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Sátira
CONFESIONES:
SOY EL JP DE MI FLAC@
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Basada en hechos reales Escribe: Willy Mak Fotos: Maria Alejandra Chumbe
Hombre, Economía, 23 años
Antes solía burlarme de mis patas chiboleros, aquellos que se enamoraban estúpidamente de las cachimbas mientras que les brindaban clases gratuitas de Nive de Mate, a pesar de que no les dieran bola. Me parecía tonto tratar de estar con alguien menor que yo, usualmente son niñitas consentidas e inmaduras que aún necesitan sufrir varios choques en la UP para darse cuenta de que el mundo no gira alrededor de sus dramas. Personalmente solo prefería conocerlas en las fiestas de finales, tener algo físico y nada más.
Sin embargo, la vida siempre te da la contra y te demuestra que los nunca no existen. Mi
graciosa historia comenzó en mi primera PD de Eco II, cuando al entrar a clases, una chibola hermosa me clavó los ojos en la cara y miró a sus amigas indicando que yo no iba a salir vivo.
Traté de no tomarle atención; pero, ella me distraía al mirar mi cuerpo en vez de la pizarra. A pesar de que no se mostraba como la chica más madura del salón, era directa y eso me agradaba. Al terminar la clase se me acercó “sutilmente” para hacerme preguntas, que para mi sorpresa si estaban bien construidas. Le intente seguir el juego, no obstante, se limitó a despedirse para alcanzar a sus amigas.
Cada clase, la flaca hacía lo mismo, solo se dedicaba a violarme con su mirada y me preguntaba cosas interesantes. Todo el salón notaba la tensión, incluso mi co-JP me molestaba. Siempre que intente seguirle el juego, ella sabía cómo cortarlo. Al parecer, esta chica había tenido más experiencia que yo en este campo.
Por lo tanto, me mande con todo y le dedique un comente en su PC2. Cuando lo descubrió, mi futura enamorada lanzo una carcajada y se sonrojó. Cuando termino la práctica, fue a la pizarra y escribió su número. Desde ese momento, hablamos por Whatsapp. Descubrí sus sueños, dramas y locuras; recién al tercer día le invité a salir y en finales, oficializamos.
Durante el segundo periodo del semestre, aprendimos a mantener la compostura en la PD; aunque el chisme se esparció por todas las secciones, ella igual se dedicaba a comerme con su atención.
Luego conocí a sus amigas, las cuales me agradaron al instante ya que cogieron confianza bastante rápido; Después de cinco semanas como salientes, me molestaban con frases como “También puedes ser mi sugar daddy” o “¿Cuánto cuestan las fijas?”; yo solo me empezaba a reír y me mostraba meloso con la peque como respuesta.
Al final, esta pequeña aventura se convirtió en una gran experiencia. Aprendí a ser su profesor; pero, ella se volvió mi maestra del descaro. Gracias a su mirada caprichosa, descubrí que en el amor no existe barreras y que ningún estereotipo se cumple.