Revista Bicaalu Junio 2010

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Índice Cultura

4 Los cinco grandes de las letras mexicanas 9 La casa vecina 14 Vive la capital 16 Vuelcos

Sociedad 18 Cuida tus inversiones 24 Los epicentros de extinción 20 Hombres y mujeres somos diferentes: empezando por el cerebro 28 Imagen pública 32 Rayos de luz

Cafetería

36 Amigo conductor… 41 Trisquel: Hellen Keller 45 Argüendero: Gay


Editorial 3

“¿Qué pasaría... si un día despertamos dándonos cuenta de que somos mayoría? ¿Qué pasaría si de pronto una injusticia, solo una, es repudiada por todos, todos los que somos, todos, no unos, no algunos, sino todos? ¿Qué pasaría si en vez de seguir divididos nos multiplicamos, nos sumamos y restamos al enemigo que interrumpe nuestro paso? ¿Qué pasaría si rompemos las fronteras y avanzamos y avanzamos y avanzamos y avanzamos? ¿Qué pasaría si quemamos todas las banderas para tener sólo una, la nuestra, la de todos, o mejor ninguna porque no la necesitamos? ¿No sé... me pregunto yo... qué pasaría? ” Mario Benedetti

En tiempos de cambios hay que transformarse. Porque el amanecer nunca es el mismo, hay que despertar renovados. Iniciamos junto a su complicidad este anhelo de poder construir un mejor mañana para todos. Porque no podemos ser indiferentes, vamos a trazar un camino de palabras que nos lleven a todos. Iniciamos hoy un proceso de renovación gradual, pero con la decisión de hacer de estas páginas, un vehículo en el que la reflexión nos lleve a darnos cuenta de que somos mayoría y podemos cambiar las cosas. Adoptamos un nuevo nombre: Bicaalu’, que el diccionario del idioma zapoteco define como “ten esperanza, esfuérzate, lucha, sé combatiente, pelea…” Le pedimos nos siga acompañando y participando, que comparta la esperanza de que todo lo bueno pasaría si continuamos juntos.


Fué una importante pieza de caza mayor en México. Se cree que el oso negro ocupa aproximadamente un 40% de su distribución original.

Cultura

Oso Negro

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Los cinco grandes de las letras mexicanas

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Sus obras ocupan un lugar imprescindible en la historia de la literatura mexicana del siglo XX. Críticos y académicos han celebrado la belleza y rigor de sus textos e incluso uno de ellos gozó de las mieles del éxito al convertirse en el primer best seller de las letras nacionales. Se trata, afirma el editor y crítico literario Emmanuel Carballo, de las creaciones de los cinco escritores más grandes que ha dado México, las cuales han sido enterradas en el olvido por las nuevas generaciones que se entretienen leyendo a autores "de segunda, tercera y hasta cuarta categoría". Los "cinco maestros" a los que se refiere Carballo son: Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos (pertenecientes al Ateneo de la Juventud); José Gorostiza (del grupo de Los Contemporáneos) y Octavio Paz, ganador en 1990 del Premio Nobel de Literatura, a quienes formar parte de los "imprescindibles" no les ha servido de mucho para atraer nuevos lectores.


Carballo, quien, en entrevista, hace una reflexión sobre estos "cinco grandes" de nuestras letras

Así lo considera Carballo, quien, en entrevista, hace una reflexión sobre estos "cinco grandes" de nuestras letras, y enumera a los narradores que han tomado la estafeta; también a los más jóvenes que podrían convertirse en los nuevos maestros.

Obras de exportación – ¿ Qué es de los “cinco grandes” actualmente? –La verdad es que no se leen. Lo que sucede es que tenemos una literatura magnífica, pero para unas cuantas personas. Mientras que los cinco mejores escritores de los que hablamos son de escala mundial, los lectores que tenemos son de escala mexicana, de país subdesarrollado, que no entiende a sus propios autores. Ahora se lee a Laura Esquivel y Xavier Velasco, escritores de segunda, tercera y cuarta categoría, facilones, para secretarias que mascan chicle y para muchachos que no tienen la menor cultura literaria. Para Carballo eso no es literatura, por lo menos no

aquella que pueda trascender las fronteras de nuestro país. "No es exportable", dice. Y es que, explica: "la literatura es la conjunción entre un tema y la manera adecuada de tratarlo. El puro tema es como un bistec crudo y a mí no me gusta la carne tártara. La literatura es el tema, más la estructura, el estilo y, en el caso de una novela o cuento, la creación de personajes”. –¿Eso fue lo que vio, por ejemplo, en la obra de Martín Luis Guzmán? –Sí. Martín Luis Guzmán sufrió intensamente la vida política de México y tuvo tiempo para hacer las Memorias de Pancho Villa, para hablar de Nueva York, para publicar el primer cuento de la literatura fantástica de nuestro país, dato que se conoce poco. Escribió además La sombra del caudillo, la primera novela política de México. – ¿Y qué me dice de Alfonso Reyes? –Bueno, Reyes fue el cronista de sí mismo. Publicó cien libros en los que recogió lo bueno, lo malo y lo pésimo de su obra, aunque,

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por supuesto, predomina lo bueno. – ¿Qué destacaría de él? –Tuvo la virtud de escribir en un español perfecto, que no era de España ni de México, sino era de él, él lo inventó, le puso su sello y pasará a la historia de la literatura como un estilista de primera fila. Jorge Luis Borges escribió alguna vez que Reyes no profundizó lo suficiente en los grandes problemas de México y del mundo de los años veinte y treinta del siglo XX, que era un señor que sabía escribir, pero que no tenía nada importante qué decir. Quizá haya algo de razón en eso... Respecto a José Vasconcelos, a él lo descubrí no solamente como un hombre de acción, creador del lema de la Universidad Nacional ("Por mi raza hablará el espíritu") y de la Secretaría de Educación Pública, sino como el autor del Ulises Criollo. Fueron momentos en que la prosa mexicana alcanzó sus niveles más altos en cuanto a intensidad, en cuanto a fuego, en cuanto a la desnudez de un hombre que se entregó por

completo al público que lo leería. Ulises Criollo fue el primer best seller de la literatura mexicana. De 1935 a 1959 había vendido unos 50 mil ejemplares. La otra generación –Cuando le comenté de los cinco escritores más destacados, me dijo que uno de ellos era Salvador Novo, pero al final se inclinó por José Gorostiza. –Lo estuve pensando bien y considero que José Gorostiza es más importante, pues es el autor de “Muerte sin fin”, uno de los tres mejores poemas que se han escrito en México. Los otros dos son: "Primero Sueño", de Sor Juana Inés de la Cruz, y "Piedra de Sol", de Octavio Paz. Así que Gorostiza es el mejor poeta de Los Contemporáneos y, quizá, el mejor de la primera mitad del siglo XX. El mejor poeta de la segunda mitad es Octavio Paz, un hombre de 360 grados que escribió ensayos luminosos, perfectos, sobre política, literatura y religión. Y ganó el Nobel, ni más ni menos.


