37 1ra. Época. Enero - Abril 2019. Núm. 37.
EDITORIAL
Índice
Mauricio Swadesh (1909-1967) Leopoldo Valiñas Coalla Instituto de Investigaciones Antropológicas
• Editorial • Artículo - La posible identidad prehistórica del caribe y del indo-europeo, por Mauricio Swadesh. • Efemérides - Gonzalo Aguirre Beltrán, Javier Barros Sierra, Otto Shumann Gálvez. • Noticias - Alfredo López Austin. - Luis Alberto Vargas Guadarrama. - Ann Cyphers.
Morris Swadesh, lingüista, antropólogo y educador, nacido el 22 de enero de 1909 en el estado norteamericano de Massachusetts, fue uno de los intelectuales más destacados e importantes en la historia de la lingüística y la antropología, tanto de México como de Estados Unidos. Obtuvo los grados Mauricio Swadesh, s/d. equivalentes a la licenciatura y maestría en la Universidad de Chicago, estando En la segunda mitad de la década de los 30, en estrecho contacto con el lingüista y antropólogo Swadesh llega a trabajar en The City College de Edward Sapir, quien dejó en él profundas huellas. Nueva York y también en la Universidad de Wisconsin, articulando sus trabajos de lingüística y Obtuvo su maestría en 1931, a los 22 años. Ese antropología. El ambiente académico en el que se mismo año Sapir se va a la Universidad de Yale y, movió confirmó y profundizó sus intereses: los espor decirlo de alguna manera, Swadesh lo sigue. tudios de las lenguas indígenas o nativas de AmériEntra a trabajar también en esa universidad y dos ca, sus historias, sus culturas y su gente. Para esos años después, en 1933, se doctora con un análisis años, Swadesh ya había trabajado con más de 20 lingüístico sobre el nootka, basándose en textos lenguas indígenas, tanto de Estados Unidos como que Sapir había documentado para realizar parte de de Canadá y México. Acompañado este quehacer sus investigaciones. con profundo trabajo de campo. Parte importante del legado de Swadesh son, precisamente, sus noEntre los años 1931 y 1939, convive en la Unitas de campo. versidad de Yale con un número importante de antropólogos y lingüistas: además de Sapir, con A principios de la década de los 40, en el sexeStanley Newman, George L. Trager, Charles F. nio de Lázaro Cárdenas, Swadesh se traslada a Voegelin, Benjamín Lee Whorf y Mary Haas (con México para incorporarse en los trabajos dedicaquien se casa), por mencionar solo algunos.
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dos a promover la educación indígena, colaborando con los tarahumaras, purépechas y otomíes. En esos años, de 1940 a 1941, fue maestro en la Escuela de Antropología, cuando todavía pertenecía al Instituto Politécnico Nacional. Impartió cursos sobre técnicas de enseñanza para profesores en zonas indígenas y sobre alfabetización para alumnos indígenas, entre otros. Es en 1941 cuando publica una de sus obras fundamentales: La nueva filología. Y muy seguramente es en estos años cuando, aquí en México, “cambia” su nombre a Mauricio. De regreso a Estados Unidos, ya en plena II Guerra Mundial, trabaja en proyectos militares, elaborando materiales en chino, ruso, español y burmés. Regresa a trabajar como profesor asociado de Antropología en The City College de Nueva York (de 1943 a 1949) y más tarde en la Universidad de Denver (de 1953 a 1955). En 1943 participa activamente en la fundación del Linguistic Circle of New York (después International Linguistic Association) que logró estrechar los lazos entre los lingüistas y antropólogos americanos y europeos, junto a intelectuales de la talla de Roman Jakobson, Claude Lévi-Strauss, André Martinet, entre otros. Terminada la II Guerra Mundial y comenzada la guerra fría, alrededor de 1949 fue acusado de ser comunista y fue puesto en la “lista negra” en el famoso periodo macartista. Como pudo siguió trabajando en Estados Unidos, siempre muy limitado y constantemente hostigado (al grado tal que incluso fue estibador). Por este tiempo trabajó bajo los auspicios de la Phillips Fund de la biblioteca de la American Philosophical Society. Es en este tiempo cuando sienta las bases de otra de sus grandes aportaciones: la de técnica de fechamiento y clasificación conocida como glotocronología que, a pesar de las críticas y sus limitaciones, aún se sigue empleando. Debido al macartismo, en 1954 fue expulsado de The City College de Nueva York y en 1956 se viene a radicar definitivamente a México, incorporándose como investigador en la UNAM, en la Sección de Antropología del Instituto de Investigaciones II
