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Énfasis

La herencia de la afrodescendencia El término diáspora africana no se aplica solamente a los africanos que han emigrado de su continente a otro en búsqueda de educación, trabajo o mejor calidad y nivel de vida, sino también al movimiento de los africanos y su descendencia en todo el mundo, particularmente el continente americano, a través de la ruta del esclavo del Atlántico. El colonialismo que se dio en América Latina, compuesto por descendencia europea, indígena y africana, fue diferente en el Caribe. En las islas, los nativos aborígenes desaparecieron y la historia, la cultura y los valores del africano, específicamente del esclavo, predominaron, al revés del resto de América Latina (a excepción de Brasil), donde los aborígenes son una parte central de la sociedad y los negros no jugaron un papel tan clave en su conformación. A pesar de que en la región se desalienta la identificación como afrocaribeño, en Global hemos decidido examinar los aportes de las culturas africanas. En coordinación con los organizadores del Congreso Internacional Presencia de África en el Caribe, las Antillas y Estados Unidos, dedicamos nuestra tripleta a explorar el brote extraordinario de patrimonio cultural y social que nuestra subregión hereda de África. Contamos con un texto de la antropóloga Delia Blanco, quien nos relata el reconocimiento formal de la afrodescendencia y el mestizaje por parte de los artistas e intelectuales del Caribe; otro texto de Jean-Louis Joubert sobre la obra del ganador del Premio Renaudot, Edouard Glissant, literato de Martinica y gran pilar de la diversidad cultural, que murió en febrero de este año dejando una impronta por su combate contra la intolerancia y la exaltación del mestizaje cultural del Caribe. Por último, tenemos un texto de Jean Métellus, quien nos envuelve en su descubrimiento personal de los orígenes de la cultura caribeña, específicamente de Haití –donde nació– e invita a hacer nuestro propio hallazgo para encontrar la gran herencia que hay en cada uno de nosotros. Para completar el bloque, Delia Blanco entrevista al sociólogo e historiador de la afrodescendencia Franklin Franco. En otras miradas temáticas, contamos con un estudio de Basilio Belliard sobre los retos del libro ante las tecnologías de información y comunicación; Félix Manuel Lora nos pone al día con los avances de la filmografía dominicana; un estudio comparativo y hemerocrítico de la cobertura de tres periódicos nacionales sobre los hechos de 1971-1972 de la nefasta Banda Colorá, por Laura Rojas; Guillermo van der Linde y Rosa Ruiz nos presentan la investigación donde analizan la actividad emprendedora en la República Dominicana. Cerramos la serie de artículos de Néstor Medrano sobre Juan Bosch y la literatura, y comenzamos una serie de escritos de Robert Castel, sociólogo y director de estudios en la École des hautes études en sciences sociales de París, quien ha realizado grandes contribuciones a la sociología moderna y se destaca por su idea de la ciudadanía social. ¡Disfruten! Carlos Dore Cabral


CONTENIDO Presidente-Fundador Leonel Fernández Reyna Director Carlos Dore Cabral Editora Elvira Lora Director de arte Carlos Reyes Asistente editorial Alejandro Castelli Asistente editorial junior Patricia Dore Castillo Corrección de estilo Yolanda Soler Clara Dobarro Maquetación Javier Reyes Publicidad Elaine Hernández Distribución y suscripciones Arsenia Miranda Global, editada por Funglode, es una revista bimestral de naturaleza multidisciplinaria, que canaliza las reflexiones de la entidad y de la sociedad, buscando elevar la calidad del debate. Está prohibida su venta o reproducción total o parcial sin la autorización de sus editores. Permiso de la Secretaría de Estado de Interior y Policía número 3213 ISSN 1813-3991 Fundación Global Democracia y Desarrollo Calle Capitán Eugenio de Marchena 26 La Esperilla Santo Domingo República Dominicana Teléfono: 809-685-9966 revistaglobal@funglode.org www.funglode.org Portada Foto: Fernando Santos y Víctor Nicolás Modelo: Ana Vásquez Maquillaje: Richard Vásquez Impresión Serigraf

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La actividad emprendedora en la República Dominicana: ¿un asunto de oportunidad o de necesidad? Guillermo van der Linde y Rosa Ruiz A partir del contexto socioeconómico, se analizan los factores que motivan emprendimientos en el país. La investigación revela que las empresas nuevas surgen más por necesidad que por oportunidad, debido en parte a la crisis financiera. Esta naturaleza hace que utilicen poco o nada las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

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La cinematografía joven en la República Dominicana Félix Manuel Lora La cinematografía dominicana es joven si se compara con el desarrollo alcanzado por otros países latinoamericanos que han estructurado una firme línea estilística y conceptual a base del mantenimiento de una constante en su producción industrial. No obstante, la existencia de una nueva generación de cineastas dominicanos está marcando un camino de progreso pausado.

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Entrevista a Franklin Franco Delia Blanco El primer investigador que publicó un estudio sobre la pertinencia, presencia y esencia de África se confiesa. Como defensor de la africanidad, su discurso no está plagado de dudas, sino de esperanzas en que la República Dominicana pueda desligarse de las ideas pesimistas de que al ser un país de mulatos no alcance el nivel de desarrollo esperado.

Fe de errata La revista Global se disculpa ante el error sin intención cometido en el artículo “Economía solidaria”, publicada en el número anterior a esta edición, del colaborador Marco Coscione. Debió publicarse: Una moneda única latinoamericana, creada para responder a ciertos intereses que no sean los mismos que defiende por ejemplo el euro, podría ser un excelente vector del desarrollo latinoamericano desde Latinoamérica. Esa moneda ya existe.


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Balaguer, La Banda Colorá y la prensa Laura Rojas Los doce años de Balaguer (1966-1978) fue un período caracterizado por la represión ejercida en todos los ámbitos de la vida pública dominicana. Para postergarse en el poder, Joaquín Balaguer desarrolló estrategias entre las cuales están la que le permitió reproducir modelos de clientelismo mediático. La situación logró que los desmanes contra la población de una fuerza paramilitar, bautizada como La Banda Colorá, obtuviera diferentes tipos de cobertura de acuerdo a un estudio hemerocrítico.

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La ciudadanía social amenazada Robert Castel Un ciudadano pleno no es sólo aquel que puede acudir a las urnas. Hay condiciones sociales que se deben tener, incluso por derecho, como es el empleo remunerado y digno, que le permita participar de la sociedad. En los albores del siglo XXI la ciudadanía democrática es una quimera debido a las carencias sociales de la sociedad de post Segunda Guerra Mundial.

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Juan Bosch: dualidad indivisible Néstor Medrano En Juan Bosch existe una condición indivisible que lo identifica y lo proyecta como una de las figuras emblemáticas de la literatura hispanoamericana y uno de los forjadores más importantes de la democracia dominicana. Su memoria histórica debe ser más difundida en las nuevas generaciones. El autor de la Nochebuena de Encarnación Mendoza veía la política como el vínculo necesario del cumplimiento de su sentir social, manifestado en sus creaciones literarias.

Informe Especial El libro en la era global Basilio Belliard El autor estudia la evolución histórica del libro y la lectura, sus desafíos y transformaciones ante las nuevas tecnologías informativas. Asimismo, vislumbra una coexistencia entre el libro impreso y el libro digital. Aborda los retos que afronta el libro en la era global, en una pugna entre tradición y cambios transformadores.

África despierta: herencia, descendientes, clamor y sueños

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Ética y estética de África en el Caribe Delia Blanco El Caribe, más que una región geopolítica, es un espacio de creación y de planteamientos filosóficos sobre la tolerancia, la diversidad lingüística, la convivencia, las convergencias y las divergencias del pensamiento humano contemporáneo, a través de sus historias y más allá de la sociedad esclavista. El Caribe sigue siendo el mayor territorio de cohabitación humana donde se integran todas las culturas en una dinámica de mestizajes, de fusiones y de sincretismo que proporciona una fuerza de creatividad única y excepcional, pero también una experiencia humana planetaria exclusiva.

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La obra novelística de Edouard Glissant Jean-Louis Joubert Al analizar la novelística del escritor martiniqueño queda en evidencia su mensaje sobre la identidad del Caribe en su concepto de la creolisación, y del llamado que hizo al mestizaje como proceso constructor y renovador de una región que se integre al mundo y desarrolle toda su diversidad. Esta narrativa es un instrumento fundamental de reflexión, sobre todo los planteamientos con los que en el presente se construye la diversidad y la convivencia en un mundo global.

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Afrodescendencia, un nuevo humanismo Jean Métellus Este es un testimonio hondo que clama por el perdón entre los mundos, asume la defensa de la descendencia de esclavos víctimas de la trata negrera, proponiendo recordar y mantener en la memoria no solo a los esclavos, sino también a los taínos. Clama por un despertar para que las nuevas generaciones interactúen más con África, ahora que todo es más cercano gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

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Guillermo van der Linde y Rosa Ruiz

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La actividad emprendedora en la República Dominicana: ¿un asunto de oportunidad o de necesidad? A partir del contexto socioeconómico, se analizan los factores que motivan emprendimientos en el país. La investigación revela que las empresas nuevas surgen más por necesidad que por oportunidad, debido en parte a la crisis financiera. Esta naturaleza hace que utilicen poco o nada las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. No obstante, se revela que los emprendimientos por necesidad son una herramienta increíblemente eficiente para mitigar las altas tasas de desempleo, no solo en esta nación, también en toda América Latina.

Ilustración: Javier Reyes

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a República Dominicana, ubicada 60% del total de los ingresos en moneda extranjera que percibe el país. en el centro de las Antillas Mayores, en el mar Caribe, ocupa las dos terEl principal socio comercial de la República ceras partes de la isla de La EspañoDominicana es Estados Unidos de Norteamérica. la, compartida territorialmente con la República Como consecuencia de esta relación, y junto con otros países de Centroamérica, la República Dode Haití. La extensión geográfica dominicana es de aproximadamente 48,000 kilómetros cuaminicana es signataria del tratado de libre comerdrados, caracterizada por tierras aptas para la cio dr‑cafta. En función de este acuerdo, existía agricultura y la ganadería, así como por espacios naturales destinados a parques nacionales. La población dominicana es de 9,650,054 habitantes, según la proyección que en julio de 2009 realizó la Oficina Nacional de Estadística, en función del último censo nacional realizado en 2002. Esta población se compone de un 33% de personas con edades expectación sobre un repunte de las exportaciones hacia Norteamérica. Sin embargo, se puede comprendidas entre 1 y 14 años, un 62% entre 15 y 64 años, mientras que solo un 5% de la afirmar que los resultados de las exportaciones no población total tiene más de 65 años. La edad han sido los esperados, dado que se evidencia un media de la población es de 23.88 años. La esdescenso del volumen de exportaciones, tomando como referencia el período 2004-2008. peranza de vida se estima en 73.7 años, en tanto que la tasa de crecimiento poblacional proyectaTal como se señaló, durante el período 2004da es de un 1.23%. 2008 el volumen de las importaciones ha crecido de manera considerable, mientras que las En cuanto a su producto interno bruto ( pib), es exportaciones han experimentado un descenso uno de los que presenta mayor crecimiento en los últimos 20 años en comparación con el resto de significativo. Con relación al análisis de las condiciones del los países latinoamericanos. Esta tendencia de crecimiento sostenido del entorno que rodeaban al emprendedor dominicano durante 2009, y en función de la opinión pib ha experimentado una reversión durante de los expertos abordados en la encuesta sobre los tres últimos años (2007, 2008 y 2009). En 2007 el crecimiento del pib fue de 8.55%, y en actividad emprendedora realizada por el Global 2009 descendió a 3.5%. No obstante, el pib per Entrepreneurship Monitor (gem) en la República cápita se ha mantenido en ascenso durante ese Dominicana, en su versión de ese año, cabe resalperíodo. tar que el acceso a la infraestructura física ha sido En cuanto a la actividad comercial, los principales bienes de exporMotivación para la creación de iniciativas emprendedoras tación de la República Dominicana 1 (República Dominicana, 2009) son las partes y componentes electrónicos, los productos derivados de Motivo de su creación Naciente (SU) Nueva (BB) TEA: SU+BB la manufactura textil, el níquel y el Oportunidad pura 30.4 33.3 31.7 oro, así como diversos bienes agríOportunidad en parte 36.0 32.3 34.1 colas. Al examinar la dimensión coNecesidad 33.6 34.4 34.2 mercial concerniente a la prestación Total 100 100 100 de servicios, el turismo constituye la Fuente: aps gem- rd 2009. principal actividad y representa el

La tasa total de actividad emprendedora en la República Dominicana fue de 17.5%

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tos aspectos del comportamiento del emprendedor. De esta forma, el análisis de las variables del proyecto se aglutina en el siguiente modelo, mostrado en el cuadro número Aprovechamiento neto de uno. una unidad de negocio En esta se presentan las cifras Motivaciones relativas a los diversos motivos secundarias: • Ánimo de lucro que los emprendedores dominicaMotivación primordial Necesidad de crear su • Ganar independencia para comenzar una propio puesto de trabajo • Mantener nivel de nos califican como impulsos de sus actividad frente a la falta de otras ingresos iniciativas en 2009, consideranemprendedora alternativas laborales • Otras situaciones (relevo generacional do edades comprendidas entre los en empresas 18 y los 64 años. Además, se disfamiliares, vocación, Otros motivos y cambios...) tingue entre las que están en fase situaciones intermedias entre las dos anteriores naciente o de carácter nuevo. En tanto, en la casilla indicada como Fuente: Proyecto . TEA:SU+BB, se consolidan ambos tipos de iniciativas emprendedoras, la condición mejor valorada. En segundo lugar, las correspondientes a la fase naciente o incipiente la mejor ponderación la obtiene la infraestructura y las de carácter nuevo. comercial y profesional, mientras que la apertura Los resultados de la tabla número uno permidel mercado interno ocupa una tercera posición ten ver que, del total de la actividad emprendedora en cuanto a valoraciones favorables. dominicana en 2009, el 31.7% atribuye la razón de emprender al hecho de haber encontrado una Continuando con las condiciones del entorno, oportunidad pura. Mientras, el 34.1% obedece a y según la valoración de los expertos encuestados por el gem, la variable peor considerada ha sido motivos mezclados de oportunidad y de necesidad. la educación básica y secundaria, en relación con Finalmente, el 34.2% de los emprendedores declafactores tales como la estimulación y la preparara que desarrolla una actividad emprendedora en ción adecuada de los individuos y su espíritu emfunción de una necesidad. A partir de estos datos, prendedor. Obtiene también una baja ponderación y realizando comparaciones con los motivos exprepor los expertos la transferencia de conocimientos sados por los emprendedores dominicanos en otros e I+D, sobre todo la transmisión de conocimientos períodos (específicamente en los años comprendidesde las universidades y centros de investigación dos entre 2007 y 2009), se puede apreciar cómo ha a las empresas. Otra condición pobremente valoevolucionado la relación entre las motivaciones y la rada ha sido el acceso a las nuevas tecnologías y, en creación de iniciativas emprendedoras. En el gráfico dos se puede apreciar cómo destercer lugar, los programas gubernamentales como de 2007 hasta 2009 la oportunidad como motivo apoyo a la actividad emprendedora. puro se ha reducido de manera paulatina, coinSobre la actividad emprendedora cidiendo con el surgimiento y apogeo de la crisis La tasa total de actividad emprendedora de la mundial, la cual contribuyó, entre otras dimenRepública Dominicana durante 2009 fue de un siones, a que se generara una disminución de las 17.5%. Detrás de cada iniciativa emprendedora exportaciones. Contrariamente, la motivación por necesidad durante ese período se mantiene existe algún tipo de motivación que la impulsa. A partir de esta presunción, así como de la consideconstante en los tres años. ración de facetas del emprendedor ampliamente En la tabla número dos se puede observar cómo el porcentaje de las iniciativas emprendeanalizadas y definidas en la teoría, la encuesta sodoras cuyo motivo esencial de surgimiento ha bre actividad emprendedora del gem evalúa cier-

MODELO SOBRE MOTIVACIÓN PARA COMENZAR 1 UNA ACTIVIDAD EMPRENDEDORA

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sido el aprovechamiento de una MOTIVACIÓN PARA LA CREACIÓN DE INICIATIVAS EMPRENDEDORAS 2 oportunidad presentan una mayor A TRAVÉS DEL TIEMPO (REPÚBLICA DOMINICANA, 2007-2009) utilización de nuevas tecnologías, La oportunidad es el motivo puro contrariamente a aquellas cuyo La oportunidad es el motivo parcial motivo es la necesidad. ConsecuenLa necesidad es el motivo principal temente, esta condición valida los 50 % postulados expresados por teóricos sobre la calidad de la actividad emprendedora, en cuanto a que un 37.5 % mayor uso de las nuevas tecnologías podría incidir en un mayor aporte al desarrollo económico del país. 25 % Otro factor considerado como un eje fundamental, en cuanto a los aportes al desarrollo económico 12.5 % realizados por el emprendimiento, es la generación de empleo. En tal sentido, se puede apreciar en la ta0 2007 2008 2009 bla número tres que las iniciativas Fuente: - 2007, 2008, 2009 motivadas por el aprovechamiento de alguna oportunidad presentan mayores proyecciones de crecimiento en el número total de empleados esperacapital financiero cuantioso o estable, ni de las capacidades empresariales necesarias. Esta situación dos que aquellas que emergen como consecuencia genera ingresos de subsistencia y coarta la posibilide una necesidad. dad efectiva de crear riqueza, por lo menos de una forma económicamente sostenible. Perspectivas de política pública El tipo de iniciativa que desarrollan los emprenAl contrario, se observa que aquellos nuevos emprendedores cuya motivación es el aprovededores depende de la motivación original de los chamiento de una oportunidad de negocios, y fundadores para emprender. A su vez, el tipo de que posteriormente logran implantarla, son ininiciativa determina el aporte que realiza la acdividuos que han alcanzado niveles educativos tividad emprendedora al desarrollo. A pesar de que no existen abundantes investigaciones que se superiores con relación a los emprendedores que enfoquen en este aspecto del emprendimiento, sí comienzan por motivos de necesidad. Además, los emprendedores por oportunidad manifiestan se dispone de evidencia complementaria sobre la expectativas de crecimiento mayores y más uso incidencia y relación entre el refuerzo del desarrollo de un país y la generación de riqueza de la de las nuevas tecnologías. actividad emprendedora comenzada por emprenEn otras palabras, los mayores aportes al dededores cuyo motivo es la oportunidad. sarrollo económico de un país realizados desde el Como consecuencia, se puede afirmar que los emprendimiento se logran de acuerdo al siguiente emprendedores que comienzan su actividad por proceso: inicialmente, el emprendedor es capaz necesidad lo hacen para desarrollar algún negocio de detectar una auténtica oportunidad de negocio como alternativa ante la condición de desempleo. en el mercado, que de una u otra forma no ha Así, el emprendimiento realizado bajo una motisido detectada por potenciales competidores. vación por necesidad se desarrolla, en su mayoría, Una vez que se ha encontrado la oportunisin que se posean las competencias organizaciodad de negocio, y como consecuencia de poseer nales requeridas, así como tampoco se dispone de las competencias organizacionales necesarias, APS GEM RD

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Motivación para la creación de iniciativas emprendedoras y el uso de nuevas tecnologías (República Dominicana, 2009) No indicación de uso de nueva tecnologia

Indicación de uso de nueva tecnología

Oportunidad

87.4%

12.6%

Necesidad

95.8%

4.2%

Motivo de su creación

Fuente: aps gem- rd 2009.

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Motivación para la creación de iniciativas emprendedoras y las expectativas del número de empleados esperados

Motivo de su creación

Ninguno

De 1 a 5

De 6 a 19

20 o más

Oportunidad

87.4%

12.6%

23.6%

9.1%

Necesidad

95.8%

4.2%

20.8%

5.7%

Fuente: aps gem- rd 2009.

el emprendedor advierte la posibilidad de aprovecharla de manera apropiada, teniendo más posibilidades de lograr sus objetivos, dadas sus competencias y habilidades personales, de forma que concreta un negocio formal con perspectivas superiores de desarrollo, evidenciadas en su capacidad para forjar nuevos empleos, factor fundamental en el aporte al desarrollo económico de los países. Los planteamientos anteriores no descartan de ninguna forma los aportes de las iniciativas emprendedoras surgidas por motivos de necesidad a la mejoría de las condiciones de vida de nuestros pueblos latinoamericanos. Los emprendimientos por necesidad son una herramienta eficiente para mitigar las altas tasas de desempleo que existen en la mayoría de nuestros países, aunque su aporte al desarrollo es menor que el generado por las iniciativas motivadas por la visualización de una oportunidad que ofrece el mercado. En efecto, el hecho de que el emprendimiento por necesidad sea una herramienta efectiva para paliar el desempleo confirma el hecho de que debería ser más apoyado, con la finalidad de convertirlo en emprendimiento que ciertamente genere desarrollo sostenible, no puntual y esporádico. Lo expuesto llama la atención hacia un mayor apoyo financiero y logístico de parte de las auto-

ridades nacionales al ecosistema dominicano de emprendimiento, conformado por una red de instituciones publicas y privadas que apoya las iniciativas emprendedoras. Este ecosistema nacional está compuesto por el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, el Consejo Nacional de Competitividad, la Red de Inversionistas Ángeles, Emprende (incubadora de empresas con uso de tecnologías), Proincube (incubadora de empresas de negocios tradicionales), el Centro de Exportación e Inversión de las Importaciones (cei-rd), además de seis universidades nacionales.

Guillermo van der Linde es consultor especializado en planificación estratégica, análisis estratégico de costos y desarrollo de nuevos negocios. Recibió su grado en bse Industrial en la Western Michigan University en 1968, su magíster en Administración de Empresas en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra ( pucmm) en 1985. Es acreedor del diploma de candidato a doctor en Gestión de la Educación de la Universidad de Murcia (España) 2006. Se ha desempeñado como decano, director de grado y maestrías en el área de gestión de empresas de la pucmm. Rosa Ysabel Alcántara es licenciada en Contabilidad por la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1997. En 2006 terminó su maestría en Administración Estratégica en la pucmm y cursa un mba en Administración, Organización y Dirección de Empresas en la Universidad Camilo José Cela. Pertenece al grupo de profesores a tiempo completo de la pucmm. Actualmente realiza un doctorado en Economía y Empresa en la Universidad Pontificia Comillas, de Madrid.

Bibliografia Global Entrepreneurship Monitor Dominican R epublic, National Experts Survey [Encuesta nacional de expertos], 2007, 2008 y 2009. — Adult Population Survey [Encuesta a la población adulta], 2009.

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Félix Manuel Lora

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La cinematografía joven en la República Dominicana La cinematografía dominicana es joven si se compara con el desarrollo alcanzado por otros países latinoamericanos que han podido estructurar una firme línea estilística y conceptual a base del mantenimiento de una constante en su producción industrial. No obstante, la existencia de una nueva generación de cineastas dominicanos está marcando un camino de progreso pausado, aunque con la seguridad de que en pocos años estaremos ante la creación de una importante filmografía con identidad nacional.

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Foto: dreamstime.com. Ilustración gráfica: Javier Reyes


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na vez el cineasta cubano Julio García Espinosa expresó: “Un país sin imágenes, sin cine, es un país invisible”. Esta frase sugiere, sin lugar a dudas, una profunda reflexión por la importancia que tiene el audiovisual en nuestros tiempos y el mantenimiento de su desarrollo para crear esa herencia cultural y colectiva que una nación necesita. La República Dominicana, un país colocado “en el mismo trayecto del sol” –como señaló nuestro poeta nacional, Pedro Mir–, ha tenido un particular desarrollo en su filmografía que podemos afirmar que “la nuestra”, se debe analizar con otras medidas y nuevas nomenclaturas para poder entender los desafíos que ha tenido que enfrentar. Si tomamos La leyenda de Nuestra Señora de la Altagracia, de 1923, realizada por un profesional de la fotografía y cultor de la imagen como el dominicano Francisco Palau, podemos afirmar que, desde esta primera etapa, el cine nacional tiene casi noventa años de existencia.

minicano, de un producto que sigue caminando por las rutas trazadas por cada realizador, pero sin revelar aún los mecanismos esenciales para captar esa idiosincrasia antillana que permita un entendimiento interno y externo del proceso que desarrollamos.

