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Barriak / Noticias

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Etxepel en Camino

(segunda parte)

El año pasado las personas que formamos Etxepel decidimos aventurarnos a hacer durante una semana el Camino de Santiago y caminamos desde Burgos a Sahagún. Hubo dificultades y para muchas fue un gran reto. Pero, al final, de lo único que nos arrepentimos fue de tener que volver a Durango tan pronto. Así que, como no podía ser de otra manera, este año hemos regresado a León para seguir nuestra aventura peregrinante mochila al hombro.

Cada noche, mientras los pies descansaban, escribíamos nuestra particular crónica del día, un relato que es, ante todo, un pedacito del camino de nuestras propias vidas.

21/6/2016 León

Hoy ha sonado el despertador antes de lo habitual. En la mochila se entremezclan ilusiones, motivaciones y algunos miedos. Tenemos anhelo por caminar, por encontrarnos, por llegar. Y hay miedos más prosaicos: a las ampollas, al calor, a los ronquidos. Nos hemos estado preparando los últimos meses y hoy es el gran día. Hemos quedado a las 8:20 para coger un autobús desde Durango a Bilbao. Las puertas de Etxepel quedan cerradas, y la nevera y los armarios de las mochilas, bastones y cantimploras, vacíos. Nos ponemos en Camino. A las 9:30 cogemos el tren en Abando y tras unas horas de traqueteo y un buen bocadillo, estamos en León para empezar nuestro segundo año hacia Santiago. Esta vez, trece valientes –Bertha, Elena, Josean, Miguel, Patxi, Pili, Vasi, Raúl, Alejandro, Idoia, Leire, José Agustín y Alberto– y dos perros –Wilma y Zuri–. En Durango se han quedado algunas personas que no han podido venir: Manu, Paco, María, Susana… aunque algo de ellas viaja con el grupo.

En la estación nos esperaban Beatriz Gallego, directora de Cáritas León, y Vicente Guillán, un trotamundos solidario que puede acompañar a la persona más olvidada y ser el mejor guía turístico de su cuidad, y hacerlo siempre con una sonrisa. Nos han hecho sentirnos parte de una gran familia. Vicente nos ha acompañado toda la tarde, hemos conocido León, lo bonito y lo no tan bonito. El calor se ha hecho pesado, pero la ducha esperaba en el albergue. Hemos cenado rico alrededor de una fuente y hemos acabado el día con una ronda para compartir las vivencias del día y, sobre todo, cómo estamos. Hace falta descansar; mañana toca caminar.

22/6/2016 León-Villadangos del Páramo

La noche ha sido tranquila, pero algunas personas del grupo no hemos descansado bien. Quizá nos mueven las ganas de caminar. Así que a las seis estábamos desayunando. Luego, nos hemos reunido para revisar la etapa y comenzarla leyendo un pequeño texto de Anthony de Mello que nos acompañará en el Camino de hoy. Cada día una persona elige un texto de entre varios libros. A las siete dábamos nuestros primeros pasos de este año hacia Santiago.

Nada más abandonar León, nos hemos enfrentado al páramo leonés, una inmensa planicie con muy poca sombra, donde el calor nos ha golpeado fuerte: ¡¡32º a las 9:30!! En su día el Camino se trazó paralelo a la calzada romana que unía Legio y Astúrica. Hoy también nos lleva desde León a Astorga, pero coincide plenamente con la N 120, con su ensordecedor ruido y con sus malos humos. Ha costado un poco, el sol ha pesado en la mochila y el paisaje se hacía monótono ante la falta de sombra, pero hemos llegado a Villadangos.

Nos hemos alojado en un albergue gestionado por Proyecto Hombre gracias a Jorge Peña, su presidente, un hombre encantador que nos ha ayudado mucho a preparar esta aventura. El resto del día nos hemos dedicado a descansar y a hacer sopa de piedra, como hemos aprendido en el texto de Anthony de Mello que hemos leído a la mañana:

