Mujeres
en su esencia
URUGUAY / Tercera época / Año XL / Nº 4 / Junio 2018 / www.issuu.com/bsuru
SUMARIO PÁG. 3 CARTA DEL DIRECTOR ¡Ustedes nos están hablando!
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HACIENDO HISTORIA María José Solari y Pía Briñón Voluntarias en el Paiva: “Una oportunidad para acompañar más y mejor a los gurises"
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FAMILIA EN OBRA Lic. en Trabajo Social Cecilia Capozzoli “Ser mujer, construirse mujer, ser reconocida como mujer”
¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO EL SOL! Leticia Zeitounsian y Camila Acosta Mujeres que aspiran vivir la plenitud
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SINTONIZANDO CON DON BOSCO Don Ángel Fernández Artime “El sueño misionero de Don Bosco sigue muy vivo.Yo lo he visto, estuve entre ellos”
PÁG. 12 VALE LA PENA VIVIR ASÍ Prof. Silvia Dos Santos, de Proyecto Caqueiro Vivir con los brazos abiertos para dar y recibir un abrazo
PÁG. 16 CON NOMBRE Y APELLIDO Ana Maria Yurcho, Silvia Benítez y Graciela Pérez de Asociación Mamá Margarita “Tenemos que ser capaces de darnos a los demás como nuestros hijos”
PÁG. 23 ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO P. Francisco Lezama sdb “Inspirado, el Creador”
PÁG. 22 GALERÍA DE FACEBOOK Y TWITTER
PÁG. 29 SABOR A BUENAS NOCHES P. Adrián García sdb “A la Mujer rural”
PAG. 21 SINTONIZANDO CON DON BOSCO Madre Yvonne Reungoat fma El “genio” femenino se basa en dar amor
PÁG. 24 AQUÍ Y AHORA Mirada de mujer: percibir más allá de lo que se ve
PÁG. 30 DEL ÁRBOL SALESIANO Doris Semi, recepcionista en Talleres Don Bosco “Don Bosco siempre decía que quería 'ver felices' a los gurises, más allá de la pobreza, y trato que suceda”
PÁG. 32 UNA MANO AMIGA Señor , dame de esa agua… La Cruzada, en Paysandú, Obra Social a cargo de las Hijas de María Auxiliadora
Boletín Salesiano Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa Director: P. Sergio Álvarez sdb Redactora Jefe: Adriana Porteiro Columnistas: P. Francisco Lezama sdb, Lic. Cecilia Capozzoli y P. José Adrián García sdb Equipo de redacción y responsables de secciones: Daniel Bernardoni sdb, Gianfranco Brandi sdb, Hna. María Baffundo hma, Sofía Cayota, Lic. Natalia Roba, Lic. Marcelo Hernández, Lic. Joaquín Castro y Lic. Selene Cardarello. Fotografía: Sebastián Andión, Sofía Cayota Corrección: Graciela Rodríguez Diseño: gustavo@tanganika.com.uy
Impresión: Mosca Departamento Comercial: Luis Gómez E‐mail: boletinsalesianouruguay@gmail.com Celular: 092 432 286 Dirección, redacción y administración: Av. Agraciada 3181 CP 11800, Montevideo; tel. 2209 4521 Sitio web: www.issuu.com/bsuru Email: boletinsalesianouruguay@gmail.com Afiliado a la Cámara Uruguaya del Libro. / Depósito Legal: 366.191
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¡USTEDES NOS ESTÁN HABLANDO! Desde su ser mujer, desde lo femenino. Buscando explicitarlo y profundizarlo, hemos trabajado en el Equipo del Boletín Salesiano para que a todos nos puedan hablar, con lo propio que son y traen a nuestra vivencia carismática. Este fin de semana en la Institución “Benigno Paiva Irisarri”, en Sarandí del Yí, ¡lo viví! Una casa salesiana radicionalmente habitada por varones, muy llena de lo masculino, cambió. Majo, Pía, Noel, Betina, Isabel, Silvia…y la siempre presente María Auxiliadora, lo hacen en el día a día. Son detalles, solo que los detalles son los que nos cambian…el cuidado de las relaciones personales, los valores que acentúan, el modo de hacer, las pequeñas cosas que logran que los espacios sean bien de familia. Carismáticamente está en nuestro ADN, como se suele decir. Dios nos hizo el regalo con la transformadora presencia de María, y la disponible respuesta al llamado de Madre Mazzarello. Solo que hoy en día son muchas, muchas las mujeres que nos enriquecen, aquí compartimos algunos de sus testimonios. ¡Léelos, te vas a encontrar!
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Leticia Zeitounsian y Camila Acosta
MUJERES QUE ASPIRAN LA PLENITUD Hace apenas unos años la vida religiosa no era para ellas una opción a considerar. Sin embargo, su experiencia de voluntariado en grupos asociativos y el carisma salesiano las fueron cautivando y hoy transitan el segundo año en el Aspirantado de las Hijas de María Auxiliadora. Sostienen que “el aporte distintivo que tiene para ofrecer al mundo la mujer religiosa es lograr ser un lugar de confianza” así como mos‐ trar otra cara de Dios, que es “Padre y también Madre, y al que nece‐ sitamos acercarnos desde un lado distinto”.
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Leticia Zeitounsian tiene 22 años, está en su 2do. año de Aspirantado de las Salesianas y es estudiante de ingeniería civil en la UDELAR. Camila Acosta, tiene 20 años y también transita el 2do. año de Aspirantado. Estudia profesorado de astronomía, experiencia que le permite recono‐ cer lo ínfimo que es el hombre ante todo el universo, y también maravi‐ llarse por la obra de Dios a través del conocimiento de la ciencia. Fue por una motivación académica que ambas llegaron a casas salesia‐ nas. Leticia después de haber ido al Colegio Ivy Thomas en Punta Carre‐ tas, siguió el camino de su hermana y sus primos, y cursó 5to. y 6to en el Instituto Juan XXIII. Camila, luego de terminar Primaria en una escuela pública del Cerro, barrio donde nació, se cambió a Maturana y también finalizó el Bachillerato en el Juan XXIII. En ambas, el pasaje a casas de Don Bosco no tuvo ninguna motivación de índole religiosa. Sin embargo, de a poco fueron integrándose a los grupos asociativos y la propuesta salesia‐ na las cautivó, y tal como lo describe Leticia, “fue un camino de ida”.
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CUANDO ALBERGAR VIDA NO SIGNIFICA NECESARIAMENTE SER MAMÁ En el 2016, cuando Leticia estaba transitando en Paysandú una experien‐ cia de voluntariado y vida comunitaria con las Hermanas salesianas, lo primero que dejó claro fue que la vida consagrada “no era lo suyo” y muchas de sus argumentaciones tenían que ver con un potencial deseo de ser madre algún día. “Lo decía desde el vínculo que tengo con mi madre, nunca podría dejar de experimentar esto”, recuerda. Sin em‐ bargo, a lo largo de esos meses de vida comunitaria cada vez se maravilla‐
ba más de ver “cómo las Hermanas eran ma‐ dres en su cotidianidad”. En definitiva, para Leticia la vida se trata de elecciones que conllevan también renuncias. “Tal vez no estaré gestando vida biológica, pero cuánta vida puedo albergar y ayudar a que crezca. Porque el rol de la madre es eso, gestar dentro suyo y después mandar al mundo y acompañar ese sentimiento”, refle‐ xiona. En este sentido, Camila entiende que en realidad el horizonte es enorme y que el potencial biológico abre la puerta al potencial social y “es una cuestión que está humana‐ mente dentro de las mujeres”. De acuerdo con esto, la imagen de María de Nazaret para las dos jóvenes es “imponente”. A juicio de Leticia, María ejemplariza estas dos dimensio‐ nes: “Por un lado, este Hijo que lo vive desde una maternidad más propia, y al mismo tiempo ese Hijo, Jesús, que le va exigiendo que lo entregue a toda la humanidad. Toda esa expresión de mujer que tiene en Ella, la puede entregar más allá. Entonces se trata de que no solo en la maternidad sino en todos los
vínculos mi preocupación por el otro no pase solo por lo afectivo, sino que yo amo, cuido y doy vida más allá”. "Que el vínculo y la entrega sean para todos es para mí una condición de la vida religiosa en general”, sostiene. LA CARA FEMENINA DE DIOS Para Camila, nuestra sociedad reclama afecto sincero, cercanía, hallar un lugar de confianza. Y estas cuestiones tienen que ver con el regazo, con la falta materna. En esta dirección, el aporte distinti‐ vo que tiene para ofrecer al mundo la mujer religiosa es lograr ser un lugar de confianza. “Ofrecerle esto al joven que no entiende cómo funciona el mundo, al niño que se raspó y le duele la rodilla, al adolescente que está contra todo”. Para Leticia, todas las personas sentimos y vivimos el afecto, pero en gestos sencillos de las mujeres uno ve una afectividad distinta a la del varón: “Somos sensibles ante ciertas cosas y capaz que no es tanto la palabra o el hacer, sino la presencia femenina que me muestra otra cara de Dios. Este Dios que es Padre y también Madre, y al que necesitamos acercarnos desde un lado distinto”. Camila complementa esta idea destacando que hay un llamado a ser imagen de este Dios que es Padre y Madre, y que eso es lo que se intenta lograr en la vida religiosa, que la comunidad, la sociedad y el mundo, encuentren en los consagrados maternidad y paternidad. LA PLENITUD DE LA MUJER EN LA VIDA RELIGIOSA A pesar de que todas las mujeres comparten algún rasgo que las caracteriza, la búsqueda de la plenitud en su ser mujer, puede ir por diferentes caminos. Las Hijas de María Auxiliadora están llamadas a vivir su vocación orientadas por tres dimensiones: la oración, la vida comunitaria y la misión. Para Leticia, estos tres aspectos pue‐ den vivirse superficialmente o pueden ser una vía para plenificarse como mujer. “Desde la oración, en esa relación íntima con Dios, se va gestando esta plenitud. Reconozco que hay un Dios ante el cual yo quiero estar y quiero ser mujer, y ser mujer es que todo mi ser esté ante Él. Y esta intimidad que genero con Dios, también la quiero generar en mi comunidad, en la manera de compartir, de estar, en lo cotidiano, también vivirla con familiaridad. Y en la mi‐ sión lo mismo, llevarlo a mi ser animadora, educadora”. Para estas jóvenes, que se sienten llamadas a elegir la vida consagrada, hay figuras de Hermanas que son reflejo de esta vida gozosa: “Uno ve en ellas una vida plena, una vida gastada por los jóvenes. Un vivir tan desde adentro que tiene que salir afuera”, expresa Camila. Lo importante también es descubrir que en este camino hacia la plenitud, bajo estas características, “es imprescindible integrar todo lo humano, porque es una opción totalmente humana, y uno tiene que permanecer en contacto con eso”, explica Leticia. Para integrar lo humano, Camila destaca que es necesario estar desde lo que cada uno es: “Con lo lindo, con lo horrible, con lo que se quiere esconder y con lo que duele”. “Es necesario que ese compartir sea muy real”, subraya. En una etapa de discernimiento, estas jóvenes mujeres se saben hijas de un Dios bueno, y no dudan que para realizarse como personas la clave es confiar en que los sueños de Él para con ellas son su felicidad. 7
