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Indice 3 Abrir los ojos 6 Adiós México 8 Corazón de perro 11Síntomas de problemas financieros 14 Indigestión alucinante 18 Los militares a la frontera 22 Mantén el vuelo 24 Soy generación "X" , ¿ y qué? 28 Soy adicto a internet 32 Mujeres asesinas 35 Rey Arturo 38 La Exposición Universal de Shanghai 2010
Trisquel 43 Elvis Presley
Argüendero 45 ¿Qué onda?
La juventud “siempre está de moda”, dice Savater; es una categoría social, dice alguien más; es la belleza indiscutible pese a la inmadurez discutible, la simpatía continua, la primera inequívoca manifestación de la inteligencia. Jóvenes, jóvenes, jóvenes… en las plazas, dentro de tenis, faldas, películas, historias de amor y desamor, canciones; jóvenes en el desempleo, en rebeldía, en la depresión; jóvenes sobre bicicletas, sobre patines, patinetas, motocicletas, en los colegios, en las calles, en los transportes, en los conciertos; jóvenes que aman, que trabajan, que lloran, que corren, que gritan, que sufren, que piensan; asombrosos los que estudian y trabajan, los que sobreviven, los que padecen los divorcios en silencio, los “niños de la calle”; geniales los que emergen de las adicciones, los jóvenes científicos, los de buenas calificaciones pero también los de malas calificaciones, los rebeldes constantes, los obedientes pero también los desobedientes, los que llevan la contra a los maestros y los superan, los jóvenes que aprenden, los que escuchan, los que callan, los que madrugan, los roqueros, los huérfanos, los locos, los dulces, los modernos, los cerebrales, los relajientos, los equivocados, los acertados, los necios, los tristes, los talentosos. Los inmortales. Eternos jóvenes quienes logran serlo.
Editorial
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Abrir los
ojos 4
Hace algunos años, experimenté una gran crisis existencial. Tenía muchas de las cosas que había soñado desde pequeña y, sin embargo, en mi interior sólo crecía el vacío.
Cosmovisiones
Hace algunos años, experimenté, una gran crisis existencial. Tenía muchas de las cosas que había soñado desde pequeña y, sin embargo, en mi interior sólo crecía el vacío.
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A pesar de mis continuos intentos por entender la vida, por comprender qué era lo que me faltaba; después de decenas de terapias tradicionales y alternativas, el vacío no se llenaba. Llegué al límite y decidí ignorar todo lo que me habían dicho que me ayudaría a encontrar la felicidad: elegí salir a buscarla. Renuncié a mi trabajo (en plena crisis económica), vendí mi coche, conté mis ahorros y, en menos de un mes, estaba en un avión rumbo a la India. Preferí arriesgarme y jugármela a perderlo todo, que seguir sintiéndome así. ¿Por qué la India?, muchos me preguntaban. Desde varios años atrás, cuando practicaba yoga o meditación (como parte de mis terapias alternativas), un intenso deseo por ir a la India surgía dentro de mí. Llegar a la India fue un gran shock. Esperaba encontrar gente conviviendo en armonía y paz; gurús y maestros en cada esquina. Sin embargo, en un
principio, sólo me encontré con una impactante pobreza; las grandes “necesidades” con las que subsisten los indios, el desorden, la suciedad y, sobre todo, los millones de animales que conviven libremente con las personas: moscas, pulgas, mosquitos, changos, vacas, toros, búfalos, escorpiones… Recuerdo mi primer viaje en tren. Entre el retraso de seis horas y las paradas inesperadas en medio de la nada, un viaje de 10 horas se convirtió en una experiencia de 24. El frío espantoso, un hedor a orines insoportable; gente gritando, entrando y saliendo del vagón. El tren avanzaba y yo me decía: “¿por qué no puedes estar en casa tomándote una taza de café?”, “¿para qué complicarte tanto la vida?”. Sólo veía moscas, desorden y baños repugnantes. ¿Dónde está la espiritualidad? Después de varias semanas y de muchos lloriqueos y frustraciones, la India comenzó a mostrarme lo que tanto necesitaba entender. Visité varios ashrams (centros de meditación) en diferentes partes de India. Mis experiencias en cada uno de ellos fueron muy particulares, a pesar de que las mecánicas eran parecidas. Las meditaciones se realizaban muy
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temprano, al amanecer. Luego practicábamos yoga y actividades marciales. Pero mi aprendizaje más valioso lo obtuve en las calles y mercados. Nunca había visto miradas tan inocentes y llenas de fe. Me asombró descubrir que aún existe gente que confía profundamente, que acepta su vida y su realidad sin reclamos ni grandes aspiraciones, porque tiene la certeza de que está viviendo lo que le ha tocado vivir. Después de bañarme a diario con agua fría y a jicarazos, de dormir en el piso en un cuarto de 2 x 4 con una familia de nueve integrantes, de ser vigilada por ratones mientras dormía, de haber sido correteada por una vaca que confundió mi bolsa de ropa sucia con comida… Fue hasta entonces que me di cuenta de que había llenado mi vida con comodidades que yo confundía con necesidades. Tuve la fortuna de conocer a dos grandes maestros que cambiaron mi destino. No me enseñaron mucho a nivel intelectual, nada de teorías complicadas ni de corrientes filosóficas. Su sola presencia provocaba reacciones increíbles y regocijaba el espíritu. Por ninguna razón exterior, y de repente, todos los que nos encontrábamos frente a ellos comenzamos a llorar de alegría. Muy lejos de mi ciudad, entre vacas y moscas, me sentí llena de mí, por primera vez. La belleza de la vida y la verdadera felicidad se hallan en las cosas más sencillas. Sinceramente, dudo mucho poder encontrar la verdad o entender cómo funciona la vida. Hoy, sólo elijo disfrutarla. Recuerdo que un buen amigo siempre me decía: “es cuando sales del confort que encuentras las respuestas”. Naidel Ardila
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Adios
Mexico
Opinemos sobre... El Estado mexicano poco a poco se ha ido perdiendo; llenándose de agujeros y abismos. Las raíces de este fenómeno son profundas: una fallida restructuración política, el debilitamiento de la imagen y poder de las figuras gobernantes, además de una “guerra” absurda contra el narco que el mismo Estado mexicano dejó engordar. Muchos nos podemos quejar, muchos podemos salir y marchar en las principales avenidas, podemos escribir manifiestos…, pero tal parece que, por más que alcemos la voz, nadie nos escucha. Según las últimas cifras arrojadas por el diario Los Angeles Times, en lo que va de la administración del presidente Felipe Calderón, se han reportado más de 22 mil muertes directamente relacionadas con la guerra contra el narco. Encima, tenemos realidades como la triste resolución de la Suprema Corte de Justicia con respecto al caso de la guardería ABC, que le ha dado todo, menos tranquilidad y justicia, a los padres de los pequeños que fueron víctimas del incendio. Los gobernantes, que parecían estar rogando por el debilitamiento del Estado, ahora temen a la fuerza que ha surgido para llenar ese vacío: el narco. Un grupo que aparentemente carece de patria o de bandera. Los grupos armados, encabezados por los cárteles del narco, hace tiempo que comenzaron a asumir tareas propias del gobierno –de manera torcida, eso sí– como recolectar tributo y brindar seguridad a cambio de sumisión; además de dar trabajo a cientos de campesinos que sobreviven gracias a la siembra y cosecha de marihuana y amapola. Ojalá que patear un balón de fútbol pudiera reconfortar a los familiares de las víctimas de Ciudad Juárez; ojalá que un programa de televisión pudiera hacer que me olvidara de lo peligroso que es salir a la calle. Desearía que, por una vez, alguien escuchara a los jóvenes. Porque nosotros también sabemos de política. De acuerdo con las cifras oficiales, el número de personas secuestradas en 2009 fue de mil 128, mientras que el número de asesinatos durante ese mismo año fue de 33 mil 697. Dichos números no son simple estadística: representan familias rotas, vidas destruidas y sueños truncados. Y tú, ¿cuánto crees que pueda aguantar México? Jorge Luis Morton Estudiante de Sociología, sexto trimestre. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. luismorton@hotmail.com
