CERTEZA 04 La temperatura del cuerpo baja cuando se escribe me abrigo a medida de los nuevos territorios, esos que no figuran en los viejos mapas pero que sabemos por las que volvieron con restos de una magra vegetación: nada sé de mí soledad sino esta espina incendiada en medio de la tarde
Laura López Morales, Poeta
Fotografía de Hugo Suarez De la Serie #CERTEZAS
¡BASTA YA! Boletín Literario Año 14 – n° 156 JULIO, AGOSTO, SEPTIEMBRE DE 2020 EDICION VIRTUAL
Director: Eduardo Alberto Planas. Colaboradores permanentes: Jorge Carranza, Alfredo Lemon, Sergio Pravaz, Jorge Torres Roggero, Lily Chavez. Registro Propiedad Intelectual Nº 598958. Hecho el depósito que marca la ley 11.723. Contacto:eduardoplanas2001@hotmail.com www.boletinliterariobastaya.blogspot.com - Tel: 351- 6170141. Esta revista se editó en forma virtual en Córdoba. Diseño y diagramación: Laura Pozzo. Dibujos: www.Covid Arts Museum.com Agradecimiento especial a Hugo Suarez por autorizar la publicación de sus fotografías Serie #CERTEZAS. CONTENIDOS Editorial: Poesía en la cuarentena // Poemas de Laura López Morales, Alfredo Lemon, Sol Guevara, Leandro A. Oxandaburu, Leticia Ressia, Jorge Luis Carranza, Irene Scalabrelli, Alejandro Schmidt, Carlos Salinas, Dardo Passadore, Silvina Anguinetti, Guillermo Bawden, Macarena Simón, Ricardo Di Mario, Javier Almeyda, Alexis Comamala, Ale Aparicio, Laura García del Castaño y Mariela Laudecina // DOSSIER: Vicente Luy // Y el tiempo se convirtió en ella – Eduardo Alberto Planas // Napoleón Fernando Berreta // La vida y su luz – Diana Vásquez
EDITORIAL: POESÍA EN LA CUARENTENA En el número anterior nos preguntábamos sobre la literatura en tiempos de pandemia. Sobre que significa escribir en estos tiempos. Que se será de la literatura, de la poesía, en particular. A mediados de la pandemia, entrevistados por un matutino local, algunos escritores de Córdoba, dijeron que no podían escribir, que se sentían bloqueados. Otro aseveró que no tenía sentido crónicar la pandemia, so pena de hacer literatura trivial. Uno se atrevió a decir que evidentemente algo tan prolongado en el tiempo, iba a tener –necesariamente- gravitación en el quehacer literario. Por lo pronto, él estaba haciendo un diario de cuarentena, con notas, anécdotas, reflexiones sobre la misma, etc. Filósofos y pensadores miraron al pasado de la humanidad tratando de encontrar respuestas a este presente. Tanto a nivel nacional como en Córdoba se han escrito ensayos sobre la pandemia. El programa Argentina Futura, presentó “El Futuro después del COVID-19”, un libro digital donde cerca de treinta intelectuales de la Argentina reflexionan sobre la pandemia que azota al mundo. Dirigido por Alejandro Grimson, titular del programa, la publicación rastrea las condiciones políticas y económicas que hicieron falta para que un virus pusiera en jaque a toda la humanidad explora nuevos interrogantes e imagina escenarios inéditos. El libro se puede descargar gratuitamente en la página web de Argentina Futura. En nuestra ciudad, la Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba ha editado el libro digital “El crepúsculo de las simpes cosas”. Dicen sus editores, Nelson Specchia y José Emilio Ortega: “El crepúsculo de las simples cosas” es un esfuerzo compartido por más de treinta voces latinoamericanas que no pretende en erigirse en sosegada labor evaluativa; lo apura el pulso de la coyuntura, una escritura al calor del momento, encabalgada sobre una realidad que trota y que salta, sin un rumbo claro, pero con la necesidad de contribuir al surgimiento de esa claridad. Y también es un intento de ayudar, con ensayos de respuestas, a las necesidades inesperadas de este inesperado tiempo nuestro. Porque una comunidad, total e inéditamente recluida en sus ámbitos privados, con distancia social, áreas cercadas por barreras sanitarias, y metodologías de comunicación mediatizadas casi exclusivamente por pantallas de computadoras y teléfonos celulares, requiere de ideas propositivas y de reflexiones críticas que colaboren en su comprensión de un problema universal, y en las maneras y modalidades en que saldremos de él a una nueva normalidad. La incertidumbre, que viene aparejada a ese necesario pero doloroso aislamiento social, ha disparado asimismo la avidez de lecturas orientadoras y de reflexiones en torno a las variables que están alterando, profundamente y quizás para siempre, nuestra cotidianeidad y nuestro entorno”. El libro se puede descargar gratuitamente en la página web de la Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba. Esta editorial también ha publicado “Argentina en tiempos de pandemia: la gripe española de 1918-1919. Leer el pasado para comprender el presente”, de Adrián Carbonetti y María Dolores Rivero. Una excelente propuesta para conocer el pasado y comprender el presente que nos toca vivir en medio de la pandemia desatada por el Covid-19. La lectura de los mismos ayudara a comprender parte de este fenómeno que está viviendo y sufriendo toda la humanidad. Pero solo una parte. Porque es algo inédito. Lo veremos al andar. Esta es nuestra posición. Y por eso seguimos. ¿Poesía en cuarentena?, no. Poesía en la cuarentena.
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“El mundo es un extraño diario leído de atrás para adelante” Tennesse Williams
La información te hipnotiza con múltiples mentiras y hasta podrías creer que la historia o la política te ayudarán a encontrarle sentido a la existencia
En busca de novedades te arrojas al centro de la pantalla saltas de un link a otro bajas y subes en tu tablet chequeas tu Twitter le das un like a un artículo te anotas en Tinder publicas un relato en Instagram
Allí parece estar todo el todo junto (después se desmorona) Solo ves láminas sobre un espejo lumínico ¿será Narciso en la laguna? Por los títulos enormes sangra la calamidad apeteces lo rimbombante y entre las páginas te extravías / te pierdes / te confundes La peste de Atenas acabó con Pericles Sócrates sobrevivió y fue condenado por hacer pensar a los jóvenes Boccaccio escribió el Decamerón durante la plaga europea allí perdió a su madre, a su padre y a su madrastra
La tuberculosis mató a Kafka en 1924 cuando tenía 40 años Sofía, una de las hijas de Freud, murió a causa de la gripe española Lacan, en su Seminario III proyectó que un virus escaparía debajo de la puerta de la medicina
Durante el Festival de Woodstock en 1969 en EEUU una toxina de Hong Kong mató más personas que la guerra de Vietnam nada estuvo cerrado / las bandas siguieron tocando rock Dean Koontz en “Los ojos de la oscuridad” (1981) relata la fuga de un virus por manipulación genética desde un laboratorio de Wuhan En 1994 Laurie Garret ganadora de un Pulitzer predijo una pandemia global con cuarentenas y colapso en la economía
Hasta los Simpson hablaron de unos avispones voladores que causaban una enfermedad a nivel mundial Stephen King reconoció tener miedo Orhan Pamuk desde su casa frente al Bósforo, también ¿Cómo zarandear y discernir estos mensajes?
La realidad es difusa profusa volátil la contradicción es su mayor riqueza el deseo de triunfo clava sus colmillos He aquí el fiel de tu balanza: el péndulo que oscila entre la certeza y la angustia el vaivén de la confianza y la duda
Opiniones / lenguajes encriptados / conjeturas un torbellino de acontecimientos donde la agitación cambia tu perspectiva Aristóteles dijo que el hombre por naturaleza desea conocer pero cómo ordenar este cóctel caleidoscópico y remover el miedo y la ignorancia? Lo importante y lo trivial son el imán de tu entusiasmo el tobogán de la curiosidad Del sentimiento trágico de la vida al sentimiento trágico de la civilización los designios del azar te conducen Intuyes que hay datos falsos y es precisamente allí cuando la lectura se pone más emocionante Las redes con sus telarañas te anudan la garganta
La publicidad y la extravagancia avivan tu excitación y en vez de dolor lees amor en vez de muerte lees suerte los clasificados y el obituario te entristecen el horóscopo te ahorca el crucigrama te crucifica Te masturbas frente a la computadora juegas al sexo sin contacto pero anhelas el sudor animal de los amantes el puro pensar del erotismo
Ecos, huecos, coartadas. En la era digital de la Galaxia Gates existe un rompecabezas para armar? Lo que llamamos objetos exteriores son representaciones de nuestra imaginación formas y espacios de un sitio virtual. Lo hubieran soñado McLuhan o Schopenhauer?
