Cánticos y cuentos económicos Ay, ¿quién maneja mi barca, quién?, que a la deriva me lleva… Remedios Amaya POR RUBéN BERNARTE ILUSTRACIONES DE EDUARDO ROMAGUERA
A
ño 1983. Festival de Eurovisión Spain: 0 points. Así éramos representados ante los ojos europeos, y de esa manera fuimos recibidos. Una canción que vuelve a estar de actualidad: la deriva, esa sensación zozobrosa de haber perdido el control, o de que nos lo arrebataron, o quizás lo cedimos voluntariamente y con mucho gusto en un momento de dulce y entusiasta ebriedad maniaca. Todavía no está del todo claro quién maneja la barca o si esta tiene una dinámica propia incontrolable. Si convenimos que la sensación de deriva comienza a ser una cuestión cotidiana y generalizada, la pregunta es por qué hemos llegado a esto: si de alguna manera era previsible, si alguien lo sabía o si alguien con su pasividad se regocijaba viéndolo venir, o si incluso ese alguien lo ha generado deliberadamente. Esa 52 | economía eres tú |
sería la cuestión clave. La mayoría de análisis establecen como causas las primeras consecuencias. Cuántas veces hemos escuchado la palabrita subprime, nuevo mantra mediático como en su día lo fueron ‘los daños colaterales’, ‘el fuego amigo’, ‘los brotes verdes’, ‘el chapapote’ o ‘la ciclogénesis explosiva’. Nadie supera la maravillosa capacidad de los mass media de crear la realidad. La culpa es de las hipotecas subprimes y de los americanos… ¡Claro! ¡Es una crisis ninja! (y sin reflexionar demasiado, a forrarse vendiendo libros). Eso significaría que de pronto la banca y demás intermediarios financieros perdieron el juicio y su habitual prudencia, y por algún misterioso motivo prestaban dinero para no ser devuelto. Y ahí nos quedamos. Volvamos al Festival de Eurovisión de 1983. Spain: 0 points. ¡Qué es eso de
ir descalza por ahí! ¡Que estamos en Europa! Tampoco se dignó nadie a votar a Turquía. Y en esa deriva nos volvemos a encontrar. De nuevo empezamos a ser percibidos como un país no fiable, poco serio y potencialmente tramposo. Por suerte tenemos a Grecia y a otros países de la periferia europea para aliviar un poco nuestro entredicho destino. Pero suena de nuevo al fondo la canción, y surge la incertidumbre y se multiplican las declaraciones de que “España es fiable” y de que “España no es Grecia”, nuevos estribillos que continúan la saga de los “España va bien”, “España juega en la Champions” o “España merece entrar en el G-8”. Solo los locos creen que, tirando con mucha fuerza una piedra al cielo, esta nunca caerá. Y el mundo se llenó de ellos, con un par de carreras y un
costoso máster, que repetían: “Nunca han bajado los precios de los pisos”, “hemos superado las fluctuaciones cíclicas gracias a la globalización, ya nunca retrocederá la economía” y demás maravillosos dogmas que no nos cansábamos de escuchar en el año 2000. Entre ellos abundaban también unos cuantos cuerdos impostores haciéndose pasar por locos mientras observaban el espectáculo tomando prudentemente posiciones para el momento de la debacle. Ese momento fundamental para de nuevo obtener pingües beneficios como se puede corroborar estos días en que los bancos americanos vuelven a incrementar sus beneficios a la par que se incrementan mensualmente las cifras de paro. La división del trabajo promueve la especialización, y los verdaderos cracks se especializaron en ganar siempre. los cinco cerditos y el lobo
