PALABRAS QUE QUEMEN LAS CENIZAS
PALABRAS QUE QUEMEN LAS CENIZAS
Eduardo Alberto Planas
PALABRAS QUE QUEMEN LAS CENIZAS
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PALABRAS QUE QUEMEN LAS CENIZAS
Eduardo Alberto Planas Palabras que quemen las cenizas Ilustración de tapa: Julia Vallejo Puskin www.topia.com.ar
La felicidad de los canguros Diseño: Karina López / Ariel Chiavassa Maquetación: Andrés Algorry
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PALABRAS QUE QUEMEN LAS CENIZAS
“No medirás la llama con palabras que encubren los viejos sentimientos de los hombres”. Chantal Marialld
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1. He visto tu nombre escrito en una pared lo he oído gritar por miles y en algún lugar dentro de mí. Soy un hombre con suerte porque alcancé a tocarte el corazón antes del ocaso. Pude ver todo lo que hiciste para que vivamos felices. Ahora afuera hay seres que devoran cuerpos y almas y lo hacen sin razón alguna. Una calle desolada donde solo aúllan los perros. Quiero que sepas que a pesar de todo, dentro de mí se esconde un alma que cuando escucha tu nombre se estremece.
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PALABRAS QUE QUEMEN LAS CENIZAS 2. Cuando desperté vi que ella estaba ahí como esperando que no lo hiciera. No hubo sorpresa ni nada solo que ella estaba ahí y debía saberlo. Puso su mano en la boca y despacio empezó a sacarlo. Todo va a estar bien, me dijo. Pasaban los más queridos por el espejo deforme como sombras de lo que eran. Algunos asentían, otros no. No hay conciencia en la negrura solo eso. Por doce horas el corazón estuvo en tránsito. No hay nada que no duela nada y los hierros parecen asfixiar. La piel se agrieta en sus bordes cortada por una navaja desafilada.
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PALABRAS QUE QUEMEN LAS CENIZAS 3. Poco a poco va menguando y otros creen que ya pasó Pero no es así. Perdura. Los brazos en cruz: ¿resignación o fragilidad?
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4. No hay sosiego en la quietud ni vértigo en el abismo. Demasiado pretencioso es el cuidado de los tiempos cuando solo hay olvido, a pesar del recuerdo de los que están, la fotografía, las palabras escritas y el silencio. Ahí está la cicatriz en medio del pecho, cuando me desnudo la veo. El cuerpo parece haberla olvidado pero yo no.
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5.
Ayer vi un corazón en la vitrina, partido en dos el pobrecito un corazón grande, más grande que el mío parecía ser antiguo un corazón en el escaparate de neón ofrecido como si nada. El asombro fue mayor cuando vi aquel otro latiendo en la intemperie.
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PALABRAS QUE QUEMEN LAS CENIZAS 6. Escribe me dice la mujer de los sueños. Hoy más que nunca es necesario. Escribe en las paredes de la ciudad palabras que oculten el derrumbe. No te olvides: del violín que estremece el muro, de la mujer que abre los brazos en la intemperie, los pájaros que emigran en gélidas mañanas, de las colinas de sol y y de aquellos pueblos colgados de las nubes, de las playas ajenas, y las nieblas que impiden el paso de los que vienen. La ciudad es una escenografía montada por vaya a saber quién, hay trenes de alta velocidad atraviesan las ruinas y estrechos pasadizos con dragones y santos en los muros, plazas con fuentes de eterna juventud. Mar de plástico, río gris de olvido. Muchedumbres deseosas de comprar el efímero goce del presente. Escribe me dice la mujer de los sueños escribe antes que sea tarde y escribe sobre el amor.
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7. No hay fuego que apague la sed ni agua que rompa el silencio. No hay abismo que impida tu camino. Te caes y te levantas. como la ola del mar que cae y estalla contra las rocas. Supiste del dolor y acunaste al sol. No hay nada -ni nadie- mรกs que vos misma. Esta es tu fuerza, la llama que encendiste, la flor que merece tu ternura y esa herida allรก a lo lejos. Pero hay luz en tu ventana.
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8. No hay palabras mágicas que cumplan el sueño de los hombres así como no hay certezas de lo nuestro solo una promesa de deseo compartido, un puñado de horas en algún lugar. No hay votos ni pactos solo vivir lo que se da hasta que algo ocurra.
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9. La noche ilumina los pasos del hombre que perdura al borde de sí mismo. Busca un atajo por las montañas donde no hay camino, le dicen: persiste. Puede vencer la nieve el viento, el frio llegar al destino para estar contigo aunque sea unas horas quitadas al destiempo y la falsedad.
