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Estrés y ansiedad ANSIEDAD ANSIEDAD las enfermedades del siglo XXI Estrés
Todos estaremos de acuerdo: vivir ya era estresante. Para la totalidad de nuestra especie, luego de dos años de una emergencia sanitaria sin precedentes que nadie había experimentado fuera de una sala de cine, el problema ha empeorado. El temor al contagio del virus que nos encerró a todos a cal y canto, en nuestras casas y en nuestros sofisticados sistemas digitales para mantenernos en contacto, y aunado a eso la salida de esta etapa ha puesto a la salud mental como una prioridad mundial.
Hagamos una primera división entre el fenómeno mediático, lo que está pasando con la información que consumimos cotidianamente, y lo que vivimos, lo cotidiano en sí; punteado por una era de sociedades al parecer definidas por el promedio de cansancio y desgaste entre sus pobladores.
La idea del estrés y la ansiedad como una epidemia, se ha adoptado como bandera entre los medios de divulgación y aquellos que sobreviven parcial o totalmente del tráfico de internautas, el llamado clickbait –que no es otra cosa que el arte de captar la atención lectora con un encabezado urgente–.
El fenómeno está respondiendo al momento histórico, describe nuestro estado luego de una etapa así en nuestra vida, pero también, puede estar influyendo en cómo nos encontramos, en la consecuencia asumida de este momento histórico, simple y llanamente por la cultura y el sistema de creencias que rondan alrededor de nuestro conocimiento colectivo sobre la salud mental; lo que creemos que hay detrás de las palabras estrés y ansiedad.
Popularmente podría ser fácil identificar la ansiedad: ronda algunos sentimientos o ideas; imágenes que se ajustan a la experiencia personal de los individuos. Entre las más comunes: la sensación o sospecha de tener una enfermedad mortal justo ahora; sentir que no se tiene suficiente tiempo, que no se tiene suficiente energía; creer que, en secreto, nadie es tu amigo ni te apoyaría delante de un problema serio. Sin olvidar un gran hit wonder proveniente del subconsciente: la sensación de insuficiencia ante la aparente eficiencia y capacidad de todos a nuestro alrededor. Por otro lado, el estrés lo retratamos también de una forma bastante delimitada, en el cine, en la televisión y en todas las representaciones visuales que encontramos en nuestra cultura. Desde ahí es posible reconocerlo como el resultado de una sobrecarga de trabajo, de estímulos provenientes de situaciones tensas, experiencias frustrantes y dolorosas sobre el individuo; la pérdida del control de este sobre su tiempo y su voluntad, debido a factores externos que terminan por abrumarlo y empujarlo a responder en un mítico estallido de ira y por ende, de violencia.
Son estas las imágenes las que se conjuran alrededor del artículo de ocasión, de la cápsula de salud mental incluida en algún noticiero, antes de soltar el balazo: sufrimos una nueva epidemia de estrés, de ansiedad. La idea se ha viralizado por los fuertes cimientos en la realidad sentida, la que vivimos todos. No resulta extraño encontrar a personas hablando de sentirse desencajadas del mundo, con una sensación de extrañeza de la que no pueden librarse. Como si se tratara de prendas de moda, cada uno tiene su estrés, su ansiedad, aunque en promedio están compuestos de los mismos materiales: desequilibrios claros en la salud del sueño, la alimentación y una preocupante tendencia al colapso de las relaciones afectivas y sociales. Esto, combinado con un contexto de marcada necesidad imperativa en nuestras sociedades, transmitida desde nuestros sistemas educativos y nuestras culturas laborales que no paran de recordarnos que no nos estamos esforzando lo suficiente, que podemos dar más.
Ante la situación, el esclarecimiento de algunos puntos puede ayudarnos a orientarnos en una crisis inminente que no tendrá, sino que ya se encuentra exhibiendo graves problemáticas. Analizar un problema comienza por identificar las partes del mismo, en descomponerlo en temas más pequeños que puedan ofrecer salidas, respuestas. Aquí realizaremos un ensayo de este necesario proceso de análisis.
Blackstone | 9
Identificando a la ansiedad
De pronto la visión se cierra, el cuerpo se siente extraño, o algo duele, y ante la incertidumbre, comienzas a respirar cada vez más rápido. Esta respuesta causa una reacción fisiológica en ti: tu ritmo cardíaco se acelera y ante la incapacidad de vincular racionalmente la respuesta física con los sentimientos o pensamientos presentes, caes en un estado natural de pánico y usualmente te convences a ti mismo de estar a punto de sufrir un paro cardíaco o algún otro estado de gravedad inmediata.
