35 1ra. Época. Mayo - Agosto 2018. Núm. 35
EDITORIAL Querido Lorenzo:
Índice
Han transcurrido casi 10 años desde que la vida te hizo tomar otro camino. Qué ironía, después de tantos miles de pasos en tu andar…pero esto del tiempo me parece un juego, porque a veces creo que tan sólo ha transcurrido un sabático del que regresarás en cualquier momento. Antes, todo parecía poseer un cierto encanto. Recuerdo que tu mañana empezaba cuando dejabas de silbar tu melodía al abrir la puerta de tu cubículo; y la mía, cuando festejaba contigo alguna ocurrencia propia de un lunes tempranero.
• Editorial • Artículo - La rueda y la vela en Mesoamérica, por Lorenzo Ochoa Salas
• Efemérides - Marcia Castro Leal Espino, Franz Boas, Matthew William Stirling.
• Noticias - Fernando Nava López - Yolanda Lastra - Marcela San Giacomo
• Ex-libris
En ese entonces tenías el poder de caminar grandes distancias, leer, revisar y corregir, al mismo tiempo, varios artículos propios y ajenos, acumular una semana sin dormir antes de asistir al ICA o al SMA, para luego cabecear furtivamente en una junta tediosa, para después despertar con entusiasmo tras una taza de café. Y no es que fuéramos muy jóvenes, sino que ya habíamos cumplido con una buena dosis de compromisos universitarios que nos permitían tomar el tiempo con merecida arrogancia. Aún recuerdo aquellas frases glosadas del español coloquial al inglés, un idioma que desde luego no hablabas, y que por lo mismo la sintaxis inglesa te era divertidamente igual que en español: Put some chili in my taco, traducía según tú, “Enchílame otra”, Those fleas don’t jump in my grassmat, equivalía literalmente a “Esas pulgas no brincan en mi petate”; inventos tuyos que nos arrancaban carcajadas y nos abrían unos instantes de esparcimiento.
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- Lorenzo Ochoa Salas
Mtro. Lorenzo Ochoa Salas. Fotografía Rafael Reyes Ojeda
Un día, cerca de las 10:30 de la mañana, te escuché reír desde las escaleras. Ni siquiera abriste tu cubículo. Llegaste al mío y me dijiste: “I came late because there were many highs Insouthpeople”. Como me tardé en reaccionar, procediste a la traducción inmediata: “Llegué tarde porque había muchos altos en Insurgentes”, y así acabamos ese prefacio, cada uno en su propio cubículo, enjugándonos las lágrimas. Hoy el Instituto ya no tiene color, ni ese aroma delicioso a cemento mojado, ni escuchamos las voces de “Radiopasillo”. Se ha instalado un silencio de incertidumbre. Todos, bueno casi todos, sobre todo los viejos, nos guardamos en nuestra cotidianidad, buscando entender cómo transcurre el tiempo y cómo podemos robarle un día más… a cuenta de nuestros recuerdos. Patricia Martel Díaz-Cortés Abril de 2018
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