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Hablando de lo intangible
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Corazon de
perro
“Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas se encuentran en el perro“. Franz Kafka
Corazón de perro es uno de los muchos apodos que recibe la “donita de pelos” –por la forma en que se enrosca para descansar– más amada por mí. También es conocida en el microcosmos de mi hogar como: “Larry”, “Osezno”, “Osito BB”, “Amigo”, “Compañero”, “Osito de buenos sentimientos”, entre otros. Mi perro no llegó a mí cuando era un cachorro, sino cuando tenía alrededor de cinco años, según le dijeron a mi hermano, que fue quien lo recogió de un albergue. Siempre fui reacia a la idea de acoger a un perro de quién sabe dónde, que ya tiene un “background”, malas mañas, tal vez enfermedades, frustraciones o amarguras. Un ser vivo con más o menos los mismos defectos que los de cualquier ser humano. La primera vez que lo vi, pensé: “pero qué perro tan feo, sobre todo por la jorobita estilo ‘Cuauh’; tiene la cabeza un poco chica en relación con el resto del cuerpo”. Esta desproporción no desapareció, al contrario. A “Osito BB” se le fue haciendo cada vez más grande la panza y, por consiguiente, la cabeza le quedaba cada vez más chica. Defectos no detectables a simple vista fueron apareciendo,
como su fétido aliento. No obstante, llegó a hacer gala de sus “buenos modales”: en ningún momento utilizó el piso como sanitario. Su vocación de guardián salió a relucir muy pronto, sin embargo, debo decir que no ladró durante la primera semana. Seguramente estaba algo asustado o decepcionado. Es pequeño, pero nunca deja de comer; se ha empachado varias veces y vomitado otras más. Usualmente quiere morder a los repartidores. Cuando se enoja, la joroba se le eriza, sobre todo cuando tiene enfrente a Israel, mi novio. No se deja hacer cariños todo el tiempo, pero siempre es mejor que esté cerca. Es uno de los regalos más bellos que, como familia, hemos recibido. Ha fortalecido la unión, sin mencionar que cada uno de nosotros produce una buena dosis de endorfinas al abrazarlo. Cuando voy caminando de regreso del trabajo, hambrienta y algo gruñona, recuerdo que voy a ver a mi perrito e, inmediatamente, me cambia el ánimo. Es como tener una certeza, una verdad a la que le puedo jalar el pelo. Soy un tanto escéptica, pero no tengo duda del origen divino de los animales. A menudo me escucho diciéndole que Dios lo hizo. La
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maravilla de los animales nos hace repensar acerca de nuestro lugar en el universo y de nuestra responsabilidad como especie. Sería oportuno dejar la crueldad; ser más respetuosos con nosotros mismos y, por tanto, con los animales. Casos como el de “Callejerito”, el perro que fue torturado hasta la muerte por unos púberes, encienden focos rojos. Debemos retomar el amor por el medio ambiente, ahora tan deformado, porque de éste provenimos. También hemos de reparar en el trato que les damos a los animales utilizados para consumo humano, que, por ser nuestro alimento, nos afectan directamente (a nivel celular). Más vale darle un trato digno a lo que comemos, si no queremos llenarnos de podredumbre. Y qué decir de los animales que utilizamos para nuestra diversión. Somos una especie tan temeraria, que encerramos a los primates (que comparten cerca del 99% de información genética con nosotros) y hacemos que bailen. Una manera de ayudar es esterilizando a nuestras mascotas para que no se sigan reproduciendo en el abandono. Los albergues están cada vez más llenos y los voluntarios no siempre son los más adecuados. Quizás alguien se quiera llevar un pedazo de alegría casa; yo también deseaba comprarme un bulldog inglés con pedigree y chip integrado, pero “Larry” se robó mi corazón y lo escondió como si fuera un huesito. No es causa de orgullo que le impidamos volar a las aves, que alimentemos con desperdicio a nuestro alimento, que nos mofemos de los elefantes haciendo que se monten en una cubeta, que llamemos arte a un acto tan brutal como la fiesta brava. Tampoco que depredemos el hábitat de tanta fauna, de la cual depende nuestra supervivencia. Es propicio recordar la frase del humanista Mahatma Gandhi: “Un país, una civilización, se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”. En estos momentos está lloviendo fuerte, se escuchan truenos, "Larry " vino a resguardarse en mi cama. Tal vez no sea tan valiente, pero su corazón de perro me sacude el alma. Karina Anahís González Esquer
S ntomas de
problemas
financieros 12
Una característica que tienen en común casi todas las personas que se meten en dificultades financieras es que sólo se dan cuenta de sus problemas una vez que éstos son verdaderamente graves.
Cuidando la alcancía...
La facilidad con la que podemos ignorar señales muy claras de que no estamos manejando bien nuestras finanzas es asombrosa. A continuación, enlisto una serie de preguntas para develar algunos síntomas del mal manejo financiero. Si la contestación a cualquiera de estas preguntas es “no”, puede ser que tus finanzas personales no estén siendo manejadas adecuadamente.
1. ¿Sabes cuánto dinero en efectivo tienes en tu cartera en este momento?
2. ¿Sabes cuánto dinero tienes en tu chequera, cuenta de ahorro o cuenta de inversión actualmente?
3. ¿Sabes, claramente, en qué se te ha ido el dinero? 4. ¿Sabes cuánto debes en tus tarjetas de crédito? 5. ¿Tienes fondos para hacer frente a un gasto imprevisto o una emergencia? 13
6. ¿Tienes ahorros? 7. ¿Estás ahorrando regularmente una proporción constante mínima de tus ingresos? 8. ¿Están protegidos tus ahorros contra la inflación actual, un aumento en ésta o una devaluación? 9. ¿Te alcanza el dinero para pagar todos tus gastos prioritarios al final de cada quincena? 10. ¿Pagas la totalidad de tu adeudo en tarjetas de crédito mes con mes? 11. ¿Has cumplido con todas tus obligaciones de pago sin fallar en los últimos 12 meses? 12. ¿Has hecho la planeación necesaria para que tus adeudos se vayan reduciendo con el tiempo? 13. ¿Has presupuestado tus gastos? 14. ¿Tienes aseguradas tus fuentes de ingreso por seis meses? Es decir, ¿estás seguro en tu trabajo? 15. ¿Tienes las coberturas de seguro (vida, gastos médicos, auto, casa, responsabilidad civil, etc.) para tener la tranquilidad de que tu familia y tu patrimonio están bien protegidos?
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16. ¿Conoces los riesgos que pueden hacer que tus inversiones bajen en valor, o bien, no las puedas convertir de inmediato en dinero? 17. ¿Ya hiciste tu testamento? 18. ¿Das buen mantenimiento a tus propiedades? (Casa y auto, por ejemplo). 19. ¿Te sientes conforme y contento con el servicio que brinda tu banco, hipotecaria, compañía de seguros, casa de bolsa, operadora de fondos de inversión u otra entidad financiera? 20. ¿Has leído a conciencia los contratos y condiciones de tus cuentas bancarias, tarjetas de crédito, seguros, SAR, la hipoteca y tus contratos de inversión? No te alarmes, no conozco a nadie que pueda contestar “sí” a todas las preguntas, pero deben servir para tomar conciencia. El manejo adecuado de nuestras finanzas personales es una responsabilidad individual. Es cuestión de sentido común, de conocer las características y riesgos de las operaciones que estamos llevando a cabo, y de saber con quién estamos trabajando. Tú eres el mejor guardián de tus finanzas.
