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Énfasis

Caribe de resistencias La República Dominicana, Cuba y Puerto Rico conforman el Caribe hispánico, el Caribe de la colonización que diezmó la población aborigen, de la esclavitud que arrancó almas de África para sembrarlas en cañaverales; el Caribe de los saqueos de piratas y corsarios, del olvido, de las guerras independentistas y restauradoras. En la región señalada como el “patio trasero”, donde se promovieron las dictaduras, pervive la revolución y pululan las luchas. Este Caribe de resistencias sigue transitando por la historia. Modelos económicos de la mundialización gestan revueltas a la par que metodologías de supervivencia, razones más que idóneas para impulsar miradas a los imaginarios a través de estudios sistematizados. Los estudios del Caribe hispánico dejan de ser moda, pasan a ser conocimiento. Justo cuando se conmemora la puesta en el escenario público de estas investigaciones, el investigador Pedro Ortega coordina para esta edición de Global tres artículos que se convierten en indicadores del estado de situación del siglo xxi en las islas donde Martí y Hostos fraguaron el pensamiento antillano. El primer artículo, escrito por el sociólogo Leopoldo Artiles, presenta un balance del neoliberalismo en las políticas socioeconómicas. A continuación, el geógrafo Marcos Morales evalúa la presencia del progreso en este espacio insular; el ensayo de Ortega escudriña los conceptos de modernidad y progreso en los discursos políticos. Al construir el espacio imaginario del Caribe hispánico actual, Global cree oportuno publicar el testimonio del historiador, periodista y profesor Euclides Gutiérrez Félix sobre una de las resistencias más emblemáticas de la región y de la patria. Sin dudas, en la Guerra de Abril de 1965 quedaron enfrentados el progreso y la modernidad propuesta por el primer gobierno democrático tras la dictadura trujillista, el gobierno del profesor Juan Bosch, frente a un modelo económico neocolonialista y los temores de la oligarquía rancia y temerosa de las libertades civiles. Abril de 1965 y Caribe hispánico son estadios inconclusos que se reencuentran para señalar el camino que falta por recorrer entre la República Dominicana, Cuba y Puerto Rico. En esta edición de Global se sigue una apuesta académica a favor de la cultura. El escritor Frank Báez realiza una entrevista a David Camus, nieto del legendario Albert Camus, y el intelectual, director del periódico Diario Libre, Adriano Miguel Tejada publica una reseña bibliográfica del libro Delito de opinión pública, escrito por el presidente de la República, Leonel Fernández Reyna. Esta es la Global 45, ¡disfrútenla!


CONTENIDO Presidente-Fundador Leonel Fernández Reyna Director Carlos Dore Cabral Editora Elvira Lora Director de arte Carlos Reyes Asistente editorial Alejandro Castelli Corrección de estilo Yolanda Soler Clara Dobarro Maquetación Javier Reyes Publicidad Elaine Hernández Distribución y suscripciones Arsenia Miranda Global, editada por Funglode, es una revista bimestral de naturaleza multidisciplinaria, que canaliza las reflexiones de la entidad y de la sociedad, buscando elevar la calidad del debate. Está prohibida su venta o reproducción total o parcial sin la autorización de sus editores. Permiso de la Secretaría de Estado de Interior y Policía número 3213 ISSN 1813-3991 Fundación Global Democracia y Desarrollo Calle Capitán Eugenio de Marchena 26 La Esperilla Santo Domingo República Dominicana Teléfono: 809-685-9966 revistaglobal@funglode.org www.funglode.org Portada Luis Miguel Molina Dickson Impresión Serigraf

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El nuevo horizonte domínico-haitiano Enzo di Taranto El terremoto del 12 de enero de 2010 desencadenó nuevas dinámicas subregionales, continentales y globales en las cuales Haití constituye el baricentro geoestratégico y la República Dominicana su satélite fundamental. Gracias al liderazgo del presidente dominicano, Leonel Fernández Reyna, al enfoque innovador del presidente de Haití, Michel Martelly, y al excepcional apoyo de la comunidad internacional, los dos países tienen en la actualidad una oportunidad histórica, quizás irrepetible, de innovar sus relaciones político-económicas. El autor analiza desafíos y oportunidades estratégicas, también plantea escenarios creativos de una alianza ganar-ganar.

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La visualización de los cambios contextuales, factor clave de éxito Guillermo Van Der Linde En cinco escenarios: las fronteras de la autoridad, del control y las geográficas, así como la experiencia y la construcción del presente en el futuro, queda vislumbrado el complejo y cambiante mundo de la gerencia de las organizaciones del siglo xxi. El perfil de un gerente globalista queda planteado al superar los retos que suponen las teorías administrativas de antaño y las que se encuentran en ebullición en la actualidad a la luz de la innovación y la conquista de los nuevos mercados.

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Entrevista a David Camus: la relación con su abuelo, Albert Camus Frank Báez El nieto del legendario escritor y ganador del Premio Nobel de Literatura se cuida de no ganar lectores ni publicaciones con esta identidad. Las semejanzas en la literatura devienen del elemento fantástico y los rasgos históricos de los personajes que crea para sus laureadas novelas.


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Resumen histórico del conflicto palestino israelí Aníbal Mauricio Paz Considerando que el conflicto palestino israelí es un tema permanente en la agenda internacional, el artículo presenta de forma sucinta el devenir histórico de esta disputa hasta nuestros días. Además, se presentan las principales consideraciones relativas a la solicitud del reconocimiento de Palestina como Estado de pleno derecho de la onu y algunas claves hacia la búsqueda de soluciones.

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¡El horror! ¡El horror! Rubén Lamarche El cine de terror es algo más que efectos especiales y una línea narrativa chocante: una lectura rápida y dispersa a la historia del género habla de discursos políticos, manipulación de masas y pesadillas colectivas plasmadas en la cultura popular. La idea es edificar sobre cómo ha ido andando el espejo calle abajo que es el cine de terror, y cuáles han sido los reflejos dorados que ha lanzado a la cara de la colectividad cuya miseria se ha ocupado en retratar.

Informe Especial La Guerra de Abril de 1965 Euclides Gutiérrez Félix El levantamiento militar constitucionalista que auspició el comienzo de lo que popularmente se conoce con el nombre de “Guerra de Abril de 1965” es el acontecimiento patriótico, político y militar de mayor trascendencia en la historia de la República Dominicana del siglo xx. Tenía como objetivo restaurar el gobierno constitucional del profesor Juan Bosch, derrocado en septiembre de 1963, cuando el mando de la nación fue usurpado por un gobierno que recibió el nombre de Triunvirato, y que también fue depuesto, el 24 de abril de 1965. Cuatro días después, los soldados de la infantería de Estados Unidos invadieron el territorio dominicano y comenzó la lucha patriótica de nuestro pueblo.

Imaginarios del Caribe hispano 30

El neoliberalismo como discurso e ideología en el Caribe hispano Leopoldo Artiles Gil El neoliberalismo, pese a que no ha tenido éxito como propuesta de políticas públicas económicas ni como teoría, tal como se esperaba durante los años de su rotundo predominio, sí ha triunfado como una propuesta ideológica que ha trazado límites no traspasables en el orden de la formulación de nuevas propuestas y nuevos lenguajes.

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Espacios en el Caribe hispánico Marcos Antonio Morales Valdez Para comprender la estructura del espacio es vital analizar cómo se imagina y presenta discursivamente el espacio a partir de modelos de organización en función de la búsqueda de la prosperidad. Para este análisis se tomarán como modelo las formas en que el espacio de las colonias españolas de Cuba y Santo Domingo son presentadas en los textos de Francisco Arango y Parreño y Antonio Sánchez Valverde.

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Las ideas del progreso y la modernidad en América Latina y el Caribe Pedro Ortega El artículo intenta describir ciertos rasgos distintivos del proceso marcado por imitaciones y singularidades de los estados latinoamericanos. Con esto se intentará argumentar que en el seno de esta escenificación subsiste el dualismo conceptual que encarna en las ideas de modernidad y modernización, y cómo esto conlleva al penetrante descreimiento en la idea de progreso material y espiritual, que subyace en nuestra actualidad.

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Cartas

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Revista Académica

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Libro

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Cartas La comunicación y la creatividad en Internet Inevitablemente, la revolución digital que converge en todo el mundo ha propiciado numerosos cambios que impactan la sociedad de forma directa. Los medios de comunicación se han enfrentado a nuevos modelos, a los que el reconocido profesor español José Luis Orihuela ha clasificado en siete paradigmas dentro de lo que considera forman parte del “paisaje mediático”, y cuya incidencia nos permiten “comprender los procesos de comunicación pública en medios masivos” (Orihuela, 2002), estos son: interactividad, personalización, multimedia, hipertextualidad, actualización, abundancia y mediación. Actualmente nos encontramos frente a los desafíos que enfrenta una sociedad que se divide entre nativos e inmigrantes digitales, lo que nos coloca ante la disyuntiva de múltiples cuestionamientos, especialmente el de si ciertamente en nuestro país este cambio cultural está siendo asimilado por los medios de comunicación en su justa dimensión, e incluso nos cuestiona sobre la capacidad de consumo de los cibernautas ante el bombardeo continuo de información. Me permito citar este tema a propósito del artículo publicado por la revista Global, edición 43, sobre creatividad periodística en el entorno digital, de la autoría de Josep Lluís Micó. Evidentemente, los cambios que traen consigo estos nuevos modelos de la comunicación invitan a una mayor preparación y a ser conscientes de la necesidad de utilizar la creatividad como herramienta de primer orden para la difusión y recepción efectiva de los mensajes.

Contracultura y contrapolítica Con la misma naturalidad con que el capitalismo absorbe las iniciativas contraculturales con potencial comercial, el sistema partidista está asimilando lo que podríamos denominar “contrapolítico” para incorporarlo a su doctrina. Los españoles han podido comprobarlo en la campaña de sus elecciones generales con lo sucedido con el movimiento 15-M y las formaciones de izquierdas. Y la mezcolanza se ha sublimado en unos anuncios de Movistar en los que la compañía telefónica ha adoptado la estética de los llamados “indignados” para promocionar sus tarifas. Los valores de lo independiente cobran un gran interés ya que no son –o no parecen ser– como los convencionales. Así, lo marginal se pone al servicio del consumismo. Pues bien, lo dicho se puede aplicar a la política cambiando de actores: partidos por empresas, votantes por usuarios. Los amantes de lo alternativo rechazan la aplicación de la cosmética contracultural a las propuestas que consideran oficiales o masivas. Quienes suscriben los postulados del 15-M y su extensión internacional del 15-O también abominan de los spots basados en las asambleas desarrolladas en las principales plazas del mundo. Plataformas como Implicate.org han parodiado en Internet esta publicidad –Bankia, Movistar, etc.– para recordar que no les hace ninguna gracia que se les utilice con fines económicos o partidistas. No obstante, si la cultura ha fagocitado la contracultura porque le resulta rentable, ¿por qué no lo va a hacer la política con la contrapolítica?

Josep Lluís Micó Onoris Metz Galán Periodista

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Universitat Ramon Llull (Barcelona, España)


Fe

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Estos aĂąos

de arduo trabajo, originalidad, creatividad, contenido y esfuerzo. Cementos Cibao fe l i c i t a a l a Re v i s t a G l o b a l e n s u

8Âş Aniversario

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Enzo di Taranto

El nuevo horizonte domínico-haitiano El terremoto del 12 de enero de 2010 desencadenó nuevas dinámicas subregionales, continentales y globales en las cuales Haití constituye el baricentro geoestratégico y la República Dominicana su satélite fundamental. Gracias al liderazgo del presidente dominicano, Leonel Fernández Reyna, al enfoque innovador del presidente de Haití, Michel Martelly, y al excepcional apoyo de la comunidad internacional, los dos países tienen en la actualidad una oportunidad histórica, quizás irrepetible, de innovar sus relaciones políticoeconómicas. El autor analiza desafíos y oportunidades estratégicas, también plantea escenarios creativos de una alianza ganar-ganar.

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Fotos: Efe


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l 12 de enero de 2010 la tierra tembló en Haití y tocó la profundidad de los corazones dominicanos. En toda su potencia, la destrucción que sufrió Haití abrió una serie de puentes, visibles e invisibles, sobre el río Masacre y a lo largo de la frontera binacional. El impacto físico y emocional del seísmo cambió irreversiblemente la dinámica de las relaciones entre Haití y la República Dominicana, creando nuevas oportunidades y nuevos desafíos en los planos nacionales, regionales y globales. En un impulso de solidaridad, rapidez e intuición política, el presidente dominicano, Leonel Fernández Reyna, fue el primer jefe de Estado en

cual también sufrió graves pérdidas humanas e infraestructurales, sobre todo en Puerto Príncipe. La excelente colaboración del Gobierno dominicano con la Minustah ha permitido facilitar el diálogo y la cooperación estratégica entre varias entidades gubernamentales, legislativas, policiales y del sector privado de ambos países. Esta colaboración resultó eficaz para impulsar y coordinar la asistencia internacional para Haití; por ejemplo, en el marco de la reunión preparatoria para la Conferencia Internacional de Donantes (Nueva York, marzo de 2010) y de la Cumbre sobre el Futuro de Haití (Punta Cana, junio de 2010) que fue copresidida por los mandatarios Fernández y René García Préval, junto al expresidente norteamericano Bill Clinton. Durante todo el año 2011, los líderes dominicanos –el presidente Fernández, el canciller Carlos Morales Troncoso y el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Temístocles Montás– han reiterado, en todas las sedes pertinentes, la necesidad de honrar los compromisos de los países donantes para financiar la reconstrucción y el desarrollo de Haití. En este marco, la construcción y entrega –en tiempos record– del moderno campus universitario Henri Christophe, en la Limonada (Cabo Haitiano), constituye una de las expresiones más nobles de la participación de la República Dominicana en la reactivación y el desarrollo humano del hermano pueblo de Haití.

El próximo lustro será de grandes oportunidades para los pueblos haitiano y dominicano. visitar Puerto Príncipe para expresar la cercanía del pueblo dominicano a los líderes y al hermano pueblo de Haití. Haití y la República Dominicana, dos países tan distintos, culturalmente tan ricos, geográficamente tan cercanos, aún tan alejados por décadas de aislamiento, indiferencia y animosidad, se juntaron esta vez en un fuerte abrazo solidario que sentó las bases del nuevo horizonte binacional del siglo xxi. La respuesta, inmediata, masiva y determinada de toda la sociedad dominicana abrió una nueva fase de cooperación bilateral en áreas críticas como la diplomacia, la economía, el comercio, la inversión, el medio ambiente, la inmigración, la seguridad y el Estado de derecho. Para facilitar la ayuda internacional –que estuvo prácticamente paralizada por la destrucción de los puertos y aeropuertos de Haití– el Gobierno dominicano abrió un corredor humanitario a través de la frontera y permitió abrir en Santo Domingo una oficina de enlace y un centro de apoyo logístico a la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (Minustah), la

El poder del pueblo haitiano La destrucción provocada en Puerto Príncipe, Jacmel y Leógane no fue solo el efecto de un seísmo de magnitud 7.0 en la escala de Richter, sino también el resultado de décadas de dictadura, mal gobierno y corrupción. Mientras en la década de 1950 el producto interno bruto haitiano era similar al de la República Dominicana, los efectos de la depredación, devastación, miopía política e inadecuación de sus líderes han hecho de Haití el país más pobre del hemisferio occidental, y una sociedad con índices de desarrollo humano entre los más bajos 9


del planeta1. La historia de este liderazgo inadecuado, de un Estado fallido, del aislamiento internacional, ha sido desafortunadamente agravada, más recientemente, por múltiples crisis económicas, institucionales y ambientales. A pesar de todo esto, el pueblo haitiano siempre ha demostrado una inenarrable fortaleza, creatividad, elasticidad, y un poder de recuperación fuera de lo común. No obstante la tensión que siempre ha caracterizado sus relaciones con la República Dominicana, Haití supo abrir esta vez sus brazos a la solidaridad del país vecino. En los meses siguientes al terremoto, el presidente Préval recibió la oferta de apoyo del Gobierno dominicano para coordinar la ayuda internacional y preparar varias reuniones de donantes. Por otro lado, ya desde el comienzo de su campaña electoral, el presidente Martelly ha puesto las relaciones haitiano-dominicanas como la principal misión de su agenda de política exterior. El mandatario demuestra su interés no solamente con declaraciones, ha viajado cinco veces a Santo Domingo y a la zona fronteriza: como candidato presidencial, luego como

candidato a la segunda vuelta, como presidente electo y finalmente como presidente de la República de Haití. En este sentido, desde sus primeros pasos en el escenario político internacional, el presidente Martelly ha demostrado coherencia y una clara visión estratégica de las relaciones bilaterales. Gracias al liderazgo de ambos presidentes –Fernández y Martelly–, hoy en día las relaciones domínico-haitianas viven uno de los mejores momentos desde la independencia de ambas naciones. Como es notorio, este acercamiento –esta alianza ganar-ganar– ha sido el resultado de un proceso largo y a veces doloroso. Sin entrar en un análisis histórico detallado, me permito proporcionar, a continuación, algunos elementos constructivos para la consolidación de las relaciones binacionales en tres ámbitos fundamentales: a) inmigración y economía, b) frontera y comercio, c) integración bilateral y regional.

La inmigración haitiana Las relaciones entre Haití y la República Dominicana han estado históricamente marcadas por el conflicto y la confrontación. Durante la dicta-

La foto es del 28 de febrero de 2011, para ese entonces el candidato a la presidencia de Haití, Michel Martelly, conversó con el presidente dominicano, Leonel Fernández, sobre la necesidad de unas instituciones fuertes para combatir el tráfico de haitianos en situación ilegal hacia la República Dominicana.

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dura de Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961) se construyó una ideología antihaitiana basada en la hipótesis de re-ocupación de la República Dominicana. El temor de una invasión pacífica, no a través de las armas sino de la ocupación lenta, sistemática del territorio dominicano por medio de la inmigración clandestina, ha sido y sigue siendo uno de los factores más influyentes en la evolución de las relaciones bilaterales. En La fiesta del Chivo –obra literaria por excelencia sobre Trujillo y el trujillismo–, el premio Nobel Mario Vargas Llosa describe bien esta psicosis de la élite dominicana de la época: “Miles de miles, afincados en haciendas, descampados y caseríos. Han desplazado a la mano de obra dominicana [...] A lo largo de Dajabón, Elías Piña, Independencia y Pedernales, en vez del español sólo resuenan los gruñidos africanos del creole [...] El vudú, la santería, las supersticiones africanas están desarraigando a la religión católica, distintivo, como la lengua y la raza, de nuestra nacionalidad [...].” Más recientemente, la afirmación de las doctrinas de los derechos humanos ha introducido poderosos factores ideológicos e incrementado la sensibilidad política y de derecho internacional de las relaciones domínico-haitianas. Varias organizaciones no gubernamentales han denunciado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos supuestas violaciones de las autoridades dominicanas, complicando consecuentemente los escenarios de resolución de esta sensible controversia binacional. Así mismo, es relevante subrayar que el legado de décadas de tensión, suspicacia y conflicto permanece en la cultura insular, perpetuando la fragilidad de los equilibrios sociales entre las dos naciones. Incidentes recientes en la frontera haitiano-dominicana, que han causado por lo menos cinco muertos y varios heridos de ambas nacionalidades, no deben ser subestimados en un análisis holístico de las relaciones binacionales. Esta contraposición entre invasión pacífica, de un lado, y violación de los derechos humanos, por el otro lado, constituye el epicentro de las relaciones políticas entre Haití y la República Dominicana, y es allí donde hay que consolidar

los esfuerzos de resolución nacional, con el apoyo integrado de la comunidad internacional. Un paso fundamental en esta dirección fue la firma, por el presidente Fernández en noviembre de 2011, del nuevo marco regulatorio de la Ley General de Migración que fue aprobada en 2004. Este nuevo instrumento jurídico de control de la inmigración permite finalmente brindar más garantías laborales a los trabajadores extranjeros (por ejemplo, el seguro de salud), aunque todavía es temprano para evaluar su impacto efectivo sobre las economías y relaciones binacionales. Sin embargo, creo que el actual momento histórico es propicio para que las cancillerías de ambos países elaboren nuevos mecanismos para regular el sensible tema migratorio de una manera moderna y creativa a la luz –no de las divergencias del pasado– sino de las nuevas dinámicas y oportunidades económicas y comerciales del siglo xxi. En este contexto, los dos Gobiernos deberán determinar si la Comisión Mixta Bilateral (cmb) –entidad creada por los presidentes Balaguer y Préval hace 17 años– constituye el mecanismo más adecuado para gerenciar de manera innovadora esta compleja cuestión bilateral. Sería también importante que los dos Gobiernos aseguren que la falta de resolución del tema migratorio no impida avanzar en otras importantes cuestiones de interés común –como salud, medio ambiente, aduanas y comercio– que evolucionan de todas maneras fuera del marco de la inoperante cmb.

Frontera y comercio Otro aspecto fundamental, y un área de grandes oportunidades para el crecimiento sinérgico de las dos economías, es el manejo de la frontera y de las relaciones comerciales bilaterales. Durante la dictadura de Trujillo, la frontera haitiano-dominicana fue marginada económicamente, despoblada y militarizada. Fue solamente a partir de la década de 1980 que las relaciones interestatales se modificaron en el marco multilateral que condujo al ingreso de ambos países en el Acuerdo de Lomé IV en diciembre de 1989. Este proceso de acercamiento se detuvo durante el período del embargo impuesto 11


al gobierno militar que derrocó al presidente Jean-Bertrand Aristide, entre 1991 y 1994. Sin embargo, el intercambio comercial bilateral siguió intensificándose endógenamente con la construcción de importantes obras infraestructurales y la creación de varios mercados binacionales a lo largo de la frontera (Ouanaminthe-Dajabón, Belladére-Elías Pina y Malpasse-Jimaní). Otro elemento clave fue la construcción, con capital dominicano, del parque industrial de la zona franca de Ouanaminthe, que ya provee empleo a cerca de seis mil haitianos, con perspectivas de creación de quince mil puestos de trabajo en el próximo quinquenio. En este contexto, es importante subrayar el rol clave de la Unión Europea (ue) que ha financiado, y sigue financiando, la reconstrucción de varias carreteras nacionales y transfronterizas, y la remodelación de los mercados binacionales, sobre todo en el norte de la frontera. La reciente aprobación por parte de la Comisión Europea de un nuevo, más integrado y ambicioso programa binacional (2012-2015) constituye una oportunidad histórica, y quizás irrepetible, de normalización e innovación de las relaciones bilaterales en por lo menos cuatro renglones fundamentales de las relaciones insulares: infraestructura transfronteriza, desarrollo local, cmb y promoción del sector privado. En estas dos últimas áreas – cmb y sector privado– la Minustah ha realizado un trabajo de apoyo al secretariado ejecutivo de la cmb y al sector privado dominicano, a través, por ejemplo: del análisis de temas de interés binacional, la presentación del representante especial y el ministro de Economía, Planificación y Desarrollo a los mayores grupos y asociaciones empresariales dominicanas, y la provisión de información estratégica a las 13 embajadas establecidas en la República Dominicana y concurrentes en Haití que representan un poderoso conjunto de empresas privadas potencialmente interesadas en la reconstrucción y reactivación haitiana.2 En este contexto, las autoridades de ambos países tienen la oportunidad histórica de analizar

–junto a las entidades internacionales involucradas: Unión Europea (ue), Banco Interamericano de Desarrollo ( bid), Banco Mundial ( bm), Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo ( pnud), Corporación Financiera Internacional (ifc) y Caribbean Export Development Agency (ceda), entre otras– las ventajas comparativas de los instrumentos de gestión binacional ya existentes (en particular la cmb), y la creación de nuevos mecanismos, quizás más innovadores, para articular las nuevas relaciones comerciales y empresariales binacionales del siglo xxi.

A medida que la comunidad internacional reduzca su involucramiento, rd jugará un rol más importante.

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La introducción de ciertas innovaciones políticas por el presidente Martelly y el canciller Laurent Lamothe –por ejemplo, el concepto de business diplomacy y la creación del Presidential Advisory Council on Economic Growth and Investment ( pacegi)– responden a estas nuevas dinámicas político-económicas globales y constituyen una oportunidad para ambos países de replantear su relaciones comerciales de una manera más efectiva y beneficiosa.

Nuevos horizontes binacionales El terremoto del 12 de enero de 2010 ha creado nuevas dinámicas subregionales, continentales y globales en las cuales Haití constituye el baricentro geoestratégico y la República Dominicana su satélite fundamental. El liderazgo de los presidentes Fernández y Martelly –con el apoyo del expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, los dos representantes especiales del secretario general de la onu, Edmond Mulet y Mariano Fernández Amunátegui, y otros actores claves– ha logrado articular intereses a veces divergentes en favor de la refundación del Estado y de la sociedad haitiana.


Esta tendencia excepcional, irrepetible y, a mi juicio, no sostenible en el largo plazo, ha permitido desarrollar un escenario estratégico en los cuales pueden coexistir múltiples liderazgos y políticas exteriores en un encomiable esfuerzo común de solidaridad en favor del pueblo haitiano. Así como el expresidente Clinton indicó en Punta Cana, Haití es quizás el único escenario regional donde los intereses de Cuba, Estados Unidos y Venezuela coinciden. Así se puede constatar que los intereses de todas las demás potencias y grupos regionales –Brasil, Colombia, Chile, Uruguay; la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), la Comunidad del Caribe (Caricom) y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)– han podido armonizar sus políticas y acciones en Haití.

La foto del 31 de julio de 2010 fue captada durante el recorrido a la Zona Franca CODEVI. Aparece el presidente dominicano, Leonel Fernández, el entonces mandatario de Haití, René Preval, y el empresario dominicano Fernando Capellán, propietario de CODEVI.

En este extraordinario abrazo de solidaridad global, Haití ha recibido también el apoyo de más de cuarenta celebridades del mundo del espectáculo, del deporte y de la moda mundial: una poderosa concentración de personalidades, medios y filantropía que ningún otro país haya jamás desencadenado en todo el planeta. Sin embargo, múltiples y simultáneas dinámicas globales –políticas, económicas y militares– parecen indicar que esta excepcional alianza global se desvanecerá en el mediano y largo plazo. En lo político, la gradual estabilización y el fortalecimiento del Estado de derecho de Haití harán cada vez más difícil para los Gobiernos donantes justificar, ante sus parlamentos y opiniones públicas, el mantenimiento del apoyo financiero, humanitario y militar para Haití. En lo económico, la crisis financiera europea, la lenta recuperación estadounidense y otros escenarios de crisis en el Magreb y Medio Oriente determinarán una reducción significativa de la ayuda financiera internacional a Haití. Como ejemplo, el Consejo de Seguridad de la onu ha aprobado una reducción del presupuesto, personal y tropas de la Minustah a partir de junio de 2012. En lo militar, varios países importantes que aportan tropas a la onu –como Brasil, Chile y Uruguay– han expresado la intención de retirar paulatinamente sus militares de Haití durante los próximos años. A la luz de esta dinámica, y aun percibiendo la preocupación de varios países y actores internacionales, considero apropiado ponderar el proyecto del presidente Martelly de reactivación de las Fuerzas Armadas de Haití. Afirmo esto por dos razones principales: a) el retiro de la Minustah requiere un Estado haitiano capaz, no solamente de producir leyes y políticas públicas para el desarrollo, sino también dotado de instituciones capaces de asegurar su legalidad y ejecución en todo el territorio nacional; b) junto con una Policía Nacional moderna y profesional (y en este sector se están obteniendo considerables resultados gracias al apoyo de la Minustah y de otros actores internacionales), Haití necesita un cuerpo de seguridad –quizás no necesariamente un ejército– especializado en la protección de 13


los recursos naturales, la asistencia a la población en caso de desastre naturales y el control de la frontera domínico-haitiana. El ejemplo de los carabinieri italianos o de la Gendarmería Nacional Argentina podría ser, entre otros, útiles modelos de referencia. Frente a este complejo conjunto de oportunidades y desafíos, Haití y la República Dominicana tienen la posibilidad, y el apoyo internacional suficiente, para incrementar sus esfuerzos de acercamiento e integración. En particular, la República Dominicana podrá jugar un papel central en: • Regular los flujos migratorios haitianos y el comercio transfronterizo con base en instrumentos jurídicos y ejecutivos modernos y eficaces; • Facilitar la participación de Haití en los mecanismos de integración subregional, tales como la Asociación de Estados del Caribe (aec), el Foro del Caribe (Cariforum) y el Sistema de Integración Centroamericana (sica); • Favorecer joint ventures, la cooperación SurSur y la cooperación triangular con el sector privado dominicano e internacional; • Reflexionar con las autoridades haitianas y la comunidad internacional sobre el rol de la cmb y de otros instrumentos bilaterales, incluyendo la creación de una plataforma común de competitividad. Haití deberá continuar sus esfuerzos de ruptura del tradicional aislamiento internacional, fortalecer su Estado de derecho y modernizar su economía y sociedad a través de grandes alianzas y proyectos públicos-privados en áreas estratégicas como: educación, energía, telecomunicaciones, minería, agricultura y turismo. En toda su complejidad, el próximo lustro será de grandes oportunidades para los pueblos haitiano y dominicano. A medida que la comunidad internacional reduzca su compromiso en Haití, la República Dominicana jugará un papel aún más importante en la estabilización, reactivación y desarrollo sostenible de su vecino insular. Por esto, los países y organismos donantes deberán innovar su cooperación, sus políticas y programas de apoyo estratégico, técnico y financiero para consolidar la colaboración e integración binacional en áreas claves como: el Estado 14

de derecho, la seguridad ciudadana y la sinergia empresarial. Inspirados por el enfoque binacional de la ue, serán siempre más numerosos los donantes –como ya lo son el bid, Canadá, Italia y Noruega– que consideran a los dos países como dos realidades integradas. Independientemente de quien gane las elecciones presidenciales de la República Dominicana en mayo de 2012, la evolución positiva de las relaciones binacionales seguirá, a mi juicio, consolidándose. La perspectiva de un mercado común de 20 millones de ciudadanos, el sueño de una isla de La Hispaniola próspera, integrada, con liderazgo político, económico y cultural en el Caribe, se vislumbra en el horizonte domínicohaitiano de este comienzo de milenio. Nota: Este artículo es una elaboración del autor a partir de su exposición ante la Comisión Euro-Latinoamericana del Parlamento Europeo (Eurolat) y no refleja la opinión oficial de la Minustah. Enzo di Taranto es el oficial principal de enlace de la Minustah con sede en Santo Domingo. Hasta enero de 2010 dirigió la campaña mundial un ite, del secretario general de la onu, y el Network of Men Leaders, que incluye ex jefes de Estado, primeros ministros, cancilleres, premios Nobel, líderes civiles y celebridades del mundo del deporte, de la música y del cine. Desde 1993, Di Taranto se ocupa de relaciones domínico-haitianas apoyando el intercambio estratégico entre los gobiernos, parlamentos y sectores privados de ambos países, a través de varias asignaciones internacionales, en coordinación con la Unión Europea, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y los principales donantes bilaterales.

Notas 1

En el 2011, Haití se situó en el puesto 158 –sobre 187 países– en la clasificación de lo indicadores de Desarrollo Humano (idh) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. 2 Las 13 embajadas establecidas en la República Dominicana y concurrentes en Haití son: Colombia, Corea, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Israel, Italia, Japón, Perú, Países Bajos y Reino Unido.


