Boletín salesiano Agosto 2018

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URUGUAY / Tercera época / Año XL / Nº 6 / Agosto 2018 / www.issuu.com/bsuru

CONVIVIR CON

la soledad Prof. Damián Velázquez:

“Hay muchos jóvenes que no tienen a nadie que los haga sentirse amados” Hna. Martha Franco

Escuchar a Dios en la intimidad de la conciencia Entrevista a Esteban Quintero: “volquetero”, changador y feriante en situación de calle

“La soledad ha sido una amiga”


SUMARIO PÁG. 3 CARTA DEL DIRECTOR Un río torrentoso tanto afuera como adentro

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FAMILIA EN OBRA Psicóloga Yohana Sampietro El vacío existencial vs la capacidad de estar a solas con uno mismo

¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO EL SOL! “La soledad ha sido una amiga”

HACIENDO HISTORIA Paola de los Santos, del Movimiento Tacurú Una decisión a solas que dio vida en abundancia

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SINTONIZANDO CON DON BOSCO Don Ángel Fernández Artime Vidas plenas…

PÁG. 12 VALE LA PENA VIVIR ASÍ Gabriel Silva y Valeria De María El silencio… Una herramienta para escuchar la vida

PÁG. 16 CON NOMBRE Y APELLIDO Damián Velázquez, Profesor de Literatura y Diácono Permanente “Hay muchos jóvenes que no tienen a nadie que los haga sentirse amados”

PÁG. 23 ME GUSTA, COMENTO, COMPARTO P. Francisco Lezama sdb “Me encuentro solo, sin un amor”

PÁG. 22 GALERÍA DE FACEBOOK Y TWITTER

PÁG. 29 SABOR A BUENAS NOCHES P. Adrián García sdb La tardecita

PAG. 21 SINTONIZANDO CON DON BOSCO Madre Yvonne Reungoat fma “Construyamos una sociedad casa acogedora y abierta para todos”

PÁG. 24 AQUÍ Y AHORA Buscando luz en la soledad

PÁG. 30 DEL ÁRBOL SALESIANO Hna. Martha Franco HMA En tiempos de silencio…escuchar a Dios en la intimidad de la conciencia

PÁG. 32 UNA MANO AMIGA Escuela de Oficios Don Bosco Tacurú (EODB) Acompañantes y acompañados

PÁG. 35 GALERÍA DE INSTAGRAM

Boletín Salesiano Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa Director: P. Sergio Álvarez sdb Redactora Jefe: Adriana Porteiro Columnistas: P. Francisco Lezama sdb, P. José Adrián García sdb y Psicóloga Yohana Sampietro Equipo de redacción y responsables de secciones: . Daniel Bernardoni sdb, Gianfranco Brandi sdb, Hna. María Baffundo hma, Sofía Cayota, Lic. Natalia Roba, Lic. Marcelo Hernández, Lic. Joaquín Castro, Juan José Malvárez y Ramiro Pisabarro. Fotografía: Sebastián Andión, Sofía Cayota y Santiago Fernández Yurcho sdb Corrección: Graciela Rodríguez Diseño: gustavo@tanganika.com.uy

Impresión: Mosca Departamento Comercial: Luis Gómez E‐mail: boletinsalesianouruguay@gmail.com Celular: 092 432 286 Dirección, redacción y administración: Av. Agraciada 3181 CP 11800, Montevideo; tel. 2209 4521 Sitio web: www.issuu.com/bsuru Email: boletinsalesianouruguay@gmail.com Afiliado a la Cámara Uruguaya del Libro. / Depósito Legal: 366.191

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CARTADELDIRECTOR P. Sergio Álvarez sdb

UN RÍO TORRENTOSO TANTO AFUERA COMO ADENTRO Ayer estuve cerca de uno de esos ríos que son rápidos y además tienen piedras grandes en su cauce que lo vuelven ruidoso, con mucho movimiento, atractivo. En los años 80 una hermana Hija de María Auxiliadora, Alba Laguardia, me contaba cómo ella iba al río subterráneo cada vez que lo necesitaba. Hoy comprendo que iba a su interior y que allí vivía en un lugar propio donde lo vertiginosa que era su vida de río exterior visible… continuaba como río interior. Aquel niño‐adolescente, Juanito Bosco, que nos cuenta que pasaba largas horas en la noche leyendo ¿qué estaba construyendo en su interior? Ahora me viene pensar que su capacidad de amar. Hoy me ayudan a comentarte algo para introducir este Boletín Salesiano que toma como eje “la soledad”. Cuando te dejan solo, es abandono, cuando quieres estar solo, es encuentro. Lo que tenemos para brindarte en esta edición te llevará a leer lo que mueve, despierta y sostiene la soledad, la una y la otra. Como el dormir, hay que cuidarla, porque es agua interior para la sed de ver lo que verdaderamente pasa y nos pasa. ¿Cómo bailan juntas la soledad y el amor? Esto te invito a descubrir acercándote a lo que trae esta edición ¡léelo, te vas a encontrar! Un fraterno saludo en nombre del Equipo…

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¡SÍ,HAYALGONUEVO BAJOELSOL! ENTREVISTA | Esteban Quintero, “volquetero”, changador y feriante, en situación de calle

HA SIDO UNA AMIGA”

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A

los 9 años dejó su casa materna para siempre huyendo de situaciones que le hacían mal. Haciendo la “suya” se topó varias veces con la cárcel, donde las únicas com‐ pañeras fueron “la soledad” y una Biblia. Si bien para Esteban Quintero, quien vive en situación de calle, la soledad es una amiga la mayor parte de su tiempo, cuando se disfraza de aban‐ dono se convierte en “lo peor” que puede acechar a una perso‐ na.

Recorriendo Montevideo una fría noche de julio junto con el grupo “La Olla” del Instituto Juan XXIII, que sale al encuentro de los hermanos que viven en la calle, Boletín Salesiano tuvo un mano a mano con Quintero (48), quien alguna vez supo tener esposa e hijos, y hoy deambula por las arterias capitalinas con su única amiga, su perra Sol.

¿Hace cuantos años que estás en situación de calle? Estoy en la calle desde que salí de la cárcel, hace un año y un mes. Estuve preso 7 años por una rapiña que no cometí. De todos modos, antes ya había estado en la calle también. ¿Dónde estuviste preso? Estuve en el COMCAR y en el Penal de Libertad, donde nunca va nadie, donde lo único que te acompaña es la soledad. ¿Cómo definirás la soledad? Para mí la soledad es algo tranquilizador, donde uno se encuentra con uno mismo. Yo hablo con‐ migo. A los 9 años cuando me fui de mi casa (soy el primero que se fugó de casa) aprendí a vivir solo, ya entonces dormía y vivía solo. ¿O sea que es algo que buscaste? Capaz que directamente no. Pero vino con la nueva realidad en la que me encontraba, y tuve que acostumbrarme a ella. Terminamos siendo compañeros.

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¿Qué era lo que buscabas cuando te fuiste de tu casa a los 9 años? Libertad, porque éramos muchos hermanos y mi madre nos daba palizas muy grandes. Te voy a contar una historia de las tantas, mi madre por hacerme pichí en la cama me sentó arriba del calefactor, así que imaginate. Por eso la soledad termina siendo una consecuencia de la libertad, yo buscaba ser libre de las situaciones que me hacían mal, por eso terminé solo. Me dediqué a hacer la mía. En la calle, incluso con los compañeros, me apartaba, me aislaba, y ellos me respetaban el espacio, porque hace muchos años que me drogo, aunque no soy un drogadicto sino un adicto a las drogas, las controlo. Por eso, la soledad ha sido una amiga, yo me siento bien solo, hablo solo, me contesto solo, me recrimino cosas, porque nadie tiene la culpa de lo que me pasa a mí. De todas formas, reconozco que algunas veces necesité estar con otros, hablar con otros para desahogarme, pero de tanto que he estado solo, ya me acostumbré. ¿Qué compañía tuviste entonces en todo este tiempo? Los libros, yo leo mucho. Estuve preso en Paso de los Toros siendo menor, más de un año en un calabozo solo, y me dediqué a leer, era lo que hacía en todo el día. ¿Qué libros leías? Mirá, básicamente la Biblia. La arranqué a leer simplemente porque era lo que tenía a mano y quería matar el tiempo. De todas formas, reconozco que gracias a la Biblia aprendí un montón. Literalmente en ese tiempo me comí los libros. ¿Entonces podemos decir que estar solo no significa no hacer nada? Claro, incluso pensás mejor las cosas, trabajás solo, te manejás solo. Yo sé que se necesita de la compañía de otro, y no estoy hablando de una pareja en especial, sino de otro con quién compartir, que te devuelva algo. 6

