Jeannette Miller no22

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engo que volver a revisa~ unos documentos para mI nuevo libro", es lo primero que dice Jeannette Miller mientras toma asiento frente a su escritorio. Esa oración puede servir de retrato para una de las escritoras dominicanas más polifacéticas e infatigables de nuestro entorno. Nacida en 1944, en Santo Domingo, en un ambiente rodeado de mujeres, se ha dedicado a expresar, registrar y cuestionar gran parte del arte y de la realidad dominicana. De finales de los sesenta a la época actual, Jeannette Miller ha venido acumulando una diversa bibliografía que va desde la poesía hasta monografí as de historia del arte, pasando por narrativa, estudios gramáticos y ensayísticos. Obras que en su mayoría han sido premiadas, reeditadas y traducidas completa y parcialmente a varias lenguas. Pero, sobre todo, que son consultadas a diario por intelectuales y que han influido en generaciones posteriores de poetas e historiadores de arte. Obras de poesía como Fichas de identidad/Estadías (1985); de artes plásticas como Fernando Defilló (2000) o Importancia del contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano (2007); de narrativa como Cuentos de mujeres (2002) o La vida es otra cosa (2005). Esta multiplicidad se puede apreciar en los estantes que abarrota n su estudio cercano a la Feria, en Sa nto Domingo, donde esta entrevista tiene lugar. En un extremo se distingue un estante con volúmenes de poesía y narrativa, mientras en el otro se distinguen volúmenes de artes plásticas, arquitectura, antropología, etcétera. Es como si de alguna manera la división de los estantes reflejara ambos hemisferios

del cerebro de J eannette Miller: el izquierdo inclinado por la creación y el derecho por la investigación. Al igual que su obra, la vida de Jeannette Miller guarda una estrecha relación con nuestra reciente historia cultural y social, historia que empieza en su casa como hija del destacado escritor dominicano Fredy Miller y que se enriquece a medida que pasan los años y se relaciona con grandes poetas e intelectuales, tales como Franklin Mieses Burgos, Jacques Viaux, Miguel Alfonseca, René del Risco Bermudez y María Ugarte, y participa en mo vimientos estéticos, civiles y revolucionarios de los sesenta. En 2007, recibió el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo LeónJimenes por el ensayo Importancia del contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano. En el 2006 la editorial Alfaguara

nette Miller es muchas cosas, todas auténticas ... ". Observándola hablar sin parar desde el otro lado del escritorio, me percato de que el poeta tenía toda la razón . EIllpeceIllos hablando de su padre, Fredy Miller Otero, excelente escritor y poeta de Illediados del siglo pasado. Según tengo entendido, fue asesinado cuando usted era adolescente. ¿Fue él una influencia decisiva en su literatura? ¿Se puede referir a la relación con su padre? Después de cierto tiempo, he reflexionado y me he dado cuenta de que sí, mi padre fue una influencia decisiva en mi escritura. Dicen que uno va aprendiendo las cosas a través de los hechos, de la práctica, de la experiencia, y yo desde pequeña

"Sielllpre va a haber buenos y lIlalos, falsos e ingenuos. Yo particularlllente prefiero a los ingenuos, a los tontos ... "

publicó su novela La vida es otra cosa (2006), que recibió reseñas elogiosas y donde se puede leer pasajes como este: "Por eso es que ya las yolas no llegan a Puerto Rico . La mala suerte no las deja avanzar. Yo misma vi en medio de la noche las luces de puertorro, y por más que remaban la yola no avanzaba, se quedaba en el mismo lugar". Hace varios años, en el prólogo de uno de sus libros, el poeta Manuel Rueda escribió: "PorqueJean-

lo veía escribiendo; él tenía una máquina Underwood de esas clásicas y escribía muy rápido. Me gustaba verlo sentado ahí con las manos volando sobre el teclado, deteniéndose a veces para leer lo escrito, ajustándose los lentes. Y yo me embebía en ese mundo sin entender todavía lo que era el oficio de escribir. Luego le preguntaba cosas relativas a las asignaciones escolares y él siempre me explicaba como si yo fuera una adulta. Tanto así que la gente

