REVISTA DE ARTE Y PENSAMIENTO
Año 2
Nº 5
www.revistabostezo.com México 80 Pesos | UE 7 € | GB 6.5 ₤ | Argentina 30 Pesos | Guatemala 60 Qtz | Perú 30 N Soles | Brasil 25 Reais | USA 7.5 $ | Tinduf 150 Drs | Uruguay 200 Pesos | Cuba 4 CUC | Colombia 50.000 Pesos 1er TRIMESTRE
ENTREVISTA CON PHILIP ZIMBARDO / EL EXTRAÑO OFICIO DE EXTRAER DEMONIOS / LOS MALOS AL PODER / LA MÚSICA DE CHARLES MANSON
6.00 €
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EDITORIAL. TODOS CULPABLES, ¿TODOS INOCENTES?
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os juicios de valor respecto al bien y al mal resultan arbitrarios. Es el poder, en cualquiera de sus manifestaciones, la palanca legisladora y el brazo ejecutor que marcan las directrices en lo referente a la moral imperante. El mal se esconde en lo políticamente correcto, la nueva prisión del pensamiento en el sistema que nos rige, donde el lenguaje ha sido capturado por las clases dominantes con supuestas intenciones bondadosas: conceptos como libertad, estado del bienestar o democracia son utilizados de forma perversa para justificar excesos de autoridad y ‘masacres necesarias’, convenientes para un sistema económico que requiere de una expansión continua para saciar toda su voracidad. El mal se disfraza -convenientemente camuflado por los medios- de protectora institución, de rey campechano, de dictador budista con túnica color butano, de banco amigo, de honorable president, de dios benevolente, de bombardeos por la paz, de alegre menstruación en anuncio de compresas o de maternal presentadora de magazines haciendo llorar a sus invitados por el bien del rating. ¿Dónde situar entonces el mal? ¿Cómo ubicarlo en una sociedad donde la bondad se relaciona con imbecilidad y se alienta la picaresca? ¿Existen el bien y el mal o son una mera distinción estrechamente relacionada con técnicas del lenguaje publicitario? Algo de esto deben saber los asesores de imagen de los grandes bancos y multinacionales cuando, para anunciar sus productos, nos presentan oníricas situaciones de buen rollo, felicidad y solidaridad, con el fin de ocultar los atropellos cometidos por sus clientes. Su mal está justificado. Así nos lo venden. ¿Y así nos lo tragamos?
¿Tú con quién vas?
“¡Pero que voy contigo!”, se lamentaba Pepito mientras sollozaba a causa de la herida en la rodilla provocada por un compañero de su equipo, en uno de esos partidos asilvestrados que se disputaban en un mugriento solar a mediados de los años ochenta, hoy reconvertido
EDITA: Asociación Cultural Bostezo
Logística: Carmen Cervera
DIRECCIÓN: Calle Santa Teresa, 26. 46110, Godella (Valencia). España
Psicóloga: Eva Vives
Colaboradores/as: Silvia Nanclares, Fermín Alegre, Pilar Pedraza, Arturo Castelló, Vicente Chambó, Nacho Messeguer, Miguel Morata, Eloy Fernández Porta, Santiago Alba Rico, MacDiego, Kiko Amat, Ignacio Echevarría, Epo, Nacho Fernández, Víktor Gómez, Miguel Brieva, Guillermo López, Alicia Martínez, Paco Arroyo, Erika Jordán, David Moreno, Abelardo Muñoz, Laura Navarro, Jaime Ortega, Miguel Brieva, Eugeni Machancoses, J. J. Pérez Benlloch, Vicente Ponce, Ángela Sánchez de Vera, Rogelio Villarreal y María José Vizcarro
Correctora: Sonia Vives
Consejo editorial: Suscriptores/as de Bostezo
DEPÓSITO LEGAL: V-4401-2008
Editor: Paco Inclán (editor@revistabostezo.com) Director de arte: Enrique Ferrando (arte@revistabostezo.com)
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Club de artistas: Javi Altabert, Aracely Kennedy, Esteban Hernández, Sergio Luna, Marta Pina, Po Poy, Juanvi Martínez, Dani Sanchis, Irene Fenollar, Riccardo Maniscalchi, María José Reche, Gloria Vilches, Martín López y Clara Iris
Redactor-Jefe: David Barberá (redaccion@revistabostezo.com) Producción gráfica: Sergio Inclán y Montse de Mateo (www.artefagia.com) Editor literario: Héctor Arnau
Magistrado. Obra de Chema López
Dpto. de souvenirs: María Ferrando
Mesa de redacción: Laura Domingo, Albeliz Córdoba, Sonia García, Quique Falcón, Ausiàs Navarro, Itziar Castelló, Jesús González, Javi Llorens, Carlos Madrid, David Moya, Alejandro Morales, Alfonso Moreira, Pablo Santiago, Eduardo Romaguera, Inés Plasencia y Paqui Santos
Director: Walter Buscarini (http://walter-buscarini.blogspot.com)
en un moderno parque infantil donde está prohibido jugar a la pelota. Era uno de esos encuentros con abultados marcadores (31-28, 26-24...) sin equipajes ni jueces ni travesaños ni tampoco fueras de banda. “¿Tú con quién vas?”, era la pregunta que más se escuchaba en aquellas desatadas turbas infantiles. Pero nunca nos quedaba claro. En los enfrentamientos de la anti-post-ultra-modernidad, pasa algo parecido. No sabemos con -y, por ende, contra- quién vamos. En México, en el control por las mafias del narcotráfico, la guerra se la hacen narcos contra narcos y policías estatales contra policías federales. Un todos contra todos que, como en los partidos en aquel solar, acaba irremediablemente en desordenada trifulca (la herida en la rodilla de Pepito se transforma en miles de muertos). ¿Quién va con los nuestros y quién con los otros? El capitalismo -ese monstruo descabezado que se cuela por tu retrete- ha conseguido diluirse entre todos contra cada uno de nosotros. Todos culpables, ¿todos inocentes? Como dice el Zurdo en la mesa redonda de este número, el mal es el mal establecido como bien. El problema es cuando la representación de ambos nos llega distorsionada por aquellos que controlan los flujos de comunicación a golpe de talonario. Sí, el mal existe, nos lo tragamos en pequeñas cápsulas fármaco-publicitarias y en show-telediarios, ofrecidos a las masas en forma de entretenimiento y espectáculo. Pero ¿hacia dónde hay que apuntar? ¿Resulta más irresponsable la omisión -el no hacer nada contra la que está cayendo- o acometer acciones que seguramente provocarán nuevas funestas consecuencias? Y, sobre todo, la más terrible de todas las preguntas: ¿Y si resulta que los malos somos nosotros? Sinceramente, si tuviéramos las respuestas no hubiéramos dedicado un dossier a todo esto. Re-visiones del mal. Sean buenos, si es que saben cómo.