–¿Y dónde queda Salvador Novo ? –Bueno, claro que Novo ocuparía un lugar si habláramos de una lista menos rigurosa. Si fuera de diez autores, él ocuparía el sexto lugar; después vendría Juan Rulfo, Juan José Arreola, Carlos Fuentes y Jaime Sabines. Rulfo, hay que recordar, suplió la falta de muchos libros con la excepcional calidad de sus dos obras: El llano en llamas y Pedro Páramo. Lo que sí me da una gran tristeza es que se tenga olvidado a un gran escritor de la misma generación de Rulfo: Juan José Arreola. Borges decía que uno de los grandes cuentos del siglo XX era "El Guardagujas", que figura en las antologías más estrictas de cuento a escala mundial. –En su opinión, ¿quiénes destacan de las generaciones posteriores a los “cinco grandes”? –Son varios. Algunos de ellos son Francisco Rojas González, Ramón Rubín, José Agustín, José Emilio Pacheco, Eduardo Lizalde, Juan García Ponce, Salvador Elizondo y Carlos Monsiváis. Pero te voy a decir una cosa: los “cinco grandes” son autores de exportación, mientras que estos otros son más de consumo doméstico. – ¿Y autores más jóvenes? –Diría que destacan Efraín Bartolomé y Daniel Sada. El problema de este último es que es demasiado perfeccionista y complicado. Confunde la dificultad con la hermosura, la cual esconde a tal grado que solamente los eruditos entienden su obra. Juan Carlos Aguilar García

Fueron momentos en que la prosa mexicana alcanzó sus niveles más altos

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La casa vecina

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De los naranjos nacían ramos de flores donde anidaban las palomas. El jardín era tan viejo que aún guardaba un desvencijado carruaje en el que los niños jugaban a Hoopalong Cassidy y al Llanero Solitario. Se descolgaban de las vecindades aledañas, de aquellas casas carcomidas donde habitaban modestos cuartuchos para gozar de espacio y un poco de libertad. Sóstenes llegaba con sus tres hermanos y buscaba en los árboles frutales algo para engañar al hambre. A veces, en las mesas colocadas bajo las arcadas que rodeaban al patio, descubrían leche, galletas, bocadillos. Sus madres los regañaban por devorar aquellos alimentos que, sin lugar a dudas, no les pertenecían. Pero los dueños los dejaban ahí para que se saciaran. Las viejas decían que era una casa embrujada, habitada por monstruos, brujas y hechiceros, pero ni así conseguían atemorizar a los niños.


Ellos acompañaban a la mujer sin cabeza cuando se encaminaba a la cocina en busca de té. De las alacenas surgían metros y metros de tela multicolor que uno de sus antiguos novios, un prestidigitador, olvidó ahí. Pero aquella búsqueda aliviaba a la buena señora de su migraña. Luego se dirigía a sus habitaciones, vaporosa, etérea. La niña serpiente jugaba con ellos a las escondidas y amaba con pasión a Ramiro, el más pequeño de los hermanos. Se ocultaban juntos, comían en el mismo plato y alguna vez con esa lengua bífida con la que hablaba de la maldición de sus padres, dijo que el pequeño parecía un ratón, un tierno animalito, y Sóstenes vio cómo saboreaba la carne de su hermano, pero ni aún así dejaron de visitar la casa. Y cuando la mujer araña llegaba de visita, los niños tenían que andar con cuidado para no pisar sus felpudas patas. Ella les tejía suéteres y chambritas, carpetas de centro de mesa y, aunque algunas de las prendas estaban elaboradas con un estambre pegajoso, ellos las aceptaban. Lucían en las fiestas de la vecindad los altos cuellos Mao y los chalecos cerrados con rombos multicolores. Wenceslao, el mediano, se vistió con esa ropa hasta que ingresó a la universidad, ya que no sólo era fuerte y resistente, sino que, con el paso del tiempo, se amoldaba a su cuerpo como un guante a la mano. En la casa, la madre utilizaba las carpetas para atrapar a los insectos que merodeaban en su cocina: moscas, cucarachas y hasta un pequeño ratón al que los niños adoptaron como mascota. Le enseñaron a hacer trucos y a correr dentro de una rueda de metal para ganarse un trozo de queso, soñando que alguna vez podían ser compañeros de sus vecinos, los artistas. El espectáculo que más amaban los niños era el de la mujer mariposa. Casi todos los días, por la mañana, antes de ir a la escuela, saltaban

Las viejas decían que era una casa embrujada, habitada por monstruos, brujas y hechiceros,

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el muro y se detenían delante de un centenario roble donde aquella mujer dormía arropada por una manta de seda. Dormía como murciélago o vampiro, decían las viejas chismosas, y amaba despertarse a la luz del sol y pasar el día revoloteando entre las flores. Ellos, que habían visto todas las matinés de Drácula, sabían que el calor del astro mataba a los insepultos. Ella, por el contrario, lo adoraba. Así que no le temían y esperaban gustosos a que la luz tocara los pliegues de su capullo para que extendiera sus alas. Al hacerlo los bañaba con polvo de estrellas que los hacía ir a la escuela felices y brillantes. Era maravilloso ver como sus ojos enormes se abrían entre los gritos de los niños y luego, muy lentamente, como un bebé en sus primeros pasos, caminaba entre los árboles y las plantas del jardín olisqueando las flores. Sóstenes amaba su delicadeza, la manera como sostenía las dalias entre las manos para probar su aroma. Así vivía, oliendo petunias y siemprevivas hasta que llegaba el ocaso y se envolvía de nuevo en su frazada y se colgaba plácidamente de una de las ramas de aquel árbol que se erguía orgulloso en el centro del patio. El mago era espléndido, aunque a Sóstenes le caía mal porque algo turbio creía adivinar en su mirada y porque sus trucos siempre eran oscuros, misteriosos, como nacidos de un rencor profundo. Los animales que surgían de la chistera huían aterrados de su presencia


Cuando él estaba en casa todos se arremolinaban alrededor de la pequeñ a vidriera donde los insectos, y las cartas que utilizaba en los trucos de mano tenían figuras que helaba la sangre de los niños: la dama estaba decapitada y el rey colgado cabeza abajo mientras que los caballeros eran descuartizados por sus propias monturas. Él les decía que era hijo de jacobinos y por ello su ferocidad contra la realeza, pero nadie supo a ciencia cierta de qué hablaba... Al mago le gustaba enredar a todos los habitantes de la casa. Hacía bromas que divertían a los niños pero que mostraban la negrura de sus entrañas: desapareció las alas de la mujer mariposa, rasuró a la mujer barbuda y partió por la mitad a la niña serpiente enamorada de Ramiro. No era malo, pero deseaba con pasión a aquella mujer a la que Sóstenes amaba. Pero eso sólo lo supieron mucho tiempo después, cuando la noticia apareció en los periódicos. La casa estaba llena de animales que eran para los pequeños una maravilla: un loro que hablaba de Maximiliano, el emperador, y un caimán sin dientes al que, como a

un niño de brazos, le preparaban una papilla. Un ejército de perros saltaba entre los aros; se balanceaba sobre enormes pelotas y, algunas veces, alejados de la vigilancia del entrenador, solicitaban que les ayudara en sus tareas el más viejo y sabio de aquellos animales, la yegua Centella, que sabía sumar, restar, multiplicar y adivinaba el futuro, aunque nunca fue muy lista para las divisiones y la raíz cuadrada. Para los pequeños lo máximo era el circo de pulgas y su entrenador Marcelo. Cuando él estaba en casa todos se arremolinaban alrededor de la pequeña vidriera donde los insectos, vestidos elegantemente, unos de etiqueta y otros folclóricos, realizaban todas las suertes: estaba el hombre fuerte que levantaba pequeñas pesas policromas y también la niña que en una carreta iba a sacar agua del pozo; y los trapecistas, los saltadores, los bailarines de tango. El colmo de todo era cuando el domador de aquel diminuto

