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CARLOS AGUILAR
La Espada Mágica Este libro constituye un apasionante recorrido por el cine fantástico de aventuras, que tantas obras maestras ha legado al Séptimo Arte. Un viaje que llevará al lector a través de diferentes épocas y regiones, mitos y personajes: la fantasía oriental simbolizada por el Ladrón de Bagdad o Simbad, las mitologías de la antigua Roma y la Grecia clásica, las expediciones a mundos perdidos poblados por animales prehistóricos, el rey Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda, la indonesia Reina Serpiente y el filipino Zuma, King Kong y la Diosa de fuego, el Señor de los Anillos y las crónicas de Narnia, los seres sobrenaturales de Japón y China, el brutal Conan y la bella Sheena, Sigfrido y Sadko... Capítulo aparte precisa el mítico productor y técnico de efectos especiales Ray Harryhausen, y no se olvidan los antecedentes culturales y literarios de tan arrebatador género, repleto de las creaciones más delirantes: héroes superlativos y hechiceros, dioses y demonios, ogros y dragones, amazonas y sirenas, déspotas inhumanos y muertos en vida... John Phillip Law, actor de culto, introduce este singular y fascinante volumen, en su condición de protagonista de un hito del género, El viaje fantástico de Simbad. CARLOS AGUILAR. Historiador cinematográfico y novelista. Sumando autorías individuales, colectivas y compartidas, ha publicado más de cuarenta libros, entre España, Italia y Alemania. Entre los premios que ha recibido destacan la distinción “Cien Años de Cine” para Las estrellas de nuestro cine, la “Placa Sergio Leone” por sus dos volúmenes sobre dicho cineasta (Festival de Torella dei Lombardi) y el “Mino de Honor” al conjunto de su carrera (Semana de Cine Fantástico y de Terror de Cáceres).
isbn: 84-96235-14-9 84-96235-14-9 ISBN
EL CINE FANTÁSTICO DE AVENTURAS
EL CINE FANTÁSTICO DE AVENTURAS
La Espada Mágica
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La
Espada Mágica
EL CINE FANTÁSTICO DE AVENTURAS
UN LIBRO DE
CARLOS AGUILAR
•
CON LA APARICIÓN ESTELAR DE
DIRIGIDO Y PRODUCIDO POR
9 788496 235144
calamar ediciones
DEPÓSITO LEGAL: M-13853.2006
JOHN PHILLIP LAW
CALAMAR EDICIONES
TOLERADO A MENORES
ISBN: 84-96235-14-9
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Fantasía heroica En aquellos días había océanos de luz, ciudades en el cielo y salvajes animales voladores de bronce. Había rebaños de ganado carmesí, que bramaban y eran más altos que castillos. Había cosas chillonas y repugnantes que infestaban ríos salvajes. Era un tiempo de dioses, que se manifestaban en nuestro mundo con todos sus atributos; un tiempo de gigantes que caminaban sobre el agua; de duendes sin mente y criaturas deformes que podían ser convocadas por un pensamiento mal calculado, pero sólo podían ser alejadas por el dolor de algún terrible sacrificio; de magia, fantasmas, naturaleza inestable, sucesos imposibles, locas paradojas, sueños hechos realidad, sueños fracasados, pesadillas corpóreas. Michael Moorcock, El caballero de las espadas.
a Fantasía Heroica irrumpe en las pantallas a tenor del éxito de La guerra de las galaxias (Star Wars; George Lucas, 1977), una superproducción de Hollywood que revoluciona por completo el concepto de Cine-Espectáculo a la americana, iniciando una serie en dos ciclos y toda clase de productos derivados. A primera vista el hecho parece descabellado. Pero no lo es, se trata sólo de un tipo de paradoja bastante usual en la historia del medio. Me explico. Entre las varias y heteróclitas fuentes manejadas por George Lucas en su planteamiento, de modo más o menos soterrado y sin duda astuto, comparecen de manera determinante la leyenda del rey Arturo con los caballeros de la Mesa Redonda y la trilogía de
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El divo del rock David Bowie, en una de sus peculiares intervenciones ante la cámara: Dentro del laberinto.
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Cartel original de Jack, the Giant Killer. Jim Danforth, discípulo de Harryhausen, participó en los efectos especiales.