La tiranía cortó los intentos de hacer cine El país es prácticamente joven en materia de producción cinematográfica de ficción, puesto que también la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo coartó totalmente este impulso. No fue sino hasta la desaparición física del tirano, en 1961, cuando se inauguró, con la producción de La silla de Franklin Domínguez, lo que se puede considerar como la segunda etapa de nuestra historia cinematográfica. El filme de Domínguez intentó producir un comienzo valiente de la filmografía dominicana, sosteniéndose en un libreto de su autoría en el cual relata un asunto dominicano pero mundialmente conocido: el régimen dictatorial de Rafael Leonidas Trujillo, que gobernó el país durante 31 años. El profesor José Luís Sáez señala en su libro Historia de un sueño importado que la primera exhibición de este filme se realizó en el Teatro Colón de la ciudad de Santiago de los Caballeros y que luego se desplegó una campaña antes de su estreno en el Teatro Elite de la capital, el día 9 de febrero de 1963, en una función especial y que se exhibió varios días después en el Teatro Leonor. En el proyecto sólo actuó Camilo Carrau, con Clark Johnson en la dirección fotográfica; Phil Macy, en el sonido, e Israel Ortiz en la edición. Después de Domínguez, varios fueron los arriesgados realizadores que se embarcaron en la odisea de hacer cine en el país, cayendo en las trampas del oficio. Luego otros cineastas prosiguieron con ansias diferentes y nuevas preocupaciones por avanzar en nuestra incipiente filmografía. Agliberto Meléndez con Un pasaje de ida (1988); Alfonso Rodríguez con Tráfico de niños (1988), Un macho de mujer (2006) y Yuniol (2007); Ángel Muñiz con Nueba Yol I (1995), Nueba Yol II (1997) y Perico

La silla, de Franklin Domínguez, intentó producir un comienzo valiente en la filmografía dominicana Sin embargo, esta iniciativa no produjo la chispa suficiente para estimular otras dentro del desconocido campo cinematográfico. Las causas podrían estar en la pobre interpretación hacia el conjunto de dinámicas que envuelven el engranaje de un vehículo poderoso que ayuda a canalizar los criterios comunes de visión y estatus cultural entre los habitantes de una nación. La República Dominicana es uno de esos países que entre los vaivenes de una incipiente industria fílmica y los esfuerzos por lograr algo digno en términos de su capacidad productiva y creativa, no ha podido utilizar el medio cinematográfico para explorar los volúmenes culturales de su historia. Todos los intentos fílmicos desarrollados en el país han demostrado la existencia de un cine do-

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ripiao (2003); Pericles Mejía con Cuatro hombres y un ataúd (1997); Radel Villalona con Para vivir o morir (1996). También el periodista Jimmy Sierra, experimentado profesional del audiovisual, asumió el riesgo fílmico con su película Lilis (2005) sobre la vida del presidente dominicano Ulises Heureaux y con el thriller en El caballero de la medianoche (2008). Elías Acosta continuó en el camino de propuestas de largometrajes con los títulos Los inmortales (2005), Código 666 (2006), basado en la novela escrita por Ángel Lockward inspirada en el caso del asesinato del niño Llenas Aybar, y Room Mate, filme aún no concluido. José Enrique Pintor con sus tres largometrajes: La cárcel de La Victoria (2004), Sanky Panky (2007) y Santicló: la vaina de la Navidad (2008), logró propuestas tendentes a la maduración del cine nacional, junto a las aportaciones del cineasta Archie López que ofreció, en el tono de la comedia, productos rentables como Mi novia está de madre (2007), Cristiano de la secreta (2009) y Lotomán (2011).

Una nueva generación avanza Después de los aportes de un grupo de veteranos cineastas, una nueva generación se perfila como una garantía para asumir los compromisos necesarios de propuestas y alternativas del cine dominicano. Luego de pasar por el mercado de los videoclips, Miguel Vásquez realizó Éxito por intercambio (2003), un relato sobre una pueblerina que llega a la ciudad a probar suerte como cantante. Este filme del joven realizador presentó una alternativa dentro de nuestro medio, intentando demostrar la calidad de un cine popular sin pretensiones y sin ánimos de competir con los estándares internacionales. Otro realizador que ha actuado como catalizador para seguir la ruta del cine dominicano es Roger Bencosme, quien ofreció en Andrea (2005) la más arriesgada apuesta de género, tomando las estructuras del cine de terror y trasladando sus motivaciones al contexto dominicano. Pero la sorpresa vino de un joven de apenas 20 años que tiene la correcta visión de que se puede hacer cine con una economía de recursos y con mucho talento y disposición. José María 12

Tres al rescate, de los hermanos Morillo, plantea un nuevo rumbo: el animado. Imágen cedida por Antena Latina Films/ Raycast.

Cabral asoma la cabeza en la industria local con Excexos (2008), una cinta modesta sobre un joven de clase media alta que se ve involucrado en un torbellino existencial producto de las drogas, el alcohol y la vida desenfrenada. Cabral, después de otros experimentos con la modalidad del cortometraje, termina de rodar Jaque Mate (2011), su segundo largometraje que se enfrasca en el género del thriller de acción. Otro ejemplo es el joven dominicano Hiram Martínez, elogiado por su ópera prima, Four Death Batteries (2006), quien entró en su segundo proyecto basado en la novela del escritor dominicano Arturo Emilio Ureña, titulado El brazo. José García, un joven realizador que posee una filmografía en el área del cortometraje, ha experimentado los bemoles del género del largo de ficción con un filme titulado Un cristiano de la secreta (2005); versión que fue reformulada en el 2009 por el realizador Archie López en codirección con el propio García. Juan Carlos Soñé también completó su ópera prima titulada Tu peor pesadilla (2006), aún no estrenada en los circuitos comerciales de exhibición. Otro aventajado realizador es Víctor Ma-


Jean Gentil, de Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas, construye un panorama de nuestra realidad. Imágen cedida por Israel Cárdenas.

nuel Ramírez quien comenzó en 1997 con los cortometrajes; realizó en 2006 Espejismo, su primer largometraje de ficción. Un interesante hito histórico en nuestra cinematografía vino cuando Jorge y Luís Morillo realizaron, hace varios años, un cortometraje animado de ocho minutos titulado 3 para banquete donde narraban la historia de un chivo, un pollo y un cerdo que, tras la sospecha de convertirse en los platos para la cena de Nochebuena, se escapan de la granja donde se encontraban para emprender una aventura en el exterior. Esta semilla más adelante germinó en las cabezas de estos dos hermanos y junto a otros compañeros de faena resolvieron extenderla, convirtiéndose hoy en los pioneros del largo animado en el país con el producto titulado Tres al rescate (2011), que representa la introducción dentro del mercado local de la animación. Aparte de los productos fílmicos realizados, en los cuales la comedia es el principal plato, le han dado a la animación el impulso necesario para convertirse en un género ampliamente explotado, su bajo costo con relación a una película de fic-

ción con personajes reales la hace factible. Quizás el caso contrario es el largo tiempo que conlleva su desarrollo como proyecto fílmico.

Dos realizadoras y un excelente camino Frente a todo este panorama surgen dos realizadoras dominicanas que han aportado las dos creaciones cinematográficas más importantes de los últimos diez años. Laura Amelia Guzmán, con Jean Gentil (2011), y Leticia Tonos, con La hija natural (2011), han marcado una nueva ruta en el cinema dominicano. Guzmán le debe su formación en el área del audiovisual a sus estudios en Altos de Chavón, donde cursó artes plásticas y fotografía. Después de dedicarse a la fotografía, asistió a la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba, especializándose también, en fotografía. Durante ese período, se encargó de la fotografía de varios cortometrajes y documentales. Junto a su compañero Israel Cárdenas realizó su primer filme titulado Cochochi (2007) y Jean Gentil (2010). 13


Este último trabajo aparece en un momento crucial en nuestra evolución cinematográfica que, apartándose de la comercialidad simplista que han caracterizado a muchas películas dominicanas, muestra un discurso que promueve una aproximación a nuestras raíces y a la expresión social de seres humanos que compartimos la isla. Con Tonos, la aproximación de desarrollar un cine con fuerte raíces de identidad nacional viene bajo una lupa similar a la óptica de Guzmán. Leticia posee una maestría en Comunicación de la Universidad Internacional de Andalucía y un diploma en Cinematografía de The London Film School. Comienza como asistente de producción de la compañía Chea Films. Luego trabaja en la producción de anuncios y largometrajes a nivel nacional e internacional. La hija natural (2010) se convierte en su primera producción de largometraje donde revela su inquietud por la exploración de las convicciones mágico-religiosas presentes en nuestra actividad e idiosincrasia cultural.

Espacios de formación A la Escuela de Cine de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (uasd) hay que reconocerla como el principal núcleo académico de formación cinematográfica del país, aunque sus deficiencias técnicas y de equipamiento han reprimido el impulso real que necesita para convertirse en una escuela capaz de enfrentar los nuevos retos que se presentan con la promulgación de la Ley para el Fomento de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana. No obstante, después de una labor que comenzó en 1979 con la creación de la Escuela de Cinematografía del Departamento de Artes de la uasd, se puede afirmar que existe una generación de cineastas promovida dentro de sus aulas que ha empezado a defender el espacio que le pertenece por derecho, sin importar las precariedades del medio y las deficiencias en la utilización del lenguaje fílmico. Todos van uniendo sus esfuerzos en procura de producir trabajos con compromisos sociales significativos en la filmografía dominicana. 14

César Gautreaux se convirtió en el primer egresado de esa escuela en producir un largometraje para el cine. El tercer mundo (2004), realizada en formato digital, le sirvió a este cineasta para completar su dedicación y empeño por el desarrollo dentro del audiovisual. Humberto Espinal, con El sistema (2006), continuó los pasos de Gautreaux y aportó su cuota como generación y demostró que se puede hacer cine en cualesquiera de las condiciones presentes. En el caso de Robert Cornelio, también egresado de la uasd y tras sus experiencias necesarias en la rama de los cortometrajes, se puede señalar que es el que tiene más preocupaciones por seguir la trayectoria del cine de género, en este caso, con un filme de suspenso que ya se apresta a estrenar bajo el nombre de Enigma (2008). Otros, también asumen sus compromisos en la medida de sus posibilidades. Henry Vásquez, experimentado editor, se sometió al rigor de su primer largometraje realizado en HD titulado La venganza de un hombre (2007). Danny Arroyo con Corazones perdidos (2006); Luis Corporán con La oveja negra (2006), y Vicente Pérez con Barrio peligroso (2006); Bladimir Abud tiene en proceso La lucha de Ana, y Francisco Disla, con La casa de San Juan (en proceso), también han hecho sus aportes al avance filmográfico dominicano en la condición de importante generación de relevo. A nivel estatal también las labores educativas han sido continuadas, esta vez a través del Centro de Estudios en Comunicación Audiovisual (Ceneca), dependencia de la Corporación Estatal de Radio y Televisión (certv), una institución de enseñanza técnica media con las escuelas de Televisión y Radio. El Ceneca mantiene un acuerdo con la Universidad Autónoma de Santo Domingo (uasd) y la Universidad del Caribe (Unicaribe) mediante un convenio con cmrtv, y mantiene relaciones académicas e intercambio cultural con organismos internacionales. Durante el año programa cursos en distintas regiones del país de forma gradual, a fin de facilitar el acceso de la población a los mismos. Unido a estos proyectos de educación cinematográfica surgió en 2004 otro que pretende dar


La hija natural, de Leticia Tonos, introduce elementos de realismo mágico. Imágen cedida por Leticia Tonos.

también respuestas a las necesidades de formación en el área. En Santiago de los Caballeros, y por iniciativa del productor dominicano radicado en la ciudad de Nueva York Adrian Agramonte, se fundó el Instituto de Cine de Santiago (Incines), una escuela con el objetivo de ofrecer una formación sistemática teórica y práctica a todos aquellos interesados por el cine y la comunicación audiovisual. Dentro de las especialidades que ofrece se encuentran la producción, filmación en celuloide, grabación de sonido, diseño de sonido, arte del director, guión, cámaras, luces, dirección de actores, edición de video, presupuesto y filmación digital. Hay que mencionar la labor de enseñanza del Instituto Global de Multimedia (igm), un centro educativo en el área de multimedia dedicado a capacitar a jóvenes y experimentados profesionales en las artes audiovisuales, concentrándose en la producción de cine y televisión. El proyecto más reciente es la Escuela de Cine que funcionará en el espacio del Instituto Tecnológico de las Américas (itla) que proveerá a los jóvenes interesados un currículo de ense-

ñanza en materia de cinematografía y audiovisual en general. De esta manera, el cine dominicano, con el impulso de Ley para el Fomento de la Actividad Cinematográfica en la República Dominicana, sigue su trayectoria como un proyecto en gestación bajo la responsabilidad de una generación de jóvenes realizadores que tiene la misión de crear un atractivo cine local con verdadera identidad nacional. Félix Manuel Lora es licenciado en Comunicación Social, profesor del Departamento de Comunicación de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra ( pucmm). Es autor del libro Encuadre de una identidad audiovisual y del documental Un rollo en la arena, ambos sobre la historia del cine dominicano. Ha impartido varios talleres de apreciación cinematográfica y dictado conferencias sobre el cine dominicano tanto en el país como en el extranjero.

Bibliografía Lora, Félix Manuel: Encuadre de una identidad audiovisual. Santo Domingo: Editora Valdivia, 2007. Sáez, José Luis: Historia de un sueño importado. Santo Domingo: Ediciones Siboney, 1982.

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Delia Blanco

Franklin Franco:

“Hemos vivido de espaldas a África, pese a su influencia en nuestra cultura” Fotos: Erika Santelices


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l primer investigador que publicó un estudio sobre la pertinencia, presencia y esencia de África se confiesa. Como defensor de la africanidad, su discurso no está plagado de dudas, sino de esperanzas en que la República Dominicana pueda desligarse de las ideas pesimistas de que al ser un país de mulatos no alcance el nivel de desarrollo esperado. ¿Qué significado científico y académico tiene celebrar un coloquio sobre los afrodescendientes en la República Dominicana? En nuestro país, el racismo se ha expresado camuflado en el marco de una corriente de pensamiento pseudonacionalista y antihaitiana, fue elevado y mantenido como política de Estado durante la era de Trujillo (1930-1961) y los mandatos gubernamentales de Joaquín

ha comenzando a modificarse a partir de la muerte del dictador y del surgimiento de nuevos grupos intelectuales que han comenzado lo que puede denominarse el derrumbe de las corrientes racistas historiográficas dominicanas. Pero todavía estamos en pañales en ese orden. Estas nuevas corrientes son muy jóvenes y falta mucho por hacer. Me parece que la Conferencia Internacional sobre la Influencia de África en el Caribe y Estados Unidos que organizó Funglode revistió para el mundo académico dominicano importancia capital, pues tenemos mucho que aprender. Desde su perspectiva intelectual y sociológica, pero también desde sus planteamientos políticos, ¿qué han aportado los afrodescendientes al Caribe? No hay ningún aspecto de la vida de los pueblos caribeños y del nor-

La derecha dominicana me acusó de prohaitiano por los planteamientos de mi libro, en la década de 1970 Balaguer (1966-1978 y 1986-1996), que suman ambos casi medio siglo, en esos períodos no se prestó atención a la influencia africana en la cultura nacional. Durante la dictadura de Trujillo toda expresión cultural popular de acento afro fue perseguida, e incluso se dictaron leyes para ilegalizarla. Sin embargo, desde hace aproximadamente tres o cuatro décadas tal situación

teamericano donde no encontremos la presencia de la influencia cultural africana. Está presente en todos los ámbitos de las culturas de esas naciones. En la música, el baile, en la pintura, escultura, en el arte culinario, en el folclore... Particularmente en el Caribe, en la composición étnica de su población, la influencia africana está expresada en la presencia mayoritaria

del mulato. Desde la perspectiva política, la lucha por la igualdad, por la conquista de los derechos civiles que se desarrolló en Norteamérica, a cuya cabeza marchó Martin Luther King, tomó mucho auge en los años sesenta, casi paralelamente a los esfuerzos de los habitantes de las pequeñas Antillas angloparlantes y francoparlantes por la autonomía e independencia de sus territorios, dejó sus huellas en nuestro país. Particularmente la figura de Luther King disfrutó de amplias simpatías, aunque a decir verdad, sobre todo en el ámbito del mundo intelectual. La limitación de esa influencia al círculo intelectual es explicable. La inmensa mayoría del pueblo en aquella época (1960-1970), por lo demás semianalfabeta, tenía poco acceso a la información sobre lo que ocurría fuera de nuestra frontera. En esa dirección es importante hacer notar que fue en aquel momento cuando se inició en Santo Domingo la revisión de la producción historiográfica nacional y cuando se comenzó a hablar aquí sobre la aportación de los negros en el proceso de creación de la nación dominicana. ¿Qué lectura podemos hacer de estos aportes frente a los desafíos del siglo xxi? La investigación historiográfica nacional y las orientadas a las cuestiones culturales aún se encuentran en su fase inicial de desarrollo. Ese criterio hay que aplicarlo a las investigaciones antropológicas en general. Esto no quiere decir que no se hayan registrado avances de importancia. Pero, como usted bien conoce, la 17


investigación científica en general ha sido aquí una tarea de “alucinados”, pues carece, incluso, del apoyo de los centros académicos, ni hablar del Estado. Pero, además, los problemas de la ciencia de la historia y los concernientes a los asuntos culturales no despiertan aquí el interés de los círculos de poder, ni mucho menos de los mecenas del gran poder económico. Por esa razón, quienes se dedican a tales cuestiones lo hacen en medio de grandes precariedades. Los jóvenes dominicanos que se han inclinado por la investigación científica en el área de las ciencias sociales han realizado su labor sin el apoyo de nadie. Han trabajo en solitario y con sus recursos, por eso les he llamado verdaderos “iluminados”. Pese a esa terrible orfandad, sin embargo, avanzamos, pues sin duda en la República Dominicana hay muchos investigadores jóvenes talentosos (y no tan jóvenes) que están contribuyendo con nuevos enfoques al avance de las ciencias sociales en general. En el área del folclore se han realizado estudios estupendos donde aflora con toda claridad la influencia afro en nuestra cultura. En ese orden hay que mencionar a Dagoberto Tejeda, Carlos Andújar, Xiomara Fortuna, el compositor Luis Díaz (fenecido) y Xiomara Pérez, entre otros. ¿Podría usted mencionar tres o cuatro personalidades políticas afrodescendientes que hayan significado un giro fundamental para el mundo de hoy? El mundo de los afrodescendientes (y el liderazgo africano) ha 18

producido personalidades extraordinarias cuyos esfuerzos han contribuido al avance de la humanidad en su permanente contienda universal por el establecimiento de la igualdad entre los seres humanos. Creo que en la época moderna han realizado aportes de incalculable valor Luther King, afronorteamericano que ya mencioné hace un rato, y Patricio Lumumba, líder nacionalista congoleño, quien en los años finales de la década de 1950 comenzó en el entonces llamado Congo Belga el indetenible proceso de liberación de su pueblo.

La vida de Lumumba constituye un ejemplo por su nobleza, dignidad y firmeza de propósitos. Logró, después de muchos años de lucha, la independencia de su pueblo en 1960, pero las multinacionales belgas y europeas, interesadas en continuar la explotación desenfrenada de las riquezas minerales del Congo, organizaron un complot y lo asesinaron al año siguiente. Algo parecido se puede decir de Nelson Mandela, quien dejó de ser líder africano y se ha convertido en un paradigma en todo el mundo por su increíble integridad y capacidad de resistencia duran-


te sus casi 25 años de aislamiento carcelario. En el plano del arte me parece justo mencionar también a un poeta cubano cuya creación ha contribuido mucho al desarrollo de la igualdad racial en todo nuestro continente. Me refiero a Nicolás Guillén. La poesía de Guillén tiene la virtud de ser simple, hermosa, clara, jocosa y, por tanto, simpática, y posee un profundo contenido social. Sabes bien que no soy crítico de arte, ¡Dios me libre!, pero creo que no es un atrevimiento sostener que la poesía de Guillén ocupa un lugar cimero en toda América y en el mundo. Pero, además, con Gui-

llén hay que tener en cuenta no solo su contribución artística a favor de la igualdad, sino también su conducta personal en la lucha por la liberación del pueblo cubano. Desde joven, Guillén fue militante comunista y dirigente del Partido Socialista Popular de Cuba. Te comento, además, que estuvo muy ligado a la lucha de los dominicanos contra la dictadura de Trujillo. Guillén firmó muchos documentos en solidaridad con nuestro pueblo y formó parte de varias organizaciones que se formaron en Cuba, en la década de 1950, para prestar ayuda a la liberación del pueblo dominicano.