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circo sacaba a sus animales a comer: abría una pequeña puerta de la vitrina y colocaba ahí su antebrazo. Los insectos se acercaban cautelosos y se prendían de la piel hasta quedar saciados. Para los niños, aquella comida era fascinante. El domador dejó de ir cuando dos de sus estrellas se fugaron saltando al pelo revuelto de dos chiquitines. Las pulgas que poblaron la vecindad, antes de que entre todos los vecinos cooperaran para la fumigación, eran extraordinariamente habilidosas: saltaban de perro en perro, de cama en cama, se escabullían de las manos más expertas en el arte de espulgar. Y lo que era peor, sus hijos las admiraban y celebraban sus hazañas. De ahí que un tiempo todos anduvieran pelones y oliendo a DDT. Todo esto era la casa vecina, por eso, cuando el circo se fue y en la gira el mago intentó envenenar a la


mujer mariposa, ellos ya no volvieron a ser los mismos. Los periódicos dijeron después que no era la primera de sus víctimas, que antes ya había atentado contra algunas de sus novias para convertirlas en atracciones de la feria. Se lo llevaron a las Islas Marías, pero en el camino se volvió humo. La casa se cerró a piedra y lodo y años más tarde fue derruida. Donde estaba el jardín levantaron un multifamiliar de varios pisos. Un edificio frío y gris en cuyos corredores, muy de tarde en tarde, Sóstenes lo sabe porque es dueño de un departamento, aparecen palomas y conejos y una lluvia de polvo brillante de la que nadie, ni siquiera los ingenieros de mantenimiento, puede explicar su origen.

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Leo Eduardo Mendoza Cuentista, antologador y periodista. Nació en el 58, en Oaxaca, pero posteriormente adoptó la “nacionalidad” sinaloense. Posee estudios en letras hispánicas y en cine, y es autor del libro Mudanzas y relevos australianos, y coautor y antologador de varios más. Ha sido becario del FONCA en el área de cuento. De su pensamiento y obra, el maestro Eusebio Ruvalcaba ha escrito: “Conocedor del alma humana, de las profundidades inescrutables del sufrimiento y de la alegría, da gusto leer sus cuentos: siempre frescos y desparpajados, como aves surcando el cielo”.

“Un buen padre vale por cien maestros”. Jean Jacques Rousseau


Vive la capital

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Capital de México: gran experiencia… Algunas veces parece un mundo imaginado por Kafka; otras sobrepasa al País de las Maravillas, de Caroll. Un viaje en Metro, por ejemplo, es un recorrido lleno de absurdos e ilegalidades. Y así transcurre nuestra vida, entre ambientes que desafían a toda lógica urbana. Fuera de la estación, los voceadores gritan las últimas; El Gráfico y El Metro compiten férreamente por tener la imagen de portada más sangrienta y la nalga y la teta más grande y redonda. Dedos distraídos paseándose uno a uno frente a las imágenes: sexo, sangre y muerte. ¡Qué entretenido! El país de Marcelo ha quedado atrás y nos adentramos en el pueblo subterráneo del gusano naranja. En el interior del vagón comienza el desfile de piratería. En cada una de las estaciones se sube un gato de Cheshire que intenta seducir a los pasajeros con su mercancía


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fake. Ningún policía dice nada, nadie le impide violar y lucrar con los derechos de autor de los creadores. Ellos pagan sus cuotas a las autoridades para que los dejen vender en paz. Malaventurado quien ose molestarlos. Fuera ya del vagón, el olor a orina y podredumbre nos conduce a la salida. Se comienzan a escuchar los gritos de los vendedores de películas (piratas, por supuesto) y, finalmente, viene la terrible mezcla de hedores y aromas: gorditas, quesadillas, pambazos, mariscos, suadero, tripa, bistec, agua podrida, masa, frutos fermentados y todo lo que usted guste y mande. Irremediablemente, hay que pasar por esos pequeños y estrechos pasillos que se asemejan al vacío por el que cayó Alicia. Cuando termina la odisea y, a pesar de las semejanzas, uno no se siente recién salido de un cuento de Lewis Carroll, sino, más bien, un bicho raro de cierta historia de Franz Kafka. Una cucaracha pisoteada en todos los sentidos. CER - Un ciudadano común. arq_esquivel@hotmail.com

“Prudente padre es el que conoce a su hijo”. William Shakespeare


Vuelcos

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La primera vez que lo vi, fue en casa de Rosario. Verlo es un decir, más bien lo sentí. Estábamos en la sala cuando presentí que nos vigilaban. No era de extrañarse, pues recién me habían conocido y ella era muy joven e inexperta. Mi desconcierto empezó cuando percibí que me espiaban desde varios lados del recinto, no al mismo tiempo, sino que en forma alternada, como si unos ojos viajaran detrás de las paredes y se asomaran por puertas o ventanas a una velocidad vertiginosa, imposible de lograr por un ser humano. El acoso circular me provocó náuseas; desde luego perdí por completo el interés en estar con Rosario. Me disculpé con ella diciendo que me sentía mal. Rosario notó mi palidez y, temiendo que me pusiera peor, me acompañó a la puerta. Afuera, con el aire fresco y la ausencia del acoso, me sentí bien. A Rosario nunca la volví a ver, porque el sólo pensar en ella me daba vértigo. Durante varios años intenté relacionarme con una veintena de mujeres con quienes fracasé a causa del acoso, el mismo desagradable embrujo o maldición, y decidí buscar el amor por otro lado. El éxito fue total. Todo consistía en demostrar mi interés por un hombre para que éste se prendara de mí, a tal grado, que ponía en peligro mi intensión de no crear relaciones duraderas. En ocasiones casi me convencían, hasta que apareció Juan. Con él vivo en un remanso existencial que mi cuerpo estaba apeteciendo. Tengo tranquilidad y su apoyo absoluto. Únicamente lamento ya no tener la edad para embarazarme.

Silverio Perroni


Tres de las cuatro especies de tapires del mundo se encuentran amenazadas. Pertenece a los perisodĂĄctilos, al que tambiĂŠn pertenecen los caballos y rinocerontes.

Sociedad

Tapir

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el cerebro

empezando por

somos diferentes:

Hombres y mujeres

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A veces, la relación hombre-mujer parece imposible, al punto en que deseamos meternos en la cabeza del otro para entender su comportamiento que nos resulta extraño y casi antinatural. ¿Por qué, si somos de la misma especie, actuamos de maneras tan diametralmente lejanas? Los hombres son más agresivos e instintivos; las mujeres más sensibles y habilidosas con el lenguaje. Sin embargo, todo esto no es más que un cliché. Lo cierto es que existen razones culturales, pero sobre todo, diferencias físicas en los cerebros de uno y otra, que hacen que nos comportemos de manera diferente. En realidad, somos dos lados de una misma moneda que ruedan juntos para sobrevivir y evolucionar.


En realidad, somos dos lados de una misma moneda que ruedan juntos para sobrevivir y evolucionar. En el fondo, el hombre sigue siendo cazador; y la mujer, agricultora, como en tiempos remotos. El varón posee una fina percepción espacial, así como un mayor poder de concentración, sin mencionar su fortaleza física. Por otra parte, el hemisferio derecho o racional se encuentra más desarrollado en el hombre, lo que le permite planear estrategias y resolver problemas en poco tiempo. Todas estas habilidades indispensables para cazar un mamut. La mujer puede realizar varias tareas intelectuales de forma simultánea. Al cosechar, es indispensable poder enfocarse en varios asuntos a la vez: el clima, la tierra, los frutos, los depredadores... Asimismo, cabe mencionar que la mujer tiene una mayor densidad neuronal en el hemisferio izquierdo o del lenguaje y una mejor memoria que el hombre. De hecho, a la hora de comunicarse, las féminas utilizan los dos hemisferios, lo que les permite expresar ideas lógicas y emotivas.