Te has equivocado, ¡eran tres! Sí, pero ese era otro cuento, en este los cerditos son cinco. Y además no son cerdos, sino PIIGS: Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y ¡nosotros! con S de Spain. A estos cerditos les dijeron que no se preocuparan demasiado, que las estaciones habían sido superadas y que siempre iba a hacer buen tiempo, rico solete mediterráneo, y además les iban a prestar el dinero que les hiciera falta y muy barato, casi gratis. Y a ver quién es el loco que no se endeuda con dinero gratis (muy bajos tipos de interés). Y con esos baratos créditos se hicieron sus casitas, para ellos y para algunos turistas atraídos por el perpetuo verano de estas latitudes. Haciendo tanto calor y siendo una lata el trabajar, las hicieron sencillas, con lo que iban pillando por ahí, algo de paja, un puñado de barro, un poco de madera (como ahora gustan tanto de hacer los hippies neorurales y los bioconstructores) y quedaron incluso bonitas. Los que habían hecho el desembolso eran los cerditos alemanes, que más que cerditos tenían pinta de hormiguitas, y el trabajo lo habían puesto los cerditos rumanos y marroquíes. Los cerditos españoles frecuentemente se cambiaban de cuento y se comportaban como graciosas cigarras: ahora gestiono un poquito, ahora me hago unas tapitas, ahora pelotazo por aquí, y al rato fiestón por acá y que no decaiga. Como ponían siempre voz muy seria al hablar, la mayoría no dudaba de que sabían lo que hacían, que era una manera de ser y hacer propia, y muy respetable por ello.
Grafiti de Banski
¡Cuidado! El cuento no termina aquí. ¿Quién es ese que aparece en la historia de pronto justo cuando aparecen oscuros nubarrones en el horizonte? ¡Ah, sí!, lo acabo de reconocer, es Martin Wolf, economista jefe y principal comentarista del prestigioso rotativo inglés The Financial Times. Como buen lobo neoliberal comienza a soplar y a desconfiar plenamente de las casitas de los cinco cerditos y al soplido de ¡a por ellas!, se dispone a corroborar la máxima de que de todo se puede sacar tajada. Hay además otro disciplinado cerdito por ahí muy serio y con pinta de centro-europeo que se ha hecho una preciosa casa de doble capa de ladrillo de termo-arcilla
(y que aún no se sabe si dará refugio a los pequeños cerditos de casas devastadas, el cuento no ha terminado). Y así andamos hoy, cambio climático económico y los portavoces del poder financiero rascando donde más duele. Los especuladores no acostumbran a practicar el altruismo, no se esfuerzan ni arriesgan más de lo necesario, de manera que, como es costumbre en los gallineros, las gallinas sanas pican donde hay ya sangre, van a por la gallina herida hasta el sublime placer caníbal. Al estar los cimientos, pilares y vigas de las casitas no del todo bien construidos y siendo el material de dudosa calidad, al ser presas fáciles, ¡van a por nosotros! | economía eres tú | 53
Sin ti no soy nada (Amaral) It’s the end of the world, as we know it (and I feel fine) (reM) It is nothing but flowers (talking Heads)
Estamos en julio del 2008, el barril de petróleo alcanza el histórico récord de los 147 dólares; esa cifra no fue un dato casual, como si hubiera subido la cotización de cualquier otra materia prima como la vainilla o el cobre... ¡Es el petróleo, estúpidos! Los humanos somos bien conocidos por nuestra tendencia a las adicciones: televisión, drogas, videojuegos, sexo, a caer bien a todos, a tener más amigos que nadie en Facebook, a meditar mucho, lo que sea para encontrarnos lo mínimo con nuestro desagradable y habitual estado emocional, que no hay casi quien lo aguante. El sistema en el que nos desenvolvemos no iba a ser distinto, es un grandísimo