulo primero termina con Richard L. Turrists, de la Universidad de Michigan, con su ponencia "Fundamentos del despotismo: los campesinos y los intelectuales en el régimen de Trujillo". Interesante mirada que se sitúa en una perspectiva distinta con respecto a la explicación del apoyo del campesinado al régimen. El autor devela que la propaganda no puede ser tratada como causalidad principal y sí las políticas agrarias concretas, concebidas por intelectuales y funcionarios de la talla de R afael César Tolentino, R afael Espaillat y Rafael Vida!' En síntesis, sostiene que en esos intelectuales predominaba una idea del progreso que establecía la ruta hacia la modernidad, estimulando la expansión de una economía campesina mercantil en contraposición al monopolio de la propiedad territorial de los ingenios azucareros. Por supuesto, algunas políticas concretas como distribución de la tierra, titulación, financiamiento , asesoría técnica, tenían como sustrato una línea discursiva de corte nacionalista populista. El pensalll.iento conservador en el siglo XIX. En este segundo capítulo, Manuel Núñez enjuicia la figura de Manuel deJ esús Galván, en-

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Manuel Arturo Peña Batle.

frentándose a los que con una visión maniqueista sitúan al personaje como conservador y, por tanto, lo descalifican. Núñez recuerda que una herramienta primordial para el estudio de la historia es la documentación y, en su caso, al adentrarse en las fuentes , la figura de Galván escapa del estereotipo en el que se le ha enmarcado. Para tal fin, recuerda que a Galván se le ha tildado de conservador básicamente por su apoyo a la a nexión a España, sentimiento que existía desde antes de la independencia y que se explicaba por el peligro que para entonces representaba H aití, y la desconfianza que una parte importante de la intelectualidad de la época tenía respecto de la posibilidad de constituirnos como un Estado sin la tutela de una potencia colonial.


Ambientando la situación de la época que le tocó incidir en la política, conecta el apoyo de Galván a la anexión , a las ambiciones y expectativas que el grupo anexionista tenía con España. Entonces pasa a valorar lo que denomina la vertiente liberal de esta personalidad, recordando su vinculación al Partido Azul, sirviendo como canciller a Gregorio Luperón; su vinculación en Puerto Rico a grupos indep endentistas; canciller de Uli ses Francisco Espaillat; sus relaciones con Eugenio María de H ostos, con quien compartió la cátedra de D erecho Internacional, y sus misiones diplomáticas fecundas entre las que se encuentran: la cuestión domínico-española la elaboración del tratado de reciprocidad con Estados Unidos, organización del cuarto centenario y el recibimiento deJosé Martí, en 1893.

Juan Emilio Bosch Gaviño .

Concluye señalando que, en esas intervenciones, Galván se convirtió en un defensor inteligente de los intereses de la nación. El segundo ensayo estuvo a cargo de R aymundo González, titulado: "Notas sobre el pensamiento conservador dominicano (siglos XIX y XX)". Después de aclarar que su exposición no considerará referentes importantes del fluir de las ideas no sólo en Europa sino en Estados Unidos y América Latina, afirma que en la fuente del pensamiento conservador se encuentra la situación colonial. Pero aunque Antonio del Monte y Tej ada es la figura intelectual y se le reconoce como partidario del dominio colonial español, ese pensamiento no fue homogéneo y después de 1844 aparecieron otras opciones, como Francia y Estados Unidos. La hipótesis de la que parte es que en el siglo XIX hay una débil estructuración del pensamiento conservador, vale decir, como conjunto ideológico que da cuenta de una visión del país y del poder. Esto se debe a que los conservadores, cuando la coyuntura así lo indicaba, tomaban prestado del pensamiento liberal, formas y motivos. Califica al conservadurismo del siglo XIX como el anexionismo y el deseo de dependencia, aunque destaca las variantes y combinaciones del primero. Este período lo formula como el primer proyecto conservador en el país. La segunda síntesis, o reformulación del proyecto conservador, la ubica a finales del siglo XIX donde se encuentra con la tensión de una burguesía emergente con la necesidad de imponer su lógica en el ordenamiento y funcionamiento del Estado y las personalidades, que deberían servir de ideólogos, voceros de ese proyecto, que, sin embargo, se m antenían distantes del ejercicio del poder. Pero otro problema relacionado con la transform ación capitalista pla nteó la intervención de la intelectualidad: el juicio al atraso, conectado con la necesidad de la p az . Evidentemente apela a la conden a del campesinado como obstáculo para el progreso y a la necesidad de acabar con las montoneras. D e esa m anera, la reformulación del proyecto conservador tiene como antecedente en el período, el debate agrario con la paradoja que se dio especialmente al interior del pensamiento liberal,

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que irrumpe contra la indolencia del campesinado por su desdén al progreso. Pensamiento que colateralmente coincide con el conservador cuando enfatiza la incapacidad del pueblo para conservar su independencia. Las ideas positivistas de fines de siglo alimentaron argumentos antidemocráticos cuando enfocaban la problemática de la civilización y el progreso. Lo anterior, la tercera formulación del proyecto conservador, lo ubica en el régimen de Rafael Leónidas Trujillo, donde se reconfigura y estructura como un discurso ideológico coherente, teniendo a Manuel Arturo Peña Batlle y aJoaquín Balaguer como sus dos máximos exponentes. Concluye que desde hace dos décadas hay una nueva síntesis liberal conservadora, siendo a los principales partidos políticos como sus principales impulsores. El capítulo termina con el ensayo "El pensamiento conservador dominicano", de la autoría deJosé Guerrero, un enjundioso y largo camino rico en detalles en el que no escapan los términos separación, por considerarlo conservador en su génesis, al igual que el de restauración, asociado a la reacción antinapoleónica y al levantamiento de Francisco Franco, en España. Ese camino pasa también por tamiz crítico al término Quisqueya; al antihaitianismo, que sitúa en sus contingencias; la diferenciación conceptual entre estereotipo, prej uicio y racismo, contextualizándolos hasta arribar a la conclusión de que el pensamiento dominicano, conservador o liberal, se conformó bajo la influenci a del romanticismo, movimi ento político y estético que nacionalizó el arte y la cultura en los siglos XVIII y XIX, defendiendo lo autóctono frente a lo foráneo. En la República Dominicana, afirma, el romanticismo parió el indigenismo, al que califica de movimiento intelectual y literario más auténtico y creativo. Se explaya en la explicación del término indio para designar al mulato dominicano que tiene el negro como base. Entrando en consideraciones más generales, entiende que las ideas conservadoras de Tomás Bobadilla, Antonio del Monte y Tejada y Manuel de J esús Galván fueron las pioneras que construyeron un discurso sobre la dominicanidad, pero

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Pedro Francisco Bonó.

sesgados por intereses políticos, coyunturas, y sobre la negación de Haití en las esferas de lo político, lo económico y lo cultural. En Hostos y Pedro Francisco Bonó ve a los primeros pensadores que usaron categorías científicas en el estudio de la realidad social dominicana. Coincide con la línea argumental de que el conservadurismo no está radicalmente exento de asumir posturas liberales, y asegura que sus ideas tuvieron efectos pertinentes porque reflejaron la sociedad tradicional en transición y una dominicanidad que denomina "familiar". Como corolario, concluye afirmando que los conservadores, a pesar del antihaitianismo e hispanismo, tenían una visión más positiva de la cultura popular que los liberales.


El pensaIlliento liberal clásico dOIllinicano. Juan Daniel Balcácer, Adriano Miguel Tejada y H éctor Luis M a rtínez presenta n sus ponencias sobre Juan Pablo Duarte, U lises Francisco Espaillat y Francisco Gregario Billini, respectivamente, en el tercer capítulo. Los tres autores coinciden en caracterizar a Juan Pablo Duarte como el m áximo y m ás puro exponente del pensamiento liberal dominicano en la época que le tocó vivir. Analíticamente, se pasean por el mundo y las exp eriencias vividas por el patricio, lo que explica las fuentes de su pensamiento. En ese sentido, se vuelcan al origen del liberalismo como doctrina política, la naturaleza revolucionaria y modernizadora que representó el nacionalismo, así como la influencia de las constituciones de C ádiz y las experiencias revolucionarias, tanto de Europa como de Estados Unidos. Tejada incluye al romanticismo como doctrina que influye en Duarte, lo que le permite acercarse a un p erfil psicológico. Por su parte M artínez enfatiza que la prudencia y el fino tacto, la causa de la patria como prioridad, ser el forj ador de la base jurídica del Estado, su nacionalismo radical sin chovinismo, y ser el más convencido de los liberales dominicanos, son legados de Duarte al país. Martínez también asigna un lugar de honor a Espaillat entre las personalidades más respetadas, sintetizando que su crítica social y política descansa en tem as como: el interés por las dem andas del pueblo y la preocupación por problem as institucionales tales como educación, conducta del Poder Ejecutivo, libertad, ley, descentralización. De igual modo, esboza los principales comp onentes de su programa de gobierno y algunas medidas tomadas por éste, demostrando la consecuencia entre la palabra y el acto en E spaillat. El positivisIllO, Hostos y los discípulos. Los autores del cuarto capítulo, Mu Kien Sang Ben , Antonio Lluveres y José del Castillo, se concentra n en la figura de Eugenio María de Hostos (aunque Sang Ben establece niveles de comparación con Espaillat), mientras que Carmen Durán aborda a Salomé Ureña y a una de sus discípulas , Leonor Felts.

Sang Ben y Lluberes ubican y caracterizan al positivismo, pero la primera lo relaciona en el país con el liberalismo, del que dice que ya estaba consolidado cuando el positivismo comenzó. D estaca la autora que contemporáneos, liberales y positivistas, Hostos y Espaillat, a los que considera los pioneros de esta corriente de pensamiento, no siempre coincidían, como fue el caso de la creación de una R epública Antillana, p ensada por el maestro puertorriqueño. Los autores a nalizan el papel jugado p or Hostos como reformador del sistem a educativo dominicano, implantando una p edagogía científica que, en el caso del individuo, le permitía su pleno desarrollo moral, intelectual y físico. Lluberes destaca como logros o legados trascendentes de Hostos, además de la educación, el

Joaquín Antonio Balaguer Ricardo .

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laicismo religioso, concepto que, aclara, aún es de difícil comprensión, y en el orden social, la síntesis entre el deber y la razón. Tanto Sang como Lluveres concluyen reflexionando sobre los límites de ese pensamiento ilustrado. D el Castillo analiza la sociedad que Hostos encontró, las etapas del maestro en el país, así como sus contribuciones en temas cardinales como el constitucionalismo, el presidencialismo, la democracia y la soberanía. Durán recorre los finales del siglo XIX y principios del xx para destacar el papel de la educación formal como conexión histórica entre un grupo de mujeres pertenecientes a la burguesía y pequeña burguesía urbana, que desempeñaron una labor educativa y cultural titánica en una sociedad atrasada que intentaba d ar el paso hacia la modernidad. En ese marco , esas mujeres se constituyeron en suj etos sociales comprometidos con la idea del orden y el progreso, donde el positivismo servía como telón de fondo. En esa tónica, la autora analiza el impacto de Ureña y Felts. Las raíces ideológicas de la condición dotninicana en los pensadores criollos. El quinto capítulo es una panorámica sobre pensamiento y obras de Antonio Sánchez Valverde, André López Medrana, José Núñez de Cáceres, Bernardo Correa y Cidrón, y Ciriaco Ramírez . Al enjuiciar a los pensadores citados, Ciriaco Landolf se hunde en la vida y pensamientos, radiografiando el contraste, no fácilmente entendible, entre sus ideas políticas y sus actuaciones públicas. D e López Medrana señala que fue un virtuoso de la inteligencia progresista, pero que desafortunadamente creyó en las argucias de la política, dejándose llevar por los vaivenes de la época. Su ideal de progreso lo condujo a celebrar la ocupación haitiana de 1922 inducido por el espejismo de la liberación de los esclavos y la promesa de J ean Pierre Boyer de reabrir la universidad. D e igual modo, abrazó la Constitución de Cádiz , instrumento que reafirmó el privilegio clasista y olvidó a millones de esclavos americanos. M edrano también aspiró a una monarquía constitucional en la España oscurantista.

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Eugenio María de Hostos .

D e Bernardo Correa y Cidrón alaba su inteligencia cultivada, el a francesamiento y su adhesión al gobernador Luois Ferrand, ej ecutor real del Tratado de Basilea, sin advertir que la Revolución Francesa había regresado al despotismo con Napoleón Bonaparte. D estaca de Sánchez Valverde su inteligencia y reciedumbre, pero con una biografí a a cuestas en la que ser mulato le cerró las puertas, en una sociedad que lo excluía, y determinó que ese tema lo perseguiría obsesivamente por el resto de


sus días. Su mayor pecado lo constituyó valorar la esclavitud como motor del progreso. Valora aJosé Núñez de Cáceres, deteniéndose en los avatares de su vida pública, adentrándose en facetas de cuya opacidad aún no da cuenta la historiografía dominicana. De la Independencia Efímera, Landolf confiesa que a lo largo de su vida no ha podido identificarse con ella, en razón de que no se sabe si finalmente pudo ser un acuerdo sensato entre el gobernante y el emancipador. También entiende inconcebible una liberación nacional con la esclavitud institucionalizada, como fue el caso. Sin embargo, al contextualizar el entorno nacional e internacional, concluye que es innecesario restarle méritos, porque ese hombre inteligente y bien intencionado, al fin y al cabo, fue engañado por

las coincidencias en sus oficios como intelectuales, académicos, sociólogos, atribuyéndoles igual y elevada estatura moral que, sin embargo, no evitaron la enemistad. Pero cuando se adentra en el tema de la nueva historiografía, eleva la Sociología política dominicana, la obra cumbre y de madurez de Jimenes Grullón, como la consolidación definitiva del incipiente movimiento de revisión histórica vivido en el país, contestatario del legado dejado por la historiografía tradicional. Para esto, profundiza en la intensa labor analítica, la metodología, la lectura de fuentes con mirada crítica, que realizó su autor. De la obra resalta logros, como su explicación del fenómeno de la enajenación de las masas por el caudillismo, la liquidación de las tesis hispanistas, el debilitamiento del movimiento restaurador por el caudillismo baecista, la demostración de que el Partido Azul no nace durante la gesta restauradora sino al finalizar la primera década de la misma, la transformación del partidismo azul en unipartidismo, la caracterización de la formación social dominicana, su estructura de clases y contradicciones sociales a partir de 1844. Finalmente, parte de la propia concepción de Jimenes Grullón para tipologizar las corrientes alternativas frente a la historiografía tradicional en el país. En ese tenor, le critica a la corriente marxista (la que valida) no haber emprendido una labor de fundamentos, balanceándose entre el economicismo extremo y el desprecio por las cuestiones sociológicas y filosóficas. La excepción es la obra de Grullón. Cassá comienza su ponencia con una introducción de la historia social, calificándola como un hecho tardío y a contracorriente de la tradición historiográfica, lo que implicó su innovación intelectual. Al enjuiciar la obra de Jimenes Grullón, destaca que sus novedades principales fueron el análisis de las clases sociales y la penetración imperialista. Partía de la teoría marxista pero desde sus rudimentos básicos, razón que explica sus consideraciones generales cuando al usar las categorías, no

La do:minicanidad precisa trascender hacia una narración colectiva con unidad de propósitos y axiologías.

sus vecinos, como también lo fue Duarte, tras el espejismo liberal de los conspiradores de Praslin. La vida llena de contradicciones de estos personajes queda reiterada por José Miguel Soto Jiménez, no sin antes hacer una exposición rica en detalles para develar facetas e interioridades de personajes tan poco conocidos en el país.