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le decía: "Fredy, ella es una niña. ¿Cómo le estás dando esa explicación?". Y respondía: "No, ella lo comprende; tú verás que no se le va a olvidar". Y algo que nunca olvidé fue cuando me dijo: "Mira, si a ti te gusta escribir, tienes que aprender a no repetir una palabra en una página. Búscale una alternativa, un sinónimo, o cambia la frase". Las primeras lecciones de redacción fue él quien me las dio. Realmente, la imagen que yo conservo de él es más bien la de un amigo o un maestro. Porque él no vivió con nosotras sino hasta que fuimos adolescentes. Cuando digo nosotras, me refiero a la familia formada por su madre Julieta Otero y sus tres hijas. y es que él tenía una personalidad bastante libre. Cuando yo tenía 11 o 12 años, él decidió vivir con nosotras y se quedó en la casa. Yo me sentaba a acompañarlo mientras comía antes de que se fuera al trabajo. Llegaba como a la una y a las dos se iba de nuevo. Cuando se marchaba, yo me quedaba eri la galería y lo veía alejarse de espaldas. Esa fue la última imagen que tuve de él, porque después de ese 5 de mayo de 1959, ya no regresó. Fue asesinado por el régiInen trujillista. Fue el 5 de mayo de 1959. A él ya le habían advertido, porque cuando se bebía dos tragos, se le soltaba la lengua y comenzaba a acabar con el régimen de Trujillo. Dicen los que bebían con él que cuando empezaba a hablar se iba formando como un círculo vacío a su alrededor, porque todo el mundo se iba de donde él estaba. Y es que nadie quería ser partícipe de ese tipo de comentarios. Y un amigo

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que formaba parte de los estamentos del Gobierno, le dijo: "Fredy, no salgas de noche ni cometas imprudencias, porque te tienen en la mira". Y la verdad fue que ese día salió y no volvió. A la caída del régimen de Trujillo tuvimos las versiones de cómo fue: que él salió en el bote como hacía todos los días y había órdenes de no salir, pero él salió, y desde San Isidro dieron órdenes de que ametrallaran el bote, e incluso nos dieron el nombre del piloto que tuvo que cumplir la orden, pero cuentan que esa persona se sintió tan mal que cuando regresó parecía como un loco. Lo que muchos no saben es que junto a mi padre iban su novia, una tía y dos sobrinos de ella; es decir, que fueron cinco los muertos. Hoy hablo de eso y, gracias a Dios, no guardó rencor. Veo a esas personas que no tenían otra alternativa sino cumplir órdenes como otro tipo de víctimas del régimen, pues si no las cumplían, tenían que pagar con su vida. ¿Podría hablar un poco del legado de la obra de su padre? A mí me resulta cuésta arriba hablar de la calidad que pueda tener la obra literaria de Fredy Miller porque yo soy su hija; soy parte interesada. Pero he visto que escritores como Marcia Veloz Maggiolo, como Ángela Hernández, como Miguel de Mena, no sólo han escrito de él de manera laudatoria, sino que lo consideran como uno de los narradores más importantes de su época. Según dice Marcia Veloz, él es de los primeros en tratar el paso del campesino a la ciudad. Actualmente la mayoría de los campesinos emigran a la ciudad, pero en la dé-