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El señor de los anillos, dos items cardinales de la Aventura Fantástica. Añádase que en La guerra de las galaxias el epíteto de la Ciencia Ficción es preferentemente epidérmico que hondo, establece sólo una especie de envoltorio nominal; empero, el tono y espíritu de la película optan de todo punto por la Aventura Fantástica. Aventura Fantástica pues, dentro del cuadro, y Ciencia Ficción, en el marco, La guerra de las galaxias, en virtud de su enorme repercusión comercial e industrial, predispone al público y aconseja al Cine a favor de la Fantasía Heroica. ***
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Una edición del cuento tradicional inglés Jack, el cazador de gigantes, llevado al cine por Nathan Juran en 1960.
Existen precedentes, claro está. Pero no demasiados y, o bien pertenecen al género del cuento de hadas, el Fairy Tale, o bien corresponden a un tipo de cine histórico-legendario exento de una materia propiamente fantástica. Dentro del primer bloque, sobresalen dos films injustamente ignotos. El primero es Corazón de piedra (Das kalte Herz; Paul Verhoeven, 1950), de la vieja República Democrática Alemana, protagonizado por un ogro según un cuento de Wilhem Hauf que rinde homenaje a la tradición genérica nacional; su director, por cierto, no tiene nada que ver con el famoso y homónimo colega holandés del cine moderno. Y el otro, el americano Jack the Giant Killer (Nathan Juran, 1960), era un proyecto de Ray Harryhausen que reunía, en vista del éxito, buena parte de los artífices de Simbad y la princesa, delante y detrás de la cámara; finalmente, por desgracia Harryhausen no participó, pero la esencia de su cine no anda lejos, bien que se extrema el tono naïf y la orientación infantil, según el cuento homónimo de la tradición inglesa. En cualquier caso, Corazón de piedra y Jack, the Giant Killer presentan unos resultados que justifican una estima que las redima de su nada merecida condición de “películas malditas”. En cuanto al segundo apartado, el clásico por excelencia es La corona de hierro (La corona di ferro; Alessandro Blasetti, 1941), uno de los mayores triunfos del cine italiano de la época fascista (incluso recibió la “Coppa Mussolini” en la Mostra di la espada mágica. el cine fantástico de aventuras
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Cartel español de La corona de hierro, superproducción italiana de los años cuarenta. Contiene la tercera aparición cinematográfica de Massimo Girotti, un actor que después trabajó en el Peplum.
Venezia), que transcurre en una época indefinida y en lugares imaginarios, tal como será proverbial en la Fantasía Heroica, y cuya jugosa entraña ha suscitado toda índole de interpretaciones, en particular, lógicamente, políticas. ***
Espada y Brujería aparte, dado que conformará el siguiente capítulo, la Fantasía Heroica fílmica bebe en las inmemoriales aguas pormenorizadas en los primeros capítulos. Y lo hace con óptima respuesta comercial, al principio. Es decir, fantasía heroica
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desde el fin de los años setenta, cuando emerge con ímpetu, hasta el inicio de los ochenta, que señala su declive. Durante esta primera etapa, el mayor éxito curiosamente descansa en una producción alemana, bien que rodada en inglés, según un best seller nacional que encandiló empero en todo el mundo, escrito por Michael Ende: La historia interminable (Die unendliche Geschichte; Wolfgang Petersen, 1984). Sin esconder, antes al contrario, la influencia de George Lucas y su coetáneo Steven Spielberg, y pese a su atroz musiquilla y abundar en momentos demasiado cursis, La historia interminable contiene escenas de gran capacidad sugestiva y su compartible reivindicación del Hecho Mágico por encima de todo, aunque se revele plana, ciertamente convence. Su enorme éxito mundial, ante todo, determinó otra adaptación de Michael Ende –la muy mala Momo (Momo; Johannes Schaff, 1986), sobre un niño enfrentado contra los Hombres Grises que roban el tiempo de la gente, con el mítico actor-director John Huston en el reparto– y, poco después, un par de secuelas, a cual peor –La historia interminable II (Die unendliche Geschichte, teil II; George Miller, 1990) y Las aventuras de Bastian. La historia intermina-
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ble III (Die unendliche Geschichte, teil III; Peter MacDonald, 1994)– que estropearon el recuerdo de la primera. En inferior medida, gustaron Krull (Krull; Peter Yates, 1983), que sucede en el planeta titular y combina toda clase de referentes sin mayor talento ni gusto, y Lady Halcón (Ladyhawke; Richard Donner, 1984), la cual pese a defectos insalvables (sobre todo el esteticismo impuesto por la iluminación de Vittorio Storaro y una pareja protagonista, Rutger Hauer y Michelle Pfeiffer, que posa en lugar de actuar) ocasionalmente hace justicia a la belleza de su cuento sobre un amor imposible, en una Edad Media inconcreta y regulada por la brujería. Funcionaron también La princesa prometida (The Princess Bride; Rob Reiner, 1987), aunque sea tontamente irónica e incluso aburrida, y Willow (Willow; Ron Howard, 1988), aún peor en su falta de gracia e inventiva. Por último, fracasó justificadamente la horrible Legend
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La historia interminable, según el homónimo best seller alemán de Michael Ende. Conoció dos continuaciones, La historia interminable II y Las aventuras de Bastian. La historia interminable III.