SUSCRIPCIÓN: suscripcion@revistabostezo.com PUBLICIDAD: info@revistabostezo.com TELÉFONO: 628 135 042 IMPRESIÓN: La Gráfica (www.lagraficaisg.com) DISTRIBUCIÓN: Sendra Marco, Traficantes de Sueños, Belleza Infinita y revistabostezo.com ISSN: 1889-0717
Sumario
Ilustración de portada: Diseño: Mik Baro & Concepto: Walter Buscarini, 2011
RETROVISOR
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04. El Aleph taurino, Abelardo Muñoz 06. De héroes a villanos, el bien contra sí mismo, Álvaro Pons 08. Lecturas para bostezar, Daría Barbate 10. Las canciones malditas de Charlie Manson, Dildo de Congost 12. Happening mínimo, Javier Reguera 14. Lo arreglaremos, sin duda; pero no así, Kiko Amat 16. Cine, infancia y maldad, Pilar Pedraza 18. Tolstói 1-1 Dostoievski, Juan Mal Herido 19. El club de los intocables, José A. Pérez 20. No pienses, José A. Pérez 20. Toc-toc, cursilería, Juan Mal Herido PLATICANDO... 32. Philip Zimbardo, David Barberá e Itziar Castelló
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56. Juan José Gallego (exorcista), Walter Buscarini BOSTEZO VISUAL 36. Danza butoh, Elena Bennati (fotografías) MESA REDONDA 64. Más allá del bien y del mal, Dildo de Congost, Fernando Márquez el Zurdo y Takla Makan BATISCAFO 73. Suplemento literario. Nº5
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BUSCADOR DE ARTISTAS COLABORADORES/AS Clara Iris: www.clarairis.blogspot.com Riccardo Maniscalchi: www.riccartes.blogspot.com Santiago Mansilla: www.mansillailustraciones.blogspot.com Irene Fenollar: www.irenefenollar.blogspot.com Paula Bonet: www.paulabonet.wordpress.com Martín López: www.jaijaijai.net Juan José Martín Andrés: www.otroespacio.org/otro Chema López: www.chemalopez.com Pablo E. Soto: www.pabloesoto.com Dani Sanchis: www.tardamucho.blogspot.com Miguel Brieva: www.clismon.org Miguel Ángel Martín: www.martincomic.com
Gloria F. Vilches: www.elsindromedediogenes.blogspot.com Mik Baro: www.mikbaroblog.blogspot.com Eduardo Romaguera: www.eduroma.com Mira Bernabeu: www.espaivisor.com Artefagia: www.artefagia.com Po Poy: www.popoyplon.blogspot.com Samuel Domingo: www.samueldomingo.com Andreu Buenafuente: www.andreuwings.com Javier Pérez: www.fjavierp.wordpress.com Fernando Vicente: www.fernandovicente.es Eva Máñez: www.evamanez.blogspot.com Valentina Ferraro: www.butohdance.wordpress.com
DOSSIER: RE-VISIONES DEL MAL 23. ¿Poder tóxico o intoxicadores al poder?, Adolf Tobeña 26. Elogio de las manzanas, Santiago Alba Rico 30. Al diablo con su diccionario, Ambroce Bierce 38. Almotásim en Facebook, David Barberá 41. El GPS de la moral, Patricia Luna 44. Snuff sampler (Ed.), Eloy Fernández Porta 48. El problema del mal en el capitalismo gore, Sayak Valencia 50. El lado oscuro del buen rollito, Raúl Minchinela 53. Inocentes deseos de ser siempre víctimas civiles, Héctor Arnau 60. Conductas humanas y ciudades seriales, Carlos Manuel Cruz Meza 70. El miedo es el opio del pueblo, Danuta Lato
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puntos de venta de la revista bostezo
Alacant: 80 mundos. Alcoi: Exlibris. Alcúdia: L´Esplai. Algemesí: Samaruc. Alginet: Sambori. Alzira: Xuquer. Barcelona: Laie- Pau Claris, Laie-CCCB, La Central-El Raval, La Central (c/Mallorca), Librería Medios, Aldarull, Cap i Cua, La Ciutat Invisible. Benicàssim: L´Ambit. Benicarló: Grévol. Bilbao: Anti-liburudenda, Gataska. Burjassot: Rayuela, Burjassot. Canals: La Parra. Castelló: Babel, Argot, Plàcido Gomes. Ciudad Real: Subtexto. Dénia: La Mar, Públics. Elx: Ali i Truc. Gandia: Ferrer, Gavina. Godella: Kiosko de la Estación y Kiosko c/San Blas. León: Elektra Cómics. Logroño: Castroviejo Librero. Madrid: Traficantes de Sueños, Laie-Caixa Forum, Arrebato, Pantha Rei, Marabunta, Paradox, Muga, Enclave de Libros, Visor. Málaga: La Casa Invisible. Oliva: La Fona. Ontinyent: La Llibreria. Oviedo: Cambalache. Palma de Mallorca: Literanta, La Casa Tomada. Pamplona-Iruña: Hórmiga Atómica. Port de Sagunt: El Puerto. Picassent: Odisseu. Santander: La Libre. Santiago de Compostela: Pedreira. Sagunt: Tres en ratlla. Sevilla: La Fuga. Sueca: Sant Pere València: Dadá, Futurama, Slaughterhouse, Arte&Facto, El Dorado, Primado, Viridiana, Railowsky, Soriano, La Traca, Ramon Llull, Tirant Lo Blanc, Kiosko España, Lletres i Llum, Espai Visor, L´Iber, Intertécnica-Politécnica. Vila-real: Ausiàs. Vinaròs: Obreda. Vitoria-Gasteiz: Zapateneo, Zuloa Irudia. Xàtiva: La Costera. Zaragoza: Cálamo, La Pantera Rossa. Pedidos y distribución: editor@revistabostezo.com
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COLABORACIÓN
Para la impresión de este número, la Asociación Cultural Bostezo ha recibido ayuda económica de la Concejalía de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Godella, a través de la convocatoria de subvenciones a asociaciones locales del año 2010.