¿Hoy en día seguís viviendo solo? Hace años que vivo solo. Ando con “la Sol” (una perrita) y somos dos porque tres somos juntadera, demasiado. No me gusta depender de nadie y no me gustan las juntas. ¿Cómo es un día tuyo? Me levanto a veces alunado, mal. Pero des‐ pués me acomodo la cabeza y me digo a mi mismo “¿por qué voy andar alunado si a mí no me gusta andar así?”. Entonces me doy pa delante, siempre pa delante y arranco a en‐ carar el día. ¿Y qué cosas hacés? ¿Cómo te ganas la vida? Hago volquetas, encuentro cosas y las arreglo, hago ferias, busco changas. De todo un poco. ¿La soledad te llevó a la delincuencia? Te diría que sí, pero no puedo desconocer mi historia de vida. Yo nací en el Borro, tenía unos tíos que salían a vender curitas y naftalina y aparecían con abundante plata, que te dabas cuenta que no era ni de las curitas ni de la naftalina. En la escuela, sin querer, me llevé el


sobre de la maestra con el sueldo y cuando dijo que iba a llamar a la policía fui al baño, tiré el sobre con la plata en el wáter y tiré de la cadena, porque mi madre me cortaba los dedos igual si sabía que yo me había llevado eso. Ahí me di cuenta de que tenía una ha‐ bilidad: el oportunismo, el descuido. Fui la‐ drón, buen ladrón, tuve todo lo mío, lo que quise. Estuve en Chile, Brasil, Argentina. Hasta que colgué los guantes porque me cansé de estar preso. Si tuvieras que decir que es lo qué está de más y lo que está de menos de estar solo, ¿qué dirías? Lo que está de más es cuando estás solo y te podés analizar, estar tranquilo con vos mismo. Lo que está de menos, es cuando te dejan so‐ lo. Yo hice muchas cosas buenas por un mon‐ tón de personas que en las malas me dejaron solo. Te juro que por momentos me sentí como las ratas, sin serlo, me sentí como un violador al que no quiere nadie, me sentía peor que ellos. El abandono es lo peor que hay, perder la opción de encontrarte con otro es lo que peor que hay, eso es lo duro. ¿Qué extrañás de la época en que no estabas en la calle? Mis hijos, la cama calentita, las tortas fritas en los días de lluvia, las charlas con ellos. Básica‐ mente eso. Muchas veces pienso en las cosas sentimentales que perdí, que fueron unas cuantas, en todo lo que tendría que haberles advertido a mis hijos de las cosas que hice mal y que aprendí.. eso se extraña más todavía, lo no vivido. Esas amarguras me las guardo, no las pienso porque sé que me hacen mal, diría que lo comparto con mi soledad. Pero tam‐ bién te digo, que aun estando en casa con ellos, yo disfrutaba estando solo. Porque me levantaba temprano, aprontaba un mate, lim‐ piaba el fondo, sacaba la caca de los perros y me quedaba escuchado el silencio de la casa. Siempre disfruté estando solo. ¿A quién le contás tus cosas? Básicamente a mí mismo. Me confieso con Dios, trato de ser realista, hablo conmigo

mismo y no me considero un loco por hacerlo. Si cometo un error me lo digo y lo hablo con el flaco de allá arriba. No preciso más que eso. ¿Creés en Dios? Sí creo en Dios, no en la religión. ¿Cómo entra Dios en tu vida? Gracias a que yo leí mucho la Biblia. Hablo to‐ dos los días con Él, le agradezco, lo rezongo y hasta a veces lo insulto y después le pido per‐ dón. Es como un amigo. No me gusta la religión, veo cosas que no las entiendo, por ejemplo, nosotros antes íba‐ mos a la Iglesia y comíamos un pedazo de tor‐ ta, tomábamos una taza de leche. Hoy en día veo que las Iglesias cierran, gastan plata en cámaras, guardias, en seguridad, tienen rejas, ¿no es la casa de Dios?, ¿no es para todos?, ¿de qué se cuidan? Es la casa de Dios, están protegidos por el Señor no tienen que temer de nada ¿no? Yo he estado en la puerta de algunas Iglesias cuidando coches, y entro y me miran de arriba abajo ¿por qué lo hacen? Por eso yo no creo en la Iglesia de acá, creo en la del cielo. Había un Policía de la brigada de menores, de apellido Galarza, que nos hablaba de Dios, nos enseñó a meditar, a rezar y eso hasta hoy me acompaña. ¿Cómo sobrellevás los momentos de angus‐ tia? En esos momentos extraño a la familia, a mi señora, a mi hija, es difícil. Yo trato de contro‐ larme, lo que no te mata te fortalece, uno se pone duro, pero somos frágiles. Yo he llorado y me he cuestionado el porqué de muchas cosas, y entonces muerdo los dientes y trato de seguir. ¿Cómo es vivir en una cárcel? Vivir en una cárcel es complicado, tenés que caminar en puntitas de pie. En la cárcel no se vive, se sobrevive. Es como que te larguen en una selva en África con un cuchillo y un en‐ cendedor, bueno acá es lo mismo porque des‐ de el más grande al más chico andan con cu‐ chillo. Una mirada mal, una equivocación, un

comentario fuera de lugar, ya es motivo para tener problema. Lo que viví en la cárcel no tie‐ ne nombre, es muy difícil de ponerlo en pala‐ bras porque siempre queda chico lo que pue‐ da decir. La verdad es que me sentía como muerto en vida, en todas las cárceles en las que estuve fue lo mismo. ¿Cómo se lleva la soledad en la cárcel? La soledad en la cárcel es lo mejor, es tu mejor aliada. Si no andás con juntas, si hacés la tuya y no te metés con nadie, estás un poco más tranquilo. Porque si el día de mañana tenés un drama, todos saben que no te metés con na‐ die porque andás solo, tas pa otra. Es una he‐ rramienta que te evita problemas, porque si andás con juntas y uno de esos tiene proble‐ mas, tenés que saltar y terminás enredado por otro. En cambio, si andás solo, si hacés la tuya la podés pilotear mejor. Solo, siempre solo es mejor en esos lugares. Solo hice las cagadas que me llevaron a esa situación, robé, rapiñé y maté, por error, pero maté, solo lo hice y solo las pasé. 7


FAMILIAENOBRA

El vacío existencial vsla capacidad de estar a solas con uno mismo Estar con otros, es lo mejor que sabemos hacer desde que nacemos. Las redes neuronales de nuestro evolucionado cerebro se ramifican, se engrosan con cada nueva experiencia, y esas fundantes experiencias que tenemos junto a otros son los primeros ladrillos de nuestro com‐ plejo edificio que se irá construyendo siempre en relación, siempre en intercambio. Nuestro cerebro se desarrolla si hay otro allí, expectante y atento. Si otro nos carga, nos me‐ ce, nos cobija. Nos vemos por primera vez en los ojos de otro que nos sonríe.

sición a las redes sociales. Y es ahí cuando nos convertimos en tejedores. Como profesionales de la salud mental y como individuos inter‐ pelados por una realidad que nos conmueve, como parte también de ese mundo adulto al cual el adolescente muchas veces quiere dar la espalda, comenzamos a tejer esa red. Desde los distintos ámbitos en los que trabajamos vamos tejiendo con ese adolescente las redes, la tra‐ ma que sea capaz de sostenerlo. Muchas veces esa trama se construye con presencia, con al‐ guien dispuesto a prestar una oreja o un abrazo.

Desde que nacemos estamos en grupo. Necesi‐ tamos el grupo. Solos no podríamos sobrevivir. El cachorro humano es el más indefenso e in‐ maduro de todos los mamíferos nacidos a tér‐ mino de la gestación. No sabemos estar solos. No nacimos para eso. Y entonces, ¿por qué tanta soledad a nuestro alrededor? ¿Por qué tanto aislamiento?

La resiliencia, en definitiva, pasa muchas veces por la capacidad de un sujeto de reconstruir su trama, de recrear vínculos saludables con per‐ sonas duraderas, perennes, vínculos con adul‐ tos que no tengan miedo de asumir ese lugar, y no quieran escapar del paso del tiempo que‐ riendo ser por siempre adolescentes también.

Desde mi inserción profesional trabajando con adolescentes (tanto en ámbitos comunitarios como en la clínica particular), uno va descu‐ briendo en reiteradas ocasiones que el carozo de muchas de las vidas que le han tocado acompañar, la parte más “dura” y difícil de abordar, siguen siendo aquellas situaciones vitales donde no hay redes, donde la trama social está agujereada. No hay nadie a quien acudir, a quien sacudir. Nadie con quien con‐ frontar o enojarse siquiera. Uno vislumbra entonces un gran vacío interior que se traduce muchas veces en conductas impulsivas de au‐ todaño: consumo problemático de sustancias, vínculos violentos, conductas delictivas, expo‐ 8

mismo es fruto de esta seguridad y sentimiento de confianza y se desarrolla a partir de un diá‐ logo interior que, en el mejor de los casos, a‐ compañará al sujeto el resto de su vida. Es así que la capacidad de estar a solas con uno mis‐ mo, en diálogo con aquellas personas que han dejado su huella en nosotros, es una fortaleza de algunos sujetos y se configura en un factor de protección para la depresión, por ejemplo. Muchos de estos adolescentes que están in‐ mersos en esa sensación de vacío existencial, no pueden o no saben estar a solas con ellos mismos. Y el trabajo terapéutico entonces, se centra en construir con ellos esta capacidad de dialogar y de reflexionar sobre sí mismos. Por‐ que, en definitiva, siempre se necesita a un otro afuera o adentro de uno, para mirarse o mirar juntos hacia el mismo lado.

Ahora bien, podemos diferenciar la soledad, ese vacío existencial que mencionamos, con la capacidad de estar a solas con uno mismo. La capacidad de estar a solas con uno mismo se construye también en esas primeras experien‐ cias con un otro. Cuando la parentalidad se ejerce desde la empatía, el bebé se siente com‐ prendido en sus necesidades. Los padres y ma‐ dres que están allí, disponibles emocionalmen‐ te para su cachorro, generan en el bebé un sentimiento de seguridad y confianza en el mundo que lo rodea. Así el bebé va poco a poco internalizando esta presencia segura, lleva adentro suyo estas huellas de cuidado y con‐ fianza. La capacidad de estar a solas con uno

Psicóloga Yohana Sampietro Trabaja en el área de la Psicología Perinatal con experiencia de más de quince años en el trabajo con Primera Infancia, Adolescencia y familias en situación de parentalidad y crianza. Parte de esta tarea fue desarrollada en Casalunas, presencia salesiana fundada en el año 2000 por exalumnas de distintas casas, dedicada a favorecer espacios de cuidado y crecimiento para el bebé y su familia.