El análisis social de la historia. En el penúltimo y sexto capítulo, Ángel Moreta y Roberto Cassá ahondan en las figuras de Juan Isidro Jimenes Grullón y Juan Bosch y, con estos, en las corrientes historiográficas como el marxismo, el funcionalismo y otras que influyeron tras la muerte de Truji110, como lo establece el subtítulo del capítulo. Moreta se adentra en las biografías de estos personajes, en las que incluye la participación política en momentos cumbres estelares de la vida dominicana, sus encuentros y desencuentros, hasta culminar construyendo un cuadro que resalta

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establece las necesarias conexiones entre la estructura económica y la social. Superpuso explicaciones psicológicas sobre las clasistas porque el nudo argumental enfatiza los comportamientos mentales de los sujetos. Sin embargo, entiende Cassá que su visión del trujillato aún no ha sido superada. Para Cassá, el otro fundador de la historiografía social dominicana esJuan Bosch. Destaca su estilo nuevo intentando identificar lo original de la sociedad dominicana, de ahí su concepto de arritmia histórica para dar cuenta de constantes sociológicas generales. Pero resulta evidente la centralidad dada al plano psicológico en su interpretación de los procesos históricos, actitud metodológica que se manifiesta en toda su plenitud al abordar la figura de Trujillo. En Composición social dominicana, por primera vez se encuentra una explicación global de los grupos sociales y sus actuaciones en la historia, afirmando una alternativa contrapuesta a la elaborada por Jimenes Grullón 30 años antes, en República Dominicana: su pasado

y su presente.

La pregunta ¿quiénes somos? no puede ser formulada a un élite política, económica o intelectual.

Cassá conduce por un interesante camino de revisión de las categorías utilizadas por los autores en cuestión, sus desplazamientos respectivos hacia la teoría marxista con la cual intentaron explicar la realidad dominicana. Plantea que frente al empirismo literario de Bosch, en Jimenes Grullón primó la rigurosidad teorética y la búsqueda para ajustar y entender la realidad con las determinaciones del materialismo histórico. Al valorar aportes colaterales en la historiografía social, establece que el estudio de Luis Gómez, Relaciones de producción en República Dominicana, fue el primero de la historia económica conforme a la categoría del marxismo, marcando un hito en la historiografía dominicana. De orientaciones y posmodernidad. En los capítulos finales (siete y ocho), "Las orientaciones recientes de la reflexión intelectual" y "Modernidad y postmodernidad en el pensamiento dominicano contemporáneo", respectivamente, existe

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una relación tan estrecha que sólo razones didácticas y relativas a la organización del evento donde se expusieron, explican su separación. Alina Bello Dotel conduce a los lectores por los orígenes de la modernidad y sus aspiraciones como concepción de pretensión universal que se conecta con el problema de la identidad. Sus límites y la contrapartida de la postmodernidad, así como la alarmante posibilidad de su relativismo. Todo para conducirnos inteligentemente a lo que entiende que son nuestras posibilidades de construir una narrativa dominicana frente a la posmodernidad. Concluye afirmando que la dominicanidad, como elemento de identidad, precisa trascender hacia una narración colectiva con unidad de propósitos y axiológica, que supere las limitaciones del pasado. Para tal fin, plantea algunos elementos de la trama narrativa que precisamos

construir: apertura a nuestra condición insular, reconocimiento de la singularidad y diversidad racial y cultural, dejar de ser un pasado viviente y convertirnos en verdadero presente pertenencia a un mismo espacio comunicativo que viabilice la tolerancia, relacionar el progreso con los derechos humanos y el cumplimiento a las leyes. David Álvarez, en su "Retrospectiva del pensamiento político dominicano'~ toma el toro por los cuernos desde los primeros párrafos, anunciando su posición en el sentido de que "[...] la esencia de la identidad de lo dominicano es ante todo un asunto ético y político y sólo en un segundo momento una cuestión histórica, folklórica o social. La pregunta ¿quiénes somos? no puede ser formulada a un élite política, económica o intelectual, tiene que ser contestada por la totalidad de los que pertenecemos a esa entidad".


Con ese desafío nos conduce hasta sus propuestas de las tareas con las que debemos enfrentar las grandes apuestas del siglo XXI. Son las siguientes: modelo educativo de alta calidad y universal, reconocimiento pleno de los derechos de todos los habitantes, democratización de la vida pública, construcción de un modelo económico de interés social en todos sus objetivos, y compromiso con el modelo de desarrollo económico y social de H aití. Marcos Villam án, al aborda r "La cuestión de la modernidad en el pensamiento social dominicano", produce un ensayo que se convertirá en referencia obligada para los interesados en el tema . Pla ntea con claridad las promesas civili zatorias de la modernidad y la auto crítica de la modernidad occidental, que es la posmodernidad; analiza las mediaciones de la primera, siendo la razón, como posibilidad de comprensión del mundo de la naturaleza y la sociedad, la principal de estas. También expone e interroga las principales promesas y hace un balance de las cuatro posiciones que en el marco de personalidades del mundo intelectual y escuelas de pensa miento, representan Habermas; Lyotard y Vattino, Labastida y el par de Quijano-Hinkelammert. Concluye afirmando que en el pensamiento social dominicano contemporáneo, a pesar de la diversidad de temas, no siempre encontramos de manera explícita el par categorial modernidadposmodernidad, pero aunque no omnipotentes, entiende que su uso o equivalentes analíticos permiten captar la dinámica nacion al sin negar su especificidad. No hacerlo significaría correr el riesgo de pensar los procesos nacionales sin los debidos referentes que, como la globalización y la crisis civilizatoria, otorgan profundidad al análisis. R afael Maria, en " La presencia d e lo moder no y postmoderno en a lgu nos p ensadores dominicanos contemporáneos", introduce sabiamente la problemática h asta conducirnos a l espacio d e reflexión y producción intelectual qu e toma como referencia la U niversidad Autónoma de Santo Domingo (UA SD), específicamente su Escuela de Filosofía. M iguel Pimentel, Lusita nia Martínez, Alej andro Arvelo, Julio Minaya, Andrés M erejo y

Edikson Minaya son biografiados en su quehacer intelectual con relación a esos dos grandes temas. El último ensayo del libro que presentamos le corresponde a Odalís Pérez. Estructura su ponencia "El nacimiento de los signos epocales. La historia como texto y escritura" considerando las lecturas de textos, coy unturas, voces críticas e ideologías al a nalizar lo que denomina signos y discursos epocales del siglo XIX. Entiende que si tanto el pensamiento liberal como el conservador del siglo XIX, y comienzo del XX, fijaron sus puntos claves en la esperanza de la independencia, esa condición creó su contrapartida convirtiéndose en movimiento fragm entario de la historia dominicana que, además, perdió su referencialidad ética, política y económica. Supone que las indefiniciones epistémicas y deontológicas del pensamiento moderno y tardío moderno (disiente sobre el concepto posmodernidad , entre otras cosas, porque en el país no cuenta con una explicación rigurosa) conducen a una post identidad y a la fragmentación del espacio crítico. D e ese modo, todo el pensamiento y la búsqueda filosófi ca del siglo xx en el país se fragmenta y vive de la desautorización de su práctica al mismo tiempo del reciclaje político, ideológico y documental. Carlos Dore Cabral es secretario de Estado, d irec-

tor de la Dirección de Investigación, Análisis y Programación Estratégica de la Presid encia de la República Dominicana (Diape). Fue encargado del primer Diálogo Nacional (1997-1 998) y del proceso de Consulta Popular para la Reforma Constitucional en 2006-2007. Tiene un máster en Sociología Rural (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 1982), un máster en Artes (The John Hopkins University, 1992) y un cand idato a doctorado en Sociología (The Johns Hopkins University, 1994) , así como post-doctorados del Wilson Center-Smithsonian Institutions (1 989) y del Land Tenure Center, University ofWisconsin- Madison (1990). Ha sido profesorlinvestigador desde 1979 y es el director de Investigaciones de Funglode. Es autor de The Urban Caribbean. Transilion lo Ihe New Global Economic (coeditor con Alejandro Portes y Patricia Landort,

Johns Hopkins University Press, 1998) y de Problemas sociológicos de f¡j¡ de siglo (FLACSO, 1999) .

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Magda Mathurin y Ernst Mathurin

El vecino de la esperanza La crónica de la cooperación de la República Dominicana con el vecino Haití, tras el terremoto del 12 de enero, enrostra debilidades de la élite y clase política haitiana, así como de quienes han sembrado un distanciamiento histórico entre ambas naciones.


D

oce de enero de 2010, cuatro de la tarde con 53 minutos. Como una bomba atómica. Más devastadora que la de Hiroshima. La tragedia ha golpeado nuestro país. Más de 200,000 muertos, 400,000 heridos y una cifra mayor de 1,500,000 siniestrados. Llanto, desolación desgarradora, dolor, tinieblas, incertidumbre. Una nueva página oscura de nuestra historia. Pero una lucecita empezó a brillar. La lucecita de la esperanza en la galaxia de la hipocresía norteamericana. La lucecita de la esperanza del vecino. Según nuestra sabiduría popular, en los momentos difíciles se reconocen los verdaderos a migos. Sonrisa y compasión de amigos vecinos. ¡C uánta emoción! ¡Cuánta hermandad! Una avalancha de generosidad cae días después sobre la mal amada adolorida. El amigo verdadero ha demostrado toda la medida de su gra ndeza y de su conciencia humanitaria. Siempre acusada de xenofobia racista y de discriminaciones injustificadas hacia un pueblo desorientado, desanimado y abandonado por sus hijos . La parte sana de la isla La Española ha cesado las repatriaciones de los compatriotas que han infringido las leyes de su territorio. ¡Qué generosidad más grande jamás manifestada hacia nuestro pueblo por las naciones que siempre nos han sobreexplotado!

L

Médicos dominicanos asistiendo heridos haitianos en Jimani.

lanzarían a arnesgarse a las qUImeras de una cierta mejor mañana. El vecino de la esperanza ha abierto un corredor humanitario a beneficio de nuestras víctimas. Ha movilizado sus recursos humanos , financieros y materiales para aliviar nuestra herida abierta por una catástrofe anunciada. Agua, comida, medicinas, evacuaciones de miles de heridos graves. Mientras tanto, nuestro presidente, René Preval, llora a su primo, a sus amigos e hijos de sus colaboradores del poder; centenares de compatriotas son curados sin un centavo en la tierra tierna de la hermandad, de la generosidad sin medida de una raza modelo. Centenas de supervivientes sanos y salvos han sido evacuados para una estadía, provisional o definitiva, por helicópteros y guaguas gratis para un hálito de alivio. ¡Cuánta generosidad no merecida!

A los extranjeros les direInos que Haití necesita una cooperación seria que no financie el desarrollo de países ricos.

M ientras que la más grande potencia del mundo, sabiendo que somos todos americanos , reforzó sus aguas contra el éxodo de miles de desafortunados , negros, hambrientos, malditos, a su tierra donde corren "la leche y la miel". Cinco buques de guerra añadidos , a los ya existentes en su marina, para acorralar a las bestias salvajes que se

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Los niños que perdieron a sus familiares fueron socorridos por rescatistas dominicanos.

To do eso se arrie sga a ser capitalizado por los ete rnos explotadores superpotentes renovados en un capita lismo de nueva ve rsión. Parece ser qu e un a pa rte de la élite de la nación en quiebra h a vis to en esos ges tos hum an itarios un cierto chovinismo para engañar la v igil a ncia internacional de supues tas a tro cid ades pasadas en detrimento de obreros que no podía n comer un pan, aún en su propio país. Esta actitud hipócri ta, irresponsable e inaceptable debe ser denunciada en nombre de la verdad y de la solidaridad entre pueblos nacidos en el contexto histórico compartiendo lazos culturales similares y que ha n luchado y sufrido por la libertad , la única y verdadera riqueza del ser humano.

¡Sorpresas de la vida! La generosidad de nuestro vec ino no se h a limitado a lo mencionado arriba, se extiende a una ay uda financiera considerable. D inero del pueblo

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vecino. Fruto de trab~ o duro, organizado y remunerador. ¡Cuántas sorpresas tiene la vida! U na sonrisa aquí, un concierto a ll á . Todo eso pa ra decirnos que tambi én sufren con nosotros. NIuchos, h aitianos, ex tra nj eros, qui zás domini canos, verán este texto co mo una vergüen za p or reconocer el gesto dominicano. Dirá n que es ¡una traición! A mis compatriotas les diremo s qu e les entiendo. Comprendo también a los asesinos de nues tras esp eranzas, de nu estros d erech os de vivir en viviendas di g nas de seres hum a nos. A los depredadores de los recursos públicos les objetaré que su org ullo nunca h a servido a la causa común. Los recaudos haitianos j a más son uti li zados para la creación de un a dinámica de desa rrollo al provecho de los intereses generales. ¿Cuántos niños no van a la esc uela? Cuántos ha iti a nos viven d eb é~ o del umbral de la pobreza? ¿C uá nto dinero gasta el Estado para adquirir ca-


Sobrevivientes del terrem oto hacen filas para recibir ayuda hu m anitaria .

rros de luj o? ¿Cuánto gasta en obras para mantener el poder quien no tiene vergüenza? A los extra nj eros diremos que H aití necesita una coop eración seria q ue no fin a ncie el desarrollo de países ri cos. La ay uda inter nacional es un obstác ulo para los avances en los países de la p eriferia. L a coop eración debe ser en un marco d e progreso mutuo. Los dona dores tienen la obligación de sopor ta r proyectos par a el crecim iento sostenible y el desa r rollo durable en Haití com o el p ago de la sobreexplotación de sus recursos naturales . En lugar de hacer al veci no responsable de los m a les d e compatriotas en la R epública D ominican a, la com unidad intern acional p uede incen tivar activid a des generadoras de ingresos en provecho de los campesinos q ue huyen de la m iseria h acia la parte este de la isla . A los dom in icanos, les recordaré q ue compartimos iguales realidades cul turales e históri-

caso La herencia del colonia lismo sigue pesando sobre nuestras condiciones de vida. Los antepasados históricos no deben obstaculizar la cul tura de paz y de hermandad que nos caracteriza. El orden en las cosas públicas y la estabilidad política en la R epública D omin icana, consegu idos al precio de sacrific ios de los intereses individuales, facilitan el progreso social y econ ómi co en el país vecino. El trabaj o y la disciplin a presupuestaria son grandes ej emplos pa ra los haitianos. El desequili brio en la balan za comercial entre ambos países se traduce en vulnerabilidad de la p roducción haitiana hecha de m anera r udimentaria. Pero, la miseria en H a ití no puede convertirse verdaderamente en riqueza en la R epública D ominicana. U n buen deseo de parte de los dominicanos con respecto a los males de H aití cambia a positiva la conciencia del hombre dominicano, sea dirigen te o ciudada no común.

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La sonrrisa de los niños y las madre s h a itia nas es la m e jor de las recompe nsas.

D ar las gracias de m anera patética a su benefactor no puede en nada constituir una ocasión para perder su dignidad. La pérdida verdadera de dignidad se traduce por la incapacidad de la élite haitiana, si existe, de satisfacer las necesidades más básicas de su población. La gestión que habremos hecho de! terremoto que ha destruido a Haití revelará la esencia, e! valor, e! genio de! hombre haitiano quien proclama su derecho a la vida. Espera ndo que la humanidad pueda vivir con a mor; sin codicia, egoísmo , prejuicios, racismo , a rm as y la explotación de sus prójimos, tenemos e! derecho de manifestar nuestra gratitud por el gran gesto de solidaridad de la R epública Dominicana hacia Haití al día siguiente de! terremoto.

Magda Mathurin es profesora de Francés en la

escuela de Idiomas d e la Universidad APEC. Tiene un diploma en Administración de Empresas y una licenciatura en Mercadeo; cursa un postgrado en Dirección y Gestión Hotelera en la Universidad APEe. Coordinó, aproximadamente durante dos años , el Foro Global Domínico -Haitiano en la Fundación Global Democracia y Desarrollo, una iniciativa de esta institución. Actualmente labora como analista sobre e l tema domínico-haitiano en la Agenda Internacional del Departamento d e Programación Estratégica de la Presidencia

(DIAPE).

Ernst Mathurin fue profesor de Inglés como Len-

gua Extranjera (EFL) en el Instituto Cultural Domínico Americano

(ICDAC).

Actualmente trabaja en la

Nota: Este texto fue escrito dos semanas después del de-

Universidad Quisqueya y la Universidad Estatal de

vastador terremoto que ha costado lanto a Haití en lo

Haití. Estudió Administración de Empresas, Lenguas

social como en lo económico.

Modernas y Derecho.

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Compartir una responsabilidad nacional y servir activamente en el campo educativo nos permite proteger nuestra esencia y nos garantiza ver a la familia dominicana

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crecer.