adicto: al petróleo. Todo depende de él: tu comida, tu ordenador, esta revista, tu transporte, tus cosas, tu casa, todo lo tangible. Es hora de que oigas hablar, si aún no lo hiciste, del peak oil o cénit del petróleo: el techo de la producción mundial de petróleo. Uno de los mejores ejemplos de ingeniosa y disciplinada ocultación por parte de los mass media, la clase política y empresarial, que algo deben de saber1, pero no tienen la intención de contárnoslo porque no se debe asustar a la gente, para eso ya está el cine. El peak oil no es el fin del petróleo, aún queda bastante en el mundo, pero es el inicio del fin del petróleo barato, y eso significa enfrentarse al descenso de la disponibilidad del recurso más esencial para el mantenimiento del sistema económico y del modo de vida actuales. Los esfuerzos para hacernos creer que el etanol o el biodiésel son una alternativa viable no son realistas; no existe hasta la fecha ningún otro recurso conocido que pueda reemplazarlo cubriendo las descomunales necesidades energéticas de la sociedad globalizada de hoy en día. La comunidad científica y la industria petrolera aceptan ya plenamente esta teoría. El debate no es ya si existirá un pico del petróleo, sino cuándo ocurrirá2. Así que algo va a cambiar; lo que estamos viviendo es solo el comienzo. 1. Para saber más del peak-oil o cénit del petróleo, visitar: www.crisisenergetica.org. En inglés: www.postpeakliving. com/uncrash-course 2. En Wikipedia, Teoría del Pico de Hubbert: //es.wikipedia. org/wiki/Teor%C3%ADa_del_pico_de_Hubbert
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¿Esto tiene algo que ver con la crisis actual? Muchos siguen repitiendo lo de las hipotecas subprimes como origen del colapso actual, pero históricamente existe una estrecha correlación entre las subidas del precio de los carburantes y las depresiones económicas. Cada vez que el gasto total petrolífero en términos porcentuales del PIB mundial ha superado el 5,5% le ha sucedido una crisis (19731975, 1980-1982 y 2008). En 1998 Colin Campbell predijo que una década más tarde se alcanzaría el peak oil en un artículo publicado por la revista Scientific American titulado “El final del petróleo barato”. Ocurrió el 11 de julio del 2008: alcanzamos el peak-oil y la oferta disponible de petróleo estuvo cerca de no ser suficiente para cubrir la imparable y creciente demanda. 86 millones de barriles fueron puestos a la venta, una cifra en torno a la cual el precio se dispara. Ese mes el mercado reaccionó rápido; se llegó a los 147,25 dólares el barril. Después descendió a 32 dólares
a finales de ese año al generalizarse la crisis con su brusco parón de la demanda mundial. Hoy estamos en torno a los 70-80 dólares y permanece ahí mientras la demanda mundial se mantiene apática. 147 dólares: una catástrofe para todo el sistema económico y la puesta en evidencia de que, a esos precios, el crecimiento económico no es posible. El dinero se expande a través del crédito que conceden los bancos. El pago de las deudas y sus descomunales intereses dependen de un constante y elevado crecimiento económico y este de la disponibilidad de energía barata que lo facilite. Hasta ahora el uso de energía ha ido aumentando año tras año en consonancia con el crecimiento económico. Ahora bien, si este sistema de crecimiento-deuda perpetuo se ve perturbado por la falta de cooperación del sistema físico para sostenerlo mediante un aumento constante del suministro de energía, el resultado probable es una crisis como la que estamos viviendo.