Este, que coincide con el cuadro usual de un ataque de pánico es ciertamente un escenario tristemente común para el personal que trabaja en urgencias y que constantemente debe realizar comprobaciones y revisiones para separar a los pacientes con una urgencia física de una psicológica (no por ello de atención innecesaria, pero sí diferente) y hasta cierto punto, puede llegar a representar la culminación de problemas relacionados con el estrés y la ansiedad.
Motivos que no has tomado en cuenta para sentirte ansioso
Existen distintos tipos de ansiedad y distintos tipos de estrés. Ambos son reacciones fisiológicas que se interconectan con nuestra conducta y nuestra salud mental, pero en general ambos dependen de las reacciones automáticas de nuestro cerebro primitivo, mismo que puede o no encontrarse afectado, sin importar las decisiones que hayamos tomado en nuestra vida.
En general, la mayoría de las personas experimentarán momentos de ansiedad y estrés conforme su vida se va desarrollando, todos causados por eventos que en cierta medida pueden ser identificables. Dichos eventos no implican una baja calidad de vida o un hecho traumático que deba ser tratado en terapia. Al mismo tiempo, incluso con factores plenamente identificables, los estados de ansiedad y estrés pueden ser tratados en terapia.
Esta misma distinción –y utilizar la metáfora resultará útil–, podría realizarse con el papel de un dentista: teóricamente, podrías sacarte tú mismo la muela del juicio mediante toda clase de artimañas, objetos y movimientos. Podrías, también, al intentarlo, terminar con un problema peor, que requiera la intervención de otro tipo de especialistas por no haber tomado una decisión sensata a tiempo.
La salud mental funciona más o menos igual: tendríamos que terminar en la revisión de un especialista al menos una o
Referencias un par de veces al año, para asegurarnos de que todo corre bien debajo del capó.
¿Qué hacer? La atención primaria llevada a cabo por un especialista resulta ser fundamental en la identificación del cuadro de entre otros similares y no puede ni debe ser suplantada por ningún otro recurso. Luego, en la mayoría de los casos, una combinación de terapia, medicación en caso de ser requerida y la adquisición de conocimientos por parte del paciente, junto a la de prácticas como la meditación y el mindfulness (Santa María, 2006) pueden contribuir a la mejora y la recuperación de la calidad de vida.
Un primer paso temprano que puede contribuir a una resolución temprana, descansa en un proceso de autoanálisis: ¿la causa de la ansiedad es concreta, o es desconocida? Reconocerlo ya nos llevaría un paso adelante, hacia las probables formas en las que podemos manejar el problema.
Al realizar esta distinción, es necesario subrayar la adquisición de ambos vocablos, del estrés y de la ansiedad por parte del uso común, del habla cotidiana, lo que no constituye su aplicación como diagnóstico especializado y que en buena medida viene a ofrecer una nueva perspectiva lógica del problema cuando tomamos en cuenta que la mayoría de los estudios, artículos y reportajes que están hablando de una epidemia de salud mental se basan (cuando se basan en algo) en encuestas.
Esto no necesariamente los descalifica, pero para los lectores especializados, sí los pone en un lugar muy diferente al de las mediciones estadísticas de contagio, por utilizar un ejemplo, de la reciente pandemia. Cuando utilizamos encuestas, estamos en la mayoría de las veces analizando la postura u opinión personal de los encuestados (quien quiera que sean) sobre un tema determinado, y si bien en muchos temas, la mayoría suele tener razón, la mayoría carecemos también de una adecuada formación y cultura de la salud mental.
Por citar algunas razones vinculadas con la ansiedad que bien puede desencadenar problemáticas más graves, pero que tienen un anclaje concreto y analizable, hablemos de algunas de las principales que han ocurrido durante la última década.
1. https://z-lib.io/book/16833710 2. https://static1.squarespace.com/static/55564587e4b0d1d3fb1eda6b/t/60a7de698c2e2e1f8d9880bc/1621614204774/Tomo+03+ +Memorias+Academia+Journals+Morelia+2021.pdf 3. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-05652022000300121 4. https://ddd.uab. cat/record/131898 5. https://news.propatiens.com/problemas-salud-mental-tras-pandemia/ 6. https://repositorio.udesa.edu.ar/jspui/bitstream/10908/12101/1/%5BP %5D%5BW%5D%20T.%20L.%20Adm.%20Kindruk%2C%20Iv%C3%A1n.pdf 7. https://dx.doi.org/10.3305/nh.2012.27.6.5882 8. https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v5i6.1357
Un estudio publicado en el 2014 sobre el impacto de la mensajería instantánea en una comunidad estudiantil (Fondevila) analizó su comportamiento a partir de la presencia de la mensajería instantánea en sus vidas para localizar posibles causas en los bajos rendimientos académicos. El estudio encontró suficientes fundamentos para vincular conductas adictivas y de estrés al empleo de estas tecnologías mediante una encuesta de 247 encuestados. La mayoría de los estudiantes identificaron uno de los reactivos como la causa principal de que el uso de este tipo de aplicaciones fuera tan estresante.