He aquí una aldea centelleante de pánico y soledad ¿son bengalas, meteoritos o bombas? El espectro del que huyes eres tú cuando corres buscándote asustado no te encuentras porque te escondes muy bien Hay una alhambra donde duermen los peces? Hay un templo custodiado por apóstoles altísimos? Hay en el hombre pantanos más profundos que acertijos! Giramos en un carrusel cuyo eje se ha roto Entronizamos al ego en el centro de un altar junto al becerro de oro Conservas la ilusión de que mientras leas o escribas el infarto no sucederá Se asoma Yahveh desde lo alto para ver si hay algún justo en la turba ¿dónde están Diógenes, Siddharta, Shakespeare? Ideas diversas dispersas relatos yuxtapuestos La mente se embota Imposible deglutir tanta gula Imposible escucharse en silencio sin aferrarse a un mástil como Ulises Si pudieras asumirte no haría falta aturdirte
La sed de noticias te arrastra como un zombi y tus dedos pasan las hojas haciendo el camino de los escarabajos
Qué significará este padecer? un castigo? una amonestación? un despertar de conciencia? Detrás de cada discurso surge otra adivinanza La esperanza parece una trampa donde la miseria muestra su estética cotidiana el rostro de los sin rostro de los vulnerables El jardín de las delicias se volvió una jaula de torturas Hieronimus Bosch fue desterrado de su propia obra Situaciones límites / dilemas morales/ desgracias colectivas El tiempo perdió la razón Los días se saturaron de erudición inútil La verdad te daría vergüenza Tampoco la ciencia alcanza a cubrir nuestra orfandad En los vértices de las bibliotecas el rigor y el equívoco con idénticos Será este el precio por nuestra codicia? Los místicos y los locos saben Los niños y los mendigos alcanzan Hay demonios que visitan los confesionarios Hay estatuas que estudian psicología El ahora te atraviesa / te increpa / te acorrala Un presente continuo resulta demasiado No temas al contagio que avanza en las tinieblas Ninguna luz se apaga antes de que llegue el viento Qué quedará de estas crónicas caducas? Todo será la memoria de un recuerdo rápido Sanarán los traumas? Sanará la tierra? La vida irá recuperándose Las lágrimas purifican y renuevan promesas El olvido avanzará aunque cuesten años La humanidad no cambia fácilmente
Seguirán firmes las instituciones las costumbres las creencias? El futuro es intriga/ renuncia/ expectativa avidez por una copa de champagne Cuando atardezcan las breves horas tendremos una extensa noche para la ficción Habrá cámaras de video dentro de la tumba? Le sacarías un selfie al alma? ¡Cómo renunciar al derecho a la eternidad! Punto y aparte Todo termina El escenario queda oscuro como los capítulos de un desierto Alguien aprieta la tecla suprimir apaga el botón del encendido.
ALFREDO LEMON
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POEMA DE SOL GUEVARA
Mírame. Mírate
Podés mirarme a los ojos? Pero no como siempre. Sino profundo. Que lindos ojos son los tuyos. La redondez del iris como punto infinito En la blancura intensa de sus alrededores. Ves los míos? No me digas lo que pensás. Pero, podes verlos? Podemos desnudarnos la mente? Y el alma? No me contestes. Mírate que te miro. Respóndeme sin palabras. Mírame… Dame tu mano. Sentís? Vos cerrá los ojos, pero no dejes de mirarme. Podes sentir los latidos? Podés mirarlos, aún sin visión? No me respondas. Te devuelvo tu mano. Lo ves? Tantos ratos regalados, torpes, llenos de miedo. Por no saber mirar. Por no saber detener el Tiempo y hacerlo nuestro en silencio. Entre ojos. Mírame. Mírate. Somos el más allá de lo que alcanzamos a ver.
SOL GUEVARA
(Este poema ganó el Primer Premio en el Certamen de Poesía del año pasado de la Asociación Gremial de Empleados del Poder Judicial. Ha publicado en Marzo de este año el libro “Habitar mi magia”, Editorial Brujas.)
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POEMA DE LEANDRO OXANDABURU
Zenón
Donde termina el barrio hay un inmenso descampado, ahí se hizo su rancho el Zenón de esto hacía más de quince años. Vivió solo acompañado de su pobreza, trabajaba en un cortadero de ladrillo, no tenía amigos ni vecinos, cuentan que años atrás tenía una novia, pero el alcohol se la corrió, solo le quedaba un cusco negro y flaco. Cuando a la tarde salía a matear Le hablaba, vaya a saber qué le decía. Cena temprano, hoy hígado con cebolla, regado con su tinto, puro y de caja. A las cinco de la mañana con tres mates amargos, arrancaba a paso firme hacia el trabajo. Trabajo duro, insalubre, mal pago, el Zenón nunca supo lo que es protestar. Implacable el tiempo fue pasando ya su paso dejó de ser firme y negro su cabello. Pero como cada mañana, temprano, con su bolso ajado, marchaba al cortadero. Una de las tantas historias de vida… historias que se pierden en el anonimato.
LEANDRO A. OXANDABURU
(Con este poema Leandro A. Oxandaburu ganó el Segundo Premio del Concurso de Poesía de la Asociación de Empleados del Poder Judicial de Córdoba).
CERTEZA 07:
2019. Todo intento es subversivo Todo intento de subsistencia es político Es rebelde el pájaro que canta sobre la tumba de un importante o el banquito en la esquina del ring que memoriza un golpe Toda confusión es también, un tibio estado de gracia
2019. En el año de la garra del mono sólo es cierta la claridad de mi rabia la verdad que despierta mantra, cada noche: será distinto el día que viene harás de la derrota una causa de la furia una rutina de la resistencia de la vida que tiembla, una certeza. Leticia Ressia. Poeta, Docente.
Fotografía. Hugo Suarez De la Serie: #CERTEZAS
POEMAS DE JORGE LUIS CARRANZA Solo una forma de estar en el mundo…
Ando por ahí haciendo cosas viviendo. Sin cómo ni porqué algo roza el alma y se va. Mi pobreza intenta decir, que se vea, esa marca en el agua. Un imposible. Afuera todo sigue igual indiferentemente igual. Después continúo andando por ahí haciendo cosas viviendo .
*
Llegó la incertidumbre hace unos días. Anda como Juan por su casa. No es la de siempre sino una grande que viene de parte de la muerte. Abrimos puertas ventanas intentando que se vaya pero nada. Se acuesta con nosotros y se levanta también. Se sienta a la mesa y ya se sabe donde comen dos comen tres. Parece que va a quedarse una jornada de muchos soles. Habrá que mirarla con el corazón . Abrazarla como hacía mi vieja cuando no había dolor.
JORGE LUIS CARRANZA
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POEMAS DE IRENE SCALABRELLI
Cuando menos la espero me visita la tristeza escucho que llega y me preparo viene como siempre distraída y callada su sombra desnuda la telaraña en la reja el jazmín coquetea con ella los perros la ignoran yo la espío reconozco su gentil silencio su forma de cuenco de pena derramada dulce, en mi sangre.
A veces en las mañanas la dejo entrar especialmente cuando en la calle se enseñorean la luz y el regocijo pero si llueve y es la siesta me voy sin ella escapo por los fondos hasta calarme los huesos y cuando menos me espera de nochecita, vuelvo.
*
Patria
I De mi madre y de su madre llevo el nombre la desmesura el color tiznado de los ojos y una antigua costumbre de naufragio.
Vengo de una casa grande con mujeres trajinando el umbral de moreras guarda las marcas de mis pasos en las siestas.
Mi madre lloraba como un pĂĄjaro de leyenda el agua se escurrĂa de sus ojos y dibujaba mapas de sal yo me perdĂa en ellos.
A veces regreso a la casa me abruma la ausencia busco las marcas las recorro con los dedos y me dejo estar al amparo de su fuerza.
Puerto de sal y moras la casa de mi madre.
Patria primera.
II
Mi padre desde temprano trepaba a los andamios silbando. La patria era mi padre mirarlo desde abajo cuidar entre mis manos su almuerzo poner su vino a la sombra y esperarlo.
*
IRENE SCALABRELLI Nací hace un tiempito al pie de la cordillera en la provincia de Mendoza. Actualmente vivo en las sierras de Córdoba y me trepo en ellas cada vez que puedo. Me gustan los árboles y la lluvia. Escribo poemas y cuentos desde siempre y como resultado de ello he publicado recientemente Panadero de Luz, libro de poemas. También aparezco en varias antologías y en internet.
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CERTEZA 24:
No sé ¿Qué fue la poesía? Un oscuro pensar el jazmín y el laberinto Arribar al olvido de mí. Mundo y trasmundo Estrategia del sueño o de las rocas. ¿Y al fin qué? Un rostro como todos Oscura memoria. He tratado de llevar un poco de agua al pozo estrecho de la luz… Ojalá lo haya logrado, alguna vez.
Alejandro Schmidt. Poeta.
Fotografía: Hugo Suarez De la Serie #CERTEZAS
POEMAS DE CARLOS SALINAS Tu carta no tenía encabezado, mi nota pecaba de ausencia de remitente. No había fecha, no había firma. A primera vista dos epístolas mal hechas, sin embargo, nos encontrábamos en el cuerpo de la carta: ahí éramos uno y contábamos en infinitas hojas el deseo de los labios, la urgencia de los abrazos, el disfrute de los sexos, la euforia de las caricias. No nos vendimos un buzón, no nos archivamos en el correo, ni fuimos el ejemplo de un manual de lengua, pero envidian de un tiempo a esta parte las estampillas más cotizadas, nuestra feliz flojera de sobres y códigos postales. *
Ni Nando Parrado ante Los Andes, ni el Che asediado en la quebrada del Yuro, ni Alejandro desembarcando en la costa de Fenicia, ni César frente a Roma, cuando sonreíste y me llamaste con la cabeza esa mañana, mi Rubicón fue cruzar ese hilo de agua que traía la cañada. *
Sin militar el melodrama, a mi insularidad le anda haciendo falta tu abrazo costero.