Coordinan: paco inclรกn y david barberรก
dossier
Ilustraciรณn de Fernando Vicente
dossier: re-visiones del mal
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¿Poder tóxico o intoxicadores al poder? (1)
Por Adolf Tobeña ilustraciones de juan josé martín andrés (serie fauna política)
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ntre los políticos de relumbrón, también entre los de segunda y tercera fila, hay una desmesurada proporción de bribones estupendamente disfrazados de servidores de la comunidad. En todas partes va así: en la profesión política hay una sobre-representación de granujas ataviados con trajes impecables, escoltas y coche oficial, que solo emerge, de vez en cuando, al quedar al descubierto los casos de corrupción desaforada. Es así y continuará siendo así. Todo el mundo lo sabe. Todo quisque es perfectamente consciente de ello. Quienes ocupan lugares preeminentes en el gobierno de las gentes no suelen ser los más sabios, ni los más imaginativos, ni los más prudentes, ni los más generosos, ni los más es-
forzados, ni los más responsables, ni los más bondadosos. Al contrario: los mandamases suelen ser individuos avispados, cínicos y farsantes que se aprovechan de la necesidad acuciante de conducción, por un lado, y del prurito de alimentar ilusiones de futuro, por otro, que sienten los humanos. Eso, insisto, es un lugar común apoteósico que se suele adjudicar a una maldad intrínseca de la jerarquía. A una perversión colateral del inevitable escalonamiento para otorgar mando en plaza: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. O sea, ya tenemos aparentemente resuelto el asunto, aplicándole un topicazo velador que no explica nada de nada. No va así, por descontado. La jerarquía y el escalafón, por sí mismos, no auspician ni prescriben nada.
Crean oportunidades favorables, eso sí, pero no obligan absolutamente a nada. El carácter y el oficio de mandar
Funciona exactamente al revés: el juego del poder selecciona a sujetos que ya poseen de por sí talentos que les predisponen a servirse del esfuerzo y el entusiasmo ajenos en provecho propio. Dicho de otro modo, los envites por el poder favorecen a los que acarrean propensiones para practicar el parasitismo y el pillaje. Funciona así porque el juego del poder es muy exigente y diversos rasgos temperamentales, que tienen su raíz en el andamiaje biológico que arrastra cada cual, proporcionan una ventaja formidable. En realidad, todos los que se dedican a esos menesteres lo acaban
Artículo basado en el libro Cerebro y poder, Adolf Tobeña. La Esfera de los Libros. Madrid, 2008.
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reconociendo cuando bajan la guardia: les gusta considerarse ‘políticos de raza’, usan ese calificativo como un halago primordial, consignando así que el meollo del asunto radica en el temple de base y no en el entorno o la instrucción. El carácter siempre fue relevante para las tareas de medrar y el oficio de mandar, y lo continúa siendo sea cual fuere el marco social o la cobertura legal. Existen conexiones entre la matriz neural del temperamento y los estilos ganadores o perdedores, dominantes o sumisos que muestran hombres y mujeres en sus interacciones conflictivas. La biología del liderazgo ofrece, por tanto, resortes que pueden estudiarse y comienzan a haber datos para deslindarlos. He dicho que para llegar a la cúspide del poder político prevalecen atributos como la ambición, la astucia, la persuasión, la audacia, la falsedad, la manipulación y la crueldad. Dichos rasgos del carácter dependen de propiedades de los circuitos neuronales y de las modulaciones endocrinas que acarrea cada cual, en cócteles singulares que tienen una influencia decisiva en los litigios por la púrpura. El ring de las luchas políticas es tan solo el foro más visible de esos pulsos y de ahí que hayan comenzado a proliferar estudios desde la neurociencia cogni24 | re-visiones del mal |
tiva y la neuro-economía, dedicados a sus protagonistas. El juego cambiante de la contienda política no solo permite que algunos tengan más posibilidades que otros de alcanzar los peldaños más encumbrados, sino que ofrece, asimismo, resquicios considerables para la desvergüenza y el parasitismo. Para burlar las normas, saltar por encima de la ley o forzar sus recovecos e insuficiencias. Por esa razón hay tantos vínculos de campechanía entre bribones y gobernantes. Veneración de la tiranía y el bandidaje
Hay un aspecto añadido, además, que depende de propiedades de la memoria para las tiranías. La desmesura, del tipo que fuere, pero sobre todo cuando adquiere tintes catastróficos, es lo que tiende a perdurar y a evocarse. Las grandes gestas guerreras y las hazañas de los exploradores pioneros figuran en lugar preeminente entre las epopeyas de los grandes capitanes. Pero también los liderazgos caracterizados por la crueldad ilimitada y la
El ejercicio del poder es propenso a practicar el parasitismo y el pillaje
devastación extrema trazan surcos indelebles en la memoria de las gentes. La fascinación que ejercen los megalómanos carniceros que acceden a los tronos destacados es inacabable. Hay tanta o más memoria de Calígula que de César o de Augusto, e incomparablemente más que la de Marco Aurelio, por acudir al inexcusable ejemplo romano. Hay también un recuerdo superior para Atila, Almanzor o Gengis Khan que el dispensado a Carlomagno. Hernán Cortés, César Borgia o Robespierre, en sus breves pero tóxicas campañas en México, Italia y Francia, cimentaron una fama que para sí querrían miles de príncipes anodinos. En nuestra época las figuras más enraizadas en los archivos de la memoria colectiva continúan siendo Hitler y Stalin, por encima de cualquier otro líder político. Su arrastre fascinador y los ríos de tinta y de imágenes que siguen engendrando no tienen parangón. Caudillos de calaña equiparable como Mao, Pol Pot, Idi Amin, Perón, Trujillo o Castro les van a la zaga, a distancia. Nótese que a pesar de la potencia imperial y la dedicación anglosajona al culto de sus guías destacados, cuesta que la gente persevere en el recuerdo de Roosevelt o de Churchill. Del presidente Wilson ya no se acuerda nadie. De John Kennedy hay una estela recurrente, pero
ello se explica gracias a la suma del magnicidio en Dallas con el doble mito Jackie-Marylin, que es ciertamente otra historia. Quiero significar con ello que los políticos que se han dedicado al bandidaje y la rapiña sin contemplaciones, los que se han servido del poder con procedimientos análogos a los de los capos mafiosos, generando devastación y tragedias indescriptibles, son los que dejan marcas más hondas y certeras en la memoria del personal. Así estamos construidos los humanos. Reservamos retazos preferentes de rememoración íntima para las salvajadas y las vilezas. Y cuando esas desgracias tienen su origen en quien gobierna o en los rebeldes que se atreven a plantear desafíos exigentes, les otorgamos un lugar principal en la historia. Osama Bin Laden constituye el mejor ejemplo actual de ese curioso fenómeno. Ya puede darse por seguro que se trata del líder partisano que se ha labrado una mayor estela evocadora para los siglos venideros. Supera con creces a cualquiera de sus predecesores, desde Espartaco a Trostky, el Che Guevara y Ho Chi Min, en la larga retahíla de rebeldes audaces y sanguinarios que ofrece la crónica histórica. Bin Laden ha conseguido pasar de la condición de sombra amenazadora e incierta a una leyenda viviente capaz de personificar al enemigo por antonomasia. Un enemigo elusivo que sigue teniendo en jaque, desde hace décadas, a los ejércitos más tecnificados y a las agencias de inteligencia más sofisticadas. ¿Liderazgos constructivos?