Ricardo G. Mayer Asesor Financiero rgmayer@ekonom.com www.ifip.com.mx
Espacio de letras
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Indi gestion
aluci nante
Gerardo, pequeño, mal formado, al que el dinero bendijo desde su nacimiento, salía de su casa enorme, de techos bajísimos, a buscar niños de las calles a los que convencía de ir con él; ofreciéndoles alimento y cama. Nadie lo amaba, odiaba su cuerpo y lo que era.
Se llevaba a los niños con intención de vaciarlos, les robaba sus sueños. Ellos se los contaban al amanecer y él vivía de éstos por el resto del día, si no, sentía a su corazón salírsele del pecho. Aquello era dolor; vacío de estar solo, angustia. Pero, ¿cómo iba él a sentir tal emoción? ¡Imposible! La vida de otros llenaba la suya. El domingo salió a realizar su empresa, los últimos dos niños que había llevado quedaron totalmente vacíos. Después de siete días ninguno soñaba. –Aquí vienen a soñar, mocosos. ¡Lárguense! En esa casa lo tenían todo, pero el señor Gerardo abusaba de su hambre y los maltrataba. Poco a poco sus sueños se volvían pesadillas y éstas no le servían. Dejaron de serle útiles. Los echó, no sin antes haberlos despojado de toda ilusión. Así que salió temprano a avistar las calles en busca de otro par de bocados. Uno, recostado en el pasto; el otro, pidiendo un peso; se decidió por dos niñas flacas y sucias. Les prometió comida,
cama y sueños. Sin necesidad de pensarlo, lo siguieron y, cuando llegaron a la gran casa, una felicidad desconocida las volcó en una ola de agradecimientos y emociones desbordantes. La primera noche cenaron y las mandó a dormir. A la mañana siguiente les informó cuál era su tarea: soñar, y cada vez que despertaran, ir a contarle sus sueños. Si no cumplían, era inútil levantarse, se quedarían en cama hasta haberlo hecho y luego irían a buscarlo. “¡Fácil!”, pensaron, pues la noche anterior soñaron con juguetes, agua, panes con mermelada y montones de cosas más. Al cuarto día sucedió que la menor, al despertar, se dio cuenta de que no había soñado nada. Le dijo a la mayor: –No soñé nada. ¿Qué hago? –Pues duérmete, ya verás que algo se te ocurre. La niña obedeció. Pero no podía dormir, se concentraba, daba vueltas, y nada. Desesperada, salió del cuarto, se dirigió al despacho del señor Gerardo y le contó un sueño
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inventado. La seriedad de él se tornó en rabia, la sacudió del brazo y dijo: –¡Muchacha tonta! ¿A quién quieres engañar? Come y tírate a dormir. Nunca, me oyes, nunca despiertes sin haber soñado. Si intentas burlarme una vez más, basura, te aviento a la calle. No vales nada. ¡Lárgate! No respondió. Lloró mientras comía, la mayor la contemplaba y entendía su llanto. La llevó a dormir. 17
Dormían, soñaban y despertaban, la misma historia una y otra vez. Las pesadillas, como la Nada, envolvían sus sueños, y el señor deforme más las maltrataba. No podían más, se acostaban entre sollozos, sufrían en sueños y, al amanecer, la comida sólo sabía a sal. Una mañana, la mayor despertó inquieta, soñó que soñaba millones; despertó a la menor y le contó un plan. Decidieron no comer, sólo soñarían, así, tal vez, el señor Gerardo las trataría de nuevo como aquel domingo.
El día entero no salieron de su cuarto; por la noche, el señor se asomó a la recámara y las vio dormir. "¡Excelente!" , pensó. "Que sigan, un día sin alimento no hace daño". Al siguiente tampoco salieron, fue a verlas, pues notó que la comida de la noche anterior estaba intacta. De nuevo dormían, las dejó, no podía arriesgarse a perder un buen plato. Tres días: "¡Es el colmo! ¿Cómo pueden dormir tanto? Han de estar muertas, seguro. ¡Qué asco!". Pero no lo estaban. Como a las siete de la noche bajaron por las escaleritas a la cocina, morían de hambre, devoraron todo lo que pudieron encontrar y subieron a buscar al señor Gerardo. ¡Soñaron tanto! –¿Y bien...? –Señor: yo soñé muchísimas cosas, que era un dibujo enormísimo y morado y unas crayolas de todos colores me pintaban, una de rojo y otra de verde y otra del color del sol, y de repente llegaba una goma “gigantísima” y me quería borrar, y yo me hacía azul y de puntitos, y además…
–Yo, yo, yo soñé que me convertía en árbol. Pero como que me estaba marchitando porque no llovía, y entonces unos niños daban gritos a las nubes y de allá arriba caían cubetazos de agua, y luego yo ya no era árbol nada más, era como muchos árboles y es que los niños, de tanta agua, se hacían como yo. –Y luego también soñé con unas alas que tenían cuerpecitos pequeñitos, volaban y me atrapaba una y me llevaba muy lejos, me caía en un castillo y había princesas… Hablaban tanto que el señor deforme se sentía satisfecho. Ellas seguían contando, entusiasmadas. Ahora estaba lleno, le empezaron a dar náuseas, sintió que su estómago se hacía cada vez más grande. "¡Paren!", gritó, pero ellas estaban tan emocionadas que siguieron hablando. – … ¡Es cierto! El monstruo daba vueltas y yo era más pequeña que hace días y no me asustaba, ¡no!, lo perseguía… –Yo corría porque era un bichito y mi hermana era una hormiga y las dos hacíamos pulseras de hojas y unas abejas se las comían. –También soñé con un niño de cabello blanco, o algo así, y era mi amigo también… No sólo era su estómago, sus pies y sus manos se ensanchaban, era como uno de esos globos a los que dan forma los payasos; crecía más su cuello que su cabeza, los pocos centímetros cuadrados que medía se triplicaban, era enorme. Les gritaba que se callaran, pero no lo hacían. No podía moverse, estaba atrapado entre el techo y las paredes, el escritorio de enfrente lo atascó y sus pies ni un milímetro pudieron andar hacia algún lado. Las niñas, aterrorizadas con la visión, huyeron como alma que lleva el diablo. Afuera, los gritos dejaron de escucharse, las luces parpadeaban, caían rayos y una lluvia ácida deshacía la casa. Corrieron por las calles mientras los feroces truenos atenuaban. Perdidas se sintieron seguras. Una señora pasó a su lado. Al verlas les sonrió y siguió su camino. Pensaron: vale la pena seguir soñando.
Tania Ceceña
“La verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo”. Michel de Montaigne
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El mundo y nuestro pais
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Los militares
a la
frontera La Guardia Nacional estadounidense a cuidar la frontera con MĂŠxico.
Parece haber un acuerdo en que los estadounidenses deben responsabilizarse por el tráfico ilegal de armas hacia México. Felipe Calderón se lo exigió a los miembros del Congreso vecino.