CARLOS SALINAS
POEMAS DE SILVINA ANGUINETTI Del libro: Círculo del Caos La bonanza se quema en barricadas de hambre con olor a veneno. Los desalojos corren tras los huesos de los perros. El holocausto se siembra en la fertilidad de las bestias ha muerto la niñez y la tierra. Una mosca se aquieta sobre la frente. * Del libro: Mujeres Viento Dejo sobre la mesa la manzana mientras doy el primer bocado al corazón. * Del libro: Para salvarme de mí Los que viven en el andarivel de la sombra solo alcanzan a fotografiar la espalda de la luz.
SILVINA ANGUINETTI
Nació en Valle Hermoso, Provincia de Córdoba. Reside en la ciudad de Córdoba Capital, tiene dos hijos. Contadora Pública, Profesora de Ciencias Económicas. Dedicada a la labor docente como profesora del nivel secundario. Empezó a transitar la poesía a los 14 años en el taller literario de Ada Luna, que se dictaba en la Biblioteca Popular José Mármol de Valle Hermoso. Desde entonces ha participado de antologías y revistas literarias. Ha sido distinguida con premios y menciones en concursos de poesías. Participa desde los 17 años en encuentros de poetas de ámbito nacional e internacional, como así también en Café Literarios que se realizan en la provincia. Actualmente pertenece al Grupo Matrioskas del Taller Literario de Lily Chávez y forma parte del café literario La Bandada. "Más abismos trepan desde el cielo" fue su primer poemario, que refleja su trabajo en los años 2015-2016. Este año ha publicado tres libros: Círculo del Caos, Mujeres Viento y Para salvarme de mí.
CERTEZA 08:
Tengo por única certeza, la nada original sensación, de que no tenemos muchas al alcance. Tal vez las práxicas, las que podemos tocar o mesurar, aunque las propias ciencias duras han puesto también en dilema esas verdades. El alcance de lo que podríamos llamar certezas se revela corto, epidérmico, personal, sentimental. Escribir es una certeza, pero esta no pasa de mi propia voluntad. Las certezas a nivel macro son para pocos elegidos que pueden ser blancos o negros, no para nosotros, simples hombres que navegamos en una gama de grises obligados por la cotidiana rutina y nuestras propias limitaciones. Nos queda elegir algo en que creer y convertirlo en certeza, intentando en el mismo acto no caer en las marismas paralizantes del dogma.
Guillermo Bawden. Escritor.
Fotografía. Hugo Suarez De la Serie #CERTEZAS
POEMA DE DARDO PASSADORE Noche del 73. (Arranca la noche.) El trueno despidió al pájaro Con tal fuerza Que cruzó las nubes Y dejó el alma en el camino Así las plumas se hicieron nieves Y las luces giratorias Eran relámpagos inexplicables Y su resplandor fantasmagórico Sobre la pared añosa Dibujaba el momento Cuando todo pasaba y el pájaro Se tuvo que esparcir y explotar Para que supieran que era así Y que era allí donde paró El grano de arena paró Paró el segundero y arrancó la sangre Y manchó las páginas Las impregnó entre cientos de súplicas Y tronó y llovió Y todo era llanto sin alcohol Cual locura fotográfica. (La entrada.) El instante inmóvil lo sabía Y aunque hizo fuerza Y aunque replicó relámpagos enfurecidos Aquellas almas sin corazón Igual entraron Eran como miles de murciélagos Que no dejaban esperanza Derribando todo a su pavoroso paso José siempre los esperó Pero hoy Con la lluvia extenuante Y el batir de las alas negras Deseó ver que esos rostros Con los ojos Desencajados y adoquinados Ya no aparecieran más Pensó en salir Y que ya no explotaran más los pájaros Y que terminara la tormenta Y que la nieve Que no se ve pero se intuye Desaparezca. (Sinfonía.) Quién esperaba a quién Ya poco importa El agua y las balas
Se mezclaban En una sinfonía de miedo y dudas Ya no se sabe Quién es quién O de qué lado está la muerte Pero está allí presuntuosa Gritando y disparando Tan viva que atemoriza al más valiente Y sin saber a quién mira Con sus ojos de destino. Pero la suerte está con él Y tres balas lo consintieron Y le dijeron al oído ensordecido “Te sacamos de acá” Y te sacamos para siempre De estas calles Y de estos pájaros y sus tormentas Y ya sabrás de nosotros Y sabrás que estaremos contigo En el trono y en todas partes Porque ya somos huéspedes De tu alma (El testigo.) La tormenta apretada en la ventana. Todo allí Relámpagos, truenos y lluvia Lluvia torrencial, desdeñosa Y ciertamente sublime. Pero triste Demasiado triste ver El marco tembloroso Y un cristal que chilla por el viento. No hay hojas volando allí afuera Solo lluvia Por algo huyeron las palomas y los gorriones Eso más que lluvia es llanto. Allí adentro, un hombre sentado en una cama Asustado, contempla la ventana y gime suavemente Piensa en abrirla y descubrir si es solo allí Si afuera no hay nada Cerró los ojos de golpe La tormenta no cesaba Y los estruendos era cada vez más poderosos Se puso de pie y abrazo la pared como si fuera su madre Entonces, una bala atravesó la ventana Y fue a dar al techo Como si hubiera despertado de golpe Corrió a asomarse a la ventana Y vió a otros hombres que corrían, gritaban y disparaban. Y policías, muchos policías matando y golpeando Sintió una voz sobre su cabeza Y al mirar vio a un sujeto en la ventana de
arriba Vociferando y disparando Era José Que en un momento Se detuvo y reflejó en su rostro claridad y paz y alzó los ojos y lo miró muy fijo y sonrió José no llegó a ver quién disparó Si vio la pared pasando velozmente Frente a sus ojos Y las gotas de lluvia chocando en la acera y en su rostro Evidentemente La tormenta continuaba en la ventana Corriendo, alguien abrazó el cuerpo Y lo cubrió con una bandera Aún vivía El testigo observaba entre los truenos No entendía Si era él que había caído Si estaba soñando Entre los patrulleros Se veía la muerte yendo y viniendo Pero no quiso amar a ese moribundo Que cayó bramando Alguien lo tomó por las axilas Y su cuerpo dejaba un rastro de hojas secas Brotaban de los pies desnudos Como si fueran ramas de un árbol El testigo Cerró sus ojos Y entendió que su alma Marchaba en sacrificio Y supo que estaba bien Supo que el heredero Debía sobrevivir Así pues Con una alegría extraña Abrazo el frío. DARDO PASSADORE - 2017 (Inédito) Soy oriundo de la ciudad de Montevideo, nací en el gran 1968. Formé mi familia allá en mi ciudad natal, escribo poesía desde que tengo memoria, pero la adopté como estilo de vida cuando allá por los 90 concurría a la Facultad de Filosofía y Letras, donde tuve la suerte de tener profesores maravillosos y ver en vivo poetas y escritores de la talla de Jorge Medina Vidal, José Pedro Díaz, Amanda Berenguer, entre otros. A su vez, la vida me mando vivir esa etapa en un barrio mágico y antiguo, llamado Villa Muñoz, lleno de casas antiguas y balcones de hierro. Eso me sirvió de inspiración para escribir mi primer libro (aún inédito) llamado Montevideo Sin Razón. Desde el año 2005 vivo en la ciudad de Córdoba, siempre por el barrio Don Bosco o su zona donde me desempeño laboralmente en el área inmobiliaria. Hace relativamente poco retome la actividad poética, vinculándome con el café literario La Bandada Actualmente estoy en plena producción de un nuevo libro y me nutro de la interminable cantidad y calidad de poetas de Córdoba.
CERTEZA 20:
Nadie vende merca aquí sin mi permiso. Intento un poema felíz... Menos Rimbaud y más Walt Whitman. Pero se me descansa en la sien la perturbadora raya de la verdad Y la insistencia gruñe como loba. Su afeite de cefalea... Es de sabio no albergar en la piel de Maestro. No mataré a nadie aunque escriba un par de puñales. No me llames jefe fuera del barrio. Intento un poema feliz.
Javier Almeida. Poeta. Autor del célebre libro "LAS PLANTAS DEL SANTIAMEN".
Fotografía: Hugo Suarez De la Serie #CERTEZAS
POEMAS DE MACARENA SIMÓN Estoy adentro de un círculo de fuego Lo que está del otro lado me espera Lo único que tengo es un palito para escribir en el suelo Dibujo una sola palabra: AUXILIO. * Después de besar tus labios de madera busqué una excusa para no volver. Me metí en un bosque y me perdí. Cuando te extraño, beso los troncos de los árboles. * Saqué del bolsillo un pequeño latido que olvidé la última vez que vimos las estrellas. Me lo tragué sin pensar y llegó rápido a su destino. El paraíso también puede ser un recuerdo. * Ahí, donde ahora no hay nada, había una línea de migajas que iban directo hacia vos. Me las fui comiendo de a una.