FAMILIAENOBRA
Pensar “en el ser mujer” en el mundo implica pensar en un sinfín de combinaciones y construcciones culturales posibles. No es lo mismo pensarse y sentirse mujer en el Uru‐ guay de hoy que en Kenia o la India, y aún en el Uruguay de hoy no es lo mismo pensarse y sentirse mujer cuando se vive en la pobreza que cuando no, cuando se han tenido opor‐ tunidades educativas que cuando no. Sin embargo, hay características que nos son co‐ munes, que nos hacen parecernos, que nos construyen como mujeres independiente‐ mente de nuestras diferencias. Es imposible desconocer que, en este último tiempo, a partir de las posibilidades que la globaliza‐ ción genera, estos sentires y estas construc‐ ciones diversas se han unificado en movi‐ mientos que rompen con límites geo‐ gráficos, simbólicos y culturales de maneras que hubieran sido impensadas no hace mucho tiempo atrás e invitan a una nueva mirada de este construirse mujer. No podemos obviar que el tránsito de la mujer en la historia ha estado marcado por la desigualdad de oportunidades; ha recibi‐ do atrocidades corporales terribles; ha sido protagonista, junto a los niños, de los núme‐ ros más graves de la pobreza más dolorosa; ha sido la figura emblemática de la lucha por la búsqueda de sus hijos desaparecidos y en los encuentros con sus nietos. En cada una de esas batallas se refleja la necesidad de dig‐ nidad humana que en ocasiones se le des‐ pojó por la sola causa de ser mujer. Todo ello no parece ser una causa ajena en la que el mensaje de Jesús se haga eco. Todo 8
Ser mujer, construirse mujer, ser reconocida como mujer ello parece llamarnos a hacer propia la predilección por el acompañamiento y la bús‐ queda de justicia a la que Jesús en el hoy y ahora nos invita. Porque sin duda la construcción del ser mujer está marcada por una mirada especial de ser y estar en el mundo, una mirada particular que trae aparejada una concep‐ ción de “lo femenino”. Una mirada vinculada con la fortaleza, con la sensibilidad, con la dulzura, con el compromiso, con la conexión con la vida y con la posi‐bilidad de engendrar vida. Pero lo femenino, en cuanto a construcción, no le es exclusivo a las mujeres, así como lo masculino no es exclusividad de los varones, al decir de Pérez Aguirre “… entre el varón y la mujer no hay diferencia de calidad sino de estructura”. “El varón no es la mujer, pero tiene una dimensión femenina; la mujer no es el varón, pero, asimismo, tiene una dime‐ nsión masculina en su alma”. Seguramente si este texto lo hubiera escrito hace unos 20 años atrás mi mirada de lo femenino sería distinta y a su vez sería di‐ verso lo que creería que las mujeres le aportamos a la construcción de la sociedad y al mundo. Probablemente porque lo prime‐ ro que me sucede es mirar lo femenino en
continuo movimiento, en cambio perma‐ nente, dando aportes distintos adaptados a cada tiempo, marcados por nuestras propias experiencias y encuentros en el mundo. Cre‐ cer, conocer mujeres diversas, acompañar en alegrías y dolores profundos a muchas mujeres, ser madre, ser esposa, ser profesio‐ nal, acompañar en el crecimiento a mis hijas, trabajar a la par con varones, encontrarme con sus miradas de lo femenino. Todo ello sin duda me constituye como una mujer diversa hoy. Creo que estos son los aportes que las mujeres estamos llamadas a hacer al mundo hoy, poner sobre la mesa las experiencias y realidades que nos constituyen, y que pue‐ dan ser leídas como llamados a trabajar por la igualdad en dignidad, oportunidades y derechos.
Lic. en Trabajo Social Cecilia Capozzoli. Exalumna del Colegio Pío y del Instituto Juan XXIII. Coordinó proyectos socioeducativos en el Movimiento Tacurú, integró el núcleo fundador de Casa Lunas, supervisó equipos de intervención en el Programa Uruguay Crece Contigo en el Departamento de Canelones. Integra equipos de trabajo de la Fiscalía General de la Nación.
SINTONIZANDO CONDONBOSCO P. Ángel Fernández Artime / Rector Mayor de los SDB
El sueño misionero de Don Bosco sigue muy vivo
YO LO HE VISTO: ESTUVE ENTRE ELLOS Hoy les escribo una hora después de haber llegado del Chaco Paraguayo, regresando a la capital, Asunción. Han sido tres días muy in‐ tensos, hermosos, llenos de vivencias. He po‐ dido saludar y compartir con varios pueblos originarios. Esa era la finalidad. Eso fue lo que pedí. Quería ir a conocer, y saludar a los pueblos originarios con los que mis hermanos Salesianos y mis hermanas Hijas de María Auxiliadora lle‐ van compartiendo vida desde hace 70 años en algunos casos. He compartido unas horas con el pueblo Chamacocos en el Alto Paraguay, en la región cercana a Fuerte Olimpo. Después de un largo viaje llegamos a la población de Carmelo Pe‐ ralta donde pude compartir una mañana entera con las comunidades del pueblo Ayo‐ reo. Y finalmente, tras un viaje de tres horas en canoa por el río Paraguay, que separa Paraguay y Brasil, y un difícil viaje por caminos inundados en Puerto Casado, pudimos encontrarnos con las comunidades del pueblo Maskoy. Mi corazón se siente lleno de felicidad y de emoción. Y hoy puedo decirles con total cer‐ teza que el sueño misionero que siempre tuvo Don Bosco y que inició en la Patagonia, sigue vivo, muy vivo. Yo lo he visto. Yo lo he vivido. Yo he podido experimentar por mí mismo la ale‐ gría de estos pueblos agradeciendo por más de siete décadas la presencia de mis hermanos salesianos y salesianas… Y puedo asegurarles que vivir en el Chaco es muy duro. Lo es hoy, así que imagínense como sería hace 50 años. Y he podido dar un abrazo muy fraterno y lleno de orgullo a varios de mis hermanos Salesianos que llevan en el Chaco Paraguayo 51, 42 y 40 años. A veces con temperaturas de 45 grados y con humedad. Y su opción por Jesús lleva sencillamente el nombre Chamacoco, Ayoreo, Maskoy. Llegó profundamente a mi corazón escuchar de sus líderes (Caciques los llaman), que a los únicos que aceptaron para estar con ellos fueron a nuestros hermanos porque no les re‐ sultaron peligrosos. Treinta años antes de que se iniciara la enseñanza pública en estos
pueblos originarios, nuestros hermanos ya habían comenzado con escuelas para ellos y se examinaban posteriormente en centros públi‐ cos. De ahí dieron el salto a las escuelas de maestros y profesores. Entre los Ayoreos de María Auxiliadora en Puerto Casado el director de la escuela ayorea, Óscar, fue uno de esos jóvenes, hoy padre de familia; y entre los Maskoy el líder o Cacique estudió en la escuela salesiana de Puerto Casado. Y también sus hijos e hijas, dos de ellos actualmente en la Universidad en Asunción. Incluso con humor me contaba que el Salesiano misionero sal‐ mantino, P. Martín, fue su profesor… y resulta que ahí estaba presente Martín. ¿Cómo no sentir que Don Bosco se sentiría orgulloso de sus hijos e hijas? Y también fueron de la mano en la lucha por la recuperación de tierras. Hace unos años los sdb removieron cielo y tierra para conseguir 2.000 hectáreas para unirlas a las que ya habían conseguido los Ayoreos. La misma lucha se hizo con el pueblo Maskoy, que en la actualidad han conseguido recuperar tierras que tenían perdidas.
He vivido todo esto unido a la fuerte fe de estas sencillas personas, una fe en la Virgen y en Diosito. Una fe en Papá Dios y en Jesús. Y una esperanza: hay quienes creen que están en extinción. Hay quienes se alegrarían de su extinción. Gracias a Dios son pueblos que se siguen recuperando y su población aumenta. Los niños crecen, estudian y se forman para ser más libres y que nadie pueda, nunca más, vulnerar sus derechos ni someterlos en el en‐ gaño. Por eso digo también hoy: creo en el Sueño Misionero de Don Bosco. Yo lo he tocado con mis manos. Mi deseo de todo bien para todos, particular‐ mente para estos pueblos que con su vivir tanto nos enseñan.
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HACIENDOHISTORIA
La nueva tierra de misión de María José Solari y María Pía Briñón
Voluntarias en el Paiva: Una oportunidad para acompañar más y mejor a los gurises" El 16 de febrero dos mujeres salesianas llegaron como voluntarias misioneras al Instituto Benigno Paiva más conocido como “Paiva”, un hogar ubicado en Sarandí del Yí (Departamento de Durazno) , donde se recibe y se ayuda en la educación a jóvenes y adolescentes varones hijos de trabajadores rurales. En un ambiente marcadamente masculino esta es una experiencia novedosa que asumen como una verdadera “oportunidad”. Para una de las voluntarias se trata de su tercera misión y asegura que esta es diferente. Para la otra, es su primera misión y afirma que este “no es un año aparte” del resto de su vida, sino que está totalmente integrado a la misma. Ambas somos parte del grupo Voluntariado Misionero Salesiano (VMS) que existe en Uruguay desde hace 24 años para transformar la vida de los misioneros y de quienes los rodean.
María José Solari Pisano es de Melilla y tiene 43 años. Hasta el año pasado trabajó como Profeso‐ ra de Filosofía en el Colegio Pío y en el Liceo Nº 9 de Colón. También en el Pío era parte del equipo de Pastoral. Esta es su tercera experiencia como voluntaria misionera. En el 2002 misionó en Rivera y en 2009/2010 en Angola. María Pía Briñón Ghione es también de Melilla, tiene 23 años y estudia Ingeniería Química. Des‐ de hace años realiza apostolados vinculados al Colegio Pío (del cual es exalumna), y a la Parro‐ quia Santuario María Auxiliadora de Villa Colón. Si bien participó de varias misiones cortas de una semana o dos, es la primera vez que decide en‐ tregar un año entero en misión. 10
Ambas integran el Voluntariado Misionero Salesiano, un grupo dentro del Movimiento Ju‐ venil Salesiano (MJS) de discernimiento para jóvenes cristianos que tienen la inquietud del llamado al servicio misionero. En este momento se encuentran misionando cuatro voluntarios: ellas dos, Nader Torena en Ecuador, y Lucía Ma‐ lán en Angola. El VMS se reúne un domingo cada 15 días para compartir, reflexionar y vivir la Eu‐ caristía juntos. Además durante el año asumen varias actividades, algunas destinadas a recau‐ dar fondos (bingos, padrinos, peñas, stand up, etc…) para poder realizar aquellas que “alimen‐ tan el espíritu” y que hacen a la esencia del Movimiento, como los retiros, la misión de 15 días en enero para estar al servicio de una comunidad y los talleres de animación misionera.