Usted es para varias generaciones de dominicanos una referencia respecto a la toma de conciencia de la presencia africana en la República Dominicana. Es un camino a seguir su libro Negros y mulatos en República Dominicana. ¿Qué supuso para usted esta investigación en la década de 1970 como académico y como político enfrentado al poder de esos años?, ¿cuáles fueron las reacciones y los obstáculos ideológicos? A este texto, el segundo que publiqué, le tengo mucho cariño. Fue el fruto de mi primera reflexión sobre el problema racial dominicano y en él traté de abordar algunas cuestiones que la historiografía tradicional dominicana soslayaba y no había examinado con seriedad. Te menciono solamente dos. La primera cuestión fue la de situar la esclavitud negra durante la época colonial en su justa dimensión, subrayando la importancia de las insurrecciones negras tras la búsqueda de la libertad y la igualdad, y situar tales bregas como elemento clave en la conformación de la conciencia nacional dominicana. El segundo punto fue el papel que jugó, en el marco del desarrollo económico de la época, la integración en 1822 de la zona española a la República de Haití. Resalté, en el capítulo correspondiente, que durante esos años la incipiente sociedad dominicana registró un notable auge económico, situación que fortaleció, paradójicamente, a los grupos sociales que en su momento encabezaron la independencia nacional. En ese capítulo se resalta también que la integración de nuestro territorio a 19


la República de Haití contribuyó a limar las diferencias raciales que existían en la sociedad dominicana. Tales afirmaciones en la época en que fueron expresadas constituían un atrevimiento; peor aún, los intelectuales de la oligarquía dominicana las interpretaron como una insolencia. Tales criterios me crearon muchos problemas. A partir de ese momento comencé a padecer las peores acusaciones. Me acusaron de prohaitiano dirigentes políticos de la derecha dominicana, comentaristas de radio y televisión y varios escritores prejuiciados, generalmente asalariados del gobierno de Balaguer, quien, al igual que Trujillo, estableció una política oficial antihaitiana muy acorde con su pensamiento, pues este personaje desde joven se destacó por su marcado acento racista. Debo subrayarte que nunca respondí a tales críticas difamatorias. Se encargó de responder el propio libro, pues Los negros, los mulatos y la nación dominicana se convirtió en un éxito editorial. En la actualidad tiene 10 reediciones que suponen un total de cerca de 20,000 ejemplares. Treinta años después, usted coordina de nuevo y concibe un coloquio sobre la afrodescendencia. ¿Podría darnos su apreciación científica sobre los cambios y la evolución en lo que concierne a nuestra referencia de África en el Caribe? ¿Qué matices de esta referencia podemos destacar en Cuba, la República Dominicana, Haití, el Caribe francófono y anglófono? ¿Qué matices nos diferencian fren20

te al origen africano, la cultura, y frente a la trascendencia de la esclavitud en nuestras sociedades? La conferencia internacional que organiza Funglode sobre el tema de los afrodescendientes reviste para los dominicanos mucha importancia. Ha sido convocada en un momento en que la preocupación sobre la influencia africana en la cultura nacional ya no es un tabú, pues han sido rotos los esquemas racistas excluyentes que limitaban el enfoque objetivo de los investigadores. En segundo lugar, ocurre en el momento en que co-

ribeñas y la norteamericana, sino también nuestras convicciones sobre su importancia histórica en la lucha por la igualdad y la justicia. El congreso invita a personalidades de África y de Estados Unidos pero también de distintas zonas de América y del Caribe, esto lo convierte en un encuentro científico global. ¿Qué objetivos tiene esta convocatoria internacional? La influencia de África en el Caribe y América constituye un fenómeno complejo y no fácil de estudiar. Esta complejidad se de-

Balaguer, al igual que Trujillo, estableció en su gobierno una política oficial antihaitiana mienzan las investigaciones sobre este tópico. En los últimos años se han publicado algunos estudios importantes; pero como te he expresado, nos falta mucho todavía. Por esa razón me parece que este encuentro nos permitió avanzar, pues conoceremos, por la vía de los visitantes extranjeros que vendrán, muchos enfoques novedosos de procedimientos metodológicos que desconocemos, de estudios y textos que por aquí no circulan, de experiencias investigativas de realidades étnicas caribeñas que guardan mucha relación con el acervo cultural dominicano. Este encuentro internacional constituye un nuevo hito que contribuirá a fortalecer, no solo nuestros conocimientos sobre las culturas ca-

riva de varias causas. Primero, de la extraordinaria cantidad de matrices culturales africanas llegadas a América procedentes de su infinito mundo tribal. Segundo, del carácter singular de cada hibridismo cultural y racial creado en cada una de las islas (y regiones continentales) caribeñas, y de la poca atención que en el pasado se le dio a esa cuestión. Por último, el proceso particular del desarrollo histórico de cada una de las islas caribeñas constituye otro elemento a tomar en cuenta para establecer los orígenes de las diferencias culturales. Como se puede notar, en tal virtud, ese problema no es nada fácil. Pero, a pesar de todo lo abigarrado del problema, debemos subrayar que en varios paí-


ses, sobre todo en Cuba y Brasil, se ha avanzado en el camino del desenredo y en el logro del establecimiento de las raíces culturales originarias de África que han contribuido al proceso de transculturación en ambas naciones. Después de muchas luchas, de tantos movimientos civiles por la paz y la convivencia, el racismo, aunque a escala menor, sigue vigente en el mundo. ¿Qué explicación daría usted a este fenómeno y cuáles son desde su experiencia las políticas y los proyectos que ayudarían a vencer el racismo? La lucha contra el racismo forma parte de la brega milenaria por la igualdad de derechos entre los seres humanos. A mi manera de ver, la lucha por la igualdad, además de universal, es la más antigua del mundo. En lo referente a nuestro país, la asimilación de la desigualdad entre los hombres por el color de la piel fue favorecida por un

detalle histórico particular: a diferencia de lo ocurrido en las demás naciones de América Latina, que alcanzaron la independencia mediante la lucha contra el imperio español, nosotros la alcanzamos luchando contra la dominación de Haití, nación de origen africano, con una población mayoritariamente negra. Esto facilitó la creación de un nacionalismo dominicano revestido de prejuicios raciales antinegros, antiafricanos, y, asimismo, el surgimiento de interpretaciones sobre los orígenes de nuestra nación a partir de los supuestos vínculos espirituales de los dominicanos con la cultura española; invento de la intelectualidad al servicio de la pequeña oligarquía que nos ha gobernado por los siglos de los siglos, amén. La presencia de tales ideas, difundidas sistemáticamente por el sistema educativo nacional y los medios de comunicación durante más de cien años, ha originado el pesimismo dominicano (aún vigen-

te), tesis que menosprecia al pueblo por ser mayoritariamente mulato, y que, al ser asimilada como válida por una buena parte de nuestra población, ha creado una situación de enajenación y de pérdida de identidad en nuestra ciudadanía, que recientemente hemos comenzado a superar. ¿Podría usted hacer un pequeño balance sobre la relación de significados entre Nelson Mandela y Barack Obama? La llegada de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos es una prueba evidente del avance registrado en esa nación respecto al plano de la igualdad. Por la tremenda fuerza que tiene la derecha norteamericana en la vida política de ese país, y con esta los sectores racistas, nadie pudo imaginarse hace algunos años que un negro ascendería a la primera magistratura en la patria de Lincoln. El triunfo de Obama

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fue una sorpresa alentadora que llenó de ilusiones a muchísima gente bajo la creencia de que modificaría en muchos aspectos la agresiva conducta política de Estados Unidos en Medio Oriente, y en el orden interno, que realizaría reformas a las rígidas leyes migratorias, demanda de la comunidad hispanoamericana, tema que se convirtió en compromiso de su campaña electoral. A casi dos años de su mandato, todo sigue igual, las ilusiones se van desvaneciendo y todo parece indicar que, a pesar de las buenas intenciones expresadas en la campaña electoral, el hombre luce entrampado por fuerzas poderosas que le están impidiendo actuar en la dirección que ofreció cuando aspiraba a la Presidencia. Por otro lado, no es posible establecer comparaciones entre la llegada al poder de Nelson Mandela y la de Obama. Las circunstancias y los escenarios fueron absolutamente diferentes. Así, por ejemplo, Mandela alcanzó un liderazgo mundial mientras se encontraba en la cárcel durante casi 25 años, gracias a su firmeza, su temple y a la extraordinaria capacidad de su organización política: el Congreso Nacional Africano (cna). Este Congreso mantuvo durante casi tres décadas una resistencia beligerante y la permanente movilización de las masas populares negras contra la política extremista de segregación racial. La conducta racista del régimen sudafricano, con la ayuda además de la solidaridad internacional, resultó insostenible y esto condujo a los gobernantes blancos sudafricanos a negociar con Mandela, para terminar con el apar22

theid, única manera de lograr la paz de esa nación. Frente al mundo global, la africanidad va más allá del continente africano y se extiende a través de su diáspora, pero también de sus movimientos migratorios intensos, ¿qué visión tiene usted sobre la africanidad de hoy? ¿Cree usted que se debe adoptar políticas abiertas hacia el continente africano, es decir, acercarnos más? La diáspora africana establecida en Europa, Estados Unidos y las pequeñas Antillas ha contribuido a la difusión de los valores culturales y espirituales de la cultura africana, y también ha sido solidaria con el proceso de liberación anticolonialista africano que se desarrolló a partir de la década de los años sesenta. En América Latina, salvo en Cuba y Brasil, no ha ocurrido esto. Particularmente Cuba ha mantenido una conducta muy solidaria con África. En nuestro país hemos vivido hasta hace poco de espaldas a África, muy a pesar de su notable influencia en nuestra cultura. En ese orden pienso que este encuentro de Funglode contribuyo mucho a modificar esa conducta. Creo que estamos dando un paso certero en esa dirección.

de cooperación, investigación y educación? ¿Es eso lo que persigue este congreso? Tengo una visión optimista sobre la capacidad de comprensión de los dominicanos de los problemas del mundo y, en tal virtud, me parece que en los últimos años hemos avanzado respecto a la justa valoración de África y a su acentuada influencia en la conformación de nuestra cultura. Por lo demás, el proceso de globalización y la revolución tecnológica de los medios de comunicación nos ayudan a entender muchas cosas que con anterioridad no comprendíamos. Entre otras, la importancia de África en el mundo y su notable contribución al desarrollo de la humanidad. Por eso soy partidario de que nuestros gobiernos adopten políticas de cooperación con el continente africano. La revolución tecnológica esta achicando el globo, nos está conduciendo a una intercomunicación insospechada. El Internet, por ejemplo, acerca a todos los pueblos, independientemente de su lejanía y convierte a todo el mundo en vecino. Delia Blanco es doctora en Letras por la Universidad de la Sorbonne, París, diplomada del ceila (Centre d’Études Ibériques et Latino-Américaines), con especialidad en etnogra-

¿Qué reflexiones tiene usted frente a los desafíos del siglo veintiuno en el campo científico, académico y cultural para que las comunidades de afrodescendientes de América y del Caribe se conozcan más? ¿Cree usted que se deben reforzar las estrategias

fía y antropología. Desde el año 2000, reside en la República Dominicana donde ejerce le enseñanza de la lengua francesa en la Escuela Diplomática y en la Alianza Francesa. En la actualidad es embajadora de la francofonía adscrita al Ministerio de Asuntos Exteriores y colaboradora cultural de la francofonía para Funglode.



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África despierta: herencia, descendientes, clamor y sueños La sociedad dominicana rompe el tabú de África, creado y custodiado por ideas nacionalistas embadurnadas de racismo. Las perspectivas de un acercamiento al continente del mar distante deben contar con un respaldo ideológico centrado en verdades desconocidas. La lucha de los afrodescendientes tomó la palabra desde la década de 1960 y la hizo suya, tomó las formas, los colores, la historia. Los relatos de esa lucha quedan revelados por los intelectuales Delia Blanco, Jean Métellus y Jean Louis Joubert.

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Jean Metellus Delia Blanco

Ética y estética de África en el Caribe El Caribe es un espacio de creación y de planteamientos filosóficos sobre la tolerancia, la diversidad lingüística, la convivencia, las convergencias y las divergencias del pensamiento humano contemporáneo, a través de sus historias y más allá de la sociedad esclavista. El Caribe sigue siendo el mayor territorio de cohabitación humana donde se integran todas las culturas en una dinámica de mestizajes, de fusiones y de sincretismo que proporciona una fuerza de creatividad única y excepcional pero también una experiencia humana planetaria exclusiva.

Fotos: cedidas por la autora


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a presencia de África en el Caribe ganó su espacio de reconocimiento y de integración en los procesos de las identidades nacionales, después de acontecimientos políticos y sociales que permitieron asumir a este continente de manera integral, puesto que a partir de la década de 1950 lanzó sus voces y sus intelectuales en el concierto de la descolonización y de la búsqueda de construcción de movimientos nacionales. Esto impuso un diálogo con el mundo de la postguerra en el despertar de los países en vías de desarrollo. Tanto en el Congo, colonizado por Bélgica, como en Senegal, Malí y Camerún, colonizados por Francia, se levantaban las ideas libertadoras de Patricio Lumumba y de Léopold Sedar Sénghor, lo que abrió las dinámicas de las independencias. Estos libertadores y negociadores de soberanías eran intelectuales con pensamiento y formación académica europeos, y sorprendieron

a Sénghor, Aimé Césaire y Jacques Stéphen Alexis, es decir, un africano, un haitiano y un martiniqueño, lanzaron al mundo el primer encuentro de un diálogo del Caribe y de América con África, desde la perspectiva del derecho de los pueblos a manifestar sus culturas, su creatividad y sus identidades, con conciencia de lucha contra el hegemonismo, el colonialismo y el racismo. La afrodescendencia se puso en marcha, en conocimiento del mundo, en la Sorbonne, con la presencia de intelectuales occidentales como el existencialista Jean Paul Sartre y la mayoría de los filósofos humanistas de aquellos años. Ante todo, se trataba de aportar una reflexión compartida entre africanos, caribeños y afroamericanos para entender la descolonización desde una perspectiva de diálogo y tolerancia, que evitara la violencia y las guerras de independencia. En París de 1956 se hizo un llamado al diálogo en la voz de Sénghor y de Césaire, quienes

Tanto para Edouard Glissant como para Derek Walcott, el mar es metáfora, imagen del movimiento incesante de culturas al mundo en el primer congreso de los intelectuales y artistas negros, celebrado en la Universidad de la Sorbonne, París, en 1956. Esta fecha marcó un giro fundamental en el pensamiento occidentalista y colonial, pues los presentes, entre los que destacamos

mantuvieron siempre una dinámica de intercambios y negociaciones con las metrópolis europeas. Estos intelectuales fueron los grandes pacifistas, los constructores de un diálogo incesante y de una diplomacia de entendimiento con el mundo occidental, sin perder el

El escritor Edouard Glissant en París, cuando era estudiante.

timón de sus reivindicaciones, ni de sus convicciones de lucha por la igualdad y contra el racismo. Gracias a Sénghor y Césaire, y a muchos otros y otras –como el poeta afroamericano Langston Hughes y el guyanés Léon-Gontran Damas– se trataba de integrar a África en el campo de la libertad y de la soberanía, de establecer un diálogo con los descendientes de las diversas diásporas africanas en América y el Caribe. Este encuentro tuvo la trascendencia del acercamiento de Haití al pensamiento africano progresista y, a su vez, condenó entonces –en la voz de Jacques Stéphen Alexis– la dictadura de Jean Claude Duvalier, Papa Doc, que se encaminaba hacia una conceptualización del noirisme como un instrumento ideológico populista para imponer su autoritarismo. En este congreso se puso de manifiesto el concepto de la negritude como un valor universal que entraba, según las palabras de 27


Sénghor, en el concierto de las civilizaciones universales. Debemos considerar que tanto Césaire como Sénghor, pero también Alexis, estaban en pleno apogeo y fecundidad de sus obras poéticas fundamentales, y que, en el grupo Renaissance de Harlem, en el Centre d´Art de Haití, en el grupo Aborigen de Cuba, circulaban las ideas éticas y estéticas de la negritude, que indiscutiblemente desde el Caribe, en su diálogo con la poética senghoriana, abrían un nuevo pensamiento, una estética que alimentó, y sigue alimentando, la creación literaria y visual de esta región, sin fronteras lingüísticas, y en muchos casos, con unos esquemas de belleza y de creatividad que vienen de ese encuentro trascendente del pensamiento africano contemporáneo con el caribeño. En Cuba, la investigadora Lidia Cabrera hizo un trabajo de investigación fundamental sobre

adentrado en el sincretismo ni logrado la fuerza que se advierte en sus obras. Además, sin ese interés profundo por la fusión de la africanidad con la caribeñidad, tampoco Cabrera nos hubiese ofrecido la primera traducción al español de Cuadernos del retorno al país natal, de Aimé Césaire, en una edición excepcional publicada en Cuba con ilustraciones del maestro cubano Wilfredo Lam, el artista esencial visual que le diera a la pintura vanguardista del Caribe un giro de encuentro con la signografía africana y amerindia. En su reconocida obra La jungla, Lam pone de realce el tratamiento del cuerpo estatuario africano y la desfiguración facial de las máscaras rituales del continente negro. Es gracias a este artista que el imaginario de los creadores contemporáneos de todo el Caribe se adueña de una estética revolucionaria construi-

La afrodescendencia se puso en marcha, en conocimiento del mundo, en la Sorbonne la herencia de la religiosidad animista en la santería cubana, una investigación y una recopilación ritual considerable que la etnóloga publicó en su libro El monte, reeditado en esa isla –nueva vez– recientemente, una obra fundamental sobre los códigos de las creencias populares. Sin ese acercamiento a la mística africana que Cabrera aportó, los poetas cubanos contemporáneos y los creadores visuales no se hubiesen 28

da con los códigos afroantillanos. Además, atrajo a los intelectuales y creadores afrodescendientes, pues esta “obra manifiesto” pone de realce la atracción por el trazo del arte africano ancestral y el fraccionamiento del espacio y de la forma como lo entendían las vanguardias europeas y, sobre todo, los cubistas, ya que Pablo Picasso en las Demoiselles d´Avignon se inspira en la desfiguración de las máscaras bantús y yorubas que aportaron al

movimiento vanguardista y a los surrealistas y dadaístas el referente visual de sus atrevimientos. La trascendencia de Lam en la apropiación del cuerpo estatuario africano y de la mística de la desfiguración facial de las máscaras rituales, logra permitir que en el Caribe los creadores plásticos se adueñen o apropien de una estética revolucionaria con el código de los mitos y leyendas del Caribe inspirados en la religiosidad afroantillana. La estética y la poética de esta región nos ha dejado también por herencia la obra poética de Nicolás Guillén, Derek Walcott y Manuel del Cabral, entre otros reconocidos escritores del Caribe. Los artistas Hélénon y Louis Laouchez, del Caribe francófono, se implican en los recursos de recuperación de las sociedades africanas en las que vivieron más de veinte años y crean el Movimiento de Arte Afro-Caribe, que es una respuesta al arte povera con una identificación con materiales del entorno recuperados en el ambiente social y habitacional afrocaribeño.

Sobre el lienzo dominicano La estética de fusión sincrética, o mejor dicho el sincretismo poético y visual, quedan expuestas en las obras de las nuevas generaciones de 1980. En la pintura dominicana puede observarse en artistas como Hilario Olivo, Elvis Avilés y Radhamés Mejía, quienes marcan una compenetración del trazo con las mitologías locales y producen un resultado visual; igual, en el caso de José Bedia, reconocido artista cubano.


tética que trascendió en las nuevas generaciones y abrió la plástica nacional al imaginario africano. Es interesante destacar que en la isla de Guadalupe, a partir de los años ochenta, los artistas visuales se organizaron en el grupo Fromager, para identificar un movimiento que evidenciara una estética del encuentro de África con sus vertientes fusionales y con los valores de los indios arahuacos, taínos y caribes.

Retorno a la intelectualidad

El asesinato del líder congoleño Patricia Lumumba es considerado como uno de los peores crímenes ocurridos durante el periodo de la Guerra Fría.

Mejía, residente en París por más 25 años, se apropia y plasma en sus telas figuras indígenas amerindias, con rasgos y facciones afroamericanas, lo que le ha significado reconocimientos y premios en el mercado del arte europeo. En 2010 fue seleccionado para crear una escultura a la memoria de Aimé Césaire en Francia, un reconocimiento del gobierno francés al intelectual. Todo esto gracias a que este artista dominicano simboliza un ejemplo de la fusión de valores, en este caso, afroamerindios.

En la República Dominicana debemos reconocer los aportes de los pintores antes citados, así como de los maestros Jaime Colson, Darío Suro, Silvano Lora y Ada Balcácer, a quien consideramos la creadora visual que nos aporta su identificación con las vanguardias caribeñas y afrodescendientes, a través de su serie desarrollada sobre la figura y la mitología del baká, durante los años setenta y ochenta. Sus telas muestran una simbología mítica y expresionista con estos referentes. Balcácer inauguró una es-

Los intelectuales se manifestaron por el reencuentro con África, pero dentro de la realidad de la diversidad de valores y signos que conforman las sociedades caribeñas. Se trataba, y sigue tratándose, de compartir la raíz africana con la diversidad de los pueblos y de las culturas que conforman el Caribe. Precisamente, en la década del ochenta, los intelectuales francófonos buscaron la manera y la forma de expresarse a través de un lenguaje ético y estético fuera de todo modelo conceptual e ideológico. Etapa natural que viene después de los manifiestos postcoloniales y que propone ir más lejos o renovar el pensamiento “cesariano” de la negritude, abriendo este a un espacio compartido y repensado por las nuevas generaciones, encabezadas por el filósofo y poeta Edouard Glissant, recientemente fallecido. Glissant propone lo diverso, le divers, en su obra fundamental de 1990, La poética de la relación –en francés: La poétique de la relation–, la créolisation, que es para él una manera de ir más allá de la négritude, y afirma o declara: “La creolización 29


Aimé Césaire jutno a tres mujeres africanas en la Sorbonne. La foto fue tomada durante un coloquio de 1960 que trató sobre los intelectuales y los artistas negros.

(el proceso incluyente de vivir en sociedades donde late la diversidad, definida por Glissant) supone la heteregoneidad de los elementos para dar nacimiento al jazz”, señalando que este género pone en relación el tambor africano con el piano occidental. Añade que la creolización debe valorar todos los elementos que están en relación, para volver a valorizar los elementos africanos del ingenio, maltratados a través de los siglos. La negritude antillana, 30

o el indigenismo haitiano, han tenido que restablecer el equilibrio, volviendo a dar su legitimidad al aporte de herencia africana. La creolización es el encuentro de la mezcla, un mestizaje, sí, pero sin límites. Glissant nos enseñó con la palabra a tomar conciencia de una diversidad caribeña que es un laboratorio para el mundo. Con él, las herencias africanas participan de la convivencia de la diversidad y alcanzan una propuesta humanística global que

ayuda a construir el diálogo inacabado y permanente renovado entre África, América, Europa y el Caribe. En este sentido, el humanismo de la diversidad y de la construcción de un concierto de paz entre las sociedades lo hemos heredado del pensamiento universal de los afrodescendientes a través de figuras tan emblemáticas como Sénghor, Césaire, Franz Fanon, Martin Luther King, Desmond Tutu, Nelson Mandela, Edouard Glissant, quienes abrieron la ética y la estética de la convivencia pacífica y global, respetando las divergencias y las culturas. En el Caribe anglófono es a partir de 1975 cuando nace la poesía dub, tendencia que llega hasta Jamaica gracias a Louise Benett, quien reivindica el estatus de literatura para la poesía oral. Con este género poético estamos frente al referente más elocuente de África, pues para la tradición africana la palabra tanto en su sonido como en su musicalidad es literatura; una literatura oral llevada de región en región por los grandes griots (cantantes nómadas) que van de pueblo en pueblo, de reinado en reinado, llevando la sabiduría del pensamiento de los ancianos y los mayores, transmitiendo las epopeyas, pero también los acontecimientos tribales y las realidades del contexto económico. En esto se inspiró Kamau Brathwaite, escritor y poeta originario de Trinidad y de Jamaica, quien creó una poesía experimental usando ritmos y formas africanas sacados de los cantos de trabajo de la época de la esclavitud, de los cantos espirituales,


y llevados a la polirrítmica del reggae, ska, jazz y calipso. La música acompaña la palabra y hace resonancia con las músicas ancestrales. En la literatura anglófona del Caribe hay un encuentro singular con las Indias soñadas y jamás encontradas por Cristóbal Colón, y es que a estas sociedades llegaron poblaciones de la India de Gandhi a partir de principios del siglo xx, y dan una connotación suplementaria en la extraordinaria diversidad étnica y cultural, las que encontramos en las obras de Earl Lovelace, Erna Proper y Jamaica Kincaid. Ellos manifiestan una atención par-

El premio Nobel de Literatura 2001, Vidiadhar Surajprasad Naipaul, es un brillante escritor y poeta de Santa Lucía, así como Brathwaite. En este sentido, diríamos –como nos lo enseñó Glissant cuando señalaba “que el Caribe es un laboratorio permanente de una cultura siempre en movimiento”– que manifiesta un proceso incesante de integración de todos los aportes migratorios, lo cual permite ir cada día más allá y tener un imaginario en movimiento a condición de no quedarse encerrados en una visión de la historia que nos impida integrarnos al mundo, lo que reduciría el

diente afroamericano, comienza la Gran Marcha para todos los estadounidenses, sin importar la pertenencia racial, y los invita a construir un movimiento de tolerancia y paz nacional. La historia nos ha seguido demostrando con todos estos pensadores-humanistas, y también con Nelson Mandela, que ese gran pensamiento de la negritude supone y confirma que los afrodescendientes son los grandes constructores de un diálogo para el siglo xxi. Delia Blanco es doctora en Letras por la Universidad de la Sorbonne, París, diplomada del ceila (Centre d’Études Ibériques et Latino-Américaines), con especialidad en etnogra-

En el París de 1956 se hizo un llamado al diálogo en la voz de Sénghor y de Césaire

fía y antropología. Desde el año 2000, reside en la República Dominicana donde ejerce le enseñanza de la lengua francesa en la Escuela Diplomática y en la Alianza Francesa. En la actualidad es embajadora de la francofonía adscrita al Ministerio de Asun-

ticular por un Caribe que va más allá de la trascendencia histórica de la esclavitud. Estos escritores toman en cuenta el conjunto de los sucesos que van más allá de la esclavitud y de su abolición, se hacen cómplices de todos los acontecimientos postcoloniales como fue la sustitución del sistema esclavista por la imposición de condiciones de vida muy difíciles para los nuevos emigrantes hindúes que a partir de 1920 llegaron a Trinidad y Tobago, Jamaica, Santa Lucía, Guadalupe y Surinam. Estos aportaron una nueva visión del mundo, una espiritualidad de paz y convivencia que se integró al conjunto de la cultura caribeña.

Caribe a una memoria colectiva del pasado. Para Glissant, como para Derek Walcott, si el mar significó la deportación de miles de esclavos, el mar es metáfora, imagen del movimiento incesante de culturas y valores que simbolizan, como lo expresó Nicolás Guillén, un mar de convivencia, de encuentros y de aceptación, tolerancia y paz. En ese sentido, volvemos a la idea fundadora de Aimé Césaire sobre la negritude y diríamos, como Sénghor, que es un humanismo, pues en el Discurso colonial ya Césaire se hacía solidario de todas las luchas que enfrentaban al hombre del siglo xx, y más tarde, Martin Luther King, descen-

tos Exteriores y colaboradora cultural de la francofonía para Funglode.