MACARENA SIMÓN
DOSSIER: VICENTE LUY Vicente Federico Luy nació en la ciudad de Córdoba en el año 1961 y falleció en el año 2012. Publicó los siguientes libros: “Caricatura de un enfermo de amor” - ediciones Ultimo Reino - ( año 1991); “La vida en Córdoba “- edición de autor (año 1999); “ Aviones”, edición de autor ( año 2002), “No le pidan peras a Cuper” edición de autor, (año 2003) ; “La sexualidad de Gabriela Sabattini” - edición de autor- (año 2006) ; “Vicente le habla al pueblo” editorial La creciente- (año 2007), “¡Qué campo ni campo¡“- Editorial Llanto de Mudo (año 2008); “Poesía popular argentina”- Editorial CIC (año 2009). Tras su muerte fueron publicados los libros: “Plan de operaciones/ La única manera de vivir a gusto es estando poseído” – Editorial Crack Up (año 2012), “Poemas rechazados” (año 2018). Este año el Editorial Caballo Negro editó su Poesía reunida bajo el título: “Escribir no es importante”. En los noventa integró, junto a poetas y amigos Hernán Gabriel, Osvaldo Vigna y Palo Pandolfo el Grupo “Verbonautas - Acción poética” que intentaba poner el cuerpo en escena, hacer carne el poema en lecturas públicas. Incorporaba en sus publicaciones textos de amigos, fotografías, dibujos y collages. Sus poemas han sido musicalizados por Ariel Minimal, Flopa, Tomi Lebrero entre otros.
POEMAS DE VICENTE LUY Lleno páginas con frases como “¿Hay fuego interior? Soy comprador o “que se me inflame el pecho, ser puro”. Aún en el error no guardarme ninguna de mis miserias. Pero el lenguaje no aparece. Estar a tono con lo que se espera de un poeta. Quisiera escribir. Meter la mano y sacarme de la herida seguir sin rumbo y que se filtrara la poesía en mi poema. Por esa u otra forma amigarme con mi alma. * En el hipotético caso de que me encontrara a las puertas de San Pedro acháqueseme de lo que se me achaque, en mi descargo diré, que con ser bueno alcanza. Y si igual no me dejan entrar probaré con el infierno. Solo, no me voy a quedar. * Es duro que te digan la verdad. Pero es más duro que no te la digan. Por eso, siempre la verdad. Aunque no la entiendas; aunque no estés de acuerdo, si querés honrarme, la verdad. * Apenas pasa la tormenta los riachos de montaña embrutecen y retumban arrastrando árboles, gente y algunos amores. Yo una tarde perdí un par de zapatillas y vi pasar una señora rebotando río abajo contra las piedras sin oponer resistencia. Y me tenté, pero no me tiré. Todo ese día fui el que no se tiró. La lluvia de ayer, tarde y noche, fue mayúscula; y si bien en casa otra vez hay goteras
y yo estoy sufriendo mi susto lejano. En el barrio ya no quedan montañas y las diagonales solo dan remansos. Pero un día después, hoy, aún húmedas, las puertas, siento pánico y violencia. ¿Será el amor que se aleja? No, no dije tristeza; dije pánico y violencia. Vos quizá te acuerdes; yo soy el chico que perdió las zapatillas y la parrilla y una remera y trepó, presa del pánico, justo a tiempo para ver pasar a una señora rebotando río abajo, a pasos de Icho Cruz. Y se tentó pero no se tiró todo el día fue el que no se tiróY hoy, mucho tiempo después, un día después de una tormenta siente pánico y violencia. ¿Será el amor que se aleja? * Entre una botella de Coca y una de Fernet no puede pasar nada pero entre una de Gin y una de Lima limón uno nunca sabe lo sospecha pero no lo sabe, así que “deme café” dijo mi mamá totalmente borracha, yo estaba en brazos de su marido y me enamoré al instante. Después se fueron al cielo y todavía no bajan. Tienen mi corazón de ahí cuelgo. * Inconscientemente vamos por un camino y conscientemente nos ponemos a buscar otro camino, en vez de hacer consciente el camino por el que vamos. * Lo que está mal está mal. Pero lo que está bien también está mal. Charlalo con tus padres.
No he de negar que fui Jesús, y acaso, a la vez, también otros y Judas además, y que supe de Saulo, y aunque no consta, al cabo mi nombre es Amén. En síntesis, yo que soy todos puedo decir que soy ninguno, porque no queda lugar para otro. La conciencia, el punto exacto donde termina lo que regresa tantas veces, no admite, ya no, víctimas ni salvadores. Este es el tiempo.
* No hace una hora, intervine un recital de Aristimuño. Vieja Usina. Entradas agotadas. Igual, insistí, diciendo que venía a ver a Lisandro que le traía un libro, que le preguntaran a él. Vicente Luy; soy el poeta Vicente Luy le dije al sujeto a cargo. Mi plan era otro. Yo quería entrar antes; fui una hora antes para curtir camarines y pedirle que me invite a subir a leer. Iba a recitarle 7 poemas si arrancaba con un No. Estaba, estoy, muy para adelante. El tipo no me conoce. Le mandé un libro con Marce pero no sé si ya lo recibió. Confío ciegamente en mi poesía y fui a saludarlo, pero, también, a audicionar. En síntesis: no me dieron paso hasta empezado el concierto. Me senté en el piso, en una esquinita, y prendí un pucho. Y mientras sonaban las canciones, la ocurrencia fue tomando cuerpo SE HIZO CARNE EN MI Esperé a que terminaran los bises y me trepé al escenario. La gente iniciaba la retirada. Corrí al micrófono y grité: Soy el pez Soy el pez Soy el pez el que por la boca muere pero también / el que nada contra la corriente
Me cortaron el sonido. Seguí con Venderle el alma al diablo, y vinieron a sacarme los de la producción. No me querían dejar terminar el poema del Scrabble me lo quisieron cortar a la mitad. Ni los miré. Seguí gritando. La gente se iba, y todos pasaban en frente mío. Algunos prestaron atención en ese lapso pero sólo respondieron cuando dije “usá tu odio para el bien común”. Como en un ensayo de orquesta, emitieron un sonido. Igual, se siguieron yendo. Los productores volvieron a por mí. Los ignoré. Dije 4 poemas más y me llevó la policía un adicional. Por suerte, me dejaron ir; me expulsaron. Llevaba flores empapeladas en la etiqueta. En un mundo lleno de amor, Lisandro hubiera venido a rescatarme. En una de esas, con la adrenalina post show, no me oyeron. * ¿Venderle el alma al diablo? Sí, pero cara. Y si se puede, venderle también otras cosas Y venderle a Dios lo que el diablo no compre. * Antes pedimos que se vayan. Antes, pedimos justicia. Ahora, pedimos que no se rían de nosotros. Después, ¿qué pediremos; piedad? * Llueve y alguien está diciendo “llueve”. Si me equivoco contradíganme con amor, porque con amor digo. Si erro pónganme maestros, que luego yo les enseño, porque con amor hago. O ustedes, ¿Por qué creen que llueve; porque hace falta? creen que llueve porque sí? ¿por qué carajo creen que llueve? Llueve; y no sólo eso; la verdad es que hay un montón de gente diciendo “llueve”. De a uno empiezan a notarlo, y no lo pueden evitar; simplemente dicen “llueve”. Porque llueve. Si me equivoco contradíganme con amor, porque con amor digo.
PALABRAS SOBRE VICENTE LUY ALEJO CARBONELL En relación al libro que acabamos de sacar con Caballo Negro Editora, se llama “Escribir no es importante”, es una antología, una poesía reunida, no es una poesía completa, sino que lo que hicimos en la editorial fue tomar poemas de todos sus libros y ponerlos en orden cronológico por texto publicado con un texto breve de un amigo de cada momento. Es decir, cuando salió el primer libro, nosotros sabíamos que, por ejemplo, él tenía una amistad muy importante con Eugenia Courtade. Entonces le pedimos a Eugenia que nos escriba un breve texto introductorio, más que de análisis de la poesía, un texto que hable de Vicente, de la vida de Vicente, para saber qué estaba pensando en ese momento. Muy lejos en nuestra intención de hacer una cosa de corte amarillo, sino más bien de contextualizar el momento de la producción de x poesía en la vida del autor. Fuimos convocando a Hernán, están Mariela Laudecina, Diego Martínez, Osvaldo Vigna y varios más. Así se fue armando el libro, un poco siguiendo el modelo de un libro que habíamos hecho de Diego Cortés, también una poesía reunida que salió hace dos años. Un libro que se llama, “Ruido sobre ruido”. Vicente era muy prolífico, tuvimos que tener mucho cuidado porque él volvía a publicar los poemas corregidos, los volvía a corregir, los volvía a publicar, entonces había poemas que tenían tres o cuatro versiones en diferentes libros. También trabajaba mucho con paratextos, es decir, ponía poemas de amigos, de conocidos de él o de gente que él leía y, en algunos casos, sin decir quién era el autor, salvo en los créditos al final. Entonces iba armando como un aparato discursivo, con sus propios poemas pero también con fotos, con dibujos, con poemas de otros, con textos, de repente con un recorte de diario. Sí, como un aparato de ideas, como una caja de ideas. Eso es muy difícil de reproducir en una obra completa, en una obra reunida, entonces nosotros tuvimos que pensar un libro en la medida de nuestra colección porque es una colección en la que alojamos a María Teresa Andruetto, Elena Anníbali, Flor Lopez, Lucas Tejerina, Leticia Ressia. De modo, por ejemplo, un poema que venía con un collage de diarios no pudimos reproducirlo de esa manera sino que tuvimos que llevarlo a una tipología plana. Trabajamos bastante tratando de que esas dos posibilidades, esos dos mundos, de alguna manera, el mundo de Vicente y el mundo de Caballo Negro se encuentren y que ese encuentro sea fructífero y no forzado. Así que, bueno, espero que a los lectores les guste el trabajo que hicimos.