Esta capacidad fomentó el surgimiento de grupos de chisme, que posteriormente se convirtieron en hordas, tribus, aldeas, pueblos y, finalmente, en ciudades. En el hombre, los procesos racionales y emocionales discurren de manera separada: a veces muy racionalmente, otras, en forma totalmente emocional. De modo que hombres y mujeres experimentamos la vida de forma diferente. Ellos separan lo frío de lo emotivo, ellas perciben al mismo tiempo ambos aspectos de la realidad. Otra diferencia notable radica en el procesamiento de la serotonina o neurotransmisor del placer o el bienestar. En el hombre, al disminuir la serotonina, aumenta la agresividad, mientras que en la mujer, aumenta la depresión. Al parecer, no es posible elegir a un ganador en la guerra de los sexos. Hombres y mujeres poseemos psicologías distintas que nos llevan a percibir el mundo desde ópticas casi opuestas,

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pero a la vez complementarias. En su diálogo “El Banquete”, Platón expone el famoso mito del andrógino. Dice que en la antigüedad, la humanidad estaba compuesta por tres géneros: el masculino, el femenino y el andrógino. Los seres que pertenecían a esta última clase eran redondos; tenían cuatro brazos y cuatro piernas; dos caras y dos órganos sexuales, uno masculino y otro femenino. Los andróginos eran tan poderosos que se atrevieron a desafiar a los dioses, por lo que Zeus los castigó partiéndolos por la mitad. Desde entonces, los individuos buscan a su parte perdida, pues se sienten incompletos. Hace más de dos mil años, Platón se dio cuenta de que el poder del ser humano reside en la unión de las capacidades de los dos sexos. Ninguno es superior a otro, somos complementarios, como las caras de una moneda. A veces cae sol, a veces cae águila, pero las posibilidades de ganar son las mismas para ambos. Ana Laura Pazos González pazosorama@gmail.com http://leeanapazos.blogspot.com

“Es más fácil para un padre tener un niño que para los niños tener un buen padre”. Juan XXIII


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Dedicamos el primer número de Bicaalu´ a nuestro colaborador

Ricardo G. Mayer, hombre alegre y de gran

fortaleza, que siempre tenía un sabio consejo para ayudarle a cuidar sus finanzas.,

Te recordaremos con cariñ o.


Cuida tus inversiones

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Siempre hay que estar conscientes de que todas las inversiones conllevan un riesgo, pero perder la totalidad de una inversión es casi siempre resultado de no haberla vigilado adecuadamente. No importa si el dinero que hemos ahorrado suma cincuenta mil o más de un millón de pesos. Esta suma ha sido fruto del buen manejo de nuestras finanzas y de haber resistido los cientos de tentaciones que tiene para nosotros la sociedad consumista. Seguramente es un dinero que hemos acumulado durante meses o años de esfuerzo. Por tanto, nadie, pero nadie, va a cuidar de él mejor que nosotros mismos. Hay que darnos cuenta de que todas las inversiones son intercambiables y de que compiten entre ellas para nuestra preferencia. Cada una de ellas tiene sus características, sus ventajas y sus riesgos propios. Es absolutamente necesario que entendamos esto con claridad; y es obligación de nuestros asesores explicarnos y aclarar todas nuestras dudas, por simples que éstas sean.


Tu casa o departamento también son inversión. A pesar de los esfuerzos de las autoridades por certificar a las personas que laboran en casas de bolsa, bancos y operadoras de fondos de inversión, muchas veces quienes nos atienden son jóvenes que intentan abrirse camino en su primer trabajo y que, aunque están bien supervisados, no pueden considerarse aún verdaderos asesores de inversión. Son, más bien, buenos vendedores de productos financieros. Las personas que he entrevistado en distintas sucursales bancarias también distan mucho de tener la preparación necesaria para asesorar a alguien que busca una opción atractiva para invertir su dinero. Debemos acudir a más de una fuente de información para poder tener una opinión más certera acerca de nuestras inversiones, sobre todo si estamos invirtiendo en papeles de riesgo, tales como acciones o bonos a través de la Bolsa de Valores. Los bancos y casas de bolsa emiten regularmente publicaciones de alta calidad para sus mejores clientes inversionistas. Solicítelas, generalmente son gratis. Contar con amigos en varias instituciones con los cuales podamos hablar es enriquecedor y nos permite tener un panorama mucho más completo acerca de nuestras inversiones. Los periódicos especializados son un instrumento invaluable para obtener información relacionada con nuestras inversiones. No sólo nos brindan la facilidad de comparar los rendimientos actuales que ofrecen los diferentes instrumentos de inversión, sino que nos proporcionan información actualizada sobre el comportamiento de los diferentes mercados, así como una clara idea del cambiante entorno económico y financiero. Una vez que se ha decidido si comprar o vender, hay que actuar con prontitud.

Tu casa o departamento también son inversión. Todo arreglo preventivo, impermeabilización, pintura en la fachada y toda clase de mantenimiento. Dichas acciones ayudan a incrementar el valor del inmueble, y eso también es cuidar tu inversión. Ricardo G. Mayer Asesor Financiero rgmayer@ekonom.com www.ifip.com.mx

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Los

epicen 25

Por cuestiones de estatus y apariencias, consumimos más de lo que necesitamos. Nos endeudamos para conducir un auto último modelo, desperdiciamos agua, luz y gas (porque podemos darnos ese lujo), vamos a tiendas departamentales a comprar productos traídos de otros continentes, y creemos que todo lo que nos rodea es desechable. Hipnotizados por el egoísmo, no nos damos cuenta de que nuestras decisiones afectan a millones de seres vivos (incluido el ser humano); trastornan el clima y el devenir natural del planeta. El calentamiento global, la deforestación, la extinción de especies, la creciente polución… no son asuntos “fuera” de nuestro mundo. Cada vez que un río se seca, cada vez que una especie se extingue, el ser humano debe preocuparse. Cada vez que usamos el coche cuando podríamos caminar, cada que utilizamos energía eléctrica cuando afuera brilla el sol, cada que compramos un producto que fue probado en animales… estamos ejerciendo un acto de autosabotaje. Mientras no entendamos que, por muy new age que suene, somos uno con el planeta, no podremos vislumbrar el valor de nuestro granito de arena en la resolución de la crisis ecológica de nuestros días. Dejemos que algunas civilizaciones milenarias nos inspiren con su sabiduría ecológica. La civilización maya, por ejemplo, al no haber sufrido la circuncisión de la cultura moderna, guarda con fidelidad las antiguas tradiciones y enseñanzas


ntros

de extinción

transmitidas de generación en generación; consignadas también en escritos como el Popol-Vuh y el Chilam Balam. La intuición básica de su cosmovisión se aproxima mucho a la de la moderna cosmología y la física cuántica. El Universo está construido y mantenido por energías cósmicas, por el Creador y Formador de todo. Lo que existe en la naturaleza nació del encuentro de amor entre el Corazón del Cielo y el Corazón de la Tierra. La Madre Tierra es un ser vivo que vibra, siente, intuye, trabaja, engendra y alimenta a todos sus hijos e hijas. La dualidad entre formación y desintegración (entre caos y cosmos) confiere dinamismo al proceso universal. El bienestar humano consiste en estar permanentemente sincronizado con este proceso y en cultivar un profundo respeto hacia cada ser. El maya se siente parte consustancial de la Madre Tierra y disfruta de toda su belleza y protección. La propia muerte no es enemiga: es un envolverse más radicalmente con el Universo. Recientemente, la Alianza para Extinción Cero reportó la localización de 595 sitios en el mundo en los que se concentran 794 especies en peligro de extinción. La mayoría de estas especies son de pequeño tamaño y poca movilidad. De acuerdo con dicho estudio, México es el país con más sitios críticos (epicentros) en el mundo: contiene el 10 % de los sitios y de las especies. Oaxaca es el estado con mayor número de sitios críticos (10), y más especies (19) en México. La

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Sierra Norte de Oaxaca es el epicentro con más especies en peligro (6) en México, y se encuentra entre los cinco más altos del mundo. Algunas especies nativas que han desaparecido de México: la foca monje del Caribe (Monachus tropicales), el lobo mexicano (Canis lupus baileyi), y el oso grizzly (Ursus arctos horribilis). Puede haber poblaciones de estas especies en otros países, pero en México están extintas.