En México, a todos les pareció bien y se lo aplaudieron (a pesar de que todos: Obama, Calderón, los congresistas, e incluso los de los aplausos, saben que eso no va a ocurrir). La confusión sobre el uso de los militares para combatir delitos es tal, que nadie parece darse cuenta de lo esencial: “lo más sencillo suele ser la mejor respuesta”. Siempre he sostenido que los militares tienen como único propósito resguardar la soberanía de un Estado. Es evidente que muchos confunden la soberanía con la ausencia de violencia, y por eso mandan a los militares a realizar trabajo policíaco. Quizá la aplicación del principio de la “Navaja de Ockham” nos ayude a dilucidar la cuestión. Los políticos y los militares ya anunciaron que el retiro de las fuerzas armadas de las calles del país no ocurrirá pronto. ¿Por qué? Porque las mandaron a realizar una tarea que les es impropia. La principal cualidad de un político (tal vez la única) es saber para qué sirven los demás (personas, instituciones, cosas, presupuestos, actos, etc.). Es
evidente que si alguien no sirve para algo, deben aprovecharlo para lo que sí sirve. La utilidad deviene directamente de la preparación. Pues bien, resulta que si los militares sirven para defender la soberanía, en este momento tan difícil, eso es lo que podrían estar haciendo. La pista se la dio el propio Obama a Calderón el pasado 25 de mayo: mandó otros 1, 200 guardias nacionales a vigilar la frontera con México. Los vecinos del norte consideran, de forma atinada, que el control de sus fronteras es una cuestión de seguridad nacional, es decir, de soberanía. No quieren drogas o inmigrantes ilegales y deciden poner militares en su frontera para evitar ambas cosas. No esperan que México resuelva el problema (saben que no puede y, aunque pudiera, es una cuestión soberana de los Estados Unidos y no se la dejarán a alguien más). No mandan a los guardias nacionales a vigilar las calles y buscar inmigrantes ilegales o narcotraficantes o droga; no, ese trabajo se lo dejan a las diversas policías (incluso los arizonianos,
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con su nueva ley, lo dejaron en manos de la policía). Para mandarlos a las calles, hay que declarar estados de emergencia (lo que, por cierto, solicitan los gobernadores al presidente por ser facultad soberana de cada Estado) y cumplir una serie de requisitos de tiempo y lugar para garantizar una salida expedita de las fuerzas armadas. Es decir, exactamente lo contrario que estamos haciendo en México. Ahora bien, ¿deberíamos hacer algo similar? Analicemos brevemente la hipótesis: Nos quejamos de que los estadounidenses no impiden que las armas se trafiquen a México. Bien, mandemos a los militares a cuidar las fronteras para evitar que entre armamento y dinero sucio (cuidar las fronteras es, por antonomasia, defender la soberanía, lo cual es tarea de los militares). No necesitamos pedirles a los vecinos que lo hagan por nosotros; esa es una tarea nuestra. Es más, Estados Unidos ha facilitado el proceso
con la construcción de los muros de los que tanto nos hemos quejado. Sirven para ambos intereses, el de ellos y el de nosotros. No dejemos espacio por cuidar: ni al norte, ni al sur; ni en mar o aire. Para eso sí sirven los militares. Desconfiamos de nuestras policías en todo el país. Entonces, demos de baja a un número igual de militares y que se conviertan formalmente en policías, homologando los salarios y manteniendo un sistema de escalafón y antigüedad atractivo junto con una disciplina militarizada (en la mayoría de los casos, ganarían un mejor salario que el que reciben actualmente). De este modo, podría modificarse para bien la relación de los cuerpos policíacos con los civiles. Tampoco confiamos en los gobernadores de algunas entidades y creemos que favorecen a determinados grupos de narcotraficantes. Mandemos a los militares a custodiar los límites entre cada entidad federativa y el Distrito
Federal. Ese también es su papel: mantener el equilibrio entre los miembros del pacto federal garantizando el respeto entre cada uno de ellos. Después de las fronteras, los límites de cada Estado representarían un “segundo retén”. Una segunda oportunidad con respecto a la soberanía de cada entidad. Por último, si algún gobernador se siente rebasado por el narcotráfico, puede declarar estado de emergencia y pedir la presencia de los militares hasta que restablezca el control por sus propios medios. El número de militares destinados a “combatir” al “crimen organizado” es suficiente para reasignarlos a estas tareas. Ese es su deber constitucional, lo que hacen hoy en día, no lo es.
Dr. José Luis Camba Arriola. Egresado de la Universidad Complutense de Madrid, donde realizó estudios en Sociología y Ciencias Políticas, especializándose en Sociología Política (Sociología del Poder: redes y mecanismos formales e informales). Actualmente es consultor político y analista.
“La libertad es el derecho de escoger a las personas que tendrán la obligación de limitárnosla”. Harry Truman
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Manten el
vuelo
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- Bien, entonces ponte de pie, despliega las alas al máximo, levanta el rostro hacia el cielo y elévate. ¡Sal de aquí y pasea por la ciudad! Respira todo el aire que necesites y sacude con ímpetu tus alas, hasta que todas tus emociones, tus vicios, tus miedos y hasta tus músculos hayan encontrado su lugar. Después regresa y concéntrate en lo importante, ¡deja ya de gritar por todas partes que algo te falta! ¿¡Qué te falta!? - Sí, tienes razón, daré una vuelta por ahí, es sólo que… - ¿Otra vez el mismo argumento? ¡Deja el tema por la paz y vuela! ¡Anda, vete ya y regresa con el alma despejada! - ¿Y si no puedo volver? - Entonces, mantén el vuelo. Todo irá bien, te lo aseguro. - ¿Volar por siempre? - Volar lo necesario.
Fabiola Torres Adame elhoradana@hotmail.com
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Soy
generac y
que
Si bien la fecha de nacimiento es, en esencia, un accidente, lo cierto es que le marca la vida a uno al hacerle formar parte de un grupo de personas con las que se comparte una misma idea del mundo, de una generación. Así, yo pertenezco a la famosa “X”, esa que comprende a los nacidos entre finales de la década de los sesenta y mediados de los años ochenta. Hubo un tiempo en que aquello no era motivo de orgullo, pues se nos tachó de desobligados, apáticos y poco motivados. Claro está que con la llegada de las generaciones “Y” y “Z”, estos defectos se convirtieron en simples minucias. Más allá de los estudios sesudos que sobre el tema se han escrito, quisiera destacar algunos aspectos que a los “X” nos identifican como generación. Fuimos los primeros en integrar la televisión a nuestra vida. Veíamos lo mismo caricaturas como “Los Picapiedra”, “Don Gato y su pandilla”, “El show de Porky” y “Los felinos cósmicos”, que series de ciencia ficción de la talla de “El túnel del tiempo”, “Perdidos en el espacio”, “El hombre de la Atlántida” o “Automan”, sin que por ello pasáramos las horas delante de la televisión, pues todavía se
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cion
e
antojaba salir a la calle para andar en bicicleta, echar el partidito de fútbol, jugar “stop” o, de plano, andar de vagos. Descubrimos que las computadoras no eran un producto de la ciencia ficción y que, si se contaba con el dinero suficiente, se podía tener una, lo mismo que el recién aparecido disco compacto o CD, que nos alucinaba tanto por su diminuto tamaño, como por la claridad de su sonido. De igual forma, muchos supimos por vez primera de internet y sus alcances al ver la película Juegos de Guerra. Pese a ser testigos de esta revolución tecnológica, los “X” estamos divididos entre aquellos que se hicieron a un lado y los que, sin importar sus limitaciones, se sumaron a ella. En el cine nos marcó el “Brat Pack” (Rob Lowe, Robert Downey, Jr., Judd Nelson, Emilio Estevez y Molly Ringwald) con dos películas: St. Elmo´s Fire y The Breakfast Club, que destacaron por sus personajes socialmente apáticos e ideológicamente neutros. El otro lado de la moneda lo representó Ferris Bueller’s Day Off , cuyo protagonista se volvió nuestro arquetipo al demostrar que el mundo nos pertenecía y que sólo requeríamos de una pizca de ingenio para conquistarlo.