“No tengo dudas de que esta es una misión diferente. Una misión que me afirma en lo que soy, en la vocación misionera que el Señor me re‐ galó y que sigo descubriendo como posibilidad de amar y entregar la vida con mucha libertad”, afirma María José. Por su parte, Pía explica que en su vida Dios se ha hecho presente desde siempre: “Tanto es así que no recuerdo una vida antes de Él”. “Por eso, este año no es uno aparte del resto de mi vida, sino que está totalmente integrado a ella. Desde el antes (mientras hacía el discernimiento), lo está siendo ahora en la manera que estoy viviéndolo, y también pretendo integrarlo al des‐ pués; porque esto no se acaba acá”.
La decisión de misionar en el Paiva no supuso un largo proceso de discernimiento para ninguna de las dos, sino que fue un paso más en su sí a Dios a través del servicio. María José fundamenta su decisión en su re‐ lación “con un Dios vivo que es dinámica y a‐ bierta, en la certeza de que Él me ama y hoy sigue llamándome a salir de mí, y que responder a sus invitaciones me hace feliz!”. También en la convicción de que “con 43 años y los que ven‐ drán”, quiere seguir desplegando su “identidad de Hija, de bautizada, de cristiana!”. “Cada vez que yo doy un paso, un sí a Dios, Él me muestra más posibilidades, más personas y realidades para servir y amar”, asegura.
empezó el frío aprovechamos para tener la estufa prendida… y el fuego siempre reúne para compartir sobre lo que vivimos en el día, completar el álbum de figuritas del mundial, tomar un té”, comentan. El servicio que las voluntarias prestan es muy variado. “Hacemos lo que haya para hacer, pero lo más importante es estar con los gurises”, aclaran. “La presencia del educador acá es fun‐ damental: en el patio, asistir en el comedor, ir al área formativa, darles los buenos días a cada uno, recibirlos cuando llegan de estudiar, la me‐ rienda… También estamos dando un fuerte apoyo en el momento de estudio y en el segui‐ miento académico de los chicos. Es un servicio de 24 horas”.
Pía siente que no puede decirle que no a Dios, quien la ama, la mima y le entrega “un amor que no aprieta ni agrieta; sino un amor en libertad”. “Y a medida que me doy cuenta de ese amor in‐ finito… ¿cómo guardármelo para mi sola?”, plantea. “Él me llama a ser un instrumento suyo, a ser yo misma para los demás, a salir de mis comodidades, a confrontar lo que me asusta, a ponerme en marcha y sobre todo a confiar… ¿cómo decirle que no?”, subraya. “Acá trato de hacer todo lo que puedo, y el resto se lo dejo a Él… Porque en este modo de vivir, estoy encon‐ trando felicidad y paz plena, y estoy segura de que únicamente es eso posible cuando viene de Él”, destaca.
Puntualizan que “en esta experiencia comunita‐ ria también hay cosas a cuidar, como el espacio que cada uno necesita para tomar una bocanada de aire fresco, y estar bien para los demás”. MUJERES EN EL PAIVA Es una novedad que dos mujeres estén viviendo y haciendo misión en una comunidad marcada‐ mente masculina. Esta novedad “hasta ahora no nos ha presentado grandes límites sino, por el contrario, muchas oportunidades”, aseguran María José y Pía. “Oportunidad para comple‐ mentarnos y enriquecernos, para acompañar más y mejor a los gurises, para aportar desde la sensibilidad de cada uno, para estar atentos a distintos aspectos de la vida de la casa, para construir juntos desde lo que cada uno es; como cualquier familia”, acotan. “Acá todos somos un poco padres y madres de estos 63 gurises, convivimos, los cuidamos y nos cuidamos. Armamos juntos las cosas, disfruta‐ mos mucho del trabajo compartido y nos reímos mucho. Es un lindo signo de la Presencia de Dios: una comunidad alegre y abierta (siempre llega alguien… ¡Y hay lugar para más!)”, comparten. Reconocen que “gracias a Dios hay miradas di‐ ferentes. Y por eso nos vamos encontrando y complementando; sin miedo y con mucha libertad”.
EL PAIVA: TIERRA DE MISIÓN El Paiva es una casa salesiana en el medio del campo (ruta 6, km 213, Sarandí del Yí) que este año cumple 50 años, dedicada a recibir y ayudar en la educación de jóvenes y adolescentes va‐ rones del medio rural. Allí conviven 63 gurises, una comunidad religiosa, distintos educadores y la comunidad de las voluntarias misioneras. Du‐ rante el día circulan por la casa alrededor de 80 personas. La modalidad del Paiva implica que los chicos viven ahí y cada 15 días se van a sus casas du‐ rante el fin de semana. “Esto es bastante nuevo para el Paiva, pero es fundamental para que ellos puedan mantener y alimentar el vínculo con sus familias y para nosotros poder trabajar junto con las familias”, señalan las voluntarias. La casa tiene varios espacios: los cuartos de los gurises, el estudio, la casa de la comunidad religiosa, galpones, el comedor, el gimnasio, la capilla… y por supuesto la casa de las volunta‐ rias: la “casa amarilla”. “Si bien hay días en que solo llegamos para dormir, es nuestro espacio. En este tiempo hemos tratado de ir cuidando el lugar, agregando alguna cosa para que además de ser casa, sea realmente hogar. Ahora que
compartir la mesa y la sobremesa, también intercambian “inquietudes, preguntas, búsque‐ das de criterios comunes para acompañar la vida de los gurises”. “Por la dinámica de la casa esta‐ mos todo el día juntos y esto favorece el cono‐ cimiento del otro. Con todas las bondades y limitaciones que tenemos, con todas nuestras `taras´ y locuras… ¡Y así caminamos! ¡Y es de‐ safiante! Porque desde ahí amamos o no amamos… “, enfatizan.
LA COMUNIDAD DEL PAIVA “Desde que llegamos nos encontramos con una casa‐comunidad‐ abierta (sin llave) y sencilla, in‐ tegrada por el P. Juan Gastón Dubourdieu, el P. Julio González, el Hno. Eduardo Banchero, el P. Ruben Avellaneda (Director) y Heber Arseno. (Consagrado). Es una comunidad que vamos co‐ nociendo y escuchando, en la que nos sentimos muy involucradas porque de hecho nos han dado lugar para `meternos en todo'”, coinciden en afirmar las voluntarias. Los Salesianos y las voluntarias rezan juntos laudes y celebran la Eucaristía todos los días, y ellas participan en la reunión de comunidad semanal. Además de
MISIÓN QUE TRANSFORMA Pasando raya a la experiencia en el Paiva como voluntarias afirman que “la misión siempre transforma… No solo nuestra vida como misio‐ neras, sino también la de quienes nos rodean. Estamos felices de estar acá en Uruguay y las posibilidades que esto nos trajo para poder estar en comunión con nuestras familias y amigos. Y saber que al irnos de misión, hay un equipo que está al firme; rezando, llamando, preguntando, visitando, mandando cosas ricas”. “Damos gracias a Dios por esta casa‐familia grande que es el Paiva, por este tiempo en el que en el VMS se van generando nuevas respuestas para la misión, sea donde sea. Y les pedimos que recen por estos gurises y sus familias”, concluyen. 11
VALELAPENAVIVIRASÍ
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Silvia Dos Santos, de Proyecto Caqueiro
Vivir con los brazos abiertos para dar y recibir un abrazo El clima de alegría y amistad que se vivían en los patios salesianos dio comienzo a un camino plasmado en la docencia de Educación Física con una finalidad muy clara: transmitir alegría, amistad y por sobre todas las cosas ayudar a descubrir el llamado a soñar. Silvia Dos Santos, de 48 años, madre de Yanina y Giovanni, se encarga de coordinar el Proyecto Caqueiro, una propuesta que apunta al desarrollo de potencialidades de chiquilines en situación de pobreza en el barrio Caqueiro, de la ciudad de Rivera, donde la exigencia se da paso desde el cariño para que los jóvenes se superen y sean un signo de esperanza y fe.
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¿Cómo nació tu vocación? La motivación para seguir la carrera de Edu‐ cación Física surgió porque vivíamos en un barrio que tenía muchos espacios para ju‐ gar al aire libre y hacer deportes. Desde los seis años comencé a disfrutar del patio sa‐ lesiano, se jugaba mucho con la pelota, se ha‐ cían campamentos, era mi segunda casa. La didáctica pedagógica es el mayor instrumento que tengo como docente y animadora. ¿Cómo conociste a los Salesianos? Los conocí por medio de mi familia, mis her‐ manos participaban en los grupos que fun‐ cionaban en la parroquia, y en mi familia por parte de madre todos participaban de las actividades que allí se proponían. Lo que me entusiasmaba inconscientemente era el clima de alegría y amistad y la presencia de los curas en el patio siempre demostrando cariño. Con la Educación Física comenzó mi sueño de estar siempre en contacto con niños, a‐ dolescentes y jóvenes transmitiendo todo lo que había aprendido en mi casa y en el patio salesiano: la amistad, alegría, el juego, la palabrita al oído, la entrega de Don Bosco por los jóvenes, María y Jesús Eucaristía. ¿Qué crees que los Salesianos que pasan por Caqueiro aprenden de esta experiencia? Les hace recrear su ser Salesianos, allí están los predilectos del carisma. Se tienen que desestructurar, no es una propuesta formal, está en continuo movimiento. Hay que ju‐ gar con los jóvenes, escucharlos y querer‐ los. Hoy más que nunca el carisma salesiano sigue vigente. ¿Cómo llegaste a Caqueiro y cómo es tu trabajo allí? Por una invitación del Padre Ruben Avella‐ neda, en abril del 2011. Me otorga la tarea de crear propuestas para el grupo de ado‐ lescentes. En ese momento existía una fuerte división de bandas, situación de ca‐ lle, drogas y ajustes de cuentas entre fa‐ milias. Me designaron la coordinación, la cual es muy variada, exigente y entretenida. Implica charlas personales con los gurises, donde muchas veces son ellos quienes piden para hablar y allí se deja de lado todo lo que uno está haciendo para poder escu‐ charlos. Hay que estar atentos para que el 14
Proyecto cuente al menos con lo mínimo necesario para ponerlo en marcha día a día. ¿Cuál considerás que es tu aporte en Caqueiro? Creo que es mantener la esencia del por qué existe el Proyecto, tanto en lo social, cristiano y Salesiano. Que sea un lugar que reciba a los gurises como ellos son, que se los quiera, y descubran que son llamados a soñar. De ellos depende que sea posible, sa‐ biendo que Dios y Don Bosco quieren que sean felices. ¿Cómo es tu relación con los gurises de la obra? Hay un buena relación pero todo lleva tiem‐ po: el conocernos, jugar con ellos, tomar mate, merendar, reírnos juntos, la palabra al oído, tratarlos con respecto. Muchas ve‐ ces hay que marcar la cancha, es lindo decir sí, pero también aparece el no. ¿Qué aprendés de los muchachos y mu‐ chachas que llegan a Caqueiro? Aunque sus vidas sean muy difíciles siem‐ pre tienen una sonrisa y onda positiva. No hay que bajar los brazos frente a las dificul‐ tades del vecino o conocido, reparten lo po‐ co que tienen, ni se les ocurre pensar “lo ha‐ go o no lo hago”. ¿Qué soñás para ellos? Que estudien y puedan tener realmente o‐ portunidades profundas para no repetir lo que viven hoy en día a nivel familiar, social y económico. Que se valoren y sus sueños se hagan realidad, que sus hijos no tengan la necesidad de participar de estos proyectos sociales. ¿Cómo te gustaría que te reconozcan los gurises? Como alguien que los quiere como son, que les exige con cariño para que se superen y sean un signo de esperanza y fe. ¿Cómo impacta Caqueiro en tu vida? Fuertemente, porque son situaciones per‐ sonales y familiares muy impactantes, sus luchas son el día a día, el tener para comer. No hay fuente de trabajo y muchas veces van sin comer al centro de estudio.