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Guillermo Van Der Linde

La visualización de los cambios contextuales es un factor clave de éxito En las fronteras de la autoridad, del control y las geográficas, así como la experiencia y la construcción del presente en el futuro, queda vislumbrado el complejo y cambiante mundo de la gerencia de las organizaciones del siglo xxi. El perfil de un gerente globalista queda planteado al superar los retos que suponen las teorías administrativas de antaño y las que se encuentran en ebullición en la actualidad a la luz de la innovación y la conquista de los nuevos mercados.

Ilustraciones: Adela Dore 16


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radicionalmente, la autoridad venía de arriba hacia abajo, de los dueños de la empresa a los altos ejecutivos, de ejecutivos a directores. Los niveles de autoridad estaban definidos de acuerdo con la discreción del límite de gastos y su ámbito de dirección autónoma. Prácticamente, el poder se derivaba del control sobre los recursos, la información que se poseía y la sanción que se podía imponer. En la actualidad, en la economía del conocimiento los únicos empleados que vale la pena tener son aquellos con varias oportunidades de trabajo. Estos se aburren fácilmente si no se les reta, y buscan trabajo acorde con sus intereses personales. Los empleados más capacitados están menos inclinados a pensar que son soldados leales, por lo que deben estar inclinados a considerarse imprescindibles. Debemos hacernos algunos cuestionamientos: ¿Son efectivas las sanciones en un mundo de contratistas de trabajo independiente? ¿Cómo se ejerce autoridad en la ausencia de dependencia?

tán en posesión de todas las informaciones y son capaces de hacer su juicio, más que deseosos de cuestionar el juicio de sus empleadores.

Cambio en las fronteras del control En la era industrial, el control lo era todo. Los directores eran alérgicos a las sorpresas. Los resultados de esa obsesión fueron: sistemas de reportes detallados, interminables reuniones de revisión, bruscas llamadas telefónicas cuando una variación presupuestaria era detectada, y una sed insaciable de más datos. También había una fuerte tendencia de los gerentes a manejar todos los recursos importantes para el éxito bajo su control directo. Las fronteras de unidades fueron definidas para minimizar la interdependencia de recursos de todo el portafolio de la empresa. Las organizaciones se integran hacia atrás para controlar los insumos críticos. Esto fue entonces, hoy el control es prácticamente ilusorio, medir no es controlar como cualquier meteorólogo sabe. En nuestro mundo cambiante, el ciclo de vida de un servicio puede ser menor que el ciclo contable. Los datos contables son grandiosos para autopsias, pero no para la dirección. No es solo una cuestión de límite de tiempo, es también una cuestión de asignación de los sistemas de control. ¿Miden realmente lo que deben medir? ¿Integran a la competencia? Típicamente no. ¿Dónde están los acuerdos? ¿Cuáles son los controles que le dan a la gerencia la capacidad para anticipar y responder a las incipientes oportunidades? Lo que es necesario es un radar sobre el horizonte, y cuando la anticipación es posible, la flexibilidad debe ser construida. Los directores deberían trabajar tan arduo como sea posible para hacer las cosas tan flexibles como las hacen controlables. Lo impredecible y la velocidad no son solamente los únicos enemigos del control. En el naciente mundo de organizaciones mundialmente entrelazadas, es inevitable que cada vez más los recursos críticos para el éxito organizacional estuvieran fuera del control directo del gerente de

El objetivo debe ser educar gerentes con la capacidad de construir negocios multimillonarios a su alrededor. Tanto las computadoras personales como las redes y los sistemas de correo electrónico están creando en muchas organizaciones algo que podríamos llamar democracia de la información. Las fronteras de la información que delimitan la autoridad organizacional son más permeables que nunca. Si cada decisión puede ser prevista, si la información relevante es asequible, ¿puede cada ocasión ser retada? ¿Cuál es el significado de la autoridad? Si la autoridad no puede ser idiosincrásica, ¿no puede ser caprichosa? ¡Hágalo! puede ser un buen eslogan para un anuncio, pero tiene peso cuando los empleados es-

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la organización. La jerarquía le está cediendo el paso a la red computacional. La desintegración conlleva mayor dependencia de los proveedores. Nuevas oportunidades trascienden las fronteras de las unidades organizacionales. A medida que las fronteras de la organización se hacen más imprecisas, sucede lo mismo con las fronteras del control gerencial. ¿Cómo pueden los gerentes controlar los recursos cuando están fuera de las fronteras de las unidades de la organización? ¿Cómo pueden ser responsables de algo que no pueden controlar? ¿Es que los gerentes son necesarios o persuasorios?

Las barreras de la experiencia se desmoronan La experiencia no da autoridad. Un joven escalador de montaña tiene mucho que aprender de un veterano que ha guiado varias expediciones al Pico Duarte. Se ha hecho la suposición de que esto es útil en las organizaciones, los de arriba “saben más” que las personas de niveles inferiores, que dos o tres décadas de experiencia en un sector hacen experta a una persona. Claro, la experiencia es de gran valor solo cuando el futuro fuera más o menos similar al pasado. Históricamente, las fronteras sectoriales eran relativamente estables, igual que las reglas de la competencia dentro de cada sector en particular. El ambiente regulado se tenía como dogma. Las barreras de entrada parecían absolutas. Había poco que devaluar en la experiencia de un director, basada en la experiencia de año en año. En la actualidad, sector tras sector, el terreno de juego está cambiando tan rápido que la experiencia es irrelevante o peligrosa. ¿Las recetas que garantizaban el éxito hace una década todavía son valederas? Las personas en la cima de la organización pueden tener mayor conocimiento, pero ¿sobre qué? En la mayoría de los casos es cosa del pasado. Por un lado, es irónico que aquellos gerentes que tuvieron la mayor ecuanimidad en el pasado, aquellos con mayor experiencia, que poseían la mayor autoridad formal, pierdan la visión de futuro porque la confianza en su experiencia los 18

ciega para ver nuevas oportunidades, aunque poseen mayor poder. Por otro lado, de los jóvenes que están más cerca del futuro se espera que adquieran el juicio acumulado de los viejos y mayor habilidad. En un mundo de cambios sucesivos, la autoridad no debería descansar solo en la experiencia, sino en la capacidad de aprender y adaptarse. Una persona puede obtener un préstamo hipotecario, una chequera de un banco comercial, una tarjeta de crédito de un supermercado, un fondo de retiro de una aseguradora. ¿Dónde comienzan y terminan la industria de servicios financieros y otras? En la actualidad, los operadores telefónicos deben comprender el mundo de los juegos de vídeo. Una empresa de computadoras debe entrar al mundo de la consultoría estratégica. En tal ambiente, ¿cuál es el valor de la experiencia adquirida solamente dentro del contexto de una industria? A medida que las barreras se derrumban, la especialización de una industria puede ser un estorbo. ¿Puede la capacidad de pensar a través de las fronteras industriales, visualizar oportunidades en la unión de dos o más industrias para descubrir analogías relevantes de industrias aparentemente no relacionadas? ¿Pueden ser tan valiosas como una profunda experiencia en un sector? Si así lo es, ¿cómo podemos formar gerentes con capacidad de escapar de los convencionalismos del pasado y construir nuevas industrias?

La irrelevancia de las fronteras Las compañías multinacionales fueron tradicionalmente emplazadas en varios países. La subsidiaria alemana, la operadora italiana, la operación del Brasil. En fin, la unidad organizacional básica era la subsidiaria nacional. Típicamente, el país de origen de la multinacional era el que suministraba los ejecutivos y líderes para las subsidiarias. Esto era verdad para compañías japonesas de electrónica, para las americanas de computadoras y para las farmacéuticas europeas. No era sorpresa que la mayoría de los gerentes siguieran operando bajo el contexto de su país de origen. Un gerente norteamericano, en una asignación de dos años en el país, seguía operando


como un gerente norteamericano y su compañía seguía siendo operada como una empresa norteamericana. Eso fue entonces, esto es hoy: Para un gerente geriátrico con 50 años de lealtad, de una empresa multinacional, la palabra global significa tratar de alcanzar las fuerzas económicas y de integración de mercados. Para un joven gerente entrante global significa supranacional, esto quiere decir, ser un moldeador de la economía y de la integración de mercados, no un simple observador. Nike, Sega, mtv y otras más están definiendo por primera vez lo que realmente significa global: cubrir una generación de clientes globales. Están uniendo capacidades a través del globo para elaborar productos y servicios únicos. Para estas y otras supranacionales no existe un simple mercado pesado. El más sofisticado cliente, el mercado de mayor crecimiento, el desarrollo de los recursos, proveedores preferenciales y una alianza crítica con otro pueden estar en países diferentes. No importa cuál sea la retórica, hay pocos gerentes y pocas compañías que manejan oportunidades con algo cerca de un punto de vista global. No es suficiente crear equipos globales de negocios donde los miembros vienen de su área geo-

gráfica particular; no es suficiente el desarrollo de conocimientos culturales para adaptarse a ciertas tradiciones de países. El objetivo debe ser crear gerentes con la capacidad de trascender culturas, encontrar lo universal y construir negocios multimillonarios a su alrededor. Los gerentes del siglo xxi pueden ser los que carguen la menor cantidad de maletas nacionales. Reflexionemos: ¿Cómo se educa un globalista? ¿Cómo será la organización supranacional? ¿Cómo uno descubre soluciones generales transcendentes cuando compite con soluciones nacionales?

La cambiante frontera entre el presente y el futuro Pocos directores son visionarios, busquemos sinónimos de directores: administradores, supervisores, gobernantes. Los gerentes viven aquí y ahora, el largo plazo es el problema de otro. Trabajar con los números es más importante que desarrollar visión. Hacer cuenta más que pensar. Los gerentes son sobre todo operadores. ¿Por qué nos molestamos por ver más allá? Nadie puede predecir el futuro, ¿pueden ellos?... 19


Después de todo, el desafío es un poco más difícil que preguntarse qué pasará si el barril de petróleo sube de nuevo a 150 dólares. En un mundo cambiante y bajo una eminente presión de mayor eficiencia, a nadie se le puede pedir que invierta su tiempo mirando estrellas. No es sorprendente que en el siglo pasado muchas empresas inflaron su departamento de planificación estratégica, ni tampoco que los consultores reenfocaron sus esfuerzos en el mejoramiento operacional. En la actualidad... ¿Por qué la cnn y no la bbc deslumbró al mundo con sus noticieros televisivos? ¿Por qué fue Viacom quien creo mtv y no la cbs? No es un problema de predicción, es uno de imaginación; no hay un futuro, hay tantos futuros potenciales como organizaciones. Pero cada empresa que no pueda imaginarse el futuro es muy difícil que esté viva para disfrutarlo. Muchos gerentes se pierden miserablemente en el reto de imaginarse el futuro. Muchos están dispuestos a invertir las energías necesarias para sumergirse en las tendencias emergentes de tecnología, estilos de vida, regulaciones, demografía y globalización a un punto de nuevas oportunidades, pero si no se ha constituido una visión única del futuro, serán acumuladas dentro de la ortodoxia del pasado. Si lo global deformará el futuro, en vez de ser sus víctimas uno debe vivir el futuro y debe ser tan real y tangible como el presente. El presente y el futuro no están separados el uno del otro. Estos no tienen una división nítida entre el plan quinquenal y lo desconocido después. El presente y el futuro están relacionados, cada empresa está en el proceso de ser anacrónica o irrelevante en el futuro. O ser una cosechadora del futuro. El largo plazo no es algo que sucederá algún día. Es algo que cada empresa está construyendo, pronosticando con las decisiones del día a día. Aun cuando esté bien entendido, el futuro toma tiempo para ser ensamblado. La televisión interactiva, el vídeo telefónico, la banca desde el hogar, publicaciones electrónicas, vehículos inteligentes... Como conceptos, todos han estado ahí durante décadas y en algunos casos será por algunas décadas más antes de que sean parte de la 20

vida diaria. Pero las organizaciones que no han trabajado de manera adecuada durante años para construir lo necesario, entender las necesidades exactas y crear las sociedades necesarias, es muy probable que no tengan participación en los fracasos o en las oportunidades cuando finalmente se conviertan en megamercados. Llegar al futuro primero es como un maratón. La visión del futuro no puede ser perfecta, pero es la que todos debemos tener. Guillermo Van Der Linde es consultor especializado en Planificación Estratégica, Análisis Estratégico de Costos y Desarrollo de Nuevos Negocios. Recibió su grado en bse Industrial en la Western Michigan University en 1968, su maestría en Administración de Empresas en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra ( pucmm) en 1985. Es acreedor del diploma de candidato a doctor en Gestión de la Educación de la Universidad de Murcia (España), 2006. Se ha desempeñado como decano, director de grado y maestrías en el Área de Gestión de Empresas de la pucmm.


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Frank B谩ez

David Camus

habla sobre la relaci贸n con su abuelo, el escritor Albert Camus Fotos: Erika Santelices


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entado en uno de los salones de Funglode, junto a Morgane Richard, la traductora de esta entrevista realizada en francés, busco en el rostro de David Camus alguna semejanza con su abuelo, el legendario escritor Albert Camus, ganador del Premio Nobel de Literatura, a quien Tony Judt en su último libro catalogó como “el mejor hombre de Francia”. La verdad, no encuentro parecido alguno, pero eso sí, al igual que su abuelo, David Camus es escritor y a sus 40 años ha escrito

y los rasgos históricos sirven de escenario para que los personajes de David Camus se enfrenten a las adversidades, circunstanciales e ideológicas, que encaraban los ya legendarios personajes de Albert Camus. Por ejemplo, una de sus novelas está protagonizada por un guerrero de las Cruzadas, que a pesar de que no cree en Dios, lucha en su nombre. De todas las obras publicadas en Francia durante el siglo veinte, David Camus prefiere las de su abuelo. Aunque en términos promocionales o mercadológicos

La literatura latinoamericana es extraordinaria; está libre de complejos en comparación con la literatura francesa. una obra heterogénea que incluye novelas, ensayos y traducciones, así como trabajos para la televisión y el cine. Fue editor y director de la colección especializada en literatura fantástica de la editorial Fleuve Noir. En 2005 comenzó a publicar en la editorial Robert Laffont una serie de novelas históricas y fantásticas sobre las Cruzadas entre las que se encuentran: La novela de la cruz, Los señores del reinado, Morgenennes y Cruciferé. Estas novelas han sido premiadas, traducidas a varios idiomas y lo han convertido en un autor célebre. En primera instancia, su obra no guarda relación aparente con la de su abuelo. Sin embargo, en una lectura más profunda descubrimos que el elemento fantástico

nunca se ha aprovechado de su legado literario, no tiene reparo alguno en recomendar sus libros, comentarlos y en participar en actividades realizadas en su honor. Por esta razón visitó la República Dominicana, invitado por Funglode, para encabezar el ciclo de literatura “Albert Camus: el hombre, la obra, los surcos de la libertad”. Dictó una ponencia titulada La libertad en el nombre, donde cuenta los pros y los contras de ser nieto de Albert Camus. Tras años de evadir a periodistas y curiosos, decidió abordar ese tema por primera vez en su vida. En vez de hacerlo en Francia o en otro país europeo, eligió la República Dominicana. La ponencia, dotada de gracia y humor, fue excelente. David Camus

contó sus comienzos en la literatura, cómo jugaba desde niño con el premio Nobel de su abuelo y lo complicado que le resultó escribir y encontrar su propia voz bajo la sombra de uno de los autores franceses más notables del siglo pasado. Mientras hablaba, fue citando una serie de descendientes de escritores y de personajes famosos que, al no poder trascender la fama de sus antepasados, no tuvieron más remedio que deambular frustrados bajo sus sombras. De tanto en tanto se emocionaba y le temblaba la voz. “Me sentí como si estuviera desnudo durante la lectura de la ponencia”, dijo, relajado, mientras yo a su lado manipulo la grabadora. Antes de encenderla le pregunto si cree que tiene algún parecido físico con su abuelo, lo que lo hace sonreír y murmurar que solo cuando fuma. ¿A qué edad empezaste a escribir? Es complejo. Empecé a escribir a los 11 años. Mis primeros trabajos fueron guiones de televisión y de cine. Después empecé a escribir novelas cortas, inspiradas en Lovecraft, Edgar Allan Poe y otros autores fantásticos. Si no me equivoco, has traducido a H. P. Lovecraft, escritor que se suele relacionar con el género del horror. Al mismo tiempo, has traducido varios libros de ciencia ficción y dirigiste una colección especializada en la literatura fantástica. ¿A qué se debe el interés por estos géneros? Primero, me gusta. Segundo, siempre estuvo alrededor de mí. Tercero, quizás está relacionado 23


con todas mis lecturas de la infancia, cuando era niño leía muchos cuentos fantásticos. Crecí leyendo los cuentos de Grimm o de Perrault. Aún hoy sigo leyéndolos. Querría hacer una biografía de Erich Kästner. Nunca dejé de estar interesado por estas cosas; lo fantástico representa una parte importante de mi vida. Por esa razón trabajé en esa área como editor durante varios años en Francia, publicando a los autores más importantes. A mí me da la sensación de que los franceses no están muy interesados por lo fantástico. ¡No, en Francia no! La noción de placer con la literatura no existe. ¡Todo es demasiado intelectual! En ese sentido, prefiero el ambiente literario norteamericano donde no existen diferencias entre Cormac McCarthy y Philip K. Dick. Si dentro de 50 años un crítico quiere conocer cómo eran los Estados Unidos al final del siglo veinte, debe leer a Stephen King. También la literatura latinoamericana es extraordinaria. Me parece que está libre de complejos en comparación con la literatura francesa. La cuestión es que Lovecraft es la antípoda de Albert Camus. Todo el mundo supone que tienes que escribir como tu abuelo. Sí, claro, pero es posible amar a Camus y a Lovecraft. En sí, lo que a mí me gusta es la literatura. He pensando mucho en esto: quizás mi abuelo tuvo un trayecto desde la literatura popular hacia la literatura clásica, mientras yo tengo un tra24

yecto desde lo clásico hacia lo popular. Es muy importante para mí defender la literatura de género, la literatura popular, porque me parece que está muy despreciada por los críticos, mientras a mí me parece que es una literatura muy presente en nuestras vidas, y que da mucho placer. Pienso que lo esencial en la literatura es la noción de placer. Por placer traduje a Lovecraft, que me encantaba de niño y sigue gustándome. La traducción en general es un excelente ejercicio de escritura, y creo que traducir a un escritor es la mejor manera de conocerlo de manera íntima. ¿Por qué ubicas tus novelas en la época de las Cruzadas? ¿Qué te apasiona de esa época?

Primero porque quería escribir un libro sobre guerra y religión, violencia y religión, sobre cómo actuamos de manera violenta en nombre de una fe, lo que me parece aberrante, ya que uno termina liquidando a una persona por el pretexto de que esta persona no cree en el mismo dios que tú. Luego escogí la guerra de las Cruzadas porque el contexto me encanta. Tengo juegos de rol como Dungeons and Dragons. Me gusta también todo lo que tiene que ver con la aventura, así como mezclar la verdad histórica y la leyenda, porque en la época de las Cruzadas, ambas cosas estaban mezcladas con lo cotidiano, lo que es de por sí una herramienta genial para estructurar una historia.


Pero en América Latina la gente relaciona mucho Camus con Houellebecq. Será porque en las fotos los dos salen con un impermeable y un cigarrillo.

Dijiste que has pensando en tu literatura como complemento de la obra de tu abuelo. Es decir, que te interesa trabajar áreas que él no llegó a abordar, como la ciencia ficción y la literatura fantástica. Mi predilección me lleva naturalmente hacia esos géneros. Creo, quizá me equivoco, que nunca hubiera logrado encontrar un sitio en la literatura general. Además, me parece que hay algo paralizado en la literatura general francesa. Se reprocha mucho a los autores franceses su falta de imaginación, lo que no es cierto, ya que conozco varios escritores que tienen muchísima imaginación y talento. Lo que pasa es que ellos

se encuentran en un tipo de literatura que los críticos literarios no suelen leer. ¿Qué te parece la literatura francesa actual? Desde hace diez años hay autores con talento extraordinario en la literatura fantástica francesa. Ahora bien, hay una tendencia a hablar de Michel Houellebecq, que es el autor más famoso, y me parece el más representativo de los autores franceses actualmente. Me gustan sus primeras novelas, me gustó mucho Extension du domaine de la lutte, Les particules, también escribió sobre Lovecraft, pero después… creo que merecemos más escritores que aborden otros géneros.

¿Relees mucho la obra de tu abuelo? ¿Qué relación tienes con su obra? ¿Buscas inspiración en ella? Es el autor francés del siglo pasado que más me gusta. Esto, por supuesto, es independiente del vínculo familiar. Es en su pensamiento que me reconozco más, y su presencia es una suerte, y lo releo de manera regular, creo que no hay un año que pase sin que yo no relea una o varias obras de mi abuelo, y eso desde hace 30 años, y siempre descubro nuevas cosas en estas, siempre me quedo impresionado por la modernidad de su obra, y lo que me sorprende mucho es que mientras más pasa el tiempo, más se refuerza su obra. Además, Albert Camus es de esos grandes escritores que han logrado insertar sus personajes y sus ideas en la cultura popular. Gente ajena a la literatura lo cita continuamente. Pienso en la canción que escribió The Cure a partir de una escena de El extranjero. Claro, Killing an arab. La última personalidad que lo estaba leyendo era nada más y nada menos que George Bush. Así que esa popularidad resulta relativa. ¿Y el libro de tu abuelo que más te fascina? 25


Cuando leí hace veinte años El primer hombre, pensé que era mi libro favorito, pero hay tantos que me gustan: La caída, El extranjero. Pienso que El primer hombre es un libro muy importante. Lo que me impresiona tanto es que es un borrador inacabado, y es de una calidad muy grande. ¿Lo conocías antes de su publicación? Sí, lo leí dos o tres años antes de su publicación. Durante tu ponencia, al referirte a la relación con tu abuelo, dijiste que hasta pensaste hacer la segunda parte de El extranjero. Solamente hice un resumen de diez líneas como divertimento. ¿Alguna vez has pensado adaptar para cómics, documental o película la obra de tu abuelo? No, no me apetece. Es una cuestión de tiempo, yo prefiero dedicar el tiempo a mis proyectos. No tengo el tiempo para hacer todo lo que quiero hacer. Hablaste sobre la relación entre padres e hijos, que en el caso de los actores de Hollywood ayuda, mientras que en el de escritores sucede todo lo contrario. Ya en términos de publicación, ¿te ha facilitado las cosas el ser nieto de Albert Camus? Cuando quise publicar por vez primera, envié mi texto por correo de manera anónima, como todo el mundo, ya que necesitaba saber si lo aceptaban porque les gustaba, 26

porque como te puedes imaginar, no quisiera que me publiquen por mi apellido sino porque mi obra vale la pena. El texto fue rechazado, pero luego me propusieron otro contrato, ya conociendo mi nombre, para otro libro, y me pareció que el libro no era tan bueno, que era peor que el anterior, y esa vez obtuve ese contrato por mi nombre, por lo cual me rehusé a publicarlo. Por suerte no soy de esos que se pasan largos periodos de tiempo escribiendo una novela. Cuando empecé a escribir a los 11 años, me interesaba todo de la escritura, no solo el formato libro, sino también escribir guiones, cómics, documentales, es decir, me gusta todo lo relacionado con la narrativa.

te. Tengo la sensación de que significó mucho para ti. Estoy muy contento de estar en Santo Domingo, y digo Santo Domingo porque no he visto otra cosa de la República Dominicana, pero lo que es seguro –y eso es gracias a Delia Blanco y su invitación– es que mi ponencia es algo que llevaba dentro de mí desde hace 25 años, y solo he podido expresarlo aquí, en Santo Domingo, por lo cual siempre asociaré Santo Domingo a la felicidad y a la libertad. Muchas gracias. Nota: La entrevista fue traducida y transcrita por Morgane Richard, de Funglode. Frank Báez (Santo Domingo, 1978) es escritor, investigador social y coor-

La ponencia que leíste fue encantadora y muy emocionan-

dinador del Instituto Dominicano de Opinión Pública de Funglode (idop).


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Imaginarios del Caribe hispano El archipiélago de islas bañadas por el bravío Caribe y que se comunica con el idioma de Cervantes, Mistral, Bosch, Neruda y García Márquez no es ajeno a las problemáticas mundiales. ¿Cómo cohesionar la cultura sin dar la espalda a la mundialización?, ¿cuál es el sistema económico ideal para la equidad social?, ¿cómo se ha construido el progreso?, son tres preguntas contestadas en las investigaciones documentadas del sociólogo Leopoldo Artiles, el economista Pedro Ortega y el geógrafo Marcos Morales. Coincide la construcción de estos imaginarios con la conmemoración de los comienzos de los estudios que perfilan el matiz del Caribe hispano, y contribuye al legado de la región, analizado y dado a conocer en todos los confines de esta aldea global.

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Leopoldo Artiles Gil

El neoliberalismo como discurso e ideología: reflexiones sobre su permanencia en el Caribe hispano El neoliberalismo, pese a que no ha tenido éxito como propuesta de políticas públicas económicas ni como teoría, tal como se esperaba durante los años de su rotundo predominio –desde mediados de la década de 1970 hasta mediados del decenio de 1990–, sí ha triunfado como una propuesta ideológica que ha trazado límites no traspasables en el orden de la formulación de nuevas propuestas y nuevos lenguajes. El neoliberalismo sigue vigente porque sus supuestos fundamentales siguen operando como límite de lo posible y lo pensable. Esto será superado cuando nuevos discursos en ciernes, en algunas propuestas económicas y sociales alternativas, fundamenten la acción de nuevas coaliciones políticas.

Ilustraciones: Alma Peguero 30


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n virtud de los no muy brillantes resultados de las políticas públicas de carácter económico que se aplicaron en América Latina y el Caribe desde la década de 1980, siguiendo las líneas de política recomendadas por el llamado consenso de Washington, y que desde entonces se reconocen como parte de una propuesta ideológica general llamada neoliberalismo, son muchos los que han anunciado el fracaso del mismo como propuesta y como ideología. Es así como en el Informe Nacional de Desarrollo Humano República Dominicana 2005. Hacia una inserción mundial incluyente y renovada ( pnud, 2005: 39), con respecto a la mejora de la competitividad esperada por las políticas económicas neoliberales en la República Dominicana, se afirma lo siguiente: “De esta manera, al contrario de lo sostenido por la teoría económica más tradicional

piradas en la noción de la primacía del libre mercado desregulado como instancia central y coordinadora de la sociedad y, por lo tanto, no solo visto como fuente de la riqueza sino también como base normativa de la sociedad –implicando con esto una idea de ser humano como individuo racional y sobre todo autointeresado, de la primacía de lo privado sobre lo público, de la economía sobre la sociedad–, podemos recurrir a las autorizadas reflexiones de investigadores como Osvaldo Sunkel (2007), Alejandro Portes (1998), Atilio Borón, Arturo Escobar y otros. Osvaldo Sunkel, en particular, señala con razón el carácter ideológico de esta formación discursiva llamada neoliberalismo: “Lo primero que conviene precisar es que dichas ideas constituyen en realidad una nueva ideología, la del fin de las ideo-

En muchos países, las condiciones sociales continúan siendo peores que en los años setenta. (el neoliberalismo, por ejemplo), la apertura comercial de la República Dominicana no parece haberse traducido en una mejora significativa de la competitividad. Las evidencias con respecto al impacto en la productividad y la eficiencia no son concluyentes”. Si se quiere buscar asertos aún más contundentes sobre lo limitado del éxito, si así se le quiere llamar, del neoliberalismo como paquete de políticas públicas ins-

logías. Según esta, se habría llegado a una estación terminal del proceso histórico, la fase final y superior del capitalismo. Este discurso comienza a debilitarse ante una realidad que lo desacredita crecientemente. La democracia, lejos de afirmarse y profundizarse, está en peligro, y, aunque se mantenga su formalidad, se está desvirtuando en muchos países. El crecimiento económico no llega a la mitad de las tasas que

prevalecieron en las décadas del cincuenta y sesenta del siglo pasado. Además, depende como nunca del ahorro externo y la inversión extranjera, con lo que se hace sumamente inestable, como ha quedado demostrado en forma reiterada con las repercusiones de la crisis financiera asiática. En muchos países, las condiciones sociales continúan siendo peores que en los años setenta y se hacen crecientemente insoportables. Las protestas sociales irrumpen con violencia, mientras las conductas individuales y colectivas antisistémicas (narcotráfico, drogadicción, violencia, corrupción) se extienden y agudizan, convirtiéndose en serios problemas de gobernabilidad” (Sunkel, 2007: 474). Asimismo, podemos encontrar descripciones detalladas del neoliberalismo como ideología así como formación discursiva dominante o hegemónica, que basa su dominio en el plano del “sentido común” en la idea de que fuera del juego del mercado no hay otro juego, fuera del modelo de economía y de sociedad en el que vivimos no hay alternativa, de modo que necesariamente debemos adaptarnos a la idea de que constituimos sociedades de individuos fieles a sus intereses puramente egoístas, sin vínculos o lazos significativos con otros individuos más allá de lo que permite el ámbito privado familiar. Esta formación de sentido ha sido tanto más fuerte cuanto la alternativa al capitalismo de libre empresa durante varios decenios del siglo xx, el socialismo, como formación discursiva centrada en el principio de la solidaridad y la 31


anteposición del bien colectivo al bien meramente individual, colapsó debido al agotamiento de sus fórmulas de organización política y económica, convirtiendo lo que Sunkel llama “fundamentalismo mercadocéntrico” en la única posibilidad de construir relaciones y riqueza. En este sentido, Bresser Pereira (2009: 87) aporta una definición del neoliberalismo como ideología igual de contundente: “En rigor, el neoli­ beralismo es la ideología que los sectores más ricos de la sociedad utilizaron a fines del siglo xx contra los pobres y los trabajadores y contra el Estado democrático social. Es, por lo tanto, una ideología eminentemente reac­ cionaria. Una ideología que –apoya­da en la teoría económica neoclásica de las expectativas racionales, en el nuevo institucionalismo y en las versiones más radicales de la escue­la de la elección racional– montó un verdadero asalto político y teóri­

renta se concentró, mientras que en los países en desarrollo que aceptaron esa ideología las tasas de crecimiento resultaron insuficientes para alcanzar a los países desarrollados (catching up)”.

El ámbito sociocultural y político Visto los argumentos sobre el fracaso económico del neoliberalismo, o por lo menos su muy limitado desempeño, si no queremos incurrir en una valoración tan cáustica, ¿podemos decir esto en cuanto a los efectos que el neoliberalismo ha tenido en el aspecto sociocultural y político? El sociólogo político argentino Atilio Borón afirma que si bien el neoliberalismo ha fracasado en el orden de las políticas económicas, ha triunfado hasta cierto grado, sin embargo, en el aspecto ideológico, hasta el punto de condicionar las agendas de estudio y reflexión de una parte de la intelectualidad de izquierdas.