MARIELA LAUDECINA Conocí a Vicente en el año 2007 a través de Diego Cortés. Diego le había pasado un libro mío y luego él me mandó conmigo su libro “La sexualidad de Gabriela Sabattini” y en la dedicatoria me invitaba a participar en un taller que coordinaría él, que le habían gustado mis poemas pero que a algunos les faltaba trabajo. Así que le pregunté a Diego que dónde iba a dar el taller y me dijo que no tenía lugar, que estaba buscando. Y en esa época yo vivía en una casa muy grande y le ofrecí mi living para que diera el taller. Podría contar un montón de anécdotas, algunas muy divertidas y otras bastantes tristes, pero prefiero decir que lean su poesía, que lo van a leer a él porque no había un límite respecto de su vida y de su poesía. Era un tipo generoso, divertido, lúcido, fuera de serie.
SOLEDAD VARGAS Lo primero que pienso en decir de Vicente, en donde se me va a mezclar un poco la vida, la obra, mi vida, mi obra, (y el encuentro con él, y con su vida, y con su obra) es que Vicente Luy era pro-vida. Era pro-vida aunque refuten eso. Y que vengan de a uno si quieren refutar eso.Alguna vez alguien dijo que casi todos nos vamos a acordar del momento cuando lo conocimos a Vicente y estuve de acuerdo con esa persona. Lo primero que me dijo cuándo lo conocí fue “qué raro una médica con onda”. No sé qué onda, a qué onda se refería pero tiene que ver con lo pro-vida, él estaba decididamente en contacto, como decía él. Y eso hacía que saque, tanto él como las personas con las que se encontraba, con el peso que tiene la palabra encuentro, no cualquier encuentro, El encuentro que te transforma. Me parece que cuando se encontraba con alguien, le agregaba vida a la vida. Eso tiene un precio me parece. Intensificaba la vida. Estaba decidido a estar. Y me acuerdo una vez que escuchamos un largo rato el relato de una amiga que se quejaba de un desencuentro amoroso y la verdad que habló mucho, mucho, mucho, mucho y cuando terminó Luy le dijo “ese tipo no te quiere” y fue como duro, si se quiere, el momento.Porque yo creo que Luy era tierno, como dice su poema: si me equivoco, contradíganme con amor porque con amor vivo. Si erro, pónganme maestros porque con amor… ¿erro? No se cómo dice. Me parece que a ella con ese comentario le pasó algo y a él le pareció un momento lleno de vida.Me acuerdo que un día me miró así, como desde arriba, porque era alto e hizo un ademán con las manos y dijo “me encantan las criaturas” y me parece que disfrutaba de eso, que disfrutaba tanto de lo que él podía construir como vida en la poesía, en su vida, en el amor, en los encuentros, sobre todo con las mujeres que siempre andaba como diciendo él “busco una mujer que no conozco”. Alguna vez también dijo que buscaba la mirada de un cuadro que tenía de su mamá, que buscaba a su mamá. Pero me parece que cuando él dice “me encantan las criaturas” está diciendo que era pro-vida, que realmente amaba la vida y que podía morir por esa causa. OSVALDO VIGNA Conocí a Vicente en la previa de la primera salida de escena de Los Verbonautas a fines del 94. Muy particular dado que apareció en shortcito con unas zapatillas de tenis, en cuero y con una remera así en el hombro. En ese momento no tuvimos mucho contacto, incluso hasta las primeras dos o tres actuaciones que tuvimos con Verbonautas, no tuvimos gran contacto. Después, lentamente, empezamos un día nos pusimos a hablar de deportes. A los dos nos gustaba mucho el fútbol y los dos compartíamos un conocimiento sobre lo que fue el turismo carretera y el turismo nacional, automovilismo de principios de los 70, fines de los 60. Yo escuchaba los Gran Premios, él también. Él veía pasar los rallys de Córdoba y los dos coincidíamos en una figura de la época que hoy nadie se acuerda, “el Nene”, Néstor Jesús García Veiga, piloto oficial de la escudería Chevrolet, que corría con un por prototipo, fue campeón. También con los Chevis hicieron el equipo del ingeniero Joseph, me acuerdo que también hablábamos de eso con Vicente. Increíble. Después empezamos a compartir más y más cosas. Familiaridades, política, sindicalismo, Cordobazo, luchas sociales, opiniones sobre todo, sexualidad, rock, comidas, chicas, idas, venidas, proyectos. Y, bueno, nos fuimos haciendo amigos. Iba yo a la casa de él en Villa Los Saltos, ahí cerca de Salsipuedes y pasábamos históricos fines de semana largos. Y escribíamos, y leíamos, y jodíamos, y revivíamos, y fumábamos, y veíamos mucha, mucha, mucha televisión. Deporte en televisión y alguna película. Yo fui muy amigo de Vicente, lo quiero mucho, tuvimos una relación afectiva muy buena. En el mano a mano era una persona que se ponía áspera, porque era un sincericida. Jodía todo el tiempo con eso de decir la verdad, lo creía como una cosa kantiana, como un deber ser, en un grado, a veces, exagerado. Y, bueno, compartí todos sus momentos
creativos de poesía, ayudé mucho con la vida en Córdoba a repartir los libros por las librerías en Buenos Aires. En una actitud punk que teníamos en esa época, y la compartíamos, y nos reíamos, y la pasábamos muy bien. Tengo el mejor recuerdo de mi amigo Vicente, realmente hemos compartido cosas que llevaré tatuada en mi piel, en mi alma, en mi corazón por siempre. Grandes momentos, grandes charlas, grandes paseos, hermosas recorridas por las Sierras en su viejo Ford Falcon, por el camino del cuadrado, yendo a comer asados por ahí. Y, bueno, aprendí mucho y él aprendió mucho de mí y compartimos tantas, pero tantas, cosas. Su poesía se ha vuelto popular, entre comillas, dentro del mundo literario y eso le hubiese encantado a Vicente. Vicente siempre quiso que eso fuera así, de hecho si ven sus títulos, “Poesía popular argentina” y el público objetivo al que se dirigía, que eran los jóvenes. Porque él siempre tuvo claro que había que educar, entre comillas, a los jóvenes para poder crear una base de sustentación desde donde realizar una transformación políticosocial y económica. Más allá de lo partidario, sino de este lado del espíritu. Una revolución político-espiritual, una especie de marxismo psicodélico que abrazábamos. Así que, mi gran recuerdo siempre, para toda mi vida, con mi amigo Vicente Luy.
VICENTE LUY POR EL MISMO Yo trato que sea la cosa popular. Elimino la metáfora que es la base de la poesía y directamente pongo ejemplos, cuento historias de las cosas que voy viendo. De la que vos tenés referencia. Entonces cuando lees el poema de Cabezas, si vos estas acá en el país te tiene que producir algo, te das cuenta, porque hay metido un gag ahí adentro. Si vos estas enterado de la situación, de lo que ha pasado en el país, lo percibís, si sos de afuera no. Por eso digo que mi poesía es rastrera y de cabotaje. He querido ser lo más espiritual posible. Es que no he visto más allá de lo que se ve, por eso la espiritualidad esta en lo cotidiano, en mi ser, en cómo me presente ante vos. Mi poesía no tiene nada de angustia maravillosa, del advenimiento del espíritu, de una nueva conciencia, que es el significa de América en la poesía. Y puse popular, también de hijo de puta, porque popular no te lee nadie, que sos popular. Y yo dije: A) Me gustaría ser popular. B) Estoy escribiendo para un público masivo, aunque no me reciban, estoy tratando de hacer contacto con la persona común. A esa persona común es más fácil agarrarla con Crónica que con Rimbaud y Baudelaire. Claro. Y encima yo que fui criado con un mesiánico, que me dijo que venía a hacer cosas importantes a este mundo, que me quería educar, un tipo de 17 libros publicados, editado en varios idiomas, muy reconocido, un poeta del 27, de la generación del 27. Yo voy a terminar de creer que toda la simbología que el desplegaba sobre el tema de América lo pudiera unir a sus familiares y que todos sus familiares iban a hacer cosas importantes en el mundo. Yo no me podía creer eso. A pesar de la erudición, de la honestidad de la persona que me hablaba, amigo íntimo de Vallejos, amigos de varios surrealistas, creacionistas, vivió toda esa época en París, tiene un nombre así como intachable. Pero yo me lo creía. Entonces dije voy a ser un mesías, de acuerdo, pero voy a ser un mesías salvaje. Decidí no leer nada. Tenía 16, 17 años, decidí dejar el colegio, en tercer año, había repetido dos veces, porque me habían echado dos veces. Ya no aguantaba más. Un día se me empezaron caer las lágrimas en el curso, en el segundo mes de clases. Fui y le dije al abuelo lo que me pasaba y él dijo decíle a tu… (en algunas cosas era muy grosero mi abuelo) decíle a tu yo… Me hice el tonto fui despacio me encerré e la pieza y calladito me tire en la cama y me quede una hora ahí hasta que salí le dije al abuelo, así muy compungido, he tomado una decisión no voy a ir más. Hasta que empecé a escribir. (Fragmento de una entrevista enviada a este Boletín por Diego Martinez)
POEMAS DE RICARDO DI MARIO A TRES POETAS I Para Juan Gelman Y entonces en una de esas llegué al cielo porque nadie cantó piedra libre! Y estaba todo medio revuelto, tan revuelto que me dieron ganas de pegar la vuelta pero no hay lugar, “están heridas de muerte las palabras” como ya se dijo. Por eso no pierdo las esperanzas de volver, es decir, no las perdí nunca, ni mucho menos cuando lloré, ahí tenía las esperanzas al día, el fusil al día que no cargué, la guerrilla al día que abandoné, el diario al día y también me alejé a la fuerza. Ni con lo de Marcelo que casi me mata de tristeza o vida, pero casi me mata, eso, casi me mata! Ni con la nieta que si es la pura cara de él! Esto no es nada, es un paso más a lo contrario de la eternidad que es ese segundo o algo, que te sube y baja como del columpio de una hoja muerta del otoño, que está más viva que nunca, pero ahí va como cayendo para ser otras cosas, palabras tal vez. La hoja está en su mejor momento, pero igual va, va cayendo como se cae del cielo, de una lomada alta cuando la mirada se turba y las alas se aflojan. Por eso no es nada, es un tango la muerte, es un abrir y cerrar de manos, manos que llevan cosas o la vida misma llevan, llevantes eso es la muerte: manos llevantes. Pero otros lloran como lloré ayer, ¿Y acá lloraré? ¿Habrá lugar a mis preguntas, cambiará de estilo mi estilo, es la nada que siempre pregoné?: Que la muerte es la muerte y nada más que eso Igual te quiero ver en el baile, dijo la milonguera. yo no pierdo las esperanzas te dije, morocha, de verte otra vez como te vi. ¿Te acordás de aquellos días de manzanas y nada más? /Además, además, además/ Mucha gente me seguirá conociendo o no, que es lo mismo que pasó estando, es decir la vida es un gerundio bien enunciado, pero un gerundio, voy yendo por la vida y me fueron andando las muertes y así. Otros abrirán un “cólera buey” por primera vez y ahí iré nuevamente, un “Cuando ya no importe” y ahí iré otra vez y conoceré las manos del llevante ¿Me tocarán a mí ¿/tal vez/, me pregunto! Digo: ¿No es lo mismo? “Ni el flaco perdón de dios”, me servirá. Tal vez quiera un poquito de olvido, pero un poquito nada más, como para descansar, vio? ¡Es que está todo tan revuelto acá y nadie cantó piedra libre para todos los compañeros!