SINTONIZANDO CONDONBOSCO

P. Ángel Fernández Artime / Rector Mayor de los SDB

Creo que de esto se trata mis queridos lectores, de sentir que nuestra vida es plena. Me parece que es una aspiración muy humana. Y en este sentido he de decirles que voy conociendo en la vida a muchas personas que viven y han vivido una vida plena. Y yo me propongo a mí mismo seguir esta estrada. Comienzo por contarles dos hechos de vida que me parecen que, por lo significativo de las edades de las personas, merecen atención. En uno de mis viajes del mes de mayo, después de la preciosa fiesta de María Auxiliadora en Valdocco‐Turín, inicié mi visita a las presencias salesianas de Croacia. A una de las presencias llegamos a las 10 de la noche. Al entrar en el patio sonaba la música de danzas típicas y un grupo de unos 150 niños, adolescentes, jóvenes y algunos papás estaban presentes, esperándonos. También la comunidad salesiana, y entre ellos, ante mi asombro y emoción, vi a uno de mis hermanos Salesianos (omitiré su nombre para no hacerle sentir vergüen‐ za al saberse nombrado) que con sus 92 años, con su sotana vieja que más bien parecía de los tiempos de Don Bosco, y con una sonrisa y un rostro lleno de paz, estaba danzando y bailando con los jóvenes mientras nos esperaban para darnos la bienvenida. Al día siguiente pude ver, en distintos momentos de las diversas celebraciones, que nuestro hermano nonagenario era aclamado por los jóvenes, lo aplaudían, lo llamaban, y él sonreía y consentía en tantas cosas que los jóvenes le decían y hacían… Y me dije: “He aquí a un Salesiano que ha tenido y tiene una vida plena”. No he dicho una vida fácil, (incluso le tocó vivir el hambre y la dureza de la segunda guerra mundial, y así me lo contaba), pero sí una vida llena de sentido y llena de felicidad en lo esencial. Pero resulta que pocos días antes, en la fiesta en Valdocco a la que ya me he referido, estaba con nosotros otro Salesiano de 94 años. Vivir la fiesta de María Auxiliadora en Valdocco es para él siempre un regalo, y aunque bromea con que el próximo año ya estará en el paraíso, también este año conseguimos celebrar juntos ese día maravilloso. Mi asombro reside en que, a sus 94 años, se ofreció varias veces para acompañar a algunos Salesianos y laicos de Argentina a conocer algunos de los lugares más significativos de Turín como el Santuario de la Consolata. A su regreso estaban cansados, especialmente él, pero durante días ha compartido con aquellas personas esa alegría del estar en la casa de Don Bosco y conocer todo lo que significa.

Añado un último testimonio que pienso que impacta al mundo entero. El Papa Francisco, que en diciembre llegará a su 82 cumpleaños si está en la voluntad de Dios, y que toca las con‐ ciencias del mundo, porque su opción es vivir una vida sencilla, y una vida plena desde el Evangelio. Moralmente se le reconoce como el hombre más influyente del mundo en este momento. Sus mensajes van cargados de sen‐ cillez y de búsqueda de autenticidad, invitando a quienes lo deseen a dejarse tocar por esta fuerza de Jesús. Aquí radica la plenitud de estas vidas y de mu‐ chas más. Se trata de vidas que se quieren vivir desde el servicio, la donación, el Amor. Y qué decir de millones y millones de mamás, de pa‐ pás, de abuelos y abuelas que se sienten muy plenos en este vivir para donarse. Y es que cuando es el Amor quien llena una vida, los es‐ fuerzos, los sacrificios y los cansancios no su‐ ponen nada, no cuentan. Esta es la clave para las vidas plenas, cuales‐ quiera que sean: Vidas que se viven desde el Amor y con Amor. Deseemos que sea así la nuestra.

Y no dejaba de preguntarme, ¿qué es lo que le da esa fuerza, esa motivación…? 9


HACIENDOHISTORIA

PAOLA DE LOS SANTOS, del Movimiento Tacurú

Una decisión a solas

que dio vida en abundancia La maternidad la enfrentó a grandes decisiones vitales cuando aún no se sentía preparada. “Tuve que encarar el ser madre sola, y pasé muchas cosas con mi hijo que solo él y yo sabemos”, con‐ fiesa Paola de los Santos en una entrevista concedida al Boletín Salesiano. En 2012 se vinculó al Movimiento Tacurú, donde se siente en casa, y conoció a compañeros y coordinadores que la incentivaron a estudiar, a lograr cosas antes impensadas para ella, a mar‐ carse metas y a no bajar nunca los brazos. 10


“La vida te pone obstáculos en el camino pero hay que superarlos, y de ellos sacar siempre lo positivo, lo mejor, y nunca bajar los brazos” en un curso para educadores que termina en octubre. Me va a servir para trabajar en casas salesianas y en CAIF. Es algo que me gusta, me siento bien, que me hace ir para adelante y no quedarme estancada en el mismo pozo, y progresar. Vieron algo en mí y me incentivaron a estudiar. Al principio me costaba porque soy muy vergonzosa, pero de a poco me fui soltando. Aprendo cosas interesantes que no sabía cómo se hacían. Eso me ayudó a cambiar como per‐ sona, a evolucionar. Hoy sí puedo hacer co‐ sas que antes ni pensaba. Y ya tengo nuevas metas, como estudiar auxiliar de limpieza, y hacer el liceo que nunca lo empecé. Hice algunas materias de corte y confección en la UTU, y ahora quiero terminar el curso. Estoy viendo si puedo hacerlo el año que viene en el Jubilar nocturno. Es que ahora me siento segura para poder hacerlo, porque tengo una familia atrás en mi casa. Tengo un ma‐ rido con el que puedo dejar a los gurises, y eso me da tranquilidad. Estoy haciendo algo por mí y eso me hace sentirme bien, y así estar bien con los de‐ más. Es una forma de dar el ejemplo, por‐ que le podés decir a tu hijo esto o aquello, pero si hacés otras cosas no sirve de nada.

¿Cuándo te vinculaste con Tacurú? En 2012, cuando empecé en el programa de barrido. Ahí vivía con mi abuela aún y gracias a la ayuda de todos, mis “compas", la gente de Tacurú, y la del 13 (que ya no está más), logré hacerme mi casita. Cumplí mi convenio y cuando terminó pasó un tiempito y me volvieron a llamar pero esta vez para trabajar en la limpieza de la Casa Tacurú. Y sigo acá, que si bien es mi trabajo, para mi es mi segunda casa. Me gusta, me llevó bien con todos, me siento cómoda. Estoy haciendo un camino lindo en el que me gustaría seguir. Pero no te quedás solo con eso ya que estás estudiando, formándote para mejorar... Sí, los miércoles de 18 a 20 horas participo

Hoy podés emprender proyectos porque estás acompañada pero ¿fue siempre así? Cuando nació Brian, mi hijo que tiene hoy 9 años, estaba separada de su padre. Él era muy inmaduro y estaba para la joda, así que tuve que encarar el ser madre sola, y pasé muchas cosas con mi hijo que solo él y yo sabemos. Fue duro, pero con la ayuda de mi familia y mis compañeros salimos adelante. Salía a las 6 de la mañana y volvía a las 7 de la tarde, y ahí mi abuela me ayudó mucho. Cuando Brian tenía 4 años el padre entró en razón, encaró la vida, y formamos nuestra pareja. Luego vino Natasha, y estamos bien, por el camino de la familia. Pero criar al primero sola me ayudó a madurar como persona y a ser madre. Costó, pero se crece. La vida te pone obstáculos en el camino pero hay que superarlos, y de ellos sacar siempre lo positivo, lo mejor y nunca bajar los brazos. En esa etapa tuve compañeros excelentes, que están hasta hoy, y coordina‐

dores que me dieron para adelante, que me entendieron.

FICHA PERSONAL

PAOLA

DE LOS SANTOS Tiene 29 años y vive en la zona de Unidad Casavalle. Desde 2012 está vinculada al Movimiento Tacurú. Tiene a su pareja, padre de sus dos hijos: Brian de 9 años y Natasha de 2 años. Esas decisiones que tuviste que tomar en soledad, más allá de la gente que te quiere y que estaba cerca ¿fueron difíciles? Sí, pero eran mías más allá de todo. Él no pi‐ dió venir al mundo, y esa responsabilidad era mía, e hice todo para ser la mejor ma‐ dre, y con ayuda, me salió bien. Estudia, ha‐ ce deportes, y tiene las picardías de cual‐ quier niño. ¿Considerás que el trato que te han dado en Tacurú ha sido clave para tu desarrollo? Sin lugar a dudas. Cuando estaba sola, me dieron herramientas para seguir por el buen camino, y está en uno si las tomá o las deja. Algunos dicen que ahí te lavan la ca‐ beza con la Iglesia, y no es así para nada. Si vos querés, sí, pero eso está en vos. Cuando precisé siempre me han ayudado. 11


VALELAPENAVIVIRASÍ

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El silencio Una herramienta para escuchar la vida Presumían que no estaban hechos para vivir en el silencio, sin embargo, decidie‐ ron aventurarse a vivir la experiencia “única” de “Shemá en el silencio”: un retiro espiritual como dinámica de apertura a la interioridad y un espacio de escucha. En el silencio, Gabriel Silva y Valeria De María, contactaron con esos lugares internos de los que habitualmente solían escapar, para vivir al límite la experien‐ cia de encuentro consigo mismos y con Dios, desentrañando qué papel juega Él en sus vivencias cotidianas.

