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ING. VERÓNICA EIZMENDI

PRESIDENTA DE LA DELEGACIÓN CIUDAD DE SANTA FE

Si bien por su empresa familiar tuvo contacto con la Cámara por años, fue en la pandemia cuando se animó a asumir más responsabilidades, ¿cierto?

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Me parecía que era un ambiente muy masculino. Pero ahora la sensación es muy reconfortante. La verdad es que me gusta participar, me encanta aprender cosas nuevas; surgen nuevos desafíos. Fue muy fácil insertarme, todo lo contrario a lo que me había imaginado. Resultó muy natural. Y, por supuesto, recibí la ayuda de muchos colegas.

Usted forma parte de la nueva camada de presidentas de delegaciones, en un sector bastante masculino aún...

Así es. Y admito que a veces siento que la mujer tiene que demostrar más. Nos sentimos observadas. Pero, para mí, no hay roles o carreras para hombres o para mujeres. Todo es para cualquiera que tenga la capacidad. Siento que el primer techo de cristal que debemos romper es el que tenemos en nuestra mente. Nosotras somos las primeras que debemos creernos iguales a los hombres.

¿Cómo compatibilizó su trabajo con la maternidad?

Cinco días después de recibir mi título, tuve a mi primer hijo. Me decían que no iba a poder hacer todo a la vez. Pero la verdad es que se va acomodando. Y se puede. Al año y cuatro meses nació mi segunda hija. Y el menor vino varios años después.

Es decir que debutó como ingeniera y como madre simultáneamente...

SIENTO QUE EL PRIMER TECHO DE CRISTAL QUE DEBEMOS ROMPER ES EL QUE TENEMOS EN NUESTRA MENTE.

¿Qué la ayudó a romper los paradigmas tradicionales?

Creo que fue mi convicción de que la capacidad no tiene género. En la facultad de Ingeniería en Construcciones había 40 estudiantes varones y solo 5 mujeres. Pero nunca me sentí diferente. De hecho me pasa ahora que estoy en una reunión y no me fijo si los presentes son hombres o mujeres. Para mí, son todos colegas. A veces me doy cuenta, después de un rato largo, de que soy la única mujer en la sala.

Sí, hay anécdotas graciosas. Una vez estaba en una obra con una carpeta y, al rato, mis colegas me hicieron notar que la estaba hamacando, tal como hacía con mis hijos (se ríe). Requirió mucha organización. Ajustar mi agenda según los horarios de los chicos.

Cuénteme cómo era un día normal. A las seis de la mañana estaba arriba para llevar a los niños a la escuela. Luego, iba a la empresa. Después tenía que ir a buscarlos. Almorzar y hacer las tareas. Luego los llevaba a las actividades extracurriculares y volvía a la oficina. Al final del día, en casa, el trabajo familiar continuaba. Es una rutina que muchas madres y padres trabajadores llevan.

Impresionante. Ahora sus hijos están grandes y probablemente tenga más espacio personal. ¿Tiene algún otro sueño por cumplir?

Claro, soy una eterna estudiante. Me encanta aprender y, sobre todo, quiero aportar a la sociedad con un granito de arena para cambios positivos. Por un lado, desde la actividad gremial, concretar mejoras para todos los constructores y constructoras. Tenemos proyectos de modificar leyes de redeterminación, obras públicas, entre otros temas. Y seguir trabajando junto con CAMARCO Equidad para una verdadera integración de la mujer y del hombre en las mesas de toma de decisiones.

ES BENEFICIOSO Y MÁS PRODUCTIVO TENER UN EQUIPO DIVERSO... ES NECESARIA LA INTEGRACIÓN.

¿Qué le diría a una mujer que quiere trabajar en la construcción?

Que siga con mucha pasión la profesión. Que siga aprendiendo. Que no se limite a experimentar roles que supuestamente son para mujeres, sino que se atreva a todo, que se puede. Y que también intente compartir estos valores con sus hijos.

¿Qué le diría a un hombre constructor?

Que es beneficioso y más productivo tener un equipo diverso, que es necesaria la integración y la igualdad de oportunidades para lograrlo.▪

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