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GESTIÓN AMBIENTAL EN LAS OBRAS
CUANDO HABLAMOS DE UN PROYECTO O DE UNA OBRA DE CONSTRUCCIÓN, NOS REFERIMOS A UN EXTENSO Y LABORIOSO PROCESO, CON LA PRESENCIA DE MÚLTIPLES ACTORES: EL COMITENTE, EL PROYECTISTA Y EL CONSTRUCTOR CONFIGURAN UN TRIÁNGULO INSEPARABLE QUE LOGRA EL ÉXITO CON LA FINALIZACIÓN DE LA OBRA TAL COMO FUE ACORDADA.
Estosucede luego de un proceso donde deben primar los consensos y los acuerdos. Las limitaciones están dadas por las dimensiones económica, social, técnica y legal, y, en las últimas décadas, por las cuestiones relacionadas con el medioambiente y la sustentabilidad.
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Las Cuestiones Normativas
Cuando nos enfrentamos a esta cuestión específica de la gestión ambiental de las obras y proyectos, debemos identificar dos lecturas en simultáneo. Por un lado, la voluntad de los actores ya mencionados y, por el otro, los aspectos normativos que las distintas instancias gubernamentales han incorporado en sus procesos de gestión.
Desde lo legal, el Estado nacional, los estados provinciales y las municipalidades, a partir de las cuestiones definidas en nuestra Constitución, han avanzado en normativas que fueron diseñadas para proteger el medioambiente en cada una de sus jurisdicciones. Estas normativas de por sí ya establecen cuestiones que los proyectos y obras deben cumplir para conseguir su aprobación o legalización. Podemos citar los estudios de impacto ambiental (EIA), los estudios ambientales estratégicos (EAE) y los planes de gestión ambiental (PGA), que, según la escala del emprendimiento, tienen cumplimiento parcial o total por parte de los desarrolladores de las construcciones. Esto determina condiciones y condicionantes a la elaboración del proyecto y a la definición de la inversión, ya que de esos análisis pueden surgir modificaciones, ajustes o inversiones complementarias a efectos de lograr la aprobación por los organismos del Estado. Nos encontramos aquí con una determinación política que surge, como dijimos, de acuerdos internacionales y nacionales que han dado la potestad a los gobiernos locales para la gestión y el manejo de la gestión ambiental de sus territorios.
La industria de la construcción y las obras están dentro de las acciones humanas que deben analizar estas cuestiones y para ello se han fijado estos instrumentos que establecen un piso o un presupuesto mínimo para asegurar de alguna manera la sustentabilidad ambiental. Estas cuestiones, que se pueden definir como “tramitaciones”, son requerimientos obligatorios, pero no determinan una vocación de sustentabilidad por parte del propietario, del proyectista y de la empresa constructora. En algunos casos son equiparados con cálculos técnicos, con necesidades estructurales y otros similares.
Esa vocación de los participantes del proceso productivo tiene como base las conclusiones y definiciones de los estudios antes mencionados. Es posible que un plan de gestión ambiental requiera acciones específicas durante el proceso productivo como, por ejemplo, la disposición de residuos peligrosos. Esa cuestión es de cumplimiento obligatorio, pero no siempre es efectiva. Y es allí donde las cuestiones de predisposición de los actuantes son clave. De lo contrario, el proceso vuelve a caer en el Estado y su poder de policía. Una sentencia podría ser: “tengo que cumplir con la normativa porque es buena para el medioambiente y porque, además, es mi obligación”.
1 Arquitecto con Posgrado de Especialización en Realización de Obras (Universidad de Morón). Dir. Ejecutivo de TRECC S.A. Consultor con especialización en Evaluación Ambiental y Manejo de Obras en proyectos de inversión pública y privada. Autor de artículos sobre las temáticas profesionales y académicas que lo ocupan en diarios y revistas nacionales e internacionales.
El proceso histórico desde la cumbre de Río de Janeiro de 19822 en adelante ha venido incorporando, año a año, mejoras en los procesos con el objeto de convencer a estos actores de la necesidad de incorporar mecanismos virtuosos de gestión ambiental entre sus obras y proyectos.
Venimos de un proceso donde las obras no eran analizadas desde el punto de vista ambiental y producían, en algunos casos, grandes impactos negativos que debían ser resueltos con la inversión pública y el aporte del total de la población.
Actualmente, a través de estos mecanismos estatales nos encontramos en un proceso de inclusión en los costos de la obra. Las cuestiones relacionadas con la mitigación de los impactos negativos en el medioambiente significan un incremento en los costos iniciales de un proyecto, pero con el tiempo se disminuyen las inversiones de operación y mantenimiento.