Somos la generación en la que la música fue marcada por la imagen. La aparición del canal MTv en 1981, nos permitió disfrutar la música a través de la vista con videos que eran verdaderos cortos en los que el humor, el atrevimiento y las melenas eran los actores principales. Los tiempos del disco y el punk quedaron atrás para ceder su lugar al glam metal, género musical en el que los hombres parecían mujeres y que, pese a ser bastante chabacano y “popero”, nos legó un himno generacional: “We’re Not Gonna Take It” de Twisted Sister. Nos tocó ser los primeros en tener padres que procuraron ser nuestros amigos, sin que por ello perdieran autoridad. De hecho, el tema de la amistad es fundamental para nosotros. Ignoro, como afirman varios estudios, si antepusimos los amigos a la familia, pero lo que sí sé es que vivimos con mucha intensidad la amistad, pues en ella convergen principios como la confianza, la honestidad y el compromiso. 27
Sin embargo, no estuvimos exentos de problemas. En plena adolescencia, los primeros “X” vivimos los inicios del VIH/Sida, época en la que abundó, y ahora creo que a propósito, la desinformación. En repetidas ocasiones se nos dijo que se trataba de una enfermedad que afectaba sólo a los homosexuales, que se podía transmitir lo mismo por la saliva que por la piel, que había que evitar cualquier tipo de contacto y acercamiento con los infectados... En fin, un montón de tarugadas que, aunque no nos amedrentó mucho, sí nos hizo ser más cuidadosos y precavidos en materia sexual.
Nos acusan de ser políticamente apáticos, pero cómo no serlo si nacimos en un país en el que el mismo partido siempre ganaba las elecciones, pese a lo que dijeran los votantes. La apatía se acrecentó cuando, a fines de la década de los ochenta, la Guerra Fría agonizaba y, con ello, el panorama mundial se reconfiguraba. Una parte del mundo recuperó su libertad, pero el planeta entero quedó a merced de un sólo sistema político-económico. Fuimos la generación de la crisis; los que escuchamos de boca de nuestros padres lo bien que se vivía en México en los años sesenta, aunque nos costaba trabajo creerles. Fuimos los primeros en crecer acompañados de palabras tan extrañas como “inflación”, “déficit” o “petrolarización”. Somos los mismos que asumimos por experiencia que el quebrantamiento de nuestros maltratados bolsillos es una situación perenne y que en el futuro veremos más vacas flacas que gordas. En fin, es mucho lo que se ha dicho y escrito sobre nosotros, pero lo cierto es que ya se acerca el tiempo en que gobernaremos este país. Sólo entonces, tendremos la oportunidad de demostrar cuánto de ello es verdad. Íñigo Fernández Fernández
“La libertad es como la mañana. Hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla”. Subcomandante Marcos
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Metaversos tecnol贸gicos
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Soy adicto a
internet
¿Desatiende sus actividades por pasar demasiado tiempo navegando en internet?, ¿con qué frecuencia su familia y amigos le recriminan que pasa mucho tiempo conectado? Éstas son algunas preguntas de un test para determinar si se sufre de adicción al ciberespacio.
Conocida como dependencia de la red o uso compulsivo de internet, se trata de una patología propia del siglo XXI, aunque los primeros casos se presentaron a mediados de la década de los noventa. Las llamadas “adicciones tecnológicas” surgen por una interacción enfermiza entre el hombre y la máquina, y pueden llegar a tener consecuencias tan lamentables como las adicciones químicas. En la actualidad, millones de personas llevan un estilo de vida netamente virtual. Hacen las compras vía internet, platican por un chat, conocen gente en las redes sociales e incluso trabajan en un rinconcito del gigantesco mundo de la web. De acuerdo con Enrique Echeburúa, catedrático de piscología clínica en la Universidad del País Vasco, cuando una persona prefiere navegar en internet a tener cualquier otro tipo de experiencia o relación social, puede comenzar a hablarse de un cuadro de adicción. El paciente no piensa en otra cosa que en internet y pronto su mundo se reduce a unas cuantas páginas o ventanas. La
satisfacción depende del número de clicks, de visitas a un perfil, de comentarios a una publicación, de amigos agregados a una red social. Internet es una droga que desinhibe y permite al usuario ponerse cientos de máscaras; de este modo, se crea o se reconstruye, evade la realidad, se convierte en un avatar. La pornografía es un factor común de adicción, al igual que las redes sociales. En páginas como Facebook, los usuarios pueden “colgar fotografías en las paredes”, enterarse de lo que hacen sus amigos a cada minuto, comunicarse e interactuar con otros a través de cuestionarios, juegos, agenda de eventos, mascotas y trabajos virtuales que, desafortunadamente, no son remunerados. Así, muchos se pasan el día trabajando en una granja de mentiras. Incluso llegan a comprar artículos virtuales, como casas, árboles o ganado. ¡Es una locura! El otro día leí en el status de una amiga: “La vida es aquello que sucede cuando no estoy en Facebook.” Creo que no podría haberlo expresado mejor.
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“Las redes sociales pueden generar un proceso adictivo como el que genera la marihuana o cualquier otro enervante. ¿Qué pasa?, el placer social que da la red es un placer inmediato: en cinco segundos veo tu foto, te contesto, entonces esto me da tanto placer que a la hora de querer replicarlo necesito mayor dosis”, explica Julia Borbolla, experta en psicología y nuevas tecnologías. Twitter es el mejor servicio de mensajería instantánea del siglo XXI. Es conciso, eficaz, y el destinatario puede ser teóricamente cualquiera, desde el presidente de Estados Unidos hasta el vecino de la casa de en frente. Esperar a que Barack Obama te conteste es una fantasía ambiciosa, pero que puede convertirse en realidad. Los usuarios escriben de todo: que si están comiendo spaghetti con albóndigas, que se bajaron del camión, que si su perro está deprimido… Y, hablando de depresión, cabe mencionar que los adictos a internet son más
propensos a deprimirse, según informa Catriona Morrison, investigadora de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido: “internet desempeña ahora una parte importante en la vida moderna, pero sus beneficios están acompañados de un lado oscuro”. La adicción a internet es un problema que conduce a una cascada de problemas. No sólo sufre el paciente, sino también sus familiares y amigos, porque su ser querido “ya no forma parte de este mundo”. Al encontrarse en esta especie de limbo cibernético, se pierde contacto con la realidad y se es más propenso a ser inducido por un ciber-delincuente. Las adicciones tecnológicas no deben tomarse a la ligera. Son contagiosas y, lo peor de todo, es que nos privan del regalo más hermoso que tenemos: la vida. Ana Laura Pazos González pazosorama@gmail.com http://leeanapazos.blogspot.com
“La libertad no consiste en tener un buen amo, sino en no tenerlo”. Cicerón
Ratones literarios
“Las mujeres también matan, siempre han matado”. La sentencia es del historiador y periodista Agustín Sánchez González, y abruma no precisamente porque sea una revelación, sino porque, contrariamente a lo que se piensa, no han sido pocas las mujeres mexicanas que han ocupado las páginas centrales de las revistas policiacas.
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Mujeres asesinas
Abruma porque si alguien sabe del tema, es precisamente él, quien desde hace varios años se ha dedicado a recuperar y dar orden a los desconcertantes sucesos que desde el siglo XIX han nutrido la historia de la nota roja de nuestro país; abruma porque no deja margen de error: las mujeres asesinan, ¡y de qué modo!