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PALABRAS QUE QUEMEN LAS CENIZAS 10. Mares invisibles inundan estas tierras, socaban. Es hora de salir, desafiar al teatro absurdo, la comedia hilarante, con palabras que quemen las cenizas. Es tiempo de buscarte, abrazarte los ojos, sentir el latido que acaricia la brisa de tu boca, el delirio de tu sexo y la ternura de la lluvia sobre tu piel.
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11. Amanece en las calles las sombras parecen guardar los recuerdos de la noche pasada. Despiertan las voces, en el alba del nuevo dĂa todos tenemos hojas en blanco para llenar.
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12. Nadie nos dijo nunca de que se trata todo esto. Hay tiendas de campaĂąa en medio del desierto. fueguitos que abrigan. Si tan solo fuera eso: mirar al mundo, aunque sea un ratito con los ojos de ella: los del asombro que algunas vez tuvimos y que luego perdimos.
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13. El tiempo devora la existencia. El dolor estรก en saberlo y no poder hacer nada para evitarlo.
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PALABRAS QUE QUEMEN LAS CENIZAS 14. El mar puede parecerte cálido, la tierra fértil y el cielo húmedo de sol. Si de pronto un abismo aparece bajo tus pies, no tiembles. No permitas que el dolor quede oculto Que surja y fluya como torrente. Ojala puedas ver cómo el tumulto cruza la delgada línea, la memoria ardiente de lo que vendrá.
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15.
Mi madre no sabía fingir el amor o la ternura. ensanchaba el corazón adoptando inocencias ajenas; velaba sueños infantiles cuidaba frágiles instantes; hacía hogares de casas alquiladas, repartía panes a quien lo pidiera. Aún perdida no menguó la ilusión en su mirada, y a veces, -solo algunas vecesdecía mi nombre.
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16. Te rendiste, ya no luchas por ser tú misma, por vivir el amor como te salga, aunque no agrade a los demás. Vas a huir de forma fácil. Vas a hacer lo que se espera de vos: que seas fiel para no estar sola. Pero lo peor es que bien sabes lo que vendrá: te tapará el invierno que ahogará la risa y destruirá la ternura. Vendrá la nieve. No habrá color ni calor ni chispa ni rebeldía. Solo las ruinas de tu tristeza y soledad.
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17. Destellos púrpuras en tu boca preanuncian el resurgir. No hay tiempos ni urgencias. El mundo transcurre tierno, apacible, tras los cristales. Llueve, tenue atisbo de tu llanto, de alegría, dices, por haber vivido lo que viviste, sin temor, sin noticias de rutina, lo único que cuenta es lo que fue.
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18. Esperemos el momento para encontrarnos en las calles de la gastada ciudad, para beber el licor que despierta los sentidos; reír y reír hasta que el mar nos inunde y nos lleve a buen refugio el tiempo que sea necesario, el que se nos confiera, un eterno segundo.
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19. El desierto de tu voz, el reflejo de tus ojos, muestran el futuro posible. Nunca antes se ha vivido lo vivido ni soñado hasta el insomnio el anhelo de tenerte. Hay un remanso de tumultos que no dan paz a nuestros cuerpos. Tenerte un día de semana, de cualquier mes, sin preguntar las horas demoradas.
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20.
Recorres infatigable los laberintos del deseo. Nada se pierde. Crece en cada mano entrelazada, en cada labio humedecido, en cada descanso después del furor. No hay más tiempo que el nuestro ni nada más lejano que los otros. Todo calmo, todo quietud, hasta que te levantas y te vas.
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No hay quietud en el poema sino volcán. Lava irredenta que se derrama y destruye. Después viene el silencio, y todo se construye.
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Eduardo Alberto Planas es abogado, tiene 64 años. Es director del Boletín Literario ¡Basta ya! Conduce junto a Jorge Carranza el programa “El Basta ya en la radio”, por radio FM Libre 92.7. Ha publicado las plaquetas – libro: “Los Dioscuros”, Editorial Grafica 21, año 2013. “La Niebla”, Editorial La felicidad de los canguros, año 2017. Asimismo ha publicado “Luchamos por una causa. Historia de las Juventudes Políticas de Córdoba, Editorial Espartaco, año 2011. Coautor de Pasos que no se pierden. Memoria de Trabajadores Judiciales, Ediciones Judiciales, año 2017.
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Se imprimiรณ en Febrero de 2020 Cรณrdoba, Argentina
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“Puedo decir que me impresiona su intensidad y cómo el autor ha logrado una mayor excelencia expresiva. No creo equivocarme si menciono que se siente la presente fuerte de su hermano y la sombra de la dictadura en ese texto. También la redención del amor”.
Jorge Torres Roggero
La Felicidad de los Canguros
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