¿Cuál fue el momento más difícil? Había adultos participando de un taller donde tuvieron diferencias y los involucra‐ dos llamaron a sus parientes que vinieron a la hora de la salida armados y generando un ambiente muy difícil, no pasó a mayores porque justo pasaba la policía. Otra situa‐ ción fue la de dos hermanos de 14 y 19 años que le dieron asistencia médica a su madre para salvarla en un intento de sui‐cidio. ¿Cuál es momento que recordás como más gratificante? No existe un momento único, pero el com‐ partir con los jóvenes que llegan corriendo para contarte algo bueno que les sucedió, es una alegría inmensa, que se vive con los brazos abiertos para dar y recibir un abrazo. ¿Hay una mirada propia de la realidad de las muchachas y muchachos en las mujeres educadoras y colaboradoras en Caqueiro? Sí, una mirada respetuosa, comprometida, exigente y fraterna. 15
CONNOMBREYAPELLIDO
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Entrevista: Ana María Yurcho, Silvia Benítez y Graciela Pérez, mamás sdb
“Tenemos que ser capaces de darnos a los demás como nuestros hijos” 17
Las une la vocación de sus hijos. Cada una vivió esa decisión de una forma particular: para unas era algo que se veía venir, para otra fue una verdadera sorpresa. Sin embargo, las tres coinciden en querer para ellos “que tengan la fortaleza de vivir y ser felices en el amor”. Hace casi 30 años, Carmen Topolansky, madre de un Salesiano Sacerdote misionero, aunque no comprendía la elección de su hijo, entendió que lo mejor que podía hacer por él era acompañarlo. Así fue que fundó la primera Asociación en el mundo que nuclea a los padres de Salesianos llamada Mamá Margarita. Hoy, muchas de las mamás ya frisan los 80 años y, junto con otras más jóvenes, se plantean nuevos desafíos porque sus hijos “avanzan” y sienten que deben acompañarlos en su opción de ayudar al prójimo. Ana Maria Yurcho, Silvia Benítez y Graciela Pérez, madres de los Salesianos Santiago Fernández (posnovicio), Nicolás Soto (teólogo) y Francisco Lezama (sacerdote),respectivamente, integran el Consejo Directivo de la Asociación Mamá Margarita. Juntas concedieron esta entrevista para el Boletín Salesiano en la que develan, sin tapujos, sus deseos, sus miedos, sus convicciones, sus reclamos y sus sueños para sus hijos y la organización que las congrega.
¿Cómo nace la Asociación Mamá Margarita? Graciela: En el año 1989 fundó la Asociación Mamá Margarita la mamá del Salesiano Martín Lasarte, Carmen Topolansky, junto con un importante grupo de madres y padres de Salesianos. Carmen se dedicaba todo el tiempo. Trabajaba sobre la formación, la información, se comunicaba directamente con el Rector Mayor y así empezó a contactarse con distintas Inspectorías (Buenos Aires, Paraguay, Córdoba, Corrientes, Italia, México) donde se formaron grupos de padres y hasta se organizaron encuentros internacionales. La mamá de Martín aunque no comprendía la elección de su hijo entendió, por gracia del Espíritu Santo, que no se trataba de estar en contra de lo que él había decidido, sino de acompañarlo. Y entonces se le ocurrió fundar la Asociación, que fue la primera en el mundo. Tras el fallecimiento de Carmen la orientación del Inspector de entonces, Daniel Sturla, fue que siguieran trabajando. Marta Dutra y Aída Muzikantas, las mamás de los Salesianos Santiago Christophersen y Marcelo Fontona, re‐ tomaron la tarea, y lo hicieron metódicamente, con actas de lo que se hacía. Después asumimos Sonia Mora (la mamá del P. Sergio Álvarez) y yo e hicimos lo que pudimos. Las mamás que llevaron adelante la Asociación son muy valoradas y queridas por todos. Hicieron mucho por sostenerla después de la partida de la fundadora dando lo mejor de sí mismas. Las directivas anteriores a nosotras fueron Ana María Young (mamá del P. Jimmy), y Martha Lerrieux, (mamá del P. Joselo Morillo). La tesorera que nunca cambia es Teresita Guillén (mamá del P. Daniel Bernardoni). También colaboran con la directiva la mamá del Hno. Coadjutor José Pedro Araújo, Graciela Deambrosi, y las actas están siempre a cargo de Marta Dutra. Cristina Bustos (mamá del posnovicio Juan Manuel Fernández), es nuestra representante ante la Familia Salesiana. Sonia Mora es quien se encarga de llamar a los Salesianos en el día de su cumpleaños para saludarlos en nombre de la Asociación. Son todas unas verdaderas genias. ¿Cuál es el aporte de la Asociación a las madres y padres de los sdb? Graciela: La Asociación depende de los que la formamos y es una buena idea el juntarse porque puede dar lugar al apoyo, a conocernos, a valorar otras cosas y no solo las nuestras. Yo cuando empecé era otra realidad. De a poco me fui dando cuenta de que otras personas vivían también lo que yo estaba experimentando. Te da como una apertura a otras situaciones y experiencias y a ver cómo otras personas lo fueron resolviendo. Ana María: Tiene un sentido que va más allá, es un apoyo para nosotros 18
pero también es apoyar lo que hacen nuestros hijos, y no quedarnos solo en nuestra situación. Como somos padres de personas que han hecho una opción de ayudar a los demás, nosotros podemos hacer algo que se le parezca, como hizo mamá Margarita. Esa es la esencia, tenemos que ser capaces de tener el tiempo de darnos a los demás más allá de nuestras familias, como nuestros hijos, así sea tejiendo escarpines o rezando, que no es menor. Tenemos nuestro grupo de Whatsapp para poner intenciones de oración y tenemos un correo electrónico para que nos contactacte quien lo desee: amm.asociacionmamamargarita@gmail.com. También tenemos una página de facebook pero es grupo cerrado. Tenemos que avanzar porque nuestros hijos avanzan. ¿Cuáles son los desafíos actuales para la Asociación? Ana María: El rango de edad de las mamás es de 80 años, la mayoría, y las más jóvenes andamos por los 55 años. No hay mamás de edades interme‐ dias, prácticamente. El problema más difícil es lograr en esa diversidad algo en común que nos movilice un poco más a todos y que nuestra acción no se reduzca a la juntada, la oración y la comida. Como Asociación Mamá Mar‐ garita tenemos que hacer algo en concreto para los demás, como nuestros hijos. Por eso, este año hicimos donaciones de ropa y se propuso tejer en beneficio de la gente de alguna Obra y elegimos el Proyecto Minga. El año que viene será otro. Pero si nos enteramos de que algún Oratorio necesita algo, nosotros estamos dispuestos a ayudar. El año pasado el Oratorio Sociedad de la Alegría sufrió algunos robos y contribuimos con una canasta de productos de limpieza. La Asociación Mamá Margarita está dispuesta a escuchar las necesidades de los demás. Nos gustaría que desde la Inspecto‐ ría nos den un plan de trabajo para nosotros. Graciela: Un desafío que tenemos también es retomar los contactos internacionales. No sabemos como están hoy las asociaciones en el ex‐ tranjero. De Italia y Argentina nos respondieron que ya no existen. ¿Cómo tomaron la decisión de sus hijos de ser Salesianos de Don Bosco? Silvia: Yo al principio sentí que me lo arrancaban, capaz que por ser mi único hijo varón. Pero había tenido la experiencia, cuando era una jovenci‐ ta, de ver a un muchacho Aspirante al que lo tenían muy controlado. Recuerdo que los curas no lo habían dejado ir al cumpleaños de 15 de una compañera de grupo y eso no me gustó. Después lo superé y una cosa de la que estoy segura es que si Nico no es feliz, se va. Eso me da tranquilidad. A
Silvia Benítez
mi me costó mucho, incluso, deshacer su cuarto. Lo desarmé hará un año recién, y le gustó cómo quedó esa habitación. Ana María: Yo lo veía venir. Él tenía novia y pensaba que se iría de misionero. Pero luego dejaron y cuando él me lo comentó yo estaba en España, en la casa de su madrina, y le dije a ella: “¿Sabés qué? Santiago ahora se mete de cura”. Y se le dije a mi esposo y me dijo: "Dejate de pavadas". Santiago trabajaba con el padre y es‐ taba estudiando para ser despachante de adua‐ na. Yo lo encontraba raro, escuchando mucha música católica y de reflexión. Le dije a mi esposo: “Algo le pasa a Santiago” y entonces habló con él. Le dijo que estaba en un proceso de dis‐cernimiento y que quería vivir la experiencia. Recuerdo que era un 25 de Agosto, yo estaba acostada, y él llegó de una misión y me dijo: “Te tengo que decir algo”. Y yo le dije: “¿Algo que ya no sepa?” “¡Ahh ya sabés mamá!”, me contestó. Y yo le dije: “Pero decímelo de tu boca”. Y ahí me lo dijo: “Quiero vivir la experiencia” y le contes‐ té: “Bárbaro, esto es como un noviazgo, si te gusta seguís y si no te gusta te vas”. Yo les doy para adelante a todos mis hijos. Santiago nació el 18 de diciembre, el 24 fuimos a Misa y el cura Lucio Escolar me pidió si podía ser el Niño Jesús en el pesebre. Cuando me lo entrega me dice: "Vos tenés 4 hijos, este cuarto es de Dios". Yo pensé que era como que se iba a morir y me dijo..."no, el va a servir a Dios". Y hoy dice que esa vocación es de él. Graciela: Todos mis hijos fueron al liceo público. Para nuestra familia no es algo nuevo tener integrantes en la vida consagrada. Mi esposo tuvo un hermano sacerdote jesuita y tiene una hermana que es “Hermanita de Jesús”. Igual‐ mente, nosotros nunca pensamos que Francisco sería sacerdote. Siempre esperamos mucho de él pero no que tomara ese decisión. Realmente fue una sorpresa. De todos modos, no fue ningún drama para nosotros sino que supuso el proceso de aceptar la decisión de un hijo. Él tenía una vida social muy activa, siempre con grupos de jóvenes. A los 17 años planteó que
Graciela Pérez