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Las especies cuya distribución o tamaño poblacional ha disminuido drásticamente poniendo en riesgo la viabilidad ecológica de su hábitat, se denominan en peligro de extinción. Algunos ejemplos: el perrito de las praderas (Cynomys mexicanus), el jaguar (Panthera onca), el manatí del Caribe (Trichechus manatus), el tapir centroamericano (Tapirus bairdii), el conejo de los volcanes (Romerolagus diazi), y la vaquita marina (Phocoena sinus). Las especies amenazadas son aquellas que pueden llegar a encontrarse en peligro de desaparecer a corto o mediano plazo: la mariposa llamadora (Papilio esperanza), el tiburón blanco (Carcharodon carcharias), la mojarra huasteca (Cichlasoma labridens), el bagre del Lerma (Ictalurus dugesii), la nauyaca de Los Tuxtlas (Atropoides olmec), la iguana espinosa (Ctenosaura pectinata), la boa (Boa constrictor), el tucán pico canoa (Ramphastos sulfuratus), el pajuil (Penelopina nigra), el hocofaisán (Crax rubra), el águila real (Aquila chrysaetos), y el elefante marino (Mirounga angustirostris). Las especies sujetas a protección especial son las que pueden llegar a encontrarse amenazadas, como el caracol de tinta (Purpura patula pansa), el pepino de mar (Istichopus fuscus), el caballito de mar (Hippocampus erectus), el juil de cenote (Rhamdia guatemalensis), el sapo-boca angosta elegante (Gastrophryne elegans), el ajolote tigre (Ambystoma tigrinum), la rana de Pátzcuaro (Rana dunni), la tortuga de monte payaso (Rhinoclemmys rubida), el cocodrilo de pantano (Crocodylus moreletii), el cocodrilo de río (Crocodylus acutus), el tinamú mayor (Tinamus major), el perico frente naranja (Aratinga canicularis), el halcón


peregrino (Falco peregrinus), el guayacán (Guaiacum sanctus), los pinos (Pinus atennuata y Pinus reflexa), el delfín nariz de botella (Tursiops truncatus), y la ballena azul (Balaenoptera musculus). No cabe duda de que durante nuestra breve estancia en el planeta y, principalmente, durante los últimos siglos, la especie humana ha dejado huellas profundas, algunas de ellas, indelebles. Pero, ¿qué podemos hacer a nivel individual para mejorar esta situación? Lo primero es informarnos y pasar la voz. Dar lecciones de conciencia ambiental a nuestros niños; no sólo preocuparnos porque aprendan matemáticas, español o historia, sino que también sepan cómo reducir su huella ecológica. No promover juegos que apoyen el desperdicio de recursos (por ejemplo, jugar con globos llenos de agua, pistolas de agua o a mojarse con la manguera). Inculcarles el hábito de no dejar la televisión, las luces, la computadora o consolas de videojuegos encendidos, si no los están usando. Fomentar los paseos en bicicleta y las caminatas para reducir el uso del automóvil. Evitar llevarlos a circos que exploten a animales salvajes, ya que ello también promueve el deterioro de ecosistemas y la extinción de especies. Debemos ser consumidores responsables y reducir, en la medida de lo posible, nuestra huella ecológica. La huella ecológica es el impacto de una persona, ciudad o país, sobre el planeta (los residuos de lo que consume). La gente que habita en zonas rurales, en las que, generalmente, se gasta poco agua y poca luz; se alimenta de sus siembras, viaja a pie o a caballo, usa menos envases de plástico y produce menos basura, tiene una huella ecológica pequeña, a diferencia de los que vivimos en ciudades. En la página de el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), se puede encontrar un sencillo cuestionario para calcular nuestro impacto en la naturaleza, así como algunos tips para reducirlo (www.wwf.org.mx). El tiempo apremia. Los días, quizá también los minutos, se transforman en un remolino que a cada instante se comprime. Es momento de hacer un alto y de reconocer que la naturaleza sobrepasa al ser humano; lo alimenta con sus frutos, pero también lo enriquece a nivel espiritual. De su bienestar depende nuestra supervivencia.

Elizabeth Villeda Nitezdu.com

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Imagen publica

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Últimamente, por todos lados se ven anuncios de este estilo: “cambio de imagen, bienestar y belleza”, “más que un cambio de imagen, un cambio de vida”, “mejora tu imagen, baja de peso”, “cambio de look e imagen”… que nos hacen creer que en una estética, un spa, un gimnasio, o una clínica, vamos a descubrir la quintaesencia de la felicidad. Muchos acuden a estos lugares esperanzados en encontrar la llave del éxito. Otros piensan: “yo estoy bien como estoy”, “yo no tengo que cambiar nada”, “que se preocupen de eso las artistas o los políticos”, “para eso se necesita mucho dinero y yo no lo tengo” o, simplemente, “eso es muy superficial”. Sin juzgar a quienes hacen una cosa o piensan otra, la realidad es que ambas posturas son inadecuadas. ¿Por qué? En el primer caso, porque la gente no cambia de un momento a otro, no cambia por modificar su vestuario, por hacerse un nuevo corte de cabello, por ponerse


Lo primero que debemos tener claro es que la imagen pública no es solamente la que nos han querido vender, es decir, la estética.

o quitarse lentes, por maquillarse, en el caso de las mujeres, por bajar de peso, o por cambiarse la nariz. Y en el segundo, porque todos, sin importar edad, género, nivel de estudios, religión, situación económica y social, tenemos una imagen, nos guste o no. Y, por tanto, nos deberíamos de preocupar por tener una buena imagen. Lo primero que debemos tener claro es que la imagen pública no es solamente la que nos han querido vender, es decir, la estética. Si bien es cierto que es muy importante, no es el único elemento al que le debemos poner atención. La imagen pública también está constituida por los estímulos verbales y no verbales que emitimos segundo a segundo, estemos haciendo algo o no, y en un porcentaje muy grande, estos estímulos los enviamos inconscientemente. Hay estudios que demuestran que cuando entramos en contacto con alguna persona, directa o indirectamente, es en los primeros siete segundos cuando la mente genera una primera impresión, sin más elementos que los que nos proporciona la vista. Por ello se dice que: “nunca tenemos una segunda oportunidad para crear una primera buena impresión”. Cuántas veces hemos dicho o escuchado: “me cae mal esa persona”, “se ve que se cree mucho”, “es insoportable, escucha cómo habla”, “camina como si el suelo no lo mereciera”; o lo contrario: “se ve que es buena persona”, “parece ser inteligente”, “no la conozco, pero tiene una voz agradable”, “qué bien huele”… Comentarios que expresamos sin conocer a las personas y, cuando tenemos la oportunidad de corroborarlos, en muchas ocasiones, nos equivocamos. En el otro extremo, probablemente hemos manifestado o nos hemos preguntado: ¿por qué no le caigo bien a la gente?, ¿por qué al ir a solicitar algún trabajo no me lo dan, si voy bien vestido?, ¿por qué si soy bonita, estoy sola?, ¿por qué si sé mucho, aburro a la gente?, ¿por qué