cada de 1950 no era asÍ. Los temas de sus cuentos eran sobre domésticas (María Lunera) o campesinas que se prostituían para darle comida a la familia, o un sereno que recordaba su vida en el campo; y así creaba una polarización entre la belleza del recuerdo de las experiencias rurales y el infortunio de la vida citadina. Él trasladaba a sus cuentos, utilizando cambios de tiempo y situaciones, que, en ocasiones recordaban los trabajos de los surrealistas. Yeso se ve también en el manejo del absurdo de algunos de sus poemas. Sí, otros han dicho que él es un excelente escritor, y yo hasta hoy no me había permitido decirlo. En sus inicios, eInpezó eSCrIbiendo sobre todo de poesía. Incluso hay un poeIna donde Inenciona a Franklin Mieses Burgos y aJuan Francisco Sánchez. Juan Francisco Tongo Sánchez (que fue decano de la Facultad de Letras, un hombre con una cultura inmensa) fue mi mentor en cuanto a mi carrera literaria. Era una esp ecie de tío postizo, porque mi abuela en segundas nupcias se había casado con Fernando Sánchez Maggiollo, a quien siempre conocí como mi abuelo. Recuerdo que Tongo Sánchez me dijo: "Los libros que tú te tienes que leer son estos". y me dio una lista que iba desde los griegos hasta la actualidad. "Ahora bien - me aclaró- , cuando tú abras uno y no te guste, déjalo ahí y no te lo leas. Porque sobre todas las cosas la lectura es un placer. Si no te gusta el libro, para qué vas a leerlo". Franklin Mieses Burgos es una de las figuras claves en mi vida. Teníamos una gran amistad.


Él decía que teníamos un puente como seres humanos. La gente no entendía cómo, con esa diferencia de edad, podíamos ser amigos y hablar de temas que nos interesaban. Recuerdo que vivíamos cerca, porque yo estaba en unos apartamentos que quedaban al final de la Noel, casi frente a la catedral, y él vivía en la Espaillat. Así que todas las noches él iba y caminábamos la Noel o la calle El Conde, desde el parque Colón hasta el parque Independencia, ida y vuelta, y todo el tiempo era hablando de literatura nacional e internacional, y también de temas cotidianos. Él fue el primero que me dijo que mi papá participó en las lecturas del movimiento la Poesía Sorprendida, aunque nunca fue miembro porque su temperamento no era para eso. Ambos eran amigos y se admiraban mucho.

Yo veía en Franklin Mieses Burgos y en Juan Francisco Sánchez a dos grandes amigos. Ellos me apoyaron mucho como escritora y, al faltar mi padre, fueron como una especie de sustitutos: se solidarizaron conmigo, me motivaron a escribir, a que fuera a la universidad, a que estudiara Letras. Por eso los menciono en el poema "Yografía". De su obra poética, Manuel Rueda escribió: "El libro de ]eannette Miller, en caInbio, es una experiencia eIninenteInente personal, anti-poética y anti-prosística, ya que parece. escrito con el propósito de que no se encasille, casi al correr de la pluIna, COInO si con una Inirada atrás pudiera sobrevenirle la destrucción". Al leer los poeInas, Inuchos años después de Manuel Rueda, sigo

observando esto. ¿CÓInO se siente al releer esos poeInas? Manuel Rueda presentó Fichas de identidad, un libro que tiene en la parte de atrás otro llamado Estadías y que publiqué en 1985, pero las palabras que citas se refieren a Fichas de identidad. Sí es verdad que esos poemas fueron escritos con una intención destructiva, devastadora, antipoética, porque son producto de una época en la que triunfaba la mediocridad, el dar la mano a torcer, el deponer los ideales. O sea, aquella generación que en los sesenta creyó poder cambiar el mundo declinaba ante el poder, ya no de la dictadura, sino de los nuevos patrones de vida que entronizaban el poder y el dinero como los elementos requeridos para considerarte triunfador. Ese desencanto profundo, ese sentido bloqueador de la derrota fue volcado en esos poemas, que pretendían subvertir la forma y hacer de lo coloquial un elemento en que el manejo de la estructura, con un tono de diálogo cotidiano, hablara de las cosas que a uno se le caen encima a diario. Algo que me ha dado mucha satisfacción es que esos poemas estén vigentes hoy día. No hay nada mejor que constatar que las nuevas generaciones realmente se interesan por lo que has hecho. Es cierto, su poesía no ha envejecido. Por ejeInplo estos versos de esa época: Y quisiera / vivir en un país sin Inodas, cOInpetencia / sin tener que teIner por la cOInida / sin que Ine utilizaran para el sexo / sin creer que soy libre porque / disputo a un pendejo su faIna de poeta o de pintor