INDUSPALMA


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Perspectivas de Haití Desde su fundación hasta el desolador terremoto que arrancó vidas y bienes, la primera nación negra del mundo ha surcado travesías que la convierten en un país mágico religioso. A su lado, la República Dominicana, también con avatares históricos. El escenario descrito por Valdivia, Alvárez, Pierre y Santoni llama a la reflexión y a un esperado encuentro bilateral.


Haití en el siglo XXI El país más pobre del continente está ante una etapa crucial de su historia. Dos siglos de explotación desmesurada de los recursos naturales y de casi una permanente inestabilidad política, salvo casos excepcionales, además de períodos de cruentas dictaduras, dejaron en esta nación una marca indeleble que los haitianos están llamados a borrar. El propósito: que su nación, entrado ya el nuevo milenio, se consolide; que su Estado, por el bien del propio pueblo haitiano, por fin se fortalezca.


través de la historia los pueblos del mundo han reafirmado su derecho a la existencia. Amenazados por determinadas circunstancias o simplemente en el devenir de sus propios acontecimientos, todas las naciones han hecho prevalecer los ideales que hicieron posible sus orígenes y se han esforzado por mantener sus vínculos comunes, su propia cultura, aquellos objetivos que esos conglomerados mayormente heterogéneos comparten y que sus líderes supieron interpretar en algún momento como un llamado para lograr la autodeterminación y establecer un espacio para la convivencia. Europa surgió así del mundo antiguo y se consolidó a través de los años hasta convertirse en lo que es hoy: una unidad mayor que mantiene los núcleos que le dan forma y la sostienen. América repitió el proceso, aunque con características y factores diferentes. Si la teoría es correcta, los pueblos americanos llegarán a ser en algún momento lo que Europa es ahora. Si es así habría que preguntarse dónde queda Haití en este proceso, si es una verdadera nación y si ciertamente es un Estado fallido como muchos lo han catalogado. Primero la respuesta a la segunda interrogante. Si como explicó Sieyes, uno de los filósofos de la Revolución francesa, "una nación se forma por el solo derecho natural", Haití lo es. El pueblo haitiano surgió de una circunstancia, la esclavitud, que unió a los sometidos en un objetivo común marcado por el deseo de libertad y el derecho a recibir una retribución por el esfuerzo realizado. Los esclavos llevaban un siglo instalados en la isla y esa con-

A

La proclamación de 1801 por Toussaint Louverture, pintada por Casimir Joseph (1941) .

dición los alejaba naturalmente de sus orígenes africanos. No se puede concebir ahora que las aspiraciones independentistas de los haitianos estaban enfocadas en volver a la tierra de sus ancestros. Más bien, había ya un vínculo estrecho entre los hombres que eran explotados en los cañaverales y el suelo donde dejaban el sudor de su trabajo.

Un mal comienzo Pero la historia haitiana es muy particular y su interpretación es un ejercicio obligado para comprender su actual situación. Riquísima en recursos naturales (más adelante se verá la importancia radical en la relación hombre-entorno) incluso después de la llegada de los franceses, los esclavos negros traídos de África definieron, al igual que otros factores que les eran ajenos, el futuro de Haití en un momento determinado. Un hombre conocido como Dutty Boukman fue el primero que

marcó el cammo de la liberación en 179l. El esclavo, ligado profundamente a las prácticas religiosas, encabezó una revuelta que no fructificó salvo por el hecho de que inspiró a otros líderes como Toussaint-Louverture, un liberto que se unió a los españoles contra Francia y que luego, en 1794, se unió a esta nación para enfrentar a España y a Inglaterra, seguro de que los franceses serían mejores aliados para sus planes futuros. Louverture quería la libertad de su pueblo y mantener el vínculo con Francia a través del estatus de dominio para asegurar el comercio con esta poderosa nación. No lo logró. Los frances es convencieron a Benoit Joseph Andre Rigaud (Rigaud), un líder mulato, que más adelante enfrentó a Louverture y a Dessalines cuando el primero era dueño de toda la isla. Lecrec, el cuñado de Napoleón que fue enviado para sofocar la rebelión, tenía de su lado también a

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Arresto y deportación d e Toussa int Louverture e n un lienzo de Jacque s Richa rd Chéry (1929).

H enri Christophe y a Alexandre Petion. A la muerte de Leerec, los haitianos, negros y mulatos, comprendieron las verdaderas intenciones dc Francia y se unieron por fin en una campaña para conseg uir la independencia definiti va de H aití, hec ho que consiguieron con J eanJ acques D essalines a la cabeza y que proclamaron el primero de enero de 1804. Así fu eron , más o menos, las gestas independentistas en el resto de A mérica . Artigas en A rgentin a, O 'Higgins en Chile, Simón Bolívar en Venez uela y la G ran C ol ombia (adem ás de ser el artífice de la consolidación de la derrota espa110la en el N uevo Mundo) y J osé de San Martín en el Perú que sOllaba convertir en un a mon arquía constitucional, son sólo algunos de los

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protagonistas de un período convulso, de liberación pero también de defecciones e intrigas que terminaron en la fragmentación y en guerras civiles hasta bien entrada la etapa de las repúblicas. La independencia de Haití ni siquiera fue reconocid a por las demás naciones americanas ni por el propio Estados Unidos que recién lo hizo en 1862, durante el gobierno de Abraham Lincoln, cuando éste necesitaba reforzar los ideales antiesclavistas que gran parte de su propio país rechazaba, y pese al hecho de que haitianos como Christpohe lucharon al lado de George Washington y otros tantos dieron sus vidas en territori o norteamericano en su guerra contra los ingleses. Un mal inicio. H aití, qu e se adelantó a los acontecimientos al

convertirse en la primera nación esclava en lograr lo que otros tardarían en conseguir, apenas si serví a para alimentar el comercio entre sus vecinos. D entro, otro factor no menos importante habría de convertirse en una marca indeleble que el pueblo haitiano tendría que pagar con el paso de los años. Bernard Diederi ch , periodista y estudioso de la realidad haitiana, lo resume así: "Cua ndo los esclavos empezaron a luchar por la independencia, la isla era rica. Años de combate y de m ala política de conservación del suelo la empobrecieron pronto. Aqu ellos hombres, que querían olvidar todo lo que pudiera recordarles su existencia de esclavos, habían destruido los sistemas de irrigación construidos por el ocupante fran cés en las gra ndes plantaciones. Las frec uentes tempestades tropicales acabaron destruyendo lo que había respetado la revolución". Se diría que H aití surgió de las cenizas y que pronto acabó en ellas. La comparación con otras realidades en esa etapa de la historia es igualmente necesaria. Las colonias espa ñolas y norteamericanas era n prósperas y había una clase criolla pujante que sería la base de la república. En Haití la raza negra era mayoritaria y el conflicto con los mulatos no se escondía. Como si hubiera sido una premonición, los franceses pusieron a Rigaud, mulato, contra Louverture, negro, cuando ni siquiera se había form ado el Estado, y esa marca habría de segui r a la nación a través de los siglos. La mayoría siempre es pobre y el poder central se concentra . La tierra fu e abandonada y surgieron las ciudades; se abandonó la producción agrícola que en alg ún


Decenas de partidarios del ex presidente haitiano Jean Bertrand Aristide se manifiestan por su retorno al poder.

momento fue la base que dio pie al desarrollo de la industria. Así ocurrió en el resto de América que trataba a Haití como un paria, y así transcurrió el siglo XIX haitiano que tuvo hasta emperadores como Faustino 1, pugnas por el poder, continuas sublevaciones militares e inestabilidad política además de la inmensa deuda que contrajo JeanPierre Boyer con Francia para recompensar a los colonos franceses que habían perdido sus propiedades durante la revolución.

La tierra fragmentada La guerra civil estalló en 1834, Boyer fue derrocado, el territorio se fragmentó con la declaración de independencia del lado este, es decir, el naci miento de la República Dominicana 10 años después, y

veintidós gobernantes, mulatos todos, tuvo Haití hasta el asesinato del presidente Guillaume que dio origen a la intervención norteamericana ya entrado el siglo xx. El uruguayo Eduardo Galeano explica mejor que nadie esa etapa: "Estados U nidos invadió Haití en 1915 y gobernó el país hasta 1934. Se retiró cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros. Entonces Robert Lansing (alto funcio nario del Gobierno de Estados Unidos) justificó la larga y feroz ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma, que tiene una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización".

No es cierto. La condición racial no puede justificar el atraso o la prosperidad de un pueblo, sino las condiciones en que se forja. A Haití le faltaron muchas de las que sí acompañaron a otras naciones de América Latina con bases mejor fundadas, con más o menos suerte, con mayor o menor proporción de riquezas naturales. A los vecinos de Haití también llegaron olas de inmigrantes que, junto a visionarios propios, ayudaron a desarroll ar cada nación y a construir las bases de un progreso, lamentablemente desigual, que se concentró en determinadas capas y condenó a la pobreza absoluta, todavía ahora, a millones de latinoamericanos. Los haitianos, en esa injusta repartición, enc~an perfectamente. Lo que otros hicieron con sus pro-

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pios compatriotas, América, y por extensión Europa y Estados Unidos, lo hicieron con el pueblo haitiano que ya arrastraba por dentro un siglo de colonialismo, una suerte de explotación fraternal que se prolongó - y hasta se ensañó- con la aparición de un caudillo moderno, Fran<sois Duvalier, apoyado por los hombres que dijeron que los negros no sabían ser civilizados. Es la época de las dictaduras en todo el continente, pero nótese ya que Haití va rezagado tanto o peor que otras naciones de América como El Salvador y Bolivia, donde las condiciones son bastante similares: la riqueza es absorbida por un grupo minúsculo y el factor racial es determinante. Al lado, R afael Leonidas Trujillo dicta la seña al promover en la R epública Dominicana la llegada de inmigrantes arios para mejorar la raza y manda a matar a miles de haitianos que paga después a un dólar por cabeza. Duvalier acepta, pero además traiciona: antes de llegar al poder en 1957 había prometido que los haitianos negros del campo tendrían "una parte del pastel" cuando

ocupara la presidencia y lo que hizo fue reprimir a todo aquel que empezó a exigir sus derechos. En esos años Puerto Príncipe alcanzó cierta modernidad, pero impulsada más por la vanidad del dictador como por el verdadero deseo de encaminar al país por las vías del progreso. Igual que el resto de dictadores latinoamericanos, "Papa Doc" se llenó los bolsillos con el dinero de la nación y creó a su alrededor un aparato represivo que su hijo, ] ean Claude Duvalier, heredó en 1971 , con tan solo 19 años, para mantener a todo el mundo a raya. Y así habrían de pasar otros 15 años cuando Haití quedó envuelta en un nuevo período de inestabilidad, a mitad además de la nefasta " década p erdida", y más pobre que nunca.

Convulsos años ochenta La partida de Duvalier no resolvió las cosas. En 1987 es promu lgada una nueva Constitución y al año siguiente se reali zan elecciones. Leslie Manigat resulta electo pero es derro cado por H enri Namphy,

Ciudadanos haitianos se manifiestan en Puerto Príncipe por e l alto costo de la vida en ab ril de 2008.

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un general que a su vez es destituido por otro. Prosp er Avril gobierna hasta 1990 cuando un movimiento popular lo obliga a renuncia r; asume la presidencia Ertha Pascal-Trouillot, y en las primeras elecciones libres en toda la historia del país llega a la presidencia el ex sacerdote salesiano l ean Bertrand Aristide, con el 67.5% de los votos. Haití parece haber encontrado el camino que el resto del continente ya recorre, pero una vez m ás rezagado, como se h a visto. Al año siguiente de los comi cios, otro golpe militar frustra el entusiasmo de los demócratas , que además son perseguidos: el gene ra l Raul Cedras asume el poder hasta 1994 cuando el Gobierno de Estados Unidos, amparado en una resolución d el Consejo de Segurid a d de las Naciones Unidas, envía a 20,000 marines y logra que Aristide retome el poder y vuelva a reinstalarse la democracia. Así llegó Haití al nuevo milenio , en medio de un sistema demo crático incipiente, de una pobreza


El presidente haitiano René Preval en una visita a la Cite Militaire.

extrema que todavía afecta a más de la m itad de la población, y de una inestabilidad política que se mantuvo inclusive hasta 2004, año en que el ex sacerdote tuvo que dejar el poder nuevamente debido a una tenaz confrontación con sus opositores, mientras un grupo armado avanzaba sobre la capital amenazando a Puerto Príncipe Con un verdadero baño de sangre. Antes, en el 2000, con René Preval como presidente (el único entre seis gobernantes que concluyó normalmente su mandato a lo largo de dos siglos), y al año siguiente con Aristide nuevamente en el poder, se produjeron otros dos intentos de golpes de Estado promovidos por

ex militares descontentos, el pnmero, y por un oficial de la policía, el segundo, que hoy permanece escondido.

Una cruz pesada Lo que hasta aquí parece un recuento de hechos no es más que cada eslabón que completa la pesada cadena que Haití está obligada a llevar desde el día de su fundación. Un país es producto de su historia, pero Haití no es un pueblo maldito. Es una nación como cualquier otra, con una identidad propia, con tradiciones y costumbres arraigadas, con gente que sobrevive pese a las adversidades y con una organización que de alguna manera sostiene

los fundamentos de su nacionalidad: el Estado, o lo que el mismo Sieyes, citado al inicio de este trabajo, señala como la consecuencia ordinaria del concepto de nación, de la conformación de ésta. Luego, si el Estado es la organización supradimensional que representa a un grupo de personas vinculadas por intereses comunes o, en otras palabras, la materialización del orden por el cual se rige, del poder que la representa, Haití es uno de ellos. ¿Qué pasa entonces? ¿Por qué el pueblo haitiano sigue siendo el paria de América? La historia, como se ha visto, tiene las respuestas. Haití es una nación, eso ha quedado demostrado. Haití no es

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La casa de Gobierno quedó destruida tras el terremoto del 12 de enero de 2010 .

un Estado fallido , sus instituciones son débiles por fuerza, porque el Estado nunca tuvo la oportunidad de formarse debidamente lo que redunda, entre otras cosas, en la deficiencia para proporcionar, como está obligado a hacerlo , servicios esenciales como salud y educación a una población que reclam a ese derecho. El centralismo, además, ha dejado a su suerte a la gente del campo, la gran mayoría, que vive mucho peor que en las ciudades, pero ese es un fenómeno que ocurre también en otros países mejor posicionados. La tierra, finalmente, agotada hasta el extremo , no produce lo que no puede y el desarrollo industrial y comercial apenas representa lo básico para una nación con verdadero potencial de consumo y mano de obra abandonada. Queda responder una preg unta: ¿Qué pasará con Haití en el siglo XXI? Primero que allí, como ha ocurrido m ayormente, prevale-

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cerá el derecho de los pueblos a la existencia, es decir, que los propios haitianos, por ese motor natural que impulsa al ser hum a no, superarán las adversidades y seguirá n siendo ese conglomerado que da vida a una nación, que la mantiene, quizá aprendiendo de su pasado para no cometer los mismos errores en el futuro . Es cierto, Haití ha llegado al nuevo milenio con años de retraso, pero esa condición no limita sus aspiraciones ni lo condena al ostracismo. Todo lo contrario. Pero su porvenir depende de él, de su pueblo, de sus proyectos, y de cómo sus nuevos líderes, como sus padres fundadores lo hicieron cuando correspondía, interpretan este momento crucial de su historia. Quizá ya lo han hecho, o por lo menos han tomado conciencia sobre el camino que deben seguir. El ac tual primer ministro haitiano,] ean Max Bellerive, en febrero pasado, un mes después del peor

desastre natural ocurrido en su país en siglos, habló de la necesidad de "refundar" Haití, la propuesta más seria que no había hecho ningún haitiano en los últimos cien años y que indudablemente resume la filosofía de lo que podría ser el inicio de una nueva era para esta castigada nación. "La refundación de Haití", dijo Bellerive, " deberá basarse en nuestra cultura y en nuestra voluntad colectiva de vivir juntos". He ahí la respues ta. Javier Valdivia Olaechea es pe-

riodista. Ha sido editor de asuntos internacionales en los periódicos El Caribe y Diario Libre. Actualmente se

desempeña como subjefe de redacción del periódico Listín Diario. Visita Haití con frecuencia desde 1995. Obtuvo el primer lugar del Premio Rafael Herrera de Periodismo 2010 que concede anualmente la Fundación Global Democracia y Desarrollo. Peruano d e origen, vive en la República Dominicana desde hace 15 años.