Al enorme magnetismo que desprenden los líderes canallas hay que añadirle los datos reiterados, en toda época y circunstancia, sobre la colusión entre poder político y corrupción económica. Al incesante trasvase de mangantes, sinvergüenzas y leguleyos de todo pelaje y condición que se da en la frontera entre las decisiones políticas y las actividades económicas. Sumando todo ello pudiera parecer que no existe margen para el liderazgo constructivo. Que de hecho el liderazgo constructivo se trata de un mito al servicio del ventajismo individual en el seno de una comunidad. Pero lo cierto es que, al margen de las aristas suavizadas por el recuerdo, hay experiencia de gobernantes sensatos y moderadamente benéficos. Quizás no sea la cosecha más habitual, pero los hay. En las naciones de
historia dilatada pueden encontrarse líderes con un saldo positivo, a pesar de las anotaciones en el ‘debe’. La prudencia, la sagacidad y la templanza son cualidades que suelen destacarse de los líderes que han protagonizado periodos de bonanza y tranquilidad para sus pueblos. Cautela para evitar las aventuras trágicas y los dispendios temerarios, sagacidad resolutiva para desactivar faccionalismos y corruptelas desmedidas y fortaleza ante las desventuras que siempre esperan a la vuelta de la esquina. Pero más que todo eso, lo que hace a un líder verdaderamente constructivo es la sensación de que ‘mejora’ a los demás. De que adorna y amplifica las virtudes de la gente que gobierna. Antitoxinas plausibles
Hay que dar por sentado, en cualquier caso, que la regla en el combate político es la cooptación de bribones mayores y sus segundones en coaliciones más o menos trabadas. Que no se trata de una excepción sino del resultado esperable en litigios de gran alcance. Por eso es tan importante ir creando mecanismos, en democracia,
que atenúen la tendencia ‘natural’ a la fagocitación del gobierno por parte de tahúres de distintos pelajes y sus compinches y pregoneros. La diversificación de poderes institucionales que tiendan a compensarse y vigilarse entre ellos es imprescindible y debe reconocerse que existe una tradición eficiente en ese sentido. La limitación temporal del periodo de gobierno de las administraciones (por ejemplo: el invento norteamericano de los dos mandatos presidenciales de cuatro años cada uno, como límite máximo) es todavía mejor. Pero habrá que ir sofisticando y refinando sin cesar esa ingeniería institucional, además de ir poniendo a punto detectores -procedimientos diagnósticos, en suma-, para los que apuntan al bandidaje sin reservas. Porque domar la biología parasitaria requiere esfuerzos sistemáticos. Esfuerzos que comienzan, por supuesto, por no negarla en asuntos de poder y dominio social. Adolf Tobeña es catedrático en psicología médica y psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona. | re-visiones del mal | 25
“La des-humanización es clave para la psicología del odio” PHILIP ZIMBARDO Psicólogo social responsable del Experimento de la Cárcel de Stanford por david barberá & Itziar Castelló TEXTO, FOTOGRAFÍAs y traducción
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n el verano de 1971, Philip Zimbardo, por entonces un joven y brillante profesor de psicología social, diseñó y llevó a cabo el Experimento de la Cárcel de Stanford (ECS). Zimbardo y su equipo seleccionaron a 24 estudiantes normales y sanos y les asignaron aleatoriamente los roles de guardias y prisioneros en una simulación realista del ambiente de una prisión, en el sótano del edificio de Psicología de la Universidad de Stanford, donde habrían de vivir durante varias semanas. A los seis días (ocho antes de lo previsto) Zimbardo tuvo que abortar prematuramente el experimento, porque la conducta de los guardias había llegado a límites inaceptables. Fueron frecuentes las torturas y vejaciones -cada vez más sádicas y creativas- hacia los presos. Desde entonces, el Experimento de la Cárcel de Stanford ha adquirido connotaciones legendarias en el estudio contemporáneo de la maldad. El experimento de Zimbardo ha inspirado documentales, películas, performances, exposiciones… Pero Zimbardo solo se decidió a escribir un libro sobre el ECS (El efecto Lucifer. El porqué de la maldad) en 2007, tras los abusos de los soldados americanos hacia los presos iraquíes acaecidos en la cárcel de Abu-Ghirab, que fueron comparados en muchos medios e informes con lo sucedido en el sótano de la prisión de Stanford. En su casa de San Francisco, en la pintoresca Lombard Street (la calle de las curvas y las flores) le preguntamos por la maldad, por el ECS, por la cárcel de Abu-Ghirab y por algunas otras cosas, como su nueva línea de investigación dedicada a analizar el heroísmo.