El discurso neoliberal ha “reencuadrado” muchos términos y nociones a los cuales solíamos dar un sentido determinado. co contra el Estado y los mercados regulados. Si comparamos estos treinta años neoliberales con los inmediatamente anteriores, veremos que, en los países ricos, las tasas de crecimiento fueron menores, la inestabilidad econó­ mico-financiera aumentó y la 32

En este tenor, Borón (2003) afirma lo siguiente: “Uno de los rasgos más categóricos de la victoria ideológica del neoliberalismo ha sido su capacidad para influenciar decisivamente la agenda teórica y práctica de las fuerzas sociales, las organizaciones de

masas y los intelectuales opuestos a su hegemonía. Si bien este atributo parecería haber comenzado ahora a recorrer el camino de su declinación, reflejando de este modo la creciente intensidad de las resistencias que a lo largo y a lo ancho del planeta se erigen en contra de su predominio, las secuelas de su triunfo en la batalla de las ideas están llamadas a sentirse todavía por bastante tiempo. Es bien sabido que no existe una relación lineal, mucho menos mecánica, entre el mundo de las ideas y los demás aspectos que constituyen la realidad históricosocial de una época. Esto explica, por ejemplo, que las concepciones medievales sobre la unidad del ‘organismo social’ –justificatorias del carácter cerrado del estamentalismo feudal y de la primacía del papado sobre los poderes temporales– sobrevivieran por siglos al advenimiento de la sociedad burguesa y a una de sus instituciones básicas, el contrato. No debiera sorprendernos, por lo tanto, si teorizaciones surgidas durante el apogeo del neoliberalismo y coincidentes con el mayor reflujo histórico experimentado por los ideales socialistas y comunistas desde la Revolución francesa hasta hoy perduren tal vez por décadas, aún cuando las condiciones que les dieron origen hayan desaparecido por completo”. Estamos convencidos de que esta interpretación es correcta: si bien el neoliberalismo ha hecho crisis en el plano económico, y de eso hay evidencias claras en el Caribe y en América Latina, y como discurso económico global se resiente del problema como lo mues-


tra la incapacidad para explicar con sus parámetros explicativos la actual crisis recesiva mundial, y mucho menos resolverla, debido a la persistencia de ideas clave como la de que una crisis que aniquila empleos debe abordarse con medidas de austeridad, el neoliberalismo permanece en general como la formación ideológica dominante, fuera de la cual parece ser imposible pensar alternativas, y sólo es posible pensar en “correcciones” hacia dentro, a tal grado que se puede tener la impresión de que el neoliberalismo hoy, como ideología hegemónica, define hasta el espacio en el cual se le hace oposición, así como también define la naturaleza de sus adversarios.

Esto responde al hecho de que como formación ideológica se nutre del descalabro traumático de lo que fuera, como ya hemos dicho, la alternativa por excelencia, es decir, el socialismo “real” cuya posición no ha podido ser reemplazada por otra variedad de socialismo asociado secularmente a la democracia, la socialdemocracia, pues en la medida en que el avance del neoliberalismo ha supuesto el desmonte de las instituciones del Estado de bienestar vinculadas a ideales y programas de la socialdemocracia (aun en aquellos casos nacionales en que las instituciones del Estado de bienestar fueron creadas por fuerzas no necesariamente ligadas a la

socialdemocracia histórica), también la socialdemocracia se vio forzada: 1) a negociar con el llamado pensamiento único, cediendo a las presiones estructurales energizadas por la ideología neoliberal, o 2) a perder completamente su espacio político-institucional. De modo que hasta la alternativa “moderada”, sistémica en pro de más amplios derechos políticos y sociales careció de una propuesta contraria al neoliberalismo globalizado. Al aceptar como un hecho consumado el fenómeno de la globalización contemporánea, con la desregulación de la circulación de capitales financieros privados a escala global, la integración de

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las redes de comunicación e información como resultado de la aplicación de las innovaciones tecnológicas en dichos campos, y la aceleración del tiempo social y económico concomitante (la economía del “clic”), las visiones que han pretendido resistir los poderes que materializan la propuesta neoliberal, aun cuando se definen como antisistémicas, se ven condicionadas a actuar y significar dentro del marco de inteligibilidad de la lógica neoliberal.

La crisis del modelo de industrialización La pregunta que surge en este escenario es la siguiente: ¿cómo una ideología que a todas luces desmonta derechos sociales dados 34

como “adquiridos” puede imponerse inclusive contra la resistencia que provoca, e inclusive integrar las plataformas programáticas de los partidos? Evidentemente, y siguiendo la aproximación del materialismo histórico, la ideología es eficaz cuando se convierte en fuerza social y cuando constituye la expresión significativa de procesos sociales específicos y de grupos, organizaciones o clases sociales capaces de establecer su dominio en el orden de las ideas. El neoliberalismo se proyecta como la ideología capaz de deslegitimar las instituciones del Estado de bienestar o cualquier expresión aislada del mismo en diversas formaciones estatales, porque los procesos que culminaron en la crisis de la deuda

en la década de 1980 destruyeron las coaliciones que sostenían ese modelo de Estado. En los casos de la República Dominicana, el Caribe y América Latina, se trató de la crisis del modelo de industrialización de sustitución de importaciones y las políticas proteccionistas que lo acompañaron, no solo de la industria sino de sectores amplios de la población que eran protegidos por vía de subsidios a los servicios del Estado. Una vez que esta coalición se desmonta, una vez que se transita a la conformación de un nuevo modelo económico aperturista, privatista y orientado a la economía de servicios, el vacío que se constituye en el plano de la subjetividad es llenado por las interpelaciones pro-


pias del neoliberalismo: se exalta la iniciativa individual, contra la iniciativa estatal, se refuerza la noción de sociedad civil, pero como sinónimo de sector privado y, de hecho, se abrió así el concepto para facilitar la intervención de ciertas formas de subjetividad y de acción social corporativa que no dejan de ser interesantes, pues sobre todo en el caso dominicano, el sector privado visto como sociedad civil asumió por este medio demandas y fines que desbordaban intereses puramente corporativos –el tema de la educación pública, por ejemplo– aunque el efecto negativo no esperado de muchas de estas acciones fue que, al pertenecer a un marco liberalindividualista de acción, hubo propuestas que luego se convirtieron en políticas públicas que mercantilizaron excesivamente determinados servicios que responden al ejercicio de ciertos derechos sociales, como ocurre, por ejemplo, con el caso del servicio de salud en los nuevos esquemas de seguridad social. Esto es aún más claro en sociedades donde, como en la dominicana, el tema de la ineficiencia del Estado para brindar servicios de calidad a la ciudadanía y de su permeabilidad extrema a relaciones rentistas y clientelistas crea un buen caldo de cultivo para la retórica antiestatista típica del discurso neoliberal. Pero hay que reconocer que, en el caso dominicano, aunque dicha retórica ha estado presente, en poco tiempo se moderó ante el cambio que, en la década de 1990, experimentó el discurso sobre el Estado a nivel de los organismos multilaterales y en la propia comunidad de economistas y sociólogos asociados al proyec-

to neoliberal, ante la evidencia de que las políticas de apertura y privatización y desregulación de los mercados no habían contribuido a disminuir la pobreza. Es entonces cuando se revive un viejo término inyectándole vino nuevo, el término gobernanza, y se convierte al Estado en un actor estratégico de la gobernanza para los fines de administrar eficazmente y eficientemente los recursos públicos, ejercer labores de coordinación de determinadas acciones propias de actores sociales, económicos y políticos, con un sentido de facilitación y subsidiariedad. Para lograr un Estado capaz de ejercer la correcta gobernanza, el mismo tenía que ser sometido a procesos de reforma, apelando en muchos casos a ideas trabajadas en el mundo de la gerencia privada, como el enfoque de la calidad total y de la reingeniería. El concepto de gerencia penetró profundo, no sólo en el Estado, sino en ámbitos de estudios sociales poco sospechosos de responder a esta lógica. Es así como se empieza a hablar de gerencia política, y hasta de “gerencia de procesos sociales”. En otras palabras, el Estado es visto como una institución cada vez más parecida, en sus procesos de gestión, a la empresa privada, y en su condición de actor público por excelencia debe conciliar su vocación pública con métodos de gestión utilizados y probados en el mundo de la empresa privada. A todo entonces se le pone un precio, la lógica neoliberal induce a formularse preguntas como las siguientes: ¿cuánto cuesta el reconocimiento de determinado derecho? El gasto público en salud o en edu-

cación pasa a considerarse como partes de un menú más amplio de opciones de política y, en muchos casos, las decisiones se inclinan a una u otra, prioritariamente, en función de costos y precios.

Costos, precios y derechos En la medida en que la gobernanza está sujeta fundamentalmente a consideraciones de orden económico, de costos y de precios, y sobre todo cuando el país del Estado en cuestión resulta ser afectado por un choque económico externo o interno, los derechos, sin importar cuán fundamentales sean, estarán en un orden de dependencia o subordinación a las anteriores consideraciones. Esto no quiere decir que se ignore completamente al ciudadano, como no se ignora tampoco a la sociedad civil; el problema radica en la estrategia de significación en la cual estas nociones se articulan, a qué otras nociones se subordinan, o con qué otras nociones se condensan. Por ejemplo, si al Estado se le ve como una institución responsable de brindar determinados servicios básicos a los ciudadanos y ciudadanas, ¿da lo mismo que la relación se presente como relación de Estado soberano y ciudadanos investidos de derechos o como una relación gobierno-cliente? ¿Hasta qué punto la noción de consumidor, que como sujeto de derechos es indudablemente empoderadora en el terreno de las relaciones de intercambio o de comercio, es inocente si se la traslada al trato o intercambio entre Estado y ciudadano? ¿Qué noción de persona, de individuo encierran estos 35


conceptos, y que al final dan vida a una ideología que se supone fracasada en el terreno de las políticas económicas? Con respecto a este tema de la confusión entre ciudadano y cliente en el discurso de las políticas públicas en el contexto neoliberal, es interesante considerar el argumento de alguien como el economista norteamericano Paul Krugman, cuando discute los debates que se han estado produciendo en el congreso de su país con respecto a las reformas posibles para reducir los costos del servicio de salud. Un detalle que Krugman resalta en un artículo publicado en el New York Times, titulado “Patients are not Consumers” (Los pacientes no son consumidores), es la manera como se ha aceptado en el discurso político dominante la noción de que a la hora de discernir sobre reformas del sistema de salud que reduzcan los altos costos del servicio, se argumenta a favor de recortes en el gasto público en el sector salud, considerando al paciente como un “cliente” que puede “elegir”, entre un menú de opciones con precios diferenciados, la “mejor” alternativa para su bolsillo. En este sentido, Krugman (2011) expone un argumento que vale pena citar extensivamente. “He aquí mi pregunta: ¿Cómo se convirtió en algo normal, o para el caso, incluso aceptable, referirse a pacientes médicos como ‘consumidores’? La relación entre paciente y médico solía considerarse algo especial, casi sagrado. Ahora los políticos y los supuestos reformadores hablan sobre el acto de recibir atención como si no fuera diferente de una tran36

sacción comercial, como comprar un coche –y su única queja es que no es lo bastante–. [...] Ahora bien, lo que los republicanos de la Cámara proponen es que el Gobierno simplemente descargue el problema de los crecientes costos de atención médica a los ancianos, es decir, que reemplacemos ‘Medicare’ con vales que se pueden aplicar a un seguro privado, y que contemos con que las personas mayores y las compañías de seguros negocien algunas forma de acuerdo. Esto, según ellos, sería superior a lo que los expertos propongan, porque abriría la atención médica a las maravillas de la ‘elección del consumidor’. ¿Qué pasa con esta idea (aparte del valor sumamente insuficiente de los vales propuestos)? Una respuesta es que no funcionaría.

estrés severo, o necesita una acción inmediata, sin tiempo para la discusión, por no hablar de la comparación con el acto de hacer compras. [...] La idea de que todo esto se reduce a dinero –que los médicos son ‘proveedores’ de la venta de servicios de salud a ‘consumidores’– es, además, enfermiza. Y la prevalencia de este tipo de lenguaje es un signo de que algo anda muy mal no solo con este debate, sino con los valores de nuestra sociedad”. Me parece que es ahí donde radica la razón de la permanencia de la ideología neoliberal, pues como lo manifiesta claramente Krugman en su artículo, el discurso neoliberal ha “reencuadrado” muchos términos y nociones a los cuales solíamos dar un sentido determinado, como era el

El neoliberalismo se proyecta como la ideología capaz de deslegitimar las instituciones del Estado de bienestar. La medicina ‘basada en el consumidor’ ha sido un fiasco en todas partes donde se ha intentado. [...] La atención médica, después de todo, es un área en la que se debe tomar decisiones cruciales: decisiones sobre la vida y la muerte. Sin embargo, la toma inteligente de decisiones requiere una gran cantidad de conocimiento especializado. Además, las decisiones a menudo se deben hacer en condiciones en que el paciente se encuentra incapacitado, bajo un

caso de la atención médica, que se solía concebir como un servicio especial, no completamente atado a consideraciones crematísticas, que ahora pasa a ser un servicio basado en la relación “proveedorcliente” que lo encuadra fundamentalmente en el contexto de las transacciones comerciales y financieras. Resulta entonces que esta lógica discursiva ha penetrado de tal manera nuestro lenguaje y ha generado tantas redefiniciones de términos cambiando los


contextos de su funcionamiento que, al final, nos ha hecho aceptar también como cosa consumada, definitiva e inevitable, la validez del mundo de relaciones que se estructuran bajo la orientación del nuevo discurso. El mérito del texto “El otro sendero”, de Hernando de Soto, en la década de 1980, radica precisamente en una operación de esa naturaleza: De Soto vio los actores informales de la economía como “empresarios” no reconocidos como tales en el mercado, contribuyendo así a crear una nueva identidad, denunció una sistema de exclusión, por supuesto arraigado en el Estado y en las leyes, y propuso la movilización de los informales como reclamantes de derechos de participación en el mercado libre. En este contexto, una pregunta emerge de inmediato: ¿Cómo superar esta lógica? Lamentablemente, un fenómeno social de la complejidad como el que describimos no admite, para nuestro infortunio –y esto tiene consecuencias epistemológicas serias en lo que respecta a nuestra relación crítica con el neoliberalismo– recetas prospectivas fáciles. Por lo tanto, aun cuando parezca una proposición oscura, podemos señalar que la superación de la lógica neoliberal para lograr una auténtica sociedad y Estado de derechos se apoya de manera ineludible en la construcción de una nueva coalición social, política y económica, dotada de nuevos lenguajes que quizá estén potencialmente cifrados en la economía solidaria y en el comercio justo, que sostenga un proceso de cambio político y económico local y global.

La crisis que vive el capitalismo global en estos momentos puede abrir ventanas de oportunidad para reformular las agendas democráticas, la colaboración entre trabajadores –tanto los manuales como los del conocimiento– y grupos medios, así como sectores empresariales identificados con otra ética de producción y de acumulación. Eso está por verse, sólo podemos apostar a que los sujetos emergentes puedan, en medio de este caos transitorio, armar proyectos posibles en cuyos lenguajes no sea tan difícil aceptar como imperativos la búsqueda de la justicia social, de la equidad, del reconocimiento de los derechos de minorías y mayorías. En fin, sonamos utópicos, lo sabemos, pero esto da la medida de cuán grande es el reto de articular una idea crítica que pueda inspirar nuevos discursos, nuevas acciones que señalen una ruta viable de escape de la jaula –¿de hierro?– del neoliberalismo. Leopoldo Artiles Gil es sociólogo, profesor de la Escuela de Sociología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo desde 1978, coordinador de la Unidad de Políticas Públicas del Observatorio Político Dominicano, adscrito a la Fundación Global Democracia y Desarrollo.

Bibliografía B orón, Atilio, “Poder, contra-poder y antipoder”, ponencia presentada en el V Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, La Habana (Cuba), 10 al 14 de febrero de 2003, pág. 1, <http:// w w w. e l o r t i b a . o r g /p e n s a r 2 0 .

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Marcos Antonio Morales Valdez

Espacios concretos e imaginarios en el Caribe hispánico Para comprender la estructura del espacio es vital analizar cómo se imagina y presenta discursivamente el espacio a partir de modelos de organización en función de la búsqueda de la prosperidad. Para este análisis se tomarán como modelo las formas en que el espacio de las colonias españolas de Cuba y Santo Domingo son presentadas en los textos de Francisco Arango y Parreño y Antonio Sánchez Valverde. En ambos textos se elabora un espacio utópico, el cual tiene concreciones que parten de ideas sobre progreso y desarrollo con una permanencia en discursos vigentes hasta nuestros días.

Ilustraciones: Joery Santos 38


A

lgunos han pensado el espacio caribeño como una serie de círculos concéntricos, a partir de elementos naturales, culturales, sociales e históricos. Historia que, según Gerard Pierre Charles (1981: 14,15), se inicia bajo una “organización productiva y social [...] concebida por el sueño hegemónico del Mare Claustrum y el exclusivo Pacto Colonial mantenido en vigor durante más de tres siglos, no sólo por España sino también por Francia e Inglaterra en sus respectivos territorios coloniales”. Pero de entenderse las construcciones sobre el Caribe desde un espacio imaginario, este aparecería mezclado con otros espacios que se conciben a partir de los modelos de producción implementados y la reproducción de escenarios en los que se reflejen los espacios utópicos que se idealizan por haber adoptado estos modelos. El Caribe hispánico no siempre ha correspondido a los territorios que en la actualidad se engloban en su concepción, y debe ser contextualizado temporalmente. Por ejemplo, Jamaica –llamada Santiago durante su momento de colonia española– no se considera como parte del Caribe hispánico, pero en el pasado fue parte de este conjunto, que estaría definido por una ligazón a España vista desde una serie de aspectos culturales. Entre estos territorios pueden citarse ciertas comunalidades: sustrato físico, cultura hegemónica hispánica con elementos africanos y taínos, sociedades marcadas por el fenómeno racial

que somete una clase esclava negra a un grupo blanco esclavista –considerando los distintos matices que tuvo la esclavitud en los distintos países–, la periodización histórica, un modelo de producción vinculado al desarrollo del capitalismo y una organización

cional como una forma de acumulación de riquezas. Soja (1998) señala cómo el progreso se entronca en la modernización y se piensa que este arriba de forma mecánica cuando se reemplazan los modos de producción tradicionales y se aplica la tecno-

El espacio de cada una de las colonias se presenta en los imaginarios con una abundancia de recursos naturales. espacial que funcionalizaba el espacio en función de las necesidades de la metrópolis... Vistos estos elementos, a pesar de que se pueda dar una construcción sobre el Caribe que denomine unos territorios como hispánicos, siempre debe existir una mirada hacia otras partes del Caribe, en la forma en que otros espacios de su entorno desarrollan similares sistemas coloniales, bajo similares bases sociales, geográficas y de producción.

Progreso, espacio y Caribe Puede hablarse de una idea de progreso presente desde el advenimiento de la modernidad, que responde a las transformaciones de las sociedades desde el comienzo de la era moderna. Esa idea se toma como patrón y radica en la implementación de una serie de adecuaciones tecnológicas sobre el medio, para mejorar la producción y aprovechar el comercio interna-

logía, por lo que se produce una mecánica de progreso. Pero, ¿cómo se asumen y sustentan las prácticas que posibilitan la ejecución de los proyectos sobre el progreso? Esto se produce a partir de discursos, que se convierten en propuestas que son asumidas desde el poder, a partir de la noción territorial. El territorio aparece donde los grupos ejercen su dominio sobre el espacio y determinan sus formas de ordenación y organización (Sánchez, 1981; Bozzano, 2000). Los proyectos de modernidad sobre el progreso de los espacios caribeños se rastrean hasta ese momento de la colonia en donde se proponía una reorientación de la actividad económica para obtener la prosperidad de colonias en decadencia o estancamiento. Estas ideas y propuestas parten de concebir las colonias del caribe inglés y francés como espacios utópicos en los cuales se producen las condiciones que de forma “natural” habrían de 39


prosperidad en las colonias. Por ejemplo, más adelante otros discursos promueven un tipo de progreso distinto basado no en una economía de plantación a gran escala, sino en una escala menor y que tiene su punto nodal en el desarrollo del campesinado. Como exponentes de este discurso pueden señalarse a Pedro Francisco Bonó (República Dominicana) y al obispo Juan José Díaz y Espada (Cuba), cuyas argumentaciones son anteriores a las de Bonó y se fijan en la constitución de lo que García (2005: 42) llama “una alternativa posible frente al camino elegido por Arango y sus correligionarios, ya que tenía como propósito firme crear una sociedad más equilibrada desde el punto de vista económico y social”.

Discurso sobre la agricultura de La Habana

darse en las colonias españolas si hubiese cambios en el manejo que de ella hace la metrópoli. El “éxito” y la “prosperidad” de otras partes del Caribe (inglés y francés)1 llevan a asumir y proponer determinados rumbos para obtener dichos resultados, tanto en la colonia de Cuba como en Santo Domingo. 40

Dos textos que se pueden utilizar para ejemplificar estos discursos son los de Francisco Arango y Parreño, abogado y economista cubano, y Antonio Sánchez Valverde, sacerdote dominicano. Cabe destacar que ambos discursos no representan con exclusividad los abordajes para obtener

El contexto caribeño de este discurso descansa en medio del comienzo de la Revolución haitiana, y con ella la aparición de una oportunidad para captar parte del mercado externo que tenían los colonos de Saint Domingue. Para Arango Parreño, el énfasis puesto en la necesidad de fomentar la agricultura descansaba en “que la verdadera riqueza consiste en la agricultura, en el comercio y las artes, y que si América ha sido una de las causas de nuestra decadencia fue por el desprecio que hicimos del cultivo de sus feraces terrenos, por la preferencia y protección que acordamos a la minería, y por el miserable método con que hacíamos nuestro comercio” (148). El discurso no argumenta para desarrollar un sistema de planta-


ción en Cuba que ya existía en la isla,2 sino que como señala: “Vean en ella a Jamaica crecer en poquísimos años; al Santo Domingo francés formar en menos de treinta todo el fondo de riquezas que poseía antes de la insurrección de sus esclavos, y a nosotros como, sin tantos auxilios, en sólo dieciséis años, desde 1763 hasta 1779, dimos a nuestras cosechas todo el ser que tienen hoy” (159). Este indica que la época de “resurrección” de La Habana se sitúa con los cambios en las condiciones que se produjeron en la invasión inglesa de 1760. “El trágico suceso de su rendición al inglés le dio la vida de dos modos: el primero fue con las considerables riquezas, con la gran porción de negros, utensilios y telas que derramó en solo un año el comercio de Gran Bretaña; y el segundo, demostrando a nuestra Corte la importancia de aquel punto, y llamando sobre él toda su atención y cuidado”. Por lo que “todo nuestro asunto se reducía a hacer que los inmensos caudales que iban a entrar en La Habana para la construcción de los cuatro castillos, etc. se empleasen en el cultivo de tierras. Se necesitaba para esto facilitar la entrada de brazos y utensilios, y animar la ambiciosa industria del colono, dando ventajosas salidas a sus frutos” (151). El resto de las condiciones para el florecimiento de la economía de plantación en La Habana para Arango Parreño podrían considerarse como fortuitas, “a tan sabias providencias se unieron otros agentes ocultos, otras mil casualidades conspiradas en favor de la agricultura de La Habana” (151). Donde

el crecimiento de la misma iba aparejado a una necesidad de colocar los excedentes en los mercados externos, vinculando así los circuitos económicos locales con los internacionales. El crecimiento no siguió, como argumenta el autor, debido a los cambios de las condiciones que este mismo identificó como fortuitas y que al no ser parte de un programa definido para la promoción de la agricultura variaron. En su exposición identifica una serie de inconvenientes que sufre la agricultura para su desarrollo y que la limita cuando se le compara con las condiciones en otras colonias del Caribe. Además, llama la atención la necesidad de concentrarse no solamente en el azúcar para la identificación de estos problemas, sino que por igual remite similares desventajas a cultivos

como el café, el algodón, el añil; productos que en su lógica tienen en Cuba los mejores exponentes de calidad. Por lo cual estos se convertirían en otras fuentes de ingresos. Aunque también argumentaba sobre otras actividades como el cultivo de tabaco y el ganado, estos no fueron tan destacados en el discurso en la medida en que lo fueron los anteriores.3 Para mejorar las condiciones de los plantadores, Arango Parreño cita una serie de “remedios” que deberían implementarse para vencer los inconvenientes citados. Estos remedios podrían clasificarse específicamente en facilitar el acceso de los agricultores al capital y la mano de obra, reorganizar el trabajo y establecer una serie de normativas institucionales que permitiesen desarrollar este programa.

Inconvenientes y remedios para mejorar las condiciones en las plantacioneS Inconvenientes

Remedios

Porque les cuestan menos los utensilios y los negros.

Alentando el comercio con los esclavos y favoreciendo la entrada de utensilios.

Porque gastan menos en mantenerlos y trabajan más.

A partir de una reorganización del trabajo y adecuación de los días festivos.

Por la perfección de sus conocimientos en agricultura. Porque tienen mayor orden y economía en sus fábricas. Porque sus salidas son más libres y protegidas. Porque sus aranceles en lugar de detener alientan su aplicación. Porque no están afligidos como nosotros por el peso de la usura.

Con el abandono de las prácticas culturales sobre la agricultura y la organización de las fábricas. Esto, combatiendo “la ignorancia de los agricultores subalternos de La Habana no puede ser derribada si no se arman contra ellos el Gobierno, la razón y los vecinos ilustrados de aquel pueblo” (161).

Evitando las trabas y pagos de derechos que dificulten su colocación en los mercados extranjeros.

A partir de liberar a los agricultores de su dependencia de los comerciantes.

Fuente: Elaboración propia a partir de Arango y Parreño, 1792.

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A estos remedios se añade el control de las insurrecciones de negros y mulatos: “el goce de las felicidades que iban a conseguir estaba pendiente de un hilo: de la subordinación y paciencia de un enjambre de hombres bárbaros” (171).

Idea del valor de La Española Antonio Sánchez Valverde hace una relación de las condiciones de la isla, sus recursos y posibilidades partiendo de un “conocer” la historia de la isla4 y luego del “saber” que él mismo indica tener el terreno, establece una finalidad, llamar la atención de España sobre el valor de la isla estableciendo una relación de los recursos de su territorio.5 Como señala: “formarse una idea, más que mediana, del valor de aquella Isla y del tesoro que tiene en ella la Nación” (5). En vistas generales, el texto de Sánchez Valverde se encuentra estructurado por un prefacio, una descripción del relieve costero en dos partes y 27 capítulos. La estructura de los capítulos puede resumirse en ocho grandes grupos que se concentran en la exposición de los recursos naturales de la isla (1-10), un relato histórico a partir de la colonización de la misma (11-14), la descripción de la situación actual (15-16), una comparación entre las colonias de la isla (17-18) y sus diferencias en prosperidad (19-22), una propuesta para su desarrollo (23-26) y un argumento a favor de mantener la integridad territorial de la colonia española (27). Como se ha mencionado, la necesidad de llamar la atención sobre las condiciones de la colonia 42

española motivó esta obra. Su valor viene dado no solamente por la necesidad del momento, hallar alternativas para mejorar la situación, sino para conservar también la integridad de la misma con España siguiendo un modelo de de-

sarrollo de la plantación similar al francés. Para desarrollar su exposición, el autor parte de un punto en el suroeste que marca la división con la colonia francesa. A partir de allí, enumera accidentes geográficos


del relieve costero. El primero de los aspectos que desarrolla es la identificación y descripción de las bahías, ensenadas, puertos, calas y surgideros que hay en la parte española de la isla. Esta se concentra en definir las condiciones de estos accidentes, al establecer sus condiciones para la navegación y de esta forma llamar su atención sobre el desarrollo de estos para la actividad comercial. Luego comienza la descripción de las islas, cayos y bajos de La Española. En estas describe su extensión, características topográficas, fauna y flora... así como las potencialidades de las mismas, en algunos casos basados en sus re-

la atención que se ha hecho de los otros territorios. El reconocimiento de los recursos naturales pone al lector frente a un panorama en el cual los recursos son abundantes, y cuando no en cantidad y calidad presenta la posibilidad de que los mismos puedan desarrollarse con la debida industriosidad de la población, cuya principal necesidad es la necesaria mano de obra esclava, que abunda en la parte francesa y permite una mejor explotación de la naturaleza. La necesidad del recorrido histórico permite establecer una narrativa en la que se exprese como ha sido la responsabilidad de la

A pesar de que nos separan más de doscientos años de las propuestas de Arango Parreño y Sánchez Valverde, aún siguen vigentes los aspectos fundamentales sobre sus visiones del progreso. cursos identificados y en otros por el conocimiento previo de actividades productivas que se desarrollaron.6 También comparando las características de las mismas con las de otras islas del Caribe, establece en estas la superioridad de las haciendas que se desarrollarían de las mismas, y llama la atención como este sigue el mismo patrón de idealización de las localidades de La Española por su potencialidad y de las otras islas del Caribe por su actualidad, mientras que sin enunciarlo establece un aspecto en

situación actual de la colonia (cuya prosperidad no se encuentra en relación con su potencial percibido) con la metrópoli, y no necesariamente la iniciativa de los vecinos, lo que ha motivado el atraso de esta. Por lo que las medidas que se sugieren tienden a permitir el desarrollo de las distintas actividades en la parte española. Las actividades que han sido desarrolladas en el pasado permitirían una exploración del potencial que tiene la colonia española en la actualidad.

La comparación entre las colonias sirve para puntualizar que en la parte menos favorable de la isla, los franceses –gracias al apoyo que han recibido de la metrópolis– han podido establecer una colonia rica que se ve como el ideal. Por lo cual, su argumento sobre permitir el acceso en mejores condiciones de mano de obra esclava y tecnología cobra validez cuando compara ambos sistemas. También propone la necesidad de liberalizar el comercio y eliminar las tasas que pagan quienes se dedican a la agroexportación. En la propuesta para el desarrollo de la agricultura en la isla de La Española, el espacio pensado de la isla es concebido desde un isotropismo en el cual tiene las mismas características sin diferencias que marquen distintas pautas y ritmos de ocupación. Este espacio puede cuantificarse, medirse y repartirse debido a que sus características o la tecnología salvarían las diferencias de productividad del mismo. Se propone el desarrollo de las plantaciones de caña, añil, cacao, tabaco y algodón en tierras que se presentan como las más fértiles de América. La plantación se propone como un modelo que no compite con la cría de ganado, ya que como esta se orientaría a la exportación, la misma se localizaría de forma preferente en las costas y en las proximidades de los ríos, proponiendo un mejor manejo del terreno que ocupan los hatos; además, debido a que el aumento previsto de la población crearía una mayor demanda de productos y animales de carga. El segundo punto a destacar es la exploración 43


minera, la cual se presenta como una opción tomando en consideración las explotaciones pasadas; considera que sobre el desarrollo de las minas cuando se encuentran vetas se entiende que no tienen fin, ya que con las debidas inversiones y tecnologías no se agotan.