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Nos late el corazón todos los días y en todo momento pero no lo escuchamos nunca. Es necesario hacer silencio para escuchar eso mínimo que también es vida Valeria

La soledad como algo buscado, fruto de la decisión de propiciar el silencio es la invita‐ ción que brinda una de las tres instancias del Shemá: una propuesta del Movimiento Juvenil Salesiano que busca animar expe‐ riencias que ayuden a los jóvenes en sus decisiones de vida. Es para aquellos que quieren seguir creciendo y hacer partícipe a Dios en sus búsquedas y proyectos. Gabriel Silva tiene 23 años, es animador del Colegio Maturana (donde fue alumno) y del Oratorio “La Esperanza” del barrio Manga. Valeria De María tiene 29 años y desde los nueve que forma parte del Colegio Domin‐ go Savio donde actualmente es tallerista de teatro, brinda catequesis para los niños de Primaria y está involucrada en las activida‐ des de la Pastoral. Ambos coinciden en que tomar la decisión de participar en el retiro no fue nada fácil, 14

ya que tenían una noción de lo que les es‐ peraba y era un desafío para el que había que estar preparado. A Valeria, la última e‐ tapa del Shemá era la experiencia que le generaba más miedo dado que se iba en‐ contrar con esos lugares internos de los que habitualmente intenta escapar. En el caso de Gabriel, la decisión se fue to‐ mando de a poco: “Le pregunté a mis com‐ pañeros que ya habían vivido la experiencia y me quedó la sensación de que eso no era para mí. Pasó un tiempo hasta que me llegó la invitación a participar, comencé a refle‐ xionar y cuestionarme si realmente la iba a pasar bien, si me iba a gustar ir a pasar tres días sin poder hablar, hasta que me di cuenta de que podía ser una experiencia única en la vida, totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados”. Pasando raya a la vivencia, ambos resalta‐

ron que fue sumamente reveladora, donde pudieron encontrarse a sí mismos, obser‐ vando y reflexionando sobre distintos as‐ pectos de la vida, y qué papel juega Dios en ellas. UN SILENCIO HABITADO El silencio cobra un protagonismo absoluto en este retiro donde si bien se vive en co‐ munidad, la comunicación verbal queda re‐ legada. Un silencio no como ausencia de rui‐ do sino como una herramienta que ayuda a explorar la realidad de cada uno y su entor‐ no, desde una perspectiva diferente. Esta propuesta ayudó a Gabriel a darle sen‐ tido y un valor diferente al silencio en su vi‐ da. Destaca que en la vorágine de la vida es fundamental tener un espacio personal donde se pueda rever lo que se está ha‐ ciendo, buscar qué se puede mejorar, qué es lo que uno necesita y por dónde va. Es ahí


Dios está en todos nosotros y siempre nos quiere decir algo. Hay que saber interpretarlo Gabriel

donde se hace un análisis profundo, viendo todos los detalles. Además agrega que desde allí no solo se ve a sí mismo sino que también puede escuchar a los demás y sus necesida‐ des. “Aprovecho mucho los viajes en ómnibus yendo y viniendo del trabajo. Me detengo a observar a las personas, a ver qué les pasa. El silencio también va en el observar a los demás y si puedo ayudarlos, los ayudo. Ver qué gestos hacen, a dónde dirigen su mirada, todos esos factores nos están queriendo comunicar algo de la persona”. Para Valeria este silencio que propone el Shemá está totalmente habitado: “Tanto de Dios que está ahí, pero también de mí, de todo esto que late y pasa en mi interior. Hay una Valeria que está hablando y si yo hago este silencio la voy a escuchar. Cuando em‐ pezamos a ir profundo en nosotros mismos nos vamos dando cuenta de que en verdad no hay silencio, hay un montón de otras

cosas. Nos quejamos del ruido de afuera, pero este lo que hace es ayudar a tapar todo eso que está en nuestro interior. Por eso, este silencio está lleno de vida, Dios nos está tocando el hombro permanentemente y acá no hay donde escaparte. Por más que corras hacia cualquier lugar, pongas la música que pongas, lo que está pasando, está adentro”. LO DIVINO DE NUESTRO INTERIOR Uno de los grandes encuentros que genera el silencio es con Dios. Solemos salir en su búsqueda mediante el contacto con el otro o desde el servicio, pero también habita en cada uno de nosotros. Un Dios que se mani‐ fiesta de manera constante y hay que estar atento para escucharlo. Valeria comenta que ese Dios que la habita, tiene que ver con quien es ella, sus miedos, aciertos y errores. Es el único que realmen‐ te la conoce sin máscaras y es importante

encontrarlo para así después verlo en los demás. “Es algo tan simple como que nos late el corazón todos los días y en todo mo‐ mento pero no lo escuchamos nunca. Es necesario hacer silencio para escuchar eso mínimo que también es vida. Nuestra fe ha‐ bla de eso, somos casa del Espíritu Santo y, sin embargo, salimos a buscarlo afuera, en‐ tonces primero lo reconozco en mí y des‐ pués lo salgo a buscar. Es algo que cuesta, pero aprendí que esa es la manera”. Gabriel expresa que todos somos instru‐ mentos de Dios y es Él quien nos guía por el camino. “Lo difícil es escucharlo, lo verbal se vuelve a veces muy confuso, entonces hay que escucharlo también en los gestos, en las emociones. Habla mucho por ahí. Dios está en todos nosotros y siempre nos quiere decir algo. Hay que saber interpretarlo”.

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CONNOMBREYAPELLIDO

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Damián Velázquez, Profesor de Literatura, Diácono Permanente

“Hay muchos jóvenes que no tienen a nadie que los haga sentirse amados”

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“Bueno, Damián, algo hay que hacer con tu vida”. Esas palabras fueron pronunciadas por su profesora de teatro, una actriz retirada que cuando él huyó de la Escuela Municipal de Arte Dramático empezó a buscarle carreras. Así fue que lo persuadió de estudiar Profesorado de Literatura. Veinte años después asegura “no hay dinero que pague la satisfacción de hacer una tarea en la que uno descubre un sentido”. Damián Velázquez, docente del Instituto Juan XXIII y del Liceo 26, asegura que la soledad es una de las epide‐ mias de nuestro tiempo, y que de todas sus variantes “la soledad en falsa compañía es la peor de todas”. Tam‐ bién es Diácono Permanente, llamado en el que descubrió muchos “puntos de encuentro” con su primera vo‐ cación. “La Buena Noticia del Evangelio no es solo para los católicos, sino para todas las personas, es inclusiva e ilumina todas sus dimensiones”, afirma. ¿Cómo fue el discernimiento de tu vocación docente? Bastante accidentado. Hice casi todo el liceo en el 26, actual‐ mente “Líber Falco”, que en ese entonces tenía Ciclo Básico y Bachillerato. Cursé 5to. Biológico y 6to. de Medicina porque te‐ nía el material y los apuntes de mi hermano mayor, Javier, pero cuando terminé no tenía idea de qué quería hacer. Entonces empecé a trabajar: primero en un supermercado, luego en una zapatería. Un día les dije a mis padres que quería se actor y su respuesta fue que si esa era mi decisión, fuese “actor en serio”. Así fue que comencé a preparar el examen de admisión para la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD) con una actriz retirada, Marisa Paz. Quedé seleccionado, inicié las clases y al segundo día salí corriendo. Digamos que ciertos ejercicios de expresión corporal me hicieron darme cuenta de que la EMAD no era para mí. Pero esta huida fue lo mejor que me pudo haber pasado, porque seguí haciendo teatro con Marisa y fue ella quien un día me dijo: “Bueno, Damián, algo hay que hacer con tu vida” y empezó a buscar posibles carreras para mí. Una de ellas fue Profesor de Literatura. La verdad es que en el liceo nunca me había gustado la materia, pero Marisa me había puesto a recitar a Machado, a García Lorca, a Miguel Hernán‐ dez...Decía que un buen actor debía saber recitar poesía. Me gustó la idea, así que entré al Instituto de Profesores Artigas (IPA). Como escribió el poeta que da nombre a mi liceo: “La vida gira como todo gira y tiene colores como los del cielo”. Pasados más de 20 años, ¡no sabés cuánto le agradezco a Marisa! No hay dinero que pague la satisfacción de hacer una tarea en la que uno descubre un sentido. ¿Y cómo nace la inquietud para ser Diácono Permanente? Muchas veces he tenido la sensación de que mi entorno tenía más clara mi vocación al diaconado que yo mismo. En el año 2011 hubo un llamado a posibles candidatos para comenzar un proceso de discernimiento. El Diácono de mi parroquia me lo comunicó y me pidió que lo considerara. Cuando llegué a casa y le conté a mi esposa, me respondió con mucha naturalidad que ella tenía claro que en algún momento yo iniciaría ese camino. Así que lo inicié. Mi padre también estuvo muy presente en esta decisión, él había empezado el mismo proceso en el lla‐ mado anterior y no pudo concluirlo porque se enfermó y fa‐ lleció un año antes de que yo iniciara el mío. 18

¿Cuál es el desafío de unir evangelización y docencia?, ¿hay puntos de encuentro en‐ tre ambas vocaciones? Puntos de encuentro, todos. En primer lu‐ gar, la Buena Noticia del Evangelio no es so‐ lo para los católicos, sino para todas las per‐ sonas, es inclusiva e ilumina todas sus di‐ mensiones. Su anuncio es vivido por seres humanos, profundamente vinculados a una cultura, y su construcción no puede rea‐ lizarse al margen de la misma. Por lo tanto, la evangelización siempre debe ser y vivirse desde ahí. Por otra parte, el Evangelio, como escribió José María Castillo, “no es una religión, sino un proyecto de vida”. La primera preocupa‐ ción de Jesús fue el sufrimiento y la margi‐ nación de las personas. Por eso creo que cuando procuramos humanizar la parte del mundo que nos toca, estamos evangelizan‐ do. Este es el camino que nos propone Je‐ sús, como alternativa a una sociedad do‐ minada por el tener, el aparentar y el im‐ ponerse a los demás. Muchísimos jóvenes anhelan esta propuesta de vida, pues en el fondo, aunque inmersos en el consumo y en la tecnología, están asqueados. ¿Qué es para vos la soledad? Una experiencia humana que está presente en diferentes etapas de la vida y se mani‐ fiesta de manera diversa. A veces es busca‐ da y otras, impuesta. La primera es necesa‐ ria y es fuente de calma, la segunda, padeci‐ da y puede convertirse en una tortura. ¿Qué experiencias de soledades conociste a través de la literatura y del diaconado que te marcaron? Habría miles de ejemplos de soledad en la literatura, ya sea buscada o impuesta. En La