quería probar y así fue. Contó con nuestro apoyo pero no dejó de ser una sorpresa. Las invitacio‐ nes de Carmen a las reuniones de la Asociación no nos eran indiferentes. Cuando nos invitaba sentíamos que era una forma de acompañar el proceso. Tratábamos de ir para no perder con‐ tacto con esa parte de la vida de él que era di‐ ferente a la nuestra. ¿La opción de sus hijos por la Vida Consagrada les supuso un antes y un después en su espiri‐ tualidad? Ana María: En mi caso, cuando sentí que se iba a meter de cura, me propuse ir todos los domin‐ gos a Misa, solamente para acompañar. Él en‐ traba por una puerta y yo por otra, pero sentía esa necesidad. Para mí fue como un volver a la fe. Coincidió con la llegada de uno de mis nietos y me acerqué muchísimo más a ser partícipe de la Misa. Creo que en la Eucaristía yo me encuentro con Jesús pero también con mi hijo a la distancia. Nos encontramos en Dios y a mí eso me recon‐ forta. Lo extraño, pero es libre, nadie lo obliga, es un hombre pensante e inteligente. Silvia: A mí no me cambió en nada la fe. En la familia quizás su hermana mayor lo sintió más porque es su cable a tierra. Yo ya me había re‐ conciliado con todo. Eso sí no había Misa en que no llorara. Sentía una angustia impresionante, pero ya pasó. ¿Qué le dirían a una madre que se resiste a que su hijo viva la experiencia del Aspirantado? Ana María: Todas las madres queremos lo mejor para nuestros hijos. Lo que podemos desear es que tengan la fortaleza de vivir y ser felices en el amor, como nos dijo hace unos días nuestro ase‐ sor, el P. Enrique Bissio sdb. Seguramente cuan‐ do un hijo entre al Aspirantado la mamá lo va a extrañar, pero ¡no está muerto! Algunas veces podemos ser egoístas. Obviamente, cuando Santiago me dijo que entraba al Aspirantado quise hablar con un cura: quise saber cuál sería su sociedad médica, qué pasa si quiere dejar, si debo pagar, necesitaba tener todo claro y quería
Ana María Yurcho
que alguien diera la cara. Fui a hablar con el Padre Hugo (Espinosa), con quien hoy estamos re amigos y le pregunté: “Si el chiquilín se quiere ir ¿se va?, ¿no lo aprietan, lo dejan libre, no le lavan el cerebro? Él se mataba de la risa y me dijo “nooo”. Yo le diría a una madre que lo deje vivir la experiencia. La primera vez que fuimos a Alta Gracia, Córdoba (Posnoviciado), con mi marido a ver a Santiago, yo pensaba “¿cómo será ese convento?”. Y el Padre Manolo Cayo, que era el Maestro de Novicios, nos recibió con una gran calidez. Comimos todos juntos, percibimos que eran una familia. Vi a jóvenes normales, no robo‐ titos, divertidos. Y en el compartir dijimos que nos íbamos tranquilos porque lo dejábamos en familia. Los Salesianos viven en familia. ¿En qué aspectos los vieron madurar, crecer? Graciela: La verdad es que hay muchas cosas que no sé de Francisco. Yo algunas veces sé menos de lo que sabe la mayoría. Ahora está siendo más regular en sus visitas, como al principio. Hubo un tiempo en que estuvo afuera. Está muy dedicado a sus tareas, que creo que son bastantes. Tiempo libre no tiene, me parece. Ha crecido en muchos sentidos, sobre todo en su compromiso con lo que eligió. Silvia: Nicolás creció muchísimo, las sobremesas familiares son un placer con sus respuestas pro‐ fundas y removedoras. Mis sobrinos le hacen preguntas existenciales y lloramos de la risa. ¿Qué extrañan de ellos? Ana María: Se extraña la presencia y los mimos. Ese abrazo. Santi no es de muchas palabras. Cuando quiere te cuenta todo, pero cuando no, es muy hermético. Pero capaz que en un abrazo te dice más cosas de las que te imaginás. Silvia: Extraño la casa llena de gente, porque tiene muchos amigos que venían todo el tiempo. Más de uno de sus amigos está esperando que sea diácono para casarse. Él era el que traía más gurisada a casa. Graciela: Lo que extraño es la presencia. Cuando se fue a Roma, escribía en su blog todas las se‐ 19
manas y estábamos comunicados además de hablar por skype. La comunicación era muy flu‐ ida. Es necesario rearmar la relación. Por más que el hijo vuelva periódicamente, se fue. Ana María: En nuestro caso, en que Santiago es el hijo menor, los hermanos mayores tuvieron que rearmar la relación. Cuando comento algo de Santiago, el hermano más pegado a él, con el que se llevan 18 meses, y lo extraña, me dice : "Mamá Santi está en otra, ya lo perdiste”. Y yo le digo: “¡yo no perdí nada!”. Lo que sí tenemos es un problema con la comunicación. Debe ser mala la señal en Argentina. Le mando mensajes y ¡me pone el visto! Y siete horas después contesta. ¿Les cuesta aceptar algunas cosas de la nueva vida de sus hijos? Graciela: Hay muchas cosas que yo desconozco y bueno…es otra familia. Silvia: La casa de ellos ya es otra, es el Teologado, el Pío, etc. En Nochebuena me dijo que pasaba con nosotros y no me animé a preguntarle si se quedaba a dormir en casa, y se quedó. Pero Nico
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está muy presente. Con la enfermedad de su abuelo estuvo siempre. Cuando cumplí los 50 años él estaba en Córdoba. Y cuando me llamó me preguntó si no me había llegado algo. Me había mandado una carta dos semanas antes de mi cumpleaños, y ¡llegó un mes después!. Una carta escrita por él a mano. Ana María: Uno les tiene que respetar sus es‐ pacios y sus tiempos. Y ellos tienen que enten‐ der que a pesar de que tengan 50 años y nosotros 80, somos las que los parimos. Aunque los SDB tengan 60 años, si tienen a la madre viva deben saber que esta los extraña como si tuvieran 4 años porque es parte del amor. Parte del amor es el desapego que hacemos las ma‐ dres cuando los dejamos volar, sea que se casen, que se vayan a juntar kiwis, se vayan de monja o cura. ¿Qué les pasaría si un día deciden dejar esta opción de vida? Silvia: Nada. Ana María: No pasa nada. Lo voy a contener. Yo
acompaño a mi hijo en la entrada y en la salida. Graciela: Nada. Lo apoyaríamos. ¿Es muy distinta su forma de relacionarse con sus hijos respecto a la de los padres? Ana María: Mi marido tiene una relación mucho más práctica con Santiago que la que tengo yo.Yo soy más “¿de estás bien? ¿tenés fiebre?”, mucho más del mimo y del afecto. Con el padre es una relación más de lo puntual, si se le rompió la computadora le pide ayuda al padre... Tienen otro vínculo, pero el padre siempre está al firme. Graciela: Francisco es un hijo más y lo seguirá siendo. Con el padre se entiende mejor que con‐ migo y yo soy más del otro lado, más demandante. ¿Cómo van a festejar los 30 años de la Asocia‐ ción? Ana María: Sería muy lindo festejarlo con todos nuestros hijos. Que donde sea que estén puedan venir. Seria un placer tener una foto con nues‐ tros hijos en los 30 años de la Asociación. Real‐ mente es nuestro sueño. También ojalá puedan venir las mamás del interior.
SINTONIZANDO CONDONBOSCO
Sor Yvonne Reungoat Superiora General de las FMA
EL GENIO FEMENINO SE BASA EN DAR AMOR Queridos amigos de la Familia Salesiana de Uruguay: Actualmente, cuando abundan las teorías que intentan emparejar cualquier diferencia de género, la lectura del libro 40 donne pazze per Dio (Cuarenta mujeres locas por Dios) me reafirmó en la originalidad del ser femenino según el proyecto original de Dios. Esto tiene consecuencias para todos sin interesar el sexo, en particular para quienes integramos la Familia Salesiana… La Biblia presenta las bases de la unidad‐dual del ser humano: «Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó», y los llamó a colaborar en su proyecto de amor (cf. Gn 1,27‐28). Algo que muchas veces se olvida… En 2008, Benedicto XVI denunció la existencia de corrientes culturales y políticas que pretenden eliminar, oscurecer o confundir las diferencias sexuales, considerándolas una mera construc‐ ción cultural.1 Pese a la arraigada y profunda diversidad entre lo masculino y lo femenino, es imposible –enseñó– negar su vocación a la
reciprocidad y a la complementariedad, a la colaboración y a la comunión. Veinte años antes que el Papa Ratzinger, San Juan Pablo II, en su magistral Carta Apostólica Mulieris Dignitatem, nos hizo redescubrir tanto la unidad del género humano como la especifici‐ dad del hombre y de la mujer en su esencial diferencia sexual. Creados a imagen y semejanza de Dios, ambos se realizan plenamente en una relación no de concurrencia, sino de reciproci‐ dad y complementariedad. Pero el Papa advier‐ te: «En nuestros días los éxitos de la ciencia y de la técnica permiten alcanzar, de modo hasta ahora desconocido, un grado de bienestar material que, favoreciendo a algunos, conduce a otros a la marginación. De ese modo, este progreso unilateral puede llevar también a una gradual pérdida de la sensibilidad por el hombre, por todo aquello que es esencialmente humano. En este sentido, sobre todo, el momento presen‐ te espera la manifestación de aquel `genio´ de la mujer, que asegure en toda circunstancia la sensibilidad por el hombre» (MD, 30).
¿En qué consiste el genio de la mujer, su vocación? En la Mulieris Dignitatem leemos que «la dignidad de la mujer es medida en razón del amor» (29): un amor que la envuelve tanto en su esencia como en su actuar, porque «no puede reencontrarse a sí misma si no es dando amor a los otros» (30). Papa Francisco subraya que la mujer expresa esa autorealización personal y amor activo «con su sensibilidad e intuición hacia el otro, el débil y el indefenso. […] Las dotes de delicadeza, peculiar sensibilidad y ternura, que abundantemente ti‐ ene el alma femenina, representan no solo una genuina fuerza para la vida, para la irradiación de un clima de serenidad y de armonía, sino una realidad sin la cual la vocación humana sería irrealizable. Esto es importante. Sin estas actitu‐ des, sin estos dones de la mujer, la vocación hu‐ mana no puede realizarse».2 Nosotros, mujeres y varones que integramos esta carismática familia educadora, debemos recordarlo a diario, vivirlo, aplicarlo y transmitir‐ lo a los jóvenes que el Señor nos confía.
1. Preoccupazione espressa da Benedetto XVI ai partecipanti al Convegno internazionale indetto a 20 anni dalla Mulieris dignitatem, sul tema: Donna e uomo, l'humanum nella sua interezza (2008). Preocupación expresada por Benedicto XVI a los participantes del Congreso internacional celebrado a los 20 años de la Mulieris Dignitatem dedicado al tema: Mujer y hombre, el humanum en su totalidad (2008) 2. Discurso del Santo Padre Francisco a las participantes del Congreso Nacional del Centro Italiano Femenino, Roma, 25 de enero de 2014.