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—Una de las principales conclusiones del Experimento de la Cárcel de Stanford es la distinción entre la influencia ‘disposicional’ y la influencia ‘situacional’ en la conducta humana. ¿Puedes explicar en qué consisten estas influencias y su papel en el ECS? —Para la Inquisición, el mal estaba dentro de la gente. También para la psiquiatría, el origen de la enfermedad mental es el individuo. En el ECS adoptamos otra perspectiva: las situaciones pueden provocar las conductas malvadas. El experimento estaba concebido como una tragedia griega: ¿qué sucede cuando pones a personas buenas en un lugar malvado? ¿Domina la bondad de la gente y convierte el lugar en algo mejor o la maldad de la situación, del lugar, seduce y corrompe a los individuos y les lleva a cometer actos malvados? Y la triste conclusión para la humanidad es que la situación casi siempre triunfa con
casi todo el mundo. La conclusión es que nosotros, no solo los psicólogos sino todo el mundo, sobreestimamos la influencia de los factores internos, ‘disposicionales’: genes, personalidad, carácter, pasado… Y lo que yo y otros científicos sociales tratamos de demostrar es que debemos ajustar y corregir esa posición y decir que en muchos casos el comportamiento humano está también bajo el control de circunstancias que dependen de la situación: a eso llamamos variables situacionales. En ciertas circunstancias, las variables situacionales dominan sobre las ‘disposicionales’. En el ECS todos nos dejamos llevar por la situación. Hasta yo dejé de ser un investigador y me convertí en el superintendente de la prisión. Es un rol que odio, extraño para mí, el de una persona autoritaria. Pero tenía el título de superintendente en mi despacho de la universidad, y todos me trataban así: los guardias, los prisioneros que venían a verme,
los padres de prisioneros que venían a verme no me trataban como a un investigador. Y gradualmente empecé a comportarme de esa manera. Cuando vi los vídeos del experimento me vi a mí mismo por los pasillos de aquel sótano-prisión paseando con las manos detrás de la cintura, y me quedé atónito, nunca en mi vida he caminado así, esa es la manera en que los militares y los políticos caminan cuando revisan las tropas. Y lo odio, odio el concepto de autoridad, odio la institución militar en general, es algo que no va conmigo. Y ahí estaba yo, haciéndolo, y siendo totalmente inconsciente de que lo hacía. Mucho más tarde, cuando participé en la defensa de uno de los soldados acusados por los abusos de la cárcel de Abu Ghirab, en Irak en 2003, me di cuenta de que además de la disposición y la situación, hay otro nivel de análisis: el sistema. Excepto en la terapia sistémica familiar, la psicología no tiene | platicando... | 33
Almotásim en Facebook La culpa de todo la tienen tus amigos por david Barberá ilustraciones de PAULA BONET
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Somos malos porque nos nace o somos malos porque nos hacen? La respuesta contemporánea está del lado del hacedor: en el preámbulo de cualquier política, en la cháchara de cualquier columnista, en cualquier enunciado social, ético o penal mínimamente sensato de ahora mismo subyace la traslación parcial de la responsabilidad hacia ‘lo social’, hacia ‘el contexto’. Desde hace poco podemos entender mucho mejor eso tan impreciso (‘lo social’, ‘el contexto’) gracias a la teoría de las redes sociales, empíricamente familiar para cualquier usuario mediano de Facebook. Sí, inquieto lector de entradillas: somos malos porque nuestras redes sociales nos hacen malos. No son soles, son planetas
El psicólogo que trató al niño asesino Jon Venables –que en 1993 torturó y mató a James Bugler, de dos años, con la ayuda subordinada de Robert Thompson; Venables y Thompson tenían entonces diez años- ilustraba el argumento del locus social de la maldad del siguiente modo: “Mirando al fondo de los ojos de aquel niño podías ver la maldad, no hay otro modo de describirlo, ese niño era malvado. Pero lo verdaderamente inquietante y ominoso de todo el asunto es que aquella maldad era un reflejo, no
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nacía del niño, sino de su entorno”. Y sigue el corolario retinopático-nuclear: “La retina de aquel niño se había impregnado de la maldad que irradiaba su contexto social”. El origen de la maldad asesina de Venables se encontraba fuera del propio Venables. Jorge Luis Borges ensayó una respuesta para la pregunta inversa, la que inquiere por el origen de la bondad en el cuento El acercamiento a Almotásim1, publicado en 1941. En el cuento, el origen de la bondad se sitúa fuera del sujeto bondadoso. El protagonista “cae entre gente de la clase más vil y se acomoda a ellos, en una especie de certamen de infamias. De golpe -con el milagroso espanto de Robinson ante la huella de un pie humano en la arenapercibe alguna mitigación de esa infamia: una ternura, una exaltación, un silencio, en uno de los hombres aborrecibles. ‘Fue como si hubiera terciado en el diálogo un interlocutor más complejo’. Sabe que el hombre vil que está conversando con él es incapaz de ese momentáneo decoro; de ahí postula que este ha reflejado a un amigo, o al amigo de un amigo. Repensando el problema, llega a una La mejor línea de la obra completa de Borges también se encuentra en este cuento: “Atronadora, ecuestre, semidormida, la policía de Bombay interviene con ‘rebencazos’ imparciales”.
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convicción misteriosa: en algún punto de la tierra hay un hombre de quien procede esa claridad; en algún punto de la tierra está el hombre que es igual a esa claridad. Él [el protagonista] resuelve dedicar su vida a encontrarlo”. Así comienza una “insaciable búsqueda de un alma a través de los delicados reflejos que esta ha dejado en otras: en el principio, el tenue rastro de una sonrisa o de una palabra; en el fin, esplendores diversos y crecientes de la razón, de la imaginación y del bien”. El cuento de Borges sitúa ‘lo social’ o ‘el contexto’ -esas inasibles abstracciones- en relaciones de amistad concretas. Lo peculiar, lo preclaro, es depositar en “los amigos de los amigos”, en los amigos de segundo orden, el origen de la bondad: Borges localiza en las redes sociales (que nos incluyen a nosotros, a nuestros amigos, a los amigos de nuestros amigos, y así hasta los celebérrimos seis grados de separación, que agotan la máxima distancia posible entre nodos) el origen de un valor moral y, por tanto, la responsabilidad última de las conductas que de él se derivan. La responsabilidad no es mía, es de esos amigos de segundo orden que ni siquiera conozco. With a little help of the friends of my friends
Hasta hace poco, la teoría de las redes sociales tenía un profundo cariz economicista; esto es, se refería casi exclusivamente al intercambio de recursos a través de las relaciones de la red, entendiendo recurso en sentido amplio: el intercambio podía ser de información, conocimiento, recursos económicos, materiales, etc. Por ejemplo, uno de los trabajos pioneros y más conocidos, el de Marc Granovetter de 1973, estudiaba la influencia de las redes sociales en el mercado laboral: Granovetter intentaba averiguar el tipo de ‘contactos’ que podían proporcionar información valiosa a la hora de encontrar trabajo. Más recientemente, Brian Uzzi y sus colaboradores han estudiado las redes sociales de la industria del espectáculo de Broadway para concluir que los musicales más rentables y con mejores críticas esta-
ban realizados por los directores, actores y técnicos mejor conectados con sus colegas. Sin embargo, en los últimos años la teoría de las redes ha ampliado su espectro a conductas no económicas. El libro Connected (Christakis y Fowler, 2009) es tal vez el compendio más completo de los fenómenos que hasta ahora han podido ser explicados satisfactoriamente gracias a la teoría de las redes sociales. Christakis y Fowler han empleado bases de datos inusualmente ricas, que incluyen las relaciones familiares y de amistad de los sujetos de la comunidad de Framingham, Massachussets, a lo largo de un periodo de casi cincuenta años, de 1948 a 2007, así como exhaustivos análisis de la salud física y psíquica de los individuos estudiados2. Christakis y Fowler analizan la influencia de la red social en múltiples circunstancias, y concluyen sumariamente que: “Hemos descubierto que si el amigo del amigo de tu amigo engorda, tú engordas. Hemos descubierto que si el amigo del amigo de tu amigo deja de fumar, tú dejas de fumar. Y hemos descubierto también que si el amigo del amigo de tu amigo es feliz, tú eres feliz”. El cambio de comportamiento que se distribuye a través de la red puede ser estrictamente secuencial. Si yo engordo, mi amigo, la próxima vez que se ponga esos kilitos en las lorzas, pensará que no es el único y no le dará muchas más vueltas. Pero el avance del sobrepeso puede también saltarse algunos eslabones: “Amy tiene una amiga, Mary, que a su vez es amiga de Heather; Amy y Heather no se conocen. Heather deja de hacer ejercicio y engorda. El proyecto de Framingham fue concebido inicialmente para estudiar los factores demográficos que contribuían a la aparición de enfermedades cardiovasculares. La primera cohorte de 1948 fue ampliada en 1971 y en 2002 con la descendencia de los sujetos estudiados originalmente, hasta incluir casi quince mil individuos.