Metamorfosis de Kafka, por ejemplo, la soledad deviene en una deshumanización progresiva. La conversión de Gregorio Sam‐ sa en un “insecto monstruoso” no es más que la materialización de su soledad y alie‐ nación. Por otra parte, existe la soledad del héroe trágico, que viene de la conciencia de tener que tomar una decisión in‐ transferible. Lo vemos, por ejemplo, en los personajes de Sófocles, en los que la so‐ ledad es indispensable para la toma de una decisión ética. Es necesaria para el encuen‐ tro con uno mismo. En relación al diaconado, creo que la so‐ ledad podría considerarse como una de las epidemias de nuestro tiempo. Frecuente‐ mente, en la salida de la Misa, alguna per‐ sona me dice: “¿Puedo hablar cinco mi‐ nutos contigo?” y la charla se prolonga más de una hora. La gente está muy sola y muy necesitada de escucha. Ni hablar de la so‐ ledad que se vive en las casas de salud que atendemos desde la Parroquia. Muchísi‐ mos ancianos son abandonados en ellas y se mueren solos. Este sistema de vida, en el que estamos inmersos, lleva a que las per‐ sonas mayores sean desplazadas del centro de la vida familiar. Y esta soledad es la que hay que combatir, porque nos deshumani‐ za. Tenemos que ser capaces, en la medida

de nuestras posibilidades, de compartir nuestro tiempo. Nos beneficiaríamos to‐ dos. ¿Qué soledades percibís hoy en los jóve‐ nes? Muchísimas. La soledad en falsa compañía es la peor de todas. Por un lado, la mayoría de los jóvenes están sumidos en la tecnolo‐ gía, hiperconectados en las redes sociales, pero todos sabemos que esos vínculos son superficiales. Un mundo virtual en el que lo más importante es “parecer” y no “ser”. La ausencia de algunos “me gusta”o de un puñado de seguidores en Instagram, o en cualquier otra red, alcanza para provocar la deprimente sensación de no haber sido capaces de conectar con los demás. Estar presentes a todas las horas, en todas las redes sociales es lo que les permite enmas‐ carar su verdadera soledad. Todos necesita‐ mos de vínculos sólidos y de relaciones auténticamente humanas, hablemos de lo que hablemos y digamos lo que digamos. Y hay muchos jóvenes que no tienen a nadie que los haga sentirse amados, como decía Don Bosco, no basta amarlos. Otro aspecto que percibo en la soledad de los jóvenes, que se desprende de lo ante‐ rior, es la escasez de vínculos, de lazos

verdaderamente humanos. A veces los jó‐ venes sienten que “no existen”. Como do‐ cente, me sucedió en incontadas ocasiones que un alumno me pidiera conversar sobre su promedio o sobre la materia y en reali‐ dad fuera el pretexto para buscar una o‐ rientación adulta en esta etapa de su vida. ¿Sentís que están muy solos y se dejan acompañar? Ambas cosas. Hay una viñeta de Tute que está genial. Un adolescente le pregunta a otro: “¿En tu casa están a favor o en contra de...?” (determinado tema, no recuerdo cuál) y el otro responde: “En casa no están”. ¿Los jóvenes huyen de la soledad? ¿Logran convivir con la soledad? La soledad impuesta tiene muchas formas: que no nos entiendan, que no podamos ser nosotros mismos, que no podamos comu‐ nicarnos o relacionarnos con los otros, que no seamos capaces de establecer un diálo‐ go o de crear lazos. De esa soledad, sí hu‐ yen. Como huimos todos. Como dice Ale‐ jandro Dolina, es preferible “una desdicha en comunión” que una “alegría en sole‐ dad”. Pero, por otra parte, la soledad existe y no se nos enseña a convivir con ella. Es más, ni 19


siquiera se habla del tema. Por eso adquie‐ re tanta intensidad y tiene para ellos tanto sabor a fracaso y a frustración. ¿En las casas salesianas hay un modo de acompañar a los jóvenes en sus soleda‐ des? ¿Cómo es? A mí, que no soy exalumno salesiano, me impactó desde que comencé a trabajar en el Instituto Juan XXIII, el tema de la presen‐ cia. Más de una vez me preguntaron cómo hacían los Salesianos para tener tantos jó‐ venes. Creo que no hay una “fórmula se‐ creta”, lo más importante es estar disponi‐ ble. En mis comienzos, me asombraba ver a los sacerdotes en el patio, con termo y mate bajo el brazo, conversando con los gurises, a los educadores “mezclándose” con ellos en las convivencias, a los asistentes “mano a mano” con los alumnos. Creo que esa es la mejor forma de acompañarlos. Cito a Do‐ lina, nuevamente: “La felicidad se parece mucho a la comunión y la tristeza a la soledad”. ¿Cómo acompañás a los jóvenes en sus soledades? ¿Cómo caracterizarías la forma de acercarte a sus realidades? Como puedo. Como recién mencioné, hay que estar disponible y tener tiempo para ellos. Porque la soledad solo se supera dia‐ logando. Uno no se siente solo si tiene con quién hablar. Ahora bien, las palabras no nacen cuando son dichas, sino cuando son escuchadas. La mayoría de las veces lo que los jóvenes necesitan es, simplemente, que alguien los escuche. En otras ocasiones, escucharse a sí mismos. Me ocurre con frecuencia que la respuesta o el consejo que venían buscando ya estaba en ellos. Porque, generalmente, los jóvenes intuyen qué “está bien”y qué “está mal”. La madu‐ rez humana se encuentra muy ligada a la capacidad crítica. Otras veces hay que a‐ yudarlos a ver que no todo es blanco o negro y que las dificultades existen. Crecer humanamente no es un acto armónico y placentero de principio a fin. La frustración forma parte de la vida. Para acompañarlos en ese camino, hay que tener paciencia res‐ 20

peto y confianza. ¿Qué aprendés vos de las historias de soledades de los jóvenes? Uh...muchísimo. Sus historias me enfrentan a la sociedad actual y a lo que hemos cons‐ truido. Trato de hacer una lectura creyente de lo que ocurre: qué signos negativos y qué esperanzas hay. Veo que el afán de dinero produce soledad y es lo nos quita el tiempo necesario para las cosas importan‐ tes. A un estrés incesante, a un vivir sin sa‐ ber muy bien para qué, los adultos le lla‐ mamos: “ganarse la vida”, es un contrasen‐ tido. Sin embargo, el ser humano es un ser en búsqueda y, como escribió Víktor Frankl, en “búsqueda de un sentido”. Por eso veo con esperanza el hecho de que los jóvenes perciban contradicciones en su entorno y las cuestionen. Adaptarse a una sociedad que está enferma nos hace terminar igual de enfermos; cuestionarla permite recupe‐ rar la dignidad humana.

¿La soledad es el mal de nuestro tiempo? Uno de los problemas, seguramente, sí. La soledad siempre fue parte de la condición humana, pero creo que la diferencia es que ahora se percibe como un problema. Inclu‐ so hay países que han creado “ministerios de la soledad”, Reino Unido, por ejemplo. La soledad es un asunto de Estado. Fuerte, ¿no? ¿Cuáles son tus necesidades? El Canario, subdirector del Juan, siempre di‐ ce “¿Quién acompaña a los que acompa‐ ñan?”, así que le voy a robar la frase, que no sé bien si es de él. Te comentaba en otra pregunta sobre la necesidad que veo en la gente de hablar, de ser escuchada. Uno ha‐ ce lo mejor que puede, pero inevitablemen‐ te “absorbe” la angustia, los problemas. Los diáconos tenemos la bendición de nuestras esposas, que son quienes nos acompañan, pero nos haría falta otro tipo de acompaña‐ miento, más profesional.

FICHA PERSONAL Edad: 41 años Estado Civil: Casado con Magdalena Profesión: Docente Estudios: IPA de Literatura e IPA de Idioma Español. Facultad de Teolo‐ gía: Maestría en Ciencias Religiosas (falta tesis) Lugares donde trabaja: Juan XXIII y Liceo 26 (nocturno)


SINTONIZANDO CONDONBOSCO

Sor Yvonne Reungoat Superiora General de las FMA

CONSTRUYAMOS UNA SOCIEDAD

CASA ACOGEDORA Y ABIERTA PARA TODOS Queridos amigos de la Familia Salesiana de Uruguay: Llega Setiembre, y para ustedes en el hemisferio sur, es el mes de la primavera, cuando todo se re‐ nueva y vuelve a llenarse de vida. Una estación que todos asociamos a los jóvenes, casi incons‐ cientemente, por su fuerza, su entrega, su ale‐ gría; porque son la esperanza… Sin duda que "los jóvenes" simbolizan todo eso. En este servicio que me han encomendado mis hermanas, visité muchas obras educativas y so‐ ciales por todo el mundo. En todas partes hallé jóvenes de distinta procedencia, cultura o re‐ ligión: jóvenes abiertos, a la búsqueda de la ver‐ dad y del significado de la vida; jóvenes que lu‐ chan por ser protagonistas vivos y activos en su contexto. Cada historia suya está marcada por el entorno y la experiencia personal. Y también pude descubrir otras historias ocultas detrás de muchos ojos tristes o de miradas de desencanto y desesperanza. Jóvenes alcanzados por las antiguas y las nuevas pobrezas. Jóvenes indiferentes hacia la vida y que navegan en el relativismo, poniendo todo al mismo nivel. Don‐ de todo tiene el mismo valor y nada tiene ver‐ dadero valor. El riesgo es que la crisis existencial

se haga permanente en sus corazones. ¿Cómo percibir la necesidad de Dios en muchos jóvenes que parecen resignados, desanimados, sin prospectivas? Jóvenes que intentan evadir un "presente" doloroso, difícil o aburrido ‐ a veces frustrante y lleno de decepciones ‐ en busca de nuevas experiencias que exalten sus aportaciones, a veces huyendo en mundos irre‐ ales a través de las drogas, los juegos de riesgo, etc. En el CG XXIII escuchamos su sincera invitación: "¡No tengan miedo de los jóvenes!". No solo hay jóvenes indiferentes, resignados. Son cada vez más los que tienen "nostalgia de espirituali‐ dad", buscan la verdad y la libertad, aspiran a redescubrir su originalidad personal, quieren transparencia en las relaciones, buscan la amis‐ tad y el compañerismo, quieren construir una nueva sociedad fundada en los valores de la justicia, la paz, el cuidado del medio ambiente, la atención a la diversidad, la solidaridad, el volun‐ tariado y la igual dignidad entre hombres y mu‐ jeres. Jóvenes que no quieren solo estar mi‐ rando desde el balcón1, ni estar solo indignados,

sino ocupados, creativos, llenos de esperanza y de futuro. Si llegamos hasta las periferias de la realidad, en particular de la juvenil, con la mirada mariana, nos acercamos a la vida y a las personas en su fragilidad, intuimos su deseo de volver a levan‐ tar la cabeza. Nos ayudamos recíprocamente a llevar los unos las cargas de los otros (cf Gal 6,2). Nos volvemos personas y comunidades que se dejan formar y evangelizar por lo que es peque‐ ño y pobre. Logramos acompañar a otros al en‐ cuentro con Jesús. De este modo, nuestra ex‐ periencia se comunica por atracción y nos hace capaces de involucrar a muchas personas para construir una sociedad como casa acogedora y abierta para todos; un lugar donde se aprende una cultura del encuentro, de la fraternidad solidaria, de la alegría. Que María la Madre de Jesús, con su estilo de vida, nos forme en la docilidad al Espíritu, nos motive a tejer relaciones sencillas, directas, cordiales, de persona a persona, a vivir junto a los jóvenes, la urgencia misionera.