II Mates y Fagot. a Jorge Boccanera Los paquetes amarillos de La Hoja llegaban al DF a endulzar el exilio atragantado y había que explicar que solo era una infusión un poco verde como el caballo de Vera Cruz ese premio que tan feliz te coronó. Y tuvimos que mostrar más de una vez la fotito del Che con la boca así, que tragaba la vida entera por un cañito de metal. Yo sin yerba de ayer seré un recuerdo nada más como la muerte hasta que te vengas con termo y todo al cielo o al infierno. Y será una fiesta otra vez la primavera esa que bailamos en la calle Desaguadero el 25 aquel. Vos y yo en un eterno cimarrón un diálogo de palabras locas, de sueños y alegrías. Una música de letras y fagot. III Para escribir sobre La Pura Verdad hay que hacerlo de noche A Francisco Paco Urondo en su cumpleaños 90 Esta noche voy a escribir sobre la pura verdad, como decía Urondo. La verdad que me condena desde el dilema y la comodidad pequeñoburguesa. No necesito nada y tengo todo lo que necesito, “y merezco”. Porque son tiempos de la meritocracia y un obrero vota a los patrones, como si rebotaran en el cielo las balas que has tirado. Tiempos de pelear contra el machismo y cuesta ponerme frente a eso. Cualquier cosa que digo me lo corrige la radio y si digo cuerpo ella dice cuerpa, y así. La jovencita que me trae el pan dos veces a la semana, me trae el pan y me censura, casi ni respiro /saco el dinero despacito del bolsillo y se lo entrego / ella se va y otra vez tomo el aire sin decirlo. La verdad por estos tiempos complicada me saluda como una foto desde el pasado. Todo era más fácil antes, solo era cuestión de llorar un camarada, una tumba si nombre, un hijo sin padre y luego tantas abuelas sin nietos. Puse un documental de Paco para que me ilumine. Entraste tarde a la revolución, le dije a su sonrisa amplia y su cabellera bien peinada. Tanto de tarde que casi te lleva tu hija de la mano hacia la calle, pero volaste de la palabra a la metralla de tu pinta de poeta galán santafesino aporteñado, hasta el cianuro. Y todos te nombran por la “reja” de tu poema celebrado, cuando solo describías lo que era tan irreal como el olvido. Hoy hubieras cumplido tus noventa si no hubieras cumplido órdenes tan vanas. Te regalaron a la muerte y a los verdugos que asesinaron tu cadáver, ya muerto, ya sin aire, ya sin recuerdos. Hoy bien entrada la madrugada veo en tu espejo un reflejo es este corazón despojado con el que escribo. Porque a tus cien seguro que no llego. Y está bien si así sucede, a la verdad nada le debo, pero tengo algunas cuentas con la mentira que en algún rincón seguro espera. Y cuando llegue el momento, solo ruego que aún esté brillando la luz del día.
CERTEZA 03: Cierto ruido intenso Por momentos sé que sólo hay desvaríos. Eso es una vida y el lenguaje una réplica inexacta del mundo que vivimos. A los siete meses nací. Tuve una gran transfusión al año de vida. Esas son marcas. Tuve un padre sin habla y una madre sumisa. Ellos hablan en mis sueños. Recuerdo las imágenes de la guerra de Malvinas en la televisión. No quiero ir al servicio militar, si voy a la Marina. Empecé a leer de corrido a los 4 años. A los 8 años escribí sobre mi perro Pinky en Malvinas. Son marcas. Sé que no llegaremos al 2001, es febrero de 1987, se que no llegaremos. Aprendí a sumar y multiplicar a los 15. Dividí y resté hace poco. Vi rostros ardiendo y otros helados por el devenir del universo. Estuve con varias mujeres, solo Cecilia me dio la savia del amor sin freno. Estuve rendido al fuego de la poesía, luego descubrí que no era sagrado. Amanecí en brazos de la belleza, me escupió la cara. Ella y el horror eran la misma moneda. Mis padres murieron hace unos años atrás, por momentos olvido sus gestos. Pronto seré padre y la aurora me devorara los días y la sonrisa de lo que viene será juguete para calmar los días. En mi poesía no se de lo que hablo, intuyo que la poesía es una llave sin puerta. El mundo una cerradura ciega. Del otro lado nada, acá todo lo que respira. Alexis Comamala. Poeta Fotografía: Hugo Suarez De la Serie #CERTEZAS
Y EL TIEMPO SE CONVIRTIÓ EN ELLA
En los primeros días de marzo del corriente año, Roberto y Alicia fueron de vacaciones a Maceió en el norte del Brasil. Se trataba de un viaje programado desde el año pasado. El lugar era un verdadero paraíso. Playas amplias y desiertas, mar cálido, mucho calor y caipiriña. Ellos estaban felices. Era como una segunda luna de miel. Cuando partieron en Argentina se conocía lo del coronavirus, pero como algo que ocurría en tierras exóticas, lejanas, como en China, pero no se había tomado ninguna medida sanitaria preventiva ni restricción alguna. En Brasil no se hablaba de eso. Todo el mundo disfrutaba sus vacaciones. Los hoteles, restaurantes y discotecas estaban atiborrados. A partir del día quince de marzo ya le empezaron a llegar –por las redes sociales- noticias alarmantes sobre el coronavirus. En Brasil opinaban que había una psicosis y paranoia en Argentina cuando la gente concurrió masivamente a los supermercados y arrasó con el papel higiénico. Muchos hacían chistes y memes al respecto. A Roberto y Alicia les cayó la ficha cuando les enviaron unas fotografías y un audio sobre lo que pasaba en España, donde se hacía mención a la gente que moría en las ambulancias porque los hospitales estaban abarrotados y que le daban una tablet para que se despidiera de sus familiares. Se enteraron que el veintidós de marzo a la medianoche Argentina iba a cerrar sus fronteras internacionales y que no iba a haber vuelos de cabotaje ni transportes terrestres. Tuvieron que huir precipitadamente del lugar. Por suerte, consiguieron – después de arduas gestiones y sobreprecios- vuelos para el día jueves diecinueve de marzo. A todo esto el presidente Bolsonaro salía en la TV tosiendo y en remera, diciendo que el coronavirus “era un resfrío común y silvestre”. En la TV, fútbol todo el día. Al llegar al aeropuerto se dieron con las primeras impresiones no muy gratas: gente con barbijos, algunos con máscaras, grandes colas en las empresas de viaje, nerviosismo, miedo. Finalmente viajaron hasta el aeropuerto de San Pablo, centro del Covid 19 en Brasil, y de allí a Ezeiza. El lugar era –en ese momento- un verdadero foco infeccioso. Gente vestida con escafandras, máscaras y trajes blancos los escanearon en la frente, para ver si tenían fiebre. Algunos se negaban. “Yo vengo de un país limpio, de Estados Unidos”, dijo una señora a la autoridad sanitaria. Los interrogaron y preguntaron sobre si tenían algún síntoma del maligno coronavirus. Llenaron el formulario de rigor. Este fue el último día de su vida anterior. Los estaba esperando un taxi. El chofer, con barbijo y guantes, les pidió la dirección por WhatsApp y no emitió palabra alguna en todo el viaje. La ciudad era un desierto. Una gran ciudad vacía de gente. Llegaron al departamento en el barrio de Barracas. El mismo dejaba mucho que desear, pero era lo que había. Al bajar del taxi, observaron un individuo que se acercaba con una botella de cerveza en la mano y con una cara por demás extraña, mezcla de horror y sorpresa. Subieron al 7mo.piso e ingresaron al departamento. Se dispusieron a cumplir la estricta cuarentena. De repente se cortó la luz y sintieron un golpe en la puerta de la pieza de servicio. No se animaron a abrir. Escucharon pasos y voces por la escalera. A temprana hora de la mañana la administradora lo llamó por teléfono y me dijo no podían salir ni al palier. Que algunos vecinos- entre ellos el borracho del segundo A- los habían visto llegar y estaban como