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Abruma porque las trágicas historias no son un vago recuento de “algo que sucedió alguna vez”, sino un detallado informe de aquellas vidas colmadas de golpizas y vejaciones. Humillaciones convertidas en crímenes horrendos. Algunas de las historias que conmocionaron a la sociedad las reunió Sánchez González en el libro Un dulce sabor a muerte. De la Bejarano a la Miss México, un siglo de mujeres criminales, que pasa revista a los hechos más escabrosos ocurridos a finales del siglo XIX y principios del XX, y que fueron dados a conocer originalmente en publicaciones como El Imparcial, El Popular, El Diario, El chisme, Magazine de Policía, Alerta y Manos Arriba. Y ahí están, codo a codo, la crónica de los tormentos que Guadalupe Martínez, alias “La Bejarano”, aplicara a diversas niñas en la última década del siglo XIX, y el dantesco crimen de María Teresa Landa (representante de la belleza mexicana en 1928), que asesinó a su marido por infiel. Y entre una y otra, numerosos casos de “autoviudas” que, cansadas del eterno maltrato de sus
maridos, optaron por asesinarlos. Otras más, explica Sánchez, soportaban que las golpearan, siempre y cuando no tocaran a sus hijos. “Se trata del síndrome de Sara García, de ‘mátame a mí pero no te metas con ellos’. Cuando eso no se respetaba, la actitud cambiaba y venía el asesinato”. Ese fue el caso –recuerda el también autor de Terribilísimas historias de crímenes y horrores– de Trinidad Ruiz Mares, bautizada por la prensa como “La tamalera”, quien fuera condenada a 40 años de prisión por matar a su esposo, quien, pese a las advertencias, se atrevió a maltratar a los vástagos. Así que lo asesinó y luego lo mutiló; parte de su cuerpo lo arrojó a un terreno baldío, después fingió demencia… hasta que le fue imposible negar los hechos. Por supuesto, no faltan los crímenes pasionales en los que la razón es cegada por una pesada carga de celos, y, al grito sollozante de “¡me engañaste!”, entierran el cuchillo o dosifican el veneno en la sopa. Estas mujeres, las criminales, son también nuestras mujeres. No todas son abnegadas, ni todas están desprovistas de maldad. Al final, es sólo una reacción al maltrato, una liberación, aunque luego se pase una vida completa tras las rejas… Juan Carlos Aguilar García
“Libertad es poder decir sí o no; lo hago o no lo hago, digan lo que digan mis jefes o los demás; esto me conviene y lo quiero, aquello no me conviene y, por tanto, no lo quiero. Libertad es decidir, pero también, no lo olvides, darte cuenta de que estás decidiendo. Lo más opuesto a dejarse llevar, como podrás comprender”. Fernando Savater
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Cultura a la orden
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Arturo el monarca mas
legendario
del
mundo
El palacio era fastuoso: ricos estandartes de seda con preciosos bordados pendían de las paredes del salón del trono, siempre rondado por caballeros enfundados en deslumbrantes armaduras y con la cabeza ocupada ya en encontrar nuevas maneras de halagar a sus damas; ya en la búsqueda del Santo Grial (el copón del cual bebió Cristo en la Última Cena). Tal es la imagen que desde hace siglos se tiene de la corte del británico rey Arturo, quizás el soberano más famoso de la historia y cuya leyenda está basada en la vida y hechos de un gobernante cuyo nombre se desconoce, pero del cual se sabe a ciencia cierta que reinó a mediados del siglo V. La versión más difundida de la leyenda ubica a Arturo a principios del siglo VI, cuando se desmoronó el Imperio Romano e Inglaterra se sumió en una guerra intermitente librada por los bretones contra los bárbaros del norte (irlandeses, pictos y escoceses) y los sajones, llegados a esas tierras en las legiones romanas, y decididos a conquistarlas por su cuenta. Según la conseja, un hechicero errante llamado Merlín (supuestamente hijo del diablo) profetizó la llegada de nuevos reyes bretones que derrotarían a los invasores. Uno de ellos fue Uther Pendragón, quien estableció su capital en la actual Londres. Pendragón obtuvo sucesivas victorias militares gracias a Merlín. Por su consejo, el rey
sedujo a Ygerne –esposa de uno de sus aliados, el duque de Cornwall– y engendró a Arturo. Muerto el duque en combate, Uther desposó a Ygerne y nombró a su vástago heredero de la corona. Arturo accedió al trono apenas adolescente y, con la ayuda del mago y armado con la espada mágica Excalibur, venció definitivamente a los sajones; acto seguido marchó al norte, donde sometió a los bárbaros y conquistó Irlanda e Islandia para su reino. Terminada la guerra, Arturo fue proclamado Riothamus (“rey supremo”), casó con Guinivere (o Ginebra) y fundó la orden de los Caballeros de la Mesa Redonda. Tras 12 años de reinado, sintió de nuevo el llamado de las armas y conquistó Noruega, Dinamarca y las Galias (Francia), aún dominadas por los romanos. De vuelta en Inglaterra, el rey levantó una nueva capital, Camelot, y sus paladines se dedicaron a la búsqueda del
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Santo Grial. A la corte británica llegaron embajadores de Roma para reclamar la devolución de los territorios conquistados. En respuesta, Arturo marchó de nuevo a las Galias y dejó el reino al cuidado de su sobrino Mordred. Mientras el monarca bretón diezmaba las legiones romanas en Borgoña, su sobrino se proclamó soberano y en connivencia con Guinivere –convertida en su amante– usurpó el trono. A su retorno, Arturo derrotó y mató al desleal Mordred a orillas del río Camel, en la batalla de Cornwall; herido, el legendario rey fue llevado por Merlín a Avalon, una isla encantada donde fue curado. Ahí aguarda el tiempo propicio para volver y llevar a su reino a una nueva edad de oro. Otras versiones atribuyen la caída de Arturo a la traición de su mejor caballero, Lancelot o Lanzarote, quien sedujo a Guinivere y se trenzó en guerra con el monarca, provocando la ruina de Camelot. 37
¿Mito o verdad? Ya desde la Edad Media los historiadores rechazaban la existencia real de Arturo, lo que no obstó para que los romances que cantaban sus hazañas se convirtieran en el entretenimiento favorito de los nobles de la época; curiosamente, no fue en Inglaterra donde tuvo más adeptos la historia del monarca de Camelot, sino en Francia. Geoffrey de Monmouth (1100-1154) publicó en 1136 la Historia de los reyes bretones, donde apareció por primera vez un relato más o menos extenso de la supuesta historia de Arturo; en los siguientes siglos, otros autores retomaron el tema y le añadieron episodios. La versión más conocida –y la que consolidó la leyenda– es La muerte de Arturo, publicada en 1470 por el militar inglés Sir Thomas Malory. A mediados del siglo XX la leyenda pareció invadir la realidad: a fines de los cincuenta, una arqueóloga aficionada descubrió en las ruinas de la fortaleza de Cadbury (donde habría estado Camelot) fragmentos de cerámica de origen mediterráneo. Los analizó el doctor Raleigh Radford, que los dató en el siglo V, poco antes de la época en la que supuestamente habría vivido Arturo. Se sabía que Cadbury (al sur de Inglaterra) había sido uno de los principales baluartes de la región y, tal vez, residencia de un poderoso señor: la suposición quedó comprobada porque dicha cerámica se utilizaba para transportar vino y aceite del
Mediterráneo, un lujo que sólo podían permitirse los monarcas más ricos. En Francia aparecieron otros datos que apuntaban hacia la existencia de un rey que habría acometido algunas de las hazañas atribuidas a Arturo: crónicas locales indicaban que entre los años 468 y 470 tropas bretonas invadieron las Galias; iban dirigidas por un comandante que recibía el título de Riothamus, el mismo conferido a Arturo. Aún más: se encontró una carta del emperador romano de la época, León I, dirigida al Riothamus, lo cual confirmó que al menos habría existido un líder con tal título. Se sabe que el Riothamus gobernó en el sur de Inglaterra y derrotó a los sajones, escoceses e irlandeses; también que combatió en Borgoña y fue traicionado por uno de sus oficiales más cercanos. Finalmente, dicen documentos históricos, el militar bretón se dirigió a un pueblo borgoñón llamado Avallon, que existe hasta la fecha. Ahí se perdió su rastro. Los modernos estudiosos ya no se preocupan por la existencia de Arturo (a todas luces imposible); en cambio, se cuestionan si el Riothamus pudo ser la figura en torno a la cual se tejió la famosa leyenda. De ser así, el mítico soberano habría llegado al poder hacia 460 y habría sido un hombre cercano a la civilización romana: un verdadero rey con suficiente importancia para verse envuelto en las intrigas del imperio y preocupado por mantener su presencia en el continente, en vez de conformarse con gobernar sólo su remota isla. En otras palabras: Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda, aunque no se hayan llamado así, en verdad cabalgaron airosamente. Y aún lo hacen en la imaginación de quienes soñamos.