1. Papa Francisco durante la Jornada Mundial de la Juventud (13/7/2016).

DEOTROSLARES Procura de New Rochelle logró figurar en GreatNonprofits 2018 “Salesian Missions”, la Procura Misionera Salesiana de New Rochelle, es una de las primeras organizaciones en ganarse un lugar en el prestigioso ranking de “GreatNonprofits 2018”. Este premio se otorga a organizaciones sin fines de lucro cuyos bene‐ factores y voluntarios expresaron historias excepcionales sobre su trabajo. “GreatNonprofits”, comparte esas historias para inspirar a más donantes y a mayor cantidad de voluntarios como sea posible. “GreatNonprofits” es el sitio web líder para encontrar, revisar e intercambiar información sobre organizaciones sin fines de lucro. Más información sobre“GreatNonprofits 2018” en Hhttps://greatnonprofits.org/

Ghana: Que partir no sea el único camino “Partir debe ser una elec‐ ción, no el único camino”. Es la convicción que anima a los Salesianos y a la ONG “Servicio Voluntario Inter‐ nacional para el Desarrollo” (VIS) en su servicio a los jó‐ venes en los países en de‐ sarrollo. En Ghana, gracias a los cursos de capacitación en agricultura ecosostenible, muchos jóvenes tienen la oportunidad de aprender un oficio, crear empleos y, al mismo tiempo, combatir la trata de personas.

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MEGUSTACOMENTOCOMPARTO


MEGUSTACOMENTOCOMPARTO

Me encuentro solo,

sin un amor

Esta página se refiere a la lectura del Evangelio según San Juan (6,60‐69) proclamada en la Misa del 26 de agosto, Domingo XXI del Tiempo Ordinario. Si leíste el tulo de esta nota sin poder e‐ vitar cantarlo, quedan en evidencia las tres o cuatro décadas que tenés encima o tu fana smo por Calamaro. Ahora, si la frase del tulo refleja tu estado de ánimo, actual o pasado, quedate tranqui: no hay edad ni gusto musical que escape a la experiencia de la soledad, y al mundo de sen mientos que ella despierta. En el mismo Evan‐ gelio Jesús vive esta situación en muy diver‐ sas circuntan‐ cias. A veces las busca, co‐ mo cuando pa‐ sa la noche re‐ zando en lugares a‐ P. Francisco Lezama sdb partados (por ejemplo, Lc 5,16). Muchas veces esto estaba relaciona‐ do con momentos fuertes de la vida de Jesús, como los intentos de proclamarlo rey después de la mul plicación de los panes (Jn 6,15). Otras veces ene que ver con la preparación de situaciones especiales, co‐ mo cuando eligió a los doce apóstoles (Lc

6,12). Es esa una soledad buscada, necesi‐ tada, que no está vacía sino llena de sen do y de un silencio que alimenta el alma. La lectura que se lee este domingo también entra en esta cues ón, pero no es tan claro a primera vista qué siente Jesús sobre la posibilidad de que todos lo dejen solo. Después de su discurso sobre el Pan de Vida, algunos discípulos se quejan: es dura esta palabra. El evangelista Juan juega con el lenguaje: ¿Qué es lo duro? ¿Se trata de las palabras que dijo Jesús? ¿O es Jesús mismo (la Palabra hecha carne) quien es duro, “di cil de tragar”? Nos cuenta el evangelista que “muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo”. Jesús, en vez de achicarse, de cues onarse, de comenzar una campa‐ ña de adherentes o algo así para recuperar seguidores, redobla la apuesta, y llama a los Doce para preguntarles: “¿También ustedes quieren irse?”

ría por un lado que adheriría al viejo dicho: “Más vale solo que mal acompañado”; preferiría que quienes lo siguiesen estuvie‐ ran dispuestos a asumir todas las conse‐ cuencias que implicase la Buena Nueva del Reino. Pero por otro lado también se puede inter‐ pretar un dejo de amargura en el dicho de Jesús: su vocación es la comunidad y su es‐ lo es el de la familia. Sería di cil imaginar un Jesús que con nuase en solitario hasta el final de sus días, que renunciase a la ex‐ periencia de la vida compar da… Sabemos cómo termina la historia. Ese Je‐ sús que amaba la compañía y el encuentro, termina muriendo solo en la Cruz. Pero su muerte ene un sen do: reunir a todos los hijos de Dios dispersos. Y en su resurrección se derriban todos los muros, pues ya nadie está defini vamente solo: “Yo estoy con us‐ tedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).

No tenemos manera de saber en qué plan Jesús pronunció esta frase. No sabemos con qué cara o qué gesto la acompañó. Parece‐ 23


AQUÍYAHORA

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Buscando luz en la soledad “La vida es como un baile entre la soledad y los encuentros. Y probablemente, momen‐ tos de soledad los hay en todas las vidas”. Con esas palabras el sociólogo y sacerdote jesuita español José María Rodríguez Olaizola presentaba su último libro “Bailar con la soledad” que publicó este año, y se refería a que aún en la soledad hay muchos pasos que pueden ayudar a encontrarse con uno mismo.

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Rodríguez Olaizola explica que la soledad es una experiencia que forma parte de todas las vidas. Cuando la gente dice "es que me siento muy solo", y lo dice con pena, lo que está diciendo es que no querría sentirse so‐ lo. Se siente solo porque no hay una per‐ sona en su vida, o porque falta una persona en concreto a la que echa de menos, o una familia. El diccionario de la Real Academia Española define a la soledad como “carencia volunta‐ ria o involuntaria de compañía” y también como “pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de al‐ guien o de algo”. Un estudio reciente de la Universidad Bri‐ gham Young, en Utah, Estados Unidos, ad‐ vierte que la soledad podría ser el próximo gran problema de salud pública global, jun‐ to con la obesidad y el abuso de sustancias psicoactivas. El estudio afirma que el sen‐ timiento subjetivo de soledad aumenta el riesgo de muerte en un 26%. El aislamiento social y el hecho de vivir solos son aún más devastadores para la salud de una persona que sentirse solo, aumentando el riesgo de mortalidad en un 29% y 32% respectiva‐ mente. La soledad es un sentimiento humano que todo ser humano experimenta, sin embar‐ go, es una experiencia única para cada in‐ dividuo y según su situación puede afectar‐ lo más o menos. El estudio diferencia tres ti‐ pos de soledad: Una que depende fun‐ damentalmente de factores ambientales como la falta de contactos sociales, los con‐ flictos personales, los accidentes, los de‐ sastres, etcétera. Otra es la soledad que se origina en aspectos de la personalidad o por ansiedad, baja autoestima, sentimientos de culpa y dificultades para enfrentar situacio‐ nes difíciles. La tercera es la que lleva a tener el deseo de intimidad o necesidad de relacionarse con los demás. A su vez, Rodríguez Olaizola señala que si bien la soledad suele asociarse a edades avanzadas, a la vejez, “también hay una so‐ ledad propia del adolescente. Y una so‐ ledad del joven que tiene que encarar ries‐ gos, que tiene que dar pasos. Una soledad 26

del célibe y una del casado, del padre de familia, del hombre y de la mujer”. Como jesuita que es, desde los 18 años, se refiere a la soledad del célibe –que consa‐ gra su vida a Dios‐ y el autor explica desde su experiencia que alrededor de los 20 años “la soledad del célibe pesaba mucho más”. “Me asustaba más. Pensaba: `Bueno, esto es ahora, pero ¿y dentro de veinte años, o de cuarenta?...´ Me parecía como el no va más de la soledad. Y he ido aprendiendo que hay soledad en todas las vidas, de ma‐ neras diferentes, y que el célibe la expe‐

rimenta de una forma más mordiente en una etapa, y en otra más reconciliada, vi‐ viendo con mucha más plenitud otro tipo de vínculos y de amistades”, explica. Según Rodríguez Olaizola, en una sociedad “donde todo está hipersexualizado cuesta aprender a vivir el celibato con libertad; co‐ mo una opción, como una llamada. Sin em‐ bargo, asegura que el celibato no significa que no vayas a amar, sino que vas a amar de una manera diferente”. Él llama “la ventana de enfrente” a esa


Como sombras señala que se ha logrado la difuminación de los lazos sociales y familia‐ res, y se ha añadido el peligro de una so‐ ciedad donde cada vez hay menos lazos, o menos vínculos estables donde, al final, es mucho más difícil construir algo sólido. Y eso que es sólido, es un refugio después. “Cada vez es más difícil para las personas vivir la frustración, la crisis, la dificultad. Se considera directamente como algo que no merece la pena pelear por ello. Y demasia‐ das veces, ante la dificultad, ante una etapa de crisis, la solución es romper, cuando la realidad es que no hay una historia que se mantenga solo a base de días radiantes; ni una”, expresa. Y agrega un problema que tiene la sociedad actual y que llama “la tiranía de la felicidad” y que consiste en la necesidad de sentirse bien todo el tiempo. “Parece que siempre tienes que estar bien, y lo cierto es que no va a haber una relación que aguante, ni una vocación, ni una vida”, sentencia. En la homilía de la Misa de inauguración del Sínodo de los Obispos sobre la Familia en octubre de 2015, el Papa Francisco hizo una profunda reflexión sobre el drama de la so‐ ledad de las personas, en medio de un mun‐ do que vive la paradoja de estar globalizado y en el que son cada vez más los que están solos.

percepción de que lo que tiene el otro ‐y yo no‐ parece mejor. “El soltero mitifica la vi‐ da del casado, el célibe la vida de pareja, el casado dice: ´qué bien viven los curas, que no tienen todas estas preocupaciones, to‐ dos estos problemas´... A veces hay una so‐ ledad acostándote en una cama vacía. Pero también cuando una pareja está atra‐ vesando una etapa difícil, y te acuestas al lado de una persona de la que te sientes a años luz en ese momento, en el que se ha instalado un muro... Anda que no hay soledad ahí”, dice.