Históricas, sin dejar de ser profesor en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, estrechando relaciones con los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia. En el campo político, fue director de lingüística en el Departamento de Asuntos Indígenas, creado en 1936 durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, que en 1948 se transformó en el Instituto Nacional Indigenista. Su participación en la UNAM y la ENAHINAH fueron fundamentales para el desarrollo de la antropología en general y de la lingüística en particular en México. Swadesh no sólo era él, era la tradición antropológica integral que reproducía, en donde la lengua, el pensamiento y la cultura son indisociables. Su trabajo como maestro de antropología y lingüística, su participación como promotor de la educación dirigida hacia los grupos indígenas, su ética, su rigor científico y, en especial, su compromiso con sus pares y su quehacer, hacen de Mauricio Swadesh una de las personas más destacadas en la historia de la antropología en México y, en particular, en la UNAM. Un ejemplo de la importancia de su quehacer es la conformación de un equipo de trabajo con sus alumnos, aquí en la UNAM, a principios de los 60, y el empleo de una computadora IBM650, la primera que hubo en México, para echar a andar un pretensioso proyecto: el Archivo Mexicano de Lingüística Universal. Proyecto que buscaba comparar un número considerable de idiomas y cuya base de datos comprendía vocabularios de alrededor de 600 palabras en cada una de las lenguas que se habían registrado. Murió aquí, en la Ciudad de México, el 20 de julio de 1967, poco tiempo después de publicar otra de sus obras fundamentales: El lenguaje y la vida humana. Lamentablemente, su corazón no le pudo seguir sus pasos.
ARTÍCULO
El 22 de enero del presente año se cumplen 110 años del natalicio de Mauricio Swadesh, uno de los científicos sociales fundadores de la Sección de Antropología, antecedente del Instituto de Investigaciones Antropológicas. Quisimos recordar a tan importante personaje dedicándole el primer boletín del presente año, con la publicación del texto La posible identidad prehistórica del caribe y del indo-europeo, de su autoría, así como en palabras del Maestro Leopoldo Valiñas, eminente lingüista de nuestro instituto. Swadesh fue uno de los precursores del estudio de la linguística en México. Llegó a nuestro país por primera vez en 1939 invitado por el gobierno mexicano para participar en los programas educativos dirigidos a las poblaciones indígenas. También realizó en este periodo sus estudios sobre los tarascos, otomís y tarahumaras. Además de ser uno de los profesores fundadores de la Escuela Nacional de Antropología que en ese momento todavía pertenecía al Instituto Politécnico Nacional. Regresó a Estados Unidos y debido a la persecución política de que fue objeto por sus ideas comunistas, decidió regresar a México en 1956 para quedarse de manera definitiva. Fue en este último año cuando ingresó como investigador a la Sección de Antropología del Instituto de Investigaciones Históricas. Dentro del Fondo documental y fotográfico del maestro Juan José Rendón, quien fuera su alumno, se encuentra una pequeña colección de documentos de Swadesh, así que tanto el texto que presentamos como la fotografía de la portada, proceden de ahí. El documento presentado no figura en la bibliografía de Swadesh y suponemos que es una ponencia presentada en alguna reunión académica, pero no contamos con más datos sobre ello.
LA POSIBLE IDENTIDAD PREHISTÓRICA DEL CARIBE Y DEL INDO-EUROPEO Por Mauricio Swadesh1 Si hablamos de un parentesco entre idiomas indígenas de América y otros eurasiáticos, no es para pintar una fantasía de viajeros desviados o de continentes perdidos, sino para considerar la posibilidad de arrojar luz científica sobre la antigua prehistoria del poblamiento del Nuevo Mundo mediante la lingüística comparada. En el momento del descubrimiento de América, la familia lingüística más extendida en el área que ahora es Venezuela, era la caribe, un grupo de lenguas muy ramificado, que constaba de unos cuarenta idiomas dentro y fuera de Venezuela. Entre otros incluía: los dialectos cumanagotos del norte de Venezuela (caraca, chayma, píritu, palenque, etc.); el caribe o cariña del este de Venezuela y de las Guayanas; el pemón y los dialectos afines del Estado Bolívar; el yabarana y el maquiritare-decuana del territorio Amazonas; el panara del occidente del Estado Bolívar; los dialectos motilones al suroeste del Lago de Maracaibo. Por la técnica llamada “léxico-estadística” se calcula que el conjunto caribe comenzó a diferenciarse en sus actuales miembros hace más de 35 siglos, y parece haberse extendido territorialmente en forma de abanico desde alguna región al sur de Venezuela. Todos los que lo han estudiado comparativamente están de acuerdo en el hecho de que forman una unidad bien definida. En cuanto a sus nexos externos y más lejanos, varias posibilidades se han sugerido. A base de nuestros estudios, hasta ahora, consideramos que el caribe forma parte de un grupo más extenso, de profundidad temporal de 100 “siglos mínimos”, con el cariri, mirandela, jirajara, guató y taruma. Este conjunto, el “macrocaribe” tiene afinidades aún más lejanas con otros grupos indígenas, como el tupí, jíbaro, macú, otomaco, aruaco, quechua-chon, etc. El español, por su parte, es una entre una decena de lenguas que provienen del latín y entre las cuales se incluyen además el gallego, portugués, catalán, provenzal, francés, rético, italiano y rumano. Todas 1. Este documento y la imagen de la portada, proceden del Fondo documental y fotográfico Juan José Rendón.