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Noah Hathaway en La historia interminable. Entre los técnicos de efectos especiales que participaron, figuran Jim Danforth y Colin Arthur. abajo:
Michelle Pfeiffer posando ante un castillo medieval italiano: Lady Halcón.
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(Legend; Ridley Scott, 1985), con un jovencísimo Tom Cruise, cuyo hueco y pertinaz preciosismo lo anula todo, hasta la menor sombra de puesta en escena o progresión argumental, así como unas caracterizaciones para los personajes sobrenaturales que diríanse inspiradas en el gran ilustrador Arthur Rackham. Mejor no hablar de Masters del universo (Masters of the Universe; Gary Goddard, 1987), según un juguete adaptado antes por la televisión y el cómic. Muy al contrario, mereció mejor suerte, comercial y crítica, Dentro del laberinto (Labyrinth; Jim Henson, 1986), bien que los aciertos, sobre todo de tipo escénico, están lastrados ya desde una premisa visiblemente fruto de unos intereses y/o criterios encontrados, con base en un planteamiento híbrido;
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con George Lucas de productor ejecutivo y un guión escrito por Terry Jones, exmiembro de Monty Python, Dentro del laberinto queda como una variante del soberbio En compañía de lobos (The Company of Wolves; Neil Jordan, 1984), escorada hacia el Fantasy. En esta línea y época pudo verse igualmente Oz, un mundo fantástico (Return to Oz; Walter Murch, 1985), una producción Walt Disney que reconducía el clásico del musical fantástico-familiar El mago de Oz (The Wizard of Oz; Victor Fleming, 1939), según la bella novela de
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Legend. Los efectos especiales de maquillaje corresponden a un equipo encabezado por Rob Bottin.
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El unicornio blanco de Legend.
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L. Frank Baum, ya adaptada durante el cine mudo, hacia un absolutamente inesperado tono onírico-macabro, que por más de un concepto entra en nuestro género; supone una película cuando menos curiosa, para recuperar. También merece ser redescubierta una producción inglesa de Serie B ligeramente anterior, Hawk the Slayer (Terry Marcel, 1980). Protagonizada por el patibulario Jack Palance, su historia enfrenta a dos hermanos por una espada mágica, en el mundo atemporal específico del género; con múltiples reminiscencias del Western, el film, aun siendo endeble, resulta apreciable, principalmente por el sentido crepuscular implíarriba:
Cartel original de Dentro del laberinto. izquierda:
Oz. Un mundo fantástico.
cito en el hecho de que determinados personajes sean, y con plena consciencia, los últimos representantes de sus respectivas especies mágicas (un Enano, un Gigante y un arquero Elfo). El fracaso comercial sufrido abortó la idea de filmar continuaciones, a la manera de serie. De más ardua clasificación, existen dos películas de los años setenta, previas al boom de La guerra de las galaxias y a cuál más ecléctica, por las que siento un gran aprecio. La primera es inglesa y pertenece al inicio de la decadencia de la Hammer. Se trata de Captain Kronos, Vampire Hunter (Brian Clemens, 1972), opera prima de un guionista y productor en verdad notable (sin ir más lejos, ese mismo año escribió El viaje fantástico de Simbad), Brian Clemens. El héroe supone un remedo de un personaje de nada menos que Robert H. Howard, sin adaptación oficial en la pantalla, el espadachín Salomon Kane, y sus aventuras suceden
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Jennifer Connelly en Dentro del laberinto. página anterior (abajo):
Legend.
