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Ese engendro llamado violencia

Antes de empezar: 1. ¿Qué entendemos por violencia? 2. ¿Qué tipos de violencia pensamos que hay? 3. ¿Cuáles pensamos que son las causas de la violencia?

Tratar de definir el concepto de la violencia es una tarea compleja. Hay múltiples definiciones desde diversas disciplinas: la Sociología, la Antropología, el Derecho, la Filosofía, las Ciencias Políticas, la Psicología, el Psicoanálisis, entre otras.

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De la misma forma hay dificultad para definirla y falta de acuerdo entre los autores. De lo que sí hay certeza es de que la violencia existe desde siempre; violencia para sobrevivir, violencia para controlar el poder, violencia para sublevarse contra la dominación, violencia física y psíquica. Y que cuando hay violencia existen daños a terceros, que se convierten en sus víctimas.

Las reflexiones más profundas sobre la violencia surgieron en los siglos XVIII y XIX, con autores como Juan Jacobo Rosseau, Carlos Marx y Federico Engels, entre los clásicos. Partiendo de sus referencias se sumaron pensadores más contemporáneos, como George Sorel, Eric Hobsbawm y Hanna Arendt.

Lo que ocurre es que su perspectiva se alimentó fundamentalmente del análisis de las guerras, de los conflictos armados y del terrorismo. A pesar de sus invaluables aportes, no aludieron otras formas de violencia.

Otros autores y perspectivas teóricas presentan otras definiciones. Los psicoanalistas, por ejemplo, la consideran como un producto humano que tiene principios instintivos y que es motivada por deseos salvajes y primitivos. Y hay quienes creen que no solo es propia del ser humano.

La violencia ha sido asociada a factores personales, ambientales y culturales. Quienes enumeran estos elementos como causas, destacan, por ejemplo, la baja tolerancia a la frustración. Cualquier estímulo o acontecimiento que obstaculice o bloquee la consecución de una meta genera frustraciones que se desencadenan en agresiones. Citan también el hacinamiento: poco espacio de vida para muchas personas; o la pobreza, como una condición que crea un sentimiento de descontento asociado a la idea de que hay muy pocas posibilidades de mejorar la situación.

Es cierto que muchos de los casos de violencia contra las mujeres muestran, por parte de sus agresores, rasgos de ira, frustración o pobreza. Sin embargo, es peligroso pensar que la violencia es un “problema personal”, y que habrá que aceptarla porque “así nació quien la ejerce” o “porque los hombres son más fuertes de carácter” o “porque las mujeres somos más dóciles”, o “porque nos ha tocado a todos ser pobres”.

La Sociología identifica factores y patrones sociodemográficos en la violencia, con los que este diagnóstico se identifica más. Por ejemplo, el papel del perpetrador (varones en su mayoría, grupos delictivos organizados, traficantes de drogas), víctimas (mujeres, niños, jóvenes, ancianos, discapacitados,

La Sociología identifica factores y patrones sociodemográficos en la violencia, con los que este diagnóstico se identifica más.

Reflexionemos...

1. Entonces, ¿qué cosas nuevas aprendimos? ¿teníamos algunas ideas equivocadas? ¿sí? ¿no? ¿cuáles?

migrantes), relaciones (de pares, familiares, amistad, y laborales), motivos (políticos, económicos, sociales, instrumentales, emocionales, patrimoniales, racistas y de género), tipos de violencia (física, psicológica y sexual, entre otras). Estas exploraciones sociológicas describen también los escenarios de la violencia (familia, comunidades y entorno social), y se apoyan en variables (edad, género, raza, nivel educativo e ingreso económico). Tampoco dejan por fuera las referencias a las condiciones (pobreza, urbanización acelerada, desigualdad en el acceso a servicios públicos, la presencia de redes del crimen) (Arteaga Botello, 2013). Lo que debe quedar claro es que la violencia no la genera el hecho de ser pobres, la violencia social no es producto del mal carácter de las personas, pero sí puede ser un engendro cultural que se hereda de padres a hijos y entre generaciones sociales, a causa del machismo. Y que la violencia no es ni debe ser vista ni aceptada como un acto normal y que es posible luchar contra ella y vencerla.

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