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/ o qué caralllba. Cualquier poeta o artista joven de hoy en día se sentiría identificado con esto. Eso es porque nos desenvolvemos entre seres humanos y todas esas triquiñuelas, falsedades y engaños se repiten en el tiempo porque son características humanas particulares, en cierto modo, arquetípicas. Siempre va a haber buenos y malos, falsos e ingenuos, etc. Yo particularmente prefiero a los ingenuos, a los tontos ... Y se lo digo a mis hijos, que mejor los cataloguen de tontos con una "p" enorme, es decir, que mejor los cataloguen de pendejos, que de tígueres, llevándose el mundo por delante con un cuchillo en la boca. ¿Sigue escribiendo poesía? Sí, incluso tengo proyectado publicar un libro de poemas que se encuentra en proceso y al que sólo le falta el nombre. ¿Cuáles han sido los poetas que lllás le han influido? Pablo Neruda, García Larca, Vicente Huidobro, Jaime Sabines, Rosario Castellanos... De los domImcanos: Altagracia Savinón, Franklin Mieses Burgos, Freddy Gatón Arce ... Por supuesto, podría decir muchos más. Puede abundar un poco sobre la generación de los sesenta. ¿CÓlllO fue su relación con René del Risco Berlllúdez, Jacques Viaux y con Miguel Alfonseca? La Generación del 60 fue el único grupo literario al que yo pertenecí. Luego este grupo se metamorfosea en Arte y Liberación, más adelan-

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te en El Puño, y hasta ahí llegó mi participación. Fueron miembros importantes dos personas que aunque no fueron nuestros coetáneos aportaron mucho en madurez y experiencia: Ramón Francisco y Marcia Veloz Maggiolo. Estábamos sumamente unidos y solidarios. Miguel Alfonseca, Grey Coiscou, René del Risco,Jacques Viau,Juan José Ayuso, Antonio Lockward, Armando Almánzar, Iván García, yo ... También participaban artistas visuales como José Ramírez Conde Condecito, José Cestero, Ramón Oviedo y muchos más. Ahí había un aprecio y un continuo intercambio. Cada semana nos reuníamos y todos llevábamos algo para leer; luego se producían las críticas de los otros. Y aunque a veces eran fuertes, siempre eran sanas, bien intencionadas. Recuerdo que el primero que se iba le decía al resto: "En sus bocas quedo ... " en un tono jocoso. Nunca hubo malentendidos ni

agresividades. Al contrario, éramos como hermanos. Si hay entre ellos una persona que debo señalar como un mentor joven ese fue Miguel Alfonseca. Me iba a buscar para las reuniones y siempre me llevaba libros. René del Risco vino un poco después porque era de San Pedro de Macorís, pero desde que se integró se convirtió en una figura clave. Pero mi mayor amistad fue con Miguel y Jacques Viaux; Jacques era un ser humano que no encuentro palabras para definir. Tenía una cultura inmensa y un corazón del tamaño de la isla. Todo ese grupo de gente que participó en las jornadas de los sesenta y vivió el espíritu de esa época, un espíritu de cambio, de búsqueda, de honestidad, de sacrificios y de ideales, puede darse por satisfecho. Hablelllos de su carrera COlllO crítica e historiadora del arte. El año pasado ganó el Pre-


mio N acional Feria del Libro Eduardo León Jimenes (2007) por el e nsayo bnportancia del contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano . Desde principios de los setenta, ha v enido publicando artículos y monografías sobre los grandes artistas plásticos del p aís. ¿Cómo empezó ese inter és por las artes plásticas? La primera persona que me sugirió que escribiera de arte fue Ramírez Conde, Condecito, el pintor y muralista, cuando estábamos en Arte y Liberación y yo iba a las exposiciones y comentaba con él las obras. Luego me lo propuso don R afael H errera del Listín Diario y yo le contesté: "No, don Rafael, eso no es lo mío". Con el paso de los años, en el setenta y pico, Fernando Peña Defillo, que no sólo es un gran pintor, sino también un intelectual con una vasta formación, estaba haciendo la crítica de arte para el suplemento de El Caribe que dirigía María Ugarte, de quien yo era buena amiga, y un día me dijo que ya no podía seguir escribiendo, porque "uno no puede ser juez y parte", y no agregó nada más. A la semana recibí una llamada de M aría Ugarte diciéndome: 'Jeannette, estoy esperando el artículo de esta semana". Yo le respondo: "¿Qué artículo?". y ella agrega: "Fernando me dijo que usted iba a hacer la crítica de arte, que ya lo acordaron". ¿Y cómo yo le iba a decir que no a María Ugarte, que es un a de las personas que más admiro, de quien recibí lecciones de cómo escribir para un periódico y a deslindar lo que es creatividad de lo que es información objetiva? D esde entonces he escrito sobre arte como