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Snuff sampler Una escena construida con diez fragmentos literarios Selección, montaje y traducción de Eloy Fernández Porta (ed.) ilustraciones de MIGUEL ÁNGEL MARTÍN
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Antes de rematarlo de un disparo en la nuca...1
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ymer recorre cada continente, contempla atrocidades sin cuento, presencia un tipo de crueldad que, hasta aquel momento, solo los monstruos conocían. Ahora tiene sesenta y dos años y empieza a sentirse fatigado y nervioso. Cada nueva tortura ha abierto nuevas fronteras. Cada maestro le ha contado logros inimaginables, exóticos saberes. Y este ha sido su gran descubrimiento: que, lejos de ser una aberración, la tortura es un mundo. Tiene su aristocracia y su clase plebeya, sus escuelas, su geografía, sus dioses y épocas. Al contar su historia, los devotos celebran su renacimiento y lamentan sus eras oscuras. Rymer comprende ahora que incluso el verdugo más taciturno y menos elocuente es una cornucopia virtual de terribles revelaciones. Los torturadores quieren divulgar su obra. Cada cual cree ser el único que ha experimentado aquello que todos quieren lograr. Pese a su admiración por estos misterios, Rymer empieza a sospechar que son adictivos, que su investigación no tendrá fin, que ninguno de los horrores que el futuro le depara podrá saciar su deseo de saber. Este temor resulta ser infundado. Pues un día, en una isla innominada, buscando un legendario maestro a quien se atribuía la capacidad de mantener consciente a la víctima, mientras le hacía devorar uno de sus órganos vitales, Rymer llega al cénit de su trabajo. El celebrado artista resulta estar muerto, y esa habilidad suya, si alguna vez existió, se ha perdido entre discípulos que, inf luenciados por la música popular occidental, confunden la tortura con la carnaza. Rymer cae en manos de esta tropa degenerada y, por primera vez en su carrera, no solo estudia la tortura: la padece. Su rodilla izquierda queda despedazada. Pierde la visión en un ojo y adquiere un tic permanente. Un riñón queda irreparablemente dañado. Pero sobrevive y, lo que es más importante, comprende que esta experiencia es la consumación de sus estudios. Ahora que ha cruzado la distancia entre él mismo y lo que siempre quiso saber, Rymer vuelve a casa y escribe2. ... la violaron entre todos repetidas veces por el ano y la vagina... - ¿Estás listo? –le pregunta. - Sí –responde él. -Pues recuerda bien las instrucciones: cuanto más tiempo resistas, más dinero cobrarás. No te tocaré las manos ni la cara. No comentarás nada al respecto. Y no importa que grites, aquí nadie te escuchará. Primero las pinzas de hierro en los pezones: cómo abrasan, cómo se tiñe su areola de un tono rojo oscuro. Luego las pesas en el pene y en los testículos: cómo su piel se estira y duele, duele, duele… Brillantes puntos de luz en sus pupilas. Y después las agujas en las piernas, en los brazos, en la espalda. Cuidadosamente, al principio, delicadamente, solo unos milímetros… y luego más adentro, muy despacio, más profundo. Juan Francisco Ferré, La fiesta del asno. Barcelona: DVD, 2004, pág. 240. A este mismo pasaje corresponden los ocho fragmentos en cursiva que recorren esta compilación.
El encapuchado empuña un látigo y le azota. Le azota cada vez más fuerte, con verdadera furia, hasta que al fin salta la sangre: pequeñas flores rojas en su piel. Como un intenso fuego. Las agujas penetrando cada vez más adentro, los hematomas, las cámaras filmando, los pezones abultados, los testículos a punto de estallar y esas pesas hiriéndole la piel. Sensación de desgarrarse, de romperse en mil pedazos. (Pero tengo que aguantar, tengo que aguantar). El encapuchado enciende un mechero y le aplica al máximo la llama en la rodilla. Como una nube oscura que se expande hasta que su piel revienta. Otra rodilla. Quemaduras distintas, con la colilla de un cigarro en los pies y en los testículos, y esa cuchilla que practica cortes limpios en sus brazos. Y sangre, mucha sangre. Nuevos alfileres y astillas de madera en las partes más carnosas. Puñetazos y pellizcos. Sudor. Dolor. Las cámaras. Los frenéticos ojos del verdugo3. ... le cosieron después los sangrientos desgarrones con hilo grueso y una aguja de carnicero... Las manos le temblaron de excitación al rodearles los cojones con un alambre sujeto al suelo por un pasador al otro extremo. Tensó entonces el cable y las rodillas se doblaron hasta lograr el ángulo deseado. Retorció el extremo de otro trozo de cable en torno a sus pelotas y lo echó por un pasador que colgaba del techo, destensándolo hasta impedir que sus perros pudieran moverse ni un centímetro sin notar que les arrancaban la huevada. Se paseó entre ellos como un crítico de arte que examina al detalle la grandeza de una estatua. La excitación era tal que el hormigueo se le expandió desde el estómago, recorriendo ahora el intestino e incluso el esófago, hasta la garganta. Sip, todo estaba listo. Las rodillas dobladas en su justa inclinación, así que ahora podría enseñarles la manera correcta de dar la pata, la manera correcta de agachar la cabeza, la manera correcta de mirar hacia arriba con los ojos rebosantes de pena. Pero antes sería mejor que supieran qué ocurriría si se movían. Un par de latigazos en el culo para oírlos gritar y ver esos cuerpos retorcidos y vacilantes en busca de un momento de alivio. No dejaba de gritarles que ahora eran perros y que debían aullar como tales y no gritar como esos hombres que ya no eran. Volvió a sodomizarlos con las porras, esta vez más adentro, mientras seguía fustigándolos con el gato de nueve colas, hasta que empezaron a aullar y solo entonces dejó de fustigarles, al tiempo que retorcía las porras desde un extremo mientras se las sacaba del culo, sin dejar de mirar fijamente esos dos rostros de desesperación y dolor al retorcerles los cojones, un dolor eléctrico que parecía perforarles las entrañas4. ... le vaciaron los pechos a cuchilladas y le cercenaron los pezones y las areolas de un solo tajo... “Una especial, como tú sabes hacer, Dios, soy todo tuyo”. Y el muy cabrón se saca la navaja de afeitar, y me
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R. M. Barry, ‘Torture!’ en Dictionary of Modern Anguish, Normal: FC2, 2000, pág. 82. Traducción del compilador.