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Una isla y dos ángulos en contrapunto El sismo del 12 de enero de 2010, que destruyó Puerto Príncipe, parece contribuir a una nueva era de relaciones fraternas entre Haití y la República Dominicana; no obstante, hay que tomar en cuenta el conjunto de factores históricos que influyen sobre ambas sociedades y Estados para ponderar de manera realista un escenario donde el conflicto deje espacio a la solidaridad y el desarrollo compartido,


ntender a la R epública de Haití y a su vecina la República D ominicana en el contexto de las consec uencias del terrible sismo del 12 de enero de 2010 amerita un a persp ectiva más amplia que las noticias cotidianas. La isla de La Española, como la llamó Cristóbal C olón , se encuentra en el centro del a rco antillano, junto a Cu ba, j am aica, Puerto Rico y las antillas menores. E s un conjunto de islas que van desde la p enínsula de L a Florida, en E stados Unidos, y la pení nsula de Yucatán, en M éxico, hasta la desembocadura del río Orinoco, en Venezuela . Las Antillas forma n parte junto al istmo centroamericano del entorno del m ar C a ribe, convirtiéndolo en un " Mare N ostrum", como lo fu e el m ar M editerrá neo para el I mpe rio romano. Pero eso es lo apare nte, lo que se p ercibe en los mapas; a nivel geopolítico, el m ar Carib e está bajo dominio de Estados U nidos, y los países que lo ci rcu nd a n están siempre a exp ensas de su influencia e inter vención desde fi nales del siglo XIX . La Española tiene 76,480 kilómetros cuadrados, y es la segunda de las islas antillanas en tam año luego de Cuba. De esa extensión, H aití tiene 27,750 kilómetros, del lado oeste de la isla, y la R epública Dominicana 48,730 kilómetros, del lado este; prácticamente una proporción 1:2. Cada país tiene aproximadamente 10 millones de habitantes, por lo que la densidad poblacional del lado de H aití es casi el doble de su vecino dominicano, y si se compara esta isla con Cuba, que tiene 110,000 kilómetros

cuadrados y una población de 11 millones de habitantes, la densidad poblacional de La Española en relación con Cuba es casi el doble. El caso de H aití en particular es más grave, ya que con un territorio que ni siquiera alcanza un tercio del de Cuba, es prácticamente tan poblado como este último (cabe más de tres veces en Cuba con casi la misma población). La llegada de los castellanos en 1492 dio nuevo nombre a la isla y exterminó su población aborigen en m enos de cuatro décadas mediante la guerra, la esclavitud y las epidemias . Los tainas, que poblaban todo el arco antillano, eran del grupo de los arahuacos de Sudamérica y había n navega-

se hable de la isla de Santo Domingo e incluso mucha gente conoce a la R epública Dominican a como Santo D omingo. Precisamente, el nombre de R epública Dominicana viene del gentilicio dominicano o dominicana, como habitante de la isla de Santo D omingo. A comienzos del siglo XVII, el rey Felipe III ordenó la parte devastación de la parte oeste de la isla de Santo Domingo y la concentración de toda la población en la sudeste, en torno a la ciudad de Santo D omingo, para evitar el comercio de los pobladores criollos con comerciantes de otras potencias europeas y debido a la debilidad del Imperio español para proteger esa área militarmente. El

En 1843, una alianza entre sectores haitianos y dotninicanos derrocó ajean Pierre Boyer.

do de isla en isla poblándolas de pequeñas aldeas dedicadas a la recolección, la pesca y una escasa agricultura de subsistencia . Los tainas denominaban Haití a la isla de La Espa ñola, nombre que en su lengua significaba isla de montañas altas, ya qu e posee las cumbres m ás elevadas de las A ntillas. Santo Domingo fue otro nombre que surgió pa ra la isla en el mismo siglo XV I, debido a que fue la ciudad m ás relevante durante la primera mitad de dicho siglo en todo el continente recién encontrado por los europeos. D esde entonces hasta el presente, es común que

resultado fue el establecimiento de una colonia fra ncesa en esa parte de la isla , lla mada precisamente Saint D omingue, el mismo nombre que usaban los españoles para la isla pero en francés. Será de esa colonia francesa que surgirá lo que modernamente es la R epública de H aití. Mientras la colonia espa ñola fu e aba ndonada económicamente por su m etróp oli, reduciendo su población a niveles desol adores y forzando a los pocos habitantes a sobrevivir en condiciones primitivas, la colonia francesa se convirtió en la fábrica productora de

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azúcar más importante de Fran cia y concentró centen ares de miles de africanos esclavizados y los forzó a trabajar inhumanamente. El grado de violencia de la esclavitud en Saint Domingue de los amos blancos franceses con tra sus trabajadores negros- explica en gran medida la violencia de la sublevación de lo s esclavos al finalizar el siglo XV III y la terrible guerra que tuvieron contra el contingente de tropas m ás grande que h as ta ese momento había cr uzado el Atlántico, al mando del general L eclc rc, cUl1 ado de Napoleón. Evitar ser sometidos de nuevo a la esclavitud llevó a ese pueblo de hombres y muj eres, unos nacidos en África y otros nacidos en Saint Domingue, pero descendientes de a fri canos, a escribir una de las páginas más memorables de la huma nidad en su luch a por la libertad, y a lograr la primera independ encia latinoamerica na, en enero de 1804, y la segunda del continente americano, luego de la de Estados Unidos.

La formación de dos Estados La independencia haitiana tuvo una triple dimensión: anti-racista, a nti-escl avista y a nti-colonialista. Personajes como Franc;:ois :NIackandal, Dutty Boukman, ToussaintLouverture, Dessalines, Henri C hristophe y miles más que los sigUleron deben llamarnos la a tención en cuanto fu eron los que se pusieron de pie para decirle al mundo entero que eran seres huma nos y que como sociedad merecía n su lugar bajo el sol. Sus tácticas de lucha: envenenam iento, incendio

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La insurrección de los esclavos del norte, Dieudonné Cédor (1925).

y ceremOl1las vudú, les costaron el desprecio de muchos pueblos y generaciones debido a una historiogra fía a las órdenes del poder domina nte, p ero esas prácticas se inscriben en el instinto de supervivencia del ser humano, que está dispuesto a todo con tal de seguir viviendo, y viviendo dignamente. La independencia haitiana, como epopeya de hombres y mujeres negros que no eran considerados como seres humanos por las grandes potencias esclavistas, nació bajo la agresión permanente de franceses, ingleses y españoles que buscaron en diversos momentos reducir la joven nación de nuevo a la esclavitud. Al fin al, los gobernantes haitianos tuvieron que aceptar pa-

garlc a Francia una inmensa suma de dinero en concepto de indemnización, hecho que hundió la economía haitiana durante décadas. Estados Unidos tardó sesenta a110s en reconocerla como nación inde pendiente, y muchas de las naciones ib eroamericanas qu e se independi zaro n a p a rtir de 1810, con ay uda ha itiana en armas y ofi ciales, no colabora ron con el reconocimiento de Haití debido a qu e mantuvi eron la escl avitud en sus nuevas repúblicas. La mi seria actual de Haití tiene antecedentes mu y claros y responsables muy defin idos. La inestabi lidad política en el lado español p ermitió a J ea n Pien 'e Boyer tomar control de


para la germinación de la democracia, pero, al igual que los otros, la lucha por el poder y la perpetuación del establishment les impidió ese honorable trabajo que les hubiera reservado un lugar especial en el panteón histórico haitiano.

Los conflictos del siglo xx

toda la isla a partir de 1822, hasta que en 1843 una alianza entre sectores haitianos y dominicanos lo derrocó y al año siguiente se proclamó la independencia dominicana. Au nque durante 12 años hubo diversos intentos de gobernantes haitia nos por recuperar la parte este de la isla, eso nunca se logró y en ningún otro momento posterior de la historia de a mbas naciones Haití intentó volver a ocupar la parte oriental. Por el contrario, la anexión de la República Dominicana a España en 1861 fortaleció los lazos entre los dominicanos opuestos a perder su soberanía y el Gobierno haitiano que ganaba un indeseado vecino esclavista. Las tropas domi-

nicanas derrotaron a España y la expulsaron en 1865 con el fuerte respaldo de Haití. El hecho de que Haití haya desistido de conquistar a la República Dominicana no ha tenido ningún efecto en su gestión interna. D esde su independencia en 1804, Haití ha sido un campo de batallas entre los terratenientes militares y el resto del pueblo, entre las diferentes facciones burguesas, la una negra y la otra mulata, ambas a expensas del pueblo. En medio de este laberinto político haiti ano, al final del siglo XIX surgieron dos partidos políticos dirigidos por grandes intelectuales, el Partido Liberal y el Partido Nacional. Estos pudieron implementar en el país una base

Las luchas intestinas corroyeron la base de la nación haitiana a un punto tal que las naciones europeas y los Estados Unidos de América vieron en Haití una presa fácil. En 1915, Estados Unidos invadió Haití y al año siguiente invadió a la R epública Dominicana. Durante 8 años, la isla completa estuvo bajo control de un solo Estado que no era Haití ni República Dominicana, sino Estados Unidos. En ambas naciones se desarrollaron movimientos populares que enfrentaron con las armas al invasor norteamericano, descollando dos líderes de extracción humilde como Charlemagne Peralte, en el lado h aitia no, y Oliverio Mateo, en el dominicano, y movimientos cívicos que llevaron solicitudes para terminar con la intervención hasta Washington y Europa. Como consecuencia directa de la dictad ura militar norteamericana, en 1930 Trujillo ascendió al poder en la R epública Dominicana. Entre sus crímenes se destaca siempre la mata nza de ciudadanos negros, en su inmensa mayoría haitianos, en la frontera domínicohaitian a en 1937. Ese genocidio y el resentimiento social de Trujillo por su origen familiar contribuyeron a que varios intelectuales al servicio de la dictadura trujillista desarroll aran un discurso de identidad dominicana con fuerte sesgo

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antihaitiano y una versión de la historia dominicana donde se enfatizaba más la hostilidad entre ambos pueblos que su semejanza y vocación de solidaridad. De manera prepositiva, intelectuales como Peña Batlle y Balaguer afirmaban las falacias de que los dominicanos éramos blancos y los haitianos negros, los dominicanos seguían el cristianismo y los haitianos el vodú , los dominicanos eran de extracción europea y los haitianos africanos. El impacto de esa perspectiva tiene todavía mucha influencia por cuestiones generacionales, falta de una reforma profunda en el modelo educativo y el peso específico que tienen los sectores más conservadores de la política dominicana en el discurso oficial. Del lado haitiano, la ocupación estadounidense ha pesado mucho en el resto de la historia del país. Los estadounidenses fortalecieron la estructura de "castas sociales" que ya existía en Haití. La burguesía mulata fue consolidada en el poder y tenía a su servicio la Fuerza Armada Haitiana "made in USA" y los presidentes, quienes durante la ocupación fueron todos mulatos. La revuelta de la mayoría del pueblo, esto es, los de piel negra, no se hizo esperar. El movimiento indigenista con intelectuales como Francois Duvalier, quien luego se convertiría en el dictador que se conoce, enaltecía los valores de la negritud y la necesidad de volver al origen africano. Junto a este movimiento revolucionario intelectual está Rosalvo Bobo, que capitaneaba un movimiento social inspirado en Charlemagne Peralte. El fortalecimiento de la estructura de castas sociales que

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consolidaron los norteamericanos ha hecho casi impermeable a todo cambio la compartimentación social haitiana, lo que explica que hoy en día Haití consta de un 2% de la población que constituye la burguesía con más del 50% de la riqueza del país, un 18% de los haitianos que p ertenecen a la clase media y un 80% de pobres, entre los cuales la mayor parte es indigente, es decir, vive con menos de un dólar diario. La emigración de miles y miles de haitianos pobres durante todo el siglo xx hacia la Republica Dominicana, primero para la

encarecerían significativamente. Siempre existe la posibilidad de la tecnificación de los procesos productivos, pero a los industriales dominicanos y los gobiernos recientes les resulta más cómodo disponer de trabajadores "fantasmas" que cobran una miseria y no pueden reclamar derechos, que modificar técnicamente el aparato productivo y la construcción. Se suma a esa emigración de jornaleros pobres la de miles de estudiantes haitianos de clase media que ingresan a las diferentes universidades dominicanas para realizar sus carreras de grado y

Esta reacción de solidaridad y cariño hacia la sociedad haitiana y su tragedia es un giro profundo.

industria azucarera y luego para todo tipo de actividad agrícola y la construcción, ha forjado el mito de la "invasión pacífica" y el clásico argumento de "robo de empleos". En la práctica, la economía dominicana perdería competitividad, especialmente para el mercado interno, sin esa mano de obra haitiana empobrecida por la situación de ilegalidad y salarios tan bajos que ningún dominicano aceptaría. Los mercados y supermercados se llenarían de productos importados antes que locales si se les pagaran salarios justos a los jornaleros haitianos; muchos estamentos de la clase media no podrían acceder a viviendas nuevas si los constructores fueran dominicanos, y muchas obras públicas del Estado se

postgrado. Es un fenómeno de los últimos 15 años. En algunas de las universidades dominicanas, la población haitiana alcanza el 10% de la matrícula. Es un grupo muy activo y se destaca por su dedicación a los estudios. Algunos han comenzado a ocupar plazas de profesores de franc és e inglés en distintas escuelas de educación media. Sus niveles de integración con los estudiantes dominicanos es muy variado, y va desde la plena asimilación, en algunos casos, hasta la formación de p equeños guetos. Este fenómeno ocurre también en la formación de sacerdotes y pastores evangélicos: la cantidad de seminaristas haitianos en los centros dominicanos es cada vez más significativa, y es


no toria la presencIa de muchos sacerdotes y pastores haitianos en las iglesias dominicanas.

El sismo y el futuro Frente al sismo que acaba de ocurrir, la respuesta de la sociedad dominicana y el Gobierno ha sido impactante por su volumen y rapidez . Desde la misma madrugada del 12 al 13 de enero, equipos de prensa dominicana y algunos prImeros voluntarios cruzaron la frontera sur camino de Puerto Príncipe. Las primeras ayudas y los primeros equipos para quitar escombros que se movilizaron desde el mismo territorio haitiano per tenecían a compañías dominicanas de construcción que operan en Haití. El presidente dominicano visitó a su homólogo en la devastada capital haitiana el 14, cuando todavía se escuchaban miles de gem idos bajos los escombros y no

terminaban de llegar los principales equipos de rescate. Hospitales y clínicas privadas de todo el territorio dominicano comenzaron a recibir un flujo enorme de heridos, y los hospitales de la frontera fueron acondicionados para recibir miles de heridos por estar más cerca del lugar de la tragedia. Todos los sectores de la sociedad dominicana contribuyeron y sigue aún la promoción de ayuda para Haití en los medios de comunicación. Esta reacción de solidaridad y cariño hacia la sociedad haitiana y su tragedia es un giro profundo de lo que había sido la propaganda de los sectores más xenófobos de la República Dominicana, sectores que han mantenido en los medios de comunicación la tesis trujillista del rechazo a todo lo que representa Haití y la amenaza de la pérdida de la identidad si no cerramos la frontera con el vecino insular. Ante

tantas muestras de simpatía con Haití de parte de todas las clases sociales dominicanas, estos grupos reaccionarios han tenido que poner un fin a sus discursos, al menos por el momento. La paz y la fraternidad entre la República Dominicana y Haití, su mutuo progreso material y social, dependerá de si se logra sostener y ampliar esta nueva actitud o si en algún momento la prédica trujillista regresa. La República Dominicana necesita fortalecer - mediante políticas públicas, la iniciativa privada y el sistema educativo- una visión de Haití como hermano y socio insular. Legalizar el estatus de los centenares de miles de haitianos y descendientes de los mismos en su territorio, tanto como extranjeros residentes, como reconociéndoles su condición de dominicanos para los nacidos en nuestro suelo. La sociedad domi-

La ayuda dominicana comenzó a fluir inmediatamen te después d e la tragedia .