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Cartel de El círculo de hierro, la única realización de Richard Moore, materializando una idea urdida al alimón entre los míticos Bruce Lee y James Coburn.
al abrigo del género vampírico característico de la productora, con influencias tan diversas como el Western y el Swashbuckler, así como toques de misticismo oriental. La inventiva ecléctica funciona, hasta cierto punto, y Caroline Munro desempeña uno de sus personajes más memorables. Por desgracia, la indiferencia con que Captain Kronos, Vampire Hunter fue recibida en taquilla, injusta aunque no sea un film redondo, abortó el proyecto de serie, como sucedería más tarde con Hawk the Slayer. La segunda película es americana, y procede de un argumento que habían escrito juntos, durante su época de estrecha amistad, los actualmente la espada mágica. el cine fantástico de aventuras
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míticos Bruce Lee y James Coburn, con vistas a producirlo ellos mismos, bajo el título de The Silent Flute. Comprado por el productor Sandy Howard tras el fallecimiento de Bruce Lee, el proyecto se concretó en El circulo de hierro (The Circle of Iron; Richard Moore, 1977), con David Carradine asumiendo los cuatro roles que el mítico ídolo hongkonense había previsto para sí mismo y el luchador canadiense Jeff Cooper en el papel reservado para Coburn. Y pese a una realización neutra, El círculo de hierro asombra positivamente por su heterogeneidad, combinando a lo largo de su relato iniciático la Fantasía Heroica con el hongkonés wuxiapian y la Fantasía Oriental, en un conjunto que además admite filosofía zen y apuntes surrealistas. Manjar irresistible para los devoradores de rarezas, El círculo de hierro para mayor delicia incluye colaboraciones de tres actores tan ilustres, y atados al cine de género, como Roddy McDowall, Eli Wallach y Christopher Lee.
arriba:
Cartel original de Oz. Un mundo fantástico.
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Hibernada casi por completo durante bastantes años, la Fantasía Heroica, no obstante, resucita con singular estruendo a comienzos del siglo xxi. Pero no me refiero a intentos, por
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David Carradine toca “la flauta silenciosa” personificando uno de sus cuatro personajes de El círculo de hierro.
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Artes Marciales en una geografía indeterminada: Jeff Cooper y David Carradine en El círculo de hierro. abajo:
Cartel de Wiedzmin, adaptación del homónimo best seller polaco, escrito por Andrzej Sapkowski.
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lo demás ambiciosos y de todo respeto, tipo la polaca Wiedzmin (Marek Brodzki, 2001), según el best seller patrio de Andrzej Sapkowski y con uno de los más cotizados actores polacos de hoy, Michael Zebrowski, encarnando al fascinador brujo protagonista, Geralt de Rivia, cuya saga literaria comprende, hasta hoy, siete libros (El último deseo y La saga del destino son, entre ellos, los más utilizados por el guión). Por el contrario hablo, evidentemente, de El señor de los anillos (The Lord of the Rings; Peter Jackson, 2001) y Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario (The Chronicles of Narnia: the Lion, the Witch and the Wardrobe; Andrew Adanson, 2005). Ya dijimos que John Boorman durante mucho tiempo trató infructuosamente de plasmar en el cine la trilogía de J.R.R. Tolkien. Acabamos de indicar también que George Lucas la usó inconfesadamente para configurar La guerra de las galaxias. Conste ahora que Ralph Bakshi había realizado una adaptación en Animación –El señor de los anillos (The Lord of the Rings; Ralph Bakshi, 1978)– de acuerdo con la espada mágica. el cine fantástico de aventuras
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su peculiar estilo visual, argumentalmente centrada en el comienzo de la novela, más o menos el primer tomo y parte del segundo, y con muy interesante resultado 41. Pues bien, pese a todo esto, El señor de los anillos, cinematográficamente hablando, representa un fenómeno exclusivo de los albores del tercer milenio. Planteada en régimen de coproducción entre Estados Unidos y Nueva Zelanda, con el propio director, Peter Jackson, y su esposa, Fran Walsh, involucrados en el guión y la producción, El señor de los anillos goza del, entonces, mayor presupuesto de la historia del cine, cerca de 300 millones de dólares, y queda dividida en una trilogía, en atención a lo dispuesto por el libro, por lo cual sus entregas celebran estrenos espaciados y consecutivos (“La comunidad del anillo”, “Las dos torres” y “El retorno del rey”); no obstante, Jackson la rueda de un tirón, a lo largo de quince meses que abarcan desde octubre de 1999 a diciembre del 2000. En cuanto al re-
arriba:
Caroline Munro es Carla en Captain Kronos, Vampire Hunter, la única realización de Brian Clemens. abajo:
El señor de los anillos, en su segunda aparición en la pantalla grande. La primera tuvo lugar catorce años antes, en un film de animación obra de Ralph Bakshi.
–––––––––– 41. En ese mismo período, este director ofreció dos largometrajes más en Animación de Fantasía Heroica, interesantes asimismo: Los hechiceros de la guerra (Wizards; Ralph Bakshi, 1977), con una influencia de Tolkien que en cierto modo anticipa la adaptación oficial representada por El señor de los anillos, y Tygra. Hielo y fuego (Fire and Ice; Ralph Bakshi, 1982), con dibujos de uno de los principales ilustradores del género, Frank Frazetta, y libreto de dos guionistas de los cómics de Conan, Roy Thomas y Gerry Conway.