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éstas no eran más que variantes regionales del latín hasta los primeros siglos de esta era, y son lenguas distintas entre sí y del latín antiguo sólo por los cambios paulatinos pero incontenibles que sufren todas las hablas humanas. El latín formaba con el osco y el umbrio la división itálica del conjunto lingüístico que se llama el “indo-europeo”, que incluye además el céltico, el germánico, el báltico, el eslavo, el armenio, el albanés, el griego, el índico y el iránico además de algunos idiomas ya desaparecidos, como el tocario, el hetita, el venético, etc. La profundidad del indo-europeo, estudiada por la léxico-estadística, que en este caso ya pueda compaginarse con la evidencia arqueológica, parece ser de unos ochenta “siglos mínimos”. En cuanto a relaciones más remotas, existen notables semejanzas entre el indo-europeo, el finoúgrico, el semítico y otros grupos más, que algunos expertos interpretan como evidencia de una antigua unidad prehistórica, mientras que otros las atribuyen al préstamo. De un juicio correcto entre estos dos puntos de vista, depende el progreso del estudio científico de la prehistoria. Los criterios comúnmente reconocidos para distinguir entre origen común y contagio, pueden ser resumidos en una serie de preguntas: A) ¿Las semejanzas son léxicas o estructurales o de las dos cosas? B) ¿Son de vocabulario básico o técnico y cultural? C) ¿Hay indicios de cambios fonéticos, semánticos, inflectivos y formativos que parecen reflejar la modificación sufrida por las lenguas a través del tiempo? D) ¿Cuántas y cuán profundas son las semejanzas de cada tipo? Conviene añadir otro valiosísimo criterio a este acervo, y es el principio del tejido dialectal. Toda lengua manifiesta el impulso esencialmente incontenible de desarrollar variantes locales. De estas variantes provienen las lenguas distintas, que siguen mostrando afinidades fácilmente reconocibles para mucho tiempo. Sólo después de unos cuatro o seis mil años de desarrollo independiente, quedan las semejanzas genéticas tan atenuadas que es difícil para el experto diferenciarlas de las adquiridas por el contagio o las puramente casuales. Sin embargo, sabemos que las variantes locales de una lengua toman la forma de una red escalonada, en la que las hablas vecinas se asemejan más entre sí que las alejadas, en un grado más o menos proporcional a la distancia. Cuando las variantes locales se vuelven lenguas distintas, todaIV
vía persiste el escalonamiento de similitud. Puede ser muy borrosa la semejanza entre lenguas A y N, pero no tanto entre A y B, entre B y C, entre C y D, hasta llegar a N. Además las semejanzas de A con B se delinean más claramente y se comprueban con mayor certeza, cuando se encuentra que también las hay entre A y C, A y D, A y N, B y D, etc., aun cuando el número es menor con las comparaciones más lejanas. Por esta línea de investigación, hemos encontrado lo que parece ser una enorme red de parentesco que incluye todas las lenguas del Nuevo Mundo y cuando menos una buena parte de las de Eurasia. Entre español y caribe existe un nexo pero éste se encuentra a través de una cadena, como la siguiente: indoeuropeo, fino-úgrico, turco, manchú, coreano, japonés, ainu-gilyak, esquimal-aleuta, penutiano, mixe, maya, macrochibcha, quechua-chón, macrocaribe. Encontramos semejanzas específicas entre el español y el caribe, pero para evaluarlas tenemos que buscar entre los otros idiomas del tejido la evidencia que pueda demostrar que los elementos semejantes son antiguos en cada uno de estos idiomas. Para tener validez como posible prueba del origen común, las comparaciones no tienen que presentar coincidencia total, sino más bien, es de esperar que mostrarán notables diferencias de forma y de sentido. Damos a continuación unas cuantas muestras del tipo de semejanzas que se nota. El gentilicio “cari-be” o “cari-ña” proviene del equivalente de “hombre, gente” en el mismo idioma. Lo comparamos con quehua qhari (“q” representa una “k” velar), chinuk i-khala, chacta okla (de donde Oklahoma “hombre-rojo”), que también significan “hombre” o “gente” pero las acepciones más extendidas de esa raíz en idiomas americanos parecen ser “fuerte, grande, crecido, viejo”, como por ejemplo en tarasco kheri “grande”, kha-ni “crecer”, kánikwa “muchos”; lacandón karem “grande”, guambía kali “viejo”, xinca kara “pesado”, ona kan “muchos”, karchun “viejo”, etc. La variación entre diferentes tipos de “k” y entre “r-l-n” depende en parte de cambios dentro de cada idioma, y en parte de una alternación antigua, que expresa diferentes grados de tamaño e intensidad. La fluctuación de la vocal y la supresión de la misma, también es un fenómeno de las lenguas indoeuropeas. Tomando en cuenta estas variaciones
y el hecho de que “g” pertenece fonéticamente a la clase de “k”, comparamos, con las citadas palabras americanas, las españolas: crecer, caro; además grande, grueso, gordo, que pueden haber venido a través del germánico. La “qh” amerindia corresponde a un sonido velar sordo (como la “j” madrileña) en indoeuropeo, el cual se perdió en la mayoría de las lenguas tardías pero que deja su huella en la conservación de la vocal “a” al principio de la palabra; así pues alto y antiguo deben venir de una raíz originalmente qhal y qhan. “Hombre” en cumanagoto es wane, “mujer” en caribe es woli (o boli). Comparamos esta palabra con quechua warmi, tarasco wali, alaca luf walk “mujer”; tarasco tsi-were-ti, sahaptin winsh, nisenan win, yamana wala, arauca wentri “hombre”; maya winik “gente”; arauca woñi, sahaptin as-wan “niño”; etc. Parece que estas palabras representan una raíz con sentido general de “gente”, que con variaciones de forma, podía aplicarse a cualquiera de los sexos. En indo-europeo notamos: español varon, sánscrito wrsan, gótico wer, tocario onk “hombre” en sentido masculino; alemán welt, inglés world “mundo”; inglés arcaico wanch “doncella”. Caribe yukpa, esmeralda yawa, paez aw “bueno”; paya yawiya “derecho”; mataco yuy “filoso”; nutqués yuuhl “calmado”. En español tenemos justo y joven, con sentidos semejantes.
En caribe poti es “pluma”; cf. siuslaw lput, patwin pute, costeño tepote, ulua butu, nisenan butuy también “pluma”; cacaopera pit “pluma”, “ala”; nahua patla “volar”. En indo-europeo: latín penna (de pet-na), alemán fader, sánscrito pattra, griego pterón, hetita patta “pluma” o “ala”; ruso ptitse “pájaro”; griego patnumai, sánscrito pata “volar”. Caribe nuno, cumanagoto nuna “luna”; yamana lewn “sol”; cacaopera lawali “fuego”; atakapa law, arauca livliv, takelna liwt, molale new, nezperce liw quechua ruphay “ardor”; esquimal nutaaraq “nuevo” chitimacha nowi “maduro”. En indoeuropeo: español luna, luz, rubio, nuevo; hetita lukk, tocario luk “dar luz”; sánscrito raaw “sol”; latín ruber, “rojo”; griego leukós “brillante, blanco”. Las comparaciones, que hemos presentado aquí en forma muy esquemática, pueden ser apoyadas con gran cantidad de datos adicionales de las lenguas tanto de las Américas como del Viejo Mundo, y se puede aumentar considerablemente el número de comparaciones. Sin embargo, ante un problema de tanta profundidad y de tanta importancia, no podemos todavía afirmar que hayamos establecido el origen común de las lenguas. Queda todavía por hacer una labor enorme de estudio detallado, en la que habrán de participar muchos comparatistas.
EFEMÉRIDES - Murió el antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán en Xalapa, Veracruz, el 6 de enero de 1996. - Nació Javier Barros Sierra, ingeniero, político, escritor y rector de la UNAM, en la ciudad de México, el 25 de febrero de 1915. - Falleció el lingüísta Otto Shumann Galvéz en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el 18 de marzo de 2015.
NOTICIAS Investigadores del IIA: - El gobierno del estado de Chihuahua otorgó la presea Gawí Tónara a Alfredo López Austin, por sus investigaciones sobre las culturas indígenas de México. Septiembre, 2018. - Las Jornadas interdisciplinarias sobre alimentación-nutrición y salud Luis Alberto Vargas, se celebraron el 9 y 10 de octubre, 2018. - A Ann Cyphers le fue otorgado el Premio Universidad Nacional en Investigación en Humanidades 2018. Octubre, 2018.
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