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Los planteles escolares quedaron destruidos.

nicana no puede seg uir gestando un gueto de dominicano s a los que se les niegue su nacionalidad por ser d e origen haitiano. Al igual que los descendientes de españoles, árabes o chinos que hoy día contribuyen como dominicanos al desarrollo del país, tene mos qu e integrar al desarrollo de la R epública D ominicana a los miles de descendi entes haitianos que son dominicanos. D el lado haitiano, las secuelas del terremoto son muy evidentes y corresponden a la situ ación antes descrita pero agravada por factores como: • Primero, la mayor parte de la destrucción de edificios por el terremoto se debió a malas constr ucciones. Mientras que el sismo de 7.3 grados en la escala de Richter mató a más de 250,000 personas en Haití, el de Chile de 8.8 grados provocó menos de mil muertos. Esto se debe al grado de pobreza del pueblo haitiano y a la

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gran debilidad del Estado haitiano que no Impone normas p ara las construcciones. • Segundo, la estructura de castas haitiana genera un espíritu de caciquismo o caudillismo entre los líderes políticos hai tianos. Dicha estructura no favorece la emergencia de nuevos líderes. D e ahí la dificultad para los jóvenes, sobre todo profesionales vanguardistas, de integrarse en la sociedad haitiana. • Tercero, la debilidad del capital hum ano haitiano. No se puede pensar en el arranque de u n país sin la participación activa de sus ciud adanos. El grave problema de Haití es q ue el 80% de su población se empantana en la miseria y, por lo tanto, está desprovisto de las capacidades necesarias para el avance de la sociedad haitiana. Haití necesita una gran inversión en educación para fortalecer su capital humano, una estructura favorable al surgimiento de nuevos líderes sociales y políticos, y la organización

de una sociedad civil. Se necesita urgentemente la reconstrucción física del país, pero en el diálogo con el pueblo haitiano; ningún proyecto decente y sustentable para su bienestar se puede articular sin que sean los haitianos los protagonistas. Joseph Harold Pierre es licenciado

en Filosofía por el Intec y en Economía por la

PUCMM .

Es actualmente profe-

sor de Idiomas, Historia y Filosofía, y consultor en Grant Thornton, firma de consultoría en economía y finanzas internacionales. Además, ha hecho investigaciones en Economía matemática y Filosofía política. David Álvarez Martín es candidato

a doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, egresado de la PUCMM en Filosofía y Administración de Empresas. Actualmente es decano de la Facultad de Ciencias y Humanidades de la

PUCMM

y docente de esa

universidad en Ciencias Sociales, Historia y Filosofía.


www.funglode.org/premiosfunglode Tel. 809-685-9966 ext. 2447/2450

FUNGLODE GFDD


Gabriela Santoni Bisonó

Prensa internacional y terremoto de Haití: una agenda derrotada por la realidad En medio del caos y la destrucción, dominicanos y haitianos empezaron la titánica tarea de rescate. Sin embargo, una parte de la prensa internacional, especialmente europea, "informaba" todo lo contrario. Debemos cuidar al máximo una relación tan tortuosa que felizmente empieza a recorrer el camino de la reconciliación definitiva.


as relaciones domínicohaitianas están signadas por la tensión y el desencuentro entre sus élites, la hi storia trágica de un discurso hegemónico que apela a la identidad como la negación y la estigmatización del otro, situándolo como obstáculo principal para la consolidación de la nación. También es la historia del olvido. Momentos estelares de la cooperación en la lucha por la libertad y la soberanía de ambos pueblos acusan una notable opacidad en la historiografía tradicional y los cánticos de gestas de los ultranacionalistas de uno y otro lado. Lo mismo ocurre con las relaciones de convivencia pacífica entre haitianos y dominicanos en el espacio geográfico y laboral donde coinciden. Basta un conflicto de poca monta entre individuos para que mediáticamente se convierta en una razón que "descubre y confirma" una política de Estado respecto del otro, independientemente de si entre los actores involucrados no exista una conexión con los cursos de acción de sus respectivos gobiernos. Lo que es más preocupante, las migraciones, ese fenómeno social que se expandió hasta convertirse en el rasgo principal de las sociedades del siglo xx, se leen con los anteojos de la ideología, desdeñando la posibilidad de abord a rla con las herra mi entas disponibles en el mundo de las ciencias sociales. D esde esa perspectiva, la historia de las relaciones domínico-haitianas es también la de las ideas políticas predominantes de las oligarquías y las dictaduras, que aún se proyecta desde tribunas conservadoras. La historia nunca será el hecho sino su n arración , y al n a rrarlo

L

Los rescatistas dominicanos fueron los primeros en llegar a Puerto Principe .

construim os otro nuevo que en ocasiones puede ser esencialmente distinto al original si no le ponemos límites al sesgo de la ideología. El chauvinismo, el ultranacionalismo, por ejemplo, desatan pasiones y sirven para doblegar la vida en la teoría más que para pretender entenderla. El caso que nos ocupa no es una excepción. La diferencia es la presencia de un actor (la prensa internacional) que, siguiendo una tradición muy enraizada a partir de las tres últimas décadas, intervino mintiendo sin ningún rubor respecto a la actitud del Gobierno y del pueblo dominicano en los primeros días del terremoto que el 12 de enero de 2010 devastó a la hermana R epública de Haití. Ciertamente, influyentes medios de comunicación escrita y audio visual europeos pretendieron instalar en la conciencia colectiva del mundo una percepción sobre la "necesari a pero negada" solidari -

dad dominicana con el vecino país. Sólo la contundencia de los hechos posibilitó que la verdad emergiera y, en consecuencia, la construcción ideológica de ese "otro exterior" insensible ante la desgracia ajena no pudo completarse. A la distancia, analizar el papel de la prensa internacional en esa especial coyuntura deb e servirnos para indagar la na turaleza de los intereses en juego, los actores propiciadores, el papel de los prejuicios al momento de juzgar y, sobre todo, a lertarnos sobre el impacto negativo en las relaciones domínico-haitianas que, sin lugar a duda, tienen determinados actores intervini entes, cuyo propósito sospechamos p ero no acabamos de entender del todo . Años relevando los desencuentros termina ron opaca ndo una hi storia paralela de fraternidad entre ambos pueblos y, sobre todo, un creciente y sos tenido acercamiento de los gobiernos de Leonel Fernández y René Preva!.

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El Gobierno dominicano dispuso recursos para alimentar a los sobrevivientes.

Acercamiento en un escenano democrático, con predomina ncia de una ética política distinta a las relaciones instrumentales y oportunistas que mantuvieron los dictadores (Trujillo y Duvalier, por ejemplo) y que nos conduce, irremediablemente, en un futuro próximo, a convivir en cola boración, no en la confrontación.

Críticas en la prensa internacional La inmediata solidaridad dominicana ante la tragedia de nuestros vecinos no se cuestiona, especialmente, en H aití. De hecho, abundan los testimonios entre los haitianos que los primeros en llegar fueron sus vecinos, tanto individualmente como organi-

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zados en brigadas. Al segundo día de la tragedia, minimi zando toda formalidad diplomática y de seguridad, el presidente dominicano, Leonel Fernández, llega a Haití (el primer mandatario que pisó tierra haitiana) y se reúne con un sorprendido presidente haitiano, que noblemente no ocultó ante el mundo su agradecimiento por el gesto de su homólogo. En medio del caos y la destrucción, dominicanos y haitianos empezaron la titá nica tarea de rescate. Sin embargo, una parte de la prensa internacion al, especialmente, europea, "informaba" todo lo contrario. Los medios más importantes e influyentes que publicaron artículos criticando al país fueron: ABC.es, BBC M undo, R adio Televi-

sión Española (RTVE) e Il Giornale. Las acusaciones se centraron en afirmar que: • El Gobierno dominicano impidió el paso de ayudas. • Los dominicanos reacciona n con miedo ante una invasión. • Los dominicanos "juegan golf' indiferentes a la tragedia haitiana.

El Gobierno dominicano habría impedido el paso de ayudas. D e acuerdo a ABC.es, las a utoridades migratorias habrían impedido que los rescatistas atravesasen la frontera domínico -haitiana. A raíz de es tas infornlaciones, el vicepresidente del Gobierno de Canarias exigió que el Gobierno dominicano reconsidere el cierre de fronteras


con Haití. José Soria exigió que su reclamo fuese escuchado "en las próximas horas".

Los d01ninicanos habrían reaccionado con Iniedo an.te una invasión. El 14 de enero, RTVE prodlÚo un reportaje sobre e! temor de los dominicanos a una invasión haitiana. En e! mismo era entrevistado e! periodista Wilfredo Alemany, quien sustentó los alegatos. También ABe.es publicó un artículo titulado "Dominicana cierra su frontera por temor a una oleada de haitia nos". D e acu erdo a éste, la actitud de los dominica nos podría llevar a las autoridades a reforzar la fro ntera.

Los d01ninicanos "juegan golf) indiferentes a la tragedia haitiana. Finalmente, e! periódico italiano Il Giomale aseguró que "mientras la mitad de la isla se muere, la otra se dedica a jugar golf'. Además, afirmó que "mientras en Santo Domingo están de fiesta, en Haití se buscan los italianos". El dia rio es propiedad del hermano del presidente italiano, Silvia Berlusconi. Pero no fue el caso de los Inedios haitianos. Los medios haitianos aplaudieron la actitud de las autoridades y del pueblo dominicano. Incluso e! periódico Radio Kiskf!Ya, tradicional antagonista, agradeció la actitud de! presidente Fernández.

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Sin embargo, e! punto que despertó la controversia fu e el envío de tropas dominicanas a suelo haitiano. Según declaraciones de! director de la Minustah, H aití habría rechazado e! apoyo de dominicanos a esa fu erza. Empero, e! presidente Preval contradijo dichas declaraciones.

Ayuda dominicana Tanto e! Gobierno como la sociedad dominicana reaccionaron rápidamente ante la tragedia haitiana. El Estado colocó inmediatamente su estructura al servicio de las operaciones de rescate. Mientras, los ciudadanos procedí an a convocar ayudas, crear centros de acopio e incluso donar sangre. Entre las acciones implementadas por el Gobierno pueden citarse: o Apoyo logístico al gobierno ha itiano y a las fuer zas de la

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ONU.

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El envío de aviones caza con equipos de rescate. o La donación de alimentos, medicamentos yagua. o La instalación de comedores económicos. o La apertura de los centros de asistencia médica en e! país. o El libre paso de los heridos a través de la frontera. o La instalación de equipos de telecom u nicaciones . o El envío de equipos para la remoción de escombros. o La coordinación de una cumbre para e! fu turo de Haití. La sociedad dominicana desarrolló las siguientes iniciativas: o Coordinación espontánea de ce ntros de acopio. o Donaciones masivas de alimentos, medicamentos y otros. o Donaciones de dinero.

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La misión de los médicos dominicanos fue de gran utilidad.

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Los voluntarios dominicanos recorrieron la capital haitiana en busca de sobrevivientes.

Movilización de la prensa nacional a favor de la cooperación. o Servicios médicos y profesionales en diversas áreas. o Asistencia de miles de domimcanos a centros de donación de sangre. o Organización de maratones para la recaudación de fondos. o Desplazamiento a hospitales de madres dominicanas para amamantar infantes haitianos recluidos en esos centros. Incluso los grupos nacionalistas se mostraron activos en el suministro y organización de las ayudas a Haití. Asimismo, restringieron sus declaraciones, evitando señalamientos que hubieran podido generar discordia. o

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Reacciones Tras la publicación de estos alegatos, medios y diplomáticos dominicanos desarrollaron una campaña de información . Entre otros, el periodista Iban Campos publicó una serie de artículos resaltando la magnitud de la cooperación dominicana. También produjo una entrevista con el presidente Fernández. En "Miles de haitianos huyen del desastre hacia la frontera domll1lCana", Campo señala que "se permite el paso a los heridos". Asimismo, relata cómo médicos y cirujanos dominicanos se han desplazado aJimaní para ayudar. En esa misma línea, la embajadora dominicana en Francia di-

fundió un comunicado rechazando las acusaciones. Laura Faxas enumeró las ayudas que el Estado dominicano proporcionó a Haití, destacando la participación del presidente Fernández durante el proceso. Igualmente, el embajador dominicano en España escribió una carta al diario español EL País. En la misiva, califica de "discriminatorias" las acusaciones. También afirmó que el Gobierno "no ha escatimado esfuerzo para llevar a Haití toda la ayuda material y humana que le ha sido posible". A estos esfuerzos se sumaron los agradecimientos expresados por Estados Unidos y la Unión Europea. El 15 de enero, el mandatario


estadounidense felicitó al presidente Fernández. D e acuerdo con la Casa Blanca, Barack Obama agradeció al mandatario dominicano "la ayuda prestada en Haití". De igual manera, el Consejo de Ministros de la UE expresó su reconocimiento al país por la "asistenCla que presta a su vecino Haití". En este sentido, elogió "el papel que está jugando en esta crisis". Además, reitera su disposición para "proporcionar ayuda a la República Dominicana". Sin embargo, el más contundente de los reconocimientos provino del jefe de Estado haitiano. Numerosos medios recogieron su gratitud al ser sorprendido por Leonel Fernández en sus instalaciones en las cercanías del aeropuerto de Puerto Príncipe. "Leonel tocó a la puerta de mi despacho", afirmó René Preval.

La presencia del Gobierno dominicano

Los presidentes Preval y Fernández hablan a la prensa.

Desde entonces, la confianza mutua en las relaciones entre los vecinos ha ido creciendo y, de paso, anunciando una nueva era. Confianza que se reafirma más allá de los primeros días del terremoto. El presidente Fernández se constituyó en el principal vocero y motivador para la realización en Santo Domingo de la conferencia técnica preparatoria de la Cumbre Mundial por Haití celebrada posteriormente en Nueva York (marzo) y convocada por la ONU. Pero antes , una comisión de alto nivel, presidida por el vicepresidente dominicano, Rafael Alburquerque, se reunió con el presidente Preval y el primer mini stro j eanMary Bellarive. El ministro de Hacienda, Temístocles

Montás, presidió la comisión técnica de alto nivel que, junto a sus homólogos haitianos, realizó un diagnóstico común sobre los problemas y sus prioridades, bases del Plan de Acción de Desarrollo que se presentó en la cumbre preparatoria, en Santo Domingo. La Cumbre Mundial por Haití celebrada en Nueva York (marzo) reunió a la comunidad internacional y se estableció el monto de la ayuda que los gobiernos prometieron para la reconstrucción de Haití. Pero, y siempre con la anuencia del Gobierno haitiano, el presidente Fernández continuó desplegando esfuerzos para darle seguimiento a los acuerdos. Es en ese tenor que el pasado 14 de mayo convocó a los

embajadores adscritos al país a una reunión preparatoria de la próxima Cumbre Mundial sobre el Futuro de Haití. Dicho encuentro se celebrará el 2 de junio del año en curso, en Punta Cana. Al encuentro celebrado en el Palacio Nacional asistió el primer ministro haitiano,jean Max Bellerive. Durante la cita, Bellerive presentó una serie de proyectos elaborados por el Gobierno. Tras evaluarlos debidamente, los 53 participantes definieron las fuentes para la financiación de los mismos, así como los mecanismos necesarios para la incorporación del sector privado en su ejecución. También acordaron cinco ejes fundamentales para la reconstrucción de la

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Tre s m eses des pués de la trage dia los h a itia nos comie nzan a re c on s tr u ir s u país.

vecina nación. Los mismos será n posteriormente discutidos en la referida cumbre mundial;l estos son: económ ico, terri tori al, social, instituciona l y cultural. Según informó el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, técnicos dominicanos y haitianos colaborarán en la definición de los proyectos más urgentes. Los proyectos serán financiados con recursos provenientes de un fondo de 5,3 00 millones de dólares dispuesto por la comunidad internacional para ayudar a H aití. De su lado, Bellerieve confirmó que el presidente haitiano, R ene Preval, encabezará la representación haitiana que participará en la reunión de junio. Los participa ntes también programaron una reun ión preparato ria adiciona l a celebrarse el lunes 14 de mayo.2 Finalmente, el presidente Fernández reiteró la necesidad de contar con el firme apoyo de la comunidad in ternacional d urante su

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visita a Madrid, cuando asistió a la VI Cumbre de la Unión Europea y América Latina y el Caribe. 3 Según precisó, la cumbre persigue "evalu ar la ayuda a H aití y gestionar el desembolso de recursos económicos para su reconstrucción, ya que se han identificado varias iniciativas, en cada uno de los cinco ej es tem áticos, para que casa país decid a cuál es el proyecto que financiará".4 Todo lo a nterior desmiente categóricamente el fallido intento de cierta prensa internacional de describirnos, como gobierno y pueblo, indiferen tes a la desgracia de nuestros vecinos. Seguir profundizando en las p osibles motivaciones es tarea que nos corresponde hacer en ambos lados de la isla, porque nunca como ahora hemos estado tan cerca del abrazo fraterno y por siempre. E n consecuencia, debemos cuidar al máximo una relación tan tortuosa que fe li zmente empieza a recorrer el camino de la reconciliación definitiva.