DEOTROSLARES Los Salesianos de Guatemala ayudan a miles de damnificados por la erupción del Volcán de Fuego Ante la tragedia que asoló a Guatemala como consecuencia de la erupción del Volcán de Fuego, que provocó cientos de muertes y miles de heridos, la Parroquia Salesiana “Espíritu Santo” inició una campaña de ayuda, mientras la Universidad Mesoamerica‐ na se convirtió en centro de a‐ copio, donde reciben alimen‐ tos no perecederos y sobre todo agua. Se han unido a esta llamada mundial de ayuda y solidari‐ dad las “Damas Salesianas”. Más información: https://misionessalesianas.org Fuente: ANS
El Salvador: Segundo encuentro de educadores de Educación Religiosa Escolar de Centroamérica El 29 y 30 de mayo se rea‐ lizó el Segundo Encuentro de Educadores de Educa‐ ción Religiosa Escolar (ERE) de las obras salesianas de Centroamérica, en la casa de retiros Sagrado Corazón de Jesús. El objetivo del en‐ cuentro fue generar pro‐ cesos pedagógicos que favorezcan la evangelizaión y la formación integral de los niños y jóvenes. Las jor‐ nadas de trabajo tuvieron momentos de reflexión, formación y convivencia. Fuente: ANS 21
MEGUSTACOMENTOCOMPARTO
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Inspirado, el Creador Esta página se refiere a la lectura del Evangelio según San Lucas (1,57‐66.80) proclamada en la Misa del domingo 24 de junio, Solemnidad de la Na vidad de San Juan Bau sta. Sabemos que los personajes así llamados “secundarios” son fundamentales en cual‐ quier obra literaria, teatral o cinematográfi‐ ca. No son un simple relleno: forman parte de la composición de las historias; algunas veces funcionan como contraste del perso‐ naje principal, pero tantas otras realzan sus caracterís cas principales. El inicio y el final de la vida de Juan el Ba‐ u sta están flan‐ queados por mujeres. Deje‐ mos de lado a las terribles Salomé y Hero‐ días, que par ‐ ciparon de la mu‐ erte del Precursor, y P. Francisco Lezama sdb miremos a María y sobre todo a Isabel, la estéril que llegó a ser ma‐ dre. Es poco conocida la figura de la mujer que dio a luz al Bau sta. Por lejos el pasaje más conocido es el que narra su encuentro con María, conocido como la Visitación: allí se
nos cuenta que Isabel fue colmada de Espí‐ ritu Santo y reconoce la misteriosa y poten‐ te acción de Dios en su prima. Lucas nos narra también otros detalles, menos conocidos: no solo era estéril, sino también de edad avanzada (1,7); era una mujer justa y creyente (1,6). Cuando dio a luz vinieron sus vecinos y parientes a salu‐ darla y felicitarla, reconociendo en esta ben‐ dición la acción de Dios (1,58). Es entonces que sucede el episodio que nos cuenta el Evangelio de hoy. Teniendo que poner un nombre al niño, y estando mudo el padre de la criatura, a la gente ni se le ocurre consultar a la madre, ya que la voz de las mujeres, por más bendecidas de Dios que fueran, no contaba en esa época. Lla‐ marlo Zacarías, como su padre, era una opción de sen do común. Incluso el nom‐ bre tenía un significado muy bonito en hebreo: “Dios recuerda”. Pero en ese mo‐ mento surge un elemento absolutamente inesperado: Isabel habla.
que era impuesto a las mujeres. An cipán‐ dose a la liberación que el hijo de su prima iba a predicar, ella rompe con lo esperado: “¡No!”. Es un “no” cargado de fuerza, de lucha, de es‐ píritu de libertad. Es un “no” con el que reivin‐ dica haber recibido, junto con su marido, un encargo, una responsabilidad, un servicio. “¡No! Debe llamarse Juan”. ¿De quién iba a aprender Juan el Bau sta, si no de su madre, esa fortaleza para jugársela por la verdad y la jus cia? ¿Cómo iba el Pre‐ cursor a ser capaz de denunciar nada menos que al rey Herodes, y de mantenerse firme en la cárcel, si no hubiese recibido el tes monio de esta mujer que comprendió, como su mari‐ do, que Dios nos “arranca de las manos de los enemigos” para que lo sirvamos con san dad y jus cia? Nada más sabemos de Isabel. A nosotros nos basta lo que nos cuenta el Evangelio: su gesto de libertad fue clave en la historia de Salva‐ ción; aunque a menudo la olvidemos, Dios le asignó un papel fundamental en el guión. ¡Inspirado, el Creador!
La bendecida, la justa, la que había sido llenada de Espíritu Santo, rompe el silencio 23
AQUÍYAHORA
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Mirada de mujer: percibir más allá de lo que se ve La mujer utiliza, en promedio, 27.000 palabras al día, y el hombre 10.000. Esto se explica porque las zonas del cerebro son muy diferentes en una y en otro. como lo han demostrado numerosos estudios de neurociencia, en el cerebro masculino la información se separa en grupos o segmentos que no están necesariamente rela‐ cionados mientras que, en el femenino, todo se enlaza como un sistema. Por eso la mujer supera al hombre en tareas manuales y en movimientos finos, mientras que los hombres son más rápidos al tomar decisiones. También existen diferencias en el procesamiento de las emociones: ellas son más vulnerables a la presión que suponen los conflictos interpersonales, son más sus‐ ceptibles a desórdenes de ansiedad y trastornos de la alimentación pero el estrés crónico afecta más a los varones.
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Francisco relató entonces una anécdota que sucedió durante una audiencia en la que preguntó a un matrimonio que cumplía 60 años de casados: “¿Quién de los dos ha tenido más paciencia?”. “Y ellos que me miraban, se miraron a los ojos ‐jamás me olvidaré de aquella mirada‐, después volvieron a dirigirse a mí y me dijeron, los dos al mismo tiempo: 'Estamos enamorados'. Después de 60 años, esto significa una sola carne. Eso es lo que aporta la mujer: la capacidad de enamorarse. La armonía del mundo”, decía el Papa.
Psic. Marianella Ciompi / Foto de ICMTv
La Psicóloga Marianella Ciompi explica que las mujeres son más dialogantes y leen con más facilidad la cara del interlocutor. Esto genera que en los distintos ámbitos de la sociedad en los que interactúa: familia o trabajo, haga aportes que le son propios: “En la familia esta característica hace que la mujer pueda percatarse de los conflictos afectivos del marido y de los hijos y busque solucionarlos”, afirma. Asimismo hacen “culto al detalle” –señala‐ y esto tiene consecuencias positivas pero también otras que no lo son tanto. Por un lado, “profun‐ dizan en las relaciones interpersonales y se orientan a ellas pero también les cuesta entender que para el hombre los detalles sean simples detalles. Un relato hecho por una mujer puede durar media hora y el mismo relato hecho por un hombre tres minutos. Las mujeres equivocadamente atribuyen que al hombre no le interesa lo que ella le dice y el hombre que la mujer es una pesada”, ejemplifica. A nivel familiar destaca otra cualidad de la mujer que es su capacidad de “hacer familia” y que según Ciompi se manifiesta en dejarles a sus hijos o marido “algo rico”, propiciar que se queden charlando unos minutos después de la cena: “Todo lo que sea `encuentro´ es más promovido por la mujer”, añade. Esa preocupación por los que la rodean la lleva también a estar pendiente del crecimiento personal, la espiritualidad, y todo lo que esti‐mula la vida y la salud. “En la familia es más frecuente ver pendien‐ te a la mujer del cuidado de la salud de los hijos y del marido, de la nutrición de la familia, de qué leen y a qué actividades asisten los hijos”, señala.
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Al respecto, un hombre expresa con claridad cuál es el aporte de la mujer a la familia y a la sociedad: “La mujer no está para lavar platos. No: la mujer está para aportar armonía. Sin mujer no hay armonía”. Estas fueron las palabras pronunciadas por el Papa Francisco en la homilía de una misa celebrada en Roma, en febrero de 2017. Y agrega‐ ba: “Es ella la que trae la armonía, que nos enseña a valorar, a amar con ternura, y que hace que el mundo sea una cosa hermosa”.
EL APORTE FEMENINO AL TRABAJO Esas características de la condición femenina convierten a la mujer en una buena líder en el mundo laboral, donde ha ido ganando espacios que históricamente eran ocupados por el hombre. La Psicóloga Veróni‐ ca Massei, quien trabaja en la Obra Social Picapiedras en Melo, Cerro Largo, explica que las habilidades de la mujer –“esa capacidad de empatía, de ponerse en el lugar del otro, de captar sensiblemente lo que al otro le pasa, lo que el otro siente”‐ le permiten aportar una forma de resolver y enfrentar los conflictos de una manera más re‐ flexiva, tomando en cuenta las necesidades individuales, pero lo‐ grando también cuidar del grupo.
Ciompi agrega que la mujer genera que las actividades que organiza la empresa sean más personales, se preocupa si los mensajes internos de la organización no se dieron de la mejor manera y busca corregirlo. “Esto hace que las mujeres sean más comprensivas si ocupan cargos de gerencia. En ese sentido se dice que la mujer ha 'humanizado ‐o está llamada a hacerlo‐ el mundo de la empresa”, afirma. Por su parte Massei, aclarando que no se puede generalizar, sostiene que a la hora de resolver problemas el hombre actúa “de una forma más impulsiva, más competitiva y me‐ nos fraterna o solidaria”, mientras que la mu‐ jer “tiene una forma de visualizar el problema como un todo, y es capaz de ver y analizar las variables que lo conforman en su conjunto, lo que da una visión más macro que le permite captar lo que no aparece tan visible”. Incluso los obstáculos para la mujer son percibidos como un desafío y una oportunidad de
crecimiento y maduración, evalúa. Agrega que el aporte de la mujer ayuda a resolver los conflictos “de una manera nueva” y “se complementa con la visión del hombre, que va más hacia un objetivo concreto, más competitivo”. Esa capacidad femenina de “realizar muchas cosas al mismo tiempo”, sumado a habilida‐ des como la audacia, la creatividad, y esa visión global le abren puertas para acceder a lugares de jerarquía en el área empresarial, política, educativa, del deporte, de la salud, y en el área industrial, evalúa Massei. Aun así, un estudio elaborado por la consulto‐ ra en recursos humanos Adecco, publicado en el Día Internacional de la Mujer este 2018 por el diario El País, revela que “el aumento de la participación de las mujeres en el ámbito la‐ boral no ha logrado reducir aún la brecha en la participación igualitaria de ambos géneros en
la actividad y el empleo”. Tomando datos de la Encuesta Continua de Hogares elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, muestra que un 54,5% de la población femenina se encuentra en actividad, en comparación al 71,3% de los hombres. Según esos datos, la mayor tasa de actividad de las mujeres se da en la franja entre 25 y 45 años, por lo que la brecha es mucho más grande cuando se habla de menores de 25 años que se insertan en el mercado laboral y en mayores a 45 años. También se mantiene, pese a que ha disminui‐ do, la brecha salarial entre ambos sexos. Se‐ gún el informe denominado Equal Pay Day, del estudio de abogados Ferrere, las mujeres uru‐ guayas ganan un promedio de 23,9% menos que los hombres por la misma tarea. Esto im‐ plica que si un hombre y una mujer comenza‐ ran a trabajar el 1° de enero en el mismo car‐ go, la mujer cobraría a partir del 28 de marzo por lo que trabajaría gratis los primeros 87 días del año. El dato representa una leve me‐ jora en 2017 respecto a los datos de 2016: la brecha implicaba 93 días de trabajo sin con‐ trapartidas. Otro estudio realizado por las economistas Verónica Amarante y Maira Colacce para la o‐ ficina montevideana del Consejo Económico para América Latina y el Caribe (Cepal) para el período 1990‐2016, sostienen que “la división sexual del trabajo” coloca a las mujeres como las principales encargadas del trabajo no re‐ munerado dentro de los hogares.