Imaginación y organización del espacio Ambos textos tienen la particularidad de descansar en la contraposición entre las colonias de Cuba y Santo Domingo con unos espacios idealizados que corresponden al desarrollo de las plantaciones en el Caribe inglés y francés (San Miguel, 2007). La imaginación de ambos espacios les sitúa como los referentes a los que se debe llegar en vista de su prosperidad. La situación de ambas colonias, Cuba que lleva un ritmo de expansión en las plantaciones, y Santo Domingo, que se encuentra rezagado en su crecimiento económico, lleva a los expositores a tomar los puntos que se considera articulan una respuesta a los espacios rea-

les de ambas colonias: liberalismo económico, uso intensivo de mano de obra esclava y modificación del medio a partir del uso de la tecnología. De forma parecida, se invisibilizan las mismas condiciones sobre las que descansan esas imágenes idealizadas de las colonias jamaicana y francesa. A pesar de que el liberalismo reconoce la libertad del individuo, en estos planteamientos de corte liberal choca la defensa de la esclavitud que precisamente desconoce la libertad del individuo. También desaparecen las diferencias en la estratificación social y la funcionalización del espacio. El espacio de cada una de las colonias se presenta en los imaginarios con una abundancia, hasta cierto punto ilimitada, de recursos naturales, fertilidad extrema de las tierras y carácter emprendedor de las personas. Esta elaboración sobre el entorno apunta a la consolidación de los procesos de identidad en los grupos sociales que representa cada uno de los expositores.

Realidades e imaginaciones sobre el espacio de la isla de Santo Domingo Realidades

Imaginaciones

La escasez de tierra, dada en cierto sentido por la insularidad.

Presentación de grandes disponibilidades de tierra, salvables por la tecnología.

Limitación de los recursos naturales. A pesar de los argumentos cornucopianos y la consideración de los recursos naturales como carentes de un límite, hay una limitación en la variedad de recursos presentes en las islas.

Recursos ilimitados, en parte debido a la visión de poco aprovechamiento de los mismos.

Hidrografía. Cursos de agua de poca longitud sin mucha aptitud para la navegación.

Ríos con capacidad para la navegación con el uso de la mano de obra y creaciones tecnológicas.

Fuente: Elaboración propia.

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La realidad de estos espacios choca con la imaginación, ya que se pierden de vista las particularidades y los modos tradicionales aparecen medidos en función de las formas tecnológicas que se proponen para homogenizarlos. Su espacio es uno intercambiable, carente de atributos en sí mismo, en el cual pueden reproducirse los paisajes en función de las propuestas del momento. Así pueden contrastarse los siguientes aspectos dicotómicos. Los objetos geográficos para el reconocimiento del espacio se corresponden con sus capacidades productivas o por su vinculación con los mercados externos: bahías, calas y fondeaderos se consideran por su potencial como puerto de comunicación con el exterior para la exportación de las mercancías; los ríos debido a su capacidad para ampliar la frontera agrícola incorporando nuevas tierras; los bosques como fuentes de materias primas; las ciudades como centros de acumulación; las minas y ruinas de ingenios abandonados como señas de actividades que se desarrollaron y podrían ser retomadas... El espacio que se articula a partir de estos discursos presenta una serie de procesos que pueden servir como hilos conductores para su interpretación y análisis: • La funcionalización espacial y el enclave. Con el desarrollo de estos proyectos se presenta una funcionalización espacial rígida, que orienta la mayor parte del territorio a la agroexportación, y hasta cierto punto relega la producción para el mercado local. • La centralización. Los objetos adquieren posiciones que sirven para controlar y reorientar los re-


cursos, ideas, capitales y esfuerzos a través del mismo. • La periferización de las zonas que no se dedican a las actividades predominantes. • El desarrollo de una red para dar dirección a los flujos de capital, mano de obra, tecnología y producción. • La concentración de tierras y capital en una clase dominante. A lo largo de los siglos xix y xx se puede observar cómo se producen fenómenos de cambio y permanencia en la elaboración de los imaginarios sobre el espacio, su organización y una visión especular en otros espacios del Caribe. En la actualidad, las propuestas sobre el desarrollo siguen reproduciendo la posibilidad de un discurso tecnocéntrico sobre el progreso que se concibe de forma lineal, que intenta reproducir imágenes especulares en el espacio caribeño. En esta, se importan los modelos que se consideran exitosos, y sobre los modelos predominantes se aborda la construcción de la realidad. Las propuestas proceden de distintas fuentes, pero se caracterizan por recoger los mismos elementos subyacentes en la visión del espacio: • El concepto de un espacio isotrópico en el que la tecnología se convierte en el elemento fundamental para su modificación sin tomar en consideración los modos particulares. Así, se concibe que existen potencialidades similares en casi todas las zonas de las naciones caribeñas... sin tomar en cuenta el elemento local, ni las particularidades de los actores... quienes también son vistos de manera homogénea.

• La elaboración de imágenes especulares en las que se piensa la posibilidad de una reproducción del mismo espacio. Así, muchos países quieren desarrollar los patrones empleados en otras regiones y en el Caribe mismo... por ejemplo, hacer el mismo turismo

• El desarrollo de unidades de producción con pocas conexiones locales y orientadas a los mercados internacionales. El fomento de la producción industrial en enclaves próximos a los puntos de consumo, la cual se basa en el crecimiento de las ciudades o centros de ex-

La plantación no compite con la cría de ganado. de masas en Cancún, Nicaragua, Punta Cana y Mallorca... • La idealización de determinados modos de producción y actividades que son asimilados en distintos espacios, y reproducen una serie de condiciones. En la creación de estas utopías, se invisibilizan los efectos negativos que se producen con su implementación. No hay críticas a la concentración de la tierra si es una empresa que compra, o un hotelero monopoliza y regula la playa... • La permanencia y transformación de una serie de estructuras espaciales y formas de relación social que permiten una acumulación de los excedentes. El desarrollo de una industria dedicada a la agroexportación (azúcar, productos tropicales...), en la cual se reproducen los mismos patrones de organización del espacio y demandas para su fomento. Aunque se producen algunos cambios, en lugar de la Corona aparece el Estado nacional; en lugar de la mano de obra esclavizada aparece la mano de obra proletarizada, en muchos casos inmigrantes o campesinos desplazados; los hacendados se convierten en empresarios...

portación en el caso de las zonas francas; en los cuales se genera una demanda de mano de obra, la división funcional del espacio y su vinculación con las redes de transporte y comunicaciones. • La necesidad de una red de transporte y comunicaciones orientada a la producción y no a la articulación del territorio y las comunidades. Como las carreteras que solamente comunican dos enclaves productivos y desarticulan comunidades y pueblos con lazos históricos. • La concentración de las inversiones de capital en el sostenimiento del sistema de producción. Como la construcción de grandes obras de ingeniería en puntos específicos para generar el plusvalor. Desde una perspectiva, puede decirse que a pesar de que nos separan más de doscientos años de las propuestas de Arango Parreño y Sánchez Valverde, aún siguen vigentes los aspectos fundamentales sobre sus visiones del progreso y la manera en que se imagina y organiza el espacio en el Caribe hispánico. 45


Marcos A. Morales es geógrafo y profesor del Departamento de Ciencias Geográficas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo e investigador asociado del Instituto Geográfico Universitario y del Observatorio Migrantes del Caribe. Actualmente investiga las transformaciones del espacio geográfico en distintos contextos insulares, áreas protegidas y migraciones.

Notas 1

“El criterio de las fabulosas ganancias obtenidas en las plantaciones, sobre todo las azucareras. Se estimaba que el rendimiento anual de éstas ascendía a no menos de un 15% o un 20% del valor de la hacienda, por ejemplo en Jamaica durante los años de 1775-1800” (Cranton y Walvin, en García, 2005: 14). 2 Según García (2005: 18), aunque reconoce el aumento que tuvieron en Cuba las operaciones de las economías de plantación, “su argumento central es que, en el período señalado, operaron factores y mecanismos que ya no rigen para la última década del siglo. [Señala que] al criterio de que la expansión estuvo asociada casi por completo a coyunturas más o menos favorables, ajenas a la acción consciente de la Metrópoli o de los criollos”. 3 “El tabaco y la cría de ganado ocupaban un lugar mucho menos destacado en el conjunto de las preocupaciones del Discurso. Respecto al primero, insinuaba la conveniencia de levantar la prohibición de fabricar rapé como el medio más importante para llevar nueva vida a una industria en visible decadencia; y permitir que el producto, de merecida fama en los mercados europeos, se comerciase libremente en éstos. [...] Una óptica similar preside el análisis de las dificultades que atraviesa la crianza de ganado. No sería posible alcanzar su

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rápido renacimiento como ramo económico principal sin que se proceda a la eliminación de una carga tan gravosa como la obligación de la pesa” (23). 4 “Historia completa de la Isla, que no me han dado lugar de perfeccionar otras ocupaciones y accidentes de mi estado” (5). 5 “Para esto haré una descripción de la extensión de su terreno, con distinción de montañas y valles; después de establecer su situación hablaré de sus producciones en los tres reinos: animal, vegetable (vegetal) y fósil, quanto baste para hacer juicio de su fertilidad y riqueza. Diré de su antigua población, su decadencia y el actual estado de los frutos y especies comerciables que puede dar en la parte Española, con ventaja de lo que está dando en las Colonias vecinas, de sus Minas riquísimas, especialmente de oro y de plata, de todo lo qual resultará el cálculo prudencial del valor de aquella primera Colonia, Metrópoli del nuevo Mundo, que mereció el glorioso renombre de Española”. 6 Por ejemplo, cuando se habla de la isla Beata dice que: “El terreno es excelente, como lo manifiesta su copiosa y gruesa arboleda de diferentes especies, y los ganados silvestres que han multiplicado en ella. En su terreno podrían fundarse haciendas, tanto de labor, como de crianza, y las hubo antiguamente” (20).

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Pedro José Ortega

Las ideas del progreso y la modernidad como discurso de las instituciones políticas en América Latina y el Caribe El hemisferio latinoamericano es considerado como escenario de enfrentamiento y difícil articulación de los discursos dominantes de la modernidad y el progreso. El análisis de estas ideas permite dilucidar el nacimiento de un nuevo objeto de estudio y de una ciudadanía adaptada a la lógica política y económica, instaurada hoy en día por los procesos de reconstrucción y normalización en las instituciones estatales y que nace con la invención del estado occidental. Este artículo intenta describir ciertos rasgos distintivos del proceso marcado por imitaciones y singularidades de los estados latinoamericanos. Con esto se intentará argumentar que en el seno de esta escenificación subsiste el dualismo conceptual que encarna en las ideas de modernidad y modernización, y cómo esto conlleva al penetrante descreimiento en la idea de progreso material y espiritual, que subyace en nuestra actualidad.

Ilustraciones: Claudia Madera 48


L

a modernidad política de América Latina está ligada al proceso de construcción del Estado y de lo nacional. Los sentidos que signan el devenir de la palabra “progreso” en el discurso de lo “moderno”, sus fuentes y sus dispositivos de normalización en el marco de las instituciones políticas, se refieren a un nuevo individuo cuyo presente se abre al porvenir, a lo nuevo, como redefinición de un pasado colonial.1 En la discusión sobre hispanidad y latinoamericanidad, la idea de modernidad es un movimiento discursivo de avance y retroceso, imitación y originalidad frente a la Europa de la España colonial, la Francia y la Inglaterra ilustradas y revolucionarias y los Estados Unidos de

Si bien es cierto que en el devenir, muchas veces sangriento y desolador de la modernidad política de América Latina, se observan trazos de originalidad fundamental, como es el caso de la construcción justamente de estados nacionales; esto es, siguiendo el modelo liberal que podríamos atribuir a la Europa del siglo xix –estados que gobiernan una nación y no un conjunto de naciones–, y que el Estado contribuiría a fomentar y proteger la nación, uniendo a los ciudadanos en torno a estructuras del poder centralizado –de gobierno–, así como el conjunto de materiales simbólicos que irrigan el sentido de identidad nacional; también es cierto que la edificación del Estado como institución

El significado de una modernidad política en América Latina quedará definido por la Revolución cubana de 1959. Norteamérica liberal, imperialista e industrial. En este contexto afloran como síntesis dos rasgos de la originalidad latinoamericana: 1) el sentido más o menos unitario del relato de la construcción de los estados-nacionales latinoamericanos,2 y 2) la existencia de un pensamiento ilustrado crítico, científico o filosófico, que desde los orígenes coloniales y poscoloniales de aquella historia, autopropiciara germinalmente la preocupación por definir el sentido de una “identidad” y con ello de lo nacional, para decirlo con palabras del filósofo Enrique Dussel (2007).

abierta a la modernidad política y en busca de afirmarse con autonomía en la historia, desde 1810 hasta principios de 1900 estuvo marcada por el deseo, quizá el ideal de una comunidad nacional, indudablemente recorrida por las arriesgadas elucidaciones integracionistas que se remontan a visionarios como el venezolano Francisco de Miranda (1750-1816), quien hacia 1790 propusiera la idea de América Latina como un posible estado independiente; el peruano Juan Egaña (1768-1836), quien sugirió la creación de una federación entre los Es-

tados Unidos, la América hispana y España; el centroamericano José Cecilio del Valle (1780-1834), quien propuso en igual sentido la firma de un acuerdo comercial para la conformación de una federación de estados centroamericanos. En la escena del siglo xix y del siglo xx latinoamericano se consumaron trascendentales y variadas transformaciones políticas: 1) un proceso marcado por la búsqueda de independencia, que consolidó el sentido de una racionalidad centralizadora del poder político, propia de los estados nacionales y que se sobrepuso a las primeras ideas integracionistas latinoamericanas;3 2) un proceso de relativo absolutismo y un marcado autoritarismo que se expandió por toda el área; 3) el proceso de consolidación de acuerdos o convenios multilaterales entre países latinoamericanos, que desde principios del siglo xx darían lugar a las Conferencias Interamericanas que se venían celebrando periódicamente, hasta que en 1948 se creara una entidad supranacional con jerarquía jurídica, la Organización de Estados Americanos (oea), prácticamente inspirada en el derecho internacional público americano; 4) el naciente imperativo de crear acuerdos bilaterales y multilaterales que comienza, en especial, desde mediados de la década de los cincuenta en forma de regionalismo proteccionista y que desembocaría en un regionalismo de apertura ya en la década de los noventa; y 5) un proceso de democratización, singular en los distintos países de América Latina, que como se intentará mostrar puede ser mucho más desigual en los países del Caribe hispano: 49


República Dominicana, Cuba y Puerto Rico. Las normas jurídicas e instituciones de los Estados Unidos de Norteamérica y las de algunos países de la actual Unión Europea –antes ligados a la colonización– como España, Portugal, Francia e Inglaterra, servirían unas veces como ejemplo y otras como contraejemplo, para forjar el ideal de progreso material y espiritual de los estados nacionales latinoamericanos. Es prácticamente imposible el análisis completo y cabal de las singularidades que surgen con el desarraigo del imperio colonizador, pero al menos aquí vale tocar un último fenómeno que emergió4 durante la primera mitad del siglo xix latinoamericano. Con los movimientos de independencia, cobran visibilidad nuevos repertorios de acción política muchas veces informales –como fue el caso del caudillismo en México– y con esto tendría lugar una

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nueva resignificación de lo político, de las instituciones y lo que de ellas se aspira y construye. Nacen los primeros regionalismos ligados a la figura del caudillo y con este, el primer enardecimiento del sentir popular en busca de nuevas maneras, muchas veces informales e impredecibles, de reivindicación, de legitimidad por la fuerza y defensa del territorio. Del caudillismo surgirían las primeras formas patrimonialistas de los estados latinoamericanos, las primeras “sectas políticas” y después los primeros partidos políticos, sobre todo burgueses –acaso podría ya hablarse de la política como profesión–. Paralela y prácticamente a la sombra del hacer político, reavivarían las primeras ideas político filosóficas latinoamericanas, que muchas veces quedarían para nuestros tiempos como atisbos de lo que algunos pensadores ilustrados desearon y no en todos los casos pudo

ser; no obstante, siempre marcadas por la idea de progreso material y espiritual como forma de pensar de aquella modernidad política; de la nueva aventura latinoamericana en busca de definición, de identidad. A lo largo de la segunda mitad del siglo xx el significado de una modernidad política en América Latina quedará definido por la Revolución cubana de 1959. El desbordamiento territorial hacia fronteras extraoccidentales de su confrontación político ideológica y de su lucha conmovió las bases del sistema capitalista –de sus estrategias expansivas– desde el Caribe hispano. Esa rotundidad tocaría el significado antropológico a partir del cual el ser humano es producción y consumo, que cimenta ese sistema. El examen de este caso en particular entraña tal vez una de las más profundas paradojas de nuestros tiempos ligada a la idea del


progreso –que vale decir aquí, es congénita racionalidad que aspira a la sistematización, modelización y la predicción de los fenómenos propia del pensar de la modernidad que instaura la idea de progreso–: se trata de la relación que existe entre modernidad y modernización. Paso a examinar el caso.

Revolución cubana: la modernidad y la modernización El relato contemporáneo de un Caribe hispano es profundamente dramático, sobre todo en el contexto de una actualidad que diversos autores coinciden en llamar “modernidad madura”, marcada por la Revolución cubana (1959). Esto por su originalidad política, 5 al imbricarse en el imaginario popular, en el descubrimiento de las luchas del pueblo, y que a la par influye en la geopolítica durante y pos Guerra Fría (1989) entre la antigua Unión Soviética y los Estados Unidos, tanto como en el marco de las relaciones entre Estados Unidos y los países de América Latina, entendidos aún por aquel tiempo, como países de la “dependencia”. Esta revolución aparece en esa escena como la nueva institución justificadora de una forma centralizada del poder político, en torno al líder principal de ese poder; una concepción de la soberanía del Estado, cerrada a admitir en su interior toda racionalidad político económica que no comulgue con su modelo estatalista, una institucionalidad basada en la planificación central, y una concepción de la autonomía del Estado erigida sin invocación a ningún principio divi-

no y al margen de dogma alguno, pero en el marco de la cual se recrearía la libre expresión religiosa.6 Este discurso significa la entrada en una modernidad en cuanto buscó enraizarse en el descubrimiento de una nueva identidad política y enarbolar un cambio de perspectiva hacia nuevos y distintos valores. El discurso político de la revolución encontraría la fuerza expresiva de su mensaje en la igualdad de proposiciones que sintetizaría de la siguiente manera: “La Revolución desea luchar por el pueblo, el pueblo es la Revolución”. Al revisar las declaraciones de su líder principal, Fidel Castro, se lee una revolución que busca mitificarse en la historia y un pueblo que encarna esa mitificación como protagonista de sus reivindicaciones sociales. Este discurso, pragmático, cambió el curso de la historia cubana, desarraigó el pueblo de un pasado político y lo reposicionó en la perspectiva de un nuevo horizonte de valores. La connotación de las acciones políticas que adquieren este giro con relación a las acciones de su antecesor, Fulgencio Batista, y el estilo de gobiernos burgueses que precedieron a este, es radical. Las instituciones políticas marcadas por la institucionalidad burguesa –pensar en la burocracia y en aspectos como la impartición de justicia– la autonomía del Estado, la administración económica al interior y hacia el exterior del Estado, así como la propia concepción de soberanía, respondían a un sentido personalista más que socialista, patrimonialista más que estatista y dictatorial más que revolucionario, de la acción política y de las instituciones del Estado.7

¿Qué significa la idea de progreso material y espiritual en este contexto de cambio? Estas instituciones y lo que estas representaron marcaron el comienzo de la ruptura con un pasado de cerca de cuatrocientos años de dominación colonial española, del influjo de los Estados Unidos que se instauraría prácticamente desde 1898 hasta mediados del siglo xx, que culminaría con la dictadura de Batista y, finalmente, con las relaciones económicas, políticas y militares con aquella nación, que aún en los albores de la misma revolución tenía gran incidencia sobre Cuba. Los espacios públicos de mayor visibilidad fueron el escenario de la conflagración entre obreros que en esa circunstancia política demandaban mejores condiciones laborales, y las empresas norteamericanas que operaban en territorio cubano. Los tanteos de expropiación de empresas extranjeras por el nuevo Gobierno, el profundo sentir nacionalista que entrañaba la reforma agraria como uno de los principales emblemas revolucionarios y la renuncia a toda fuente de “ayuda” extrajera, ya sea esta del Gobierno norteamericano o de organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (fmi) y sus programas de “reajuste” y “austeridad”. Estos hechos, son apenas la síntesis del desarraigo que experimentaría el Estado cubano y su nueva forma de gobierno, con relación a la economía capitalista mundial y, sobre todo, con la relación a los Estados Unidos (Bethell, L. Eds., 1991).8 Por otra parte, las acciones de apoyo militar y las misiones de civiles en diversas naciones del mundo, 51


así como la radicalidad con que se asumiría la responsabilidad de modernizar la educación, marcarían el segundo significado que debemos retener, y podría ser definido como sentido del progreso hacia afuera, por estar ligado este casi exclusivamente a la política exterior del gobierno de Cuba. Comienza a hablarse en aquel tiempo de Cuba como “la casa segura e igualitaria”, “el hombre y la mujer nuevos”, “la liberación humana de la explotación del hombre por el hombre”.9 Si progreso significa el ideal de propiciar mejores condiciones de vida sin distinción de clase social, la ideología que fundamentaba este significado obligó a concentrar el poder en lo que se convertiría después en una nueva élite política, ya no al estilo de las antiguas élites políticas burguesas cubanas, sino declaradamente inspirada en el ideal de lograr esa aspiración del pueblo, pero que, como en todo proceso de modernización, generaría sus propios excluidos. Ese horizonte de aspiraciones vería diversos y dramáticos momentos de crisis económicas y, sin lugar a dudas, allí estuvo presente el debate polarizador de una sociedad en la que pugnaron el modelo socialista de la centralización de la administración del Estado y el capitalista que privilegiaba la autonomía. Por largo tiempo, ya sean movidas por la intención, o por la obligación del momento, se sustentaron desde un principio en la casi agotada producción de la caña de azúcar,10 lo cual impidió tanto la diversificación de la producción como el imperativo de trasvasar las fronteras de una industrialización subdesarrollada, que 52

se acentúo aún más con el acuerdo de 1964 entre el Gobierno cubano y la antigua Unión Soviética, cuyo fin era inducir la producción de este rubro hasta 1970, cuando se esperaba lograr la meta de 10 millones de toneladas. El paso de los cambios fue sustancialmente rápido. Entre mediados de 1959 y principios de 1961 se había materializado la ruptura, al tiempo que la nueva alianza con la antigua Unión Soviética definía el sentido del discurso del “progreso revolucionario hacia afuera”11 y la política exterior enarbolaba el ideal de solidaridad internacionalista; a través de apoyos militares en otros países, especialmente durante la década de los setentas. Si bien es cierto que el drama de una posible conflagración bélica profundizó el distanciamien-

la década del setenta, al igual que con África y Asia–. Recordar los numerosos soldados cubanos que lucharon en misiones militares y civiles en países como Angola, Etiopía y en diversas naciones de América Latina.13 Y, en lo específico, estas, que fueron acusadas por su marca sustancialmente ideológica: las acciones de apoyo militar a otros países se verían resignificadas y redimensionadas especialmente después de mediados de la década de los ochenta por el desarrollo que habían experimentado los niveles de educación formal y de sanidad en Cuba.14 Si es posible hablar del sentido latente o manifiesto en el núcleo argumentativo que ha sustentado el sentir y el pensar de la revolución y sus distintas resignificaciones, puede decirse que este sentido se patentiza

El Caribe hispánico no ha sido siempre el que hoy conocemos. to en ocasiones forzoso de Cuba, también es cierto que ganaba la simpatía de muchas otras naciones, puesto que al mismo tiempo internacionalizaba un cierto ideal de solidaridad necesaria en América Latina. Su alianza desde la década del sesenta con la Unión Soviética, su participación entre los países no alineados, sus buenas relaciones con el Gobierno español después de la muerte de Franco (1975),12 sus relaciones con el Gobierno mexicano durante las protestas suscitadas entre 1968 y 1971, así como con países de la Europa occidental y con Japón –especialmente durante

en la apertura hacia una modernidad política palpable en la aspiración, en el intento de trastocar los valores de un pasado anquilosante, petrificado; pero también puede decirse que esta aspiración, que este intento, caló en las instituciones políticas y que por esto se constituye en un discurso de modernización. Si vemos la modernidad desde esta perspectiva, a-epocal, entroncada en la negación del pasado y el nacimiento de lo nuevo y propio, puede afirmarse entonces que en países del Caribe hispano, por ejemplo, como la República Dominicana y Puerto Rico, así como en


otros tantos de América Latina, se ha operado un proceso de modernización, bajo las influencias de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y sus proyectos de reforma y modernización del Estado. Un momento singular y dramático de este proceso modernizador, fue cómo las ideas de la filosofía y la teología de la liberación, así como las de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal), ligadas a los modelos de sustitución de importaciones, y orientadas a pensar desde dentro a América Latina, desde la dependencia, quedaron prácticamente relegadas por el influjo de las políticas neoliberales cuya aplicación comenzó prácticamente durante la década de los ochenta:15 discursos como el de la “competitividad”, la apertura comercial hacia el “gran mercado”, las “reformas fiscales”, las “olas de privatización” y, finalmente, “la reforma y modernización institucional del Estado” conforme a las propuestas del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud), cobraban vida en las instituciones de la administración pública. ¿Cuál es el paradójico sentido que se esconde detrás de aquellos hechos sociopolíticos que producen el cambio hacia nuevos valores, el desarraigo, la modernidad? Reflexionando las claras diferencias sociopolíticas que se han operado durante los últimos cincuenta años en Cuba, en comparación con la República Dominicana y con relación a Puerto Rico, marcadas por un sistema capitalista de ascendencia neoliberal, ¿podría tal vez

hablarse de modernidades y de procesos distintos de modernización? Diversos autores han tratado de abordar las complejidades de este tema desde variadas perspectivas. Cabe rememorar el argumento de Norbert Lechner, en el que llama a esto “modernización sin modernidad”. Lechner (1990) distingue con claridad que, a diferencia de la idea de modernidad, la modernización es una visión técnico instrumental referida a las ventajas que ofrecen unos y otros modelos de modernización, relegando la reflexión normativa de la reestructuración de la sociedad. La base de esta perspectiva es esencialmente de carácter económica,16 acompañada

del cierre de industrias obsoletas, promueve la informatización de los procesos, diversificar las exportaciones y recrear nuevos dispositivos de financiación como forma de apertura al gran mercado capitalista, y podríamos decir que tiende a crear nuevas y más altas expectativas de consumo. Si coincidimos en comprender la modernidad como autodeterminación política y como sentido de autonomía moral –tal como se sugiere en este trabajo a partir del caso de la Revolución cubana– y la modernización como el desarrollo de una racionalidad instrumental que entraña la medición y el control de los procesos sociales, cabe 53


observar entonces cómo la modernización ha generado sus propios excluidos, movidos por las expectativas de un progreso material, ya sea este motivado por una ideología que sustente el individualismo, como el capitalismo, o la igualdad social como el socialismo. Con este nuevo tema, el de la exclusión social, surge el descreimiento del progreso material como posibilidad generalizable a las grandes mayorías. Las preguntas, que no podré resolver en este texto, pero que formulo para el desarrollo de escritos posteriores, en principio, son: ¿Cómo modernizar –en cuanto a esto cabe pensar, de acuerdo con Lechner, en eficacia, en eficiencia, en productividad, en competitividad local, nacional y transnacional– sin relegar normas universales relevantes para la coexistencia social y cultural entre individuos y entre Estados; ahora pensar en la soberanía popular y en los derechos humanos? Epistemológicamente, ¿cuál es el horizonte comprensivo de una filosofía política y de las prácticas individuales e interestatales, para la coexistencia mutua, en el contexto de los discursos emergentes en América Latina, pienso en el significado que esto adquiere al dilucidar paradojas como el logro de la gobernanza local y la integración regional, erradicar la pobreza y enfrentar la naciente sociedad tecnológica y robotizada? Pedro José Ortega es profesor e investigador del Instituto Global de Altos Estudios de Ciencias Sociales y de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Se concentra en investigaciones sobre América Latina y el Caribe

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desde la perspectiva de la filosofía política y social. Además, ha realizado una diversidad de estudios de opinión y percepción sobre temas sociopolíticos. Ha publicado y presentado sus trabajos en diversos escenarios académicos a nivel nacional e internacional.

Notas 1

¿Quiénes pertenecen y quiénes son los excluidos en este significado? ¿Bajo qué condiciones pertenecen y mediante qué mecanismos son excluidos? Estas son las cuestiones formuladas por Dussel en su obra Políticas de liberación: Historia mundial y crítica, al proponer este momento como el de “liberación”. 2 El texto de López-Alvez (2010) aquí citado, permite ahondar en esta argumentación. 3 En la Carta de Jamaica, Simón Bolívar duda de una posible integración de los Estados de América Latina. 4 La idea de emergencia en este caso procede de las ciencias de la complejidad. Se trata de un fenómeno con características singulares a partir del cual se derivan otros de gran significación. 5 Para ampliar este concepto, ver el texto Políticas de liberación: Historia mundial y crítica de Enrique Dussel, en su capítulo “El discurso político en la modernidad madura”. El texto dice que este discurso político es original por su heterodoxia anti-dogmática. La Revolución cubana aparece como un rasgo distintivo de la modernidad madura latinoamericana. Aquí planteo que justamente este discurso, sus re-significaciones y rescenificación en el tiempo, es un rasgo distintivo de la modernidad política del Caribe hispano, del cual debe surgir a la postre un pensamiento que refleje el entramado de ideas de una identidad política y cultural. Y entiendo que el análisis crítico contemporáneo aspira a encontrar convergencias y divergencias (singularidades), con relación al Caribe

de habla inglesa y francesa. Así lo revelan intentos como la conferencia titulada “El Caribe hispano: Hacia un campo de estudio propio”, celebrado en julio de 2011 en la República Dominicana. 6 El artículo 55 de la Constitución cubana dice: “El Estado, que reconoce, respeta y garantiza la libertad de conciencia y de religión, reconoce, respeta y garantiza a la vez la libertad de cada ciudadano de cambiar de creencias religiosas o no tener ninguna, y a profesar, dentro del respeto a la ley, el culto religioso de su preferencia. La ley regula las relaciones del Estado con las instituciones religiosas”. 7 Muestra de esto es cómo la coyuntural visita amistosa del entonces vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, y la firma de una acuerdo de venta del azúcar cubana a la Unión Soviética influirían sobre la realización de elecciones libres, aspecto que junto con la firma de una ley de amnistía (del 7 de mayo de 1955), cambiaría el rumbo de los acontecimientos en Cuba, dando paso a aquel discurso de la revolución que sería vitoreado por la gran mayoría del pueblo cubano. El libro de James D. Cockcroft América Latina y Estados Unidos: Una historia y política país por país describe detalladamente esta síntesis (pp. 339-345). 8 Así, esta ruptura con el pasado significaría la entrada en un nuevo esquema de instituciones, que intentaba mirar hacia nuevos valores, ideales que reñían con los de aquella sociedad “liberal”. 9 Para ampliar, ver el texto de James D. Cockcroft América Latina y Estados Unidos: Una historia política país por país (pp. 339340). 10 La estrategia económica cubana de cara a los años setenta se sustentaba en el desarrollo inducido de la producción de azúcar. El incremento de la producción de este rubro de 3,8 millones de toneladas de azúcar cruda en 1963 a 10 millones en 1970. Para la revolución, esta


estrategia tenía como telón de fondo el orgullo, y era una muestra de independencia frente a otras naciones, y como forma de afrontar las dificultades propias. 11 En el paso de un momento a otro, el mundo respiró el drama de esta conflagración que en instantes muy específicos llegó a cifrar la idea de una tercera guerra mundial. Basta recordar el apoyo armamentista que ofrecería la antigua Unión Soviética al Gobierno cubano en 1960 y que se materializaría con la colocación de 42 misiles balísticos en su territorio, el giro que esto daría a las estrategias geopolíticas y militares del Gobierno estadounidense en la región latinoamericana, y el revuelo político de la revolución cubana en ese contexto. 12 Al menos estratégicamente, en España como en muchos otros lugares, el Gobierno cubano optó por mantener buenas relaciones, antes que promover la revolución. 13 Durante la década de los ochenta, más de 15,000 cubanos prestaron servicio en misiones civiles en alrededor de casi treinta países. La sanidad y la educación levantaron el orgullo revolucionario frente al mundo, aún a pesar de la pobreza material que se extendía en el territorio cubano (pensada aquí en términos de capacidad de acceso a bienes y servicios). A esto se suman los miles de soldados (que algunos autores cifran en más de 35,000) que sirvieron voluntariamente en países como Angola y Etiopía, entre otros países, inclusive latinoamericanos (Leslie Bethell, Eds.). 14 El brillante capítulo vi del texto Historia de América Latina: La independencia, de Leslie Bethell, amplía sustancialmente algunas informaciones que en este acápite apenas se describen sucintamente para apoyar las ideas del “progreso hacia dentro” y “hacia adentro”. El texto describe que “Después del estancamiento que ha-

bía experimentado Cuba en materia de educación formal desde el primer cuarto del siglo xx hasta recién entrada en escena la Revolución, cuando se dio inicio a las primeras acciones dirigidas a reducir el analfabetismo, que aún se situaba en 12.9% hacia 1970 y que se reduciría a 5.6% hacia finales de los 80, en 1979, alcanzando mejores y notables puntajes hacia la década de los 90” (Eds., pp. 183227). 15 Cabe destacar que aún a pesar de esta afirmación, en países como la República Dominicana, el modelo de sustitución de importaciones permitió desarrollar un importante sector exportador en base al modelo de zonas francas, el cual permitió reducir en su momento el nivel de desempleo prevaleciente. Sin embargo, predominaron las políticas de salarios mínimos, casi de subsistencia, y aún a pesar de las exenciones otorgadas por el Gobierno dominicano a los empresarios del sector. En este contexto, la fuga de capitales fue dramática durante la crisis de 1980, produciendo así un saldo negativo no solo en la balanza comercial, sino también en el ser humano cuyas capacidades lo llevaban a ver en este tipo de trabajo un aliciente a la, ciertamente, histórica pobreza predominante por aquel tiempo. 16 En su artículo, Norbert Lechner habla no solo de la importancia que adquiere lo económico en la idea de modernización, sino que también apunta lo cultural como parte de esta perspectiva.