Gabriela Santoni Bisonó es licen-

c iada en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra . Además de coordinar la Un id ad de Políticas Públicas del OPD, es responsab le de la Agenda Estratégica Internacional en la Dirección d e Inform ación , Análisis y Programación Estratégica d e la Presidencia, dedicada al análisis p rospectivo de los p r incipales desarrollos globales relacionados con la p olítica exterior dominicana.

Notas J

M ateo, R., "LF y diplom áticos definen

t0es fimd a mentales de reco nslrucción de Haití", Diario Libre, 14 de m ayo de 2010. 2

"D efin en ej es centrales de cumbre por

la reIimdación de Haití", EL Vuevo Diario, 14 de mayo de 20 10. J

"Presiden le de Repúbli ca D ominicana

invita a países de la C um bre", UPI, 18 de mayo de 2010 . + "Presidente de República Dominicana

invita a países de la C umbre", UPI, 18 de mayo de 201 0.


A través de la investigación, el deba te plural de las ideas

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aras veces uno se encuentra con una persona que abandona su trabajo y su familia para irse a colaborar a un país que acaba de sufrir la tragedia más grande de toda su historia. Este es el caso de Palom a Rivera, una joven dominicana egresada de la carrera de Trabajo Social del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), quien a los pocos días del terremoto de Haití llegó a Puerto Príncipe con la intención de socorrer a las víctimas de la catástrofe. Su altruismo ha sido reconocido no sólo por un sinnúmero de familias desplazadas, también por organizaciones internacionales y prestigiosos medios de comunicación como el periódico estadounidense New York Times. En el país, algunas voces se han alzado instando a que se le entregue una distinción honorífica como ej emplo de la labor humanitaria que los j óvenes dominicanos realizan en la nación vecina . Sin duda alguna, sería una sabia decisión en la que se reconocería los mejores valores de nuestra juventud. Interesados por el trabajo que Rivera ha realizado, viajamos a Puerto Príncipe para entrevistarla y fotografiarla in situ. Nos reunimos en la embajada dominicana . R ecuerdo que para saludarla tuve que aguardar unos minutos, ya que ella no paraba de hablar por teléfono , atendiendo, lo que supe luego, era el destino de dos camiones con donaciones que estaban varados en la frontera. A p esar de que era su día libre y que tenía gripe, la llegada de los camiones era tan importante que dedicó toda la tarde a coordinar su llegada.

R

Al rato, decidimos acompañarla en sus labores y terminamos en la casa de una dominicana residente en Haití, que desinteresadamente ha ofrecido su casa a la organización en la que colabora la activista dominicana, para que descarguen las donaciones y desde ahí la distribuyan. "Si los descargamos al aire libre, la gente puede venir y comenzar a llevarse todo", dij o mientras nos sentábamos en la terraza. Aguardando la llegada de los camiones con las donaciones, realizamos la entrevista que aparece a continuación.

sólo conocía el mercado de Jimaní. En Santo Domingo sí tenía algunas relaciones con comunidades de h aitia nos. De hecho, la institución donde trabajaba desarrolla ba proyectos con poblacio nes migra ntes de prevención de VIH sida, mala ria y tuberculosis. Junto a mis amigos formamos un grupo que quería venir a ayudar. Intentamos primero sumarnos a una de las redes que sabíamos que ya existen, que harían que todo fuera más fáci l para llegar, sabiendo sobre todo que la mayoría de nosotros nunca habíamos venido a Puerto Príncipe. Así que hicimos

"El aporte dom.inicano se ha sentido de m.anera perm.anente desde el 12 de enero al sol de hoy."

¿Dónde estabas cuando aconteció el terremoto y cómo llegas por vez primera a Puerto Príncipe? Cuando sucedió el terremoto estaba en Santo Domingo trotando en el m alecón con varias amigas. Tan pronto tembló hicieron el aviso de m aremoto, empezaron a llamarme para que me fuera lejos, porque además vivo cerca del malecón. Al principio, ni me lo creía. Yo ni sentí el terremoto. Al día siguiente, fui hablando con algunos amigos que tenían interés en venir a ayudar, porque como somos la nación que comparte la isla con Haití, obvio que somos los primeros llamados a socorrer. Nunca había venido a Haití. Tan

todo lo posible para enlistarnos con las Naciones U nidas y con la gente del Juan Montalvo, donde ya habíamos llevado donaciones, pero nadie nos daba una respuesta rápida. Finalmente, vinimos con una organización llamada sos Children. El terremoto había ocurrido tres días atrás y la situación era muy crítica. Como no se sabía donde estaba el director lo cal de la institución, se complicó nuestra situación allá. Aunque, independiente de esto, ayudamos a cruzar dos furgones con comida yagua. También canalizamos unas donaciones de sábanas y colchas para el hospital de Jimaní. Estuvimos aquí como tres días. Éramos un grupo de 15 jóvenes.

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¿CÓIllO fue tu iIllpresión cuando presenciaste la devastación dejada por el terreIlloto? Mi primera impresión fue: ¡Cuánto exageran los medios! De acuerdo a los medios, tú cruzabas la frontera e ibas a ver una situación casi salvaje, que la gente se iba a estar matando por la comida y, definitivamente, esa nunca ha sido la situación. También puedo decir que tenía una serie de prejuicios sobre esta sociedad. Me la imaginaba mucho más pobre. Entonces fue como desmontar todos esos prejuicios. Otra cosa que me chocó fue el estado de la gente, todo el mundo estaba inerte. Por ejemplo, tú sabías que la casa del veci no se había derrumbado y la tuya no, y tú sabias que ahí había

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gente VIva y no corrías a buscar ayuda para socorrer esa gente. Yo decía: "si fueran dominicanos, de seguro ayudarían". Claro, ya he ido desmontando, pero al principio lo hacía a menudo. Por una o dos semanas, el terremoto dejó a la gente en un estado mental que no podía asumir la realidad que vivía en ese momento. Después, la gente ha dado un vuelco total: la gente ayuda, colabora y siempre preguntan cómo pueden ayudar. ¿Y cuándo regresaste? Bueno, yo decidí que tenía que volver, porque no estaba satisfecha con lo que había hecho. Vine con una organización española que tenía vínculos con IslaJoven, quienes tenían el compromiso de

pnmero vemr a ver SI un grupo de misioneros redentoristas estaban vivos, y saber qué había pasado con los proyectos que esos misioneros tenían, que eran básicamente una escuela monasterio y un orfanato. Descubrimos que el monasterio se había derrumbado y el orfanato también. Ya habían pasado ocho días del terremoto y nadie había ido a la escuela a ver si se podía rescatar algunos de los niños. Entonces mi primera labor fue tratar de conseguir que vinieran rescatistas profesionales a hacer un sondeo en las ruinas de la escuela. Se confirmó que todos los niños que estaban en esa escuela habían muerto. Todos: 218 niños. Como esos misioneros eran en su mayoría curas y seminaristas, exis -


tía poco espacio para que gente de otra religión, e incluso mujeres, aportaran algo relacionado con lo que buscaban hacer. Entonces hice contacto con otros haitianos que se desenvolvían en asuntos sociales. También visité la embajada dominicana para ver si podía conseguir cierta logística. y así fue como fui a parar a D elmas 54, donde una persona que era también conocida de la organización ya había comenzado una labor con un campamento, que en ese momento era de unas 80 familias y que ya tiene mucho más de 800. ¿Puedes darnos una idea de c ómo operan y se organizan los campamentos? Primero, no son refugios que uno levanta, son instalaciones de fam ilias que se hacen de manera espontánea en esp acios públicos y áre as abandonad as. Por ej emplo, el caso nu estro en Delmas 54, era una cañada que por un lado tenía un vertedero, entonces la gente de

familias y hoy tiene más de 800. Porque la gente acude a los campamentos adonde fluye la ayuda. El progra ma funciona como una cooperación entre dominicanos y haitianos planteando ideas y formas de h acer las cosas . No es que traemos nuestras ideas preconcebidas y aquí las aplicamos . Todos los campamentos tienen cierta es-

"Este es un InOInento clave para superar Inuchas de las tensiones históricas."

manera asociativa comenzó a quitar todos los desechos sólidos que había ahí y fu eron como instalando casita por casita. y cu a ndo te digo casitas, no necesaria mente es una casa de campaña, pueden ser cuatro palos con varias sábanas amarradas. Así como te dije, empezó como con un as 80

tructura. Hay un comité que es el encargado de la distribución de la ayuda y son los que a largo plazo tien en la responsabilidad de lo que va a pasar con esas familias . Así que organizamos todo: la distribu ción, los servi cios médicos, desde campañ as de vacunación hasta las posibilidades qu e esta-

mas manejando, para el futuro , de viviendas temporales. ¿Qué es Kiskeya Action? D ecidimos crear un programa de cooperación entre jóvenes haitianos y jóvenes dominicanos que pudieran aportar y ayudar a buscar solu ciones prácticas para los p roblemas que dejó el terremoto. Ese programa se llama Kiskeya Action y funciona bajo la sombrilla de una orga nización que se llama: lndajoven . Es un grupo de jóvenes inquietos, de 23 a 30 años, jóvenes profesionales, que ya habían tenido cierta participación en cosas que pasaron en el 2009, como por ejemplo la lucha por la no instalación de la cementera en Los Haitises, y también un movimiento que buscaba que no se aprobara la reforma constitucional. Con eso en las espaldas, nos pusimos de acuerdo; esta no era la ocasión para cuestionar un gobierno, sino para ponernos en acción y ver qué podía aportar cada uno, como ingenieros, como médicos,

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como trabaj adores sociales, como cineastas, yeso es lo que hace al grupo interesante, no fue simplemente ven ir a traer cosas, sino que cada uno diera de lo que podía y de lo que sabía. Ya con eso, empezamos a hacer cosas m ás estructuradas , porque en medio de una emergencia tú no tienes ese m argen para planificar y preparar lo que qui eres hacer. Tú simplemente respondes, y después de que están las respuestas evalú as, para ver si lo que hiciste fun cionó. Entonces ya a partir de ahí, comenzamos a trabajar en un campamento, que tan pronto las cosas se regu laron en términos de saneamiento en general , decidimos tratar de abarcar otros campamentos pequeños que estuvieran en los alrededores del campamento principal que es el de Delmas 54.

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He leído reportajes, entre estos uno publicado por el New York Times, donde se elogia la labor que ustedes han realizado con estos campamentos. ¿Podrías comentar por qué su trabajo con los campamentos ha atraído tanta cobertura mediática? C ua ndo nosotros llegamos, para distribu ir ay uda, decidimos hacer un censo de todo el campamen to y asigna r un códi go a cada familia, de man era que supiéramos a quién le entregábamos cada cosa y enterarnos de cuáles eran las necesidades de cada famili a, si tenían niños, envej ecientes, si había traumas severos. Hicimos unas ta rjetas de colores que nos ayudaron a organi zar la logística de la distribu ción de ayuda en el campamento y por eso ganamos cierta notoriedad ,

p orque fuimos uno de los primeros campamentos que empezaron a organizarse de esa manera y tuvimos la atención de prensa internacional como la del New York Times y otros medios internacionales. Por medio del New York Times nos asigna ron una fotógrafa que iba al campamento a dar seguimiento cada dos días . Ellos estaban h aciendo dos docum entales, uno sobre el p apel de las Naciones Unidas en la respuesta de ayuda a Haití , y otro sobre diferentes países. E n el caso de la República Dominicana, ellos seleccionaron a Kiskeya Action. ¿Qué opinión tienes de la masiva colaboración que han brindado tantos países? Hay ay udas que vienen canalizadas a través de las Naciones Unidas, organi zación qu e da una


sombrilla de organización y logística a mplia donde todos los p aíses tienen acceso. Pero h ay much a cooperación bi lateral de los países a través de las emb~ a d as y de las organi zaciones de cada país. E n el caso de D ominica na, aun a hora, es a lgo muy agradecido por los h aiti a nos, la pa rti cipación especial q ue hubo ta nto de organizaciones como de! Gobi erno dominicano. Ya en la mad r ugada que suced ió e! terremoto teníamos h elicópteros trayen do comida, agu a y rescatistas . Se sintió ta nto en término de ge nte que donó recursos económicos u otras donaciones, como de los médicos, trab aj adores sociales, psicólogos, que se incorpora ron. La gente de la D efensa C ivil jugó un papel súper importante. N unca m e imagin é ver en Haití trab~ a ndo un general que preside la D efensa C ivil, qu e se resp ondiera de manera ta n efectiva. T a mbi én la e m b~ad a como un es pacio para coordin a r el tra bajo ha jugado un papel prep onderante. E l aporte dominicano se ha sentido de manera p erm a nente desde el 12 de enero al sol de hoy.

las estadísticas es que cu a ndo ocurre el terremoto la ciudad tenía más de 4,000,000 de ha bitantes en un espacio muchísimo menor que e! de Santo D omingo. E ntonces, im agínate la presión demográ fi ca sobre los ser vicios públicos que dema nda un a ciud ad de 4, 000,000

"Las epidem.ias, al contario de lo que piensan algunos funcionarios, no conocen fronteras." ¿C ó mo ves la reconstrucción d e Haití? A m í me pa rece que h ay qu e co nocer la hi storia de Puerto Príncipe. Esta ciud ad se construyó para 200,000 ha bita ntes. Lo que dicen

de habita ntes. A mí parece que esta es una op ortunidad p a ra h acer lo que nunca existió. Cla ro, va a ser difícil. Por ej emplo , ¿cómo tú desalojas los h a bitantes de un sitio y los mudas a otro donde, proba-

ble mente, no hay la infraestructura para h acerlo? La vida de las p ersonas no se detiene. E ntonces a m í me p a rece que es una oportunidad pa ra rep ensar, no sólo P uerto Prín cipe, sino todo el país. En tender que toda la economía no deb e estar concentrada en una g ra n ciudad , sino que hay que descentraliza r, al ig ual que los ser vicios yeso va a generar desarrollo en d iferentes p rovincias, y le va a quita r presión a esta gra n ciud ad , pa ra cumplir con la demanda que ti enen los ciud ada nos en general. A l momento de! terremoto, H aití es taba en un hito donde ya se empezaban a sentir algunos res ultados de todo e! proceso de reform a y moderniz ación que había . Todo el trabajo de la brigada de la Minusta h . Como que era el momento en que iba a empezar a verse esos

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frutos. y entonces el terremoto disolvió y borró todo lo que tenía. En cuanto al Gobierno, nunca tend ría la capacidad técnica para responder a este tipo de situaciones. ¿Cómo planificas una ciudad de nuevo donde no existe información? Aquí nunca se ha hecho un censo. ¿Cómo calculas cuanta gente demanda agua potable en tal ciudad si no hay un censo? Entonces, ¿qué piensas que queda por hacer? Yo entiendo que no se ha superado la crisis. Mientras haya gente durmiendo en las condiciones que se ven en los campamentos, entre sábanas y casas de campaña, esa no es una vivienda digna para una persona que acaba de salir de un terremoto. Mi impresión, que la he construido en las últimas dos semanas, es que las cosas en vez de regularizarse con el tiempo, se están haciendo más complejas, porque la gente está llegando a un estado de desesperación, que los torna violentos y dificulta la organización; como que la cohesión que ya había, ahora peligra. Básicamente, eso se debe al poco nivel de organización que se tiene. A estas alturas, yo pensaría que debería existir por lo menos un conteo de los campamentos y las familias que residen en ellos; de la situación en qu e viven; que cada vez que llegue ayuda sea conforme a un programa, pero no que en un campamento lleguen 300 raciones hoy y al próximo mes le lleguen 150; que las campañas de vacunación sean universales, que todo el mundo tenga acceso a ellas. Ya es tiempo que la gente tenga una vivienda temporal, no definitiva, pero por lo menos que

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posea una estructura que sea sana para la gente qu e reside en ella. En ese sentido, como joven profesional, creo que tenemos muchísimo que aportar. Primero, porque no estábamos en el shock que impresionó a los haitia nos, y también porque la experiencia y los conocimientos se pueden traer y se pueden lograr maravillas . Y me parece que es una sociedad abierta para que los dominicanos y quien sea, venga y colabore con ellos en buscar soluciones a sus problemas. ¿Hasta cuándo seguirás en Haití? D e profesión, yo soy trabajadora social. Lo primero es que tan pronto tu trabajas con ayuda humanitaria una vez, es difícil dejarlo, porque la satisfacción que adquieres al ayudar directamente a la gente, no es algo que otro tipo de trabajo te pueda dar. Por otro lado, se trata de una decisión ética. No es suficiente traer tres camiones de agua y dos camiones de comida tres días después del terremoto, si no vas a dejar esa población en capacidad de seguir buscándose los medios para subsistir. Es una necesidad cerrar el ciclo con la gente a la que se ayudó. En términos profesionales ... bueno: como a toda persona que se graduó hace uno o dos años, no nos es difícil entender que en Dominicana hay un techo de cristal; que resulta difícil desplazar a cierta clase de profesionales que están cómodamente instalados. Obvio que aquí hay más perspectivas de trabajo.