El aporte de la mujer ayuda a resolver los conflictos de una manera nueva y se complementa con la visión del hombre, que va más hacia un objetivo concreto, más competitivo . Psicóloga Psicóloga Verónica Verónica Massei Massei
Sobre esto Massei explica que a pesar de que hay un cambio de mentalidad y paradigma en cuestiones de género, con roles “más equita‐ tivos” donde se comparten las tareas domés‐ ticas y padre y madre se complementan, en la práctica en el ámbito hogareño recae sobre ella el peso de ocuparse de la crianza de sus hijos, el grueso de las tareas del hogar, de los familiares enfermos, y a nivel legislativo, si bien se ha avanzado mucho en este sentido, aún quedan cuestiones pendientes a resolver. “La mujer trabaja, se ocupa de sus hijos, cuida del esposo, del hogar, de las necesidades de todos los miembros de la familia. Antepone esos cuidados a su propio ser… En el trabajo hay que rendir igual, no importa si se ha pa‐ sado una noche mala con algún hijo enfermo. En casa hay que atender a los hijos, cocinar,
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La mujer no está para lavar platos. No: la mujer está para aportar armonía. Sin mujer no hay armonía Papa Francisco ocuparse de la limpieza, no importa si la jornada laboral resultó agotadora. De ahí la importancia de que la pareja parental logre complementarse en los roles y no rigidizarse en ellos”, expresa. RESPONSABILIDADES PASTORALES Una expresión que el Papa Juan Pablo II acuñó y utilizó mucho para referirse al aporte de la mujer a la sociedad fue “el genio de las mu‐ jeres”. Ese respeto y admiración por la con‐ dición femenina lo llevó a declarar co‐Pa‐ tronas de Europa a tres grandes mujeres: Ca‐ talina de Siena, Brígida de Suecia y la filósofa judía conversa Edith Stein, carmelita descalza con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Con este mismo espíritu, el Papa Francisco, en su Exhortación Evangelii Gaudium, se refiere al aporte de la mujer a la Iglesia, celebra que compartan “responsabilidades pastorales” y que brinden “nuevos aportes a la reflexión teológica”. Además, entiende necesario “am‐ pliar los espacios para una presencia feme‐ nina más incisiva en la Iglesia”. Y aclara el mo‐ tivo: “Porque el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social y donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales”.
“descubre” esa “entrega femenina”. Sin descuidar a la familia, como en su caso que está casada desde hace 16 años, esas mujeres se desdoblan para realizar las tareas del ho‐ gar, cuidar a sus hijos, y a la vez trabajar, y buscar tiempo “para conocer las necesidades de la comunidad y dar respuesta a esas nece‐ sidades”, dice Rosano. Todo ello convierte a la mujer en transmisora de fe. “Es el motor que nos impulsa y por ello nos descubrimos mujeres educadoras, animadoras, referentes, catequistas y promotoras de fe en cada cosa que hacemos porque tenemos la convicción de que ello está implícito en el testimonio que ofrecemos”, manifiesta. Además, se trata de mujeres inquietas que no
personas mayores que están solas o enfermas y piden una visita, un rato de compañía. “Estas mujeres referentes están atentas para invitar‐ les a participar en la celebración de la misa cada lunes o se les lleva un rosario, se compar‐ te con ellas una oración y se le comunica al sacerdote para que les visite”, cuenta. Massei destaca especialmente el aporte que hacen a la comunidad esas mujeres “que se encuentran más desfavorecidas socialmente, sin acceso aún a la educación o al trabajo, o aquellas que día a día se brindan al cuidado de sus seres queridos sin esperar nada a cambio, aquellas que con su ejemplo de amor incondi‐ cional, humildad, esfuerzo, esperanza, cons‐ tancia, comprensión, construyen, en silencio, un mundo mejor”.
Ana María Rosano Duhalde, Maestra del Club de Niños en la Obra social Picapiedras, que acompaña a los cuatro sectores (Caif, Club, Centro Juvenil y Referentes comunitarios) desde hace 14 años, es un ejemplo vivo de lo que dice el Papa. Según su visión la mujer aporta a la tarea pastoral “la mirada atenta, la actitud dinámica y dispuesta. También ofrece un acompañamiento ameno, sereno y dulce, una pasión que contagia, y una entrega res‐ ponsable. La capacidad de organizarse para dar el ejemplo de vida”.
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Y se apura a aclarar que “no es que el hombre no lo haga. Ellos se integran, apoyan y hacen su aporte”, pero reafirma que en las animado‐ ras del Oratorio que cada sábado en los patios de Picapiedras regalan su tiempo, su alegría; en las catequistas; en una misionera italiana; o en una abuela que también el día sábado entregan el testimonio del Amor a Jesús para contagiar a niños y adolescentes; o en las compañeras educadoras que llegan con pro‐ puestas buscando entusiasmar a los niños
Miembros de equipo de la Obra Social Picapiedras
se quedan en su rinconcito esperando a que las personas se acerquen sino que salen a buscar al más necesitado. Rosano cuenta que las referentes comunitarias recorren y cono‐ cen la comunidad donde viven descubriendo las necesidades, preocupaciones e inquietu‐ des de la gente. El año pasado, por ejemplo, organizaron una campaña de recolección de ropas de abrigo. También organizan visitas a
RECOMENDACIÓN Un Libro y una película Sobre la mujer, los desafíos actuales y su rol en la familia Marianella Ciompi recomendó el libro “Los 10 hábitos de las madres felices” de Meg Meeker, y una película: “Cómo lo hace”, protagonizada por Sarah Jessica Parker que trata la conciliación familia y trabajo y otros temas de actualidad femeninos. 27
SABORABUENASNOCHES
A la mujer rural Entre piones y sirvientas fui piquete y fui nochero cruzando los trasfogueros en esas noches friolentas. Me acuerdo'e Doña Vicenta, viuda de Ciriaco Paz, crió sus hijos y uno más que le regaló la huella, por eso que en nombre de ella hoy le canto a las demás. La que a la ropa gastada le aprovecha algún pedazo, y hace una nueva de paso pa'vestir la muchachada, la de las manos cuarteadas como la tierra reseca, la que pican las culecas cuando le agarra algún pollo, la de aroma de pimpollo y ternura de muñeca. La que lava ropa ajena a puño en cualquier batea, y abraza cualquier tarea desimulando sus penas. La más gaucha, la más buena, de un destino nazareno; ella que en cualquier terreno sin prejuicios ni querellas, alimenta el hijo de ella como amamanta el ajeno. ¡Esa es la gaucha, la criolla, la de honradez campesina, mata un bicho o una gallina sino hay qué, echarle a la olla; la que arrolla y desarrolla
P. Adrián García sdb
un lazo cuando es preciso, la que le enfrena el petizo al amor de su pequeño la que se olvida de un sueño si hay que improvisar un guiso. La que cría un cordero guacho, un ternero o un lechón, y de la puerta al galpón aconseja a sus muchachos. La que estriba un vivaracho y en la vuelta se le sienta y levanta una herramienta si alguien la dejó tirada, y no se pega en la almohada cuando arrecian las tormentas. A esa mujer que remienda las pilchas de su marido y se luce en un zurcido o el bordao de una prienda. A esa que a su hijo entienda que hay que cuidar el cuaderno, ¡esos ejemplos maternos, no está de más exaltarlos! y pensando en abrigarlo pasa tejiendo el invierno. La que cuando no hay galleta prepara una torta frita, y rejunta la gracita y charquea una paleta, y se levanta en chancleta cuando llama algún vecino; la que abre y cierra el molino y nos da un trago'e agua fresca, sin llegar que le agradezcan los errantes del camino. Si digo “mujer de trabajo” se me vienen muchas a la mente. A tí mujer, que te veo sembrando tus más tiernas semillas, labrando no solo la tierra sino las almas también, con lo mejor que tu espíritu tiene, con lo mejor que Tata Dios te lo obsequió por amor. Vuelas con las alas que abrazan e
La que a índice y pulgar vuelve en hebras el bellón, que en un rincón del galpón lo tenía pa´ lavar. A mano sabe escardar, saca abrojos y rosetas, y se arrima a la pileta aunque esté el agua escarchada, con las manos arrugadas y las mejillas violetas. Mujeres que al quedar viudas con un enjambre de chicos, repiten: "me sacrifico", aunque la suerte sea cruda. Los protege, los ayuda con un amor sin resuello, suele rechazar aquellos que le niegan fortaleza, y pone el alma en la mesa pero el corazón en ello. Saludo a los chacareros con sus mujeres risueñas, las que siembran , las que ordeñan, sin descanso el año entero. Que saben del sol de enero y las heladas de mayo, la que a pata del caballo carga y descarga los carros, cuando hay seca, cuando hay barro, haya sol o caigan rayos. Al hombre y a la mujer del ambiente campesino, la que impulsan el camino y ven la patria crecer, las que p'hacer de comer
aunque la tierra esté dura, riegan, cosechan verdura pa'darle gusto a un puchero, y sabe estaquear un cuero y aprovechar las achuras. La que cura una bichera como le quiebra el empacho, y esquila un borrego guacho sin maniarlo donde quiera. La que encierra las lecheras y sabe por el balido si el ternero no ha comido, saliendo al patio del rancho, o por el vuelo'el carancho si hay un animal caído. La que conoce en la ubre si el animal ha parido, o si al hijo lo ha escondido (oservándolo descubre) y en los menguantes de octubre sabe el suelo preparar, una planta trasplantar para mejorar su fruto como hacer de un tronco bruto un banco para su hogar. Esa mujer representa un sacrificio tamaño, porque al cumplir cuarenta años, parece tener sesenta. Áspera, limpia y violenta afronta con valentía, el quehacer de cada día como las he visto yo, aquellas que le cantó José Acosta García.
invitan a andar, hacia un tiempo que hará crecer, hacia un tiempo que invita a cuidar el jardín de la paz. Por siempre, corre a sembrar otros huertos. Siente, que han nacido por tí, oasis en los desiertos. Vive con las manos repletas, doradas de sol, transfor‐ mando el dolor, en amor, transformando el dolor con amor, en un mensaje sin voz, entonces es allí donde está brotando el Reino de Dios.