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parto, compagina astutamente jóvenes a la sazón poco conocidos (Elijah Wood, Viggo Mortensen, Liv Tyler), actores maduros y con prestigio (Ian Holm, Ian McKellen) y un “monstruo sagrado”, el ya anciano Christopher Lee, mientras que los efectos especiales, irrefutablemente la verdadera estrella de la función, recaen en la empresa Weta Digital (en buena parte propiedad de Jackson, como ya informamos). La explotación, en todos los órdenes y vías, partiendo de una abrumadora campaña publicitaria y promocional, bate históricos récords comerciales, hasta el punto de que procede hablar de un fenómeno sociológico, más allá del impacto puramente cinematográfico. Por su parte, la Crítica internacional, en general, bendice la trilogía. Con todo, a mí El señor de los anillos, aunque sea muy fiel a la extraordinaria trilogía de Tolkien, no me gusta. En con-
arriba:
Cartel español de El señor de los anillos, adaptación de la trilogía homónima de J.R.R. Tolkien. izquierda:
Gollum, según la versión de Peter Jackson de El señor de los anillos.
creto, la encuentro antes aparatosa que intensa, nada imaginativa en el trazado visual, plana en el concepto, confusa en la narración, muy aburrida, y decididamente mediocre en la planificación y la interpretación, sin entrar en pormenores (una historia de amor ridícula, una banda sonora omnipresente hasta el hastío, una molesta filosofía new age, etc.). Eso sí, el gran éxito, económico y social, que obtiene, permite, como ya es sabido, que Jackson tres años más tarde aborde su King Kong... con resultados no menos irritantes. Por el contrario, Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario me parece muy superior a las dos coetáneas
página anterior (arriba):
El señor de los anillos, según Peter Jackson, director, coguionista y coproductor. página anterior (abajo):
El señor de los anillos. Efectos especiales de la empresa Weta Digital, en su mayor parte propiedad de Peter Jackson.
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Tilda Swinton, procedente del cine independiente, encarna la Bruja Blanca de Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario. derecha:
Cartel español de Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario, según el británico best seller en siete partes de C.S. Lewis.
–––––––––– 42. La saga de C. S. Lewis ya había conocido vida en la pantalla, pero no la cinematográfica. Por un lado, un largometraje de Animación, The Lion, the Witch and the Wardrobe (Bill Melendez, 1979); por otra parte, una miniserie de tres partes, producida por la BBC en 1989 y dirigida por Marilyn Fox y Alex Kirby.
superproducciones de Peter Jackson, con las cuales comparte, por cierto, la labor de Weta Digital en los efectos especiales y el rodaje, en buena parte, en tierras de Nueva Zelanda 42. Opera prima en el campo de la imagen real de Andrew Adamson, tras acreditarse mediante su exitoso y muy apreciable díptico compuesto por Shrek (Shrek; Andrew Adamson y Vicky Jenson, 2001) y Shrek 2 (Shrek 2; Andrew Adamson, 2004), Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario encierra el acierto básico de descartar la flagrante apología de la moral cristiana del texto original (la homónima heptalogía de C. S. Lewis, publicada al mismo tiempo que El señor de los anillos) a favor de un tono distinto, que procura abrazar el universo artúrico, en conceptos, con la espada mágica. el cine fantástico de aventuras
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La historia interminable, en imágenes. El guión usa los dos primeros libros de la serie, con una disposición razonable y operativa, y la concepción global, desde la puesta en escena a la banda sonora, busca un cierto clasicismo, lo cual confiere al conjunto una especie de pátina añeja, en ocasiones grata. Indiscutiblemente, y aunque hay momentos espléndidos, el conjunto carece de personalidad y fuerza, de verdadero talento cinematográfico; sin embargo, gracias a las virtudes antes recogidas (y otras muy diversas, encabezadas por la memorable bruja que incorpora Tilda Swinton, tiempo ha musa del inefable Derek Jarman), Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario no deshonra el hermoso género de la Fantasía Heroica. Ni mucho menos.
arriba (izquierda y derecha):
Ecos artúricos en Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario. abajo:
Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario. Gran parte de los exteriores fueron rodados en Nueva Zelanda y en los efectos especiales participó la empresa nacional Weta Digital, dos vínculos con El señor de los anillos, de Peter Jackson.
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