nunca imaginé que lo haría, con una tendencia más hacia lo histó rico que a lo crítico; más al registro que a lo interpretativo. ¿Qué le parece el estado de las artes plásticas en el país? Mira, yo entiendo que en este país, en todos los renglones de creatividad hay excelentes artistas. El problema es la competencia entre nosotros mismos. Principalmente en artes visuales, que es un medio donde tú puedes vender y te pueden pagar bien por este cuadro o esta escultura. Entonces ya esa obra de arte se convierte en objeto de mercado y ese mercado muchas veces actúa como una retranca para la creatividad. Surgen celos entre los artistas y muchos que entran al arte lo hacen buscando un medio productivo y no como necesidad de manifestar su interioridad, su visión del mundo. A mí nunca se me olvida que hace más de diez años yo le comenté a ese gran artista que es Ramón Oviedo: "Teniendo tú esa obra tan contestataria, tan fuerte , tan cuestionante, has logrado que te la compren", y él me contestó: "A mí lo que me preocupa es pintar bien y pintar lo que quiero decir; si a la gente le gusta que lo compre, y si no le gusta que no lo compre. Yo pinto lo que me gusta pintar. Yo no pinto para agradar a nadie". La ausencia de esta convicción puede llevar a quienes no piensan así a dejarse atrapar por el éxito económico, entonces caen en la repetición de los cuadros que tienen mayor demanda y terminan convirtiéndose en artesanos. Ahora volvamos a la literatura. En 2002 retorna a la litera-

tura con el volumen Cuentos de mujeres. Lo has dicho muy bien. Se trata de un retorno a la literatura. Mucha gente cree que en el título la preposición " de" significa que se trata de cuentos sobre mujeres, pero realmente se trata de cuentos hechos por muj eres. Porque la foto de la viejita que sale en la portada es de una tía abuela mía, Genoveva Otero Damirón, que vivía sentada en una mecedora, ejerciendo su enorme capacidad de contar. Yo le debo a ella esa fascinación por el cuento, por el contar. El título viene por eso. La gente pensó que era algo así como un título feminista, pero esa no era la intención. Y el libro pegó. Cuando lo publiqué, pensé que iba a ser lo último que iba a sacar impreso antes de morirme. En 2006 publica con la editora Alfaguara la novela La vida es otra cosa, obra con la que gana una importante mención en el Premio de Internacional de Novela de Casa de Teatro. En el acta de la premiación los jurados explican que ofrecen la mención a la novela "por su acertada conjugación de estructura y lenguaje en una obra que ofrece un abarcador y práctico panorama de la sociedad dominicana actual". Se trata de su primera novela. Sin embargo, en un artículo sobre la novela, Marcio Veloz Maggiollo dice que esta nace veterana. ¿Cuánto tiempo le tomó elaborar la interesante estructura de la novela y todo el contenido? Cerca de un año. Yo escribí esa novela muy rápido y es que ya la tenía