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Aníbal Mauricio Paz

Resumen histórico del conflicto palestino israelí Considerando que esta disputa es un tema permanente en la agenda internacional, el siguiente el artículo de forma sucinta el devenir histórico de la disputa hasta nuestros días. Además, se presentan las principales consideraciones relativas a la solicitud del reconocimiento de Palestina como Estado de pleno derecho de la onu y algunas claves hacia la búsqueda de soluciones.

Fotos: Efe 56


S

e denomina como Palestina al territorio comprendido entre el mar Mediterráneo y las inmediaciones de la depresión del río Jordán (de oeste a este), y entre algunas zonas del Líbano actual hasta el río Litani y algunas zonas del Neguev.1 Históricamente, el espacio territorial que ocupa Palestina ha tenido un importante significado estratégico, pues ha sido una importante ruta comercial entre continentes y como tal ha albergado diversas culturas y formas de pensamiento. A pesar de la mencionada diversidad, siempre existió una mayoría de pueblos árabes, que para entonces estaban organizados en tribus, profesantes de la fe islámica, pero con frecuentes choques entre sus jefes tribales y disputas territoriales. Los territorios palestinos estuvieron bajo el mandato de diversos imperios, siendo el turco otomano el último en dirigirlos hasta finales de la Primera Guerra Mundial. Al concluir aquella guerra en 1918, Francia e Inglaterra se repartieron los territorios con-

En Palestina se destacan dos fuerzas políticas preponderantes. De un lado, la Organización para la Liberación Palestina (olp), creada en 1964, bajo el liderazgo del extinto mítico líder palestino Yasser Arafat, que consiste en una coalición de organizaciones palestinas, unidas por el objetivo de crear el Estado palestino y la recuperación del territorio perdido. La olp obtuvo el reconocimiento de la Liga de Estados Árabes (lea) y más tarde de la onu, como único y legítimo representante del pueblo palestino. Lo que más tarde le permitió obtener la calidad oficial de observador en la Asamblea General (ag) de la onu. La representación política de la olp es el partido Al Fatah, de tendencia nacionalista laica. Se caracteriza por una posición más abierta al diálogo y a soluciones por vía de negociación. Su representante y líder actual es Mahmoud Abbas. También se encuentra el movimiento Hamas, cuyo brazo político lleva el mismo nombre. Surge como contraparte de la olp y a Al Fatah, gracias al apoyo de una parte de la población que se encontraba decepcionada por la ineficacia de estos en lograr la independencia palestina y la notable influencia ideológica de la revolución iraní del Ayatola Jomeini. Al Fatah se caracteriza por ser nacionalista, yihadista e islámica conservadora. Sus ideales son más conservadores que los de su posición, al tiempo que no escatiman en hacer uso de la fuerza para generar presión política y conseguir sus objetivos. Su líder actual es Khaled Mashal. Durante un tiempo, el pueblo palestino estuvo bajo el mandato de la Autoridad Nacional Palestina (anp), surgida tras los Acuerdos de Oslo de 1993. Esta institución se fragmentó debido a los enfrentamientos entre la olp y Hamas en 20062007. El resultado ha sido la división de Palestina en dos gobiernos, la Franja de Gaza dirigida por Hamas y Cisjordania por la olp. Jurídicamente Palestina no es un Estado, toda vez que carece de reconocimiento internacional,

En 1948, la onu acordó el reparto de los territorios en dos Estados, uno judío y otro árabe. quistados a los otomanos, creando las actuales fronteras de Siria, Líbano e Irak. Sin embargo, quedó una zona sin designación, sobre la cual la Sociedad de Naciones o Liga de las Naciones –antecesora de la Organización de las Naciones Unidas (onu)– creó el Mandato Británico de Palestina. Durante este mandato, y a raíz de las amenazas del sionismo, las tribus palestinas empezaron a limar asperezas y a verse como un pueblo único, que debía enfrentar la intervención británica y la expansión colonialista sionista. El mandato inglés perduró hasta 1948, fecha en que la onu acordó el reparto de los territorios en dos Estados, uno judío y otro árabe, con extensiones territoriales aproximadamente iguales.

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El proyecto sionista creó asentamientos y expulsó a los pueblos árabes que durante siglos estuvieron radicados en los territorios de Transjordania y Palestina.

pues solo una parte de las naciones del mundo le reconoce y algunas que lo hacen mantienen reservas sobre dicho reconocimiento.

Historia de Israel Israel es un país de Oriente Próximo ubicado en la ribera sudoriental del mar Mediterráneo. Es una nación con especial significado religioso, pues en sus territorios se ubican lugares santos de tres de las más importantes religiones del mundo: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Sin embargo, se trata de un Estado reciente, cuyos orígenes tienen sus raíces en un ideal religioso, una coyuntura histórica social, y un activismo proisraelita con base en Europa y los Estados Unidos de Norteamérica. El pueblo judío ha estado siempre ligado al Medio Oriente, donde se encontraba Sion (la tierra de Israel) y de la cual fueron expulsados, lo que dio inició a la historia errante del pueblo judío. El deseo de volver algún día a las tierras de los ancestros y crear un Estado israelí siempre quedó latente en los corazones de los judíos, transmitiéndose de generación en generación. No obstante, ese ideal solo empieza a materializarse con el surgimiento del movimiento sionista. El sionismo surgió en Europa a mediados del siglo xix y puede definirse como el movimiento 58

de liberación nacional del pueblo judío. Su objetivo es concentrar a la población judía en un solo territorio, creando un Estado libre y soberano que ponga fin al éxodo del pueblo. El movimiento sionista surgió en una época en que se expandían los pensamientos nacionalistas y los procesos colonialistas, por lo que sus fundadores estuvieron directamente influenciados por esos factores. Los territorios de Transjordania y Palestina resultaron ser los idóneos para realizar el proyecto sionista. Primero, por ser las míticas tierras en que habitaron sus ancestros, y, segundo, por las coyunturas políticas de los territorios tras la retirada de los turcos y durante el mandato británico. En resumen, el proyecto sionista se fundamentó en la colonización de los territorios que hoy conforman su nación, mediante la inmigración paulatina de judíos provenientes de Europa, quienes crearon asentamientos y expulsaron a los pueblos árabes allí radicados. Sucedieron varios acontecimientos –mencionados más adelante– hasta que el 14 de mayo de 1948 Israel declara su independencia, luego de manifestar su rechazo a la propuesta de la onu para la creación de dos Estados independientes. Actualmente, Israel posee tres fuerzas políticas principales. El Partido Laborista Israelí (pli), de


posición de izquierda moderada, con orientación social demócrata y sionista. David Ben Gurion, importante artífice de la independencia, y Shimon Peres fueron parte de este partido. El Likud, un partido de centro derecha, conservador y sionista revisionista. Tradicionalmente choca con la línea del pli. Su principal líder es el actual primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Son reacios a la creación de un Estado palestino y a ceder posición en las negociaciones. El Kadima, un partido centrista y sionista liberal. Ideológicamente podemos colocarlo entre el pli y el Likud. Fue fundado por Ariel Sharon, antiguo primer ministro de Israel, luego de su salida del derechista partido Likud. Actualmente el partido predominante en el Kneset (parlamento israelí) es el Likud. Lo que provoca que la posición oficial sea más conservadora y contribuya al estancamiento de las negociaciones entre palestinos e israelíes.

El conflicto palestino israelí Entender el conflicto puede ser una tarea compleja. Sin embargo, para apreciar la razón por la que se deriva la disputa, basta con saber que los territorios que hoy ocupan ambos pueblos han sido objeto de guerras durante siglos, tanto por su posición geográfica estratégica como por su importancia religiosa. De manera especial la ciudad de Jerusalén. El territorio fue ocupado en distintas épocas por diversos imperios y reinos, pero ninguno perduró tanto como el árabe, que gobernó desde la conquista de Bizancio en el 638 d. C. hasta el 1192 cuando se produce la conquista cristiana mediante las cruzadas. Históricamente la comunidad judía fue una minoría. Se le negaban ciertas libertades, derechos de representación, de participación y políticos. Pero un cambio se produjo tras la conquista de Israel por el general egipcio Ibrahim Falla en 1833. El general Falla otorgó mayores derechos a las minorías judías y cristianas, entre los que se destacan los de libre tránsito y la participación política representativa. Ese hecho significó la chispa que permitió la expansión de la comunidad judía y que más tarde

dio origen a la materialización de la antigua idea de establecer un territorio israelí propio e independiente, es decir, la puesta en marcha y consecución del proyecto sionista. Las condiciones ideales para que esto pasara se presentaron durante la etapa final del mandato del Reino Unido sobre los territorios de lo que se conocía como Transjordania y Palestina. La desorientación logístico administrativa del mandato británico, debido al proceso de transición de la Liga de las Naciones a la actual Organización de las Naciones Unidas y el final de su mandato, catalizó la oportunidad israelí. El 29 de noviembre de 1947 la Asamblea General de la onu, tras intensos debates, adopta la Resolución 181,2 mediante la cual se establece un plazo final para la misión de administración británica y propone un plan de partición de los territorios en tres partes: un estado palestino, uno judío y la ciudad de Jerusalén que tendría un estatuto jurídico especial y sería administrado por la onu.3 La propuesta otorgaba 46 por ciento del territorio a los palestinos y el restante 54 por ciento a los judíos. La proposición fue rechazada. El 13 de mayo de 1948 –un día antes de concluir el mandato británico– los israelíes declaran la independencia del Estado de Israel. Este hecho inesperado enardeció a los árabes, quienes a través de la denominada Alianza Árabe intentaron invadir los territorios israelíes otorgados por el plan de la onu. Este conflicto se extendió por alrededor de 15 meses provocando cientos de miles de refugiados y desplazados. La situación constituyó un fenómeno particular, donde una gran cantidad de palestinos quedaron literalmente atrapados dentro de los límites israelíes, mientras otros se vieron forzados a trasladarse a las zonas de Cisjordania y Gaza, quedando en un estatus de refugiados que hasta hoy en día provoca debates. Mientras el conflicto continuaba, Israel ocupaba más terreno de lo que originalmente el plan de la onu le otorgaba. Para esto creaban asentamientos israelíes sobre la franja de Gaza y Cisjordania. Durante el ínterin de los años 1947-1948, la presión diplomática llevó a la onu a enviar 59


un contingente de cascos azules a las zonas de Gaza y el Sinaí. Dichas intervenciones fueron rechazadas por la Alianza Árabe, mediante una movilización de efectivos militares apoyados por Egipto, Siria e Irak y la firma de un pacto de defensa mutua. Ante la negativa de los países árabes de retirar sus tropas, Israel decide utilizar la fuerza militar, con lo que comienza la conocida Guerra de los Seis Días. En ese corto espacio de tiempo Israel logró conquistar la franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén del Este, la península del Sinaí y los altos del Golán. Un saldo de cientos de muertos y miles de heridos, así como alrededor de 300,000 palestinos desplazados fue el resultado del choque bélico. Ante el hecho, por primera vez el Consejo de Seguridad de la onu actúa directamente en torno al conflicto, emitiendo la Resolución 242 de fecha 22 de noviembre de 1967.4 La resolución ordena, entre otros, la retirada inmediata de las tropas israelíes de los territorios ocupados, solicita una justa solución a la situación de los refugiados y el reconocimiento de la inviolabilidad territorial e independencia política de los estados de la zona. Esto implica el recíproco reconocimiento entre Palestina e Israel. La resolución fue rechazada por Palestina al entender que esta violentaba los derechos de sus ciudadanos. Desde entonces la disputa no ha dejado de tener etapas de confrontaciones armadas. Las de mayores consecuencias han sido la Guerra de YomKipur (1973) y la Guerra de Líbano (1983). Las partes han intentado llegar a acuerdos por medio de negociaciones, que han contado con importantes mediadores, tales como Estados Unidos, Europa y la onu. Lamentablemente, todos han sido infructuosos. El acuerdo de mayor relevancia es el Tratado de Oslo. Fue firmado en 1991 en la capital española, y contó con la participación de Líbano, Siria, Israel, Egipto y una delegación palestino jordana. El tratado comenzó una nueva serie de negociaciones. Cabe destacar que el Tratado de Oslo preveía, entre otros, un repliegue de las fuerzas israelíes y 60

los territorios ocupados así como el establecimiento de un Estado palestino. Ese tratado fue también el conducto que permitió que en 1993 los palestinos reconocieran el Estado de Israel y los israelíes a la Autoridad Nacional Palestina (anp). No obstante, la implementación práctica del Tratado de Oslo nunca fue eficaz y su propuesta territorial colocaba a Palestina en una situación geográficamente inviable para sostener un Estado.

El rol de la onu en el conflicto El papel de las Naciones Unidas en el conflicto ha tenido diversas limitaciones. La principal radica en el hecho de que el único órgano de la onu con capacidad de tomar decisiones vinculantes, es decir, con carácter obligatorio, es el Consejo de Seguridad. Pero este órgano se encuentra a la vez supeditado a las razones políticas de sus miembros permanentes, de los cuales Estados Unidos es uno y tiene una invariable postura proisraelí. Por ende, toda propuesta de resolución que reconozca a Palestina como Estado soberano o que vaya en detrimento de la nación israelí es automáticamente vetada por Estados Unidos. Impedimento que se hace extensivo para el conocimiento de cualquier causa en contra de Israel ante los tribunales jurídicos internacionales. El esfuerzo más destacado de la onu en la historia reciente se refleja mediante la Resolución del Consejo de Seguridad 1397 del 12 de marzo de 2002.5 Esta exige el cese de las hostilidades y la reanudación de las negociaciones. Esa resolución sirvió de base para que en 2003, Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas, presentaran a Israel y a la Autoridad Nacional Palestina un documento denominado la hoja de ruta como alternativa para una solución política pacífica del conflicto. Esta iniciativa consistía en un plan de paz donde se reconoce la soberanía y derechos de ambos Estados, y mediante una serie de fases estratégicas plantea la desmilitarización de las zonas en conflicto, la retirada de los asentamientos israelíes, el apoyo al fortalecimiento y creación de instituciones palestinas para la factibilidad de


un gobierno autosustentable, entre otros. Notables estudiosos han afirmado que esa resolución constituye: “[…] el más serio de los esfuerzos internacionales para intervenir en el conflicto con el objetivo de poner fin a la violencia, reanudar las negociaciones de paz y resolver dicho conflicto”.6 Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones y los esfuerzos de los mediadores, las partes envueltas en el conflicto lo rechazaron, obligando a la onu a depositar el proyecto en un frío anaquel de sus archivos. Queda claro que todos los esfuerzos para reanudar los procesos de paz y avanzar hacia una solución han sido truncados por uno u otro obstáculo hasta el momento infranqueable.

El trazado inicial para el reconocimiento de Palestina Tras un tiempo de relativa calma, al menos en la palestra internacional, el tema del conflicto palestino israelí retoma el escenario mundial de manera intensa.

Esto tiene sus orígenes en diversas declaraciones públicas realizadas por importantes personalidades mundiales. En marzo de 2010, durante una visita al Oriente Medio, el secretario general de la onu, Ban Ki-Moon, declaró que la expansión de los asentamientos israelíes era ilegal y representa un acto contra el derecho internacional, pidiendo a la vez el levantamiento del bloqueo sobre Gaza.7 Esta declaración provocó la reacción del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien exigió a Ban Ki-Moon definir su postura en torno al conflicto. Otra situación que reavivó el debate fueron las declaraciones y posturas del presidente de Estados Unidos, Barrack Obama, quien se ha mostrado como partidario del reconocimiento de las fronteras previas a 1967. Esa posición quedó plasmada tras su declaración pública en mayo de 2011 cuando subrayó que: “Las fronteras de Israel y Palestina deben basarse en las líneas de 1967 con intercambios acordados mutuamente, de modo que se establezcan fronteras seguras y reconocidas para ambos Estados”.8

El conflicto palestino israelí ha vuelto a tomar el escenario mundial de manera intensa y en varias naciones del mundo protestan.

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Las mujeres palestinas claman por sus hijos y esposos, que resultan ser víctimas de los conflictos con Israel.

Esas declaraciones, sumadas a la revolución en el mundo árabe, conocida como “la primavera árabe”, han propiciado el momentum para que la anp decida presentar la solicitud formal ante la onu, a fin de ser reconocido como Estado miembro pleno del organismo internacional.

La cruzada por Palestina Mahmoud Abbas, uno de los líderes de la anp, declaró a principios de septiembre de 2011 que presentaría la solicitud oficial de reconocimiento de Palestina como miembro pleno de la onu durante la 66 Asamblea General Ordinaria Anual de la onu. A partir de esa declaración se inicia una imparable ola de debates en todo el mundo, así como una notoria división de quienes se encuentran a favor y en contra de la causa. En su momento se presentaron dos formas posibles en que Palestina podía ser reconocida: 1) como miembro pleno, o 2) como Estado observador. Cada una conlleva un proceso particular. 1. Ser miembro pleno de la onu involucra su reconocimiento internacional por parte de la mayoría simple de los países miembros del organismo. De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, el procedimiento para obtener reconocimiento pleno es el siguiente: la nación a ser reconocida u otro(s) miembro(s) de la onu solicitan al secretario general su consideración 62

para el asunto; el secretario general evalúa la solicitud y de considerarla viable la remite al Consejo de Seguridad; una vez allí se vota sobre el particular, para lo cual se necesita el voto afirmativo de nueve de los 15 miembros del órgano, incluyendo el de los cinco miembros permanentes; finalmente se hace un reconocimiento protocolar por medio de votación ante la Asamblea General. 2. La otra vía es el reconocimiento de Palestina como Estado observador, lo que usualmente se conoce como la “fórmula Vaticano”, ya que es el medio por el cual el Estado Vaticano obtuvo su estatus actual. El proceso es más sencillo: se solicita a la Asamblea General el reconocimiento de lugar; la Asamblea debate y vota sobre el particular. Para que la solicitud sea aprobada se requiere al menos los votos a favor de por lo menos tres cuarto del total de miembros de la onu. Poseer el estatus de Estado observador permite la participación en todas las actividades de la onu que no sean reservadas únicamente para miembros plenos. No se tiene derecho a voto de los proyectos de resolución, aunque se puede firmar y formar parte de la mayoría de los tratados internacionales emanados de órganos de Naciones Unidas. La polémica sobre el apoyo o rechazo a la solicitud de Palestina y de la vía políticamente idónea mantuvo divididas a las principales naciones del mundo.


El cuarteto de Oriente Medio, integrado por la onu, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea presentaron posiciones contrapuestas. El presidente Obama dejó clara su posición de buscar una solución al conflicto y reconocer a Palestina, siempre y cuando el proceso se realice por medio de la reanudación de las negociaciones antes de realizar la solicitud de membrecía a la onu. Por tanto, una acción unilateral de Palestina se enfrentaría al veto norteamericano. Rusia se presenta con cierta neutralidad en la cuestión, sin dejar de mencionar que ante todo desea evitar cualquier situación que ponga en riesgo la seguridad regional en Oriente Medio. De su parte, la Unión Europea no ha logrado aunar una posición unificada, ya que dentro de sus miembros se encuentran tanto posiciones a favor como en contra. Países como España y Francia han declarado públicamente su apoyo a la aprobación del estatus palestino como Estado observador, mientras que otros como Reino Unido han permanecido en un punto medio. En el caso latinoamericano, Brasil, Argentina, Ecuador, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Guyana, Paraguay, Costa Rica y El Salvador han reconocido al Estado palestino libre e independiente con las fronteras de 1967. Chile, Uruguay, Perú y la República Dominicana lo han reconocido pero sin mención de sus fronteras, cuestión que consideran debe ser negociada entre Israel y Palestina. México ha manifestado su apoyo pero no la ha reconocido. Otras naciones, como Colombia, se han mostrado en contra de cualquiera de las dos formas para el reconocimiento de Palestina, honrando así la relación y apoyo que reciben del Estado de Israel en temas como la cooperación, desarrollo agrícola seguridad. Dos momentos históricos: la solicitud formal en la Asamblea General y el reconocimiento ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). El viernes 23 de septiembre de 2011 quedó marcado en los libros de historia. Durante su turno en la 66 Asamblea General Ordinaria Anual de la onu, Mahmoud Abbas, líder de la olp, solicitó la admisión formal de su país como miembro pleno de la organización.

Los aplausos de cientos de representantes, de pie, ante la Asamblea, fueron testimonio de la posición de gran parte de las naciones del mundo a favor de la causa palestina. Durante su alocución, Abbas se refirió al momento como “la primavera Palestina”, en una analogía a las revueltas del mundo árabe. Al mismo tiempo resaltó el interés de su pueblo en retomar las negociaciones con Israel, una vez estos retiren sus asentamientos y reconozcan las fronteras palestinas ateriores a 1967, entre otros pedimentos. A menos de una hora del discurso de Palestina, tocó el turno de Israel. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, se dirigió al foro en tono defensivo, declarando que gran parte del mundo no comprende la posición de Israel y solo les ve como el malo de la película. Manifestó que los israelíes más que nadie desean conseguir una paz duradera y reconocer al Estado palestino, enfatizando que esto solo se logrará a través de negociaciones bilaterales. Manifestaron que por medio de resoluciones no se conseguirá la solución del conflicto y que no podrán hacer reconocimiento alguno de Palestina como Estado, hasta tanto se materialice el marco que garantice efectivamente la seguridad y soberanía de su nación. La respuesta israelí ante la acción unilateral palestina fue inmediata. En una acción que puede calificarse de arrogante y contraproducente, decidieron permitir la expansión de sus asentamientos en Gilo, una comunidad judía al sur de Jerusalén. Estados Unidos también respondió recalcando con énfasis que no reconocerá a Palestina hasta tanto se reinicien las negociaciones y que vetará cualquier solicitud unilateral ante el Consejo de Seguridad. La comunidad internacional reprochó las acciones israelíes y el apoyo a la causa palestina continuó expandiéndose por más naciones. A pesar de la presión política y mediática por parte de Israel y de los Estados Unidos, la olp y su líder Mahmoud Abbas continuaron su cruzada. A sabiendas de que el proceso de debate de su solicitud por parte del Consejo de Seguridad de la onu será largo y accidentado, pudiendo incluso 63


caer en un limbo indefinido, decidieron tomar una acción política atrevida y arriesgada. La olp decidió presentar una solicitud formal de membrecía como Estado de pleno derecho ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Luego de recibida y analizada la propuesta, el lunes 31 de octubre de 2011, en el marco de su 36 sesión de la Conferencia General, los países miembros de la Unesco decidieron, mediante mayoría simple, reconocer a Palestina como Estado de pleno derecho ante la organización. Para su aprobación, la propuesta requería de la mayoría de dos tercios de los Estados Miembros de la Conferencia General presentes y votantes (los miembros que se abstienen de votar se consideran “no votantes”); ese requisito no fue un obstáculo pues la propuesta obtuvo un total de 107 votos a favor, 14 en contra y 51 abstenciones. Como era de esperarse, las reacciones ante este reconocimiento fueron inmediatas. Mientras un considerable número de naciones celebraban el logro político de Palestina, Israel condenó el hecho, calificándolo como una muestra de la falta de voluntad palestina por continuar las negociaciones bilaterales. De su lado, los Estados Unidos decidieron tomar una drástica medida, consistente en el retiro de su aportación económica a la Unesco, aproximadamente unos 80 millones de dólares, es decir, alrededor del 22% del presupuesto total de la organización. A pesar de esto, la respuesta de la comunidad internacional parece clara, si bien esos fondos retirados harán un hueco en el presupuesto de la organización, han preferido buscar alternativas al presupuesto antes que declinar su apoyo a Palestina.

La respuesta estratégica de Israel Las acciones que se realizan en pos del reconocimiento de Palestina tienen como principal exponente a Mahmoud Abbas, líder de la olp, dejando a un lado las consideraciones de su contraparte política, el Movimiento de Resistencia Islámica Hamas. 64

Esto ha significado un punto critico en las aspiraciones palestinas, pues si bien la olp goza de mayor reconocimiento y capacidad negociadora que Hamas, esta última representa a una parte importante de la población y no debe subestimarse su poder político, sobretodo dentro de Palestina y en relación directa con Israel. Precisamente han sido los israelíes quienes mejor han sabido sacar partido a la frustración y sentimiento de exclusión de Hamas. En un insólito acercamiento, Israel realizó una negociación con los líderes de Hamas con el objetivo de intercambiar prisioneros cautivos. El canje se materializó a mediados de octubre de 2011, donde 477 prisioneros palestinos fueron liberados a cambio del soldado israelí Gilat Shali, quedando pendiente la liberación de otros 550. A todas luces, esa maniobra estratégica de Israel buscaba desestabilizar la relación entre la olp y Hamas, restando importancia a la primera y demostrando una actitud de apertura hacia la agrupación política contraria. Sin embargo, el resultado no fue el que Israel esperaba, pues en el transcurso de los últimos meses, la anp y Hamas en vez de distanciarse han buscado espacios para su acercamiento. Así, vale resaltar la importante reunión sostenida entre Mahmoud Abbas (olp) y Khaled Mashal (Hamas) en la ciudad de El Cairo (Egipto) durante diciembre de 2011, en la que ambos líderes evaluaron la posibilidad de sentar las bases para que Hamas se integre a la olp.

Claves importantes para la solución A pesar de lo complejo de la disputa y la dificultad de encontrar medios para la solución de la misma, tras analizar su devenir histórico, podemos al menos resaltar algunos puntos específicos que consideramos de relevante importancia a fin de crear el terreno ideal para iniciar un verdadero proceso que conlleve a la resolución de la situación. • La unidad del pueblo palestino Claramente, la aguerrida división política del pueblo palestino va en perjuicio de sí mismo y sus aspiraciones. Resulta necesario un verdadero compromiso de acercamiento entre la olp y Hamas, para lograr un objetivo superior al de las


ideologías que persiguen sus posiciones políticas. Pues, la pluralidad de ideologías y partidos políticos no es un elemento negativo, pero su desarrollo queda a la vez supeditado al marco de la existencia previa de un Estado libre y soberano con instituciones, al menos, forjadas y en vías de desarrollo. • Una solución a la situación de los refugiados La omisión del tema de los refugiados palestinos dentro de las negociaciones de paz aunada a la negación de sus derechos constituye un elemento que dificulta la consecución de una solución viable al conflicto. Por tanto, el tema debe ser parte integral en la agenda de las negociaciones por venir. Los palestinos merecen respuesta a la situación de los refugiados, el fin de los desplazamientos forzados e Israel la garantía de su soberanía territorial conforme a los límites internacionalmente convenidos. • Redefinir el papel de los Estados Unidos Los Estados Unidos de Norteamérica deben limitarse a jugar un papel de mediador entre las partes. Esto implica romper con la tendencia proteccionista sobre Israel y reconocer que al final de cuentas, la solución solo debe tener como protagonistas a los pueblos en disputa. • Entender la convivencia entre pueblos como una realidad insoslayable Al finalizar nuestro escrito destacamos dos verdades irrefutables: los judíos llegaron a Oriente Próximo y crearon el Estado de Israel; los palestinos ya estaban por aquellas tierras y tienen el derecho a la autodeterminación mediante el reconocimiento internacional del Estado palestino. Ambas verdades reflejan el entramado enlace que indefectiblemente obliga a ambas naciones a convivir como vecinas. Lo que el tiempo y la voluntad de ambas partes pueden cambiar es la forma en que se desarrolla su convivencia, en conflicto o en paz. Consideramos que el momento histórico en que vivimos, principios de siglo y de milenio, es ideal para romper barreras y forjar nuevos paradigmas que sienten las bases de un mundo más justo. Deseamos tener la dicha de ver a estas naciones conviviendo en paz y procurando su armónico desarrollo.

Aníbal Mauricio Paz es abogado e internacionalista. Labora como analista de Política Internacional para la Presidencia de la República Dominicana. Miembro del Consejo Dominicano de Relaciones Internacionales (cdri).