DELÁRBOLSALESIANO
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Doris Semi, recepcionista en Talleres Don Bosco
Don Bosco siempre decía que quería 'ver felices' a los gurises, más allá de la pobreza, y trato que suceda “¡Una mujer en Talleres Don Bosco!”. Con esa exclamación, hace dos décadas, un hombre expresaba la sorpresa y el estupor que le provocó encontrarse con Doris Semi al traspasar el enorme portal de la institución que cumple 125 años de su fundación. Desde entonces muchas cosas cambiaron en la sociedad, en el centro educativo, en sus alumnos y en la propia Doris quien, sin embargo, mantiene indemne su afán de “ponerse en el lugar del otro y ayudarlo en lo que se pueda” desde su rol de recepcionista. Rememorando los primeros tiempos de su trabajo en Talleres Don Bosco, admite que “era todo diferente”. “No había celulares y los muchachos esperaban la llamada de la familia en fila, ya que había solo dos teléfonos”. La espera para la tan ansiada comunicación solía ser prolongada así que Doris se hizo experta en manejar “las ansiedades” de esos jóvenes “haciendo muchas veces de psicóloga”. “Se generaba un vínculo y los muchachos me contaban sus historias. Veían en mí a sus madres”, narra. Recuerda esos diálogos como instancias de encuentro muy “amenos” aunque desliza su añoranza porque ya esos momentos no son tan asiduos como antes. “Hoy con los celulares ha cambiado el modo de relacionar‐ nos porque los jóvenes pasan enchufados”. “Igual cuando precisan a alguien que los escuche, se arriman y charlo con ellos”, dice con alivio. Doris nació en Santa Lucía, Departamento de Canelones, y desde hace 26 años vive en un complejo habita‐ cional en La Unión. Es casada con un marino, y tiene dos hijos: un varón que es piloto y vive en España, y una hija ya casada que vive en Solymar y estudia Ciencias Económicas. Si bien considera que “los valores uno los trae desde su casa” entiende que en Talleres ha aprendido “muchas cosas para aplicarlo en la crianza de mis hijos”, así como “cosas que traía las he aplicado en mi trabajo”. “Don Bosco siempre decía que quería 'ver felices' a los gurises, más allá de la pobreza, y trato que suceda. Uno trata de encaminarlos y hacerles la vida más fácil como también decía Don Bosco. Es que el futuro es de ellos, uno les da la base, pero la vida de ellos la tienen que vivir ellos”, sostiene. Consultada sobre el aporte de la mirada femenina en una institución en la que abundan los hombres reconoce que “somos más detallistas, tenemos otra forma de ver las cosas, diferente a la de ellos''. “No quiero decir que está mal la percepción de los hombres”, aclara, pero “ellos ven la realidad en forma más superficial”. “Tenemos una forma diferente de ver las cosas y de resolverlas”. Doris reconoce que su condición femenina favorece las confidencias por parte de los muchachos de Talleres Don Bosco. “Hay un acercamiento mayor. Me ven como a una hermana mayor, como a una madre, a la que le tienen confianza de contarle lo que les pasa”. Pero hay algo más y es que “cuando uno hace lo que le gusta, eso se palpa y también genera una empatía mayor en los otros. Eso me pasa a mí y me facilita la relación con ellos”. Es que atender mal a una persona que llega a la recepción de la institución no tiene cabida en su manera de ser y en la forma de concebir su servicio. “Mi trabajo lo hago porque me gusta y eso trato de mostrarlo cuando doy una información requerida. Creo además que debería ser así en todos lados, porque uno no tiene el derecho de tratar a nadie mal, aunque esté pasando por un problema personal. El deber es ponerse en el lugar del otro y ayudarlo en lo que se pueda”. “Igual depende de cada uno. Son decisiones propias”, señala. “Lo que busco siempre es que los jóvenes se sientan lo mejor posible y eso lo hago sintiéndome también yo así”, concluye. 31
UNAMANOAMIGA
“… si estos jóvenes hubieran tenido un amigo que se preocupara por ellos, los acompañara y les mostrase el amor de Dios, quien sabe si no se hubieran alejado de esta vida que llevan…” Don Bosco (MO)
SEÑOR, DAME DE ESA AGUA… La Cruzada, en Paysandú, es una Obra Social a cargo de las Hijas de María Auxiliadora. Es casa de puertas abiertas, es familia que se construye en el caminar juntos, en el compartir el Agua Viva capaz de saciar nuestra sed de escucha, de vínculos sólidos que a‐ yudan a crecer, que manan de la experiencia de Dios compartida y cultivada en Comu‐ nidad. Compartimos los testimonios de Jennifer Romero, Luis Murieda y Manuel Ferrari, anima‐ dores de grupos del Movimiento Juvenil Salesiano (MJS) y catequistas en La Cruzada. 32
Jennifer Romero
JENNIFER ROMERO: CAMINAR JUN‐ TOS EN LA VIDA Y EN LA FE Es Profesora de danza en El Club, estudiante de Psicología y cursa la Licenciatura en Primera In‐ fancia. Llegué a La Cruzada cuando tenía 6 años aproxi‐ madamente. Comencé en el club de niños mi‐ entras hice toda la Primaria. Después que pasé al liceo participé los sábados de la catequesis hasta que tomé la Comunión. Un día recibí la invitación de la Hna. Silvia Ro‐ dríguez para participar en un grupo de jóvenes, compañeros de camino con quienes disfrutaba mucho estar y compartir. Hoy me doy cuenta de que el estar allí, el compartir mi adolescencia con otros fue muy bueno, aunque al principio me costó confiar y
contar lo que sentía y lo que me estaba pasando en esa etapa. Poco a poco fui abriendo mi corazón y aprendiendo también a caminar con otros. Gracias a mis animadores y compañeros fui creciendo como persona pero, sobre todo, madurando mi fe. Rescato como característica de nuestro carisma la manera de transmitir la fe y el amor de Dios, enfocándonos en lo cotidiano, en lo sencillo, lo concreto y eso es lo que hace realmente que a los gu‐ rises les guste, que empiecen a caminar y despierten su fe y su caminito hacia Dios. Yo lo he experimentado así y hoy puedo decir que Dios siempre estuvo conmigo en todo este tiempo. Me fue mostrando lo importante que es para mí caminar junto a Él. Con herramientas que me dieron mis animadores y cosas que fui aprendiendo en la práctica comencé a animar a adolescentes, donde gracias al vínculo que se formó con algunos de ellos tengo la bendición de acompañarlos en su camino de vida como también de fe. Siento que gracias al modo de educar de Don Bosco y Madre Mazzarello es que podemos establecer un vínculo tan fuerte con los gurises. Sobre todo esto se da en nuestra participación en el patio me‐ diante el juego , la charla y la palabrita al oído. Me siento muy contenta y me llena ser parte de esta gran familia, la Familia Salesiana. 33
LUIS MURIEDA: “DIOS NUNCA NOS DEJA SOLOS” Cursa el Bachillerato y trabaja como tornero en un taller mecánico. Llegué a La Cruzada porque quería estar más cerca de Dios, conocerlo, entonces empecé catequesis. Aquí descubrí a Dios, el carisma salesiano y a las Hijas de María Auxiliadora. Y sigo porque es mi casa, me dio mucho y me gustaría trasmitir las mismas vivencias invitando y acompañando a otros jóvenes y niños, como lo hicieron conmigo. Dios nunca nos deja solos es uno de mis grandes aprendizajes recibidos en esta casa. Nosotros, en nuestras crisis nos alejamos de Él, pero por decisión nuestra, y los tiempos de Dios no son los de uno. Una sonrisa y un oído pueden cambiarle el día al otro y poco a poco hasta su realidad. Dios vive en mí, porque yo vivo en Él también. Aprendí a ser más paciente y tener más cariño a los demás. Disfrutar de la vida en su verdadero sentido. Sigo enfrentando desafíos: mi carácter, mi manera de trato hacia los otros, tener más tacto, ser más tranquilo. En el 2015 viví una pérdida muy cercana y me alejé. Fue difícil volver des‐ pués de sentirme alejado de Dios. No me sentí acompañado, no porque no lo hicieran, sino porque no era la manera que lo necesitaba, ahí es el gran problema: estaba tan mal que ni yo sabía la manera… Pero cuando volví, poco a poco me sentí mejor y hasta hice camino de acompañamiento más sistemático, eso para mí es un gran logro.
Manuel Ferrari
MANUEL FERRARI: ACOMPAÑAR, AMAR Y ESCUCHAR Estudia en la Facultad de Química. Llegué a La Cruzada por medio de la propuesta de parte de las exalumnas del Colegio María Auxiliadora, ya que buscaba un grupo al cual vincularme. Sigo estando en la comunidad porque el amor de María y el carisma salesiano me han cautivado de tal manera que ya es parte mi vida, una her‐ mosa familia a la cual pertenezco. Además, en el carisma encontré sintonía con muchas características de mi modo de ser como adolescente y joven. También es hermoso vivir el amor y el ambiente familiar con mis compañeros.
Luego los adolescentes me confiaron muchas cosas, los he ayudado y cuando no sé, no opino, solo les digo quién podría ayudarlos. Eso también cuenta como aprendizaje de cuidar al otro. De este ambiente me llamó la atención la energía, la manera de predicar a Dios, tener a los niños y jóvenes como centro y a los carenciados más aún. En esta misión quisiera seguir entregándome a los más jóvenes que yo.
Descubrí que con el amor, el acompañamiento, la escucha, se puede lograr una relación de amistad de verdad, sincera, sin escondites de nada y, por sobre todo, duradera y fuerte. Un aprendizaje que tuve aquí fue que no solo yo tengo días malos y pro‐ blemas. Hay muchas personas que están iguales que yo y puedo llegar a ayudarlas para que mejore esa situación, y a la vez que yo también pueda encontrar paz en todo lo que me pasa de la mano de la oración mutua. Empezar el camino de animación fue todo un desafío que no me sentía capaz de lograr, y vi que todo lo que me “acomplejaba” no era tan así, la propuesta por parte de mis animadores fue que lo podía hacer y que Dios me eligió para este camino. Una vez que lo intenté fue lo más lindo que pude elegir, acompañar a los adolescentes en esa etapa es muy importante para ellos y una instancia de aprendizaje para mí, que me motiva aún más a seguir adelante con este rol dentro de la Iglesia. El acompañamiento que siempre tuve y nunca dudé fue el de Jesús, en la oración siempre lo sentí conmigo, escuchándome y caminado junto a mí. Todas las veces que me sentí atormentado, triste, sin respuesta, al rezar sentí su amor y su abrazo incondicional.
Luis Murieda
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En La Cruzada con mis animadores y compañeros me sentí muy bien, un entendimiento mutuo y complicidad que es lindo de compartir, me sentí muy libre y escuchado a la vez que voy aprendiendo también cómo es‐ cuchar y estar presente.
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ADMA Jóvenes te invita a compartir un momento de oración junto a María 24 de junio de 2018 | 19 horas Colegio y Liceo Divina Providencia Dionisio Coronel 1012. Barrio La Teja