Daniel Romero Rivera
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El mundo en una ciudad
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LaExposicion
Universal de
Shanghai
2010
Shanghai, la gran urbe china que mira al mundo, es la anfitriona de la Exposición Universal de 2010. Bajo el lema de: “Mejor ciudad, mejor vida”, permanecerá abierta hasta el 31 de octubre de 2010.
La Exposición Universal es el concepto cultural más importante creado hasta el momento; es una exhibición cultural simplemente inigualable. Ensueño que perece al agotarse el tiempo asignado para ser visitada. Después, solo queda el feliz recuerdo y apenas algunos rastros de su existencia, o al menos así ha sido desde que se llevó a cabo por primera vez en Londres, en 1851. Tal vez en ese recuerdo fugaz radique su magia y encanto. Es además la máxima categoría en su género, dentro de las posibles organizadas por el BIE (Buró Internacional de Exposiciones), situado en París. La Exposición Universal es la pregonera de la cultura; en ella se presenta lo mejor del mundo. Se trata de un aparatoso compendio cultural y tecnológico de avances y triunfos del quehacer humano que va auspiciando, que va adelantando las maravillas que vendrán, como si fuera un heraldo del progreso. Ningún catálogo cultural, ninguna antología referente al desarrollo del hombre, pueden ni deben prescindir de referirla. Así de trascendente es el singular acontecimiento.
La Exposición Universal debe su nombre a la convocatoria mundial que supone la asistencia de muchas naciones a una misma sede, pero, sobre todo, deriva de que el tema escogido a desarrollar (en esta ocasión: “Mejor ciudad, mejor vida”) permita a las naciones del mundo expresar todo lo que consideren pertinente en relación a dicho concepto. La cultura mundial se presenta con lo mejor de sí, o si parafraseamos lo que dijo en el siglo XIX un entusiasta seguidor de tales certámenes mundiales: "la Exposición Universal es la reunión de lo que está lejos y de lo que está cerca; con el pasado y con el futuro, para crear un presente excepcional que muestra prodigios creados por el hombre para maravilla de sí mismo". Arte, ciencia, expresiones étnicas, manifestaciones de vanguardia, tecnología y vislumbres futuristas caben sin problemas. Una Exposición Universal es como dar la vuelta al mundo en un mismo sitio. Es, pues, una afortunada reunión que anticipa solo cosas formidables para los visitantes que se adentran en el recinto expositor. Se brinca en un tris
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de un continente a otro, se pasa del pasado al futuro en un santiamén, únicamente dando unos pasos. Quien visita una Exposición Universal jamás se olvida de ella y espera ansioso la siguiente. Desde que Londres convocó en 1851 a que las naciones del mundo participaran exponiendo lo mejor de sí presentando lo más excelso de sus acervos como muestra palpable de los avances de la era industrial, el fenómeno ha continuado. Para la memorable ocasión, se construyó el fantástico Palacio de Cristal en Hyde Park y, desde entonces, distintas ciudades han sido sede. En ellas han quedado los recuerdos arquitectónicos de las portentosas demostraciones mundiales que albergaron. Por citar algunos ejemplos, tenemos a Viena 1873, Filadelfia 1876, París en 1889, 1900 y 1937, Chicago 1893, Bruselas 1910 y 1958, San Francisco 1914 y 1939, Río de Janeiro 1923, Barcelona 1929, Lieja 1930, Nueva York 1964, Osaka 1970, Sevilla 1992 y Hannover 2000. Hubo variaciones de exposición que convocaron países europeos con el fin de efectuar exposiciones coloniales o con países afines cultural o geográficamente hablando. Así, las exposiciones imperiales de Wembley 1926 o Johannesburgo 1936, la colonial de París de 1931, la iberoamericana de Sevilla de 1929 y la del mundo portugués de Lisboa en 1940 son magníficos ejemplos de esas manifestaciones más sencillas, pero no menos importantes, que hicieron gala de la arquitectura, el progreso y el desarrollo de la ciudad sede. También existe la categoría de “Exposición Internacional”, como lo fueron Lisboa 98 o Aichi 2005. En estos fastos la humanidad conoció por vez primera la energía eléctrica, la lámpara incandescente, el teléfono, los transportes más modernos, las vanguardias del arte, las conquistas del espacio y las aplicaciones más modernas de la industria en materias como la construcción o la generación de energía. "El Guernica" y un reloj nuclear fueron vistos por primera vez en estos certámenes.
Construcciones emblemáticas como el Palacio de Cristal (incendiado en 1936), la Torre Eiffel (1889), el Golden Gate (1939) o la Torre del Sol (1970) son recuerdos imperecederos de estas magníficas exposiciones, que padecen la terrible consigna de ser destruidas una vez son clausuradas. Sin embargo, hay cada vez más conciencia de que deben construirse para que perduren, aunque reciban un uso diferente al originalmente proyectado. China, que siempre participó en estas muestras, y lo hizo estereotipada en el exotismo que despierta en el imaginario de Occidente, acarició por largo tiempo el ideal de ser la sede y concursó por obtenerla. En la carrera hacia 2010, derrotó –entre otras ciudades–a Querétaro, que apostaba al proyecto para engarzarlo al bicentenario de nuestra independencia. La votación final quedó así: 88 votos a favor de Shanghai y seis para la capital queretana. Resuelto el tema y adjudicada la Expo, la metrópoli china apostó a ser la edición más grande y más visitada de la historia. Lo primero lo ha conseguido con creces. La convocatoria de China ha sido estupenda. No podía ser de otra forma , estamos hablando de una potencia que invita al mundo a mostrar sus avances, logros, y conquistas, y genera el ánimo de participar. Durante los 184 días que dura la muestra, cada día es dedicado
a un país o a un organismo o empres a in tern acion al participante. Los visitantes de la exposición pueden asombrarse y disfrutar del variado contenido y di se ñ o arq u itectón ico espectacular de los pabellones. El pabellón de China, por ser el país anfitrión, ha lanzado la casa por la ventana en un despliegue fenomenal. Un derroche de tecnología aplicada de los pabellones alemán, israelí y neerlandés compite con la riqueza manifiesta en los pabellones de India o Rusia; Latinoamérica apuesta a hacerse presente con propuestas interesantes como la tecnología chilena o la oferta turística y cultural argentina. El arte en su máxima expresión se expone en el pabellón italiano, los bailes étnicos de las islas del Pacífico Sur, el arte antiguo en los pabellones turco, iraní, egipcio o de Myanmar; las propuestas tecnológicas del futuro están presentes en países árabes o en el pabellón de Canadá y la exhibición de vanguardias musicales de Escandinavia o los avances de Japón, son algunos de los prodigios que pueden admirarse en el vasto catálogo de la Expo. Jefes de Estado y de gobierno, ministros de cultura o de exteriores, reyes y príncipes, acuden en el día nacional asignado en el calendario de la Exposición Universal a encabezar la jornada que distingue a su país, empresa y organismo internacional. Por la Expo pasan científicos y premios Nobel, activistas, artistas de todas las variables
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del arte y gente de especial renombre que le otorgan ese sabor de ser escaparate y reflejo de una época. Capítulo especial merece México, que al menos en cuatro ocasiones ha intentado, sin éxito, ser la sede. Hubo un proyecto en la década de 1880, otro se planteó para 1910, y también se habló del tema en los años sesenta del siglo XX. La última incursión que efectuó buscando la sede de la Expo fue la que ganó Shanghai.