Bibliografía Bosch, Juan: El Caribe, frontera imperial, Santo Domingo, Ediciones Fundación Juan Bosch, 2010. Cabrera, Lidia: El monte, Cuba, Casa de las Américas, 2010. Césaire, Aimé: Le discours colonial, París, Presence Africaine, 1966. — Cuadernos de un retorno al país natal, España, Sinsonet, 2010. Glisssant, Edouard: Tout monde, París, Gallimard, 1995. — Le discours antillais, París, Gallimard, 1981. — Les indes, París, Gallimard, 1966. M étellus, Jean: Voix noires, París, Le temps des cerises, 2009.

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Jean-Louis Joubert

La obra novelística de Edouard Glissant Al analizar la novelística del escritor martiniqueño queda en evidencia su mensaje nuevo sobre la identidad del Caribe en su concepto de la creolización, y del llamado que hizo al mestizaje como proceso constructor y renovador de un Caribe que se integre al mundo y desarrolle toda su diversidad. Esta narrativa es un instrumento fundamental de reflexión, sobre todo los planteamientos con los que en el presente se construye la diversidad y la convivencia en un mundo global.

Ilustraciones: Carlos de León

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as novelas de Edouard Glissant pueden definirse como un conjunto de islas, un archipiélago textual en el que los géneros se comunican y entrecruzan, donde el mestizaje de los géneros literarios, todos, queda manifiesto. Sin embargo, las denominaciones tradicionales se mantienen en las portadas de las publicaciones con la categoría de novelas, poemas o tratados. Pero, reiteramos, en una obra de Glissant las fronteras son permeables. La lezarde (La lagarta), primera novela del autor, recibió el Premio Renaudot en 1958. Esto provocó reacciones en la prensa conservadora, pero fue bien acogida por la crítica y los lectores. El libro tuvo éxito. Se percibió la novedad de la obra debido a su rechazo por la línea novelística y por la estética

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naturalista, por el beneficio de la energía poética en eclipses narrativos, es este beneficio lo que acerca a esta novela de la modernidad literaria de la corriente Nouveau roman. Se observó en la obra, fuertemente militante, la distancia tomada con toda predica ideológica. El relato se sitúa en 1945 en la ciudad de Lambrianne, nombre ficticio pero en el que podemos reconocer a Le Lamentin (Martinica), lugar donde Glissant pasó su infancia y su adolescencia. Allí vivió y participó en las primeras elecciones legislativas que permitieron a los antillanos designar a sus representantes. A esta conquista el escritor se une a través de las discusiones de un grupo de jóvenes revolucionarios inspirados por Rafael Targin, quien vive en el campo, en los cerros, criando ovejas. El grupo se entera de que un oficial del Go-

bierno había sido nombrado para acabar con los movimientos de Lambrianne. La lezarde es tanto una novela de amor como un relato político, también es una crónica policíaca con trasfondo histórico... la historia de nuestro pueblo está por hacerse. La cuarta edición, publicada en 1964, fue acogida con elogios, y también algunas reservas suscitadas por la complejidad de la construcción y el potencial de la escritura que desorientó a algunos lectores. La trama de la novela consiste en ilustrar una parte de la historia antillana, mantenida y desconocida por los antillanos, y trata de recuperar el pasado, para así asumir la complejidad del mestizaje que conformó la personalidad caribeña. El cuarto siglo de la historia antillana debe ser, según Glissant, el de la toma de conciencia. Su no-


vela y la visión profética del pasado son instrumentos para este fin. La novela utiliza dos figuras emblemáticas de la sociedad antillana: el esclavo y el cimarrón. Pero rechaza hacer un lazo de construcción, como lo hacen los clásicos de la literatura de la esclavitud, sobre la dialéctica del amo y del esclavo. En el primer plano está la relación compleja, y a veces antagónica, entre el esclavo y el cimarrón. Ambos

tensa por la energía de la oralidad subyacente. En algunas escenas de alta fuerza simbólica se marcan las etapas de la toma de conciencia, la evasión del primer Longoué, el cimarrón primordial, que huye desde que desembarca del barco del negrero; el cara a cara del amo béké, y el cimarrón que lleva en evidencia sobre el muslo de su pierna su machete viril como

Para Glissant, en todo antillano hay un Longoué y un Béluse, un ser que acepta y otro que rechaza se encarnan en la historia paralela y entremezclada de dos familias: los Béluse y los Longoué, relatada a partir de 1788, fecha de la llegada a las islas del primer hermano (los esclavos), hasta 1946. Los Longoué rechazaron la esclavitud y se establecieron en los cerros para encontrar el sabor de la libertad. Los Béluse se quedaron en la plantación de la familia criolla de los Sanglis, vivieron y soportaron la esclavitud. La novela está narrada con la voz de Papá Longoué, último descendiente, viejo brujo, curandero, dueño de una sabiduría heredada de la tradición. Para Glissant, en todo antillano hay un Longoué y un Béluse, un ser que acepta y un ser que rechaza... La novela no cae en la historia, para poner al día una historia enredada, oculta. Hay que tomar caminos de desvío, abandonarse a las enraizadas epopeyas libertadoras, soltar los potros de una lengua violenta y habitada, oscura y poética,

un certificado, la abolición de la esclavitud, frente a la inscripción de nuevos ciudadanos en el estado civil con nombres colonizadores. Los cimarrones inventaron sus nombres, reflejo de su libertad concedida, y todavía mítica... Era el epílogo del gran combate, la entrega de documentos que dedicarían la entrada en el universo de los hombres libres, los antiguos esclavos estaban aquí con sus mujeres... Venían en grupitos, como islas firmes en un mar bullicioso, hablaban, no gesticulaban, se podía respirar a su paso una pizca de temor rápidamente barrido por la excitación del día.

Historia y lingüística La case du Commandeur y Discurso antillano, publicadas en 1981, son dos de las más importantes obras de Glissant. La parte central de la novela recoge los elementos de la memoria original, cuando el jefe de los pri-

meros cimarrones se une a los últimos indígenas. Capturado después de la traición, Aa (como se llamaba) es torturado y condenado a muerte. Su verdadero nombre es Odono y había sido deportado de África por la traición de su hermano. El motivo de la locura de Aa corre a través de toda la novela, de generación en generación. En la postración, rehusando la comunicación como el delirio invasor, algo se dice, que también se transmite en los mitos y leyendas: trazas de la lengua original africana, olvidada, recuerdos, confusiones de las traiciones que han precipitado la trata negrera, grito ahogado del cimarrón que callaron poniéndole un trapo en la boca. Es a este silencio secular impuesto que responden el Discurso antillano y La case du Commandeur: la voz narradora es la de un nosotros incierto, inacabado, diseminado, opaco, que intenta con la narración agrupar sus “yos dispersos”...

Libertad con rostro de mujer Publicada en 2003, Ormerod empuja más allá los fundamentos de una escritura oratoria y caótica –gritando el grito del mundo...– mientras abraza el soplo jadeante de la palabra del decimero que se deja llevar por la cadencia de sus divagaciones, por el latido de los tambores lejanos. Saltamos de una época histórica a otra, de repente estamos en Santa Lucía, cuando la Revolución francesa suscitaba el contrapeso de las guerras de liberación en Granada, durante la invasión americana de 1983, pero también en Martinica en la segunda mitad 35


del siglo xx; personajes históricos se encuentran con figuras reconocidas, heredadas a veces de las novelas anteriores. Los personajes rechazan el arraigo, una representación de imágenes colorida. Flore Gaillard, la negra cimarrona, es el personaje central. Probablemente es la heroína de las luchas ocurridas en 1973 en Santa Lucía contra los ingleses. La novela la muestra como una guerrera épica, encabezando un ejército de bandidos de los bosques. Ella se mantiene contradictoria, oscura y delirante, entrenando a los hombres que escoge en el calor de su hornalla, pero sobre todo, esperando el tiempo “donde ya no 36

tendremos necesidad de decir que somos negros, lo seremos sencillamente y hasta podremos elegir no serlo, eso será nuestra libertad”. Alrededor de Flore Gaillard hay otros personajes, como el sargento Álvarez, cubano de origen, maestro de obra de la ejecución en bloque de los colonos blancos de Guadalupe, convertido en el deferente lugarteniente de la heroína, y cuyo novelista imagina la transfiguración, algunas años más tarde, en héroe de la retirada de Rusia. Su acólito Gros-Zin asecha la guillotina, “la béte-á-mort” (la bestia de muerte), sobre los senderos escarpados de las mornes (montañas) de Santa Lucía.

Ormerod es la novela de la diversidad seleccionada entre las tentaciones de un probable retorno a la fuente perdida de la memoria y la imposible síntesis unificadora.

Todo en todo El tratado Tout Monde se escribe como un texto que escapa a todo hermetismo de un género determinado. Este libro, que contiene más de quinientas páginas, sucumbe a las tentaciones de las desmesuras. Los temas se derraman uno sobre otros. “Todo está puesto en todo”, como en un jardín criollo en el que las especies se sobreponen apenas unos metros de tierra. Esta estética de la coexistencia, de la prolifera-


ción, juega sobre la repetición, la acumulación, el desvío de la digresión, la puesta en relación. Los personajes de las novelas anteriores vuelven a aparecer en esta novela. El lector los vuelve a encontrar, los acompaña de nuevo en su historia, que a veces está retomada a través de nuevas trazas y revaluada (o multiplicada: la novela asiste a las cuatro muertes sucesivas de Papá Longoue). Pero la novela introduce nuevos personajes, algunos son los miembros de la familia o los amigos del autor, y una nota en anexo da algunas claves de identificación. Abraza entonces aspectos autobiográficos, recuerdos de viaje, reflexiones filosóficas, impulsos poéticos. El regreso sobre la obra y sobre sí que dirige el desenvolvimiento de Tout Monde se acompaña de la generalización de la mezcla. Glissant relató: “Tal proyecto literario resalta la voz narradora hasta lo interno de una frase. El lector debe estar atento a esta pluralidad de voces que surcan, cada una, su discurso”. “Nosotros somos siempre cuatro o cinco contando historias, el que escribe Tout Monde se describe como un cronista, novelista, poeta, pero está también revelado por la voz de personajes que se entrecruzan con la del autor”, precisa el escritor. La escritura de Glissant compone así las voces y las lenguas, todas las lenguas puestas en relación para producir el grano tan particular de su estilo: un francés “deshablado”, alentado en el espesor de la desgracia o bifurcando por un desvío imprevisto, inventando el esplendor de una palabra nueva en su oscura evidencia.

Sartorius, publicado en 1999, está enlazado en la continuidad de los ensayos de la década de 1990, juega un salto de normas. El desvío de la forma novelística permite introducirse en la narración mítica, la epopeya, el poema, la reflexión filosófica. Su tema responde a la función fabuladora de inventar un pueblo, en respuesta a una propuesta del filósofo Gilles Deleuze. Sartorius hace venir tal pueblo al mundo de la escritura: son los batoutos, pueblo imaginado por Glissant. Los batoutos encarnan lo que podría ser un pueblo que rechaza toda posición esencialista; no quiere conquistar otros pueblos e imponerles su visión del mundo, es abierto a la diversidad. Este pueblo toma su origen en África, pero no en una raíz africana que hubiese hecho una cepa, más bien en el despliegue de una diáspora, “la del sufrimiento y de la desgracia de la trata negrera, por ejemplo”. Los batoutos son entonces el fermento de la creolización¸ los actores de un mestizaje permanente, que produce lo que siempre es imprevisible en el caos-mundo. La novela construye la fábula de los batoutos y da a conocer en el enredo y el mestizaje de la narración, en sus rupturas temporales, sus entrelazos de historias, sus saltos de personajes (Albert Dürer frecuenta al batouto Areko), su juego entre mito y relación personal (la genealogía de la familia de Sartorius, amigo de Glissant y tesorero del Parlamento de los Escritores, se inscribe en la novela los batoutos). Sartorius es una figuración, o ya una puesta en obra de ese ¡Éléné! que buscan los batoutos: lugar del

tiempo, o todos los lugares y todos los tiempos, pasados y presentes, se juntarán en una multiplicidad sin límites. Sabemos que los batoutos no miran el porvenir para espiar o intentar apresurar la venida de Éléné, y tampoco consideran el pasado como para continuar la primera traza designada por Oko.

La inventiva antillana Glissant ha asumido con brillo su compromiso de intelectual en las grandes cuestiones de la época. Cuando vuelve a instalarse en Martinica, en 1975, dirige su acción en el plano cultural y pedagógico a través de la creación del Instituto Martiniqueño de Estudios y la revista Acoma, que publica numerosos artículos sobre la estructura social antillana, los conflictos raciales, el desequilibrio mental y sus raíces históricas. El pensamiento de Glissant se tejió alrededor de algunos motivos o palabras señales que aparecen a partir de los primeros textos: relación, diverso, opacidad, mestizaje, antillanidad, creolización. La creolización para Glissant ofrece el ejemplo de lo que llama la relación. La palabra (todavía resentida como neologismo, ya que los diccionarios usuales del francés no le conceden entrada) nació en el campo de la lingüística y ha sido recuperada después por la antropología. Glissant le asigna una nueva extensión haciendo “uno de los modos de los enredos”, uno de los procesos de la obra Tout Monde, cuando las culturas entran en contacto. La inventiva es la marca del mundo criollo, porque primero hubo que aprender a vivir en paí37


ses desconocidos, volver a crear modos de hábitat, alimentarse, vestirse, decir el mundo... Cada isla creole del Caribe ha encontrado sus respuestas... a pesar de los parentescos estructurales, el creole de Haití no es el de la Martinica, ni el de Guadalupe. Práctica del encuentro y de la mezcla, la creolización es una forma de mestizaje, un mestizaje sin límites. El término se aplica a la situación actual del mundo, es decir, a la situación donde una totalidad tierra, por fin realizada, permite que dentro de esta totalidad los elementos culturales más alejados y los más heterogéneos que se encuentren puedan estar puestos en relación. Esto produce resultados

de la relación es para siempre coyuntural y no supone ninguna fijación de ideología. Es una poética latente, abierta; la poética de la relación es para siempre conjetural, y no supone ninguna fidelidad de ideologías. Es una poética latente, abierta, de intención multilingüe, que puede ser accedida por todo lo posible”. La antillanidad no se encierra en el aislamiento de una isla, pero intenta juntar todos los archipiélagos del Caribe en un mosaico cultural (ya que la unidad política de la región parece lejana). Glissant propone reaccionar afirmando frente al mundo la presencia de las Antillas, integrando auténticamente al pueblo antilla-

Glissant reivindicó también –ir más allá–la antillanidad y reflexionar sobre las implicaciones: “Ahí donde los sistemas y las ideologías han perecido, y sin renunciar para nada al rechazo o a la lucha que debes llevar en tu lugar particular, prolonguemos a lo lejos el imaginario por un estallido infinito y una repetición hacia el infinito de los temas del mestizaje, del multilingüismo y de la creolización”. Traducción: Delia Blanco. Jean Louis Joubert es profesor en la Universidad de París xiii. Durante varios años trabajó en la Universidad de Madagascar. Sus investigaciones, críticas y análisis se centran en los estudios de las variedades de las formas poéticas. Realizó varios ensayos

Glissant propone reaccionar afirmando frente al mundo la presencia de las Antillas

sobre la literatura de los países que confluyen en el océano Índico, también de África, así como de la diversidad de los espacios francófonos. Es uno de los mayores conocedores de la obra de Edouard Glissant.

imprevisibles. El Caribe es para Glissant el lugar donde la relación se manifiesta con más brillo. Mientras el Mediterráneo es “un mar que concentra” –mar interior, rodeado por continentes, donde la antigüedad greco-latina y hebraica, y luego la expansión islámica, han generado el pensamiento del “Uno”– el Caribe es el lugar de encuentro y de paso, es un mar que difracta. “La créolization caribeña” es un ejemplo, quizá un modelo de lo que puede la relación. El pensamiento de Glissant repudia todo encerramiento, todo espíritu de sistema: “La poética 38

no en el espacio y el tiempo. La palabra antillanidad, que toma distancia con la negritud –demasiado preocupada del absoluto racial–, designa este proyecto. La antillanidad se funda sobre el inventario de lo real antillano: una cultura nacida del sistema de la plantación azucarera, caracterizada por la insularidad. La antillanidad no tiene los acentos mesiánicos de la negritud. Le toca a cada intelectual, al escritor, integrar su pueblo a su país: ayudándole a inscribirse en una historia de la cual fue excluido, tirando las anclas en una tierra que no posee ni le pertenece.

Bibliografía: Obras de Glissant citadas en este artículo

Las Indias (poesía). Ediciones Falaize. París, 1956. La lezarde (novela). Ediciones Le Senil, París, 1957. El discurso antillano (ensayo). Editions du Senil, París, 1981. Mahagony (novela). Editions du Senil, París, 1987. Tout Monde (novela). Editions Gallimard, París, 1993. Faulkner (ensayo-novela). Editions Stock, Misissippi, 1996. Sartorius (novela). Editions Gallimard, París, 1999. Orrmerod (novela). Editions Gallimard, París, 2003.



Jean Métellus

Afrodescendencia, un nuevo humanismo Este es un testimonio hondo que clama por el perdón entre los mundos, asume la defensa de la descendencia de esclavos víctimas de la trata negrera, proponiendo recordar y mantener en la memoria no solo a los esclavos, sino también a los taínos. Clama por un despertar para que las nuevas generaciones interactúen más con África, ahora que todo es más cerca gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Ilustraciones: Adela Dore


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a trata negrera, la esclavitud, la deportación de miles de seres humanos de las costas de África hacia las de América y del Caribe son un acontecimiento histórico y político que motiva una reflexión a todo intelectual, a todo hombre y mujer de conciencia. He pasado horas enteras de mi niñez y de mi juventud obsesionado por la forma, la manera en que se sacaron de los reinados de África tantos hombres y mujeres para entregarlos, ya encadenados, ya maltratados, a mercantes anónimos, incultos y feroces. En la ciudad de Jacmel, en el suroeste de Haití, he conocido muchas personas ancianas, hombres y mujeres de más de 90 años, que sabían que eran descendientes de esclavos traídos de Dahomey, Guinea y Senegal. Hablaban de lo que les habían transmitido sus abuelos, el viaje, el mar; siempre se hablaba de ese mar interminable para llegar a un lugar sin nombre. Era impresionante oír todas esas historias de los ancianos en un tono de voz tranquilo, sereno. Alguna vez hasta me sorprendí al observar una luz de orgullo y dignidad en los ojos conmovidos de las ancianas, que recordaban todo lo que sus abuelos y abuelas les cantaban y contaban de los años de la esclavitud. La tradición oral de Haití nos ha permitido mantener toda esta memoria que la gente del pueblo sabe transmitir con la palabra y el canto. Adolescente, caminé por todos los caminos y senderos de los cerros y los pocos llanos que rodean mi ciudad natal de Jacmel. Siempre ocurría que imaginaba esas

tierras habitadas y trabajadas por esclavos; a veces, sentía y oía la multitud de voces y de lenguas intentando oírse y entenderse, lo que me asombraba y fascinaba.

Nos dejaron las palabras La lengua, la palabra, son para mí el gran misterio, por eso mi fascinación por el creole de Haití. Esta lengua inventada para construir la resistencia, para comunicar la rebelión, una lengua transmitida de boca en boca para llevar el mensaje de la sublevación y de la dignidad. Es en creole que heredé, que recibí la memoria de mi pueblo, es en creole que mis abuelos y padres me transmitieron mi esencia y mi haitianidad. Soy muy consciente y siento un orgullo sin par por esa lengua heredada y recibida de generación en generación. El hecho que escriba en francés nunca ha borrado en mí el reconocimiento y la valoración histórica y social de la lengua creole. Hablo el creole desde siempre y mantengo con este idioma una relación tan profunda como con mi haitianidad; esto está por encima de todo, por encima del exilio y el destierro, porque si bien he tenido que salir físicamente de Haití, toda mi esencia sigue allá... Yo nunca dejé Haití, a mí me deportaron en un viaje contrario. Lo más intenso de una vida es enfrentar sus circunstancias, mi conciencia de ciudadano del mundo está ligada a esa primera historia de afrodescendiente, siento que esto es también una fuerza, una referencia particular y excepcional, por esa energía que me da pensar que soy descendiente de Dessali-

nes. Lo soy por genealogía, pues uno de mis tatarabuelos fue su primo hermano. Jean-Jacques Dessalines, el gran libertador, no solamente de los negros esclavos, también el gran constructor de las independencias, el gran estratega militar y el amigo de Latinoamérica. Pues esa aventura humana de liberación de la esclavitud que Haití entregó al mundo es la fuerza que hoy día nos habita a todos los haitianos tan golpeados por las circunstancias y la política. Estamos de pié y seguimos gracias a esa fuerza recibida por los descendientes de esclavos y los forjadores de la primera república negra liberada del sistema de explotación esclavista. Yo no podría ser escritor sin esa referencia y mi obra se nutre de Dessalines, de Toussaint Louverture, de Dutty Boukman, de Léger-Felicité Santhonax, todos han contribuido a la construcción de la liberación y de las independencias de América. Mi obra no puede ser sin esta historia, pero también puede servir a muchas historias más. Lo he dicho en varias ocasiones, en conferencias internacionales, en congresos: el pueblo de Haití y los creadores, escritores, pensadores haitianos no podemos ser fuera de nuestro encuentro fundador del sermón del houngan Boukman en el Bois-Caïman. Es una referencia fundamental en nuestra existencia como nación. Muchos historiadores y críticos se han preguntado sobre la veracidad de esta juramentación de los seguidores de Boukman en Bois-Caïman, pero para nosotros es un hecho incuestionable que 41


pertenece a nuestros mitos fundadores. El Bois-Caïman es un compromiso secular del pueblo de Haití con sus principios emancipadores y su fidelidad a los dioses africanos, somos una comunión espiritual con el panteón de nuestros ancestros y aunque practiquemos o no el vudú, sentimos un lazo espiritual con África, somos la única nación que sentimos esa espiritualidad, por tal razón nuestra relación con el continente africano va más allá del nexo con la esclavitud y la trata, sabemos que somos hijos de toda una civilización y de una filosofía, por tal razón siempre hemos mantenido relaciones coherentes con África. 42

Muchos de mis compatriotas regresaron a África en los años cuarenta y cincuenta, huyendo del duvalierismo y este retorno fué como un regreso a casa. Por eso, muchos profesores, maestros, técnicos, médicos, contribuyeron en el desarrollo del continente africano en los años de las independencias, entre 1950 y 1960. El diálogo con el continente africano no se ha detenido nunca. Nuestra relación es ancestral y contemporánea. Nuestra relación es natural, es una comunión de valores. Todavía en la actualidad hay grandes artistas que siguen viviendo en África, sobre todo en Senegal; la gran actriz Jacqueline

Lemoine es un ejemplo relevante, ella fue toda su vida la actriz más importante del Theatre Sorano de Dakar y sigue viviendo allá a sus 96 años, respetada y adulada por todas las generaciones de ese país, que saben que es haitiana y que la consideran como perteneciente al desenvolvimiento de la civilización africana en el mundo.

Hermanos, hermanas Pero mi pertenencia va más allá del continente. Nuestra coherencia de primer pueblo negro liberado de la esclavitud y del colonialismo nos hace hermanos de toda la comunidad afroamericana y afrocaribeña.