locos y la habían llamado a ella y al propietario reclamándole que porque habían alquilado a personas extranjeras e infectadas. Que no debían asomar la nariz, porque no los iban a denunciar y desalojar con la policía. Pasaron del paraíso al confinamiento más estricto sin solución de continuidad. Al cuarto día de estar en el departamento, Alicia comenzó con una leve tos, congestión nasal y algunas líneas fiebre. En horas de la mañana llamó al 107 Servicio de Emergencias de la Caba. Decidieron activar el Protocolo como “sospechosa de coronavirus”, atento los “síntomas, la edad y el hecho de haber estado de un país de riesgo”. Que conforme al Protocolo debía quedar internada por cinco días en aislamiento, hasta que estuviera el resultado del hisopado diciéndole que la iban a pasar a buscar al día siguiente sin especificar hora ni el nosocomio donde la iban a alojar. Al otro día, a las 09.40 hs. Llegó la ambulancia de emergencias y al bajar se encontraron con dos personas vestidas de blanco, con escafandra, máscaras y guantes. No pudo llevar nada, solamente sus documentos, carnet de obra social y celular en el bolsillo. Roberto –con un hilo de voz- le preguntó a donde la iban a internar y contestaron que en un Hospital Público en el barrio de Balvanera. Apenas se la llevaron a Alicia, Roberto regresó presuroso al departamento, para evitar que vecinos lo vieran. Pudo ver que una persona salía de la casa del frente y se quedó mirando la ambulancia con una cara de terror. Tuvo que dar explicaciones a la administradora de departamento y al del consorcio. No fue nada fácil. Los vecinos estaban por demás inquietos, alterados. Los estaban monitoreando. Había cámaras por todos lados. Y el tiempo se convirtió en ella. Todo se convirtió en ella. A la noche seguía escuchando ruidos y golpes en la puerta de servicio así como voces insultándolos: “Hijos de puta, váyanse, nos van a contagiar a todos”. Todavía no sabe si fue un sueño o no, pero de repente vio que todo el lugar estaba lleno de coronavirus, aparecían por todas partes, esos bichos redondos. Limpió todo el departamento con lavandina. Se dispuso a descansar. A la tarde hablo a Alicia y ella le contó que el Hospital era como el Clínicas de Córdoba, un hospital escuela, grande, antiguo, que la atención era deficiente, no le dijeron ni el nombre del hospital donde estaba internada, aislada, que estaba en el primer piso, en una pieza con un baño y una ventana nada más, que le habían hecho una tomografía computada de tórax y que había salido bien, que le hicieron un hisopado y le extrajeron sangre, estudios que demorarían de 48 a 72 hs. En saber su resultado, que le dieron de almorzar, pero no tenía agua mineral ni tampoco para la merienda, ni elementos de higiene personal. Que le habían dado una remera y un short usado. Por suerte no había tenido más fiebre. Al día siguiente no pudo comunicarse. “Se debe haber quedado sin carga en el celular”, se dijo a sí mismo. Posteo en las redes sociales, lo que estaba viviendo, pero luego lo eliminó ya que estimo que era peligroso dada la posibilidad de una estigmatización. Había habido casos de escraches de personas que habían viajado al extranjero. Estas eran miradas como enemigas.
El día domingo a la noche ya no daba más, porque no tenía noticias de Alicia. Había llamado a distintos hospitales, públicos y privados así como al servicio de emergencia y nadie sabía nada. Las noticias en la TV eran tremendas, día a día aumentaban los contagiados y los muertos. No supo más nada de Alicia. Nadie parecía saber nada ni ayudarlo. Empezó a desesperar. Pensó lo peor. “Si ella lo tiene, yo también”. Se tomó las manos y se notó caliente. Pasaron los días. Otra semana y nada. Una noche, sin pensarlo mucho, subió por las oscuras escaleras del edificio, ya que ahí no había cámaras, hasta la terraza, arriba del piso 13. Caía una tenue llovizna. Tembloroso se asomó. Escucho un ruido metálico, se dio vuelta y resbaló. Quedo colgando de las manos en el filo de la terraza. De repente apareció el mismo hombre que habían visto cuando ingreso. Lo miró y mientras sonreía, con un palo lo golpeó en las manos. En eso frenaba un taxi de donde bajaba Alicia con una sonrisa en la boca. En sus manos blandía un papel. Cayó al ladito. Ahí se despertó.
EDUARDO ALBERTO PLANAS
www.Covid Arts.Museum.com
CERTEZA 15: "Salto afuera, Entro a las banderas Y pulso fuerte".
Fernando Berreta Actor
FotografĂa. Hugo Suarez De la serie: #CERTEZAS
NAPOLEÓN —El compañero Napoleón tiene la palabra —dijo el referente que moderaba en la asamblea de la orga. —Compañeros, no podemos posponer más nada. Se nos está acabando el tiempo. Si no llevamos adelante esta operación, volverán a retrasarse todos nuestros objetivos, que no son otros que la liberación de nuestro país. Las fuerzas represoras oligárquicas conocen perfectamente nuestros planes y no retrocederán hasta encontrarnos e intentar exterminarnos sin piedad alguna. Por supuesto que he evaluado las dificultades y los riesgos que conlleva tomar la fábrica de armas. Pero, compañeros, hay personas dentro del establecimiento que pueden abrirnos las puertas y si eso sucede tendremos el cincuenta por ciento del trabajo hecho. No podemos fallar. No podemos ser cagones. ¿Cuántos milicos tenemos que matar? Seguramente muchos. ¿Cuántos de nosotros vamos a caer? Espero que ninguno. Pero prefiero dar mi vida por la patria, a quedarme aquí esperando, quietito, a que abran esa puerta y nos peguen un tiro en la cabeza a cada uno de nosotros. No podemos esperar ni un solo minuto más y dejar que estos usurpadores hijos de puta sigan jugueteando con el sufrimiento y el hambre de nuestro pueblo. Estas fueron las últimas palabras que recuerdo de él. La acción se desarrollaba en un antiguo departamento del barrio de San Telmo. Era el clima característico de las asambleas políticas. Todos estábamos ubicados en rueda, figura geométrica que simboliza la igualdad de rango de todos los componentes. Algunos parados otros sentados en sillas o directamente en el piso. Circulaban varias rondas de mate. Las discusiones duraban argumentadas e interminables horas. El humo de los cigarrillos dotaba a la generosa casa de un extraño spleen tenso, escenográfico estratégico y filosófico, como cuando está a punto de definirse una larga partida de Póker. Yo me sentaba siempre en una punta, casi como escondida, bastante lejana de los oradores principales. Escuchaba y aprendía. Yo no era más que una chica que apenas acababa de terminar la escuela media. Mis escasos 18 años y mi incompleta formación política no me permitían penetrar en aguas más profundas. La mayoría de los que estábamos allí proveníamos de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini y del Colegio Nacional. Yo admiraba su valentía y arrojo. Como hombre, tan diferente a mi padre que siempre me educó para ser sensata y amable. El coraje es el menos burgués de los valores, pensé siempre. Yo lo amé sin los artificios característicos de las muchachas de nuestro tiempo. Me enamoré de él con toda mis fuerza, ímpetu, pasión e idealismo, de mi poco prejuiciosa adolescencia. El día anterior a esta asamblea estuvimos juntos por primera y única vez. Napoleón (ignoro su nombre real ese era su nombre de guerra), me invitó a caminar por Parque Lezama y conversar sobre asuntos de organización interna que yo no comprendía. Era nueva en la militancia orgánica y no entendía del todo que significaba ser un militante activo, qué era un comité central, que significaba la organización de masas, cómo
funciona una célula política. Nos sentamos en un banco, debajo del centenario ombú que está a metros de la entrada del Museo Histórico Nacional. Yo lo miraba con admiración y respeto. Mis ojos no podían dejar de ver a ese muchacho alto, desgarbado, de cabellos enrulados que me contó que estudiaba alemán para poder leer a Marx sin la barrera que supone la deformación literaria de los traductores. Era una mixtura de locoide con cierta pizca de pillo de la cual yo no podía sustraerme. Luego de un buen rato de estar hablando en el parque, me invitó a su casa. Acepté. Él vivía en una pequeña pieza de un conventillo de la calle Brandsen, a pocas cuadras de donde estábamos. Cocinó para mí unos spaguetti rústicos no muy ricos, sin embargo, voluntariosos que me sedujeron aún más. Tomamos un café y él comenzó a leer para mí poemas de Roque Dalton. Luego sacó de un roperito una guitarra criolla y prosiguió su ritual de seducción con canciones de Chico Buarque de Holanda, Fabrizio dé André y Jaques Brel. Yo advertía claramente que sus palabras, el sonido de su voz, sus gestos, un leve temblorcito en sus manos y en la barbilla, era parte de la nerviosidad típica que siente un hombre cuando quiere besar a una mujer. Así que decidí ayudarlo y sin mediar palabras yo lo besé a él. Lo besé con fruición, con mi boca abierta, demostrándole que no había nada para preocuparse. Él era poseedor de todos los permisos posibles. Al cabo de unos años, cuando me convertí en una persona con experiencia en cosas de la vida, pensé que muy probablemente esa noche Napoleón se acostaba con una mujer por primera vez en su vida. Después de unas horas, ya desnudos en la cama, cuando el tiempo comienza a hacerse oblongo, él me lo agradeció diciéndome entre risas: —Gracias por tirar usted la primera piedra compañera Irina. A mí me cuesta mucho la primera vez. Estaba comenzando a hacerse de noche y yo debía volver a mi casa. Nos lavamos la cara, nos vestimos y tomados de la mano me acompañó hasta