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México asistió con precariedad manifiesta a la primera Expo celebrada en Londres en 1851, y no ha dejado de estar presente en las más emblemáticas ocasiones, logrando el reconocimiento de los visitantes y obteniendo merecidos premios, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX: así, al Palacio azteca de la Expo de 1889 o el Palacio maya de Sevilla en 1929, podemos sumar los premiados pabellones de Bruselas 58 y Osaka 70, los muy visitados de Sevilla 92 y de Hannover 2000, o el premio de mejor contenido de la Expo celebrada en Lisboa 98. Sumemos los dos premios de Aichi 2005, pues fue el único pabellón que los consiguió. Desde que en la Expo de Bruselas aportamos un discurso que conjugaba con acierto lo prehispánico con el folklore, ha sido una fórmula que apenas si ha variado y ha sido muy premiada, aunque corre el riesgo de ya no ser tan atractiva. Requiere de una modernización discursiva, si se pretende estar a tono con la vanguardia que suponen estas muestras. El mundo mira hacia Shanghai, contempla sus prodigios y reconoce su enorme esfuerzo para estar a la altura de los certámenes anteriores. China ha apostado tanto como lo hizo con los juegos Olímpicos de 2008. Pekín 2008 y Shanghai 2010 no son sino dos caras de la misma moneda. Agendemos: la siguiente cita será la Exposición Universal de Milán en 2015. Marcos Marín Amezcua www.saberyopinar.com
“La libertad supone responsabilidad. Por eso la mayor parte de los hombres le teme tanto”. George Bernard Shaw
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Trisquel
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La leyenda de Elvis Presley no ha dejado de agigantarse desde su muerte en Graceland, el 16 de agosto de 1977. En su trigésimo tercer aniversario luctuoso, dedicamos este Trisquel a su memoria. “Me llamo Elvis Presley y me gustaría grabar un disco para mi madre”. Esta sencilla pretensión fue el primer paso de la carrera que llevaría a Elvis Presley al trono del rock and roll. Un meteórico ascenso que se interrumpió abruptamente cuando el rey se ahogó en un cóctel de barbitúricos y somníferos. Desde entonces, cada año, decenas de miles de personas pasean por la ciudad que vio morir al rey; se escuchan las voces de cientos de imitadores; otros más se casan en la capilla de su mansión. Son muchos los que piensan que Elvis vive en una isla junto a Jim Morrison, Marilyn Monroe, Jimi Hendrix y Janis Joplin. Aunque lo cierto es que dejó el trono en la Tierra para ocupar su lugar en otro reino: el de los mitos. La de Elvis Aarón Presley es la típica historia del sueño americano. Infancia Elvis Presley fue fruto de un embarazo de mellizos, sin embargo, su hermano, Jesse Aaron Presley, murió al nacer. Abrumado por carencias económicas y otras amarguras, se refugió en la música: el blues, el gospel, el Doo wop y la música country. Su cantante favorito era el tenor Mario Lanza, aunque también escuchaba con agrado a Dean Martin y Arthur Crudup. Debido a su ascendencia cherokee (del lado de su madre), se interesó por las raíces musicales indias.
Curiosidades musicales Elvis Presley, Hank Williams y Johnny Cash son los tres únicos músicos que han sido incluidos en el Salón de la Fama del Rock and Roll (Rock And Roll Hall Of Fame) y el Salón de la Fama de la Música Country (Country Music Hall of Fame). Los tres premios Grammy que ganó Elvis en toda su carrera, fueron gracias a su música gospel. Ha vendido más de mil millones de álbumes en todo el mundo, más que cualquier otro artista o grupo musical, incluyendo a los Beatles. Un remix de su canción “A Little Less Conversation”, que fue incluido en la banda sonora del filme La Gran Estafa (Ocean’s Eleven, 2001), alcanzó el primer lugar en las listas de Billboard, más de 20 años después de la muerte de Presley. Sus fans Algunos imitadores de Elvis son profesionales que realizan giras artísticas: el peinado voluminoso, la deslumbrante indumentaria, los pasos de baile, la voz… Tienen todo perfectamente estudiado. En el mundo, hay más imitadores de Elvis que de cualquier otro artista (vivo o muerto). Sin embargo, ninguno ha recibido el reconocimiento de los herederos del rey. Graceland, la mansión de Elvis, se ha convertido en un santuario para sus seguidores, que cada año celebran la “semana de aniversario de Elvis”. Miles de personas de todo el mundo se reúnen en este recinto para recordar a una de las estrellas más brillantes de la música. Se realizan tours en el interior de la casa y, a la salida, el fanático puede comprar toda clase de souvenirs. La tumba de Elvis se encuentra en un pequeño jardín junto a Graceland. En este jardín también se encuentran los restos de sus padres, así como los de su abuela. Después de La Casa Blanca, Graceland es la casa más visitada de los Estados Unidos. La avalancha de turistas se produce sobre todo durante el cumpleaños de Elvis, en el mes de enero, y durante la “Elvis Week”, en agosto. Uno de los momentos más emocionantes es la celebración de la vigilia. Un resplandor sobrenatural acaricia la tumba del cantante, cuando miles de fans encienden velas y esperan el amanecer en el cementerio.
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Argüendero
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Son muchas las palabras “propias de la juventud”; algunas, heredadas de los padres, han trascendido hasta la actualidad; otras, son producto de las nuevas tecnologías y de la moda de sintetizarlo todo, incluido el lenguaje. Los chavos reciclan las palabras y las frases sin siquiera imaginar su origen. Creen que sus expresiones son de lo más nuevas, bien cool, pero, generalmente, tienen una larga historia. Una de las expresiones más utilizadas es: “¿qué onda?” Del inglés groove, onda, oscilación, hace referencia específicamente a las ondas de radio. Como una copia del movimiento hippie, “la onda” nació en las calles de la Ciudad de México durante la década de los sesenta. Implicaba una forma especial de hablar y vestir, así como una ideología pacifista.
Se empezaron a utilizar elementos indígenas como huaraches, ropa de manta y túnicas coloridas. Hombres y mujeres llevaban el cabello largo, consumían enervantes e incorporaron la jerga de las clases marginadas y los modismos del pachuco al lenguaje cotidiano. Asimismo, crearon sus propias expresiones: “estar acá”, “bien acá”, “¡ese fresa!”… Muchas veces, los términos de “la onda” no eran más que traducciones literales de vocablos ingleses; otras, consistían en la recuperación de palabras indígenas y arcaísmos (“vetarro”, del latín, vetus, véteris, viejo). El popular “¿qué onda?” es un eco de aquella generación. Significa: “¿qué hay?”, “¿qué pasa?”, pero el término también se mudó a otros contextos: “sacado de onda” (estar desconcertado); “sacón de onda” (situación inesperada que saca de control). Hoy en día, los jóvenes no tienen nombre porque se amparan bajo la masificación de la “güeyada”. Tanto hombres como mujeres se autoproclaman y llaman a otros: “güey”. Del español, “buey” (toro manso). A fuerza de repetición, ha dejado de tener un sentido ofensivo en el habla popular. Se dice que “güeyearse” es signo de confianza entre los “güeyes”. Un “güeyales” o “güeyalitos” es un fulano cualquiera. “¡Ay güey!” es una expresión común de asombro o sorpresa. “Hacerse güey” es fingir que no se sabe de algo, que no escuchamos, que no entendemos, perder el tiempo. Actualmente, la juventud pronuncia y escribe la palabra como si viniera del inglés: “wey”. Aunque la moda de reducir las palabras a su mínima expresión, la llevó a convertirse en “we”. ¿Qué onda con eso, “we”?
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