Estas decisiones permiten el cumplimiento de una cuestión normativa y, como dijimos, producen un impacto técnico, económico y representan la incorporación del contenido social ambiental.
La Cuesti N Voluntaria
La vocación y decisión de un desarrollador, cliente, organización pública o privada para incorporar, dentro de sus políticas o decisiones, la mejora ambiental de sus proyectos, incrementa algunos costos en relación con la construcción tradicional, pero en el transcurso del tiempo, como ya hemos dicho, la ecuación final resulta muy favorable en términos ambientales y económicos.
UNA INVERSIÓN INICIAL MÁS rando cambios en el marco de la responsabilidad social empresaria, para que sus futuras acciones incluyan mecanismos tendientes a la mejora de sus proyectos en la dimensión socioambiental.
ALTA, CONSIDERANDO CUESTIONES DE MEJORA DEL PROYECTO Y OPTIMIZACIÓN DE SUS PROCESOS, ES GARANTÍA DE UNA MEJORA EN EL COMPORTAMIENTO DEL EDIFICIO CON EL PASO DEL TIEMPO.
Una inversión inicial más alta, considerando cuestiones de mejora del proyecto y optimización de sus procesos, es garantía de una mejora en el comportamiento del edificio con el paso del tiempo (con las consecuencias financieras que ello implica).
Pero también existe un paquete de medidas proyectuales que no implican ningún incremento en los costos, sino que solo conllevan una reflexión más relacionada con el clima, el territorio y los procesos productivos. Solo requieren de un esfuerzo intelectual acompañado de una cuestión vocacional.
Estas Buenas Prácticas Ambientales (BPA proyectuales) recogen acerbos y experiencias que, en conjunto, conforman el diseño bioambiental sustentable.
Podemos poner como ejemplo la optimización de las orientaciones, el estudio del clima de la zona y la utilización de materiales regionales, que en su conjunto significan mejoras en el comportamiento energético y el confort en el hábitat.
En esta instancia es necesario sumar dos voluntades: la del inversor y la del proyectista; juntos tienen que elaborar un acuerdo en el contexto que defina la calidad conceptual de su proyecto y a partir de allí llevar adelante el proceso constructivo.
En el eje productivo aparecen nuevos actores que también tienen mucho que aportar a la mejora del proceso de la sustentabilidad en los proyectos y las obras: los constructores. Son ellos, en primera instancia, los que deben cumplir lo establecido en los pliegos y las especificaciones técnicas que el proyectista, en acuerdo con el comitente, ha establecido para materializar el proyecto; para cumplir con su voluntad tanto en lo técnico, como en lo económico, lo legal y lo ambiental.
2 El evento fue una de la Cumbres de la Tierra-organizadas por la ONU- celebrada en Río de Janeiro, Brasil, del 3 al 14 de junio de 1992, con la participación de 178 países. Maurice Strong fue el Secretario General. Aproximadamente 4.000 representantes de organizaciones no gubernamentales (ONG) estuvieron presentes, mientras que más de 17.000 personas asistieron al Foro de ONG celebrando paralelamente. Fue sucesora de la Conferencia sobre el Medio Humano (Suecia, 1972) veinte años después.
A partir de este acuerdo, el constructor puede incorporar también mecanismos de gestión ambiental o de Buenas Prácticas Ambientales (BPA en obra) en sus trabajos.
Podemos poner como ejemplo la gestión de los residuos, el manejo del agua y de las napas freáticas, que son atendidas y hasta descuidadas y que implican costos a la sociedad que podrían ser evitados.
Es también sabido que este proceso es muy reconocido por la sociedad en su conjunto y se ha transformado en una nueva cuestión de valor en todas las nuevas iniciativas. Estamos en un escenario particular: en los próximos años se debe ir creciendo en la incorporación de instrumentos y mejoras y en la formación de los participantes.
En esta lógica, la Escuela de Gestión de la Cámara Argentina de la Construcción lleva adelante, desde hace tiempo, varios ejes de trabajo: cursos sobre Gestión Ambiental de las Obras, Guías de Buenas Prácticas Ambientales, distintos encuentros con profesionales para la discusión de estos temas, etc.
El acceso a la información es clave, pero también lo es la modificación de los comportamientos. Ya hemos visto en otros aspectos que la normativa no garantiza el cumplimiento de la idea que la impulsó. El tema ambiental no es una excepción. Desde el mercado de la construcción debemos insistir para que esto quede cada vez más internalizado en nuestros procesos.
Entendiendo que los distintos participantes en la cadena de valor de la industria han cumplido con las cuestiones normativas (o sea, con lo obligatorio), ahora pueden realizar un proceso de mejora incorpo-
A modo de cierre, destacamos la definición que propone la ONU para el concepto de desarrollo sustentable: «el desarrollo sostenible es la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades».▪