Tras el terrellloto, ¿CÓlllO ves la relación entre alllbos países? Tenemos concepciones distintas de la historia, de la frontera, del descubrimiento y de todo. Y tú llegas aquí, tratando de ayudar, con el miedo incluso de ser rechazado y te encuentras con todo lo contrario. Creces pensando que todos los haitianos quieren cruzar la frontera y no es cierto. El sueño de los haitianos no es cruzar la fron tera. Tenemos que sacarnos eso de la mente. Creo que la sociedad haitiana es un a sociedad que tiene muchísimo que aportar en términos culinarios, culturales y tradicionales. ¿SOlllOS tan diferentes? L a respuesta es ambigua: somos tan diferentes como somos tan parecidos. Yo creo que los dominicanos nunca van a respetar a los haitianos hasta que comprendamos el aporte de los haitianos y de H aití en nuestra economía . Tenemos que comprender la relación entre los dos países. Comprender que los problemas de desertificación aquí tienen un impacto allá . Que las epidemias, al contrario de lo que piensan algunos fun cio narios, no conocen frontera s. Este es un momento clave p ara superar muchas de las tensiones históricas. M e parece que el agradecimiento que tienen los haitianos por la respuesta que dieron los dominicanos a nte la tragedia es increíble. Frank Báez (Santo Domingo, 1978) , es escritor, psicólogo e investigador social con estudios de postgrado en la University of Illinois at Chicago.

Históricalllente la relación entre la República DOlllinicana y Haití sielllpre ha sido tensa.

Premio Nacional de Poesía 2009. Coordina el Instituto de Opinión Pública (INOP) de Funglode.


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Delia Blanco

Haití, la fuerza de la creatividad La primera nación negra del mundo ha ganado un espacio excepcional gracias al talento creativo de su pueblo y a la herencia plástica y visual de sus maestros naifs. Más allá de su potencial artístico popular, la intelectualidad haitiana se ha convertido en una auténtica embajada de defensa de su pueblo por las acciones de su diáspora activa y solidaria. Repartidos por el mundo, los artistas haitianos, escritores, dramaturgos , poetas y académicos, han mantenido de pie y viva la realidad de su pueblo a través de sus diversas creaciones.



a Repúbli ca de Haití, después de la a dmiración universal por su gesta libertadora de 1791 y su temprana independencia de 1802 , suscita en el mund o un hondo interés por su patrimonio artístico y cultural. Esto ocurre desde sus co mienzos de primera república negra libre del Nuevo Mundo. Un espejo de fascinación atrajo a la tierra de Dutty Boukm an y Francois Makendal a los m ayores poetas y pensadores afroamericanos de principios de siglo xx, específicamente, en las décadas de 1920 y 1930, quienes intentaron ahondar la mística y la magia de un pueblo hermano, como así lo decla raba el poeta norteamericano Langston Hughes . La inteligencia afro-americana encontró en Haití la posada más cercana de África, la referencia más inmediata y viva para volver a la madre tierra africana. Las investigaciones de Price Mars, enfocadas en el conocimiento místico de la m ágica religiosidad animista, atrajeron investigadores, poetas, escritores y pensadores que llegaron a la isla para profundizar el conocimiento y el entendimiento de la herencia afri cana en el Nuevo Mundo. Es a través del viaj e del intelectual y primer ministro de Cultura francés, André Malraux, en 1975, que la tierra de Toussaint Louverture apasiona a la intelectualidad fra ncesa. Malraux visitó la R epública entera de pueblo en pueblo, desde Puerto Príncipe a Cabo Haitiano, hasta llegar a la fortaleza Sans Souci y a la ciudadela del R ey Cristóbal (La Citadelle). Durante todo el p eriplo de su aventura haitiana Malraux cues tiona... "¿Quién dijo que estamos frente a un pueblo de analfabetos?", convirtiéndose así en el primer intelect ual que se refirió a la fuerza del lenguaj e visual de los pintores y artistas visuales de Haití, un lengu aj e vis ual e intenso, expresivo y narrativo, evocador de conocimiento y sabiduría. Malraux regresa a París con toda la fuerza vista y encontrada en los talleres de los maestros del arte naif, impactado sobre todo por el taller del maestro Hyppolite, y por la comunidad de Saint Soleil, donde el intelectual encuentra a un grupo

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Peregrinaje a Bassin Bleu, Préféte Duffaut (1923).

de autodidactas campesinos conducidos por un a mística creadora de obras referidas al entorno étnico y cultural de su comu nidad. También hay que tom ar en cuenta la personalidad del arti sta haitiano J ean Claude Garoute, alias Tiga, quién a través de sus investigaciones permitió a gente muy se ncilla alcanzar la armonía de la expresividad artística en las alturas de Puerto Príncipe, precisamente en Soisson la Montagne, donde el artista se interesó por el fenómeno artístico haitiano. Practicando diversas di sciplin as artísticas, T iga piensa que "El hombre, para encontrar el


El General Toussaint envuelto en humo, Edouard Duval-Carrié (2003), cortesía de Lyle O. Reitzel Gallery.

sentido de su creación, tiene que experimentar todo lo que estimula su creati vidad, antes de optar por un ca mpo preciso de creación"; de ahí L'Ecole du Soleil evolucion a hacia una didáctica del arte donde el picapied ra se convierte en esc ultor, el carpintero en dibuj a nte, y el a lbaJ1.il en pintor. E ntendemos, entonces, la estrech a relación y la intensid ad ética y estética con que los haitianos abrazan oficio y talento, artesanía y arte autodidacta, ar te naif primitivo y arte moderno y contemporá neo. Los creadores haitia nos nunca han levantado barreras de incomunicabilidad

ni fronteras entre la inmensa diversidad de ej ecución de sus artistas, porque en el conjunto de la gran variedad, crear es un a fuerza espiritu al, una fuerza mí stica y milagrosa. En 1966, el Primer Festival del Arte Negro les ofrece una plaza de honor a los creadores de Haití, cuya presencia revel a a l mundo africano y occidental su p otencial estético. Fue en D akar, justamente, que Malraux ofrece la gran revelación y declara: "En el arte no hay jerarquía". Después de este impacto de la fu erza creativa h aitia na, Malraux viajará a la isla , en diciembre

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de 1975, a la búsqueda del genio y de algun as claves que le permita n entender y admitir que la creación para es te pueblo es un don vivido como una celebración de la presencia divina. Queda claro que la revelación al mundo de ese potencial m ágico-religioso de la creatividad refuerza " la haitianidad" como una identidad cuyos contenidos y definición no sc pueden desprender de la pulsión artística.

Metrópolis del arte El m aestro Héctor Hyppolite declaraba que "su trabajo se lo debía a un estado de trance, en el que San Juan Bautista le instruía las ej ecuciones que llevaba a sus telas". La candidez de la obra de este maestro naif seduj o a l coleccionista norteamericano Dewit, quien después de la Segunda Guerra Mundial observó en otros maestros - como Préféte Duffaut y G eorges Liataud- una especificidad en la propuesta de los artistas autodidactas que agrupará en el famoso Centre dArt, de la capital haitiana, y que identificados con la definición reductora de "artistas haitianos primitivos", o "artistas del vudú", aportarán una reflexión y un cuestionamiento - probablemente, el más profundo e intenso del Caribe- sobre el concepto de identidad y arte, enfrentado a la modernidad y, posteriormente, a la posmodernidad. Sin embargo, en estos coloquios y encuentros que abrieron las puertas a personalidades como André Breton , p adre y autor del Manifiesto del Surrealismo, Wilfredo Lam, Aimée Césaire, y muchos otros intelectuales del mundo afro-americano, quedó establecido que en Haití el diálogo era y es permanente a través de la creación sin fraccionamie ntos de escuelas, ni tendencias, ni influencias internacionales. Las nuevas generaciones de arti stas contemporá neos, como H ervé Telemaque, han considerado d esde sus com ien zos qu e más allá de su propuesta, los grandes maestros de las artes primeras y naifs son fundam entales en la ética y es tética d e la identidad haitiana. En la m ayoría de los casos, la generación reciente como Sambalé, Frantz Lamothe, Bá rbara Prezeau, h a n continuado con referentes de los grandes temas visuales que han marcado la obra de sus

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Espíritu, Prospére Pierre -Louis, sin fecha.

m ayores, como lo son la celebración del ritual vudú , las escenas de mistificación de los espíritus y de los loas, los ritos de los banderas vévé, y de los guedés. En esas obras predominan los colores heredados d e la ritu alidad , haciendo que la contempora neidad no se desprend a de la mágico-religiosidad. Es decir, el parámetro de la identificación de la cultura haitiana se mantiene en las propuestas más avanzadas de la posmodernidad; de ahí viene una intensidad en la que demuestran que Haití es arte y cultura, y no existe haitia nidad fuera de estos valores.

El gran Duval-Carrié Si tomamos el ejemplo de Edouard Duval-Carrié, muy conocido hoy día en todo el Caribe, se puede decir que su propuesta responde a los esquemas de la pintura "kitch" posmoderna, enfrentada a la figuración y a la paleta de los maestros primitivos. La obra de este artista está envuelta por toda la


Armonia en la naturaleza, JasminJoseph (1923).

mitología del vudú haitiano. Personajes como la metresa (maitresse) Erzulie, y las diferentes loas del panteón vudú, como Ogún, Boukman y Makandal, están presentes en toda su obra pictórica. Con un gran recurso del humor y del distanciamiento con el hecho histórico y político, la obra de Duval-Carrié se convierte en una odisea dolorosa de su propia historia, porque la historia y los personajes históricos son apropiación del pueblo haitiano, el cual maneja la historia real y las historias mitológicas como parte de su cultura y de su identidad.

Este artista escenifica las epopeyas de la esclavitud y de su liberación, y se inspira en las grandes celebraciones fund adoras de la nación de Haití, como lo fueron el Sermón del Bois-Caiman, obra mayor de Duval-Carrié que a través de su factura estética y visual mantiene la memoria histórica colectiva de su pueblo. Desde este punto de vista, se puede asociar su fuerza creativa a otros grandes maestros de América, como Siqueiros y Diego Rivera, cuyo compromiso se nutrió del heroísmo de su pueblo. Las circunstancias de la larga e inacabada transición democrática del pueblo haitiano, en el presente, sacudida por el trágico sismo del pasado 12 de enero, han encontrado siempre en sus artistas, escritores e intelectuales, los mayores y más eficientes embaj adores de su arte y su cultura. Poco sería decir que la novelística, la narrativa y la poética participan en esa fue rza y en ese genio de la identidad. Por esa razón, a pesar del gran olvido político y social de Occidente frente a dicha nación, su presencia en el mundo se ha mantenido con dignidad y les ha permitido sobrevivir, y resistir a los grandes avatares, gracias a escritores como Jacques Stephen Alexis, Jacques Roumain , René Deprestre, Gérald Alexis, Jean Metellus, Émile Olivier, Gerald Pierre-Charles, Suzy Castor; todos y todas, portadores de "la haitianidad" a través de sus obras, porque, por ejemplo, cuando se lee Los gobernadores del rocío (de Roumain), se adentra en la profundidad del campesinado haitiano y de sus dificultades de supervivencia frente a las amenazas de la tierra y los desafíos de la pobreza. A través de las obras literarias y teatrales, el médico neurocirujano haitianoJean Etellus, establecido en París, nos ha legado en su obra Anacaona la evocación mítica de esta metier, madre y ciudadana de Quisqueya. Hoy día, las nuevas generaciones llevan por el mundo sus aportes, para mantener a su pueblo de pie, como lo expresó el gran intelectual R ené D epestre.

Una musa recurrente Más allá de los artistas y pensadores haitianos, grandes voces del mundo como el poeta y dramaturgo de Martinica, Aimé Césaire, se inspiraron en la historia libertadora de Haití para escribir

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La tragedia del rey CristóbaL en 1963, llevada a los escenarios del mundo con un a representación excepcional en Cuba, en el año 1966, y más de cien en toda África, y en Europa en los años difíciles y complejos de las últimas descolonizaciones del siglo veinte. Esta tragedia pla ntea abiertamente a través de la historia de Haití, la dificultad para construir una nación libre y una cultura de igualdad entre los ciudadanos. Es una obra fundamental que escenifica la tentación del poder y de sus abusos. Gracias a Césaire, Haití se convierte en la metáfora histórica y política más importante de todo e! Caribe, y de los países en vía de desarrollo, pues a través de! observatorio histórico, e! poeta y a la vez diputado de Martinica, alerta sobre los riesgos de abrir o permitir nuevas dictaduras en e! Caribe y en e! mundo, una vez selladas la independencia y la descolonización.

Arte solidario H oy día, por todo el mundo se levantan manifestaciones de apoyo a los haitianos. En Washington, el Museo de Arte de las Américas continúa la exposición retrospectiva de H éctor Hyppolite. En el Museo de Montparnasse, en París, se expondrá hasta e! mes de noviembre la muestra "El último viaje de André Malraux a Haití", exhibición organizada y patrocinada para solidarizarse con el porvenir de dicho pueblo. Los autores de las nuevas generaciones como James Noel, R egisJunior, Louis Philippe Dalembert, J ean-Rene L emoine, Kettly Mars, Edwige Danticat, se movili za n en su entorno editorial de América y de Europa, participando en todas las citas y convocatorias que permiten llevar una voz y una palabra para m a ntener el interés y la solid aridad, y niveles de conciencia a mediano y largo plazo con su pueblo h aitia no. Hay que considerar que un pueblo que es el más pobre del hemisferio americano , difícilmente hubiese podido suscitar una respuesta tan amp li a en el mundo si no fuera por esos vasos comunicantes que sus intelectuales y creadores han desarrollado desde principios del siglo pasado, para indirectamente hacer de su arte y de su cu ltura un escudo de resistencia digna frente a la indiferencia y el olvido.

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Mujer con joyas, Emilcar Similien di! Simil (1984).

En Canadá, Francia, Estados Unidos de Norteamérica, Australia, Alemania, y grandes e importantes capitales y ciudades del mundo, se levantaron en un clamor de solidaridad y mensajes de espera nza por la refund ación de la República de H aití, y ese concierto humano, pocas veces visto en el pasado siglo xx, y a principios del siglo XX I, pudo concretarse con esa fuerza tan armónica y solidaria, porque la diáspora haitiana dispersa por el mundo nunca se ha desprendido de sus raíces y sus compromisos con su pueblo. Delia Blanco es doctora en Letras Clásicas y Antro-

pología de la Universidad de París IV Sorbonne. Es profesora de Lengua y Letras de nacionalidad fra ncesa, crítica de arte y literatura; consultora y consejera literaria del Centro Nacional del Libro de París (Francia). Presidenta directora de la Fundación Arte Nuevo París Caribe. Ensayista y poeta, ha participado en diversas antologías internacionales. Ejerce la crítica de arte y literatura en la prensa latinoamericana.


UN ABANICO DE IDEAS ~ éL DESARROLLO y LA EDUCAC V~~~ ION Dé LA SOCIEDAD DOMINICANA n

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CRONICA, FOTOGRAFICA Haití 2010 Tras la tragedia del 12 de enero de 2010, las cámaras fotográficas reconstruyeron el desastre para los ojos atónitos del mundo. Puerto Príncipe, devastada, un saldo de más de 200,000 víctimas, una cifra incalculable de damnificados. Las imágenes toman voz .