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3 Vicente Muñoz Álvarez, ‘Dinero fácil’ en Perro de la lluvia y otros cuentos. Donostia: Iralka, 1996, págs 94-96. 4 Hubert Selby, Jr., La habitación (Trad. Daniel Ortiz Peñate). Madrid: Escalera, 2010, págs. 97-98.
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Más allá del bien y del mal Nuestros tertulianos no están muy convencidos de que el bien y mal realmente existan o, al menos, que se puedan discernir desde una dualidad estanca. En su caso, el bien y el mal serían intercambiables, la misma cara de la misma moneda. Aún así, aceptaron el reto de divagar sobre el tema en cuestión. El resultado no es recomendado para mentes en búsqueda de equilibrios condescendientes. Participantes: DILDO DE CONGOST (MODERADOR), FERNANDO MÁRQUEZ EL ZURDO Y TAKLA MAKAN Fotografías: RAÚL GÓMEZ
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ildo: Si te alejas del punto de vista humano, desde una perspectiva cósmica no existe ni el bien ni el mal, ¿no?
Takla Makan: El problema del mal en términos humanos es reconocible por los sentidos, está ahí. Pero tomemos distancia como hacemos con un hormiguero, donde las hormigas rojas, guerreras, atacan a elementos conservadores, las hormigas negras. Yo ahí no veo nada de mal o bien, veo un instinto que lleva a que, por ejemplo, la naturaleza 64 | mesa redonda |
pueda necesitar en cierto momento los elementos burgués y comercial para ciertas cosas y cuando estos elementos abusan demasiado se los carga. Visto desde esta perspectiva, lo que consideramos bien o mal no sería más que un efecto natural que nosotros moralizamos. Pero si no hay moral porque se supone que el hombre desarrollado no la tiene, la supera, entonces, ¿qué mal hay? El Zurdo: Yo nunca he tenido conciencia del bien y el mal, pero sí de energía y de entropía. Lo que convencionalmente
se llama ‘bien’ sería la energía y lo que se llama ‘mal’ sería la entropía, todo lo que implica decadencia, ir hacia abajo. Dildo: ¿Y en qué se basa esa dualidad? ¿No formarían parte de un todo? El Zurdo: Son cíclicas, pero una época decadente como la que estamos viviendo a mí me da mal rollo. Soy más germinal que terminal, a mí me hubiese encantado vivir épocas de año cero, en las que la gente se pone manos a la obra, todo está por hacer. Ahora parecemos resignados a esperar la caída para volver a empezar de nuevo… Dildo: ¿Podrías poner algún ejemplo? El Zurdo: Entre Esparta y Sodoma me quedo con Esparta, aunque como espartano hubiese sido devorado, yo no tengo ni media bofetada. Dildo: Pero sigues dualizando… El Zurdo: No hablo de bien y mal, hablo de un comenzar que fuera eterno, considero positivo un perpetuo comenzar. Hay
una frase de Lenin que suscribo: “Prefiero un final espantoso que un espanto sin fin”. Un final espantoso implica la perspectiva de un año cero, en el que en el final va incluido el comenzar. Ahora estamos en una aporía terminal, insoportable, esto va a tocar fondo. Takla Makan: Esto sigue siendo desde una perspectiva humana, nos remitimos excesivamente a nosotros mismos, no relativizamos. Dildo: ¿De dónde surge la cuestión de la moral? Takla Makan: La moral es la característica de un hombre limitado, sobre todo como se entiende hoy en día. El problema del hombre de hoy es que moralmente es de bajo rango. Contribuyen a ello religiones, ideologías, intereses económicos, arbitrarios… Las religiones son cristalizaciones falsas de cuestiones que son auténticas. Las religiones necesitan marcar el bien y el mal. Sin embargo, hay otras que tienden a la sobrehumanización, no entienden de bien y mal, pero el cristianismo sí porque es un monoteísmo. Pero también entre los cristianos había grupos que negaban esa moral cristiana, que consideraban a Jesús un hombre trascendente. Pero eso | mesa redonda | 65
¿QUIÉN ES QUIÉN?
dildo DE CONGOST
TAKLA MAKAN
EL zurdo
Bien y mal no son reales; son sueños, humo, ilusiones que cambian en función de cada tiempo, de cada espacio, de cada ego. Dicho de otra forma: el bien es absoluto y el mal no existe. Todo es uno.
En términos ordinarios, distinguir entre bien y mal es un espejismo. En términos revolucionarios, sobrehumanizantes, ‘bien’ sería aquello que favorece el advenimiento de un hombre superior y ‘mal’, aquello que lo obstaculiza.
Nunca he tenido conciencia del bien y el mal, pero sí de energía y de entropía. Lo que convencionalmente se llama ‘bien’ sería la energía y lo que se llama ‘mal’ sería la entropía, todo lo que implica decadencia, ir hacia abajo.
