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Airbnb El negocio de renta de inmuebles por
Por Claudia Piña del Bosque Directiva en RED siglo XXI
Hace unos seis o siete años, me encontré con una imagen en internet, decía, con imperfecciones en la paráfrasis, lo siguiente: “mundialmente, Uber es la empresa de transporte de personas más grande y no posee un solo vehículo o automóvil; Airbnb es la empresa de hospedaje más grande a escala internacional y no cuenta con una sola propiedad u hotel; Netflix es la empresa de exhibición de series y películas más grande del mundo y no tiene una sola sala de cine”. En aquel momento, la intención de la imagen se dirigía a mostrar la manera en que estas empresas, de un momento a otro, habían transformado las características de su sector.
Uber, Airbnb y Netflix son el ejemplo de éxito e innovación por antonomasia; tres modelos de negocio a los que todo emprendedor o empresario aspira a llegar. Por supuesto, estas compañías han cambiado mucho desde que empezaron a operar en México y el mercado es igualmente diferente a como lo era en el instante en que yo vi la imagen. El cambio que impulsaron estas tres compañías fue de tal magnitud, que obligó a que los países crearan legislaciones para regular sus actividades, bajo el argumento de salvaguardar y proteger a la población; como sucede en estos casos, algunas legislaciones resultaron pertinentes y adecuadas, pero en otras más, se trató de leyes con objetivos discutibles, por decir lo menos. De igual modo, no fueron pocos los empresarios que intentaron impedir por todos los medios que algunas de estas compañías se establecieran en sus ciudades.
Hace unas pocas semanas, por ejemplo, en Cancún, un grupo de taxis tradicionales obligó a que los turistas que viajaban en vehículos de plataforma descendieran de los mismos, pues este servicio atentaba contra los ingresos —e intereses— de los servicios de taxis en las inmediaciones del aeropuerto.
Hasta cierto punto, estas preocupaciones son entendibles, en el sentido de que la competencia puede atemorizarnos, pues siempre genera miedo el que alguien sea mejor en eso que creíamos que nosotros éramos magistrales. Lo cierto es que la competencia nos exige a ofrecer mejores bienes y servicios, para destacar de entre quienes no lo ven así y se conforman apenas con cumplir con lo estrictamente necesario, una actitud muy lejana de la razón de ser de una empresa: superar las expectativas de los clientes.
Uber, Airbnb, Netflix y muchas otras nuevas empresas llegaron para quedarse y nosotros tenemos cuando menos dos opciones: dejar que pasen ante nosotros, sin pena ni gloria, o bien, hacer todo lo posible para generar ingresos a través de ellas. A estas dos posibilidades habría que sumar una mucho más ambiciosa: aprender de ellas con el único propósito de superarlas. En este sentido, a corto plazo, resulta más fácil aprovechar plataformas como Uber o Airbnb para generar ingresos, en contraste con lo complejo que significaría convertirse en accionista o productor ejecutivo de la próxima serie o largometraje exitoso de Netflix.