PRIMEROS INSTANTES ORLANDO RAMOS

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La destrucción, la desolación, la muerte . Los cuatro puntos cardinales repetían el panorama. Las voces clamaban por ayuda desde los escombros, el símbolo del poder estaba desarticulado. Los hogares eran a cielo abierto . Así fueron los primeros instantes.


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UN CANTO DE ESPERANZA ALINA VARGAS

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La fotógrafa recorrió Puerto Príncipe en busca de la esperanza. La encontró en niños y niñas , algunos asustados , otros con ganas de jugar. Todos preguntando por sus familiares que no veían. Las mujeres, sus madres, los proveían de alimentos. Sus voces cantaron la esperanza.


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RENACER DE LA VIDA MÁXIMO DEL CASTILLO

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Pronto fluyó la ayuda, Haití se levanta, piensa en grande y aguarda por el futuro, Lo recibido es cuidado con recelo, pero, tal como señaló Maire Pierre, todo conserva el color de una patria que renace ,


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Foto: Maurice Sรกnchez


Algo ha call1biado en la isla después del terrellloto: un testimonio

Rubén Silié Valdez

El terremoto, como todo fenómeno natural que impacta en una población, produce una infinidad de experiencias singulares, dadas las circunstancias disímiles en que cada persona afronta el hecho. Como fenómeno es algo ajeno a la cotidianidad de cada quien, que nos deja anonadados, por lo sorpresivo y desconcertante. Son fracciones de minuto que impactan con una fuerza tal que es capaz de hacernos cambiar ciertas facetas de nuestra vida. Es un estremecimiento que nos enfrenta al dolor propio y ajeno, capaz de modificar o hacer surgir sentimientos hacia el prójimo y hacia nosotros. Pero lo más sorprendente es que tiene hasta la virtud de cambiar de un solo golpe viejas mentalidades que residen en las estructuras superiores de los seres humanos y de las sociedades. En nuestro caso, el haber sobrevivido a los devastadores efectos del terremoto del 12 de enero ocurrido en Haití, nos colocó en breves minutos frente a una multitud golpeada, ensangrentada y empolvada por los derrumbes, que no cesaba de dar gracias a Dios por permitirle vivir. La mayoría, q ueriendo protegerse de los derrumbes y escombros, se alejaba de las edificaciones y, mientras lamentaba la pérdida de parientes o vecinos, huía del miedo sin dirección fija, pero con las manos en alto, en signo de oración.


En esos primeros momentos todos buscaban la forma de ayudar al vecino, sin detenerse a curar sus golpes o heridas; era como si todo el dolor que nos rodeaba hubiese impuesto ir en ayuda del otro. Aquello era una marejada humana que se movilizaba en las calles buscando concentrarse en espacios descampados donde juntarse para aliviarse y darse consuelo mutuamente. En nuestra embajada, lo primero que hicimos fue asegurarnos de que no habíamos tenido ninguna baja y, de inmediato, llamar a Santo Domingo para tranquilizar a los familiares y por su vía alertar de lo que ocurría a la Cancillería y otras autoridades. Luego salimos a la calle para ofrecer nuestra ayuda a los vecinos del hospital de niños que se había desplomado y del cual, minutos después, se seguían escuchando gritos desesperados que clamaban ayuda. Frente a la impotencia de poder socorrerlos, decidimos comunicarnos nuevamente con Santo Domingo para insistir en la necesidad de que se enviara ayuda lo antes posible, pero en esos afanes nos dimos cuenta de que las autoridades dominicanas ya habían reaccionado frente al hecho y se nos decía que el presidente Leonel Fernández insistía en comunicarse con nosotros para que se le informara de primera mano. Esa primera noche fue tensa y muy larga, pues no solamente estábamos rodeados de una neblina de polvo, sino que las plegarias de los barrios aledaños llegaban hasta nuestra sede acompañadas de los llantos de horror que se producían luego de las réplicas que continuaban estremeciendo el suelo haitiano. Mientras tanto, en la embajada se fue formando un campamento integrado por familias enteras que llegaban desesperadas por lo que habían dejado atrás, preocupadas por la falt a de noticias sobre familiares o allegados y preocupadas por el abandono de sus hogares y escasos bienes. La llegada de los dominicanos a la embajada nos fue ofreciendo un panorama más completo del impacto del fenómeno, pues los obstáculos que había en las calles nos impidieron salir a percatarnos por nosotros mismos. Todos llegaban con nuevas informaciones , pero completamos el panorama cuando uno de nuestros compatriotas llegó a la embajada caminando desde el centro de la ciudad donde había fotografiado la caída del Palacio Nacional y de otros edificios que encontró en su camino. Aunque el contacto telefónico con el presidente Fernández se produjo al día siguiente, a media mañana empezaron a llegar los helicópteros de las Fuerzas Armadas, con refuerzos militares y con la autorización de iniciar un puente aéreo que permitiera evacuar en primer lugar a los dominicanos que lo requirieran, fuese por su estado de salud o por otras razones que lo ameritaran. Como desde la noche del día 12 empezaron a llegar dominicanos residentes en Haití, desarrollamos una cadena oral difundiendo la disponibilidad de ocuparnos de nuestros connacionales que así lo requirieran.

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La conversación con el presidente nos reaseguró en cuanto al compromiso de la ayuda y nos hizo partícipes de la coordinación que ya el Gobierno había comenzado con la creación de un centro de apoyo logístico en la ciudad fronteriza de Jimaní. Por sus características editoriales, no será en este artículo donde haremos una descripción detallada de los momentos allí vividos, sobre todo en las dos primeras semanas, pues no solamente fueron muy aleccionadores en su sentido humano y moral, sino que incluso junto a los momentos de dolor se produjeron situaciones cargadas de hilaridad, pero, como he dicho, no es este el espacio adecuado para esos detalles.

Encuentro entre Fernández y Preval El día 13 de enero, junto a Carlos Castillo, recibimos una delegación encabezada por el ministro de las Fuerzas Armadas, mayor general Pedro Rafael Peña Antonio; el jefe del Ejército Nacional, mayor general Joaquín Virgilio Pérez Félix; los ministros de Obras Públicas, Víctor Díaz Rúa, y de Salud Pública, Bautista Rojas. También Félix Bautista, de la Oficina Supervisora de Obras del Estado, y Nicolás Calderón, director de Comedores Económicos. Después de hacer un corto recorrido por las calles de Petion Ville, partimos hacia las instalaciones de la Minustah, donde pudimos percatarnos de que ese cuerpo había perdido una buena parte del alto mando. Nos recibió el general Ricardo Toro, quien hizo una descripción de la situación y el estado del país hasta el momento de ese encuentro; además, discutimos los pormenores de cómo se coordinaría la ayuda dominicana. En esa reunión pudimos constatar la fortaleza del ser humano que es capaz de sufrir el dolor sin perder la templanza, pues el general Toro, que dirigió esa reunión con absoluta ecuanimidad y buen tino, al término de la misma se excusó de no poder seguir acompañándonos, debido a que se dirigiría al Hotel Montana para seguir participando en el rescate de su esposa que había perecido bajo los escombros del hotel. Cuando el 14 de enero se presentó el presidente Leonel Fernández en la sede de la Embajada Dominicana, acompañado de varios de sus ministros, habíamos preparado las cosas para ofrecer una rueda de prensa y sostener una reunión de trabajo con los honorables visitantes. El presidente, una vez en tierra, saludó al personal de la embajada, recorrió las instalaciones y, cuando nos sentamos a conversar, lo primero que preguntó fue por la suerte del presidente Rene Preval y la posibilidad de verlo. Es importante destacar de ese primer encuentro que, a pesar de lo impactado que estuvo al ver desde el aire los daños causados, entre otras cosas, el presidente nos dijo que al ver la respuesta del pueblo dominicano frente al dolor de los haitianos, estaba seguro que el terremoto iba a producir un terremoto en las relaciones con Haití. Hasta ese momento no habíamos visitado al presidente Preval, pues las informaciones sobre su paradero eran inciertas. Pero, frente

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al deseo del presidente Fernández de encontrarse con su homólogo haitiano, le expliqué que la única manera de encontrarlo era arriesgándonos a volar hasta el aeropuerto y desde allí llegar a la oficina que le servía de refugio a Preval y a su gobierno. Frente a las dubitaciones de su escolta, sin duda bien fundadas, se impuso el sentido de la solidaridad y la razón de Estado. Se pusieron en marcha los helicópteros y salimos rumbo al aeropuerto. Cuando llegamos, nos cruzó una jeepeta de la compañía Acero Estrella que el cónsul Carlos Castillo solicitó enfáticamente , yen ese vehículo llegamos a dicha oficina. Una vez allí, la emotividad se apoderó de ambos mandatarios, confundidos en un abrazo fraterno. Al comenzar la conversación, el visitante preguntó por las ne cesidades más inmediatas y con la mayor atención se conformó allí un plan de urgencias. Terminada prácticamente la visita, Prevalle pidió a Fernández si lo podía acompañar a una reunión en la sede de la Minustah, y, como ambos querían seguir juntos, salimos de inmediato hacia el lugar indicado. Para esos fines abordamos el vehículo prestado y bajo la conducción de Carlos Castillo montamos allí a ambos presidentes , a decir verdad, sin pensar mucho en las incomodidades de la escolta. Antes de llegar al lugar de la reunión encontramos un fuerte tráfico que nos impedía avanzar; cuando al final logramos continuar, nos dimos cuenta que el obstáculo eran los camiones y vehículos pesados de la República Dominicana que , desplegando sus banderas, entraban a la capital haitiana e n esos precisos momentos, por lo cual el p residente Preval pudo percatarse de que lo conversado minutos antes no era una promesa futura, sino un hecho. Al término de la reunión en la Minustah y regresando hacia el aeropuerto, nos encontramos con otra situación p arecida. Esta vez transitaba por la misma avenida una caravana de voluntarios de la Defensa Civil, con los camiones de ayuda humanitaria. Aunque la visita culminó con una despedida en el aeropuerto, se puede decir q ue con la misma se elevó lo que ya era una vieja y solidaria amistad entre los p residentes, pues hasta el último momento el presidente haitiano no salía de su emotivo asombro. El lugar que se nos asignó para instalar la base de operaciones fue la zona industrial de Puerto Príncipe, reconocida por sus siglas en francés como ZONAP!. Allí, las Fuerzas Armadas Dominicanas, junto a la Defensa Civil, los ministerios de Obras Públicas, Salud Pública, Comedores Económicos, entre otros, dieron un ejemplo de eficiencia y capacidad de respuesta rápida, pues en tan breve plazo instalaron un centro de acopio para la ayuda humanitaria, un hospital de campaña, y coordinaron con el Ministerio d e la Cuestión Fe menina de Haití la entrega de comida caliente en las calles.

De embajada a epicentro de ayuda A partir del tercer día, la embajada dominicana había modificado su agenda de trabajo para convertirse en un centro de coordinación para la canalización de la ayuda hacia Haití, y se trabajaba diariamente en las siguientes actividades: traslado de heridos y familias

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afectad as, recepción de delegaciones oficiales para actividades de cooperación , coordinación con otras delegaciones diplomáticas y de organismos internacionales, recepción de grupos de periodistas que no cesaron de llegar, apoyo a los organismos del Gobierno haitiano para comunicarse con e l exterior o para decidir viajes de contacto e n Santo Domingo. Dos d ías después, la visita del ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Morales Troncoso, y luego del vicepresidente de la República, Rafael Alburquerque, fueron muy importantes, pues ambos te nían la encomienda de dar seguimiento a los apoyos ofrecidos por el presidente Fernández. En cuanto al canciller, fue muy significativo, pues e l ingeniero Morales Troncoso había ordenado la remodelación de la residencia de la Embajada y ya los trabajos habían terminado, incluso se tenía como fecha de inauguración a principios de febrero. Al ver por el suelo el trabajo de acondicionamiento y puesta en valor de ese patrimonio nacional, el ministro no se amilanó y dijo que frente a esto teníamos que dar el ejemplo e iniciar los trabajos de reconstrucción lo antes posible. El hecho de que el centro de coordinación se encontrara en Jimaní agilizó el puente aéreo y la llegada de otras ayudas hasta Puerto Príncipe. Pero como el Gobierno dominicano había ofrecido sus instalaciones a otros países y organismos internacionales que quisieran enviar ayuda , eso intensificó el tráfico vehicular desde la frontera hacia la capital haitiana. De ese modo, la sede de la embajada se convirtió en un gran centro de coordinación logística, en el cual los miembros de la misión se entregaron en cuerpo y alma a ofrecer todo cuanto pudieron para que el país fuese visto como un ejemplo de solidaridad, pero además se llenó de militares que prestaban diversos servicios, de damnificados del te rremoto y de socorristas voluntarios. Podemos decir que hubo momentos en que llegaron a pernoctar en la sede cerca de cien personas. Desde la primera semana pudimos percatarnos de cómo, aun sin los servicios de los me dios de comunicación, se había difundido en Haití la noticia sobre la efectividad de la ayuda dominicana y las manifestaciones de he rmandad solidaria. Esto fue el comienzo de un cambio en la percepción de las relaciones insulares . Se puede decir que desde entonces predomina en Haití una percepción muy positiva de las relaciones insulares. Prácticamente todos los sectores sociales gubernamentales y privados de la República Dominicana se volcaron hacia Haití, y cada semana visitaban el país vecino buscando a sus p ares haitianos para ponerse a su disposición y coordinar la ayuda que estuviera a su alcance. Así fueron llegando los sectores de agricultura, salud, educación, come rcio, industria, universitario, cultura, obras públicas, biblioteca, juventud, comunicación, medio ambiente, en fin , que nadie se ha q uedado afuera. O sea que, sin darnos cuenta, los dos países asumieron unos niveles de coordinación de actividades impensables apenas dos semanas antes del terremoto, y es que ya estaba en curso el "te-

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rremoto en las relaciones binacionales" pronosticado semanas antes por Leonel Fernández. La intensidad de encuentros entre ambos países ha dado apertura a la creación de un clima de acercamiento y de confianza mutua que nos obliga a sistematizar dichas relaciones mediante un proceso de institucionalización que favorezca un mejor gerencia de esas relaciones. La reacción de las autoridades haitianas frente a la catástrofe fue de crecerse frente a la crisis. Entendieron que era imposible iniciar un simple proceso de reconstrucción, pues en ese caso la meta llevaría la nación a los estados de pobreza en que se encontraba antes del 12 de enero.

La isla del después Se habla de refundar Haití para indicar que de los escombros debe surgir un nuevo país que no solamente exhiba nuevas edificaciones, sino una sociedad institucionalmente transformada, con una nueva visión del desarrollo, un país descentralizado y desconcentrado, con un tejido social más compacto y mucho más integrado en los espacios regionales y subregionales. De lado dominicano y como decíamos al comienzo, el impacto del terremoto ha contribuido a cambiar mentalidades ancladas en el pasado de la historia insular que dificultaban asumir las relaciones binacionales en forma dinámica y con una visión de cambio que mirara hacia un futuro de paz y estabilidad social. Observar a los equipos gubernamentales que han estado trabajando en la coordinación de la ayuda humanitaria, o en la formulación de la propuesta de un nuevo plan de desarrollo para Haití, o coordinando posiciones conjuntas para participar en organismos internacionales, o dialogando sobre la necesidad de trabajar en una mejor y mayor institucionalización de los pasos de frontera; proponiendo la superación de obstáculos al comercio interfronterizo, discutiendo acerca del desarrollo de la educación superior en Haití o trabajando en la roturación de miles de hectáreas en preparación de la temporada de lluvias, ver el carnaval dominicano abriendo su desfile con un homenaje a las víctimas del terremoto, entre otras líneas de acción. Entonces podemos decir que algo ha cambiado en la isla después del terremoto. Rubén Silié Valdez es el embajador dominicano en Haití. Sociólogo egresado de la UASD , de la cual fue vicerrector académico, y máster en Historia de la Economía y en Ciencias del Desarrollo de la Universidad de París. Entre sus más de 13 publicaciones se distinguen las investigaciones bilate rales entre la República Dominicana y Haití

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