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la gente no me cree cuando hablo?, ¿por qué aquél o aquella llama tanto la atención y todos le hacen caso? Los porqués pueden irse al infinito. El error es pensar que todo radica en la mala suerte de unos y la buena de otros. La imagen o percepción que los demás forman de nosotros no es cuestión de suerte o casualidad. Simplemente es el resultado de los mensajes que recibiste o que otros recibieron por medio de la vista, el oído, el olfato o el tacto, y en ocasiones, cuando la situación nos lo permite, hasta por el gusto. Muchos, solamente por la primera impresión, deciden si se relacionarán con una persona o no. Lograr una imagen pública exitosa dependerá


de lo que comuniquemos: actitud (optimista o pesimista); cara (ceño, sonrisa, gestos); ojos (dirección mirada, alteraciones de la pupila); cuerpo (postura, posición de brazos y piernas, distanciamiento); lenguaje (temas, palabras); voz (tono, ritmo, dicción); vestido (estilo, colores); accesorios (teléfono, bolsos, portafolios…). A éstos, súmale tu automóvil, tu casa y tu lugar de trabajo, porque su imagen también habla de ti; la música que escuchas, los lugares que frecuentas, la gente que te rodea, lo que comes, lo que bebes, lo que lees… Ahora bien, uno de los elementos más importantes es el lenguaje y la forma de hablar. Si logramos saltar el umbral de los primeros siete segundos y causamos una buena primera impresión, no echemos a perder los siguientes momentos. Aquí pasa como cuando nos ofrecen un producto, cualquiera que éste sea. Si la presentación es excelente, esperamos que el contenido también lo sea, porque si no es así, ¡oh, fatal decepción! Por ello, debemos tener el hábito de cultivarnos en todos los sentidos para ser buenos conversadores, es decir: hablar tranquilos, transmitir seguridad y conocimiento; hacer que la gente se sienta a gusto, tener buen tono y ritmo. Recuerda que las palabras bien dichas seducen, encantan. Evoca a alguna persona que te haya impactado por tener la capacidad de caer bien, de lograr la atención de los demás. Tal vez pienses: “yo no puedo ser así”, y es válido. No tienes que ponerte el disfraz de otro, pero puedes tener una imagen tan buena como la de la persona que admiras si así te lo propones. La clave es tener claro que no debes cambiar tu esencia, es decir, lo que tú realmente eres. Tratar de ser otra persona sería boicotearte. Mtra. Rosalía Zeferino Salgado Consultora en Imagen Pública pinkuzs@yahoo.com.mx

“Cuando yo tenía 14 años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los 21, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años”. Mark Twain

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Rayos de luz

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Hace poco, platicaba con un gran amigo sobre los momentos difíciles, pero los realmente difíciles, los que desesperan, los que sumergen en la duda y la desesperanza. Esos que duelen y anestesian. Él me hablaba de la lucha que, desde hace años, mantiene en contra de una enfermedad. Una recaída severa influyó de manera directamente proporcional no sólo en su estado físico, sino también en su estado anímico. Y es que una situación así, de constante lucha y esfuerzo, de constantes caídas y volverse a levantar para superar un problema, sea cual sea, pone a cualquier ser humano al borde de la línea entre insistir y desistir. Mi amigo me compartió que, después de haberse lamentado durante todo un día y de renegar por su infortunio, terminó, como tantas otras veces, aceptando la realidad y optando por afrontarla con optimismo, sonriendo en lo posible ante el sufrimiento; perseverancia que me hace admirarlo profundamente.


“a veces es demasiado cansado luchar en la oscuridad sin poder ver la luz.” En un punto intermedio de la conversación, lanzó esta frase: “a veces es demasiado cansado luchar en la oscuridad sin poder ver la luz.” Cuando mi cerebro la atrapó completa, la convirtió en una imagen para tratar de comprender su sentir. Imaginé entonces una habitación completamente oscura y, sentado en el piso, recargado en la pared, a un ser humano con la cabeza escondida entres sus brazos, apoyados sobre sus rodillas levantadas. Sin embargo, instantemente, sin acertar cuánto tiempo después, porque el cerebro a veces reacciona increíblemente rápido, me percaté de que la penumbra adquiría debilidad. Sucedió que delgados rayos de luz se filtraban por el techo de tejas. Esas que, no encontrándose bien sobrepuestas, cuelan pequeñas ráfagas luminosas. Entonces le externé la reflexión personal que ahora comparto con ustedes: muy probablemente, siempre habrá alguien en mejores condiciones que uno mismo, y también alguien en peores circunstancias. Creo que la oscuridad total depende, en buena medida, de si nosotros queremos o no levantar la cabeza para ver esos pequeños rayos luz. Si nos quedamos cabizbajos, abrazando nuestras rodillas, jamás los veremos, pero si levantamos la cabeza, muy probablemente estarán ahí. Los rayos de luz, en medio de la penumbra, son esas condiciones, hechos o personas que matizan la oscuridad. Son no sólo los recursos para acceder al servicio médico, al abogado, o a cualquier solucionador de problemas, sino también, y en muchas ocasiones, los más importantes, la mano amiga que se tiende para ayudarnos a estar en pie nuevamente, las palabras de aliento de la gente que nos ama, las ráfagas de optimismo o de fe que nos dan fuerza para continuar, la certeza de que seguir adelante es lo correcto, entre tantas otras. ¿Cuáles son mis rayos de luz? Convendría preguntarnos cuando estamos en esa habitación oscura.

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El mismo día que hablé con mi amigo, conversé con otra persona y, después de escuchar parte de la triste historia de su vida, sentí un fuerte impulso por abrazarla, por manifestarle de alguna forma que lamentaba los hechos y que deseaba lo mejor para ella, aunque desafortunadamente no había nada más que yo pudiera hacer. Después de dudarlo unos instantes, pues temí incomodarla, me decidí a preguntar: ¿me dejaría darle un abrazo? Ella sonrió y, un poco desconcertada, dijo: “sí, claro”. Intuí que no estaba acostumbrada a los abrazos, pero quizás la sinceridad de mi gesto le transmitió un delgado rayito de luz, apenas perceptible. Tal vez, por la sensación de humanidad y solidaridad que yo experimenté, fue para mi interior un rayo de luz más intenso, uno que me llevó a concluir, después de hablar con mi amigo horas más tarde, que los seres humanos tenemos en nuestras manos la oportunidad de ser pequeños o grandes rayos de luz para la oscuridad de los demás, y también tenemos el poder de aceptar o rechazar la luminosidad que la vida nos ofrece. Así, ante la adversidad desesperante, debemos estar atentos, para dar o recibir pequeños rayos de luz. Fabiola Torres Adame elhoradana@hotmail.com

“Un padre que sabe dar rienda suelta a su infante interior, será capaz de valorar el mundo interno de sus hijos, aunque éste sea uno con necesidad especial”. Pedro Pantoja Santiago


En torno a los lobos se han producido mitos y leyendas que desde hace siglos los han convertido en el objetivo de exitosas campa単as de exterminio.