Cuando escribo mi antología poética sobre las grandes figuras negras de América y del Caribe, es para mí una manera lógica de rendir un homenaje a todas las figuras que han contribuido a hacer avanzar el pensamiento humano. Ángela Davis es más que una mujer negra, es una figura que democratizó la sociedad de América del Norte, una figura progresista, con una dialéctica universal que pertenece a la historia. La honro en mis versos, celebro el pensamiento de una afroamericana que abrió las puertas de la paz, honro un luterano convencido por la convivencia cívica. Con todo esto quiero decir que somos herederos de una gran dignidad y digo, sin soberbia, que nuestra fuerza como afrodescendientes consiste en seguir contribuyendo con la humanidad por la paz entre los pueblos y las culturas. Lo que me parece fascinante en estos principios del siglo xxi, sobre todo a través del conjunto de las celebraciones que se hacen en una gran diversidad de naciones, es poder enriquecernos de todos los aportes de los afrodescendientes en el mundo y hacer de esos aportes una etapa de reflexión para el conjunto de la humanidad. Lo más interesante es la gran lección de paz y de reconciliación y perdón que tanto Martin Luther King como Nelson Mandela han ofrecido al mundo. Ese perdón significa, para mí, un aporte fundamental, un elemento humanístico y espiritual que trasciende y unifica el conjunto de la humanidad, son gestos civilizadores que nos vienen de aquellos que fueron

los golpeados, los torturados, los escupidos y los flagelados. Es un perdón que eleva el ser humano más allá de su sus orígenes y de su condición social. Los afrodescendientes son los pacificadores y los constructores del diálogo que comenzó en el siglo xx y continúa en la actualidad. Nos toca a nosotros, hijos de África dispersos en las diversas diásporas, tomar la palabra de nuestras historias particulares, hacerlas viajar por el mundo para agrandar el conocimiento de la humanidad.

Mi negritud Ahora bien, mi negritud, como descendiente de la esclavitud, la comparto con todos los hombres y mujeres que han comenzado acciones de emancipación y libertad. Entiendo que nuestra historia es solidaria y reivindicadora ejemplar de reconciliación. Si me siento heredero de Dessalines, de Boukman y de Toussaint, también me siento descendiente de todos los indígenas desaparecidos en nuestra isla después del gran genocidio, por eso soy hijo también de Bohechío y de Anacaona; siento una solidaridad histórica y moral por todas las culturas autóctonas. Con mi obra de teatro Anacaona pude expresar estas ideas, pues nosotros afrodescendientes de Quisqueya tenemos una historia que debemos reforzar en nuestra educación frente al futuro y para las nuevas generaciones. Nosotros llegamos aquí después del gran incendio, somos también los herederos de todos los caciques que batallaron contra el invasor.

Desde muy temprana edad también entendí que era hermano de Caonabo y Bohechío y de todos los descendientes de los pueblos precolombinos. Siento mi africanidad totalmente compartida con los primeros habitantes de Quisqueya. Como escritor me apasiona el encuentro entre estos pueblos, sueño muchas veces ese encuentro y no puedo resistirme a pensar que es muy posible que los indios y los africanos pudieron tener una comunicación que todavía desconocemos... Por eso tuve que escribir la obra de teatro donde las dos civilizaciones se encuentran a través de la resistencia y del cimarronaje. Yo creo que tenemos que seguir investigando y conocer más nuestra historia particular dentro de la historia general del Caribe. Vale también buscar la manera para que en África nos conozcan a través de todos nuestros matices, pues lo más importante es que las nuevas generaciones se conozcan más y creo que la dinámica está abierta. Hoy día los jóvenes comunican con nuevos recursos tecnológicos que les permiten intercambiar con mayor eficiencia. Sin embargo, nos toca a los mayores transmitir esa memoria para el futuro, porque la afrodescendencia nunca se limitará a un concepto exclusivo ni a una única definición, irá tomando los matices del futuro y se enriquecerá con los aportes renovados por cada generación. La afrodescendencia pertenece y ocupa un gran lugar en la historia y en el futuro de la humanidad. Ahora bien, vale aclarar a las nuevas generaciones que les toca evitar que vuelvan a suceder hechos como la trata negrera, la 43


esclavitud y sus consecuencias. El racismo es una amenaza constante y todavía hoy por encima de todas las luchas históricas, tanto en África como en el Caribe y en toda América, siguen apuntando situaciones raciales que nos enfrentan y a veces encontramos situaciones sociales en nuestras islas pero también en Estados Unidos, sobre todo en los estados de grandes mayorías afroamericanas, estratificaciones sociales donde los que tienen me-

hay pobreza negra ni pobreza blanca, hay pobreza”. Evitar el racismo, la guetización, la fragmentación y la división de la diversidad cultural significa poner en pie nuevas dinámicas educativas y culturales que permitan desde la edad maternal hasta la adulta recibir una formación de paz y de convivencia que les dé a las nuevas generaciones nuevos instrumentos para enfrentar los desafíos del siglo xxi.

Mantener la memoria de la historia es fundamental, pero las nuevas generaciones deben nutrirse de nuestra afrodescendencia nores recursos son la mayoría de las veces los hijos, los nietos y los bisnietos de los afroamericanos. La igualdad de derechos tiene que convertirse en una realidad en las prácticas socioeconómicas. Cuando pensamos en derechos queremos hablar de dignidad, queremos terminar con los guetos, con las comunidades desfavorecidas, y romper muchas fronteras que dividen a los ciudadanos según su raza, su origen y su estatus social.

Soluciones ante Luther King El sueño de Martín Luther King tuvo su fuerza y su razón de ser. Ahora, de lo que se trata frente a las exigencias de la mundialización es de encontrar soluciones para todos aquellos que el progreso y la crisis va dejando de lado porque, como decía el poeta Nicolás Guillén: “No 44

Mantener la memoria de la historia es fundamental, pero las nuevas generaciones deben nutrirse de las enseñanzas que hemos recibido de nuestra afrodescendencia. Un potencial humano de sabiduría, y de perdón. Recuerdo la salida de Nelson Mandela de la cárcel con esa extraordinaria sonrisa y la generosidad en la mirada. Mandela perdonando a sus verdugos y construyendo una nueva nación para todos y con todos. Esa convivencia y esa paz nos viene de las enseñanzas de nuestros líderes históricos y la juventud de hoy hasta en los renglones más agresivos de la miseria debe crecer con el perdón, porque el perdón dinamiza, el perdón engrandece. Sin embargo, perdonar no es olvidar ni bajar la guardia, porque todavía no hemos alcanzado el sueño de Martín Luther King.

Con esa fuerza, la juventud de hoy y las generaciones que miran hacia el futuro se sentirán portadoras de un mensaje que viene de África hacia el mundo. Es un mensaje que demuestra la grandeza del ser humano: tenemos una gran capacidad de enfrentar el sufrimiento, vencerlo, resistir, levantarnos, perdonar y edificar. Creo que estas son las enseñanzas fundamentales de la naturaleza humana que se cristalizó en la aventura de los afrodescendientes esparcidos por toda América y el Caribe. Con esto tenemos que construir un nuevo diálogo, con África por supuesto, pero con nosotros: afroamericanos y afrocaribeños. Es extraordinario pensar la gran herencia que tenemos en cada uno de nosotros y que nos queda por conocer. Ese patrimonio merece emprender el viaje para nosotros, de isla en isla, de continente en continente. Un viaje que debe nutrirse de proyectos de integración y de cooperación a través de todas las instituciones de educación, arte, cultura, ciencias. Porque nos toca adueñarnos de nuestro potencial. Traducción: Delia Blanco. Jean Métellus es escritor, dramaturgo y poeta haitiano, residente en París. Gran Premio de la Francofonía, Académie Francaise, 2010; Gran Premio internacional de poesía de lengua francesa Léopold Sédar Senghor en 2006, Gran Premio de Poesía de la Sociedad de las Gentes de Letras, 2007, y Gran Premio Internacional de Literatura francófona Benjamin Fondane, 2010.



Laura Rojas


Balaguer, La Banda Colorá y la prensa Los doce años de Balaguer (1966-1978) fue un período caracterizado por la represión ejercida en todos los ámbitos de la vida pública dominicana. Para postergarse en el poder, Joaquín Balaguer desarrolló estrategias entre las cuales están la que le permitió reproducir modelos de clientelismo mediático. La situación logró que los desmanes contra la población de una fuerza paramilitar, bautizada como La Banda Colorá y llamada por el fenecido líder reformista como Los incontrolables, obtuviera diferentes tipos de cobertura de acuerdo a un estudio hemerocrítico que compara cómo Listín Diario, El Caribe y El Nacional de Ahora publicaron 448 informaciones periodísticas sobre las acciones de este grupo entre 1971 y 1972.

Fotos: Archivo General de la Nación


L

os doce años de Balaguer es el nombre con el cual se identifica al período de tres gestiones gubernamentales, que comenzaron el primero de julio de 1966 y se extendieron hasta el 16 de agosto de 1978. En tres elecciones consecutivas fue electo presidente el extinto Joaquín Balaguer. Como “la democracia autoritaria”, calificó Sang Ben (1999) a este período. Espinal (1994) precisa que durante estos tres gobiernos consecutivos se definieron nuevos modos de hacer política fundamentados en integrar sectores de la burguesía al Estado y la exclusión política de los grupos populares. Cruz (2009) definió los doce años de Balaguer como el resultado de la intervención extranjera y de fraudes electorales. Sin embargo, el líder del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) lo denominó como “un régimen de convivencia jurídica”. Durante los doce años de Balaguer el periodismo dominicano registra ataques directos al sector y a quienes ejercían este oficio. Fueron asesinados los periodistas Gregorio García Castro, en 1973, y Orlando Martínez, en 1975. Aunque estas muertes fueron ejecutadas por agentes policiales, Cruz (2009) narra que: “Balaguer también prohijó la organización de un grupo paramilitar llamado La Banda Colorá, integrada por soplones, desertores de izquierda y matones profesionales”, y los periodistas, como la población, fueron blanco de atentados. Al referirse a La Banda Colorá, Espinal (1994) deja explícito que Balaguer presidió un gobierno represivo y “encontró siempre otros artificios –un tanto indirectos– de la violencia”.

La Banda Colorá La Banda Colorá o La Banda, como se le llamó al Frente de la Juventud Democrática Antiterrorista y Anticomunista, surgió con el primer gobierno de los doce años de Balaguer. Martínez Almánzar (1996) precisa que fue una agrupación de extrema derecha que se dedicó a “cazar a los que habían luchado al lado del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó” durante la Revolución de abril de 1965. Según Moya Pons (2008) fue dirigida por el presidente Balaguer, 48

A Ramón Pérez Martínez, mejor conocido como Macorís, se le atribuye ser el líder de la agrupación La Banda Colorá.

quien, para desvincularse públicamente de sus acciones y para amedrentar a la población, le colocó el mote de “Los incontrolables”. Sin embargo, en los hallazgos de esta investigación no se logró obtener algún documento o instrumento que confirme que el fenecido presidente Balaguer estuvo vinculado a los actos cometidos por la agrupación. En el período 1970-1971 la represión política alcanzó numerosas manifestaciones, por ende fue la máxima expresión de la organización que “aterrorizó el país elevando el asesinato político a uno cada 28 horas”. El 9 de octubre de 1971, explica Martínez Almánzar (1996), asesinaron a cinco jóvenes del club Héctor J. Díaz del barrio 27 de Febrero de la capital, lo que provocó la desaprobación de la población. Tras este incidente el gobierno desintegró La Banda y detuvo a sus dirigentes y miembros. Aún se desconoce el número de personas que formaron parte de La Banda Colorá, aunque se ha confirmado que estuvo integrada por “jóvenes


de los estratos más bajos de la población que habían militado en organizaciones de izquierda”. Los miembros de La Banda descartaban la protección del gobierno o de organismos castrenses con afirmaciones como: “No somos dirigidos por la Policía ni las Fuerzas Armadas”. “No pertenecemos a la banda ni de ladrones ni de atracadores, ni somos ton-ton machotes, solo luchamos para disminuir los crímenes, asesinatos y atracos”, declararon a la prensa el 8 de mayo de 1971. Para el periodista Juan Bolívar Díaz, quien sobrevivió a un atentado de un coche bomba durante ese periodo, el presidente Balaguer estaba detrás de las acciones de La Banda: “¡Pero claro que estaba detrás de todo!”, dijo con tono enfático al ser entrevistado para avalar los datos encontrados en esta investigación. Ramón Pérez Martínez, mejor conocido como Macorís, líder de la agrupación La Banda Colorá, negó que la invitación que un día recibió para dirigir La Banda haya sido un mandato presidencial, pero tampoco quiso atribuirla a la Embajada Norteamericana. “Desde el Palacio Presidencial de la República, mientras el presidente Balaguer estuvo en el poder, no salieron mecanismos oficiales de censura para la prensa”, precisó Martínez en la entrevista realizada para esta investigación.

De la participación de la Policía en La Banda sí existen algunas referencias, como una publicación periodística de El Nacional de Ahora en la que informa que un periodista que estuvo en el destacamento de Villa Juana, tratando de liberar a unos jóvenes, fue agredido por dos tenientes que se abalanzaron sobre él para retirarle la libreta. “Entonces, el oficial tomó la libreta y comenzó a hojearla tachando algunos apuntes, que se referían a la banda de facinerosos”. Esto sucedió el 15 de mayo de 1972, luego que La Banda incendiara el club Mauricio Báez.

Ideología y medios de comunicación La función de los medios de comunicación es dar a conocer las realidades sociales, erigiéndose como entidades críticas y que preservan los derechos de las personas. Para de Pozo (s.f.), el Estado tiene el rol de: “Garantizar y respetar la libertad de información, el acceso a la información pública, asumir que los gobernantes están sujetos al control social y que los medios cumplen ese papel como mediadores entre el Estado y la ciudadanía”. Aclara que “cualquier intromisión de los poderes públicos en este terreno (los medios) podría calificarse como antidemocrática, sin paliativo alguno”.

Enrique Pérez y Pérez fue jefe de la Policía Nacional durante los 12 años de Balaguer. Este fue uno de los organismos desde los cuales se ejerció presión en la considerada “dictadura democrática”.

49


En la República Dominicana, la presión gubernamental no se limitó a la contienda política. Los medios de comunicación estuvieron influidos o coartados por las disposiciones gubernamentales de los doce años de Balaguer, periodo heredero de los mecanismos de censura y represión de la era de Trujillo. El dictador, explica Del Toro (2004), obligaba a los periódicos a publicar noticias favorables para el régimen. En 1934 estableció una ley que penalizaba a aquellos que interrumpieran la paz pública con la publicación de rumores que dañasen los poderes y la administración estatal.

Del estado de la prensa al análisis hemerocrítico A comienzos de 1966, cuando ascendió Balaguer al poder luego de elecciones, la República Dominicana empezaba a olfatear los primeros vientos de democracia tras 30 años de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo y de administraciones provisionales e intentos fugaces de gobiernos progresistas. La semidictadura reformista prometió a los quisqueyanos: “Un nuevo amanecer con Balaguer”, en su consigna de campaña. Los medios de comunicación tuvieron un repunte y empezaron a surgir con la democracia. Los periódicos ocupaban el segundo lugar en la preferencia de la población, después de la radio, lo confirman los periodistas Dania Goris y Juan Bolívar Díaz en un documento titulado Periodismo Radiofónico Dominicano. El Listín Diario, El Caribe y El Nacional de Ahora encabezaron los niveles de lectoría. Entre 1966 y 1978 circulaban 75 medios escritos, la mayoría de circulación clandestina. En Santo Domingo se editaban 39 publicaciones y en las provincias existieron 36 medios impresos.

Medios impresos en la República Dominicana 1966-1978 Antes de continuar, contextualizo que estas informaciones son el resultado de la investigación “Tratamiento de las informaciones periodísticas sobre La Banda Colorá en los periódicos El Caribe, Listín Diario y El Nacional de Ahora durante 197150

Tácticas de represión indirecta contra los medios de comunicación durante los doce años de Balaguer Táctica

Manifestación

Publicidad

No se emitían contratos de publicidad desde entidades gubernamentales a medios señalados como subversivos.

Influencias interpersonales

Influencia de relaciones interpersonales de entidades gubernamentales y directores de medios.

Clientelismo mediático

Favores desde el ámbito gubernamental a los medios o directores de medios que luego se reflejaban en la necesidad de responder a una línea de contenido.

No fiscalización de la ley de incentivo industrial

El Gobierno dejaba que los medios no hicieran los pagos correspondientes según mandaba la ley.

Violencia contra los periodistas

Ataques violentos en enfrentamientos, amenazas, llamadas telefónicas y revisión de apuntes en ocasiones.

Fuente: Elaboración propia a partir de los testimonios obtenidos en las entrevistas realizadas en el proyecto de investigación.

1972”. Se determinó una muestra compuesta por: los periódicos El Caribe, Listín Diario y El Nacional de Ahora; los periodistas que ejercieron la profesión durante la época y los miembros de la agrupación conocida como La Banda Colorá. La metodología utilizada fue el análisis hemerográfico y hemerocrítico, para los periódicos, a los periodistas y miembros de La Banda se les diseñaron entrevistas estructuradas. El objetivo principal se centró en analizar el tratamiento otorgado por los tres periódicos a las informaciones publicadas sobre La Banda Colorá durante enero de 1971 a enero de 1972; los objetivos específicos: determinar la presencia de las informaciones y presentar una panorámica del tratamiento dado a las informaciones periodísticas sobre los hechos cometidos por La Ban-


Durante este período fueron publicadas 363 noticias sobre La Banda. De estas: 77 pertenecen al 1974 1971 1967 Breca 1976 El Informador Hatero El País El Sol 1969 30 de Mayo Listín Diario, 102 al Caribe y 184 a 1970 El Cultural N 1973 Nosotros en Grupo 1976 Tribunal Oriental El Nacional de Ahora. En los tres mePuerto Plata Monte dios impresos, mayo de 1971 repreCristi Valverde Espaillat María senta el mes donde se publicaron Dajabón Trinidad Sanchéz Salcedo 1974 El Planeta Santiago cerca del 50 por ciento de las noRodríguez Santiago 1975 El Cometa Duarte Samaná ticias, por la intensificación de las REPÚBLICA DOMINICANA acciones de parte de la agrupación La Vega Sanchéz La San Juan Ramírez Estrelleta y la atención de la prensa ante los Monseñor Monte Noeul Hato Plata hechos, que logró respuestas en las Mayor El Seibo La Distrito Nacional instancias gubernamentales. Altagracia Baoruco Santo Domingo La Azua San Pedro Romana San El análisis hemerográfico deterCristóbal Independencia Peravia mina que 40 hombres ejercieron el 1976 El Higüamo Barahona periodismo durante 1971 e inforPedernales 1967 El Tiempo 1975 maron sobre La Banda Colorá. En 1971 Adelante Va El Provincial 1972 El Expreso 1967 La Voz del Pueblo el estudio realizado no se encontró 1976 1975 Hoy 1968 Tribuna Hispánica El Papagayo 1970 Nuevo Diario una información periodística sobre 1976 1970 Ultima Hora El Periódico este grupo firmada por una mujer. 1970 Universitario 1971 El Vía 1971 La Gaceta Literaria Los periodistas Radhamés de Santo Domingo 1969 Maguana Gómez Pepín, Osvaldo Santana, 1971 El Sol 1972 Despertar! Marino Mendoza, Rafael Núñez Acontecer Sureño 1972 1974 Vanguardia del Pueblo 1973 Voz Campesina 1975 1975 El Municipal Grassals y Rafael Molina Morillo El Tribuno Tierra 1975 1975 Nueva República coinciden en que para la publica1976 Centinela ción de las informaciones periodísFuente: Elaboración con recopilación de Rodríguez, (s.f.) y diseño de César Ricardo ticas sobre La Banda los reporteros no recibieron nunca ningún impeda Colorá. También, determinar si el Gobierno dimento oficial. ejerció represión o control sobre esos periódicos Mendoza, quien fue diputado y reportero para durante los doce años de Balaguer en cuanto a las el Listín Diario de 1969 a 1976, aseguró que en los informaciones publicadas sobre La Banda Colorá medios en los que se desenvolvió “nunca hubo y, por último, explorar el nivel de autocensura en predisposición a que se publicara o no algo de La esos periódicos. Banda, había medios que daban mayor cobertuTras analizar, mediante análisis hemerográfira, pero todo dependía de los niveles ideológicos co, los periódicos de enero, marzo, mayo, julio, del medio y las vinculaciones políticas”. septiembre, noviembre de 1971 y enero de 1972, La represión que ejerció el gobierno de Joafueron recopiladas 448 informaciones periodístiquín Balaguer a los medios de comunicación, con cas que representan las publicaciones en las que la intención de censurar las informaciones, no fue fue mencionada La Banda Colorá durante el directa y explícita como pasó durante la dictadura trujillista. Sin embargo, el Poder Ejecutivo utitiempo estudiado. El Listín Diario y El Caribe tenían presencia de lizó otras tácticas para subyugar los periódicos, lunes a sábado, y El Nacional de Ahora era un veslas estaciones de radio y televisión, de acuerdo a pertino y se imprimía, también, los domingos. Es Gómez Pepín, Santana, Mendoza, Núñez Grasdecir que fueron observados 187 días de cada uno sals y Molina Morillo. de los dos primeros periódicos y en El Nacional se Tras la investigación realizada, se determinó observaron 217 días. que El Nacional de Ahora fue el periódico que dio

1 MEDIOS IMPRESOS EN LA REPÚBLICA DOMINICANA 1966-1978

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El periodista Gregorio García Castro fue asesinado en 1973. En el crimen se responsabiliza a los organismos represores del gobierno de los doce años de Balaguer.

mayor cobertura a los hechos cometidos por La Banda durante 1971. El Listín Diario y El Caribe asumieron una cobertura similar a los hechos de La Banda. El primero publicó 93 informaciones periodísticas y el segundo 114. El Caribe publicó 21 informaciones más que el Listín, sin embargo, éstas hacían eco al interés oficial, situándolo como una prensa de postura gobiernista y elitista; sólo representaba los intereses del gobierno de Balaguer. Un factor determinante es que en este medio sólo se dio a conocer un ataque a periodista durante 1971, mientras que El Nacional de Ahora reportó 15 agresiones a los reporteros. El Listín Diario, medio conservador y elitista, se puede considerar por las publicaciones realizadas como “un amigo lejano” de ese gobierno y defensor de los oprimidos sólo en momentos extremos. Este periódico trató las informaciones sobre La Banda con modestia y oficialismo. El mayor número de publicaciones de este periódico, al igual que El Caribe, hacían eco de la voz oficial; reproducía el interés gobiernista de difundir 52

las problemáticas que producía la agrupación y cómo afectaba los sectores de élite. El Nacional de Ahora se dedicó a denunciar y describir, o mejor dicho, a decir “con pelos y señales”, como calificó su actual director, Radhamés Gómez Pepín, los desmanes de la agrupación paramilitar. Este periódico, impreso para circular en horas de la tarde y sostenido por la venta callejera y no por la publicidad, informaba sobre los actos cometidos por La Banda, esto es notable por elementos que se aportaban en las informaciones, como el uso diverso de fuentes, aportar antecedentes, informaciones sobre los tipos de abusos que se cometían, si había muertes o heridos y quiénes se enfrentaban. Es notable su distancia del oficialismo por la postura crítica con el que se trataban las informaciones provenientes de éste ámbito. Fue un medio que se caracterizó por la diversidad de voces que utilizaba, el uso de distintos géneros periodísticos y de complementos, como las imágenes, y los 11 artículos de opinión ante los tres del Listín Diario y uno de El Caribe.


Laura Rojas es licenciada en Comunicación Social graduada de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Labora como reportera en el periódico El Caribe y ofrece servicios a la gerencia de comunicaciones de la administradora de riesgos de salud ars Meta Salud. Forma parte del Movimiento Scout Dominicano y promueve proyectos para fomentar la relación domínico-haitiana.

Bibliografía

El periodista Orlando Martínez también fue asesinado durante los doce años de Balaguer, tras emitir sus opiniones en la columna “Microscopio”.

La Banda no fue una organización clandestina. En sus comienzos, tal vez aún no era reconocida como tal, pero los medios de comunicación desde mayo de 1971 trataron las informaciones de ataques de este grupo y se sabía quienes formaban parte de la agrupación. Los integrantes de La Banda publicaron a través de la prensa aclaraciones respecto a la agrupación. Pero, por igual, 15 periodistas fueron atacados por esta agrupación para que no se publicaran con fidelidad hechos que cometían, de acuerdo a las publicaciones de la época. Se reporta que La Banda cometía sus actos en sectores de clase media baja y en lugares como escuelas, clubes y colmados. Los medios de comunicación pueden ser víctimas de represiones, atados ante los beneficios aportados por el Gobierno, o sectores empresariales en situaciones remotas, y deben modificar su línea editorial y regular su contenido de publicación. Este concepto puede explicar la relación de los medios con el gobierno de los doce años de Balaguer. Tras el estudio se puede establecer que el clientelismo mediático forzó a algunos periódicos a rendir pleitesía a quien tantos beneficios les daban.

