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Elkarrizketa / Entrevista
from BIHPTZEZ Nº58
Manu Moreno, coordinador general de Cáritas y presidente de ekaIN
Manu Moreno, Coordinador General de Cáritas Bizkaia es, desde febrero pasado, Presidente de ekaIN (Euskadiko Gizarteratzea aldeko Sareak- Redes para la Inclusión Social en Euskadi) que agrupa a unas 200 entidades, más de 4000 personas profesionales y 5000 personas voluntarias en diversos ámbitos de la intervención social. Cáritas Bizkaia preside la red de lucha contra la pobreza de Euskadi, EAPN, y es desde éste ámbito, desde donde se ha asumido la presidencia de la plataforma de redes, ekaIN.
¿Por qué es importante trabajar en red?
Porque es la manera de multiplicar tus fuerzas para trabajar por la transformación de la sociedad, que es, en definitiva, la misión de las entidades sociales. Trabajar en red significa sumar, significa compartir, aprender, crear, innovar, comunicar…. con otros. Con otras personas y entidades. Desde el respeto y reconocimiento de la naturaleza de cada organización, ponemos en común lo que nos une para trabajar conjuntamente a favor de las personas que acompañamos.
¿No se diluye así la pertenencia a Cáritas? ¿Se pierde la propia identidad en las redes?
Todo lo contrario, se hace más fuerte y significativa. Cáritas Bizkaia lleva muchos años contribuyendo a la construcción del tejido social y asociativo. Forma parte de su misión e identidad. A veces desde el liderazgo y otras desde posiciones menos significativas, pero siempre desde la clave de servicio, ha sido un agente activo en la formación de las redes. El camino compartido, el poder hacer que algo como la incidencia social, por ejemplo, las entidades lo deleguemos, en parte, en el espacio común que llamamos redes, consolida la identidad de cada organización y la del conjunto. Siendo conscientes de que cada entidad es autónoma y no pierde su esencia, sino que la alimenta de otras realidades.
¿Cómo se ve una persona de a pie representada en esas redes? Las redes son plataformas, herramientas, para la participación de la sociedad civil. No son un fin en sí mismo, de lo contrario estaríamos pervirtiendo su propia función social. Las redes tienen es-
pacios de “gobierno” y liderazgo de las entidades, grupos de trabajo para compartir el conocimiento, la experiencia, las preocupaciones, los retos… y actividades conjuntas, en las que participan personas voluntarias, trabajadoras, usuarias, y colaboradoras en general. Sí es cierto que tenemos un reto pendiente, y que es compartido por todas las personas y entidades que participamos en los espacios de las redes, que es hacer una mayor visibilización y articulación interna (a las propias entidades) del trabajo conjunto que hacemos. Ya que, en general, nos cuesta salir de la propia realidad cercana y ampliar el enfoque.
Crear sinergias entre las organizaciones sociales, ¿facilita la creación de políticas sociales en favor de una transformación social? ¿Se ve en el día a día?
El hecho de poder tener una interlocución y un mensaje consensuado que trasladar a la sociedad y a las administraciones, es muy poderoso. Todavía tenemos mucho por andar y aprender, pero se va haciendo camino. En este momento hemos logrado tener interlocución con las diferentes administraciones grupos políticos y otros agentes, también en comisiones del Parlamento Vasco. Una línea de interlocución que previamente se ha trabajado desde las entidades y que representa al conjunto. Esto supone respeto y reconocimiento por parte del interlocutor. Además, se están consolidando plataformas de trabajo conjunto entre Administración y redes (consejos, mesas de diálogo civil...) donde se hacen aportaciones y se debaten la políticas sociales. Hay mucho camino por delante, por nuestra parte y también porque nos reconozcan como agentes de construcción conjunta, pero las bases se están fortaleciendo.
Redes en las que participa Cáritas Bizkaia
¿Qué peso real tienen las entidades sociales para nuestros políticos y gobernantes? ¿Y las redes?
No es lo mismo ir agrupados que ir por separado. Supone mayor esfuerzo y entendimiento previo. A veces “ceder” tu protagonismo en favor del conjunto, pero el impacto es mucho mayor. Arrastramos una dinámica en la que los debates, los acuerdos… eran casi individualizados (bilaterales) entre las administraciones y las entidades. Esto provoca debilidad y dependencia. Se nos decía que “el tercer sector estaba atomizado”. En eso estamos creciendo y rompiendo también algunos estereotipos. Las entidades no pierden su capacidad individual de incidir, dialogar, pactar… pero lo que logramos acordar para el conjunto beneficia a todo el sector. A los grandes y a los pequeños. A las entidades que tienen más historia y a las de reciente creación. Eso es positivo y supone un signo de madurez y estabilidad del sector.