¿HAY MÁS SOLEDAD HOY? Ante esta pregunta el autor responde que hoy sí se la percibe como un problema, y que en otras épocas probablemente no. Plantea que los cambios que han experi‐ mentado las sociedades tienen luces y som‐ bras. Por un lado trajeron la ventaja de que algunas rigideces han desparecido. Señala que en ese sentido “es bueno que haya una sociedad capaz de poner en reflexión cier‐ tas inercias, ciertos `para siempre´ que na‐ cen más de la obligación que de la con‐ vicción”.

Refiriéndose a la experiencia de Adán re‐ latada en el Génesis, quien experimentaba la soledad porque “no encontraba ninguno como él que lo ayudase”, el Papa explica que en nuestro tiempo “son cada vez más las personas que se sienten solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melanco‐ lía, en la violencia destructiva y en la escla‐ vitud del placer y del dios dinero”. Eso trae como consecuencia “cada vez me‐ nos seriedad en llevar adelante una rela‐ ción sólida y fecunda de amor: en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la po‐ breza, en la buena y en la mala suerte”. “El amor duradero, fiel, recto, estable, fértil es cada vez más objeto de burla y conside‐ rado como algo anticuado. Parecería que 27


do actual Cinco cosas del mun la soledad, que nos arrastran a cisco: según el Papa Fran mansiones globalizado lleno de Tenemos un mundo n de la ció nu mi dis a pero un y rascacielos de lujo, ilias. fam las y res ga ho calidez de los

las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más bajo de tasa de natalidad y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social”. LA SOLEDAD NECESARIA Rodríguez Olaizola dice que es bueno experimentar momentos de soledad. “A veces es incluso necesario, es humano. Lo que no es bueno es considerar que la soledad es un fracaso, o que sentirte solo es un fracaso”, acota.

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biciosos, nes y proyectos am Tenemos muchos pla os. ell de tar ra disfru pero poco tiempo pa dios sofisticados Tenemos muchos me ro un profundo pe de entretenimiento, interior. ío vac nte cie y cre ceres, Tenemos muchos pla s. ore am s pero poco ertades, Tenemos muchas lib ad. ert lib ca po ro pe

Incluso plantea que la soledad a veces “puede ser buscada y querida”. “Hay ciertos momentos en los que necesitamos un es‐ pacio para nosotros mismos. Necesitamos un poco de distancia, de silencio, en todas las vidas. Y esa experiencia de retirarse un poco tiene su fondo; encontrarse con uno mismo. Todos necesitamos ese espacio de silencio, de distancia y de quietud”, asegura.

La soledad es productiva si es voluntaria, si la persona puede re‐ gular las emociones efectivamente, si puede unirse a un grupo so‐ cial cuando lo desee y si puede mantener relaciones positivas fuera de él.

Todo el mundo tiene momentos de soledad por razones situaciona‐ les o porque han elegido estar solos. Estar solo puede experimen‐ tarse como positivo, placentero y emocionalmente agradable si es‐ tá bajo el control de la persona. Pasar un tiempo leyendo, escu‐ chando música, mirando una película, observando la naturaleza, disfrutando del silencio, es bueno. Estudios confirman que la soledad que se busca por elección, puede resultar terapéutica.

El Papa Francisco sostiene que a pesar de que la soledad puede ser una emoción difícil de sentir, también es necesaria e importante en algún momento de nuestra vida. “La soledad, muchas veces, nos recuerda nuestra humanidad, nos enseña que sentirnos unidos con los demás es realmente importante. La soledad también puede proporcionar una oportunidad maravillosa para la sanación, re‐ flexión y el crecimiento personal”.

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SABORABUENASNOCHES

La tardecita De a poquito el sol se ha ido poniendo detrás de la cuchilla, dejando en el cielo un amplio y hermoso cuadro de colores. La paz profunda brota de la tierra. Se la siente en cada pájaro que surca lentamente los aires derecho a su nido. Una sinfonía de ruidos serenos vienen del monte: las gallinetas, las torcazas, el cha‐ potear de un pez en la orilla del arroyo, las ra‐ nas, la cascadita de la cañada, las semillas en las chauchas de los arboles, todo parece tener su lugar para anunciar que el día se va acaban‐ do. Una paz tintinea en cada ruido que se apaga de‐ jando su lugar a esos otros ruidos de la no‐ che. Los grillos se olvidaron de engra‐ sar los ejes de su can‐ to; y en su canto pare‐ ce que respira la tarde entera.

como ajeno a esos seres que beben de la paz tractor y los más chiquitos duermen con su de la tarde. respiración de grillos. Me siento cerca en lo sutil de cada instante, y ese instante se vuelve eterno en mis pensa‐ mientos. En medio de esta inmensidad del campo todo lo que me rodea parece que roza mi piel, pero algo de mí está muy lejos de todo. Siento que las cosas que me rodean son e‐ normes, muchos más grandes que yo. Soy pe‐ queño debajo de este firmamento de her‐ mosos colores. Y ahí de pronto te encuentro. Conmigo empiezas un diálogo. Un viejo diálo‐ go. Siento que estoy despierto con vos mien‐ tras las cosas duermen. Como si me tocara el turno de ser el sereno, que ahora responde al dueño de casa.

Te dije que no gozo la paz. Pero la siento. Te siento cerca, que no te interesan tanto mis preocupaciones cuanto yo mismo. Te siento a P. Adrián García sdb vos mismo, como si cansado de tu función durante el día como el padre de todos, quisie‐ Intento unirme en ese ritmo de respiración ras ahora buscar mi amistad. serena de la madre tierra, pero una sensación de vacío me atraviesa el alma, hasta dejarme A esta hora del día te siento también a vos can‐ con el sinsabor de no poder disfrutar de la paz sado, Tata Dios. También vos buscás la tran‐ que este momento me regala. ¿Por qué esa quilidad del monte. Pero para poder gozarla, tranquilidad exterior no logra ser paz en mi in‐ necesitás construirla. Y me invitás a mí a que terior? Siento algo extraño, no es tristeza, pe‐ te acompañe a construir la paz de la noche ro un parentesco tienen entre las dos. Estoy mientras, a mi lado, los gigantes roncan como

Una luna overa viene gateando el cielo len‐ tamente hacia un nidito de estrellas que tiem‐ blan en su constelación. ¡Señor de los grillos y las estrellas! ¿Qué te puede interesar mi mendrugo de paz, que venía a compartirlo? ¿Qué es el hombre, entre tus cosas grandes, para que te fijes en él y lo invites a compartir tu cansancio y tu trabajo de velar por la paz? Como un nieto mayor voy junto a vo,con los ojos finitos, noche adentro, a contarte mis cosas que a la vez son tuyas también. Así lo quiero, de esta manera solito y en este her‐ moso silencio interior, te las ofrezco Tata Dios. Ahora ya no me siento tironeado. Bajando al monte de mi alma, contigo ya no estoy solo entre los grillos ni los gigantes me dan miedo. Tu sonrisa tierna y mansa son caricias de abuelo. Gracias por hacerme lugar entre tus brazos. Voy soltando las riendas de mi caballo, ya no hay a donde ir, estoy aquí en el lugar donde salí.


DELÁRBOLSALESIANO

Hna. Martha Franco HMA

En tiempos de silencio

ESCUCHAR A DIOS en la intimidad de la conciencia La soledad es una realidad que no le ha sido ajena, pero la sabiduría de los años le ha enseñado, cuando le pesa, a volver una y otra vez a escuchar a Dios que habla en la “intimidad de la conciencia” y a hacerlo siempre “con el Evangelio en la mano". Admite que sintió un “sacudón” cuando las condiciones físicas menguaron su actividad pero, buscando “adentro”, pudo descubrir el sentido de este tiempo “tan bonito” que Dios le regala y las posibilidades nuevas que se le abren. La Hna. Martha Franco, Hija de María Auxiliadora, al hacer un repaso de su propia experiencia confirma que “la soledad gustada no te encierra” sino que conduce a dar lo mejor de sí mismo, a comunicarse y a amar “un poquito más”. Martha, ¿cómo se despertó en ti la vocación a la vida consagrada? No es fácil distinguir un momento preciso. Como dice en uno de sus libros Menapace: “Nunca podremos imaginar todo el amor que el Tata Dios ha puesto al preparar el lugar donde íbamos a nacer y aquel en el que seriamos trasplantados”. Y sí lo reconozco, nací en Tambores, allá en un rinconcito entre Paysandú y Tacuarembó. Viví luego en el campo (Corrales), como dice un canto que me gusta: “Camino de mis recuer‐ dos, tierra oscura y pedregal, rodeado de cerros lindos que me abrazan al llegar”. Ese contacto con la naturaleza, pródiga de belleza, me enseñó muchas cosas: a admirar en el silencio, agradecer, a rezar, a desarrollar la ima‐ ginación y algo de creatividad. 30

La Primaria providencialmente la hice en el Colegio María Auxiliadora de Paysandú; el espíritu de familia que viví allí me conquistó para siem‐ pre; no puedo nombrar una Hermana, mi recuerdo es de una co‐ munidad de mujeres alegres y de mucha amabilidad, que me hablaban de Dios con su estar en medio. Terminada la Primaria fui a otro colegio; pero seguí vinculada a las salesianas porque empecé a ser animadora de otras adolescentes como yo. Dios me hablaba dentro pero ni me da‐ ba cuenta; sé que en las vacaciones cuando llegaba nuevamente al campo, en los largos momentos de silencio, sentada al borde del arro‐ yo, allí no podía acallar su voz. Por eso digo siempre “mi vocación es silvestre”. Me encantaba leer la vida de Main, pues me sentía en sin‐ tonía con sus años de la Valponasca.