Notas 1

V. Mapas Palestina. En línea: <http://www.mundoarabe.org/mapaspales.htm> (Visitado el 18/09/2011). 2 V. Resolución completa. En línea:<http://daccess-ddsny.un.org/doc/RESOLUTION/GEN/NR0/041/19/ IMG/NR004119.pdf ?OpenElement> (Visitado el 20/ 09/2011). 3 V. Mapa de la división de la ONU. En línea: <http:// www.google.com.do/imgres?q=palestina+propuesta+1 947&hl=es&biw=1024&bih=653&gbv=2&tbm=isch&t bnid=29bTZy4HSIlvPM:&imgrefurl=http://lestadhijodelanoche666.blogspot.com/2009_01_01_archive.html &docid=gPf6E4Jal1Bu7M&w=300&h=300&ei=LQl5T r2xBcmtgQfl_5C1DQ&zoom=1&iact=hc&vpx=758&v py=130&dur=7071&hovh=225&hovw=225&tx=123&t y=106&page=1&tbnh=148&tbnw=148&start=0&ndsp =15&ved=1t:429,r:4,s:0> (Visitado el 20/10/2011). 4 V. Resolución completa. En línea: <http://daccess-ddsny.un.org/doc/RESOLUTION/GEN/NR0/241/30/ IMG/NR024130.pdf ?OpenElement> (Visitado el 20/ 09/2011). 5 V. Resolución completa. En línea: <http://daccessdds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N02/283/62/ PDF/N0228362.pdf ?OpenElement> (Visitado el 20/ 09/2011). 6 Bar-siman-tov, Yacov. “La Hoja de Ruta: ¿hacia una resolución del conflicto Palestino-Israelí?” Anuario del Institut Europeu de la Mediterrania. Ed. 2003. En línea: <http:// www.iemed.org/serveis/adocuments.php> (Visitado el 20/09/2011). 7 V. “Ban Ki-Moon se solidariza en Ramala con los palestinos y exige el fin de las colonias”. Periódico di-

gital El Mundo. En línea: <http://www.elmundo.es/ elmundo/2010/03/20/internacional/1269107009. html> (Visitado el 20/09/2011). 8 V. “Obama pide solución palestino-israelí con fronteras de 1967”. Periódico digital Panorama Diario. En línea: <http://www.panoramadiario.com/internacional/articulo/articulo/2/obama-pide-solucion-palestino-israeli-con-fronteras-de-1967/categoria/1/?no_ cache=1> (Visitado el 20/09/ 2011). 65


Rubén Lamarche

¡El horror! ¡El horror! El cine de terror es algo más que efectos especiales y una línea narrativa chocante: una lectura rápida y dispersa a la historia del género habla de discursos políticos, manipulación de masas y pesadillas colectivas plasmadas en la cultura popular. La idea es que el lector se edifique sobre cómo ha ido andando el espejo calle abajo que es el cine de terror, y cuáles han sido los reflejos dorados que ha lanzado a la cara de la colectividad cuya miseria se ha ocupado en retratar.

Ilustraciones: Javier Reyes 66


E

n la sala 3 del Cinema Centro, el primer multiplex de la República Dominicana y todo un paradigma en la historia del entretenimiento, la exhibición y distribución de películas en nuestro país (con una sala, la Cinema 6, dedicada exclusivamente a la exhibición de cine pornográfico de un detallismo quirúrgico), de alguna forma, o así lo recuerdo, siempre vi, desde pequeño y hasta mis primeros años como crítico de cine, películas de horror. Habiendo ascendido en el escalafón de las restricciones, librándome de la “B” fatal que hacía que doña Josefina Pina tuviera que responsabilizarse por cualquier daño psicológico que me ocasionara la película (las más terribles para mi incipiente, pero muy mórbida imaginación cinematográfica, fueron Engendro (Prophecy, 1979) de John Frankenheimer, en el Olimpia; Moby Dick (1956) en el Independencia, con doble tanda, la obra maestra de John Huston, complementada por la cinta mexicana de Rubén Galindo, La niña de la mochila azul (1980),

matiné del Triple, domingo a las diez de la mañana, basada en la novela de H.G. Wells; El bebé de Rosemary (Rosemary’s Baby, 1968), dirigida por Roman Polanski, basada en la novela de Ira Levin, escritor de terror y también autor de la novela llevada al cine Las esposas de Stepford (The Stepford Wives, 1975 y 2004); Está vivo (It’s Alive, 1974) de Larry Cohen; (Scanners, 1981), de David Cronenberg… y la lista continúa. Pero lo cierto es que no fue hasta mucho tiempo después cuando me di cuenta de que el cine de horror es mucho más que sustos, efectos especiales, creativas líneas argumentales organizadas con mucha coherencia (en el caso de las mejores películas), sino también, mucho, pero mucho más. El cine de horror es, sobre todo, la antropología pura de las histerias colectivas en la historia, el estudio del comportamiento desaforado de las masas y el bestiario de los temores masivos que han ido aquejando al mundo, como fantasmas que han recorrido estepas y valles, ciudades y urbes, civilizaciones modernas u otras mortecinas. Lo horroroso, inmundo, terrible es, ha sido y será, desde y por siempre, un arte. Aunque este artículo no pretende ser un estudio enjundioso, metódico y profundo (eso se lo dejo a los estudiosos metódicos y profundos), la idea es que el lector se edifique sobre cómo ha ido andando el espejo calle abajo que es el cine de terror, y cuáles han sido los reflejos dorados que ha lanzado a la cara de la colectividad cuya miseria se ha ocupado en retratar.

El horror está entre nosotros pero no nos damos cuenta porque estamos embebidos en otros argumentos. una de horror psicológico mexicana, y Tiburón ( Jaws, 1975) de Steven Spielberg, en el Rialto, aunque mi madre nunca se la tomó en serio, y así me convertí, gracias a la “irresponsabilidad” de doña Josefina, en un fanático de la sangre, los hachazos, los alaridos de terror, las ventanas que repican en la distancia, el viento sibilante, la luna llena, los ataúdes crujientes, las vampiresas, los hombres lobo, los payasos asesinos, los prometeos modernos, los condes enamorados, y eso que se llamó (título genial para un documental), el “terror en los pasillos”. A mi madre le debo el amor por el cine… y por el cine de terror: La isla del Dr. Moreau (The Island of Dr. Moreau, 1977), versión de Michael York, Burt Lancaster y Barbara Carrera, en la

Espejo de civilizaciones ¡Ah!, la idea, también, es divertirse porque de eso se trata. ¿O no? Y para hablar de la manera en que el cine de horror ha reflejado, en primer lugar, el momento histórico en que se desarrolla como factura de producción, y funge como espejo de las ansias y temores de las civilizaciones que retrata, debo remontarme (como en una película de Roger Corman, de esas B movies tan rentables), a los primeros mitos egipcios cuyo anecdotario está poblado por demonios impiadosos, bestiales y recónditas regiones donde los espíritus eran 67


reverenciados y temidos. De igual forma, la mitología griega, que por mucho es el basamento esencial de la cultura occidental, en sus sueños, y sus pesadillas, nos presenta un Cancerbero, un Minotauro, una Medusa, la Hidra, las Sirenas, el Cíclope, la Escila, las Caridbis, además de las Parcas, las Furias y las Arpías, entre otros tantos monstruos universales; como, por ejemplo, los chinos de la dinastía Zhou (1,500, a. C.), quienes veneraban a los muertos y a su diosa, Tian-Luo. El horror moderno, como lo conocemos hoy, es joven. Tendrá unos doscientos años. Por eso se renueva con tanto vigor, con tanta creatividad; exceptuando, diría yo, las últimas rediciones de los vampiros como arquetipos monstruosos de las relaciones heterosexuales que han venido de Estados Unidos, porque el típico adolescente norteamericano no tiene muchas luces, no es un vampiro sofisticado ni con los problemas existenciales de un Conde Orlok bestial (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922); un Conde Drácula (la de Francis Coppola, Drácula, 1992), claro está perdido en su desamor estos chicos no son así porque hace mucho que el horror dejó de pertenecer a las clases privilegiadas. Estos son unos teenagers que, como en Crepúsculo (Twilight, 2008) buscan la paz republicana de sus hogares en la suburbia inconsciente de la clase media con aspiraciones, fantasmas y cadáveres debajo de la cama al mejor estilo de la clase alta. Sus monstruos son la hipoteca de la casa que perderán, así como perdieron la yipeta, el bote; sus temores son la hija lesbiana y el hijo “de sexualidad dudosa”, ese que simplemente no sabe lo que quiere. De Europa, dos excepciones verdaderamente renovadoras: Somos la noche (Wir Sind Die Nacht, 2010), de Dennis Gansel, Alemania, y Criatura de la noche (Låt den rätte komma in, 2008), Noruega, de Tomas Alfredson; dos piezas que arrojan nueva luz sobre monstruos más viejos que “rascar”. Pero antes, hay que explicar al vampiro: “la palabra ʻvampirʼ aparece en letra impresa en Alemania a principios del siglo xviii, para designar algo tan dudoso y tan insano como un cadáver que abandona su tumba por las noches, con la finalidad de alimentarse de la sangre de los vivos y prolongar su incierta existencia”, dice el conde de Siruela en la 68

introducción a El vampiro, la mejor recopilación de cuentos de vampiros que he leído en mi vida. La creencia del vampiro se remonta a las religiones sumerias, hebrea y griega, así como a las supersticiones populares de los países eslavos, las cuales se extendieron desde Grecia y el Islam hasta China y Malasia. O sea que, al igual que todos los dominicanos tienen un primo en Nueva York, todas las herencias culinarias de las diversas civilizaciones que chocan entre sí tienen una variación de nuestro sancocho, y sus propias versiones del vampiro. “El vampiro nace en la imaginación y permanece en esta por la atracción que ejerce sobre nuestra alma todo lo prohibido, lo inalcanzable, o bien todo aquello capaz de simbolizar nuestra parte de sombra: aquella parte que tratamos de olvidar y


que ocultamos a nosotros mismos y a la mirada del mundo, y que sin embargo siempre está ahí, detrás del telón de la consciencia”, relata el versado conde. Ciertamente, el vampiro es un arquetipo de la oscuridad en el inconsciente colectivo y siempre fascina. A partir de Bela Lugosi los vampiros sufrieron muchas transformaciones aunque, en el fondo, siguieran simbolizando el mismo sueño erótico, la misma historia de amor, el mismo entorno trágico y terrible, los mismos paradigmas terroríficos de ayer y hoy. Murnau, el maestro que nos diera Nosferatu (Drácula es Nosferatu, pero Nosferatu no es Drácula) el primer vampiro esencialmente bestial que conocemos, porque no está enamorado, obtiene una reactualización en 1979 de la mano del maestro Werner Herzog, con el mismo título, interpretado por un Klaus Kinski más refinado que el ultramaquillado Max Schreck. Se trata, en suma, de un monstruo que ha permanecido íntegro a lo largo del tiempo, aunque, con todo y adquirir nuevos problemas, nuevas psicosis, nuevas ansias y amores, al paso del tiempo: Entrevista con el vampiro (Interview with the vampire, 1994) de Neil Jordan, protagonizada por Tom Cruise, Brad Pitt y Kirsten Dunst (además de Antonio Banderas) en la adaptación de la primera novela de la saga Lestat (1976), de Anne Rice, es una apta revisión del tema que a mí me fascina, en lo particular. La bruja vampiro (Vampyr), la versión del cuento de Joseph Sheridan LeFanu, uno de los maestros de la novela de terror de todos los tiempos, dirigida por Carl Theodor Dreyer en 1932, es otra de las versiones que, indirectamente, prestan su elocuencia cinematográfica a las grandes versiones de nuestros días, como la joya moderna realizada por Francis Ford Coppola, protagonizada por Gary Oldman, donde se rescata de manera elocuente el Eros de la novela, una carga sexual sencillamente sobrecogedora. Con las películas mencionadas (abundan los ejemplos del cine pastiche durante la década de 1970, además del horror-flick adolescente de 1980, con La hora del espanto (Fright Night, 1985) que ha sido objeto de un remake recientemente (2011), los cuales no tocaremos en este caso), Somos la noche (Wir Sind Die Nacht, 2010) y Criatura de la noche (Låt

den rätte komma in, 2008), de Noruega, encontramos dos joyas sencillamente encomiables con un ahorro de efectos especiales y pirotecnia (o bien, para mejor decirlo, un uso del presupuesto cinematográfico inteligente y al servicio del discurso narrativo, sometido, domado, para servir a la historia misma) que mueve las narrativas, y que las somete a un discurrir filosófico que nos haría pensar en qué hubiera pasado si Tamara de Lempicka hubiera pintado cuadros de horror, como lo hace Clive Barker para inspirarse y escribir guiones, novelas y obras de teatro (tanto Barker, de quien conocemos la saga de Hellraiser (1987), como George A. Romero, el maestro del cine de bajo presupuesto, formaron parte del proyecto La momia regresa (The Mummy, 2001) en determinado momento lo que me hace pensar en cómo hubiera lucido semejante película de la mano de uno de estos dos creadores).

Los muertos vivientes Pero dejemos vivir a los vampiros y tomemos a George A. Romero como trampolín para hablar sobre la sociología del muerto viviente, como proceso de descomposición de la clase media en Estados Unidos, aunque para hablar de este fenómeno tenemos que, necesariamente, tomar como contexto histórico la interpretación de la Guerra Fría y los pánicos que alimentaron a esta bestia que fue, al mismo tiempo, un fenómeno político, cultural, socioeconómico, y muchas otras cosas que quedaron reflejadas en el cine. De la misma forma en que el hombre lobo fue el gran monstruo cinematográfico de la Segunda Guerra Mundial, cuya mitología básica fue parte del folclor de los Países Bajos, leyendas antiguas que hablaban del espíritu del bosque personificado en el lobo, una especie de monstruo primigenio que se transformaba en las noches de luna llena (y como forma de combatir la maquinaria propagandística nazi, sirviéndose de la obsesión de Adolfo Hitler por los lobos), el muerto viviente ejemplifica el deceso de la pequeña burguesía pensante, y vierte sobre el mito del zombi toda la intransigencia purista de los racistas norteamericanos, criticando de soslayo, con ácida verborrea cinematográfica, los hábitos 69


y costumbres de una clase media petrificada en sus aspiraciones, conforme en su estatus, y renuente al cambio que se avecinaba (y que sucedió) en su país. Veamos: El increíble hombre menguante (The Incredible Shrinking Man, 1957) dirigida por Jack Arnold; El hombre invisible (The Invisible Man, 1933) dirigida por James Whale y basada en la novela de Richard Matheson, quien también escribió Soy leyenda (I Am Legend, 1954) llevada al cine en 2007 por Francis Lawrence; La guerra de los mundos (War of the Worlds, 1953) con un remake en 2005, parte de la novela del prolífico H.G. Wells, quien también fuera autor de La isla del Dr. Moreau (The Island of Dr. Moreau, 1977) y La máquina del tiempo (The Time Machine, 1960) con remake en 2002, son películas de la era nuclear como el pánico inmediato post Segunda Guerra Mundial. Miedo mayor, hijo de un miedo más terrorífico, aunque parcialmente controlado por el “animal político” global. El miedo a “lo desconocido” se concretiza, en el proceso político, en la amenaza soviética sobre Estados Unidos y así, el fantasma que recorre Europa se posa en las pantallas de cine, con ropa de extraterrestres que disparan sus rayos láser sobre el indefenso común de los ciudadanos, contra las tropas que protegen la tierra madre, stars and stripes en bandolera quizá por tener un sentido de lo trascendental estos argumentos de amenazas planetarias sobre nosotros hoy nos saben a chicle seco, pero Roland Emmerich y el resto de los directorcitos hollywoodenses que se dedican a estos menesteres es tema para diatribas independientes, aunque me gustaría sacar de este dilecto montón de greba a Invasión del mundo: batalla Los Ángeles (Battle: Los Angeles) dirigida por Jonathan Liebesman. Pero, al tema: los muertos vivientes, George A. Romero, padre del argumento sin explicación (¿de dónde salen estos muertos, por qué reviven, por qué quieren alimentarse de los vivos será porque los hemos olvidado, será que quieren nuestra nostalgia para poder vivir?), tiene casi treinta años analizando la sociedad nor-

teamericana recreando, refilmando, el mismo argumento, con sutiles, pero definitivas y esenciales, variaciones argumentales. En La noche de los muertos vivientes (Night of the living dead, 1968) Romero nos habla de los muertos que vienen a comerse a los vivos en una batalla final entre lo que sería, en el plano ideal, el yin y el yang del ser mismo (de alguna forma, nunca hemos visto películas de zombis chinas o japonesas, aunque sí un cine de terror refinado e interesante será porque la culpa católica no abunda por estos lares). La defensa de los vivos es coordinada por un ¡adivinaron!, negro sí un negro, que por supuesto, lucha contra la incredibilidad de su teoría y muere asesinado por, ¡adivinaron!, el sheriff del pueblo... quien casualmente es blanco. Esto... en medio de la lucha por los derechos civiles, Alabama y los manguerazos contra los estudiantes; Rosa Parks plantada en el pasillo del

El descubrimiento de la energía nuclear facilitó a Hollywood explotar los temores a cualquier desafuero político y militar.

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autobús segregado las niñas que murieron en aquella escuela que algún supremacista blanco hizo volar en pedazos ¿entienden? Romero hizo carrera con sus muertos: El amanecer de los muertos (Dawn of the Dead, 1978), El día de los muertos (Day of the Dead, 1985) el que-se-yocuántos de los muertos. ¿Las variaciones? Los avances de la genética, el mundo postapocalíptico, los muertos inteligentes (en la última versión que se realizara, hace apenas unos años donde los muertos, liderados ahora por un negro, ¡dah!, de hecho piensan) y abrió el camino para toda una franquicia que hasta Juan Carlos Fresnadillo 28 días después (28 Days Later, 2002) y 28 semanas después (28 Weeks Later, 2007) abordó con una coherencia pasmosa: la última defensa de los vivos se reúne en un castillo victoriano en las afueras de Londres, donde las facciones militar, minoría


(una chica negra), y tradicional se debaten por sobrevivir ¡pero en un castillo victoriano! ¿Quién ha de sobrevivir allí? La nueva generación de “muertos vivientes”, claro está. En El día de los muertos (Day of the Dead, 1985) la doctora cuya rutinada inicio la película pierde su familia en los diez primeros minutos introductorios, y se convierte en testigo de cómo el suburbio donde reside, y la ciudad, a lo lejos, en el horizonte, cae ante la carnicería salvaje que se desata a su alrededor. Créditos: un político dice “no sabemos”. Y los supervivientes que se encuentran escondidos a lo largo y ancho de la ciudad logran conformar un fortín en, ¡adivinen!, un “mall” allí va a morir la clase media, allí van a evadirse, allí perecerán todos, incluyendo el bebé hijo de una pareja afro-americana, por no decir negra, que nace siendo, ¡adivinaron!, un muerto viviente fa-

tal destino para una minoría que pronto dejará de ser la mayor (es decir, muy pronto, el negrito será sustituido por un latinito en el comentario sociológico de la película, como reflejo de una realidad insoslayable).

Invasiones extraterrestres Las invasiones extraterrestres estilizadas, como en el remake del clásico nuclear Muertos vivos (The Invasion of the Body Snatchers, de 1958), en este caso dirigida por Phillip Kaufman en 1978, protagonizada por Donald Sutherland y Brooke Adams, la cual dio, más tarde, Alguien mueve los hilos (The Puppet Masters, 1958), basada en la novela de Robert A. Heinlen, es en el primer caso, un llamado de alerta contra la potencial amenaza rusa; en el segundo caso, un llamado de alerta contra un enemigo que nos hemos inventado, y que al final, nos reinventará a nosotros; y de ahí nos vamos a Invasión (The Invasion, 2007) protagonizada por Nicole Kidman y Daniel Craig donde no hay amenaza más que la que hemos creado nosotros mismos. Una amenaza medioambiental, que está en el aire, que es amenaza por cuanto la respiramos y está entre nosotros como sucede en El fin de los tiempos (The Happening, 2008), de M. Night Shyamalan. Con Soy leyenda (I Am Legend, 1954) y remake en 2007 vemos cómo el vampiro social se convierte en un vampiro anónimo de su versión Guerra Fría, protagonizada su primera versión por Charlton Heston, y subtitulada La última esperanza o el Hombre omega. Se trata del subsentido debajo del sentido absoluto de la trama, y de la representación cinematográfica, como elemento que da plausibilidad filosófica a la película. No podemos encontrar sentido alguno, o plausibilidad filosófica, por ejemplo, en Los payasos asesinos del espacio exterior (Killer Klowns From Outer Space, 1988) o en Plan 9 del espacio exterior (Plan 9 from outer space, 1959), de Ed Wood; como pasa en Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979), una película sobre la natalidad y el encierro de Ridley Scott; Aliens, el regreso II (Aliens, 1986) , la pieza de propaganda republicana de James Cameron, y Alien III (Aliens 3) una película increíblemente evangélica, 71


fundamentalista, diría yo, realizada por, ¡adivinaron!, un inglés: David Fincher.

De naturaleza nipona Pero larguémonos hacia Japón Oriente, la tierra sin metal que, kilómetro a kilómetro ha estado comprando África, poco a poco, para hacerse de las reservas de petróleo, hierro, níquel y otros tantos, nos da, hace poco tiempo Hombre de hierro (Tetsuo, 1988) en la forma de un violentísimo y abigarrado medio metraje sin banda sonora más que los incidentales, que más tarde originó la producción de un largometraje más elaborado y políticamente filosófico: un padre de familia de clase acomodada, el japonés sofisticado de la generación de la posguerra, un ejecutivo pos Hiroshima-Nagasaki que no conoce nada sobre el pasado nuclear de Japón, enfrenta unos síntomas extraños en su cuerpo. Fruto de unos experimentos abigarrados sobre su cuerpo, desarrollados por un doctor estadounidense que buscaba crear el soldado perfecto, este hombre se está convirtiendo en un arma de metal. Un cañón andante, una bomba con piernas, un tanque con cerebro y por lo tanto, un enloquecido guerrero urbano a quien la ambición de un secuestrador que ha raptado a su hijo a cambio de los secretos de su metal-psique, de su ontología indestructible, lo lleva a destrozar todo a su alrededor. Con unos valores de producción mínimos, pero con el uso exquisito e imaginativo de la mente verdaderamente creativa detrás del lente, Tetsuo es un discurso violento, aterrador, una parábola que hizo que mis dientes chirriaran mientras el hombre de hierro caminaba, gemía, lanzaba alaridos angustiados al trepar por las paredes que cedían ante su peso que se incrementaba por segundos, que amenazaba con detonar el cañón de plasma en que se convirtió su corazón… y, por amor, destruirse. Pero de Oriente también viene Godzilla (Gojira, 1954) es la versión japonesa; la americana data de 1998, y toda una pléyade de películas cuyas estrellas principales son, precisamente, el monstruo mencionado, además de robots, lagartos, y toda

suerte de esperpentos de la era radioactiva un tema, un discurso, inclusive, diría yo, un universo estético, una conflagración cultural que tomó al mundo por sorpresa y ha dado como producto final, en Corea, a El huésped (괴물, Gwoemul), de Bong Joon-Ho, una obra maestra del cine de monstruos que viéramos en 2006. De la misma forma en que otras tantas cintas que nos hablan en términos graciosos sobre los temores de las civilizaciones a sus propios descubrimientos científicos (el descubrimiento de la energía nuclear facilitó a Hollywood y a muchas otras civilizaciones explotar los temores a cualquier desafuero político y militar en este sentido, concretando esos terrores colectivos en las hormigas gigantes, en los hombres gigantes, en los dinosaurios gigantes, además de los mutantes y otras muchas variaciones bestiales de lo humano como si esto no fuera, de por sí, una gran redundancia), el elemento tragicómico o sencilla-

Lo horroroso, inmundo, terrible es, ha sido y será, desde y por siempre, un arte.

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mente de comedia siempre está presente en muchas de las grandes piezas o películas memorables de estos tiempos y de ayer. De manera particular, el último gran chiste que vi fue uno que, por su duración, me dejó sencillamente fascinado: Sector 9 (District 9, 2009) de Neil Bloomkamp, el joven director surafricano que, antes de este largometraje, solo había dirigido unos geniales cortos disponibles para los cinéfilos en el medio más democrático y plural que existe en el mundo: YouTube o, imagino, en Cuevana. com. En todo caso, la película es un ensayo sobre las minorías dentro de las minorías: una raza tan abyecta que hasta “los negros” sienten asco al tratarlos. ¡Y precisamente, en Suráfrica, la cuna del apartheid! Por alguna razón, hemos tenido que establecer relaciones con una raza alienígena que se ha quedado varada encima de Johannesburgo, en una gigantesca nave que flota por encima de la ciudad como un divertido presagio. Los alie-


nígenas han sido ubicados en el Distrito 9. Pero ahora, por razones que escapan el control de la municipalidad, hay que trasladarlos a otro enclave, donde no hagan tanto desorden: los langostinos gigantes son proclives a la borrachera y, como dirían en el barrio, la “farruka”, el “ru-lain”. Y así se inicia la lectura de un completísimo, humorístico, bien escrito, maravillosamente logrado en términos de efectos especiales (Weta, de Peter Jackson, fue la compañía que los concibió), ensayo cinematográfico sobre el racismo. ¡Maravillosa! De la misma forma en que es maravillosa una de las menos apreciadas películas dirigidas por John Carpenter, quien nos diera La cosa o El enigma de otro mundo (The Thing, 1982), un remake del clásico de la década de 1950 que parece hecho a destiempo: el comunismo como “lo desconocido”, o The Thing ya no era nada para temerle después de Gorbachov y doña Perestroika; Escape de New York (Escape from New York, 1981) con remake en 1997; Manhattan convertido en una cárcel de máxima seguridad sigue siendo una idea simplemente espectacular y elocuentemente actual, Cristina (John Carpenter’s Christine, 1983) de la novela de Stephen King, y En la boca de la locura (In the Mouth of Madness, 1995) un cuento “lovecraftiano” memorable, bien realizado, y maravillosamente actuado por Sam Neil y Jurgen Prochnow; también está Sobreviven (They Live!,1988), una cinta sin mayores pretensiones protagonizada por el, en aquel entonces, luchador de la wwf, Roddy Piper. Un caminante sin rumbo se encuentra, de sopetón, con una especie de facción terrorista, una resistencia secreta que, armada de unos espejuelos ultraespeciales, puede ver la realidad que otros no ven. En una ácida y sarcástica crítica a la publicidad exterior, a la comunicación comercial en general, Carpenter nos hace el cuento de estos extraterrestres que, disfrazados con piel humana, nos envían mensajes subliminales en televisión y a través de los letreros en las calles, manteniéndonos hipnotizados, totalmente en control: obedece, no pienses, no actúes, se pacífico, pero la resistencia sabe lo que está sucediendo, y nuestro héroe se ve sumergido en el torbellino que espera a todo aquel que vaya en contra de lo establecido. Naturalmente, pode-

mos imaginar el fatídico final de esta historia para que todo siga igual, algo tiene que cambiar, como dijera una vez Giuseppe Tomasi di Lampedusa, en su Gatopardo. De la misma forma en que series como Los expedientes secretos X (The X Files, 1993-2002); Dimensión desconocida (The Twilight Zone, 1959-1964) y Viaje a las estrellas (Star Trek, 1966 hasta hoy) fueron para la televisión estadounidense y mundial, paradigmas nunca vistos en otras épocas, hoy nos acercamos a los terrores de lo desconocido de otra forma más íntima. Criatura o Monstruo (Cloverfield, 2008) de J. J. Abrams, el mismo de Súper 8 (2011) y la serie Desaparecidos (Lost, 2004-2010) es un trepidante viaje por Manhattan huyendo del monstruo que ha surgido de nadie sabe dónde. Hasta llegar a la marisma de la ciudad a través de los túneles del subway, y de ahí a morir en Central Park, como buen manhattanite que lee The New Yorker o The Village Voice… una buena forma de morir, en todo caso. En fin... sirva este trabajo para dar algo de sentido a un vistazo superficial y rápido a un género que se divide, y se subdivide, en largas ramificaciones que no dejan de ser interesantes, como toda manifestación artística en manos de las masas amorfas lo es. En todo caso, el horror está entre nosotros pero no nos damos cuenta porque estamos embebidos en otros argumentos dentro de nuestras cabezas, haciendo películas al azar, sin ton ni son. Y es que, si bien la belleza está en el ojo del que mira, el horror también. Rubén Lamarche es escritor, crítico de cine, periodista, editor de revistas de negocios, diseño, comunicación visual, pintura y comunicación corporativa. Es guionista de cine, locutor de radio, actor de teatro y cine, profesor universitario. En la actualidad es director de comunicaciones de la Cinemateca Dominicana. Nació en 1970.

Bibliografía eco,

Umberto, Historia de la fealdad, Barcelona, España. Editorial Lumen, 2007. stoker, Bram, Drácula, Chile. Edición electrónica: El Trauko, 2001 vv. aa . El Vampiro, Madrid, España. Editorial Ediciones Siruela, 2001.

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Elvira Lora

Revistas académicas Investigación-acción en Cuaderno de Pedagogía Universitaria

La revista académica de la pucmm es la primera en alcanzar todos los criterios iberoamericanos de calidad según Latindex La docencia es uno de los tres ejes de la educación superior del siglo xxi. Cuando este proceso –que en el mejor de los estadios es una relación de “enseñanza-aprendizaje” en el cual están involucrados profesores y estudiantes– se une a la investigación, y esta a su vez a la extensión, es previsible que ocurran aportes al conocimiento, a la ruptura del estatus establecido por la hegemonía cultural, por ende, sean realizadas contribuciones oportunas para el quehacer científico. 74

Cada edición de la revista académica Cuaderno de Pedagogía Universitaria pretende provocar esa ruptura, ese aporte. La publicación es una de las estrategias de reflexión de la práctica docente del Centro de Desarrollo Profesoral de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra ( pucmm). En sus páginas se publican los resultados de la investigación-acción realizada por el cuerpo profesoral de la primera universidad privada de la República Dominicana. Estos artículos constituyen un barómetro de la pedagogía universitaria en cuanto revelan tanto las estrategias didácticas como las reflexiones en torno al proceso de “enseñanza-aprendizaje”, promueven el diálogo, incitan al pensamiento crítico y realizan propuestas formativas acordes a esta centuria. Incluso podría establecerse que estos escritos tienden a convertirse en una catarsis relevante para mejorar la práctica profesoral de los maestros de los centros de educación superior. El cuerpo profesoral de la pucmm –así como de otras universidades dominicanas y extranjeras– encuentra en esta publicación una vía para propiciar la formación pedagógica permanente, además de artículos sobre la investigaciónacción; en estas páginas se publican ensayos reflexivos, entrevistas tipo perfil y reseñas bibliográficas. Esta última sección permite que cada semestre se promueva la actualización profesoral.

En septiembre de 2011, Cuaderno de Pedagogía Universitaria fue la única publicación académica dominicana en alcanzar todos los criterios iberoamericanos de calidad para revistas académicas y científicas impresas según Latindex (sistema regional de información en línea para revistas científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal <www.latindex.unam.mx>). “El nuevo escalón alcanzado es una oportunidad para que el área de la pedagogía pueda acercarse aún más al debate de ideas en el ámbito internacional”, destacó la doctora María Josefina Cantisano, directora del Centro de Desarrollo Profesoral del Campus Santo Tomás de Aquino de la Madre y Maestra. A fin de difundir el conocimiento que emana de los profesores de esta universidad, la revista académica será registrada en los principales servicios internacionales de indización; por igual, será publicada una versión electrónica para insertarla en las bases de datos y hemerotecas virtuales. El equipo editorial que dirige la pedagoga Marta Vicente produce los contenidos de la edición número 16 de Cuaderno de Pedagogía Universitaria, revista académica que será publicada en el primer semestre de 2012. El tema principal será: “pucmm: 50 años sembrando verdad y ciencia”, para conmemorar el medio siglo de fundación de este centro de altos estudios. Elvira Lora es editora de Global


Adriano Miguel Tejada

Libros El delito de opinión pública. Censura, ideología y libertad de expresión El intelectual califica la ópera prima del presidente Leonel Fernández, como “una obra de juventud, pero madura”; centra su comentario en la necesidad de que sea aprobada una nueva ley de expresión y difusión del pensamiento que ponga al día nuestra legislación. Con El Delito de Opinión Pública. Censura, ideología y libertad de expresión, Leonel Fernández obtuvo su grado de doctor en derecho, magna cum laude, por la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en el año 1978, ganando asimismo el premio J. Humberto Doucudray, como el estudiante más sobresaliente de su promoción. Por tanto, la publicación tiene el formato de una tesis, aunque ha sido ampliada, corregida y puesta al día por el autor. Como toda tesis, cuya definición es, de acuerdo al diccionario, “proposición que se enuncia y se mantiene con argumentos”, y en una segunda acepción, “trabajo de investigación que se presenta para obtener el grado de doctor universitario”, y que en la filosofía dialéctica es “la primera fase del proceso dialéctico”, el doctor Fernández nos

propone una investigación que busca poner sobre el tapete una figura jurídica no reconocida en la legislación formal de nuestros países, pero a la cual se le ha dado, sobre todo en las dictaduras y ocupaciones militares, un uso extensivo.

