El presidente Alberto Fernández, acompañado por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, anuncia una prórroga del aislamiento social, preventivo y obligatorio hasta el 24 de mayo. Foto: gentileza casarosada.gob.ar.
EL PRESIDENTE Y LA CRISIS Aprobada por la mayoría de la opinión pública, la gestión de la lucha contra la Covid-19 le dio a Alberto Fernández una centralidad política inesperada, amenazada sin embargo por una doble incertidumbre.
Y un día, Alberto encontró su lugar. Fue en marzo, cuando el Presidente, alertado por los estragos de la pandemia en países europeos que habían tardado en reaccionar, decidió actuar con celeridad. Se rodeó de expertos, consultó especialistas y anunció la primera etapa de la cuarentena (oficialmente “aislamiento social, preventivo y obligatorio”). Luego, ésta tendría nuevas fases y no es nuestra intención recordar aquí medidas conocidas por todos, aunque sí señalar que, desde su primera aparición televisiva, Alberto Fernández supo presentar su plan de lucha contra la Covid-19 con convicción, determinación y claridad. Y “Alberto el profesor”, como algunos lo llamaron después de que exhibiera cuadros con curvas y estadísticas para graficar sus exposiciones, también supo encontrar un tono que a muchos les pareció corresponder a la situación. 6
Quizá sea exagerado decir que allí nació el “albertismo”, pero numerosos macristas y kirchneristas lo vieron sin duda con nuevos ojos. Y más de uno pudo haberse sentido aliviado de que haya sido Fernández y no su supuesto referente (MM o CFK) la persona a cargo del Poder Ejecutivo Nacional en ese momento. El apoyo de todos los sectores políticos a la respuesta del Gobierno frente a la crisis del coronavirus es, además de una muestra de responsabilidad, el reflejo del sentimiento dominante en la ciudadanía, según el cual lo que se hizo fue lo correcto. Con el tiempo, hubo desavenencias. Una, extrañamente poco señalada, ocurrió al inicio de la fase tres, cuando los jefes de los cuatro principales distritos del país –dos de ellos en principio oficialistas pero de corrientes distintas (Axel Kicillof, provincia de