El factor desencadenante del estrés y de la ansiedad es la necesidad desarrollada de esperar una respuesta inmediata a sus mensajes. Sí, así es, el ghosting. Si nunca te has molestado o angustiado por no recibir respuesta de alguien mediante la omnipresente aplicación del teléfono verde, entonces has tenido que lidiar con alguien que se ha molestado contigo por dejar de responder en una conversación.
Las causas detrás de este conflicto interrelacional son también de surgimiento reciente y todo parece apuntar a la tendencia de nuestra cultura actual de la adquisición inmediata de alivio y satisfacción, ello mediante nuestros dispositivos móviles. Tal vez es momento de aprender a poner el dispositivo en silencio mucho tiempo más de lo que solemos hacerlo, o de plano, apagarlo.
Horas insuficientes de descanso
La manera más fácil de hablar del problema del descanso se encuentra en un hilo más o menos reciente de la famosa modalidad de reddit, en donde la comunidad pregunta en específico a cierto tipo de interlocutor. La pregunta fue: psicólogos, ¿qué es común encontrar entre sus pacientes que previo a la terapia, consideraban normal? Una de las respuestas más preocupantes es: que dormir menos de cinco horas diariamente es normal y no tiene consecuencias.
Visto desde el punto de vista de la cultura occidental empresarial, el descanso suele verse como un privilegio al que se accede mediante esfuerzos que ponen en riesgo la integridad individual. Esta tendencia a la meritocracia alcanza importantes ramificaciones en la forma en la que nuestras sociedades se organizan, en el esquema de valores que emplean para evaluar al individuo y seleccionarlo.
A esta visión es siempre necesario imponer un conocimiento concreto: el descanso no es un privilegio, sino una necesidad enteramente fisiológica que, con la llegada de la adultez se vuelve entera responsabilidad del individuo. Ante la necesidad de elegir entre entregar este reporte, acabar la presentación o concluir con un trabajo complejo en tiempo récord, es siempre preferible poner en la balanza el bienestar individual.
Google: ¡no estás solo!
No estás solo: la mayoría de las personas con acceso a internet han googleado sus síntomas para intentar averiguar qué les pasa. Tampoco estás solo delante del terror ciego que los resultados pudieron llegar a provocarte. La razón se encuentra, antes que cualquier otra cosa, en la forma y la función de la aplicación. No se trata de un defecto de la aplicación, sino de un desconocimiento del usuario: la plataforma se promociona y ofrece servicios de localización de servicios e información que sus usuarios consideran útiles.
Cuando se realiza una búsqueda por síntomas, Google simplemente exhibe los resultados que más visitas ha tenido dentro de un periodo determinado de tiempo... Y la mente humana funciona de la misma forma: queremos (o al menos creemos que queremos) tomar en cuenta el peor escenario. Los resultados más populares relacionados con el autodiagnóstico resultan ser, en la mayoría de los casos, el cáncer, seguido de cerca por el paro cardíaco (Fernández, 2022) y los eventos cardiovasculares.
Tras una pandemia que nos empujó a una cuarentena, y las crisis subsecuentes, no resulta extraño que los especialistas en predicciones estadísticas respecto a la salud, prevean que durante el regreso a la normalidad, la mayoría de las poblaciones del mundo experimentarán un incremento en el estrés y la ansiedad (Instituto Propatiens, 2022).
Ante la crisis no aparente, los recursos inmediatos no se están empleando adecuadamente: los procesos ansiosos son, hasta cierto punto normales, y lo que en realidad es extraño es que alguien no los haya experimentado nunca. La mayoría de los especialistas comienzan por realizar una distinción sobre el origen específico de la ansiedad y proponer a su paciente un ejercicio de introspección para que el mismo la identifique entre la ansiedad reactiva y la ansiedad crónica. Esto, cuando el paciente se presenta a consulta.
Los grandes cambios son un factor ampliamente estudiado y comprobado como causal de la primera, mientras que los pensamientos obsesivos y las problemáticas de formación en la infancia que repercuten directamente en la composición de nuestra psique hasta la actualidad (y lo harán durante toda nuestra vida) componen la red que constituye la segunda. Este es un excelente momento de preguntarnos y cuestionarnos como comunidad, como mundo, la forma en la que manejamos y mantenemos nuestra propia salud mental.
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