La niebla
Eduardo Alberto Planas
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Eduardo Alberto Planas
La Niebla 24 pp. - 21 x 14,85 cm La Felicidad de los Canguros Diseño: Karina López / Ariel Chiavassa E-mail: arteycorreccion@gmail.com Poesía. Colección Utopía Activa
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I La niebla cubre casi todo. Al fondo, sรณlo algunas siluetas.
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II La niebla destruye la fragilidad de los sentidos. Sólo puedes oír, a lo lejos, el canto de los pájaros y pasos de hombres que vuelven.
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III La niebla confunde. Las brĂşjulas giran sin cesar. No hay sol ni estrellas ni rosa de los vientos. No se sabe hacia dĂłnde ir. Pero siempre alguien o algo indica un norte.
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IV La niebla oculta la belleza del color, la luz y el dolor de creer que nada duele. Pero sĂ, duele la comedia de la inocencia, la incertidumbre del tiempo, los desechos de amores olvidados.
Vivimos a pesar de lo que nos fue quitado. Vivir es el grito que alumbra nuevas esperanzas.
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V En la niebla no hay arriba ni abajo. Sin embargo algo vive algo subyace. Viven las raíces de los árboles que otros plantaron y corren las aguas de ríos que vendrán.
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VI La niebla invade, cubre cada intersticio de tu cuerpo, de tu alma y de cada roca del lugar. Todo es blanco, nada reluce. Ni flor ni maravilla. Todo igual de frĂo y lĂşgubre.
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VII La niebla, plomiza y seca, como insolencia de los poderosos, arrebata y saquea, para sobrevivir.
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VIII La niebla se forma y viene, avanza para que retrocedas.
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IX -¿Qué producen estas tierras? preguntan. -Nada, solo hombres. Hombres que a su vez hacen otros hombres, que algún día poblaran de nuevo los lugares de los que fueron echados.
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X En la niebla no se distingue el cielo de la tierra. Todo es igual. Todo se sumerge en su tristeza mortecina.
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XI Seres pequeĂąos e insomnes habitan la niebla. Carecen de ternura y viven a costa de anhelos guardados.
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XII En la niebla todo es perenne, Nada tiene fin. Noche y dĂa son iguales. Hasta que alguien diga basta.
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XIII Aunque broten cristales de sal en tus ojos, debes ver el camino y anunciarlo. Alguien te buscarรก en la niebla.
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XIV Pero debes saber que no aclara de golpe ni habrรก un huracรกn salvador que derrita las blancas tinieblas. Serรก un viento bueno, y un destello anunciarรก el alba y podrรก verse la otra orilla.
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XV Cada paso es interminable. Duele. Duele mucho. Pero hay que darlo.
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XVI El invierno es largo y feroz pero después habrá días soleados y flores creciendo al final del tiempo.
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XVII Nada es casual. La lecciรณn cuesta cara, tarda en llegar, para movilizarnos, abrirnos los ojos, y que desaparezca la niebla en el luminoso sol de un horizonte en llamas.
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Este libro se terminรณ de imprimir en la Ciudad de Cรณrdoba en Julio de 2017
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