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en la cabeza. Recuerdo que antes de ser publicada la leyó un amigo mío y me dijo: "Yo no sé si es una novela, pero me la leí de un tirón"; se refería a la estructura, donde aparece cada personaje con su historia y al final todos se entremezclan con la cuestión de la yola. La tragedia les ilTIprilTIe roles a cada personaje. Pero si hay algo que tiene la novela es la redención de sus personajes principales. Sin elTIbargo, el capítulo final nos recuerda una tragedia griega. ¿Puedes COlTIentar un poco ese capítulo final? Esa es la palabra. Tragedia. Exacto. La novela fue realizada como si se tratara de una tragedia griega. Es en ese momento que todos los personajes se entrelazan, en que todos los monólogos convergen y se encuentran en la playa, a la vera de una yola que se llama Partenón. Y es en ese momento cuando la novela se vuelve teatro, las olas suenan como coros, y una pequeña luz proveniente del fondo de la yola ilumina los rostros asustados de los viajeros ilegales al igual que las candilejas de antaño. Y si te fijas, más que diálogos yo fui utilizando monólogos con cada personaje, hasta que llegan al momento de la síntesis final. Hay un verbo que estaba lTIuy de lTIoda en los sesenta, pero que para esta época, lTIuchos literatos titubean al utilizar. Me refiero a denunciar. Al leer la novela, lTIe doy cuenta que sin descuidar los aspectos estéticos, la novela tiene una carga lTIuy fuerte de denuncia de la sociedad dOlTIinicana en

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todas sus capas. ¿Considera que la literatura actual adolece de esa carga de crítica y de denuncia social? La literatura actual, que muchos llaman literatura light, está mayormente enfocada hacia lo erótico y la violencia. Debo aclarar que hay excelentes novelas en estos renglones, pero yo me refiero a aquellas que se escriben como una fórmula garantizada para el éxito. Incluso la imagen de portada y el título se manipulan para que llame la atención en este sentido. El promedio son cuentos y novelas que no se sostienen y que, a veces, aun dentro de esos renglones resultan simplo nes, evidentes y aburridos. Naturalmente, a mí no me interesa ese tipo de literatura. La vida es otra cosa es una novela social que pretende ser una denuncia del deterioro humano y social que se ha llevado a cabo en nuestro país, cimentado en el tráfico, la impunidad y la violencia desde la primera intervención norteamericana en 1916 hasta hoy. Pretende ser una síntesis aleccionadora del siglo xx dominicano y está escrita para la juventud como una manera de que tomen conciencia de lo que sucede y puedan, a partir de sus propias experiencias, crear elementos de defensa y solidaridad, que les permitan en el futuro ser ciudadanos de un país mejor. Hay una nostalgia por las utopías en la novela. Eso se nota en el personaje de Lurdes, que durante su juventud fue de izquierdas y que decide irse a vivir a Vengan a Ver y trabajar de profesora en la universidad, asulTIiendo una identidad con proporciones

religiosas y lTIísticas. ¿Qué siente que perdura de los sesenta? En el personaje de Lurdes permanecen de los sesenta los mismos ideales de solidaridad y justicia a los que sus experiencias posteriores han agregado la voluntad del perdón. No creo que sus ideales hayan cambiado, prefiero creer que se enriquecieron con la fe y la entrega al servicio de los más necesitados como manera de encontrarle sentido a la existencia y poder combatir las situaciones horrorosas e inhumanas de las que es testigo cada día. De su gran fe en Dios, que como bien dijiste tiene ribetes místicos, Lurdes saca la fortaleza para sobrevivir y sembrar el bien en ese territorio de tráfico y ultraje donde ha escogido vivir. ¿ActuallTIente en qué proyecto se encuentra trabajando? Estoy trabajando en varios proyectos: una historia de la fotografía dominicana, un libro de cuentos, un libro de poemas y una novela que interrumpí para escribir La vida es otra cosa. Cada día le pido a Dios que me ayude a llevar a cabo estos proyectos con verdad, justicia y creatividad, y más que nada que me permita reconocer el momento en que deba dejar de escribir, porque si me llevo de mí no pararé nunca. Frank Báez es poeta y narrador. Ha publicado Jarrón y otros poemas, además de una serie de cuentos, poemas , ensayos y traducciones, tanto en revistas nacionales como internacionales. Es editor de la revista de poesía Ping Pongo Es técnico del Instituto de Opinión Pública (inop) de Funglode.


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