Cafeteria

Lobo mexicano

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Amigo conductor…

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Siéntase orgulloso de ser uno más de los satisfechos dueños de algún medio de transporte privado,

ya sea camioneta, “vocho” o mustang, las flamantes cuatro llantas de su intrépido bólido lo llevarán a cualquier lugar al que necesite llegar dentro y fuera de esta populosa megalópolis. Despreocúpese de los horrendos bochornos subterráneos de la limosina naranja. ¿Para qué pasar malos ratos encerrado en un pesero en mitad del tráfico cuando puede disfrutar del confort y exclusividad de un buen vehículo? ¿Tráfico? Relájese, recline el asiento y disfrute de su música favorita y de una bebida refrescante, y ¿por qué no? dese tiempo para empezar esa novela que tanto ha postergado. Piense en la suave brisa que acariciará su cabello mientras intenta alcanzar el fondo del acelerador, la adrenalina subiendo hasta producirle una orgásmica explosión en el cerebro. Imagine las innumerables ventajas que le traerá la posesión de tan


Comparta la alegría de tener auto con su prójimo. Hágase notar con un fuerte y agudo tono para su bocina, será la envidia de la colonia. prestigioso objeto: ¿que Susanita ya se tiene que ir a casa y no hay quién la lleve? Un valeroso caballero no sabrá desaprovechar tan evidente ocasión para demostrar sus atributos motorísticos ante sus congéneres. Además, Susanita le estará más que agradecida. Olvídese de la incertidumbre del regreso a casa después de una noche de juerga. Basta con un buen motor, ánimo, pericia y un paquete de mentas (por aquello del alcoholímetro) para poder disfrutar de los mejores antros, cantinas, bares y pubs de la ciudad sin temor a quedar varado a las tres de la mañana en cualquier cafecito 24 horas. Preocuparse por dejar el carro en cualquier calle oscura o temible está más pasado de moda que los zapatos de plataforma o el fleco estilo “flans”, pues, como usted sabe, se han construido cientos de miles de estacionamientos, perfectamente iluminados toda la noche, a la salida de negocios y plazas, resguardados por hombres fuertes, feos y formales que no dudarán en dar su vida por su valioso automóvil. En los bares puede encontrar a su franelero o valet parking de confianza, que sin duda luchará a capa y espada contra aquellos impíos que osen acercarse. Por si fuera poco, siempre tiene la opción de proteger a su querido y personal medio de transporte con una buena alarma y un sistema de localización. No se apure por sus amortiguadores, pues nuestras bien pavimentadas avenidas, calles, callejuelas y callejones le proporcionarán el más liviano y suave de los trayectos. Recuerde, es preferente permanecer solo en la mayoría de sus recorridos. Es de mal gusto ir acompañado, resta presencia y sutileza al vehículo. Si el peso de la soledad lo agobia, tome su celular (sabemos que puede pagarlo, después de todo, ¡tiene un auto!) y tenga una amena conversación con algún amigo, pariente o novia (la de su preferencia, sabemos que tiene varias y que puede pagarlas, después de todo, ¡tiene un auto!) ¿Temor a chocar? Para nada. Nuestros automóviles

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son tan modernos que le evitan la torpe incomodidad de mantener ambas manos en el volante, además, confiamos en su habilidad y empuje, dignos de un corredor de Fórmula Uno.

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Le recomendamos tener cuidado con los peatones. Por lo general, se les conoce por su vulgar y rudimentaria manera de conducirse. Como usted sabe, no emplean gasolina, (lo que impide un mayor crecimiento económico). Desafortunadamente esta discapacidad motriz no ha sido erradicada en ningún lado. Los ya mentados transeúntes desgastan sus músculos de sentarse en primitivos pasos que a la larga terminan por deformar sus miembros, impidiéndoles mantener la sutileza del amortiguamiento lípido gluteal inherente a la condición humana. Como conductor, puede lidiar lo menos posible con los peatones acelerando en cada cruce* que vea sin importar el color del semáforo**. Ellos tratarán de impedírselo interponiendo su detestable presencia, cosa que se soluciona con un ligero “lleguecito” de lámina. Muchos, en su intento por evolucionar, terminan retrocediendo. Nos referimos, por supuesto, a los ciclistas que, en su intento por imitar la velocidad del carro, no hacen más que ofender a la poderosa industria utilizando tecnología ya superada desde hace siglos. No se deje engañar, son peatones con rueditas, generalmente más estorbosos dado que en su afán imitativo invaden el espacio vital

de nuestros vehículos. En caso de tener un accidente, digamos un choque con algún camarada motorizado, llame a su compañía de seguros, que seguramente se asegurará de que usted no pague un solo peso por el siniestro. Cumpla con sus cuotas, uno nunca sabe lo que pueda llegar a pasar. En este apartado no se cuentan los mal llamados atropellos, pues es bien sabido que no hay consecuencia legal alguna, ya que forman parte del programa gubernamental de depuración demográfica. Este programa exime a automovilistas desde hace varios años. Se ha obligado a los fabricantes a utilizar materiales tan resistentes, que el cinturón de seguridad resulta un lujo. La limpieza de su auto nos preocupa, ya sea que usted o alguien a su mando lo limpie (idealmente dos modelos en bikini), asegúrese de no escatimar en recursos para mantener al bodoque brillante. Elija siempre un chorro potente de manguera por encima de la inútil cubeta. Use el sentido común: más agua, más limpieza. Por nuestra parte, contamos con una amplia gama de productos para el encerado, brillo y pulido.


Comparta la alegría de tener auto con su prójimo. Hágase notar con un fuerte y agudo tono para su bocina, será la envidia de la colonia. Administre y reparta amor a donde quiera que vaya con un ruidoso y oxidado mofle; con su suave run-run no sólo avisará que llega o se va, además arrojará al entorno un dulce aroma a gasolina quemada con mucho aceite. ¡Mmm! Aproveche la más mínima oportunidad para utilizar su carro, debe mantenerlo en constante operación para que no pierda velocidad y empuje. Arranque, frene, miente la madre, toque el claxon… y ¡ha llegado a la tiendita! Cargué gasolina y siga. Acelerador a fondo que el horizonte aún está lejos. Siga, acelere, esquive un alto o dos, no pare, derrápese a fondo y hasta la cocina, súbale a la música, encienda las luces, una chela o dos, arranque, rápido, a la izquierda, por el camellón, por la banqueta, suba, casi un choque, casi nada, siga y, si alguien le dice algo, sólo recuerde las palabras de aquel sabio hombre: “¿y qué?, ¡no he chocado!” Haga lo que haga, no suelte el volante. Recuerde, usted es el mejor accesorio de su auto.

*Los cruces se distinguen del resto de la pista por ser perpendiculares a otra calle

o avenida, tienen una sección con rayas, blancas o amarillas, y son parte importante del ambiente natural de la retrógrada especie de a pie. **El semáforo suele frenar nuestra larga carrera hacia el triunfo, la felicidad y la gloria.

Dentro de lo posible, tenga especial cuidado en ignorar sus inútiles restricciones.

Kin Navarro Reza

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Trisquel:

Hellen Keller 41

Un 27 de junio de 1880, en Tucumbia, una pequeña ciudad rural del Alabama, EU, nació Helen Adams Keller, hija del capitán Arturo Henley Keller y Kate Adams Keller. Helen fue una bebé sana, sin embargo, al cumplir un año con siete meses, enfermó. Hoy en día, la naturaleza de su enfermedad sigue siendo un misterio. Los doctores de su tiempo la llamaron “fiebre del cerebro”. Los doctores modernos piensan que Helen pudo haber padecido meningitis. Se encontraba tan delicada de salud, que todos pensaban que moriría en cualquier momento, sin embargo, la fiebre cedió y la familia de Helen respiró aliviada. No obstante, la madre de Helen notó que su hija no respondía cuando sonaba la campana de la cena y no cerraba los ojos cuando la bañaba. Las secuelas de la enfermedad comenzaron a hacerse evidentes: Helen se había quedado ciega, sorda y, por consecuencia, muda. La forma en que esta niña logró traspasar las barreras de su discapacidad inspiró a millones de personas alrededor del mundo. Por ello, la homenajeamos en el Trisquel de este mes.