la parada del ómnibus que me llevaba hasta mi casa en la Paternal. Los pocos metros que transitamos desde su casa hasta la parada sentí que no caminábamos, sino que levitábamos. Al otro día era la reunión de célula. Quedamos de encontrarnos al finalizar en la pizzería de Defensa y Estados Unidos, más o menos media hora después. Eso hice. Cuando todo terminó me dirigí hasta la pizzería y me senté en la mesa de la ventana para verlo llegar. Paso la media hora pactada y él no llego. Decidí esperar. Pasó media hora más y su presencia era invisible. Esperé todavía una media hora más y luego de eso me marché decepcionada. En el trayecto del ómnibus a mi casa de la Paternal pensaba que después de todo él era una persona importante para la orga, que participaba activamente en los debates y que los compañeros escuchaban, muchas veces para aprender de él, mientras que yo era solo una joven entusiasta que estaba allí para aprender. No era tan importante si Napoleón se había olvidado de la cita. Seguramente lo volvería a ver la semana próxima, cuando tuviéramos la próxima reunión de célula. Pasaron dos días y se presentó en el taller de costura donde yo trabajaba, Carla una compañera de la célula con la cual yo había hecho amistad. Deje mi trabajo unos minutos para atenderla y ella me dijo:
—Amiga, no vayas más por el departamento de la calle Defensa, la Célula no existe más. Entendiste, no existe más o mejor para nosotras nunca existió. —Carlita ¿Que paso? ¿Explícame, porqué me decís esto? No entiendo nada. —Después de la última reunión, en la esquina del depto. Había un auto de la policía y se llevaron presos a Santiago y a Napoleón. Nadie sabe nada de ellos. Por eso decidimos, con otros compañeros, desarmar la célula temporariamente hasta que se aclare esta situación. Nos dimos un beso y se marchó. Jamás la volví a ver. Ambas tornamos de inmediato a nuestros anonimatos habituales. Pero lo más importante para mí es que jamás volví a ver a Napoleón. Algunos dicen que desapareció para siempre en Campo de Mayo y nadie pudo encontrarlo. Yo misma inicié acciones para buscarlo, pero no conocía ni siquiera su nombre real. Entendí, desde muy chica, que la vida tiene cosas secretas que los seres humanos, aunque nos esforcemos, no podremos desentrañar. Como esta melancolía que me agita el alma y que no puedo abandonar desde el día aquel. Mi historia con el hombre que ame y que aun amo, solo duro unas pocas horas. Él nunca lo supo. Como no supo tampoco que nuestro hijo si se llama Napoleón, in memoria suya. Fernando Berreta 2019
LA VIDA Y SU LUZ
Cuando chiquita me habían regalado un pequeño microscopio. Era un objeto de unos quince o veinte centímetros, una reproducción perfecta del instrumento de uso científico.
Me pase varios veranos (todos mis recuerdos felices ocurren en el verano) observando tras ese lente los milagros secretos del mundo.
Las arterias vegetales de las hojas, la textura del ala de una mariposa, el increíble capullo de un bulbo capilar (yo le decía a raíz del pelo) la piel de las semillas y una vez quedé horrorizada al ver ese animal prehistórico que me caminaba por la cabeza: un piojo.
Se me ocurrió que quería ver la luz de las luciérnagas y me pase noches enteras cazando bichitos de luz para estudiarlos de día.
Porque el microscopio iluminaba los objetos con un espejito redondo y móvil debajo del lente que debía enfocar al sol.
Incontables luciérnagas murieron en mi afán hasta que mi papá se dio cuenta lo que trataba de hacer.
-Nunca podrás ver esa luz-me dijo- hay seres muy preciosos que sólo dan su luz si están vivos.
Y tirándome de un rulito de mi nuca se fue diciendo: -Pensá en eso.
Aún sigo pensando.
DIANA VASQUEZ
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POEMAS DE ALE APARICIO En mis conversaciones hipotéticas con vos primero despertabas al lado de tu persona Vienen naciendo igual, decías hace millones de años y yo también porque todo es suave, todo es tranquilidad cuando decido bailar entre tus delantales Decías El inicio del Mundo nuestro fue hace noventa años yo te esperaba En mis conversaciones hipotéticas con vos las ovejas fueron testigos del destierro y la huida de los lobos Las cuidamos y protegimos del hambre peregrino y las pestes Ése fue el tiempo de los niños creciendo fuertes y las niñas armando ejércitos decías Todavía no entiendo cómo pudo haber sucedido tal cosa si al despertar estoy siempre a tu lado. *
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Despierto cada mañana con un rasguño nuevo concentración de núcleos de sangre allí mismo al costado de unas venas Como si durante el sueño el animal que me convierto siguiera huyendo o cazando pájaros aún después del destello consciente Como si durante el sueño quemaran mi nombre en la mesa rodeada de fuego y escándalo Como si durante el sueño aquel círculo de alimañas que cantan a la vera de un río helado decidieran perseguirme Cruzo de un lado al otro siempre en los márgenes oscuros estas allí mirándome sin hablar Como si durante la vida hubieras dicho todo lo necesario en tus lecturas interminables tocando un rosario inmenso Como si durante la vida hubieras deseado estar así como ahora rondando las escenas fantásticas donde me convierto en cuadrúpeda Mirándome sin hablar heridas frescas en las manos despierto cada mañana y desde tu silencio cómodo solo quisiera que me cures.
21 personas vieron mi historia antes de desaparecer un carretel de segundos con un instante raro que vos no viste En un margen frío las llagas abiertas me vencen y las amigas de sal escuchan hartas el mismo cuento Quise decirte algo dos años atrás ya no me tenías entre tus favorites ¿Deseabas verme entre los árboles que se van a hibernar? Antes de desaparecer quise decirte algo que 21 personas vieron un carretel de segundos y tus fauces de colmillos abiertos ¿Deseabas verme a través de los árboles que pusiste entre nosotres? ALE APARICIO
Alejandra Aparicio ha publicado en la Sección Cuento Breve del Suplemento Vos del periódico La Voz del Interior y en la revista Palabras de Poeta. En 2015 ganó el concurso de Poesía "20 años de Llanto de mudo". Su primer libro de poemas "Niggun" será publicado próximamente por la Editorial Buena Vista.
CERTEZA 18:
Hábito de que el amor borre mi casa y borre mi sonrisa Hábito de cavar un túnel que una las pesadillas pasadas a las futuras Habito de la locura, esa rama que azota cada noche los vidrios del insomnio Hábito del narcisismo, de cepillar los dientes hasta sangrar, Hábito de permanecer en la región sin sueño, una especie de ruido blanco Certeza de la interferencia Certeza de estar desamparado bajo la tierra, espantado de una anterior vida esperando nacer Hábito de colar los peces muertos que el agua arrastra en el corazón Habito del rescate y la desfibrilación de sentimientos caducos Certeza de la muerte Hábito de escribir, certeza de dar picotazos contra una vieja cáscara, con temor a que una palabra se despierte, verdaderamente se despierte Hábito del viaje. Hábito del hipnotismo animal. Hábito de la lanza. Certeza de ser un blanco. Certeza de un ínfimo destino que nos sortea. Habito de esperar de aquellos nubarrones viejos, asentados Certeza del diluvio interior Hábito del sonido binaural para aliviar la noche, lo que la misma noche años atrás ha corrompido. Hábito del reposo Certeza de la caída Laura Garcia Del Castaño. Poeta.
Fotografía: Hugo Suarez De la Serie: #CERTEZAS
CERTEZA 16: Decís que la fijeza es una de las formas de la locura También hablas de una conexión con el afuera como posible rescate en momentos de parálisis Y no. Y es importante el punto al final de la oración Ese afuera que también es adentro, sugiere un portal hacia la luz una canción que podría ser cantada por todxs Desde acá, no mucho más Puedo morir de amor esa es la locura que logra desplazarse convierte al fantasma en una sábana blanca de tela gruesa y calurosa Mi voz traduce una de las tantas formas de sufrimiento vengo del fango de una familia pobre, incomprensible hablo con sus voces No se pueden extirpar las células de la leche materna las expectativas y las piñas de un padre En mentes desdobladas son esquirlas que se vuelven reales Ese es nuestro poder hacer del humo, sustancia concreta De ahí mi necesidad de saber otra fantasía cardinal No hay cura porque no estamos enfermas solo nos han definido para no molestar es un dique para un río que se desborda Hay que destituir los nombres Querer no es poder en esta casa Pero acá estamos.
Mariela Laudecina. Poeta.
Fotografía: Hugo Suarez De la Serie #CERTEZAS