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Robert Castel

La ciudadanía social amenazada Un ciudadano pleno no es sólo aquel que puede acudir a las urnas. Hay condiciones sociales que se deben tener, incluso por derecho, como es el empleo remunerado y digno, que le permita participar de la sociedad. En los albores del siglo XXI la ciudadanía democrática es una quimera debido a las carencias sociales de la sociedad de post Segunda Guerra Mundial. En definitiva, la ciudadanía social es el hecho de disponer de un mínimo de recursos y derechos indispensables para asegurar cierta independencia social.

Fotos: Efe


A

nte todo quisiera subrayar la importancia de la ciudadanía social como una noción complementaria, a mi juicio, de la ciudadanía política, y demostrar que ambas constituyen el otro zócalo de la ciudadanía democrática. Por lo tanto, el riesgo de degradación de la ciudadanía social, que es algo que caracteriza y nos preocupa de la coyuntura actual, significa también una amenaza para la ciudadanía como tal. En mi razonamiento me concentraré, principalmente, en los efectos de las transformaciones económico-sociales que tienen lugar desde hace unos treinta años, desde lo que empezamos a llamar la “crisis” a principios de los años setenta, y que terminó siendo más que una turbulencia momentánea. Se trata de un cambio de régimen del capitalismo, de la salida del capitalismo industrial y del cuestionamiento del equilibrio entre lo social y lo económico al que había llegado laboriosamente. Quisiera demostrar, o por lo menos sugerir, que el cuestionamiento de este compromiso (lo que se designó como “compromiso social” del periodo post Segunda Guerra Mundial) no es una simple peripecia de la historia económica. Es algo que podría desequilibrar uno de los fundamentos de una sociedad democrática, la posibilidad para el conjunto de los ciudadanos de constituir una “sociedad de semejantes”, según la expresión de Léon Bourgeois; es decir, una sociedad cuyos miembros disponen de los recursos y derechos básicos necesarios para poder insertarse en los sistemas de intercambios recíprocos en los cuales cada uno puede ser tratado con paridad. En un primer momento, pondré en perspectiva la importancia de la ciudadanía social a partir de los límites de lo que Peter Wagner llama “la modernidad liberal restringida”. En su libro Libertad y disciplina: las dos crisis de la modernidad, Wagner demuestra que el concepto de ciudadanía que se impuso al principio de la Era Moderna –y del cual la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano representa su expresión más vistosa– se aplicó en un principio de forma fuertemente restrictiva. Esto es cierto en un plano político. Hubo obstáculos censitarios, y de otra índole, que impedían el ejercicio democrático de esta ciudadanía.

En Francia las mujeres obtuvieron este derecho solamente después de la Segunda Guerra Mundial. Pero no redundaré en este aspecto del tema. Sobre este punto los trabajos de Pierre Rosanvallon son muy esclarecedores. Pero, en el plano social, esta amputación del ejercicio de la ciudadanía es aun más tangible. Por ejemplo, basta con volver a leer las innumerables descripciones del pauperismo en el siglo xix para darse cuenta hasta qué punto un proletario es escasamente, para no decir en lo absoluto, ciudadano. Claro, a partir de 1848 participa en la ciudadanía política, pues tiene derecho al voto. Pero en el orden social no representa nada, casi no tiene derecho y tampoco reconocimiento social, sino que al contrario es objeto de desprecio. El proletario “inspira más disgusto que piedad”, dijo en 1840 Eugène Buret, quien sin embargo era un buen católico social y observador sensible a las desgracias del pueblo. Por cierto, 1848 hizo estallar esta contradicción entre el reconocimiento de la ciudadanía política mediante el sufragio universal y una negación total de reconocimiento y de derechos sociales, contradicción que en ese momento se materializó alrededor de la cuestión del derecho al trabajo.

Hacia el concepto ¿Qué es la ciudadanía social? No tengo la pretensión de dar una definición sabia, pero se puede caracterizar por el hecho de poder disponer de un mínimo de recursos y derechos indispensables para asegurarse una cierta independencia social. Por ejemplo, un viejo trabajador que no puede trabajar más y que se ve obligado a ser miserable antes de morir de la vergüenza en el hospicio para indigentes, no puede ser considerado como un verdadero ciudadano, aun si se le ocurriera (que probablemente no será el caso) ir a votar. Por el contrario, si tiene derecho a la pensión, es cierto que tampoco vivirá en la opulencia como un rico propietario. Pero este no es el punto. Lo que está en discusión no es la perfecta igualdad de las condiciones sociales, sino que pueda disponer de la independencia social mínima para ser dueño de sus decisiones. Es decir, no estar en la dependencia inmediata por necesidad, ni en una 55


relación unilateral de sujeción respecto al otro, o depender de la asistencia a través de magros ingresos atribuidos a causa de una discapacidad. La cuestión es disponer de una base de recursos para entrar en un sistema de intercambios recíprocos, para poder establecer relaciones de intercomunicación y no permanecer encerrados en relaciones unilaterales de sujeción. El derecho a la pensión solo es un ejemplo del conjunto de protecciones sociales que permitieron salir del marco de la “modernidad liberal restringida” y generalizar, o democratizar, el acceso a la ciudadanía. Principalmente durante el periodo post Segunda Guerra Mundial hasta los años setenta, la mayoría de los ciudadanos de los países de Europa Occidental se dotaron, bajo diferentes formas, de estos recursos básicos que son exigibles en derecho y que se volvieron constitutivos de su ser social. También podríamos hablar de seguridad social generalizada, o de “sociedad de seguros” que garantiza a casi todos estas protecciones básicas. Es la contraparte de la ciudadanía política. Los individuos-ciudadanos pueden ejercer plenamente sus funciones políticas porque disponen de

una cierta independencia social. El ejercicio de la ciudadanía deja de ser un privilegio que remite a características sociales monopolizadas por una élite más o menos grande, tal como lo era durante la modernidad liberal restringida. Podemos decir que la ciudadanía se democratizó porque ahora puede ser compartida por el conjunto de los miembros de la nación, aparte de una franja marginal que permanece en una situación de subciudadanía. Así es lo que vamos a llamar el “Cuarto mundo”: individuos y grupos que no entraron en la dinámica del desarrollo económico y social y que representan, dentro de la nación, una suerte de zonas de subdesarrollo del Tercer mundo. No son sujetos completos de la sociedad moderna. Pero también se los considera como islotes arcaicos en vías de resorción progresiva, a medida de que se amplían las características de la modernidad democrática. La construcción de esta ciudadanía social, a pesar de que se manifieste como una propiedad general que comparten todos los ciudadanos, depende de condiciones específicas e históricamente determinadas. Se trata de dos condiciones principales que se encuentran fuera de la esfera política:

La dificultad de acceder a un servicio social pone en tela de juicio el derecho al voto.

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el casi pleno empleo y la consistencia del estatuto del empleo. Son dos puntos que no pueden ser completamente ilustrados, pero se podría demostrar que, por lo menos en el caso de Francia, la ciudadanía social fue construida a partir de la estabilidad de las condiciones de trabajo y de la solidez de la condición salarial. Es porque casi todo

que también sería la vuelta al casi pleno empleo. Esto no ocurrió, el desempleo no desapareció, la precariedad se fue desarrollando de tal manera que hoy en día es necesario reexaminar lo que se debe entender por “desempleo” y por “precariedad”. En lo que se refiere al desempleo, es probable que se haya vuelto algo más que desempleo si entendemos por “persona desempleada” a una “persona en búsqueda de empleo”, que está en una fase de espera más o menos larga para encontrar trabajo. En efecto, el desempleo clásico es un periodo de transición más o menos largo entre dos empleos. Pero hoy en día hay personas que se quedan desempleadas y sin poder encontrar un nuevo empleo. Podemos hacer la hipótesis –aunque asuste– de que a partir de ahora sería imposible alcanzar un verdadero pleno empleo, si entendemos por “empleo” el estatuto clásico del empleo tal como existía en la sociedad salarial: de larga duración (la hegemonía del cdi [en Francia, contrato a duración indeterminada]), correctamente remunerado (como mínimo el smic [salario mínimo interprofesional de desarrollo]) y acompañado de todas las prerrogativas del derecho laboral y de la protección social. Por cierto, las tasas de desempleo que habían alcanzado hasta más de un diez por ciento de la población activa tienen una tendencia a bajar según las últimas estadísticas. Pero hay que observar con más detalle lo que se entiende por “creación de empleos”. A menudo no son empleos completos, empleos de jornada completa, sino a tiempo parcial, formas diversas que llamamos empleos “atípicos”. Y este punto me parece significativo. Incluso la baja de las tasas de desempleo no implica necesariamente el regreso al pleno empleo. Es probable que el régimen actual del capitalismo, tal como se impone desde hace unos 20 años, con la competencia exacerbada a nivel mundial, sea incapaz de asegurar el pleno empleo en el sentido fuerte de la palabra. Sin embargo, propone la actividad. Quiere que todo el

La legitimidad democrática está cuestionada por una separación entre los que disponen de las condiciones para jugar el juego de la ciudadanía y los que están privados de ella el mundo trabaja en el marco de un estatuto que comprende protecciones y derechos que se han convertido en el principal zócalo sociológico de la posibilidad del trabajador de generalizar su ciudadanía y la de su familia, sus “derecho habientes”, según un término muy bien acuñado. De tal forma que el desequilibrio de este fundamento puede desestabilizar las condiciones del acceso a la ciudadanía social, y muy probablemente de la ciudadanía en general.

Desempleo, más allá de las consecuencias económicas Es en este sentido que quisiera ahora insistir en las implicaciones de este doble fenómeno que se instaló en nuestra sociedad, el desempleo masivo y la degradación del estatuto del empleo, que van más allá de sus consecuencias económicas. En efecto, cuando se empezó a hablar de la “crisis” al principio de los años setenta, fuimos afectados de inmediato por un doble aumento, el del desempleo y el de la precarización de las relaciones laborales. Pero se necesitó tiempo para descubrir los efectos porque se pensaba que era una situación transitoria, un momento difícil que había que vivir mientras estábamos esperando lo que llamamos la reprise (la reanudación económica),

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mundo trabaje en “una sociedad de plena actividad”, para usar una consigna de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (ocde), pero serían muchas actividades por debajo del empleo en el sentido completo de la palabra. Podría haber una plena actividad compuesta por más actividades en constante degradación con respecto al empleo. Y aquí me refiero a la segunda parte de mi razonamiento, el desarrollo de la precariedad, a saber las diversas maneras de ser empleado pero de una manera parcial, discontinua, con alternancias entre periodos de empleo y de desempleo, y a la vez con pocos recursos y viviendo siempre en la incertidumbre del futuro. Hago la hipótesis paralela a la que hice sobre el desempleo, quizás también sería necesario pensar nuevamente en la definición de “precariedad”. Generalmente, fue común representársela como una situación marginal en relación con el mercado laboral, como un estado provisional, un periodo difícil de enfrentar en la espera de un trabajo fijo, tal como estos jóvenes que realizaban varios trabajitos antes de establecerse definitivamente: no era tan grave, a condición de que no se extendiera demasiado. Parece que esta representación ya no corresponde a la dinámica actual del mercado laboral, por lo menos en muchos sectores. Tengo que limitarme aquí a ofrecer algunos datos. La forma completa del estatuto del empleo corresponde a lo que llamamos [en Francia] el cdi, el contrato a duración indeterminada. Por otro lado, se habla de “formas atípicas de empleo” para designar los contratos a duración determinada, trabajo temporal, trabajo a tiempo parcial. Sin embargo, si en términos de stock, como dicen los economistas, los cdi siguen siendo mayoritarios (alrededor de 60%), en términos de flujos –es decir de entradas en el mercado laboral– más del 70% de las nuevas contrataciones corresponde a estas nuevas formas. Esto significa que a largo plazo, la inestabilidad del empleo está reemplazando a la estabilidad del empleo como régimen dominante de la organización del trabajo. Quizás ya no tiene sentido llamar “atí-

picas” a las formas de trabajo que van a convertirse en mayoritarias. Pero estos contratos “atípicos” no son las únicas formas de precariedad. También se está desarrollando, particularmente en el marco de la lucha contra el desempleo, los “contratos ayudados”, dirigidos a los jóvenes pero no restrictivos a ellos, y que tienen que ver a la vez con el sector mercantil y el no mercantil. Son generalmente contratos muy limitados en el tiempo (seis meses o un año), a veces renovables, poco remunerados y mal protegidos. Se supone que tienen que transformarse luego en un “empleo sostenible”, pero muchas veces esto no ocurre, al contrario, muchas veces una persona pasa de un empleo ayudado a otro, y a veces con periodos de pasantía entre los dos, que tampoco conducen a un empleo. No quisiera fatigarlos con estos detalles demasiado fastidiosos pues podría seguir con esta descripción de un sinnúmero de actividades de este tipo. Así, se habla del desarrollo de los

La cuestión no es la perfecta igualdad de las condiciones sociales, sino la independencia social mínima

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“servicios a la persona” de los cuales se dice que son una “mina inagotable de empleos”, cuando muchas veces consisten en efectuar algunas horas semanales y mantienen el desarrollo del trabajo parcial. Lo que sugiero con esto es que podríamos estar viviendo una deconstrucción de la estructura del empleo. No afecta –por lo menos todavía no– todos los empleos, pero no es insignificante. Se está instalando un nuevo régimen de trabajo al margen del estatuto del empleo clásico, cuya expansión subyace en esa presión que se ejerce actualmente para que todos se pongan a trabajar. No debería de haber más asistidos y hasta tampoco desempleados porque serían entonces “desempleados voluntarios”. Todo el mundo tiene que


lo que entendemos por “precariedad”. Paradójicamente, puede haber una precariedad permanente, una constancia de la precariedad que en vez de ser una excepción o un estado transitorio, se vuelva algo común, un régimen de velocidad lenta, una especie de zona de la vida social que todavía se encuentra dentro del orden laboral pero que ya no es realmente empleo. Podríamos llamar “situación precaria” a esta condición que se está desarrollando por debajo del salario ordinario y que está tomando formas múltiples que habría que analizar más detenidamente. En cierto sentido, estas personas todavía son asalariadas ya que reciben una retribución por su trabajo. Pero por otro lado ya no son completamente asalariadas porque su sueldo es generalmente insuficiente para poder asegurarles una independencia económica y social, y también porque se encuentran continuamente en una situación provisoria. No disponen de ese estatuto estable del empleo que podría ser la base de su integración social. Esto explica el hecho de que sean dependientes de la ayuda social. Se encuentran en esta posición dual e inconfortable entre trabajador y asistido.

Causas de la amenaza

La democracia no puede existir si no hay una ciudadanía social plena.

trabajar para que a nadie se le estigmatice como un “pobre malo” que vive a costa del Estado. Resulta que no se debe ser muy exigente en cuanto a las prerrogativas ligadas al trabajo, tanto en cuanto a remuneración como a derechos. De ahí, por ejemplo, surge la temática del trabajador pobre que había casi desaparecido en el contexto de la sociedad salarial y que desde hace algunos años se impone con cada vez más insistencia en Francia. Se puede trabajar entonces sin que el trabajo asegure las condiciones básicas necesarias para la independencia económica y social. Es cierto que hay personas que se las arreglan en esta situación. Pero también hay otras que se estancan. Por eso quizás habría que reexaminar

La ciudadanía social está amenazada porque su zócalo se está resquebrajando, si es cierto que este fundamento descansaba principalmente sobre el estatuto del empleo y el casi pleno empleo. Nuestra sociedad se arriesga a tener un número creciente de individuos en un estado de subciudadanía social. ¿Cuál puede ser el significado en cuanto a legitimidad democrática? La legitimidad democrática podría ser cuestionada por la disociación de la ciudadanía política de la ciudadanía social. Sin duda hay que desconfiar de la expresión “democracia formal”, que se ha usado mucho. No obstante, la participación real de los ciudadanos no se reduce a su inscripción en una lógica política que asegura su representatividad y la elección de los representantes del pueblo a través de procesos electorales, por más refinados, ajustados y controlados que sean. Tampoco se reduce a la implicación de los ciudadanos en consultas 59


y tomas de decisiones que los conciernen. O hay que interrogarse sobre las condiciones que hagan posibles, o al contrario imposible, esta participación de los individuos en las decisiones que comprometen su destino político. Espero no ceder a las tentaciones del sociologismo diciendo que estas condiciones son, por lo menos en gran parte, sociales. En todo caso, hice la hipótesis, que para mí es más que una hipótesis, que un régimen democrático descansa sobre un fundamento de condiciones sociales que se podría calificar, retomando la expresión de Léon Bourgeois a la cual me referí al principio de mi análisis, de “sociedad de semejantes”. O, para decirlo en otros términos: la democracia podría ser la expresión política de lo que es, en términos sociológicos, una “sociedad de semejantes”, es decir una sociedad cuyos miembros disponen de las condiciones necesarias a su participación completa en la vida social. Ahora bien, hoy en día, por la dinámica expuesta y que tiene sus orígenes en el advenimiento de este nuevo régimen del capitalismo que invita a la competencia exacerbada a nivel mundial, un número creciente de individuos pierden estas condiciones, o no logran adquirirlas. Están invalidados por una coyuntura, de la cual habría que hablar más ampliamente, y se encuentran en un estado de subciudadanos, un poco como lo eran los proletariados del siglo xix pero en condiciones muy diferentes. Pero, ¿un beneficiario del rmi [remuneración mínima de inserción] es realmente un ciudadano? O ¿un desempleado de largo tiempo, o un joven que se ahoga en la búsqueda de un empleo imposible? Es necesario plantear los problemas sin que implique desprecio por estas personas. Pero hay que reconocer que existe, que es popular y que es eficaz, al punto que influyó sobre los recientes desafíos electorales, lo que significa que tiene efectos directamente políticos. Estas condenas hacia todos los que no trabajan, asimilados los “malos pobres” de épocas anteriores, son peligrosas para la democracia ya que establecen una brecha entre dos categorías de la población. Están los ciudadanos totales, los que en teoría obtienen su independencia y su dignidad por el 60

trabajo (los “que se levantan temprano”), y están los asistidos, los parásitos, los malos pobres, que viven principalmente a costa de los primeros. Ahora bien, detrás de estas condenas morales hay un déficit de ciudadanía social. Los que son así limitados a la indignidad de subciudadanos, la mayoría de las veces también son los perdedores en este nuevo juego de la competencia económica para la que no estaban suficientemente preparados para enfrentar. Es lo que se llama “amonestar a las víctimas”. La sociología puede ser útil en este caso al recordar que la capacidad de actuar como un individuo independiente no es un dato substancial ligado de manera eterna a la cualidad del individuo como tal: depende de los recursos y derechos que este individuo necesita para acceder a la ciudadanía social. Cuando son muy numerosos los individuos que pierden estos soportes se observa un proceso de deslegitimación de la ciudadanía social, lo que ocurre desde hace más de treinta años y que corre el riesgo de provocar una deslegitimación de la ciudadanía política. La legitimidad democrática está seguramente cuestionada por transformaciones que afectan la esfera de lo político. Pero también está cuestionada por una separación que comienza a aparecer en el plano social entre los que disponen de las condiciones necesarias para jugar el juego de la ciudadanía y los que están privados de ella. Nota: Este artículo fue tomado del libro Repenser la Démocratie (2010). Traducido por Morgane Richard y Claire Guillemin. A principios de junio, Robert Castel presentó este texto como su ponencia en Funglode. Robert Castel, sociólogo, director de Estudios de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París desde 1990.

Notas Peter Wagner, Liberté et discipline, les deux crises de la modernité, traducido al francés, París, A.-M. Métailié, 1996. 2 Eugène Buret, De la misère des classes laborieuses en France et en Angleterre, París. 1840. 3 Nota del traductor : en el texto en francés, “précariat”. 1


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Néstor Medrano

Juan Bosch: dualidad indivisible En Juan Bosch existe una condición indivisible que lo identifica y lo proyecta como una de las figuras emblemáticas de la literatura hispanoamericana y uno de los forjadores más importantes de la democracia dominicana. Su memoria histórica debe ser más difundida en las nuevas generaciones. El autor de la Nochebuena de Encarnación Mendoza veía la política como el vínculo necesario del cumplimiento de su sentir social, manifestado en sus creaciones literarias.

Fotos: Archivo General de la Nación



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esde cualquier perspectiva, Juan Bosch es un nombre literario y, si no literario, es sobre todas las cosas un nombre sinónimo de literatura, ubicado en el trayecto productivo de autores de la importancia hispanoamericana de Pedro Henríquez Ureña, Horacio Quiroga y Julio Cortázar. Por supuesto, cada uno desde su circunstancia y desde su particular realidad como actores fundamentales de la cultura del siglo xx. Si esos escritores forman parte del acervo literario esencial –insisto, cada uno desde su circunstancia particular–, Bosch reúne, como ellos, y debería incluir aquí a novelistas de recia sensibilidad como Rómulo Gallegos, la particularidad ejemplar de haber colocado la literatura y su quehacer intelectual al servicio de la política, como razón redentora de las clases desposeídas de su país y del entorno antillano y americano, como digno seguidor de las ideas de Eugenio María de Hostos.1 Hay quienes han afirmado durante mucho tiempo que la actividad y la militancia políticas le restaron dimensión a su quehacer literario, y ciertamente fue el artífice de dos partidos políticos sobre los cuales se ha cimentado la democracia dominicana de la segunda mitad del siglo xx; el Partido de la Liberación Dominicana ( pld) y Partido Revolucionario Dominicano ( prd). El primero fue, o significó, la desvinculación de lo que el profesor Bosch consideró la distorsión de los principios que dieron origen a una organización, el prd, que al comienzo de su fundación en Cuba estaba destinada a regir el trayecto democrático de la República Dominicana una vez descabezada la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, y cuya cúpula, según las afirmaciones de sus biógrafos más connotados, fue contaminada e infiltrada por intereses ajenos a los que inspiraron su creación en 1939. Lejos de distanciarlo de la misión que como escritor se había propuesto, la política le sirvió de catalizador en la búsqueda de soluciones a los conflictos sociales y las penurias que denunciaba en sus cuentos. Ambas disciplinas, la lite-

ratura y la política, se consubstanciaron en él, porque quien lee con detenimiento sus cuentos Los amos, La mujer y su novela La Mañosa, de inmediato se entera de que esas piezas literarias forman parte documental de un pensamiento que posteriormente se acentuaría con su producción ensayística y teórica. La desvinculación del Juan Bosch literato – en toda la magnitud que denota esa acepción– del Juan Bosch político es imposible. Si analizamos las motivaciones que llevaron al cuentista –con una teoría sobre el arte de escribir cuentos aceptada por los artífices más avezados del género considerado el tigre de la fauna literaria– a salir de su país, nos daríamos cuenta de que se vio compelido a hacerlo cuando fue asediado por el tirano Rafael Leónidas Trujillo, quien conociendo su estatura de intelectual quiso que formara parte del club de sus servidores, y con tales fines deseaba postularlo como diputado. Bosch había visto que el régimen de Trujillo se tornaba de fuerza, y para un hombre con profundas convicciones democráticas, el escenario de su tierra

Bosch es un pensador-literatopolítico cuyo destino final, como objetivo más ponderado, es el bienestar de su pueblo

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presentaba una posibilidad inminente de frenar la autonomía de su libertad creadora, por un lado, y de anquilosamiento de las libertades públicas, por el otro. Bosch, que desde joven se perfilaba como una promesa de la literatura, no concebía la vida del escritor ceñida a patrones e imposiciones de fuerza. Por algo era un admirador consumado de José Martí, el patricio cubano, cuya sensibilidad también descollaba en la poesía, y del maestro borinqueño Eugenio María de Hostos, de cuya obra Bosch estaba destinado a ser organizador y comentarista en el futuro.


La desvinculación del Juan Bosch literato -en toda la magnitud que denota esa acepción- del Juan Bosch político es imposible.