choca con la moral de esclavo que difunde la Iglesia actual. Un hombre no ignorante trasciende, las personas elementales no trascienden. El mal es la ignorancia de no saber qué se es; cuando no sabes qué eres, crees ser cualquier cosa. Podría ser una conclusión: el mal es la ignorancia y a partir de ella se generan los miedos y con los miedos el control social. Cuando hay miedo el hombre no evoluciona. El Zurdo: La ignorancia enlaza con la entropía. Estamos viviendo una época de la tontería ufana, estamos perdiendo el instinto de preocupación, de gravedad ante la vida. Vivimos rodeados de miedos, pero ni siquiera de miedos reales. Takla Makan: El gran miedo es el miedo a la muerte, es el peor miedo del burgués, el miedo a perder. El principal elemento negativo de la conciencia burguesa es el ego, no saber desapegarse… El Zurdo: Lo que llamas miedo, yo lo llamaría canguelo. La preocupación es necesaria pero el canguelo debe ser superado, hay gente que se regocija en el miedo. Takla Makan: Incluso surgen ideologías a partir del miedo. El Zurdo: Actualmente vivimos en la apoteosis del canguelo que nos lleva a la negación de la realidad. Recuerdo que el 11-S lo pensé como el comienzo de una nueva era para mejor. El 12-S salí a la calle. Había muy poca gente paseando, pero por una vez no veías caras alegres y confiadas, en el sentido benaventino perverso, veías rostros de preocupación. El mal es esa pérdida de inquietud, de movimiento profundo. La gente hoy se agita mucho pero de manera pusilánime… Dildo: El humano se deja llevar por el miedo provocado para ser controlado… El Zurdo: Pongamos el ejemplo de Ben Laden como arquetipo del mal actual. Hablamos que un señorito árabe de clase alta, de los moros de Marbella, se va a las montañas a montar la revolución; eso refleja un crecimiento envidiable a nivel in66 | mesa redonda |
terior. Otra cosa es que en términos geopolíticos, yo lo tenga que considerar mi adversario. Habría que recuperar esa noción de adversario frente a la noción de malo. En otras épocas, no se pretendía exterminar a nadie, a partir de las guerras de religión se empieza a hacerlo. Antes había torneos, a la guerra iban cuatro, los mandos superiores, la morralla no era llamada. Ahora se ha revertido la situación. Hoy se habla del malo, no del adversario. Siempre he admirado a Richard Nixon cuando dijo que, nos pusiéramos como nos pusiéramos, China y Rusia tenían que existir. Y el Nixon era el tío más anticomunista del mundo, pero aceptaba que hubiese un adversario. Nixon fue a hablar con Brevnev porque este le identifica como un igual. Nixon no es un presidente democrático, es el emperador de un Imperio, como Breznev. Imagínate a uno de estos, a Zapatero o a Carter, yendo a hablar con Breznev… (risas). Takla Makan: La política tal y como la entiende Jünger es la manifestación de líneas de fuerzas. La energía de este tipo adopta formas como el fascismo o el comunismo. Precisamente las personas que van más allá de las ideas del mal y del bien acaban convergiendo. Es decir, ¿por qué la China de Mao tiene que ser el mal y nosotros representamos el bien? Se asume que esto que llamamos política, vida y demás son una lucha de fuerzas. La política de hoy en día no es política, es un juego de roles pactado. La política en su sentido más puro sería un proyecto de sobre-humanización adaptado a fines políticos. No será el liberalismo, que es una forma de degradación última, pero que tiene su utilidad. Porque fijaos, también es un elemento de cambio, ¿por qué vas a exterminar a la burguesía si, como decía Marx, hay que llevar al capitalismo hasta sus últimas consecuencias? Para Marx el mal no era el capitalismo, sino impedir que el capitalismo llegase hasta el final y se autodestruyese. Visto así, el elemento burgués es una vía de evolución, fuerza la aparición de contratipos, pero hay que dejar que se autodestruya. El Zurdo: La diferencia entre Sorel y Marx es que aquel no pretende cercenar el capitalismo, por eso luego se le tacha de reaccionario. Para que se mantenga el sistema tiene
SUPLEMENTO LITERARIO
DIRECTOR: SALVADOR SALGUEIRO
B A T I S C A F O
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Batiscafo
INVIERNO 2011
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or rebelarme contra los dioses de mis padres, por destejer los cordones del ombligo, cierto día, ya en apática adolescencia, resolví que el demonio habitaba el cuerpo de dos gemelos, de los maléficos ‘dioscuros’, de una maldad arbolada, escindida en par: Satanás, el ángel de la música, se me hizo presente en las voces de ANA BELÉN y de VÍCTOR MANUEL. Años y años de infancia cautiva en el automóvil siendo martilleado por los sabios consejos melódicos de una pareja de fulanos que se quedaban con los ahorros (“aquí cabemos todos”) y, aún peor, el alma (“o no cabe ni Dios”) de sus encandiladas audiencias, saqueando el cancionero poético de cualquier poeta gagá y erigiéndose en velocistas campeonísimos de la solidaridad con los amantes con síndrome de Down, las madres de yonquis gaditanos, los tiranos conmemorados en Alcalá, o el general Franco, ese gran hombre tan amado en Asturias patria querida. Perseguidos ofuscadamente por la censura, corrieron como bestias delante de los grises porque todavía había mucho contrato que desvirgar, mucho estadio sin gorgorito popular, mucha poltrona sin desempaquetar todavía y, al fin, mucho chanchullo que firmar canturreando con sus amiguitos, que no murieron como artistas incomprendidos precisamente en el olvido. Finalmente me di cuenta de mis errores, de mi inocente rebeldía juvenil y me sumergí en nuevas lecturas, otras letras, libros, sabores (“¡no le toques ya más, / que así es la rosa!”) y ahondando en mi impericia y en descascada escalera de temores pasé a odiar frenética e irregularmente al cursi de JUAN RAMÓN, a toda la generación del cincuenta, en especial a CARLOS BOUSOÑO y a su mierda de mística rancia y católica, a FRANCISCO BRINES, con su aristocrático homo-erotismo helenizante carcamal, a toda su cuadrilla aduladora, borracha de premios y, en las últimas floridas heces, al ya avejentado supervillano, LUIS GARCÍA
MONTERO, aún más famoso que su hermano el concejal de Cultura, con su lírica experiencial de dádivas, honores trucados, parabienes institucionales, matrimonios con muy grandes novelistas agasajadas por el Régimen (a las que yo confundía con la linda Elvira) y en fin, una loable carrera de gangsterismo literario. Ahíto de horror, fértil en fuertes rachas de repugnancia y encono, reconcomido sin duda por la envidia, sufrí epifanía en la línea 3 del metro, por lo que mareado, íntimamente herido, tuve que apearme del vagón en una parada de incierto nombre. Con los pies en tierra firme, temblé, purgué mis faltas recelosas y reconocí a mi enemigo: no el literato aprovechado, no el burócrata del verso, no los premios tangados… sino la dictadura del mercado y sus dineros. Aquellas pobres almas padecían, incluso con mayores talentos que los míos, aún no tanta injusticia que la por mí albergada, la misma, sí, la mismísima falta de liquidez. Por eso se cebaban con cuanta beca, prebenda u oficina aparecía al disfrute supuestamente público. Alcé la vista y vi el letrero de la estación: ÀNGEL GUIMERÀ (Santa Cruz de Tenerife, 1845 – Barcelona, 1924). Entonces lo entendí todo. Este patriota catalán de La Renaixença fue propuesto por la Academia sueca para recibir el Nobel en 1904 junto al provenzal FRÉDÉRIC MISTRAL, por haber resurgido dos moribundas lenguas latinas de historia compartida. Se opuso el de siempre, el gobierno español, ya entonces temeroso de sus grietas periféricas, que impuso con alivio el peor premio Nobel de la historia de la literatura: el ingeniero JUAN DE ECHEGARAY, que además oficiaba de trujamán del canario. Por eso aquí, en alucinada penitencia, entonamos perdón con los ofendidos y transcribimos traducidos a la lengua castilla los versos que aquel dedicó a nuestro ángel unitario.