El delito de opinión pública, como nos lo plantea el doctor Fernández, es un delito que se basa en la ideología y que busca frenar, como todos los tipos penales, el avance de unos conceptos que se consideran peligrosos para el estado 75


de cosas que se pretende defender con la norma jurídica. En unos casos fue el avance de la ideología marxista, primer ejemplo que plantea el autor y que tuvo su origen en la República Dominicana ocupada por las fuerzas de intervención de los Estados Unidos en 1916-1924, o de ideologías locales, como fue el caso del aprismo, de Víctor Raúl Haya de la Torre, en Perú.

Las nuevas tecnologías Quisiera concentrarme en las variantes que plantean las nuevas tecnologías frente al delito de opinión. El autor se refiere a que en nuestro país, por sus características, la Ley 6132, de Expresión y Difusión del Pensamiento, es básicamente una ley de prensa escrita, aunque mencione muy tímidamente a los medios electrónicos en algunos tipos penales. Por eso es tan importante la aprobación de una nueva ley de expresión y difusión del pensamiento, que ponga al día nuestra legislación con respecto a los avances que han tenido los medios de comunicación social en el mundo. Digo esto, aunque soy partidario de que la mejor ley de prensa es la que no se ha escrito, y de que no hay enfermedad democrática que no se pueda curar con más democracia. La falta de acción del público con relación a algunas cosas que se escuchan en la radio o se observan en la televisión, no es por falta de la ley, sino por comodidad del público que prefiere economizarse las molestias de una litis judicial y dejar que continúen las conductas que criticamos. La sociedad moderna es una sociedad de opinión pública, concepto que no debe confundirse con el del delito de opinión pública. 76

La opinión pública, como explica espléndidamente el autor en la obra que comentamos, es muy difícil de definir, porque engloba elementos que vienen de la tradición, de la ideología y de la información recibida a través de los medios de comunicación, que, sin lugar a dudas forman parte de un instrumental de dominación existente en todas las sociedades. No obstante, una definición operacional de opinión pública sería “el cúmulo de pensamientos y de sentimientos que en un momento dado tienen los gobernados respecto a las cuestiones de Estado, en general, y a la conducta de los gobernantes en particular. En ella se condensan y bullen las ideas, inclinaciones, simpatías, repugnancias en relación con los problemas de un lugar y de un tiempo determinados”, como señala Rodrigo Borja. El delito de opinión pública, por el contrario, tipifica la sustentación y difusión de una determinada

tadores del poder, constituya una amenaza para la permanencia de un régimen determinado. Los medios tradicionales, incluyendo las emisiones de noticias por la radio y la televisión, funcionaban bajo adecuados controles orgánicos y criterios de objetividad que evitaban el desborde de las pasiones, para decirlo de una forma más o menos elegante. El periodista o comentarista escribía las noticias, las cuales eran revisadas por un equipo de editores y correctores que le quitaban todo elemento subjetivo y la enmarcaban dentro de los criterios periodísticos del medio. El proceso de cambio se inició con el carácter dinámico de la radio que comenzó a transmitir, primero por teléfono y luego por microondas, las incidencias de los hechos desde el mismo lugar de los acaecimientos. La televisión siguió la tendencia. Sin embargo, todo esto cambió con la revolución telemática que al

El control del Estado sobre los contenidos se ha debilitado notablemente. doctrina político filosófica que es erigida en figura delictuosa. Como ha explicado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “la incriminación alcanza a toda expresión del pensamiento político, sociológico, económico, histórico o filosófico, derivado de las enseñanzas de Carlos Marx y sus epígonos”, y agrego, o de cualquier otra doctrina, que a juicio de los deten-

permitir la comunicación horizontal y la difusión y democratización del conocimiento, liberó el intercambio comunicacional, rompió los moldes de la autoridad, incluyendo el molde del lenguaje de las academias, y “nos acerca a lo comunicacional como perspectiva abierta a la complejidad del mundo”, como afirma la profesora Sandra Massoni. En ese sentido, recupero las palabras


de la profesora argentina de que “lo digital hace estallar la linealidad en todos los ámbitos, y sus redes disuelven las oposiciones binarias en distintas escalas: emisor/receptor –claro está– pero también individual/ colectivo y aun discurso/realidad. Como he afirmado en otro lugar, todo esto plantea nuevas realidades para el comunicador. Ya los diarios, ni los medios electrónicos tienen el monopolio de las noticias, de la opinión y, por supuesto, tampoco del entretenimiento. Estamos en un nuevo juego de fútbol en el que cada jugador tiene su propio balón e infinidad de porterías para marcar sus goles. Pero igual lo tiene cada espectador en el estadio. Es una especie de la merienda loca de Alicia en el país de las maravillas, con una gran diferencia: en el “mercado de ideas” que se ha creado, la Web une en un círculo indisociable la dimensión del dato, la dimensión del discurso y la dimensión de lo colectivo o social. El Twiter y Facebook son ahora armas más eficientes que un diario a la hora de la primicia y de movilizar a la gente, tanto de manera positiva como negativa. Y es relativamente poco importante que su penetración sea grande o pequeña. Como se ha demostrado, la penetración de las redes sociales en los países de la primavera árabe es muy baja, y sin embargo, nadie niega que fueron el instrumento que movilizó a miles de personas y que provocaron los cambios que el mundo observa, no sin cierto asombro. Lo digital ha cambiado radicalmente el mundo de los medios de diversas maneras: 1. Ha democratizado la forma de emitir el mensaje. Cualquiera, con un teléfono móvil, una compu-

tadora o una tableta, puede emitir su pensamiento y llegar a miles o millones de personas. 2. El control del Estado sobre los contenidos se ha debilitado notablemente. A pesar de los avances de la tecnología, es punto menos que imposible evitar que un mensaje llegue, por ejemplo, cuando se convocó a los españoles a protestar por el manejo que le quiso dar el Gobierno español al atentado del 11 de marzo, o tomen cualquier ejemplo de la primavera árabe. 3. Por tanto, ha incrementado la posibilidad de violaciones a derechos de las personas y, el interés de las autoridades de controlar, por medios legales, la difusión de mensajes por estos medios, como vemos en los intentos de controlar la Internet y las redes sociales.

Redes sociales y autoridades Quiero poner un par de ejemplos sobre situaciones que se presentan con el uso de los medios y el papel de las autoridades en los mismos. En septiembre del año 2011, dos tuiteros fueron detenidos en Veracruz, México, acusados por el gobierno del estado de terrorismo y sabotaje, por haber difundido a través de Twiter y Facebook, un supuesto ataque ejecutado por el crimen organizado contra una escuela. No hubo tal ataque, pero el rumor se propagó rápidamente en las redes sociales, causando gran pánico en la comunidad y entre los padres de los alumnos, que acudieron a buscar sus hijos a la escuela. La detención de los jóvenes ha causado un gran debate en México, porque si son encontrados culpables los tuiteros de Veracruz pueden ser

condenados a 30 años de cárcel. ¿Cometieron un acto de terrorismo, como dijo al principio el gobernador del estado, o están siendo privados injustamente de su libertad de expresión como dijo Amnistía Internacional junto a otras organizaciones y personas? Existe un problema adicional. Como se expresa en las redes sociales, en México, y Veracruz no es una excepción, el crimen organizado ha logrado silenciar o coartar a los medios y al Gobierno sobre la violencia que azota a la ciudadanía. Como consecuencia, en muchos lugares son las redes sociales las que, para bien o para mal, alertan a la población si hay enfrentamientos, bloqueos de carreteras o balaceras. Pero por otra parte, en lugares como Cuernavaca, supuestas amenazas del crimen organizado difundidas por redes sociales han logrado aterrorizar a la ciudadanía, que en algunas ocasiones han dejado de salir de noche por miedo a ataques. Javier Garza, director editorial de El Siglo de Torreón, en México, al comentar la situación, señala que se trata de un caso complejo, y lo equipara al famoso caso Schenck, que motivara una sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos y donde aparece el criterio de “gritar fuego en un teatro lleno”. El editor se pregunta “¿qué castigo merece una persona que cause pánico sobre un hecho falso? Al final, el problema es de responsabilidad en el uso de redes sociales”, agrega. Traigo el caso mexicano a colación, aunque no se trata técnicamente de un delito de opinión pública, sino de uso inadecuado de redes sociales, porque bien pueden presentarse situaciones similares que 77


envuelvan atentados contra la libertad de pensamiento, que puedan devenir en delitos de opinión pública. El autor refiere los famosos casos Schenck, que dio lugar a la doctrina del “peligro claro y presente”, y el caso Dennis. Ambos casos envolvían a los secretarios generales del Partido Socialista, el primero, y del Partido Comunista, el segundo. Aunque ambos fueron condenados por violar leyes adjetivas, la ley de sedición y la ley de registro de extranjeros respectivamente, no se puede negar el peso específico de la ideología en la acusación y posterior condena de los imputados, convirtiendo sus tipos penales en verdaderos delitos de opinión pública. El último caso ocurrió reciente-

ba de su adherencia a los estándares periodísticos tales como edición, revisión de los hechos o información sobre conflictos de interés”. Como escribió con relación al caso, juzgado el pasado día 6 de diciembre, el comentarista Michael Miner, “la ley debiera hablarnos primero de principios y el nuevo primer principio del periodismo es que cualquiera puede ser reportero por los próximos 15 minutos”. He traído estos ejemplos para señalar, en conclusión, que dados los avances democráticos en el mundo, los peligros contra la libertad de expresión no van a provenir de los delitos de opinión pública estricto senso, sino del disfraz que busquen los Gobiernos para escon-

En muchos lugares son las redes sociales las que alertan a la población si hay enfrentamientos, bloqueos de carreteras o balaceras.

con libertad y responsabilidad y la nobleza espiritual”. Esta obra primera de Leonel Fernández, sin embargo, tiene toda la enjundia, el amor por los detalles y la complejidad conceptual que todos le reconocemos al presidente de la República. Es una obra de juventud, pero madura. Es una obra especializada, pero al mismo tiempo, de una generalidad en el campo de los medios de comunicación, la sociología y el derecho, que la hace indispensable en toda biblioteca. Saludo con enorme complacencia la puesta al día de esta obra que nos recuerda que la vigencia de la libertad y de la democracia depende de la permanente vigilancia y disposición de lucha de todos los ciudadanos. Enhorabuena. Adriano Miguel Tejada (Moca, República Dominicana) 1948. Es abogado, historiador y periodista, compartió durante 25 años la cátedra universitaria y el periodismo. Ha dirigido los diarios La Información (Santiago de los Caballeros) y Diario Libre (actual), primer diario gratuito de la República Dominicana. Fue funda-

mente en Seattle, Estados Unidos, donde una bloguera fue condenada por difamación porque a consideración de la corte “ella no era periodista, pues no trabajaba en ningún medio, ni estaba afiliada a una organización periodística”. La bloguera, que se llama a sí misma “bloguera investigadora”, participa en más de cuatrocientos sitios web. El juez afirmó que ella no era periodista porque “no hay evidencia de: 1) ninguna educación periodística; 2) ninguna credencial o prueba de afiliación con entidad periodística reconocida alguna; 3) prue78

der sus ataques ideológicos ante la nueva realidad que plantea el desarrollo de los medios digitales. En esa virtud, el delito de opinión pública adquirirá nuevos matices, lo que obligará a una vigilancia más intensa de los ciudadanos, pues como se dijo en este lugar hace 30 años, “el mundo de mañana dependerá más de sus preceptos morales que de su abundancia en bienes materiales o instrumentos de dominación y tendrá como ingredientes imprescindibles la dignidad individual y colectiva, la capacidad personal de pensar, decidir y actuar

dor del desaparecido El Día y mantuvo una columna semanal en la revista Rumbo. Por más de veinte años ha sido comentarista político de televisión. Fue secretario de prensa del presidente Leonel Fernández (1997-2000) y es miembro de número de la Academia Dominicana de la Historia.

Nota: La reseña bibliográfica fue realizada para la presentación de la obra del doctor Leonel Fernández Reyna, El delito de opinión pública, por el autor, en el campus de Santiago de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, el 13 de diciembre de 2011.




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La Guerra de Abril de 1965 El levantamiento militar constitucionalista que auspició el comienzo de lo que popularmente se conoce con el nombre de “Guerra de Abril de 1965” es el acontecimiento patriótico, político y militar de mayor trascendencia en la historia de la República Dominicana del siglo xx. Tenía como objetivo restaurar el gobierno constitucional del profesor Juan Bosch, derrocado en septiembre de 1963, cuando el mando de la nación fue usurpado por un gobierno que recibió el nombre de Triunvirato, y que también fue depuesto, el 24 de abril de 1965. Cuatro días después, los soldados de la infantería de Estados Unidos invadieron el territorio dominicano y comenzó la lucha patriótica de nuestro pueblo.

Euclides Gutiérrez Félix A las 10 de la noche del 30 de mayo de 1961, en el malecón-autopista de la carretera Sánchez, cayó ajusticiado Rafael Trujillo Molina, quien por espacio de 31 años había gobernado la República Dominicana imponiendo un régimen dictatorial severo, intolerante, disciplinado, represivo, asesino, organizador y constructivo que incorporó el país al siglo xx. Trujillo, nacido en 1891 en San Cristóbal, una pequeña comunidad realmente rural, es de acuerdo al criterio de importantes investigadores e historiadores dominicanos la primera figura –en el orden histórico, político, social y económico– de nuestro país del siglo xx. Al momento de su muerte Trujillo era, en términos personales, el hombre más rico de la República Dominicana y jefe político y militar, en términos reales, solamente por debajo de la familia Viccini, que era para ese entonces la décima familia más rica de Hispanoamérica. Trujillo se había convertido en un obstáculo, no solamente para el desarrollo democrático del país al cual había organizado e institucionalizado, sino también para la aplicación inmediata de la política internacional de Estados Unidos para el área de Centroamérica y el Caribe, que había entrado en un proceso de revisión y reordenamiento después del triunfo en Cuba del movimiento revolucionario del 26 de julio, encabezado por Fidel Castro Ruz. Trujillo fue abatido por un pequeño grupo de conspiradores, la mayoría de los cuales estaban íntimamente ligados, en diferentes aspectos, a su régimen de largo mandato. Para su respeto histórico, murió peleando con un arma en las manos e hiriendo a algunos de sus victimarios. La muerte de Trujillo abrió un proceso político, aparentemente democrático, en la vida del pueblo dominicano que todavía hoy en el año 2012, 51 años


después, no ha concluido. Bajo la rectoría e influencia del gobierno de Estados Unidos, que apoyó y auspició el ajusticiamiento de Trujillo, los dominicanos incursionamos en un tránsito que debía culminar con un proceso electoral a fines de 1962.

Avatares del primer gobierno democrático El 20 de diciembre de 1962, Juan Bosch Gaviño, intelectual, literato, escritor narrativo y periodista, con una excepcional experiencia política que había desarrollado en Cuba, Venezuela, Costa Rica, México y Chile, ganó las elecciones con el 60 por ciento de los votos depositados en las urnas, frente al candidato de la Unión Cívica Nacional avalado y apoyado por el Gobierno de Estados Unidos, el doctor Viriato Fiallo. El frente que se había integrado, encabezado por la oligarquía criolla, la Iglesia católica y los funcionarios estadounidenses y agentes de sus servicios de inteligencia, fue derrotado de manera aplastante por la candidatura del Partido Revolucionario Dominicano ( prd), representada por Juan Bosch, que había impuesto su autoridad, no solamente en cuanto a simpatías, sino a seriedad por los planteamientos programáticos de un gobierno nacional que debía encausar al pueblo hacia un estadio democrático superior. Juan Bosch aclamado, aplaudido y admirado por el pueblo dominicano, excepcionalmente brillante, propuso la vigencia de una Constitución patriótica, democrática y liberal que, en la realidad de los hechos, era un plan de gobierno para el desarrollo económico, social y político de la República, fundamentado en la enorme riqueza de una fortuna aproximada de entre 300 y 350 millones de dólares que Trujillo había acumulado a expensas del trabajo, sacrificio y sometimiento de los dominicanos, que constituían en realidad la base del desarrollo capitalista auspiciado por el gobierno dictatorial, necesitado, todavía, del desarrollo de una política social de trabajo, salud y educación, como sociedad de escaso desarrollo y perteneciente a lo que en aquel entonces se llamaban países o pueblos del Tercer Mundo. El profesor Bosch, político de extraordinaria experiencia acumulada a lo largo de 25 años de exilio, a la que se sumaba su alto nivel intelectual, considerado para entonces una de las más grandes figuras del género de narrativa de la América hispana, pregonó desde la presidencia la necesidad de que esa gigantesca fortuna que Trujillo había acumulado y que había quedado casi en su totalidad en manos del Estado, su único y legítimo propietario, debía ser empleada en reorientar, estimular y fomentar la educación, la salud y el desarrollo agrícola de la nación. Pero esas no eran las intenciones de los intereses que dirigían la política de Estados Unidos en Centroamérica y la región del Caribe. El primer objetivo de esa política imperialista de los gobiernos estadounidenses de aquella época era que las empresas industriales y agrícolas pasaran a manos de “inversionistas privados”, que era igual a que fueran propiedad de inversionistas estadounidenses. En abril de 1963 fue promulgada la Constitución de la República. Elaborada bajo la dirección de Juan Bosch, había sido discutida en el seno del Congreso Nacional en funciones de Asamblea Constituyente, en la cual el prd –partido de gobierno– tenía mayoría absoluta. El acto de proclamación de la Constitución fue saboteado por la representación de la Unión Cívica Nacional en la Cámara de Diputados y el Senado, quienes actuaron con el


apoyo, público y militante, de la alta jerarquía de la Iglesia Católica y, desde luego, con el patrocinio y el estímulo de los diplomáticos de Estados Unidos acreditados en el país. Fue esa situación, pública y escandalosa, y las actividades clandestinas realizadas en las filas de las Fuerzas Armadas, la que motivó al teniente coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez a presentarse ante el presidente constitucional de la República. Fernández Domínguez era en ese momento, no obstante su juventud, uno de los oficiales más respetados y admirados de las Fuerzas Armadas. Cumpliendo con un deber patriótico de conciencia informó al presidente de la República que en el seno de las Fuerzas Armadas se había iniciado un movimiento conspirativo que tenía como objetivo no solamente desconocer la Constitución recién promulgada, sino desde un punto de vista estratégico, derrocar el gobierno patriótico, democrático, representativo y liberal que el pueblo había elegido mayoritariamente el 20 de diciembre de 1962. Fernández Domínguez pidió al presidente de la República autorización para organizar un movimiento de militares defensores de la constitucionalidad. Hacia mediados de junio de 1963 la conspiración encaminada al derrocamiento del gobierno que presidía el profesor Juan Bosch se encontraba en pleno apogeo. Preparados para asaltar el poder, los enemigos del pueblo confundieron a muchos, entre los cuales había valientes revolucionarios que más tarde pagaron con sus vidas, víctimas de los que se disfrazaron de redentores del cristianismo; porque fue precisamente levantando las banderas del cristianismo, en una cruzada supuestamente contra el adoctrinamiento comunista que auspiciaba el gobierno de Bosch, que la oligarquía criolla, insensible a los grandes problemas del país, políticamente atrasada, muy atrasada, apoyada por la alta jerarquía de la Iglesia Católica y estimulada por los agentes políticos del gobierno de Estados Unidos, motorizaron una serie de actos públicos, huelgas de comerciantes y movilizaciones callejeras con el objetivo de crear las condiciones para el derrocamiento del gobierno constitucional. Ejecutada la primera parte del plan, la alta jerarquía de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional convocó el 13 de julio de 1963 al profesor Juan Bosch a una reunión que debía realizarse en el club de oficiales de la base aérea de San Isidro. Para sorpresa de los convocantes, Bosch se presentó en un automóvil sencillo, sin matrícula oficial, acompañado de un ayudante civil, el jefe de los ayudantes militares y un reducido grupo de oficiales de su escolta. El presidente de la República fue invitado a sentarse en la mesa directiva que dirigía la reunión en la cual participaban más de cuatrocientos oficiales. Inmediatamente dirigió la palabra al presidente el mayor Rolando Haché, consultor jurídico de la Fuerza Aérea Dominicana, quien trazó pautas al presidente, indicándole, en nombre de la Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, cual debía ser su conducta “frente al peligro comunista que –según el orador– amenazaba la República”. Cuando el mayor Haché terminó su exposición, Bosch, con la dignidad que le era característica, con mucha autoridad y firmeza contestó: “Un gobierno democrático no puede ser democrático para unos sectores minoritarios y dictatorial para otros [...]. Así como una dictadura no puede ser tiránica para unos y democrática para otros. Si Trujillo hubiera permitido libertades a un sector de los dominicanos su tiranía no hubiera durado [...]”. Con mucha gallardía se puso de pies y dijo: “Esta reunión ha terminado”.

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Tres días después, en la noche del día 16, los pormenores de su encuentro con los militares y policías fueron comunicados en forma dramática a través de la radio y televisión al pueblo, que con su instinto percibió que la nación entraba en una de las etapas más difíciles de su historia. Juan Bosch, dando demostración de un valor cívico admirable, responsable y enérgico, enfrentó la provocación de ese grupo manejado por importantes sacerdotes, agentes de la oligarquía criolla y funcionarios militares y civiles de la embajada estadounidense. Al finalizar su intervención, con más decisión y energía dijo: “Repito que no sé lo que me va a pasar, pero si me ocurre algo, a los militares demócratas de este país, al pueblo, a la juventud dominicana, quiero decirles lo siguiente: pase lo que pase no permitan que este país vuelva a comprometerse en contratos con empresas refinadoras de petróleo, no permitan que la tierra dominicana vaya a manos extranjeras, no permitan que siga el latifundio campeando por su respeto y que los campesinos sin tierras estén recorriendo los caminos muriéndose de hambre para venir a las ciudades a pedir con las manos extendidas un pedazo de pan para poder comer. Luchen por la independencia de la República Dominicana, pero luchen también por el mantenimiento de las libertades públicas; y si me pasa algo, como testamento les dejo estas palabras que quiero repetir esta noche, las palabras con las cuales terminé el discurso de inauguración del nuevo gobierno revolucionario, el 27 de febrero de 1963: Dominicanos, mientras nosotros gobernemos en este país no perecerá la libertad”. A mediados de junio la Constitución promulgada por la Asamblea Nacional el 29 de abril era la más clara expresión de la seriedad del gobierno de Bosch. Constaba de 176 artículos que resumían un profundo programa social, económico y político de reordenamiento del Estado. La Constitución de 1963 no es ejemplo de redacción o sintaxis, o hasta de ordenamiento metodológico, como lo son otras constituciones americanas o europeas, pero los objetivos señalados son precisos y definidos; constituyó un extraordinario avance para un pueblo que salía de un largo y oscuro proceso de rígida disciplina dictatorial en el cual el poder y la autoridad de una sola persona usurparon la soberanía popular. El 24 de junio, enfrentado el gobierno constitucional al proceso conspirativo y de desafío público al presidente al través de provocadores y agitadores radiofónicos y televisivos, disfrazados de comentaristas noticiosos y políticos, sometió al Congreso Nacional un proyecto de ley que creaba la primera zona franca no solamente de América, sino también del llamado mundo occidental. Bosch había recibido esa proposición de parte de un importante grupo de inversionistas orientales que le fueron presentados en Nueva York por Amadeo Barletta, rico empresario de origen italiano que había residido en la República Dominicana y que luego, por diferencias con Trujillo, se había visto obligado a abandonar el país, radicándose en Cuba y retornando a Santo Domingo después de la muerte de Trujillo. El segundo artículo del referido proyecto decía: “La zona franca de Puerto Plata tendrá como objeto facilitar a empresas nacionales o extranjeras el uso y disfrute de las facilidades del área aislada de la misma, para traer del extranjero materias primas y productos semimanufacturados, a fin de terminarlos, ensamblarlos o manipularlos por trabajadores dominicanos, sin los requisitos de las formalidades aduanales y sin pagar los derechos e impuestos aplicables [...]”.


Estas y otras leyes y disposiciones gubernamentales, precedentes y posteriores al mes de junio, no fueron tomadas en cuenta por los sectores económicos del país, obnubilados, mareados y enfurecidos por una prédica anticomunista, irrespetuosa y ridícula que se manifestaba cada día con mayor virulencia. Las organizaciones revolucionarias, Partido Socialista Popular ( psp), Movimiento Popular Dominicano (mpd) y el Movimiento Revolucionario 14 de Junio (14J), desde diferentes actitudes, hacían penosamente el juego a los enemigos del pueblo. Basta con ojear los periódicos de aquel momento para comprender hasta dónde se atrevieron los conspiradores en loca carrera frente a un gobierno civil, democrático, liberal, reformador y patriótico que aunque no podía llenar todas las necesidades del pueblo tenía, sin embargo, la representatividad de la inmensa mayoría de la nación que le había beneficiado con su voto en un sesenta por ciento, (60%). El conflicto haitiano vino más tarde a agravar la situación del gobierno de Bosch. A espaldas del presidente, las más altas autoridades militares de la nación, siguiendo instrucciones de oficiales estadounidenses, apoyaron los intentos de los enemigos del dictador François Duvalier de invadir el vecino país. Fue una falta grave del gobierno del presidente Kennedy: auspiciar una acción de esa naturaleza sin el conocimiento y el consentimiento del presidente de la República Dominicana. A partir de ese momento, por la denuncia internacional que Bosch presentó al pedir la reunión de la Organización de los Estados Americanos a fin de que se designara una comisión que investigara los hechos, quedó sellada la suerte de su gobierno. Cuando Bosch viajó a México invitado por el presidente de ese país para asistir, en septiembre, a las fiestas de la independencia, la suerte estaba echada. Junto a Bosch viajaron jefes militares de la más alta jerarquía comprometidos con los golpistas. En las primeras horas de la madrugada del 25 de septiembre de 1963, el agregado militar de Estados Unidos autorizó a un pequeño grupo de militares a deponer el gobierno del profesor Juan Bosch haciendo a éste prisionero en el Palacio Nacional, lugar al que había acudido conocedor de la trama que se estaba ejecutando. Admirable demostración de valor cívico que le dio estatura a su figura política. Fecha de infausto recuerdo en nuestra historia por las consecuencias inmediatas que tuvo para el destino de nuestro pueblo. El presidente Bosch fue detenido en el Palacio Nacional y, más temerosos que respetuosos, confundidos, los militares que habían ejecutado la acción bajo las órdenes del agregado militar de Estados Unidos, en realidad ignoraban, por sus limitados conocimientos políticos, de qué manera debían comportarse frente a este hombre digno e ilustre que había alcanzado el triunfo electoral el 20 de diciembre de 1962 con el apoyo del 60 por ciento de la población que tenía derecho al voto. Don Juan, como se le llamaba, con el valor que siempre caracterizó su vida, le hizo llegar al pueblo el día 26 de septiembre el mensaje siguiente: “Al pueblo dominicano: Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta. Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura. Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y a desarrollar su democracia con libertades humanas pero también con justicia social.