Esa salida de la República Dominicana fue motorizada por la tiranía en ciernes: como ocurriera también con uno de los lingüistas, crítico literario, hispanista e intelectual puro, Pedro Henríquez Ureña, con un talento que fue reconocido de manera universal por Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y otros. La tiranía de Trujillo estimuló la salida de Bosch y de Pedro Henríquez Ureña, aunque el primero, por sus preocupaciones político-sociales, utilizó el escenario internacional, Cuba, Puerto Rico, Costa Rica, Venezuela, para luchar contra ese régimen de fuerza ante el cual nunca se arrodillaría, a pesar de los intentos del tirano dominicano.

Desde fuera, adentro Bosch vivió en el exilio. En el exilio creó su obra literaria fundamental: Cuentos escritos en el exilio, Cuentos escritos antes del exilio y Más cuentos escritos en el exilio. Esa actividad literaria esencial –esencial porque en la cuentística se convirtió en un maestro– impuso teorías y argumentó que el cuento para ser cuento tiene que contar con más de tres personajes,

un tema único, sin desvíos, y el predominio de la intensidad en el argumento. Su pensamiento teórico sobre este difícil género hace hincapié en lo que los griegos denominaron “la teckné”, o la técnica, sin la cual el escrito con intención narrativa podrá ser un relato, una estampa o cualquier cosa, menos un cuento, si no asume la concepción referida de tema único, síntesis y no más de tres personajes como ejes. Bosch reconoce las dificultades que puede tener un artífice de la cuentística para trabajar sobre una materia tan singular y excluyente. Cuando le tocó escribir su teoría “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, a petición del novelista Miguel Otero Silva, indicó que el trabajo sería fácil porque en lengua española no se había hecho un estudio pormenorizado del cuento como género literario. Con todas sus preocupaciones de orden político, su incesante labor intelectual, sacaba tiempo para escribir literatura, porque significaba el mejor camino para llevar a la práctica sus esbozos y preocupaciones sobre la labor social, para la cual, evidentemente, había nacido. 65


El autor, antes que todo, se consideraba un cuentista. Pero su apreciación no fue fortuita. Había estudiado al dedillo la obra de los grandes cuentistas del siglo xix y principios del xx, como los ingleses Rudyard Kipling y Gilbert Keith Chesterton, Hans Cristian Andersen, los rusos Antón Chejov y Leonidas Andreview. Según expone, siguió autores emblemáticos como los norteamericanos Edgar Allan Poe, Sherwood Anderson, Ernest Hemingway y el uruguayo Horacio Quiroga. El cuento atrajo a Bosch y sus apuntes sobre el género fueron escritos, cuando quiso indagar con seriedad las diferencias existentes entre cuento, novela y relato. “Pero debo decir que el aprendizaje iba haciéndose en la práctica, esto es, mientras escribía cuentos, de los cuales no son pocos los que fueron escritos para demostrarme a mí mismo si era o no era verdad tal o cual idea acerca del cuento que se me ocurría, con lo que quiero dar a entender que esas ideas respondían a criterios que a mi juicio aplicaban los grandes maestros”.2 El cuentista, cuya sensibilidad conceptual siempre se aplicaba al mundo rural con sus ambientes socioculturales, el hombre de campo con sus costumbres y su particular idiosincrasia, que muchas veces marcaban una diferencia abismal con la sociedad de mayor posicionamiento económico y las diferencias, incluso, en la forma de ver la vida, era consciente del esfuerzo técnico que se requiere para manejar el arte literario del cuento. Llegó a tener la destreza facultativa que tuvieron en el manejo de la técnica Julio Cortázar, escritor de todo un ejercicio imbuido por sus concepciones ideológicas, y más tarde otros que son esencialmente narradores universales que cultivaron el cuento, como los Nobel Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, dedicados y consagrados a la tarea novelística. Juan Bosch escribió La mujer en 1932, según sus palabras, cuando comenzaba el camino formativo como cuentista. El mensaje es el pueblo y sus luchas, a partir del análisis lineal del argumento que el hombre

de letras abordó de manera magistral, el tema de la violencia doméstica, con lo que se explica que este relato vertiginoso es un importante documento sociológico que penetra la psicología y el pensamiento del hombre y la mujer dominicanos. Bosch, en cuanto intelectual con concepciones de comprensión política y social enraizadas en un quehacer indivisible, se considera un instrumento de esa dualidad que lo resalta: la política y la literatura. Una inseparable de la otra y muy al dedillo de sus convicciones. No se veía solamente como un literato, ni se considera únicamente un político. Es un pensador-literato-político cuyo destino final, como objetivo más ponderado, es el bienestar de su pueblo. “En mi caso la literatura, los cuentos y las otras materias de que me he ocupado escribiendo, así como la lucha política, me han dado siempre satisfacciones y solo satisfacciones, honores que no merezco. Si creyera lo contrario me colocaría

Tampoco ha existido un esfuerzo masificado, con todos los instrumentos del marketing moderno y la idealización, dirigida de lo que significa Juan Bosch

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por encima de mi pueblo, y si me colocara por encima de mi pueblo, no estaría expresándolo a él en las cosas en las que él no puede hacer manifestaciones”, escribió el autor de La Mañosa, para confirmar esas apreciaciones antes expuestas. La falta o ausencia metódica en el país literario dominicano de una crítica no limitada simplemente al comentario festivo y amistoso de editores de segmentos periódicos y reseñas laudatorias de libros, ha permeado de forma significativa la labor de escritores de la talla de Bosch, porque en él, reitero, está expresada la más alta expresión nacional de la cuentística, y coincido con el biógrafo Euclides Gutiérrez Félix de que se trata del autor criollo más difundido


y conocido en el ámbito mundial, junto al humanista Pedro Henríquez Ureña. Otros dominicanos han logrado trascender, fruto de una labor incesante y de una calidad universal en el ámbito de la narrativa, como ha sucedido con el novelista y antropólogo Marcio Veloz Maggiolo, incorporado a los catálogos de importantes casas editoras extranjeras, gracias a su manejo técnico del relato que, sin miedo a equivocarme, repunta al autor de Materia prima, Los ángeles de hueso y De abril en adelante como el artífice literario más importante del presente. Hay que mencionar la vitalidad narrativa de la obra de Efraím Castillo, y valores perdurables como los de Antonio Fernández Spencer, Víctor Villegas y René del Risco. Haciendo acopio de ese esquema, hay que significar que estos escritores como Veloz Maggiolo, Andrés L. Mateo y Roberto Marcallé Abreu, entre otros, han conocido un escenario propicio para la creación literaria. En las últimas décadas, el auge

de la novelística y el cuento, el ensayo y la producción pedagógica ha encontrado un terreno fértil para que editoras del prestigio de Siruela y Planeta pusieran sus ojos en autores locales.

Política y creatividad La situación política se desenvuelve sin cortapisas y sin censuras para la labor creativa y se puede decir que no existe una pugna interna de riesgo y persecución por la expresión de las ideas. Bosch sí tuvo que enfrentar esas situaciones adversas. Su producción literaria, prolífica y rigurosa, se gestó en circunstancias apremiantes por la coyuntura política de una nación cercenada por el imperio de los Trujillo. Esas circunstancias inspiran a Bosch a participar de ideas e iniciativas de carácter político como fue la creación del Partido Revolucionario Dominicano, la búsqueda de contactos con líderes liberales y demócratas a carta cabal de Hispanoamérica para concentrar esfuerzos destinados

Durante la campaña electoral de 1962, el proceso creativo de Juan Bosch se entremezcló con las actividades de la campaña, tal como se evidencia en la fotografía.

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a derrocar al dictador. Esto conllevó viajes intensos, agendas llenas, trajinar en conceptualizaciones como sucedió con su participación en la Constitución cubana y su apoyo intelectual a Prío Socarrás. En Juan Bosch es indeclinable admitir que su causa literaria desbordaba a la vez el quehacer literario ficticio o de creación, para incluirse en una labor de pura sociología pragmática que confunde al intelectual con el estadista que busca una explicación científica a los hechos constitutivos de la estratificación nacional, representada en la tesis de su libro Composición social dominicana. Conocía al dominicano rústico del pueblo, al echa madrugada inmigrante del campo, al chiripero que es el mismo hombre de sus cuentos y el mismo hombre, tema o ser social por el cual aspira a generar los cambios fundamentales en el país que quería dirigir. No ha existido una crítica literaria –en realidad y la falta de espacio en los periódicos, la desaparición de los suplementos literarios– que ubique a Bosch en el justo contexto de su magnitud literaria. Era un visionario: por algo su novela La Mañosa fue texto prohibido durante más de quince años en su país, sin importar que las intenciones del autor eran denunciar las vaguedades de las supuestas revoluciones. Su universalidad literaria se manifiesta en el manejo de los temas: el hombre del campo es uno e indivisible en la República Dominicana, en Venezuela y en cualquiera de nuestras naciones afroamericanas. Tampoco ha existido un esfuerzo masificado, con todos los instrumentos del marketing moderno y la idealización dirigida de lo que significa Juan Bosch: en el ámbito literario, su obra y su pensamiento, en lo relativo a las nuevas generaciones. Los esfuerzos por difundir a Bosch han sido pocos,3 sin explicar las excusas que para esto pueden existir y sin que nadie pretenda sentirse ofendido, este trabajo está sustentado en un enfoque legítimo a partir de lo que fue el gran literato, despejando cualquier interés partidarista. Los niños de entre 8 y 13 años no saben quién fue Bosch. Los adolescentes tampoco, y los jóvenes lo conocen de refilón. Se sabe de intentos por compilar la obra, incluso Alfaguara tiene una 68

antología de sus cuentos; pero no se ha pensado de manera sistemática en la versión escolar de sus cuentos y novelas. Pocos conocen la sensibilidad de Bosch con los niños, para quienes escribió una de las piezas narrativas más hermosas de la literatura dominicana: Cuento de Navidad. Bosch labró su camino de cuentista conociendo las dificultades que enfrentaba su país con el analfabetismo y todavía hoy, a pesar de los programas que se han intentado para frenar este mal social, persiste en la juventud, mejor dicho, en una parte de la juventud, un desinterés mayúsculo por la lectura, lo que si se suma a la revolución tecnológica, con herramientas como Internet, sepulta en muchos casos la memoria y el legado de los grandes autores criollos. Bosch cuentista-novelista, con dos novelas: El oro y la paz y La Mañosa –ensayista, sociólogo e historiador–, no ha contado con el esfuerzo determinado de ninguna institución, salvo los de la Fundación Global, Democracia y Desarrollo, que

Bosch, que desde joven se perfilaba como una promesa de la literatura, no concebía la vida del escritor ceñida a patrones e imposiciones de fuerza.


creó una biblioteca que enaltece su nombre y la que lleva su nombre, dirigida por su nieto, Matías Bosch, que lo fortalece como máxima figura del cuento dominicano y una de sus autoridades a escala universal. Esto es lamentable porque en su país, las posiciones de los actores políticos contrarios a Bosch –una verdadera maquinaria que viene de aquellos tiempos en los que se fomentó la componenda para derrocar su gobierno y que se reafirmó luego de la estructuración del pld –, con patrones inconsecuentes esparcieron versiones insanas sobre el nombre y la conducta de Bosch. Esa actividad política por la cual se inclinó como uno de los abanderados de las justas sociales fue contraria a él y sus propios opositores y ciertos sectores de la Iglesia y de la cúpula empresarial se desbordaron en su contra, disminuyendo, de algún modo, su impronta literaria. Del mismo modo, puede consignarse después de una observación detallada que los vínculos políticos de Juan Bosch con sus estructuras partidaristas y un instrumento de formación ideológica de búsqueda del poder, él como orientador y guía de una organización cerrada, definida

Venezuela, era reconocido como un maestro de la narrativa. No se puede escribir un ensayo de aliento sobre Bosch tomando un único ángulo. La política es indivisible en él porque evidenció una gran capacidad de trabajo y de estrategia en su accionar, al momento de fundar dos partidos políticos que junto con el Reformista Social Cristiano, de Joaquín Balaguer, han incidido de manera esencial en la vida democrática actual. Es una tesis simple que quizás muchos no se atrevan a advertir conscientemente. Pero como bien dicen sus seguidores en el ámbito político, Bosch fue un visionario, incluso en el manejo de la controversia histórica o espiritual, y supo, como supieron otros autores, romper barreras y tabúes con temáticas vulnerables y fuertemente cuestionadas por el cristianismo. Bosch, como pocos escritores en su tiempo, se atrevió a escribir Judas Iscariote el calumniado, un texto de temática compleja por su propia naturaleza y, esto más acentuado, dado el hecho de que el citado libro es un volumen que intenta presentar un esquema distinto del conocido históricamente acerca de la misión que como discípulo de Cristo llevó a cabo el personaje que se suicidó ahorcándose. Debo retomar la inexpugnable condición política de Bosch y hacer la precisión siguiente: si bien es cierto que los opositores a su filosofía como José Francisco Peña Gómez, que fue uno de sus discípulos políticos más avezados en el prd y cuyas diferencias conceptuales se materializaron cuando el líder quiso postular su tesis de la dictadura con respaldo popular, y que el mismo Joaquín Balaguer, por más de veinte años la figura política fuerte del país, también alentó a su maquinaria de seguidores a desconocer sus méritos políticos e intelectuales, es de rigor exponer que ese accionar adverso contra el autor de Los amos, a lo interno de sus organizaciones políticas era legítimo, como lo era el quehacer del literato nacido en La Vega. En este ensayo no se cuestiona este aspecto: no es intención mostrar el peso específico del hombre de letras en detrimento moral de otras figuras que, con todas las objeciones

¿De quién es la responsabilidad de mantener la estela de Bosch como un patrimonio dominicano? como logia, de corte piramidal con una autoridad definida, produjeron una percepción de exclusión en algunos ambientes, que distanció a Bosch – el cuentista de visos universales–, el político decidido a ejercer el poder con pureza, de una gran parte de la población seguidora de los otros líderes políticos fundamentales. Esa circunstancia motivó, sin lugar a dudas, a incentivar el sectarismo, e incitó a que los millones de dominicanos militantes de esas fuerzas adversas fueran orientados contra Bosch y Bosch fue un crítico ácido de esos líderes políticos, perdiéndose en gran medida mucho del posible interés del cuentista que, en naciones como Cuba y

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y factores negativos en su órbita, son personajes fundamentales de la historia política dominicana. La intención es simple: destacar, como creo que ya se ha hecho en las páginas precedentes, que Bosch no ha tenido la oportunidad de ser considerado en su justa dimensión, porque no ha existido un programa real destinado a dimensionarlo. Parte de esa responsabilidad también la tuvo Bosch. Su tarea de escritor fue solitaria y excluyente –como lo es la tarea de los intelectuales–. No se molestó en formar seguidores literarios –en hacer escuela, como dirían los academicistas–, sino seguidores políticos. Lo que se ha visto, luego de su deceso el primero de noviembre de 2001, es que sus discípulos aprendieron la concepción del poder y el tinglado para mantenerlo o ganarlo en los procesos electorales, y ya su sueño político más acariciado, el pld, ha sido gobierno tres veces, con el doctor Leonel Fernández Reyna a la cabeza, y actualmente compite con intenciones de retener el control del Estado. ¿De quién es la responsabilidad de mantener la estela de Bosch como un patrimonio dominicano? No de los peledeístas ni de la clase política únicamente, sino de todos los dominicanos. ¿Por qué no auspiciar esfuerzos conjuntos coordinados por el Ministerio de Cultura y de Educación para que Bosch sea institucionalizado como figura cimera de las letras nacionales y se aproveche para reunir en este reclamo a Pedro Henríquez Ureña, Pedro Mir, Manuel del Cabral, Antonio Fernández Spencer, Manuel Rueda, Franklin Mieses Burgos y otros literatos de nuestro país? Es indudable que la memoria de Bosch está viva: el político y el literato. Ambas son dos caras de una moneda. Bosch es indivisible, pero su obra literaria merece ser estudiada con más ahínco en las escuelas y en las universidades.

La tarea de Bosch, como escritor, aún cien años después de su muerte no ha sido dimensionada en su justa dimensión.

libro Escritos con agua de lluvia y mención especial en el género cuento con el volumen Cuentos de vapor y de sombras. En 2009, su trabajo periodístico “Niños buzos viven entre la basura y olores nauseabundos” resultó finalista del certamen de periodismo que convocan Visión Mundial, Unicef y el Plan República Dominicana.

Notas Nota: El texto pertenece al libro inédito del autor: El rastro literario de Juan Bosch. Néstor Medrano es periodista del Listín Diario. El Grupo Editorial Norma publicó su novela juvenil Héroes, villanos y una aldea, que se presentó en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo 2009. En diciembre de 2008 obtuvo el Premio Único de Poesía de la Sociedad Cultural Alianza Cibaeña con su

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Bosch era un antillanista, creía en la unificación de este territorio. Bosch, Juan: “La unidad antillana”, revista Camino Real, año 4, pág. 81. 2 De León, Luis: Memorias de don Juan, pág. 91. 3 El año 2010 fue declarado Año del Centenario del Natalicio de Juan Bosch, por disposición del presidente Leonel Fernández, y sirvió de punto de partida a una serie de festividades culturales, de difusión y reedición de la obra del literato.




Informe Especial

El libro en la era global El autor estudia la evolución histórica del libro y la lectura, sus desafíos y transformaciones ante las nuevas tecnologías informativas. Asimismo, vislumbra una coexistencia entre el libro impreso y el libro digital. Aborda los retos que afronta el libro en la era global, en una pugna entre tradición y cambios transformadores. Las voces apocalípticas auguran el fin de la era de Gutenberg con la invención de sofisticados soportes electrónicos de lectura. Sin embargo, el libro de papel sobrevivirá a estos avatares, pues se trata del objeto por excelencia e insustituible depositario del saber, el conocimiento y la memoria cultural.

Basilio Belliard

El fin de la lectura en voz alta Los experimentos con cáscara de árboles y cáñamo del eunuco chino Tsai Lun, hacia el año 105 a. C., dieron lugar al nacimiento del papel, que fue vital para que en 1454 Gutenberg inventara la imprenta. Los millones de hijos, los libros, fueron productos de este matrimonio simbólico entre un chino antiguo y un alemán medieval. El papel es pues el origen de la lectura en voz alta de la antigüedad tardía al corazón del medioevo. La primera leyenda de este hecho nos remite al espectáculo de San Agustín, quien se espantó cuando descubrió a San Ambrosio “leyendo con la boca cerrada”. Este hecho es crucial en la historia de la lectura porque es el principio del fin de la lectura en voz alta. “Pero cuando estaba leyendo –dice San Agustín–, sus ojos se deslizaban sobre las páginas y su corazón buscaba el sentido, mas su voz y su lengua estaban quedas”. Como se ve, hasta San Ambrosio la lectura era social, es decir, para otro –o para los demás–, y por eso se hacía en voz alta. De ahí la sorpresa de San Agustín por este hecho sin precedentes de ver, por primera vez, a San Ambrosio leer en voz baja y para sí mismo. Solo ese instante de lectura marcó el fin de la sociabilidad del acto de la lectura, pues leer siempre fue un gesto colectivo y gregario, en una comunicación de la voz al oído. Hoy en día el lector es un ser solitario; más aún: silenciado, mudo. Esa mudez del lector moderno, que ha perdido la voz, es la


responsable de que además haya perdido la memoria. Salta a la vista que la lectura en voz alta permite hacer del cuerpo una caja de resonancia, y hacer que las palabras se queden como huellas en la mente, cifradas en el imperio de la memoria. La historia de la mudez del lector surge entonces con San Ambrosio, en un proceso de distanciamiento no del autor con el lector, sino de este con el público, con lo cual desaparece el lector como intérprete. Se perdió así lo que se llamó “la voz de la lectura”, y se creó la condición del lector como traductor de lo leído o intermediario entre la voz del autor y la necesidad de comunicación del lector. Con la recepción inmediata se producía un acto de crítica, parejo al acto simultáneo de la lectura y la real crítica textual; se generó una voz crítica que se diseminaba en el tejido de la lectura. Con la muerte de esa voz de la lectura se extinguió una forma primigenia de la crítica oral, con lo cual el texto dejó de ser un espacio de resonancia fonética. El crítico posmoderno intenta recuperar la voz perdida del lector para darle voz a lo escamoteado y despertarlo de su mudez. Por eso escribe. Con su discurso trata de ir más allá del lector que lee soto voce, y lo hace con una escritura en voz alta. De ahí que hoy el ejercicio de la crítica deviene en esa lectura en voz alta, perdida en la noche de los tiempos. Ese discurso en voz alta es una expresión de la necesidad testimonial, de testificar el poder de la palabra erguida: de su travesía del código escrito al código oral. De ese modo, la lectura pone en crisis la experiencia textual. Y todo acto de lectura es, en efecto, una puesta en abismo de la experiencia de la escritura y de la creación –y esa experiencia depara un testimonio–. La lectura no sólo es recepción; es actuación y generación: producción y retroalimentación. La experiencia estética de la lectura crítica re-escribe el texto: lo re-actualiza. La forma de lectura crítica conduce a un acto de clonación del texto, y pone en crisis la experiencia escrita. Llegada la hora de la lectura nace la necesidad vital para alimentar la memoria de crearle el espacio a la voz de la lectura en voz alta, perdida y olvidada entre la galaxia Gutenberg y el sueño de Tsai Lun.

Lectura y experiencia El acto de la lectura encierra una experiencia similar a la del sueño, en la que participamos, a un tiempo, de la visión y la revelación. Cuando leemos, igual que cuando soñamos, vemos. Leer es viajar, y esa experiencia del viaje enciende nuestra imaginación e ilumina nuestra sensibilidad. A esa experiencia, que comporta el contacto con el texto, Roland Barthes la llama “el placer del texto”, y produce en el lector una sensación de goce: son los textos de goce que encierran una coquetería, una atmósfera lúdica, un murmullo interior. Cuando leemos en voz alta aprendemos dos veces. De ahí que los antiguos leyeran en voz alta para oírse leer. Así pues, quien se oye leer, aprende dos veces. Ese método, penosamente en desuso, enciende la memoria y fija lo recordado en el pensamiento. A esa aspi-


ración debemos abocarnos: a tender un puente entre la oralidad y la escritura, la memoria verbal y la acústica. Todos sabemos que la experiencia de leer nos remonta al pasado, a un espacio encantado que nos remite a la infancia, a ciertas sensaciones que nos producen nostalgias y desarraigo. Ese instante de la lectura es irrepetible. Nunca se repite la atmósfera exterior que decora la experiencia que está fuera del libro. De ahí que cuando volvemos sobre el libro leído ya no somos iguales, sino sujetos influidos por un instante presente diferente. Por eso el lector medieval que leyó La Odisea no es el de la contemporaneidad. Víctor Hugo dijo: “viajar es vivir y morir a cada instante”. Por extensión, es válido decir que “leer es vivir y morir a cada instante”, porque quien lee vive la experiencia del autor y muere al concluir la aventura libresca. Cae en el vacío de la empresa conquistada en la lectura y el libro consumido en el proceso de la lectura, como un Saturno que devora el libro leído, pero del que se nutre su energía espiritual, ese alimento que necesita para vivir la peripecia ajena como si fuera propia. Cuando leemos vemos con los ojos del espíritu y, al ver, despertamos del sueño de la lectura. Dice François Marie Arouet (Voltaire), en su Diccionario filosófico, que en el sueño vemos, aun cuando todos sabemos que en el sueño tenemos los ojos cerrados. Y dice además que en el sueño nunca hay oscuridad sino luz. De ahí que el sueño sea la metáfora de la muerte –esa muerte de cada noche–. Cuando Johann Wolfgang von Goethe moría, exclamó: “¡Más luz! Quería más vida”. Cuando leemos queremos más luz y también que la lectura nos acompañe en el sueño de la vida –o que esta se transfigure en el eterno sueño de la experiencia–. Don Quijote –quien creía que leer libros de caballería enloquecía– murió paradójicamente con los ojos abiertos, después de haber vivido la vida como un sueño fantástico y lleno de idealismo: recobra la razón tras batallar con la realidad del mundo. De ahí que leer libros –aun cuando sean novelas caballerescas– nos revela un mundo, nos esclarece la vida cotidiana y nos hace olvidar la atroz memoria del pasado, aquella que nos atormenta el presente. Así, la lectura actúa como cura: “catarsis” aristotélica que nos purga de las bajas pasiones del alma y de las emociones negativas. Leer nos libera en soledad, nos hace más humanos, “demasiado humanos”, como para destruir lo creado. Cada día se lee más que antes, pero no mejor, pues en la antigüedad clásica y medieval, el dios era la eternidad y la fantasía, y en la modernidad –reino de la máquina, la velocidad y la fugacidad del presente–, el dios es el tiempo y el dinero. Jorge Luis Borges imaginó el paraíso como una biblioteca, pero las generaciones de los hombres de hoy imaginan el paraíso como una inmensa máquina sin futuro, insensible al saber y al conocimiento, que se anida en los libros inmortales. La fugacidad de la vida posmoderna ha impuesto un ritmo de lectura, unos registros verbales y temáticos representados en la ligereza y la levedad de la literatura light, de la lectura pasajera, aquella que no deja huella en la conciencia del lector –y que sólo sirve como

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pasatiempo–; explora sólo en su faceta lúdica y no en la del conocimiento. Salta a la vista que en todo proceso de lectura reside, a un tiempo, un aprendizaje y una experiencia estética. Leemos por placer y para adquirir cultura. Al leer, somos y estamos en el mundo; así, la lectura se convierte en una experiencia emparentada al sueño diurno, única experiencia de la vida despierta en que nos distanciamos de la materialidad del mundo para volver al juego arcaico y primigenio de los orígenes.