A los 16 años las exalumnas fuimos invitadas para abrir un nuevo Oratorio justamente en el Barrio P3 (donde hoy está La Cruzada), en el contacto con estos chiquilines tan pobres, sentí que se confirmaba en mí la certeza del llamado a seguir a Jesús en el carisma salesiano. ¿Discernir una opción vocacional es algo que se hace a solas? Desde mi experiencia digo que no, que siempre es necesaria la con‐ frontación, eso sí la decisión es a solas. En lo que me es personal, desde los 13 a los 18, fui acompañada espiritualmente por el Padre Juan Magnabosco, “un genio de paternidad salesiana”, muy de Dios y con los pies en la tierra. Era respetuoso de tu libertad, pero siempre propositivo; él supo acompañarme sobre todo en los dos últimos años cuando debí luchar con dos realidades: la oposición de mi familia a mi vocación y una primera negativa del Instituto a recibirme por mi realidad física. Algo muy fuerte para una joven, ¿Dios no se estaba manifestando allí? Pero ya había aprendido dos cosas: a escuchar a Dios que habla en la “intimidad de la con‐ ciencia”, a ser fiel a ella, y a confiar porque es el Padre Dios quien te lleva de la mano. Además tenés una madre que es María. Un día las puertas se me abrieron y llegué al Aspirantado. La experiencia anterior me había fortalecido, me ayudó a madurar mi opción y a saber luchar con la adversidad. En todas las vidas está presente la soledad, aunque no todo el tiempo, ¿en tu vida también? ¿Qué te ha ayudado entonces? Así es, está presente en todas las vidas y por supuesto también en la mía; hay etapas de tu vida en que la soledad afectiva se hace sentir con mayor fuerza y me pasó. Tengo presente otros momentos de discernimiento personal o comunitario, donde te volvés a encontrar a solas con el llamado de Dios en tu propia con‐ ciencia, aun sintiendo que no contás con la a‐ probación de todos. En esos momentos me ayudó lo que había aprendido: a “escuchar a Dios adentro, en la conciencia”, siempre con el Evangelio en la mano. Segundo la fuerza de la comunidad, el poder compartir y confiar en lo que la otra hermana entiende, siente y reza. También como dije anteriormente la confrontación, el acompañamiento; gracias a Dios siempre tu‐ ve personas sabias, hermanas, sacerdotes o algún laico que supo escuchar, cuestionar, ilu‐ minar o apoyar. Es importantísima para noso‐ tras la misión compartida en comunidad, la entrega a los chiquilines, la confrontación con la realidad.

Aunque vivas en comunidad, ¿se ha hecho presente la soledad en tu vida? Por supuesto que la vida misma te brinda mo‐ mentos en que experimentas la soledad más dolorosa, como son los momentos de la partida de tus familiares más cercanos. En es‐ tos últimos años mis condiciones físicas me han hecho dejar algunas actividades apostóli‐ cas u encuentros, se siente el “sacudón” y te encontrás otra vez en soledad, aunque vivas en comunidad y todas tus hermanas te a‐ yuden; entonces comencé nuevamente a bus‐ car “adentro”, el sentido de este tiempo tan bonito que Dios me regalaba, las posibilida‐ des nuevas que se me abrían y hoy puedo decir que en lo chiquito y cotidiano me siento tan salesianamente misionera como en la ju‐ ventud. Es que la soledad gustada no te en‐

solo”. Entonces sí, tal vez por la realidad fa‐ miliar y social de hoy existen muchas perso‐ nas, quizás mayores, que no cuentan con el a‐ fecto de los más cercanos y que se van encerrando, perdiendo el sentido y el gusto por vivir. Otras en cambio en las mismas cir‐ cunstancias, se sienten con más libertad para entregarse a los otros con mucha gratuidad. Semanalmente me encuentro con un grupo de mujeres para compartir la Palabra de Dios, vamos siguiendo un evangelista por año. Somos 12 en el grupo y este es el cuarto año que nos encontramos; estos temas salen muchas veces en nuestro compartir y es así como nos hemos ido conociendo, ayudándo‐ nos en diferentes situaciones vitales, y mo‐ tivándonos a vivir con mayor esperanza. A mí personalmente me ha hecho muchísimo bien.

cierra, por el contrario, te lleva a salir de ti misma de alguna manera, a comunicarte, dar de ti, amar un poquito más. En mi familia hay un rasgo que es común a casi todos y es la fidelidad a la amistad, también a mí Dios me lo dio como regalo. Tengo amigos que son de toda la vida o que he ido encontran‐ do en el camino de la misión; esto es un gran regalo, saber que llevas en el corazón tantos nombres y tanto afecto dado y recibido.

Creo que también hay niños, adolescentes y jóvenes que se sienten muy solos; de ahí la necesidad de que en nuestras casas salesia‐ nas puedan contar con personas que sepan escuchar, intuir, estar cerca y de quién puedan sentirse amados. Es importantísimo trabajar con las familias, que se puedan reunir para conversar estos temas e ir aprendiendo unos de otros. En este momento también acompaño dos grupos diferentes de familias y es una riqueza el compartir, por supuesto la que salgo más enriquecida soy yo misma.

¿Creés que hay más soledad hoy en nuestra sociedad? ¿Te has encontrado con algunas personas que lo sienten así? Esto es algo diferente, se trata de “sentirte

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UNAMANOAMIGA

“… si estos jóvenes hubieran tenido un amigo que se preocupara por ellos, los acompañara y les mostrase el amor de Dios, quien sabe si no se hubieran alejado de esta vida que llevan…” Don Bosco (MO)

Acompañantes Acompañados Somos un grupo de animadores, que trabajamos en la Escuela de Oficios Don Bosco (EODB), proyecto perteneciente al Movimiento Tacurú. 32


La EODB, es un Centro Juvenil que funciona en convenio con INAU y pertenece al Sector de las Obras Sociales de la Inspectoría. Está ubicada en el barrio Marconi y atiende diariamente a unos 230 adolescentes de entre 12 y 18 años, con una propuesta que ofrece una formación en oficios (carpintería, electricidad, vestimenta y gastronomía) en cuatro años, que habilitan la continuidad educativa a través de un convenio de articulación con la UTU. Si bien uno de los principales objetivos de la institución es la preparación para un oficio, la propuesta apunta a una formación integral. Es en este sentido que la EODB apuesta por un acompañamiento lo más personal posible. En la EODB, cada uno de los siete grupos cuenta con un referente directo, su animador, quien se encarga del acom‐ pañamiento personal y grupal de los gurises, actuando como la primera referencia para ellos. Este trabajo cuerpo a cuerpo, se realiza en conjunto y coordinación con un equipo técnico formado por psicólogos y trabajadores sociales así como con todos los educadores de cada una de las asignaturas. Esta rica y desafiante tarea, nos implica el acompañamiento del proceso educativo, emocional, así como el contacto con la familia. Asimismo, realizamos el seguimiento formal de cada adolescente llevando el control de la asistencia y de la situación curricular. Todo este proceso hace que conozcamos integralmente a cada uno de nuestros gurises y desde ese lugar participamos en la reunión trimestral de educadores en la que buscamos evaluarlos y así saber, entre todos, cómo continuar acompañándolos mejor. Otro de los modos de acompañarlos es compartiendo semanalmente un espacio de coordinación con todo el grupo. En este espacio nos damos el tiempo para hablar sobre los proyectos que nos unen y los conflictos que nos separan; de ese modo nos vamos educando en la convivencia, aprendiendo a poner en palabras lo que pensamos y sentimos. Para este encuentro semanal, preparamos dinámicas para trabajar la grupalidad y los emergentes de cada clase. Todos los grupos son distintos y la coordinación se realiza a partir de lo que el grupo demande y vaya viviendo. 33


También desde este espacio grupal nos encargamos de motivar, planificar y llevar adelante las actividades comunes a toda la EODB como son las fiestas, convivencias, retiros y campamentos. Otros modos de aportar al funcionamiento de la dinámica de cada jornada es acompañando a algunos educadores en clase y/o taller, así como asistiendo al grupo ante la falta de algún educador o du‐ rante las horas libres. Este tiempo libre, así como el tiempo del pa‐ tio, son espacios privilegiados para poder ver a cada adolescente in‐ teractuar con sus compañeros e ir interviniendo con la “palabra al oído”. La principal característica de nuestro rol es la cercanía personaliza‐ da con cada uno de los gurises, aprovechando todos los espacios que compartimos con ellos, intentando generar un vínculo de con‐ fianza. Desde esa relación, también somos mediadores en situa‐ ciones de conflicto que puedan darse en clase entre los gurises y/o con los educadores. El vínculo que vamos generando nos permite estar atentos y cono‐ cer las necesidades que pueden ir surgiendo en ellos y en su

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familia. La problemática que deviene del contexto se hace presente en lo cotidiano, en las reacciones de los chiquilines, en cómo se ven afectados. El desafío es estar con una mirada profunda y atenta a sus actitudes, a sus silencios y a la carencia de afecto que los gurises y las gurisas viven. Durante nuestra tarea nos encontramos muchas veces frente a situaciones muy complejas, en las que nuestro rol se ve limitado por diferentes motivos, como ser familias ausentes, fa‐ milias que están cerradas a recibirnos, gurises desmotivados para sostener el estudio durante el año. Más allá de las dificultades o los desánimos, el encuentro con los gurises, las charlas, un mate, renuevan las energías y las ganas de estar; de poder seguir compartiendo con ellos sus logros y progre‐ sos. Disfrutamos mucho al ver su crecimiento, ser parte de esto y lograr que cuenten con nosotros en lo que quieran compartirnos. Una clave para llevar adelante esta tarea desafiante, y por momen‐ tos desgastante, es el vínculo cercano entre nosotros. Este sentir‐ nos Equipo, sentirnos acompañados unos con otros, saber que los compañeros nos entienden y sostienen fortalece nuestro caminar como acompañantes, acompañados.


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