el padre nuestro y el perdón de las deudas
“Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, rezaba el Padre Nuestro referencia directa a la ley de la Torá que fue instituida en tiempos de Jesús para el perdón de las deudas monetarias y materiales, tanto en los años sabáticos (cada siete), como también durante el jubileo (cada cincuenta años). Pero ¿qué es eso de que diariamente clamen miles de fieles creyentes que las deudas o las hipotecas deban ser perdonadas? ¡Anda ya! En 1984, el entonces arzobispo de Toledo y cardenal primado Marcelo González Martín introdujo un sutil cambio: “Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Quedó de esta manera eliminada la referencia explícita de Jesús al perdón de las deudas monetarias. Curioso, ¿verdad? Más que curioso, sospechoso. A día de hoy, el volumen de deuda acumulada a nivel mundial es de tal magnitud que, sin algún tipo de mágica manipulación o súbita desaparición de las cifras, resulta absolutamente impagable. Hace un par de años, las distintas economías se hallaban ante complicadas situaciones de endeudamiento privado: empresas al borde de la bancarrota; familias engrosando las listas de morosos, y bancos y cajas bajo sospecha. El año pasado los Estados se dedicaron a ir salvando a los que se iban hundiendo. Que en España oficialmente solo Caja Castilla La Mancha haya sido intervenida no resulta creíble. La lista de bancos quebrados, rescatados o nacionalizados a nivel internacional supera con creces el centenar, sobre todo en EE. UU. Lo que era un problema privado de endeudamiento y quiebra técnica ahora hay que añadirle un más que serio problema de endeudamiento público. ¡Camaradas, viva la revolución! Ha triunfado el socialismo… de las deudas. ¿Eran 325.000 millones de euros lo que deben a las cajas y los bancos del terruño los promotores inmobiliarios españoles que en gran parte no podrán devolverlo? Algo así como el 32% del PIB español, lo que no es mucho, sino bastante más que eso. Lo menos divertido de la situación es que ese abstracto dinero prestado es en realidad mi dinero, el tuyo y el de tus abuelitos, en el caso de que dispongamos de algún ahorro en forma de depósito bancario. Ya hemos encontrado la versión cañí de las subprimes; aquí también se ha prestado mucho dinero, que además proviene en buena parte de bancos europeos (que aplicarán a rajatabla el nuevo Padre Nuestro y no el viejo) a personas que es muy poco probable que lo devuelvan, ya que sus urbanizaciones o nunca se venderán o ni siquiera se empezarán a construir. Aunque parece todo una gran broma, el embrollo es colosal y con pocas soluciones posibles. ¡Una burbuja tan inmensa que cuesta imaginarla!
saludable ayuno y reposo, nada de dulces deudas ni de planes de estímulo anfetamínicos. Una fase del capitalismo: el cómodo hábito de crecer y crecer año tras año generando riqueza ficticia para no tener que abordar el verdadero problema de la distribución de los recursos y para que las crecientes diferencias sociales, aun siendo abismales, sean llevaderas para la mayoría de la población. Pero el crecimiento económico es el talón de Aquiles de esta situación. Si este se detiene, la cuestión cobra de nuevo actualidad y se hace más manifiesta la magnitud del escándalo que ello supone. Bailamos sin pensar en cuántas sillas hay pero, si se detiene la música, descubrimos que no hay sillas para todos. En realidad, nunca las hubo, son las reglas del juego, pero mientras bailábamos ebrios de estímulos e imparable movimiento crediticio, las sillas nos parecían infinitas. Tras el aviso de la crisis asiática de 1997, de pronto, en el 2000, estalla la crisis de las punto.com (¿os acordáis de Terra y de la flamante ‘Nueva Economía’?, los medios generando estados eufóricos de opinión y los tecnócratas emitiendo descabelladas y bien remuneradas opiniones)3. Primera gran burbuja. Se para la música y empieza la tensión, todos a pillar silla; mierda, se va a descubrir la trampa. ¡Ufff ! Menos mal que ‘se caen’ las Torres Gemelas y la Reserva Federal de EE. UU. acude al rescate de la economía bajando gradualmente la tasa de interés del 6.25% hasta 1% para estimular el crecimiento económico. La bajada masiva de tipos de interés comienza a alimentar la siguiente burbuja, la inmobiliaria (y con