El libro social en la era global: tradición y desafíos Los libros nacieron para quedarse en la memoria de los lectores: sirven para fijar la eternidad de las palabras. Como depositarios del saber y la cultura escrita, los libros nos permiten ver y viajar. De ahí que leer sea un acto de viaje inmóvil, una aventura de la imaginación y la fantasía: elementos que nos permiten recrear y reactualizar lo vivido. Esa experiencia social de la lectura apunta hacia una transformación que va del acto de leer –que enriquece la conciencia individual–, un acto íntimo, a una acción pública: de una experiencia de soledad a una experiencia de comunión. En su vida iletrada, el hombre componía, sin saberlo, libros hechos de palabras habladas y de voces que se desplegaban en las plazas públicas, los templos sagrados y las academias. Desde luego, no existía el concepto de autor como lo conocemos hoy en día, y, por tanto, la propiedad intelectual. La escritura era, en efecto, un acto colectivo. La Ilíada y la Odisea fueron productos colectivos y de tradición oral que ponen en entredicho la noción de originalidad de Homero, el primer poeta occidental. En el libro está la voz del autor, que se vuelve testimonio de la cultura escrita de una época. La lectura en la antigüedad era –como indiqué antes– en voz alta, los lectores leían para ser oídos. La lectura era, pues, una ceremonia ritual que establecía una comunión con el otro. De modo que la lectura silenciosa es una práctica tardía en la historia de la cultura. Con el advenimiento de la era de Gutenberg y la imprenta, la dialéctica entre el autor y el libro se hizo privada, y las ediciones se hicieron masivas, con lo que el autor dejó de conocer a todos sus lectores. El libro se convirtió para los hombres de la galaxia Gutenberg en un objeto de deseo de la vida privada, en un talismán que lo acompaña en su intimidad, en un confidente que conoce sus momentos de tristeza y alegría, melancolía y euforia. Decía Borges, irónicamente, en ese sentido, que cuando las ediciones eran de 200 libros, el autor podía conocer a todos sus lectores, lo cual era mejor y hasta una dicha. Pero con las ediciones masivas fue imposible saber quiénes eran o conocer a cada uno de los lectores de un libro. Con la multiplicación de los libros se multiplicaron también los lectores, y el acto de la lectura se hizo social. Al contrario de lo que sucede con el pintor –cada cuadro que pinta es irrepetible y único–, con el escritor ocurre algo más feliz, y es que cada libro es el mismo, pero es una copia del original, con lo cual nunca pierde o nunca tiene que escribir cada libro.


Los libros constituyen un desafío a la memoria; son artefactos que solo pudieron aparecer después de la invención de la escritura porque por sí solos no pueden pensar por nosotros. De ahí que la escritura nos permite ejercitar la memoria, que también fue –y es– esencial para escribir los libros. Los libros entonces son vitales para entrenar y mejorar la memoria voluntaria. En África hay un viejo y sabio proverbio que reza que “cuando muere un anciano, se muere una biblioteca”. Fue Jean Paul Sartre quien dividió la vida en leer y escribir, en su autobiografía novelada Las palabras. Además, es Sartre quien dice que una obra literaria existe y adquiere sentido cuando es leída, no antes. Este también es el fundamento de la teoría de la recepción, de Jauss. Un libro no existe cuando está cerrado. Existe cuando un hipotético lector lo abre y lo lee. De ese modo también le da vida al autor, que habla desde sus páginas. El libro se convierte en un receptáculo social cuando pasa del autor al lector, y de éste a las estanterías de las librerías o de las bibliotecas, como espacios mediadores de transmisión cultural y del conocimiento. La lectura virtual ha transformado completamente la vida social hoy en día. Nos ha confinado más a la forma solitaria de leer, pues ha creado una sociedad de lectores virtuales que navegan en un ciberespacio poblado de fantasmas, que leen a una velocidad vertiginosa, pero con menos tiempo para razonar y repensar lo leído. El conocimiento se ha socializado y se ha fundado una comunidad de lectores virtuales que ponen en crisis a los lectores tradicionales. Los lectores virtuales leen los signos visuales a más velocidad que los tradicionales, pero éstos leen mejor y con más efectividad los signos verbales. Las nuevas tecnologías de la información y comunicación son infinitamente más rápidas en tiempo real que en el pasado, y postulan nuevas formas de lectura y, desde luego, nuevas estrategias de lectura. El tiempo de lectura transcurre a una velocidad pasmosa, mayor que nuestra imaginación y que nuestra capacidad de pensar. Nuestra imaginación, por tanto, navega a un ritmo vertiginoso, que nos hará envejecer espiritual y mentalmente más que en el pasado. El libro, en consecuencia, tiene el gran reto de su destino. El futuro del libro habrá de definirse en los años próximos. Sin embargo, la noción de libro no desaparecerá, ya sea en forma de tablilla cuneiforme, a manos, en los caracteres de Gutenberg, en folletines, en papiros, en archivos de Internet, en disquetes, en cdrom, en chips... “El libro ha sido siempre no sólo una celebración del conocimiento sino, ante todo, una celebración de la vida”, dijo el fenecido periodista argentino Tomás Eloy Martínez. Defender la vitalidad del libro impreso es defender una tradición escrita, un legado cultural. Los valores del libro son imperecederos. Defenderlos es defender la libertad, la cultura escrita, el conocimiento, la memoria de los hombres, la imaginación, la creatividad y la fantasía.

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En su interesante libro Homo videns, Giovanni Sartori analiza el fenómeno de la cultura visual o de la imagen, la cual está poniendo en crisis la cultura verbal, es decir, que el Homo videns está transformando al Homo sapiens. Cultura visual y cultura escrita se enfrentan en un duelo a muerte, en el que predomina la “primacía de la imagen” y de lo visible sobre lo inteligible. La realidad virtual, producto del reino de la imagen, está creando un mundo de simulaciones, donde el espacio de lo real se ha vuelto ilusorio. El conflicto cultural e histórico entre lo oral y lo escrito pasa a ocuparlo lo visual y lo verbal, el libro tradicional y el libro digital. O, dicho en otras palabras: entre la cultura de la palabra y la cultura de la imagen, entre la cultura escrita y la cultura audiovisual. De igual modo, se plantea que si una persona es culta por lo que sabe, por su sabiduría, porque ha leído, entonces una persona con una vasta cultura visual sería inculta porque no ha leído mucho, sino que ha visto mucho. La cultura leída es siempre vista como una práctica de una minoría, y la cultura visual, de una mayoría. De ser así, estaríamos ante una democratización de la cultura visual cuando lo que se busca es lograr una democratización del libro, a fin de conjurar el flagelo del analfabetismo, el oscurantismo y la ignorancia, para que el libro se convierta en un depositario no sólo de la cultura escrita, sino como un ente de transformación, liberación y autonomía. La cultura televisiva es, a la vez, beneficiosa y perjudicial. El escritor Juan Carlos Onetti dijo una vez que “la televisión se tragó a los libros”. Digo esto como una forma de visualizar este dispositivo tecnológico, en tanto enemigo de la lectura y los libros, y no como una tecnología que también puede ser usada como vehículo de promoción de la lectura, es decir, como un aliado en lugar de un elemento entorpecedor. Octavio Paz dijo algo así como que “la televisión es el verdadero opio de los pueblos”, no la religión, como reza la sentencia de Marx. Lo cierto es que en la era de la televisión y el imperio de lo visual, los libros llevan una carga más pesada. Los retos del lector hoy día son mayores y más difíciles. De ahí que se impone la necesidad de redoblar el entusiasmo por la lectura, hacer del libro –no importa que sea físico o virtual– el objeto necesario, eficaz, idóneo, transformador y mecanismo de progreso. El libro es así un instrumento de transformación social porque permite al sujeto proveerse de la cultura escrita que necesita su intelecto para convertirse en un agente de progreso, en el proceso de transformación social, material y espiritual del ser humano; es, asimismo, un mecanismo que posibilita la horizontalidad social, pues contribuye a la profesionalización del individuo, a nivel académico e intelectual, más allá de las desigualdades sociales y las barreras materiales. La síntesis dialéctica entre el hombre que lee y el hombre que ve se conjugan entre la cultura escrita y la visual. Si bien es cierto el imperio que le atribuyó Aristóteles al sentido de la vista sobre los demás sentidos, no menos cierto es que quien lee, ve, y que quien lee ve dos veces, porque lee físicamente y porque lee con los ojos del intelecto, es decir, hacia dentro, y más aún, si al leer lo hace en


voz alta, donde se suma el sentido del oído, como sucede hoy con los audiolibros. Entre lo visual y lo escrito no hay una integración sino una sustracción. La visión está provocando una transformación crítica en la potencialidad de la comprensión lectora. Sin embargo, ambas realidades pueden perfectamente coexistir. Cuando apareció la televisión no desapareció el cine, cuando surgió el video no desapareció el cine y cuando surgió la fotografía no sucumbió la pintura. ¿Por qué tendría que desaparecer el libro tradicional ante el auge del libro virtual? ¿O acaso no podrían coexistir? Para los fanáticos del mundo virtual y habitantes del ciberespacio, el libro, si no ha muerto, está en cama de muerte. Para estos triunfalistas de las nuevas tecnologías y del mundo mediático, hay una justificación: acabarían con la deforestación, porque el papel se hace de madera, y ahorra espacio de colocación y transporte, como plantea Bill Gates. Pero no nos garantizan la perdurabilidad de la información porque un disquete o un cd tienen no más de 10 años de vida útil y porque un libro físico es un tesoro, un objeto de deseo, de lujo, colección y sentimiento, sobre el que se puede llorar en sus páginas con un pasaje que nos impacta, como sentenció José Saramago. No es cierto que el saber de los conceptos sea elitista, y el de las imágenes, democrático; ambos pueden ser perfectamente democráticos. El libro siempre ha de ser un instrumento democrático de conocimiento, aprendizaje y sociabilización. En la era digital, el nivel de alfabetismo se mide por el nivel de cultura digital que se tenga. Si bien la televisión se transformó en televisión por cable, no menos cierto es que ya está obsoleta ante su enfrentamiento con la Internet. Cabe suponer entonces que la Internet, ¿no será también obsoleta dentro de 50 años como la televisión, que tiene un poco más de medio siglo? Es cierto que la computadora ha transformado la conducta de sus usuarios, en un salto tecnológico que supone la participación de un ente más activo (lector o espectador) “que recibe y transmite mensajes digitalizados”, como señala Sartori en su citado libro. El espectador televisivo es pasivo, igual que el lector de los signos verbales de los libros, pero el lector de los signos visuales, el consumidor de imágenes visuales, es un ente activo, interactivo, que vive en un mundo multimediático y polivalente. Pienso que la moda de la Internet tampoco acabará con la televisión, como ésta no ha erradicado a la radio. La televisión es puro entretenimiento, pero la Internet lo es aún más. Es cierto que los índices de lectura han disminuido como consecuencia del auge y la expansión de los signos visuales, que son entretenidos y más fáciles de asimilar porque no exigen tanta concentración ni tanta serenidad. Esta realidad se refleja hoy en día en la mala calidad de la lectura, pues se lee con más prisa y de manera irreflexiva, mecánica e incomprensiva, y no como se hacía en la antigüedad, cuando la lectura, aunque era un ejercicio en soledad, se hacía en voz alta y esto indudablemente activa el aprendizaje y la memoria. Porque quien lee en voz alta aprende dos veces, como quien escribe que lee dos veces, según reza el apotegma latino: “Quid scribis bis legis”.

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En Internet hay conocimiento, pero un conocimiento que no produce crecimiento cultural o que no lo producirá a largo plazo. Esta tecnología visual nos puede ayudar a romper el aislamiento cognoscitivo del mundo sensible, pero ¿hasta dónde? La Internet –como lo dijo Umberto Eco alguna vez– no es más que un instrumento, es decir: es un puente, no un fin. Pero no puede, de ningún modo, sepultar al libro. “No podremos prescindir de los libros”, sentenció el propio Eco. En ese sentido, vuelve a sentenciar el autor de El nombre de la rosa: “Si me conecto a Internet y voy al programa Gutenberg puedo hacerme con toda la obra de Shakespeare. ¿Pero por qué tendría que saturar el ordenador con una masa de bites... y luego esperar dos semanas para poder imprimirlo, cuando por cinco dólares... puedo comprar la edición de Penguin?”. Pienso que la Internet tiene un largo futuro, pero no una eternidad. A los amantes del libro de papel (como yo), a los que nos gusta oler los libros para captar su aroma, palparlos para percibir su textura y colocarlos en las estanterías de nuestras bibliotecas personales o públicas o en la librerías, se nos hace cuesta arriba imaginar un mundo sin libros, o como imaginó Borges, el mundo como una inmensa biblioteca babélica, a pesar de su ceguera. “Los verdaderos estudiosos seguirán leyendo libros, sirviéndose de la Internet para completar datos, para las bibliografías y la información que anteriormente encontraban en los diccionarios; pero dudo que se enamoren de la red”, vuelve a reiterar Sartori, en su defensa del libro impreso. Las posibilidades de la Internet son infinitas, y aún falta mucho por ver de su progreso técnico, pero también tendrá sus límites y sus enemigos silenciosos. Muy pronto los abanderados del libro tradicional seremos analfabetos visuales, pero cultos en memoria escrita y en lecturas verbales. El tiempo de la lectura en libros impresos no es en vano y no constituye un tiempo perdido, sino un tiempo recuperado y ganado al ocio improductivo y de mero pasatiempo en los videojuegos, el chateo estéril o en el consumo de imágenes pornográficas, que crea la adicción enajenante y cursi. Ante la crisis del Homo sapiens se impone la necesidad de su defensa, a través de la valorización de los sistemas de lectura tradicionales, en correspondencia con los digitales, sin que haya una pugna entre ambos, y siempre viendo la tecnología digital como una aliada real del sistema de lectura en el formato tradicional del papel impreso. El texto hoy día se ha convertido en hipertexto, en el que la comunidad de lectores de la letra impresa se ha transformado en un espacio discursivo más abierto y polivalente. Las profecías del fin del libro acusan un carácter gradual y discontinuo, pues será un proceso en donde las revistas, los periódicos y las enciclopedias presenten más condiciones y características para su transformación en medios digitales, por razones económicas. Los diccionarios y las enciclopedias impresas disminuirán sus niveles de impresión y circulación y podrán usar ambos métodos. “Probablemente algunos seguirán confiando principalmente en el soporte impreso, otros dividirán su periplo entre el medio impreso y el digital y otros emi-


grarán definitivamente, ocupando su lugar junto a una variedad de nuevos géneros digitales”, dice Geoffrey Nunberg en la introducción al texto El futuro del libro. Ante la irrupción del libro virtual, la hegemonía del libro físico se tambalea. La distancia entre autor y lector tradicionalmente era cerrada, y modernamente pasó a una relación abierta, que pone en crisis la condición de derecho de autor y la propiedad intelectual. La tecnología digital postula nuevos modelos de creación textual y, a un tiempo, nuevas perspectivas de lectura, que crea nuevos retos a los mediadores del sistema de lectura, como son los bibliotecarios, editores y libreros. De modo pues que la condición de autor y la condición de lector hoy han trascendido sus límites funcionales y ha dado dar lugar a textos colectivos, metatextos o hipertextos, con nuevos sistemas de metalectura, que dejan desconcertados a los lectores reales. Sin embargo, cabe destacar el avance del mundo de las ediciones con la introducción de nuevos y variados diseños gráficos, ilustraciones de portadas, donde se ha operado una verdadera revolución en la impresión, composición y diagramación del libro, que es cada vez más lujoso y un verdadero producto artístico de colección. El modo tradicional de estudio y aprendizaje se realizaba a través de los libros. Hoy día los agentes mediadores han cambiado, y los medios de comunicación visual y escrita no tienen que estar necesariamente en espacios opuestos. Podemos imaginar un mundo o una sociedad sin libros porque antes de Gutenberg existía la humanidad, pero ¿podemos imaginar un mundo sin memoria del pasado? Aun si desapareciese el libro impreso, ¿no se seguiría llamando libro al libro digital? “Pero los libros también tienen una ventaja con respecto a los ordenadores. Aunque impresos en papel ácido, que sólo dura setenta años aproximadamente, son más duraderos que los soportes magnéticos”, ha dicho Umberto Eco. Y sigue diciendo el ilustre pensador: “La comunicación electrónica viaja por delante de nosotros, los libros viajan con nosotros a nuestra velocidad pero, si naufragas en una isla desierta, un libro puede ser muy útil, un ordenador no... los textos electrónicos necesitan una estación de lectura y un dispositivo de descodificación. Los libros siguen siendo los mejores compañeros para un naufragio o, para el Día Después”, sentencia. En ese sentido, agrego yo para corroborar a Eco, los manuscritos de Los Lusíadas de Camoens –ese monumento épico de la literatura portuguesa– sobrevivieron a un naufragio. Es cierto que el espacio ocupado por la información digital es menor que el ocupado por la impresa y facilita el transporte debido a su peso, además de que ofrece mayores posibilidades de corrección en el tiempo. Pero esa realidad no es óbice para garantizar la supervivencia del libro de papel, en el que se pueden hacer anotaciones al margen y subrayar. Leer directamente en la pantalla del ordenador tiene sus desventajas: cansa más que en un libro impreso y la calidad de la asimilación disminuye. Es cierto que muchos dispositivos tradicionales se volverán obsoletos, pero también igual suerte correrán los nuevos artefactos,

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en razón de la velocidad de la información y, sobre todo, la velocidad de la transformación de la tecnología en la era de la información. La lectura en la pantalla es una ficción porque no es real la relación entre el lector y lo leído. Gabriel García Márquez dijo una vez que si rompemos la pantalla del ordenador no aparecen las letras que vemos. Cabe destacar la capacidad de atención que implica la lectura de libros impresos que no nos garantiza la pantalla digital. En ese sentido, vuelvo a citar a Eco cuando dice: “Después de pasar no más de doce horas frente a un ordenador, tengo los ojos como dos pelotas de tenis, y siento la necesidad de sentarme cómodamente en un sofá y de leer un periódico, o tal vez un buen poema. Creo que los ordenadores están difundiendo una nueva forma de cultura pero son incapaces de satisfacer todas las necesidades intelectuales que despiertan”, afirma categóricamente. Lo que quiero decir es que ninguna tecnología elimina a otra, o una nueva derrota a otra más tradicional, sino que la nueva absorbe a la anterior, la transforma y la cambia. El cine alimenta la ficción literaria y le aporta técnicas, la Internet transformará la televisión, la fotografía catapultó más a la pintura y le planteó nuevos retos. Vivimos en una “aldea global”, como lo profetizó Marshall Mc Luhan, pero esa aldea adquiere hoy la dimensión electrónica de una comunidad más comunicada, pero más solitaria; más global, pero más individual, donde no hay interacción humana, sino un diálogo virtual, mecánico, de palabras electrónicas, virtuales, sin sangre, que ya no salen del corazón ni del espíritu, pues son palabras hechas de fibras metálicas. De ahí que se haga necesario recuperar la palabra humana, la que se vierte en el libro, pues como dijo el poeta francés Mallarmé, en tono profético: “Todo debe concluir en un libro”. La idea de Gabriel Zaid de que hay demasiados libros ya estaba en Ortega y Gasset, en su libro Misión del bibliotecario, cuando el pensador español se refería al número de temas y de libros que hay que leer, la cantidad de libros que necesita y que se publican, a su capacidad de asimilación y al tiempo de que dispone. “Pero una vez hecho este esfuerzo –dice– se encuentra con que no puede leer todo lo que debería leer. Esto le lleva a leer de prisa, a leer mal y, además, le deja con una impresión de impotencia y fracaso, a la postre de escepticismo hacia su propia obra”. Para Ortega y Gasset, la misión del bibliotecario del porvenir consiste en “dirigir al lector no especializado por la selva selvaggia de los libros y ser el médico, el higienista de sus lecturas”. Esta observación va dirigida en la línea de una defensa del pensamiento y una crítica al libro, es decir, a los demasiados libros que –según él– conducen al hombre “a no pensar por su cuenta y a no repensar lo que se lee, única manera de hacerlo verdaderamente suyo”. En ese sentido, el bibliotecario –como agente mediador de la lectura– puede contribuir con su oficio a hacer la función de “filtro que se interpone entre el torrente de los libros y el hombre”, sentencia el autor de La rebelión de las masas. Los lectores del presente estamos


viviendo el espíritu de un desafío que nos conmina a revisar los dispositivos de lectura tradicionales y ver con nostalgia el futuro de la memoria y el libro que heredamos de las viejas tecnologías y del legado de Gutenberg. Ante los apocalípticos del libro impreso se imponen los nostálgicos y optimistas que tienen fe en que esos discursos escatológicos se disipen, como un grano de arena en la orilla del mar de nuestros sueños de papel. Nota: este texto es la ampliación y adaptación de una conferencia dictada por el autor en la Fundación Corripio en 2007, Año del Libro y la Lectura.

Basilio Belliard es catedrático de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde estudió Educación, en Filosofía y Letras; en la New Mexico State University obtuvo una especialidad en Literatura Hispanoamericana. Es poeta, ensayista y crítico literario. Actualmente es director de Gestión Literaria y de la revista País Cultural del Ministerio de Cultura. En 2002 obtuvo el Premio Nacional de Poesía con Sueño escrito. Es autor de antologías y varios libros en prosa y versos. Ha sido traducido al francés, portugués e italiano.

Bibliografía A ntillano, Laura: La aventura de leer. Caracas: Consejo Nacional de la Cultura, 2005. Bernal P inilla, Luis Darío: Degustando la lectura. Caracas: Consejo Nacional de la Cultura, 2005. Castañón, Adolfo: Sobre la inutilidad y prejuicios de los fines de siglo, milenio y mundo… México: Ediciones sin nombre, 1999. Goldin, Daniel: Los días y los libros. Divagaciones sobre la hospitalidad de la lectura, Barcelona: Paidós, 2006. Cavallo, Guglielmo: Historia de la lectura en el mundo occidental. Madrid: Taurus- Santillana, 1998. M artínez, Tomás Eloy: “El libro en tiempos de globalización”, Capítulo Aparte, núm. 5, Quito (Ecuador), abril, 2005. Nunberg, Geoffrey: (Comp.). El futuro del libro. ¿Esto matará a eso?, Madrid: Paidós, 1998. P etit, Michele: Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, México: Fondo de Cultura Económica, 2001. P rieto F igueroa, Luis Beltrán: La magia de los libros. Caracas: Consejo Nacional de la Cultura, 2005. Ortega y Gasset, José: “Misión del bibliotecario”, Revista de Occidente, Madrid, 1967. Sartori, Giovanni: Homo videns: La sociedad teledirigida, Madrid: Taurus, 1997.

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