En EkaIN participan las principales cinco redes (Eapn, Gizatea, Harresiak Apurtuz, Hirekin y Reas Euskadi) que trabajan en la intervención social no lucrativa. ¿A qué se dedica? ¿Cuáles son sus principales ámbitos de actuación? ¿Qué quiere ser, dónde pretende llegar?
Ekain es el espacio común de trabajo de las redes de inclusión social. Además de estas cinco, estamos en proceso de acercamiento con la Coordinadora de ongs de desarrollo. Sus principales ámbitos son la lucha contra la pobreza y exclusión, la economía alternativa y solidaria, las empresas de inserción, el trabajo por los derechos de las personas inmigrantes, la mejora de las condiciones del sector, y el trabajo en favor de los países del Sur. Para desarrollar estos ámbitos de trabajo creamos espacios conjuntos de reflexión y propuestas de las entidades asociadas a cualquiera de las cinco redes. Compartimos recursos y conocimientos. Junto con ello, la línea de trabajo por dar
Cáritas Bizkaiak urte asko daramatza sare sozial eta asoziatiboa lantzen. Bere egiteko eta identitatearen barruan dago. Batzuetan, lidergoaren eta beste posizio ez hain esanguratsuen izenean, baina beti zerbitzua ematearen ikuspuntutik, eragile aktiboa izan da sareak sortzeari dagokionez.
a conocer nuestra labor y sensibilizar a la sociedad, la incidencia política y el reconocimiento del tercer sector, serían sus ejes fundamentales. Lo que se pretende es que las entidades sociales tengan un papel activo para crear una sociedad más justa e inclusiva.
La economía solidaria ¿es una propuesta real o se basa más en la utopía de unas condiciones y unas relaciones distintas?
La propuesta es real y factible, de hecho existen experiencias (“acciones significativas”) que así lo demuestran. Puede parecer utópico que “toda la economía” sea solidaria, es decir, que esté basada en valores y desde la centralidad de la persona. Pero nuestro reto es mostrar que es posible, que es necesaria (“esa economía mata” EG) y poder hacer que cada vez tenga una mayor presencia en nuestra sociedad. Hace 20 años hablar de banca ética, consumo responsable, comercio justo, agricultura ecológica, empresas de inserción y solidarias, etc. era menos habitual que ahora. Tenemos que seguir avanzando en esta línea. Es necesario un cambio radical a la economía actual y que esté al servicio de las personas.
¿Trasciende lo suficiente a la ciudadanía estos movimientos de las entidades, asociaciones y redes?
No todo lo que nos gustaría y consideramos necesario. Pero va en aumento. Por ejemplo, hace unos meses que se celebró la feria de economía solidaria en Bilbao y participaron casi cinco mil personas, cuando esperábamos llegar a unas dos mil, se sobrepasaron las previsiones. Y esto significa que interesa a la ciudadanía. Otro importante ejemplo, es la campaña para la recogida de firmas de la iniciativa legislativa popular contra los desahucios, en la que Cáritas y el conjunto de la comunidad cristiana tuvo un papel muy activo, llegamos a las 7.400 personas. Un 10 % aproximadamente de las recogidas en Euskadi. En el conjunto del Estado caso fueron un millón y medio. Son datos que nos alientan y que evidencian que las iniciativas llegan a la población y va calando el mensaje.
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¿Se tambalean los sistemas de protección social tanto como parece en estos tiempos?
Estamos en un momento muy complicado social y económicamente. El cambio de modelo social que nos ha traído esta crisis hace cuestionar muchas cosas, y entre ellas, el sistema de protección social. Es una lástima que logros sociales que han costado tanto tiempo y esfuerzo conseguir por el trabajo de los que nos precedieron, se cuestionen ahora cuando la especulación económica y un modelo de mercado basado únicamente en el beneficio económico, nos han llevado a esta situación. Pero como sociedad no nos podemos dejar arrastrar por este imaginario, eso que parece que se ha ido interiorizando y que culpabiliza de la crisis a las personas que más están sufriendo. Venimos de construir un modelo de sociedad solidaria, que comparte y desde un enfoque de derechos, que protege a las personas que más lo necesitan. Y eso no sólo debe de prevalecer, sino que debemos fortalecerlo. Nuestro sistema de protección es bueno, nos ha permitido resistir mucho mejor que otros lugares a las consecuencias de la crisis, pero aún así deja a muchas personas en situación de pobreza y exclusión,
Gizarte solidario baten eredua eraiki dugu, partekatzen duen gizarte bat, eskubideak oinarri hartzen dituena eta beharrizan handiena duten pertsonak babesten dituena. Eta hori mantendu ez ezik, sendotu ere egin behar dugu.