ella la bursátil). El experimento funciona: alto crecimiento, casi pleno empleo, felicitaciones para los gobernantes políticos y económicos. ¡Greenspan we love you! Sin embargo, las crisis que se suceden tras una explosión de una burbuja solo se pueden combatir con paciencia o gestando otra burbuja. Los agentes económicos con poder de decisión optaron por la segunda opción. La paciencia es muy aburrida, no genera beneficios y se pierden las elecciones ya que conllevan medidas muy impopulares. Y estalla otra burbuja, la segunda en muy breve espacio de tiempo, y surge el pánico en el año 2008. ¿Solución? Planes de estímulo, sobrevivimos el año 2009, bastantes personas sufren el desempleo, pero la mayoría mantiene su poder adquisitivo, no hay grandes revueltas sociales, solo unos pocos
Burbujas de amor en tu pecera (J. l. Guerra)
De burbuja en burbuja con tal de no admitir que el paciente está muy malito y debe recuperarse mediante un
3 Para saber más de la crisis de las punto.com: http://iei.ua.es/dokuwiki/doku. php?id=la_burbuja_de_las_punto.com
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sospechan del asunto, el resto se ha creído lo de los ‘brotes verdes’. El repunte económico se estancará cuando se retiren los estímulos, aunque no será igual ni simultáneo en todas partes. Año 2010. Se avista en el horizonte la siguiente burbuja, las anfetaminas, la respiración asistida al sistema: nivel de endeudamiento público salvaje para salvar al enfermo, para que no se note que faltan muchas sillas en este juego. Y esa es la burbuja de la deuda pública-privada (la deuda privada impagable suele pasar muy rápidamente a ser pública), la de los planes de rescate: Islandia, Letonia, Irlanda, Grecia, California, Reino Unido, Portugal, España, ¿EE. UU.? ¿China? No son muy distintas las cifras de unos y otros, ¿caerán todas las piezas del dominó? Estamos ante una crisis fiscal del mundo occidental, infectados por icebergs de dinero-deuda de los que solo vemos la pequeña parte de efímero bienestar generado para evitar la explosión del malestar, pero queda oculta la deuda para las décadas venideras. Hacer como que no pasa nada solo aplaza los problemas. EE. UU. en la década de los treinta y Japón en los últimos veinte años son dos buenos ejemplos de ello. Si siempre dispusiéramos de una nueva burbuja para salvarnos, tendríamos la panacea. ¡Qué fácil sería! ¿Qué se inventarán para que de nuevo no nos enteremos de nada? Hay quien habla de hiperinflación, pura matemática. La mejor manera para reducir las deudas es que estas valgan mucho menos, que un millón de euros valga diez veces menos que ahora, por ejemplo. ¿Sencillo, no? El problema es que si tengo diez mil euros ahorrados, también reducirán a un 10% su valor. Una fórmula que conlleva tremendos efectos en la distribución de la renta y un considerable deterioro de la situación financiera de muchas personas, de aquellas que no estén ‘blindadas’ frente al ataque inflacionario. Posiblemente tú y yo entre ellas. ¿Y ahora qué? (La Polla Récords)
Las supuestas soluciones implementadas hasta ahora solo han sido pequeños remedios para mantener la calma social y disimular el gran desorden al que se encara el mundo. Música zen para distraernos de la gran sacudida que se está acercando. Ya está aquí un mundo con más impuestos, más 56 | economía eres tú |
desempleo, menos protección social y luego, menos globalización, menos movilidad, menos complejidad, menos despilfarro y más eficiencia, ¿más cooperación, más coordinación, más consciencia o más competición, más desesperación, más frustración? Decrecimiento con gusto no pica, pero acceder a menos bienes materiales pone en cuestión nuestros apegos. Es una lástima que la mayoría de la personas hayan permanecido totalmente al margen de asuntos que tanto iban a atañer a sus vidas. Es asombroso que acumulemos tanto conocimien-
to de cine, arte, fútbol, politonos o marcas de pantalones, y tan poco de economía. ¿Es posible no interesarse por algo de lo que puede depender tu subsistencia y tu afición por el cine, el arte, el fútbol, los politonos o las marcas de pantalones? Parece que la respuesta hasta ahora fue sí. Marzo del 2010.
Rubén Bernarte es economista, sociólogo y observador de la realidad (e irrealidad) social. Publicidad