Anne Sullivan Un nombre que siempre va unido al de Helen Keller es el de su amiga y maestra, Anne Sullivan. La infancia de Helen fue difícil para ella y su familia. Ajena al mundo exterior, Helen se convirtió en una niña problema, una especie de pequeña salvaje a la defensiva de un mundo que no comprendía. Anne Sullivan venía de un ambiente muy pobre. Había perdido la visión cuando tenía cinco años y fue abandonada en la casa de una familia humilde. Tuvo la suerte de ser acogida por el Colegio Perkins para ciegos en Boston. Después de varios años y tras dos operaciones exitosas, recuperó su visión. Se graduó con honores y estaba claro que era la persona adecuada para educar a Helen Keller. Durante su primera visita a la casa de los Keller, Anne le ofreció a Helen una muñeca; tomó la manita de la niña y dibujó en su palma la palabra m-u-ñ-e-c-a. Cautivó la atención de la pequeña desde el primer encuentro. Así empezaron las lecciones. Con el tiempo, notó que Helen se expresaba de distintas formas. Un día, la llevó al fregadero y extrajo agua con la bomba. Al caer el líquido en el jarro, salpicó la mano de Helen. Anne deletreó la palabra a-g-u-a en la palma de la niña; en ese momento, Helen comprendió el significado del líquido fresco: sintió alegría, esperanza y libertad. Se dio cuenta que todo tenía nombre y quería conocerlo. Para que aprendiera a escribir, Sullivan le consiguió un tablero acanalado que permitía formar letras con un lápiz. Para enseñarle a hablar, ponía la mano de Helen en su garganta. Ella sentía las vibraciones creadas al comunicarse y Sullivan hacía que Helen tratara de formar estas mismas vibraciones. Anne Sullivan fue su profesora personal y su amiga de toda la vida. Anne le ayudó primero a controlar su mal genio, después le enseñó a leer, en primer lugar con el alfabeto manual táctil y, más adelante, con braille; a escribir a través de las máquinas de escribir en braille, y también en forma normal: con papel y lápiz.

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Vida adulta de Helen Keller Helen fue a la escuela de Cambridge para señoritas desde 1896. En el otoño de 1900, entró en la Universidad de Radcliffe, donde se graduó con honores, convirtiéndose en la primera persona con discapacidad en obtener un título universitario. La vida en Radcliffe era muy difícil para Helen. Durante su tiempo en la universidad, comenzó a escribir su autobiografía. Escribía la historia en braille y en una máquina de escribir normal. Su primer libro fue publicado en 1902: La historia de mi vida. 43

Sorprendentemente, Helen no sólo fue capaz de aprender su lengua en braille; también aprendió francés, alemán, griego, e incluso latín. Además, se doctoró en Ciencias y en Filosofía y Letras. A los 31 años de edad, se había convertido en la persona más famosa e influyente de Estados Unidos en lo que se refiere a la dirección de la opinión pública. Se afilió al partido socialista y, hasta 1921, realizó activas campañas para apoyar a la clase obrera.


Helen viaja por el mundo Helen y Anne iniciaron en los años siguientes una gira de charlas y conferencias. También promocionaban sus obras literarias. En 1918, la demanda de sus libros disminuyó, pero esto no las detuvo. Helen no sólo recolectaba dinero, también hacía campañas para mejorar la calidad de vida y las condiciones de las personas ciegas, que eran rechazadas y, erróneamente, educadas en asilos. Su insistencia fue uno de los factores decisivos para que mejoraran las condiciones de vida de estas personas. En 1922, una severa bronquitis atacó a Anne Sullivan, lo que le impidió seguir trabajando con Helen. Polly Thompson, secretaria de ambas, tomó el rol que Anne tenía. En 1931, visitaron al rey George y a la reina Mary de Inglaterra, quienes quedaron muy impresionados por la habilidad de Helen para entender lo que las personas decían a través del tacto. Mientras tanto, la salud de Anne empeoraba. Murió en 1936. En 1953, un documental llamado “La invencible”, que narra la vida de Helen, ganó un Óscar como el mejor como documental de larga duración. Durante este tiempo, Helen volvió a trabajar en su libro Teacher, siete años después de que el original fuera destruido en un incendio. La obra se publicó en 1955. Polly Thompson falleció el 21 de marzo de 1960. Winnie Corbally, la enfermera que vino a cuidar a Polly en sus últimos años, fue quien acompañó a Helen hasta su muerte. Helen Keller, con la ayuda de Anne Sullivan, a través de sus escritos, lecturas y discursos, mostró a millones de personas que la discapacidad no significa el fin del mundo.

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El 28 de junio se celebra el Día Internacional del Orgullo LGBT (lesbiana, gay, bisexual y transgénero), también conocido como Día del Orgullo Gay. 45

Se escogió esta fecha debido a que el 28 de junio de 1969, en el pub Stonewall Inn del barrio neoyorquino de Greenwich Village, la comunidad LGBT se rebeló por primera vez en la historia de Estados Unidos en contra de un sistema que perseguía a los homosexuales con el beneplácito del gobierno. Los disturbios de aquella madrugada fueron el catalizador del moderno movimiento pro derechos LGBT. El término gay es un vocablo inglés (pero de raíces francesas), que ha sido incluido en el Diccionario de la Real Academia y que hace referencia a la homosexualidad (más específicamente al hombre homosexual). No obstante, en inglés, este adjetivo se aplica indistintamente a ambos sexos. Fue usado en el siglo XII por el francés Christian de Troyes para referirse a alguien feliz, alegre, exultante y divertido. El término incursionó en el idioma inglés con el mismo significado, pero hacia el siglo XVII adquirió la connotación de “persona autoindulgente que sólo busca el placer”. A finales del siglo XIX, comenzó a usarse con su significado actual en los códigos de la comunidad homosexual estadounidense. En los años 60, la palabra trascendió al vocabulario común. La comunidad gay internacional adoptó el término como un acrónimo de “good as you” (bueno como tú), lo que restó fuerza al matiz peyorativo. En México, un país mayoritariamente machista, los homosexuales han sido repudiados y perseguidos; muestra de ello son algunos términos que se utilizan para designarlos:


Gay

Arg端endero: 46


“Cuarenta y uno”

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Proviene de un incidente ocurrido en noviembre de 1901, en la Cuarta calle de la Paz, hoy Ezequiel Montes, en la Ciudad de México. Un grupo de 41 homosexuales celebraba una fiesta; alguien los denunció y, luego de una redada policiaca, 40 de ellos fueron detenidos y enviados a campos de concentración en Quintana Roo. El paradero de la persona número 41 era un misterio. Surgió la versión de que el gay faltante era Ignacio de la Torre y Mier, esposo de Carmen Díaz, hija de Don Porfirio. Es decir, el yerno del dictador.


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“Joto” La palabra nació en el "palacio negro" de Lecumberri. Las celdas o crujías estaban divididas por letras, la crujía J estaba destinada a los homosexuales: “Los jotos de la J”. El vocablo trascendió las murallas de la prisión y viajó por el tiempo hasta nuestros días. “Joto” es, probablemente, el término más popular para referirse a un homosexual, incluso entre los propios miembros de la comunidad del arcoíris.


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