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”En siete meses de gobierno no hemos derramado una gota de sangre ni hemos ordenado una tortura ni hemos aceptado que un centavo del pueblo fuera a parar a manos de ladrones. ”Hemos permitido toda clase de libertades y hemos tolerado toda clase de insultos, porque la democracia debe ser tolerante, pero no hemos tolerado crímenes ni torturas ni huelgas ilegales ni robos porque la democracia respeta al ser humano y exige que se respete el orden público y demanda honestidad. ”Los hombres pueden caer, pero los principios no. Nosotros podemos caer pero el pueblo no debe permitir que caiga la dignidad democrática. ”La democracia es un bien del pueblo y a él le toca defenderla. Mientras tanto, aquí estamos, dispuestos a seguir la voluntad del pueblo. ”Juan Bosch ”Palacio Nacional, 26 de septiembre de 1963.” Las consecuencias inmediatas del golpe de Estado llevado a cabo por los sectores más reaccionarios de la nación contra el gobierno de Juan Bosch fueron sumamente costosas para el pueblo dominicano, no solamente en aspectos materiales, sino particularmente en vidas humanas. La rapidez del desarrollo de los acontecimientos a partir del 25 de septiembre de ese año le dio a nuestro país una imagen desconocida para la mayoría del pueblo, que a fin de cuentas comenzó a entender qué perseguían los auspiciadores e instigadores del madrugonazo y hacia dónde comenzaba a caminar el país, controlado por representantes de grupos sociales que eran insensibles a las necesidades más urgentes que reclamaban las grandes mayorías. Instalado el llamado “Triunvirato” en el Palacio Nacional, comenzaron a manifestarse las ejecutorias de desorden, corrupción y nepotismo que adornarían al gobierno usurpador durante sus 19 meses de mandato. Bosch había puesto en vigencia un plan de saneamiento de la economía del país. El mismo reveló que al asumir el poder encontró un déficit de 43 millones y medio de pesos (en ese entonces equivalentes a dólares), dentro del marco de un presupuesto de 176 millones de pesos. El Consejo de Estado, gobierno colegiado provisional cuyo único fin era organizar un torneo electoral dentro de las más serias y amplias garantías, dispuso alegremente de los bienes del Estado y contrajo compromisos económicos a los cuales no tenía derecho. Realmente había dejado el país en bancarrota. Bosch actuó con prudencia y seriedad hasta el extremo de que cuando fue derrocado, las reservas del Banco Central ascendían a más de treinta millones de pesos (realmente eran dólares que servían de respaldo a la moneda nacional). El Triunvirato hizo todo lo contrario a lo que había hecho Bosch. El autor del presente trabajo puede dar testimonio de un hecho vivido por él y su familia. El presidente Bosch había pedido a su secretario de Agricultura, Antonio Guzmán Fernández, que le recomendara un hombre honesto, trabajador y entendido en administración agrícola. Guzmán le llevó a mi padre, compañero de infancia tanto de Bosch como de Guzmán, en La Vega. Antiguo oficial del Ejército, institución en la que permaneció 22 años, fue sacado de sus filas en 1944 por órdenes expresas de Trujillo. Mi padre se fue a trabajar a Montecristi, en las plantaciones bananeras de la United Fruit Company, División Berlanga, conocida en nuestro país con el nombre de Grenada Company. Allí se hizo un experto en administración y cultivo de las fincas productoras de guineos. Cuando el Consejo de Estado


tomó la dirección política del país, en enero de 1962, las propiedades de la familia Trujillo quedaron definitivamente expropiadas. Mi padre, por recomendación del director de la Agencia para el Desarrollo de los Estados Unidos (aid), Williams Rogers, ingeniero norteamericano y antiguo compañero de trabajo de la Grenada Company, fue designado administrador del Plan Juma-Caracol, en Bonao, primer proyecto arrocero de importancia, financiado con fondos de la Alianza para el Progreso. Recomendado por Guzmán, Bosch lo designó administrador de Haras Nacionales, antigua Haras Radhamés, una gigantesca finca ganadera y de crianza de caballos del hijo menor de Trujillo, situada un poco más allá de Villa Mella. La finca era extraordinaria. Veinte mil tareas de pastos, agua, electrificada, ocho mil cabezas de ganado de primera calidad, potreros, establos, cincuenta caballos de gran calidad, comprados en Inglaterra, México y Estados Unidos, valorados en más de diez millones de dólares. Entre esos caballos había uno llamado Gun-Man, comprado a la Reina Isabel de Inglaterra por 500,000 dólares. El personal, incluidos veterinarios y empleados de oficina, era de más de cincuenta personas. Una hermosa y amplia casa con una piscina olímpica y un roof-garden (jardín de azotea) con capacidad para más de cien parejas. Un campo de softball con luces, césped y desagües y filtrantes, que pocos momentos después de las lluvias estaba listo para ser utilizado. Escuché a mi padre decir que el valor de Haras Nacionales estaba por encima de los veinte millones de pesos (es decir, veinte millones de dólares). Bosch fue derrocado el 25 de septiembre y mi padre fue destituido antes de transcurrir la primera semana después del golpe. Lo sustituyó un antiguo oficial del Ejército de apellido Grullón, que previamente había acusado a mi padre de “comunista” y “amigo de Bosch”. Menos de un año después, de toda aquella riqueza en vacas y caballos no quedaba nada. Las instalaciones de los establos, la bomba de agua de la piscina, las instalaciones del roof-garden (jardín de azotea), muebles, sillas de montar y las instalaciones eléctricas del play, habían desaparecido. La ola de saqueo y pillaje que se extendió por todo el territorio nacional no pudo ser detenida por nada ni nadie. El gobierno de facto, sordo e indiferente a las denuncias de ciudadanos y partidos políticos, estimulaba esa conducta propia de corsarios y piratas. Entre los objetos de valor desaparecidos estaban docenas de grandes cajones, con un total de 600 metros cúbicos, que el gobierno de Bosch había recuperado en Francia, los cuales contenían valiosas propiedades de la familia Trujillo, que en gesto de solidaridad el presidente De Gaulle había ordenado devolver al pueblo dominicano. Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional entraron en un rápido proceso de anarquía y desintegración cuando se dedicaron a negocios y tareas totalmente ajenas a sus funciones. Se llegó a crear una compañía por acciones cuyo fin principal era la importación de bebidas alcohólicas, manejada en su totalidad por oficiales de la Policía. El país comenzó a funcionar con una inversión de valores generalizada en todos los sectores de la vida nacional. La incapacidad y falta de conocimientos básicos en el manejo del aparato administrativo, económico y político del Estado era penosa. Desde el Poder Ejecutivo hasta los más insignificantes empleados públicos, el “relajo” y la “guasonería” campeaban por su respeto. Las consecuencias inmediatas del golpe de Estado las sufrió en carne propia toda la nación. Pero

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desde luego fueron los sectores más desposeídos los que cargaron con los más graves perjuicios. A fines de noviembre de 1963 se abrió otro capítulo de la historia política del país cuando el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, encabezado por su líder Manuel Tavárez Justo, inició un proceso insurreccional en diferentes regiones montañosas del país. Tavárez Justo, seguido de docenas de valientes y decididos jóvenes, en gran parte profesionales universitarios y miembros de importantes familias dominicanas, resolvió poner en ejecución un plan que se había elaborado con mucha antelación. En la más absoluta verdad histórica, el levantamiento guerrillero del 14 de Junio había sido planificado para llevarse a cabo durante el gobierno de Bosch. La dirección del 14J se dividió en relación con ese proyecto y muchos fueron sacados del país y enviados a Cuba, a realizar cursos de entrenamiento, mientras el sector que auspiciaba los planes del levantamiento coordinaba los detalles. Los preparativos de los catorcistas eran conocidos por los servicios de seguridad del Estado y por la Embajada de Estados Unidos. Bosch estaba enterado de todos los detalles de las actividades revolucionarias. Los planes insurreccionales eran de conocimiento público. Uno de los proveedores de armas, sustraídas de la fábrica instalada en San Cristóbal, de nombre Camilo Toderman, de origen alemán, era un informante de los servicios de seguridad estadounidenses. En los interrogatorios que le hicieron meses después, dijo a la Comisión de las Fuerzas Armadas que le requería, que los informes de sus contactos y negocios con los catorcistas los informaba a un agente de la embajada de nombre Toni Sileo, nombre ficticio desde luego, con el que se reunía en el consultorio de un prestante médico dominicano. Frente a una situación de esa naturaleza, el levantamiento revolucionario estaba condenado al fracaso. En los hechos fue así. Apenas un mes duró la acción de los catorcistas, en las montañas de Quisqueya. Docenas de hombres valientes, decididos, patriotas, entregaron sus vidas en un conmovedor sacrificio por el pueblo. Manolo Tavárez Justo y sus compañeros constituyen de manera inmediata el precio más elevado que costó al pueblo dominicano el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963. El más preciado tesoro de una nación son sus mejores hijos y con esa pléyade de valientes revolucionarios entregó nuestra patria, en ejemplo de sacrificio, parte profunda de su existencia, multiplicado a partir del 24 de abril de 1965.

Génesis revolucionaria En los meses finales de 1964 la resistencia política contra el gobierno del Triunvirato había llegado a su más alta expresión militante. Ese gobierno, en realidad, estaba integrado por dos personas, una de las cuales retenía la Secretaría de las Fuerzas Armadas, institución en el seno de la cual eran notorias las contradicciones de grupos y logias. En enero de 1965, amplios sectores conformados por los profesionales universitarios de entonces, abogados, médicos, ingenieros, arquitectos, odontólogos, pedagogos, así como sindicatos y organizaciones populares, rechazaban la permanencia al frente de la nación del sector más disoluto de la oligarquía nacional, que a todas luces llevaba al país a un profundo enfrentamiento político, social y militar. En ese mes, según informes que trascendían a oídos de los dirigentes de los gremios y asociaciones de profesionales universitarios, los dirigentes


del movimiento militar constitucionalista clandestino habían unificado criterios en relación con todos los detalles del golpe de Estado que se planificaba para reponer el gobierno constitucional del profesor Juan Bosch. Con esa intención, el coronel Rafael Fernández Domínguez, designado fuera del país en un cargo diplomático como agregado militar, había obtenido del Gobierno un permiso de entrada al territorio nacional de 48 o 72 horas. Durante su breve permanencia en su patria, Rafaelito, como lo llamaban todos sus relacionados y compañeros de armas, unificó las ideas y los planes que debían ser ejecutados. En una de esas reuniones, Fernández Domínguez convenció e incorporó al movimiento al coronel Francisco Caamaño Deñó, conocedor del valor personal y las condiciones de hombre de acción de su viejo amigo de infancia y compañero de armas. Caamaño Deñó llevaba a Rafaelito dos o tres años de edad, pero sus relaciones se remontaban a su niñez y juventud como hijos de militares de gran importancia e influencia del régimen de Trujillo. En la educación de ambos jóvenes, y particularmente en sus carreras militares, existía una singular coincidencia: llegaron a los rangos de oficiales superiores al margen de las actividades sociales de la familia Trujillo y de sus príncipes herederos, Ramfis y Radhamés. La incorporación de la figura de Caamaño Deñó le aportaba al movimiento un perfil de acción dadas las cualidades personales del coronel de la Fuerza Aérea Dominicana. En los primeros días de febrero apareció publicado en los periódicos El Caribe y el Listín Diario un extenso documento firmado por 2,500 profesionales en el cual se le hacía al gobierno de facto una severa crítica de su gestión al frente de los destinos políticos de la nación. En ese documento se precisaban innumerables actos de corrupción en que se había incurrido desde el Poder Ejecutivo y cómo el dinero del Estado era dilapidado en actividades demagógicas, que llevaban a la sociedad dominicana a un estado de disolución y descrédito como nunca lo había vivido. En él se hacía particular mención de la creación de una compañía privada para manejar, supuestamente, las cantinas de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Y se señalaban otras expresiones del desorden administrativo en que vivía la nación en la mayoría de las dependencias y organismos del Gobierno. Ese documento jugó un papel determinante en la decisión tomada por los oficiales constitucionalistas de derrocar el Triunvirato. Las críticas severas a la conducta del gobierno de facto realizadas por un sector de tanta influencia en la vida del país como los profesionales universitarios, expresión pensante de la comunidad y con incuestionable autoridad en el seno de una sociedad pequeño burguesa como es la República Dominicana, convencieron a los organizadores del movimiento militar de que no estaban solos en su actitud patriótica, que además de los sectores populares que sentían el peso de la crisis económica cada vez más agobiante y la represión constante de la Policía en los barrios más pobres, existía en las filas del sector profesional una firme actitud de repudio al gobierno ilegítimo. En mayo de 1964, Juan Bosch tenía organizado desde el exilio el movimiento militar constitucionalista que intentaría restablecer el gobierno constitucional presidido por él, junto con el teniente coronel Rafael Fernández Domínguez. En el sexto párrafo de la carta dirigida el 27 de mayo de 1964 al doctor Ramón Pina Acevedo Martínez, el profesor escribe: “En este

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momento nacional, el líder no puede ser un dirigente político sino el coronel que pueda lanzar soldados a la lucha”. Para finales de febrero y siguiendo las instrucciones de Juan Bosch desde Puerto Rico, un importante sector de la dirección del prd se había incorporado, sin conocer detalles del Movimiento Militar Constitucionalista clandestino, a las acciones públicas de rechazo al Triunvirato. Pocos dirigentes de esa organización tenían conocimiento de lo que se estaba haciendo: Rafael Molina Ureña, entre otros como los hermanos Espinal, Mundito y Manny, fungía de cabeza visible civil de la conspiración y representante personal de Juan Bosch en el país. Carlos Gómez, antiguo oficial de la Policía, joven, inteligente, activo y valiente, tenía en sus manos serias responsabilidades. Sería en abril una de las primeras víctimas de la contienda. En una situación común del escaso desarrollo político de las fuerzas de izquierda dominicanas, estas permanecían al margen de esos acontecimientos de tanta trascendencia que se desarrollaban en el país. Existían entonces tres partidos políticos revolucionarios: Movimiento Revolucionario 14 de Junio, Movimiento Popular Dominicano y Partido Socialista Popular. Desde un punto de vista cuantitativo el más importante era el primero, particularmente por la calidad humana de los hombres y mujeres que lo componían. La muerte de Manolo Tavárez Justo junto a un importante grupo de sus dirigentes en diciembre de 1963 había infringido un golpe mortal a la organización. En febrero de 1964, con su dirección nacional reducida, tenía un comité central inoperante que estaba representado por una comisión política integrada por cuatro miembros: Jaime Durán, Norge Botello, Roberto Duvergé y Juan B. Mejía. Aunque la dirección del movimiento fue informada en ese mes de los detalles de la conspiración militar, al parecer no dio crédito a las informaciones considerando que era imposible que del seno de las Fuerzas Armadas, integradas por oficiales formados durante el régimen trujillista, saliera un levantamiento con el objetivo de derrocar un gobierno apoyado por Estados Unidos. Los conceptos de “dominación y control del imperialismo norteamericano sobre todos los sectores importantes de la vida nacional” se habían convertido en un dogma que no admitía discusión, que normaba todas las actividades del movimiento revolucionario dominicano. Esa situación llevaba a las organizaciones revolucionarias a levantar de manera permanente las banderas del socialismo como paso inmediato del proceso político nacional. Esa conducta invariable se manifestaba en pronunciamientos públicos en los periódicos cuando Bosch y un sector de las Fuerzas Armadas organizaban un movimiento democrático para restaurar el gobierno constitucional de la República, elegido por la real y verdadera voluntad popular con más de seiscientos mil votos, gobierno que había puesto en ejecución un programa de reformas sociales, económicas y políticas que motorizaría el desarrollo e institucionalización de la sociedad. Fueron las medidas tomadas por el gobierno constitucional y la conducta pública de su presidente, la honestidad con que manejó los fondos públicos y la independencia con que actuó frente a los poderes extranjeros, el respeto a los derechos humanos y las libertades públicas lo que determinó con más razón después de su derrocamiento la profunda y amplia simpatía de los sectores populares y de la pequeña burguesía profesional y urbana hacia el gobernante derrocado. Esa simpatía ganó adeptos en las Fuerzas


Armadas en cuyas filas irrumpió la corrupción y el desorden por las luchas grupales y terminó convirtiéndose en solidaridad nacional con las gestiones que se hacían para deponer el gobierno de facto.

Comienza abril de 1965 Al llegar abril las condiciones políticas estaban dadas para el levantamiento militar. La fecha fue fijada para el lunes 26, pero por la vía de los funcionarios diplomáticos de Estados Unidos, el Gobierno se enteró de la conspiración. En la mañana del 24 de abril, el jefe de Estado Mayor del Ejército recibió órdenes de apresar a los oficiales coronel Álvarez Holguín y mayores Lora Fernández y Ramírez Sánchez. Cuando fueron arrestados, un grupo de complotados apresó a los jefes militares leales al gobierno y con su decisión dieron paso al comienzo de la revolución. El golpe de Estado para deponer el gobierno del Triunvirato, cuidadosamente organizado por los jefes políticos y militares del movimiento constitucionalista, fue abortado en la mañana del sábado 24, precipitando los acontecimientos dos días antes de la fecha señalada. Para el día de la acción se había acordado tener en territorio dominicano al líder político del movimiento acompañado por el fundador y líder militar. Juan Bosch y Rafael Fernández Domínguez debían arribar a San Juan de la Maguana o a Neyba, en la región Sur, donde estaba destacado como oficial comandante del Ejército Caonabo Fernández, hermano de Rafael. Un joven oficial, médico odontólogo, Gonzalo González Canahuate, había sido encargado de preparar una pequeña pista en la cual debía aterrizar el avión privado que traería desde Puerto Rico a las dos principales figuras del movimiento. No obstante la sorpresa del apresamiento de los jefes de las unidades militares destacadas en el Campamento 16 de Agosto, asiento de la Primera Brigada de Infantería, los conjurados destacados en las oficinas de la jefatura del Estado Mayor no vacilaron en dar cumplimiento al compromiso que habían contraído entre ellos, de actuar si alguno era arrestado por órdenes de sus superiores. Las confidencias y las denuncias de la conspiración habían llegado a conocimiento de los jefes del Gobierno, pero al principio no dieron crédito a los informes. En una oportunidad el jefe político del Triunvirato, Donald Read Cabral, hizo comparecer ante su presencia al coronel Hernando Ramírez, jefe del movimiento, que usaba el seudónimo de Enriquillo, y al interrogarlo en relación con su participación en la conspiración, el oficial actuó con mucha astucia y malicia y dejó convencido a su interlocutor de que no eran ciertas las denuncias que había recibido. Apresados el jefe de Estado Mayor, General Rivera Cuesta, y otros oficiales que lo acompañaban, los militares constitucionalistas, frente a la imposibilidad de comunicarse con el doctor Rafael Molina Ureña, enlace político de Juan Bosch y jefe civil en el país del grupo de conspiradores perredeístas, decidieron comunicarse con el doctor José Francisco Peña Gómez que transmitía el programa Tribuna democrática por Radio Comercial, junto a Manny Espinal y otros compañeros. El capitán Peña Taveras habló personalmente con Peña Gómez y le informó del apresamiento de los jefes militares del Triunvirato y de su decisión de enfrentar al gobierno de facto. Peña Gómez dispuso poner el himno francés La Marsellesa, cuyas notas atronaron las ondas hertzianas por varios minutos.

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Cuando se hizo silencio del sonido de las notas marciales del famoso himno, el doctor Peña Gómez anunció al pueblo dominicano que se había producido un levantamiento militar contra el Triunvirato por un grupo de militares en el campamento ubicado en el kilómetro seis de la carretera Duarte. Ese fue única y exclusivamente el contenido del anuncio del dirigente perredeísta. Cuando el autor del presente trabajo logró comunicarse con Radio Comercial con la idea de preguntar a Espinal qué sucedía realmente, el doctor Peña Gómez y las personas que lo acompañaban en la producción del programa habían abandonado la emisora. Entre las dos de la tarde del sábado 24 y las doce de la noche, la ciudad de Santo Domingo estaba sobrecogida de la sorpresa y el temor. A las siete de la noche, el doctor Donald Read Cabral compareció ante la nación por los medios de comunicación radiales y televisivos reconociendo que había un campamento en estado de rebelión. A las doce de la noche las tropas de avanzada del Campamento 16 de Agosto, unidades de infantería, comenzaron a entrar en la ciudad. A la una de la mañana del domingo 25, por la frecuencia de cincuenta kilos de la Onda Cultural de Radio Santo Domingo Televisión, frecuencia que antiguamente había pertenecido a Radio Caribe, se escuchó la lectura de una proclama militar que desconocía el gobierno de facto y llamaba al pueblo a apoyar el levantamiento militar. En las primeras horas de la mañana del domingo, la ciudad estaba tomada por las fuerzas militares constitucionalistas que recibían caluroso apoyo popular en todos los barrios y sectores. Todavía a las diez de esa mañana la dirección civil del movimiento constitucionalista guardaba una actitud pasiva. En el jardín de la casa del arquitecto Leopoldo Espaillat Nanita, ubicada en la avenida Bolívar esquina Leopoldo Navarro, el doctor Molina Ureña, acompañado de su asistente, el arquitecto Espaillat Nanita, esperaba informes del avance de las tropas insurrectas hacia el Palacio Nacional. Allí nos presentamos el doctor Ramón Blanco Fernández y el autor de este testimonio cuando Molina Ureña comunicaba al dirigente perredeísta Pei Pujols, vestido con traje militar, que él no entraría al Palacio mientras los miembros del Triunvirato estuviesen allí. Dijimos a Molina Ureña que lo que correspondía hacer era sacarlos de allí o apresarlos. Él nos autorizó a trasladarnos a la casa de Gobierno y conversar con el jefe militar de la avanzada que tenía rodeado el Palacio. La guarnición del Palacio no ofreció resistencia y cuando llegamos a las puertas de la avenida México, el coronel Francisco Caamaño Deñó y otros militares superiores estaban reunidos en medio de la calle. Caamaño Deñó estaba con una camisa de mangas cortas y un pantalón militar. Era el oficial de más alto rango de los que estaban presentes. Por las puertas de hierro caminaban hacia fuera del recinto palaciego el general Renato Hungría y otros oficiales del Ejército. Hungría se detuvo y dijo a Caamaño Deñó: “Francis, este momento es de ustedes los jóvenes, porque los viejos hemos fracasado”. Caamaño Deñó, con su habitual franqueza, le respondió en tono socarrón: “Ahora la responsabilidad es de los jóvenes porque nos echamos la vaina”. Los militares depuestos abordaron sus automóviles y se marcharon sin ser molestados. Los funcionarios de la embajada de Estados Unidos mostraron de manera inmediata su objeción al movimiento militar. El embajador Tapley Bennett estaba fuera del país y regresó en horas de la tarde del 25 de abril. A partir


de entonces se comprobó que la jefatura política del Partido Revolucionario Dominicano no solamente estaba fuera de la dirección del movimiento, sino particularmente que no existía entre ellos la menor unidad de criterio. Todo el peso de la responsabilidad recaía en Molina Ureña, quien trató de hacer lo imposible para que el control y la autoridad en la dirección del movimiento no se escaparan de sus manos. Pero quienes menos lo ayudaban en sus empeños eran sus compañeros de organización. Las vacilaciones y las dudas de los dirigentes perredeístas que desde el primer momento vinieron a respaldar el movimiento terminaron dando fuerza y agresividad a la resistencia de la embajada norteamericana que convenció a los jefes militares de la Aviación y del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas para que se opusieran al regreso de Bosch. El domingo en horas de la tarde ya se planteaba la formación de una junta militar. El lunes 26, diferentes comandos regionales del Ejército, en documentos públicos aparecidos en los periódicos El Caribe y Listín Diario, ofrecieron su apoyo al movimiento militar y al retorno al gobierno constitucional elegido el 20 de diciembre de 1962. Pero la oposición de la embajada, frente a las indecisiones de los jefes políticos del prd, se endureció de manera tal que terminaron advirtiendo al gobierno provisional de las consecuencias futuras. Por último, invitaron a Molina Ureña a visitar la embajada para discutir una salida a la situación. El traslado de los jefes civiles y militares al local de la embajada estadounidense fue un grave error político. Ese paso no debió haber sido dado nunca, pues demostró la incapacidad de los constitucionalistas para hacer respetar, por propios o extraños, un gobierno que representaba la única y verdadera voluntad popular, como se había expresado en las elecciones del 20 de diciembre de 1962, ratificada en esos momentos de abril de 1965 no solamente por el levantamiento militar de un sector mayoritario de las Fuerzas Armadas, sino también por las fuerzas vivas de la nación volcadas a las calles en apoyo del Movimiento Constitucionalista, cerrando filas con los soldados y en actitud de luchar en cualquier terreno para imponer su voluntad. La torpeza del embajador Bennett y de sus subalternos irritó e hirió la dignidad de los militares dominicanos qua abandonaron la sede de la embajada, la mayoría dispuestos a enfrentar las consecuencias. Confundidos, esa noche buscaron refugio en la embajada de Colombia y otras embajadas de América Latina. Así lo hizo también la mayoría de los dirigentes perredeístas. Pero en las primeras horas de la madrugada del 27 de abril, según nos relatara el coronel Caamaño Deñó, el coronel Montes Arache, jefe de los hombres rana de la Marina de Guerra, y otros oficiales constitucionalistas al escuchar los disparos de las armas de fuego que comenzaban a llenar la ciudad capital del lúgubre sonido de la muerte, decidieron “no dejar solos a los muchachos y al pueblo” y salir a enfrentar a los enemigos del retorno a la constitucionalidad. La decisión de Caamaño Deñó, Montes Arache y los demás jefes militares devolvió a las masas revolucionarias una valiente, capaz y enérgica jefatura militar que les imprimió confianza en la victoria de la justa causa que defendían. Con el certero instinto de los pueblos, los combatientes civiles percibieron que los militares constitucionalistas eran patriotas dispuestos a conducirlos, sin importar los riesgos o la calidad y el poder de sus enemigos, por los caminos que en ocasiones anteriores los habían conducido hombres

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como los republicanos y militares de 1844 o los restauradores de la República en 1863. La resistencia heroica del pueblo, que salió a las calles de Santo Domingo en apoyo a los constitucionalistas, dispersó las fuerzas de la Policía desplegadas en todos los barrios, y cuando el embajador Tapley Bennett y funcionarios civiles y militares de la embajada intimaron a un grupo de dirigentes militares y civiles del movimiento, muchos de los cuales buscaron asilo en embajadas latinoamericanas, el pueblo y la tropa quedaron en las calles enfrentando a unidades de la Policía dispersas que ofrecían resistencia por órdenes de la embajada estadounidense. El martes 27 en horas de la mañana el país amaneció sin gobierno porque el presidente provisional, Rafael Molina Ureña, que se había instalado en el Palacio luego de juramentarse, y otros importantes dirigentes del prd habían buscado asilo. El pueblo, soldados del Ejército y la Marina, combatían en diferentes lugares de la capital. En el transcurso de esa mañana abandonaron el refugio de las embajadas en las cuales habían pasado la noche diez o doce oficiales encabezados por el coronel Francisco Caamaño Deñó; se trasladaron a la Ciudad Colonial frente al parque Independencia e instalaron un puesto de mando, convencidos de que debían luchar en defensa de los principios que habían enarbolado, como el respeto a la Constitución y el retorno de Bosch a la Presidencia de la República. En las últimas horas de la tarde comenzó en el puente Duarte una batalla que se extendió cerca de seis horas, en la cual los soldados constitucionalistas bajo el mando de Caamaño Deñó y Montes Arache, apoyados por el pueblo, derrotaron a la Cuarta Brigada del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (cefa), considerada como una unidad élite del Ejército.

La segunda intervención norteamericana El 28 de abril en horas de la madrugada, contingentes de la 42 División Aerotransportada de la Infantería de Marina de Estados Unidos desembarcaron en territorio dominicano. El objetivo real y expreso era impedir que Juan Bosch, exiliado en Puerto Rico, regresara triunfador, en hombros del pueblo, a la Presidencia. Se inició entonces un episodio sin precedentes en la historia de América. Bajo el liderato de jóvenes oficiales de las Fuerzas Armadas, muchos entrenados en Estados Unidos, encabezados por el coronel Francisco Caamaño Deñó, un numeroso sector de soldados, marinos y policías y sectores populares se enfrentaron a los invasores, combatiendo con la firmeza y valentía que históricamente han demostrado los dominicanos, pueblo que ha sido “actor solitario de su historia”. Bosch, sorprendido por la precipitación abortada del movimiento, prácticamente prisionero de las autoridades estadounidenses, se quedó en Puerto Rico. Desde allí y luego de la victoria de la batalla del Puente Duarte, asumió la jefatura política del movimiento. Dos o tres días después de la instalación del comando militar, Bosch ordenó a Caamaño Deñó que asumiera la presidencia de la república en armas. En principio Caamaño Deñó opuso resistencia a la decisión de Bosch aunque luego, cuando don Juan explicó las razones de esa medida, aceptó con obediencia la designación que el líder había hecho. Por teléfono designó Bosch el gabinete de Caamaño Deñó e inmediatamente dirigió una dramática alocución al pueblo, en


la cual hacía referencia a que Charles de Gaulle, presidente de Francia, el último gran héroe vivo de la Segunda Guerra Mundial, “saludaba el heroico esfuerzo del pueblo dominicano por su independencia”. El coronel Caamaño Deñó se juramentó como presidente el 4 de mayo en una ceremonia celebrada en la puerta de El Conde, Altar de la Patria. Juan Bosch, patriota, símbolo del movimiento restaurador de la constitucionalidad, agigantó su figura defendiendo la soberanía y la dignidad de la nación dominicana. A sus gestiones y autoridad en el campo internacional se debe que ese proceso culminara, en cuanto a pérdidas de vidas y otros valores, sin los perfiles de un genocidio debido a las intenciones de los jefes estadounidenses de las tropas de ocupación y la firme decisión de los combatientes patriotas dominicanos. En el angustioso proceso que se extendió desde abril hasta octubre de 1965, el gran líder jugó un papel estelar como defensor de la supervivencia de su pueblo. En conversaciones sostenidas con el jefe del Consejo Nacional de Seguridad, McGeorge Bundy, representante personal del presidente Lyndon Johnson, discutió un acuerdo que arribó a las siguientes conclusiones: Juan Bosch no sería presidente de la República en ese momento, aunque su compañero de partido escogido por él, Antonio Guzmán Fernández, que había sido ministro de Agricultura durante su mandato, asumiría la presidencia provisional quedando vigente la Constitución de 1963 y en funciones el gabinete que había seleccionado Bosch para colaborar con el coronel Caamaño Deñó. El ministro de las Fuerzas Armadas, capitán de navío Montes Arache, sería sustituido por el coronel del Ejército José A. de León, en ese momento agregado militar en Estados Unidos. McGeorge Bundy, uno de los funcionarios de más nivel intelectual del Gobierno estadounidense, viajó a Santo Domingo en un avión de la Fuerza Aérea de su país, acompañado del coronel Fernández Domínguez, fundador y jefe de los militares constitucionalistas, enviado personal de don Juan y el excoronel español Enrique Herrera Marín, con la orden personal de Bosch de llevar al conocimiento del presidente Caamaño Deñó y la jefatura civil y militar constitucionalista, el acuerdo a que se había llegado. Bosch envió a Fernández Domínguez porque era necesario un emisario de esa categoría como hombre de su absoluta confianza, conocido y respetado por los combatientes. Caamaño Deñó, Fernández Domínguez, Jottin Cury, Antonio Guzmán Fernández, McGeorge Bundy y otros miembros del gabinete y colaboradores civiles y militares del presidente Caamaño Deñó se reunieron el 16 de mayo en el antiguo local del Partido Dominicano en la avenida George Washington, y Bundy se despidió de Caamaño Deñó y Antonio Guzmán diciendo a este último que regresaba a Washington para comunicar al presidente Johnson lo pactado. Bundy felicitó a Guzmán como próximo presidente de la República. El emisario arribó a Washington en las últimas horas de la noche de ese día y el acuerdo a que se había arribado con Bosch fue rechazado por el subsecretario de Estado, encargado de los asuntos de América Latina, Thomas Mann, quien era uno de los funcionarios de un grupo del gobierno conocido como “los halcones”. Mann, con relaciones de amistad con personajes de la vida económica y social de Santo Domingo, gestionó personalmente la recomendación de una persona importante para que ocupara la presidencia provisional has-


ta la celebración de elecciones en un período de un año. Jimmy Pastoriza, influyente hombre de negocios, le sugirió el nombre de su cuñado, Héctor García Godoy, a quien las tropas estadounidenses bajo el nombre de Fuerza Interamericana de Paz (fip), integrada por pequeños contingentes de países de América Latina gobernados por dictaduras, impusieron por vía de la violencia. Esa decisión provocó la renuncia de McGeorge Bundy y su alejamiento definitivo de la vida política. Bosch regresó a Santo Domingo y aceptó participar en las elecciones organizadas por Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (oea), desacreditada por su papel de instrumento colonialista de los estadounidenses. Don Juan estaba convencido de que si no participaba en esas elecciones las tropas de los Estados Unidos permanecerían largo tiempo en territorio dominicano. La intervención ordenada por el presidente Johnson había demostrado que su único objetivo era impedir el retorno de Bosch a la presidencia y su estilo de gobernar. En mayo de 1966 fueron celebradas las elecciones y el candidato de los estadounidenses, Joaquín Balaguer, heredero político de Rafael Trujillo Molina, “ganó” las elecciones organizadas, dirigidas y amañadas por el aparato político que Estados Unidos había estructurado en el país. Organizaron también una estructura clandestina criminal y represiva con oficiales y soldados criollos, que asesinó docenas de combatientes constitucionalistas, civiles y militares. Impuesto el gobierno a la conveniencia del mandato imperial del Coloso del Norte, en autoexilio Bosch se radicó en España, donde se dedicó al estudio de la historia dominicana y a producir en el género de ensayo, dos obras trascendentales: Composición Social Dominicana y De Cristóbal Colón a Fidel Castro: El Caribe, Frontera Imperial. Euclides Gutiérrez Félix nació el 21 de mayo de 1936 en Santo Domingo. Ejerció el magisterio 41 años, en todos los niveles de enseñanza del país, 26 de estos como profesor de Historia y Periodismo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo; abogado, periodista, fundador, junto a Juan Bosch y otros dirigentes del pld, de Vanguardia del Pueblo. Historiador y autor de varios libros, ha sido columnista de diferentes periódicos. Fue senador de la República hasta agosto de 1961 y ministro encargado de Interior y Policía a partir del 19 de mayo de 1965 del gobierno constitucional de la república en armas, presidido por el Coronel Francisco Caamaño Deñó.



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