por tanto, tenemos que mejorarlo. Y no podemos combatir las situaciones de dificultad desde el asistencialismo, debemos mantener un enfoque de derechos y de inclusión social.
La crisis también está haciendo mella en el denominado Tercer Sector; ¿cómo cree que será el futuro a medio plazo de este ámbito?
Pues es un futuro incierto y que se vive con preocupación. Por un lado, está pendiente de desarrollar la Ley de Servicios Sociales, que habiéndose aprobado en el año 2008 sigue sin desarrollarse. Esta afecta directamente a las entidades que prestan servicios, de los denominados de responsabilidad pública. Además, las dificultades de financiación pública y también privada, y el endurecimiento de las situaciones de pobreza y exclusión que viven las personas que acompañamos desde las entidades, es una combinación de factores que no hacen prever un futuro muy halagüeño. Pero si algo nos caracteriza a las personas y entidades de nuestro ámbito y por tanto a las redes del tercer sector es el compromiso y la capacidad de afrontar las dificultades con la esperanza de la transformación social. Por lo tanto, debemos fortalecer conjuntamente el sector y dar un papel activo a las personas acompañadas. Yo creo que ese puede ser uno de los retos más importante en los próximos años para nuestro sector y para la sociedad en su conjunto. Hay un lema que dice “pasar de hablar de las personas, a hablar con las personas”. Esa participación social de las personas en situación de vulnerabilidad, de pobreza y exclusión, debe enseñarnos a toda la ciudadanía y dar pistas para construir una sociedad más cohesionada y participativa.
En primera persona
¿Como actual presidente de ekaIN, cuál es su mayor preocupación?
Respecto a las personas y al conjunto de la sociedad, la dinámica de pérdida y disminución de derechos que se está implantando, como consecuencia de un nuevo modelo social post-crisis. El endurecimiento en el acceso a los sistemas públicos y la falta de oportunidades (empleo e inclusión) que se ceban, sobre todo, en las personas más vulnerables. Y ante esto, una respuesta social en clave de asistencialismo y que genera desigualdad.
Mirando hacia dentro, la situación de dificultad de las entidades que están respondiendo a un mayor número de personas y cada vez a situaciones más complejas y con menos recursos. Lo que supone una tensión que influye en los modelos de intervención, en la necesidad de pensar sólo en corto plazo (resistir) y no poder afrontar las necesidades en clave de cambio, innovación, transformación, etc.
¿Hay, constata Vd, por fin algunos “brotes verdes” o seguimos igual?
Dicen que se está mejorando, o que las previsiones son mejores. Parece que la crisis va quedando ya aparcada y dentro de poco quedará en un segundo plano, pero no debemos engañarnos, se quedan sus consecuencias. Son como las secuelas de un grave accidente. Hay dos elementos que considero no podemos obviar: Que si hay crecimiento las personas que están en peor situación van a ser las últimas en mejorar, a no ser que cambiemos el modelo, y que ese crecimiento se valorará únicamente en términos económicos y las oportunidades no son iguales para todas las personas. Y, en segundo lugar, que no podemos plantearnos que mejorar la situación significa querer volver al modelo de hace unos años. Hay que asumir que es imposible, y que cometeríamos un error, queriendo volver a la “casilla de salida” de un recorrido que nos ha llevado a la pobreza, la desigualdad, la falta de cohesión social...
¿Qué mejoraría ahora mismo si pudiera?
Que todas personas puedan tener los recursos materiales suficientes para el acceso a sus necesidades básicas, desde una mirada de derechos. Y que se desarrollen planes, proyectos, iniciativas de inclusión social para todas las personas, especialmente para las que están en una situación de mayor dificultad.
Y pensando en el conjunto de la sociedad, que prevalezca una cultura de la solidaridad, que desaparezcan estereotipos y prejuicios contra las personas más débiles y que toda la ciudadanía trabajemos en la búsqueda del “Bien común”.