En un pequeño pueblo, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer. «Lo siento», dijo ella, «pero ahora mismo no tengo nada en casa.» «No se preocupe», dijo amablemente el extraño. «Tengo una piedra de sopa en mi cartera; si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo, yo haría la más exquisita sopa del mundo. Un puchero muy grande, por favor.» A la mujer le picó la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto de la piedra de sopa. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquel extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cucharada con verdadera delectación y exclamó: «¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas patatas.» «¡Yo tengo patatas en mi cocina!», gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de patatas peladas que fueron derechas al puchero. El extraño volvió a probar el brebaje. «¡Excelente!», dijo; y añadió pensativamente: «Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso...» Otro vecino salió zumbando y regresó con un pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo: «¡Ah, qué sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto...» Uno de los presentes fue corriendo hasta su casa y volvió con una cesta llena de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó nuevamente el guiso y, con tono autoritario, dijo: «La sal». «Aquí la tiene», le dijo la dueña de la casa. A continuación dio otra orden: «Platos para todo el mundo». La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Hay quien regresó trayendo incluso pan y frutas. Luego todo el mundo se sentó a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa. Se sentían extrañamente felices mientras reían, charlaban y compartían por primera vez su comida. En medio del alborozo, el extraño se escabulló silenciosamente,

Pozarren goaz, baina penaz, bidean jarraitu ezin eta aurrera egiteko datorren urtera arte itxaron behar dugulako. Bakoitzak zerbait berria daramagu motxilan: esperientziak eta intuizioak, bizitzaren bidean lagungarri izango zaizkigunak. Une latzak izan ditugu, baina gainditzea lortu dugu. Taldeak gehien baloratu duena bizikidetza eta Caritas Leon, Caritas Astorga eta Gizaki Fundazioak emandako harrera izan dira. Iaz, Etxepel osatzen dugunok astebetez Santiago Bidea egitea erabaki genuen, Burgosetik Sahagunera bitartean. Zailtasunak izan genituen eta askorentzat erronka handia izan zen. Baina, azkenean, damutzeko arrazoi bakarra Durangora hain goiz itzuli behar izana izan zen. Hortaz, aurten Leonera itzuli gara (ezin zuen bestela izan), motxila lepoan hartu eta gure erromes-abenturari berriro ere ekiteko.

dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que las gentes de aquel pueblo podrían usar siempre que quisieran hacer la sopa más deliciosa del mundo.

23/6/2016 Villadangos del Páramo-Hospital de Órbigo

Después de los 20 km de ayer, hoy nos toca una etapa tranquila. Hemos empezado pronto por la mañana para ir cogiendo el ritmo del Camino. La etapa continúa paralela a la interminable y monótona N120. Se hace pesado el ruido de los coches, pero avanzamos con paso firme.

Antes del fin de la etapa un gran regalo de esos que han sobrevivido al tiempo: un impresionante puente romano que salva el río Órbigo, sin duda uno de los más impresionantes de todo el Camino.

En Hospital, nos han acogido maravillosamente en el albergue parroquial. No solo nos han reservado el sitio, algo no habitual en los albergues del Camino, sino que nos han dejado una habitación de 16 plazas en exclusiva a un precio muy reducido. Hemos tenido tiempo para descansar, para charlar y para disfrutar de la piscina municipal. Tras una copiosa cena para reponer energía y nuestra reunión de fin de día, nos hemos acostado.

24/6/2016 Hospital de Órbigo-Astorga

Hoy hemos recorrido 16,2 km. Nos hemos levantado a las seis con el sol y a las siete estábamos caminando. Por fin, nos alejamos de la N120 y disfrutamos de la naturaleza. Este año se ha retrasado la floración y el campo está en plena efervescencia. Tampoco faltan los trinos de trigueros, verdecillos y, en la lejanía, alguna codorniz reclamando su terreno para la cría.

Quizá por la inevitable comparación con las jornadas anteriores, la etapa de hoy ha resultado muy llevadera. La naturaleza y el paisaje nos han transportado casi sin esfuerzo hasta Astorga. Pero la sorpresa de esta etapa estaba por llegar.

La acogida de Cáritas Astorga ha sido increíble. Nos han alojado en la Casita de San José, un moderno albergue para transeúntes con todas las comodidades. El anterior tenía solo 50 metros cuadrados de planta y la nueva instalación ha conservado el nombre. Pero lo mejor no han sido las visitas a la catedral y al Castillo de Gaudí, ni que nos hayan dejado todas las instalaciones de La Casita para nuestro grupo, ni la copiosa comida caliente que nos esperaba al llegar, ni la maravillosa cena con exquisitas viandas de la tierra que no hemos podido acabar… lo mejor es que nos han acogido, nos han querido y nos han llenado la mochila de cariño. Da gusto sentirse parte de esta gran familia. ¡¡¡Gracias, Juan!!! Mañana costará menos caminar.

25/6/2016 Astorga-Rabanal del Camino

A la salida de Astorga, en un mosaico de la pared de una iglesia, nos hemos encontrado un texto que nos ha hecho detenernos y que nos ha acompañado en la caminata. Decía: Peregrino, que el cansancio del Camino nunca te impida pensar. ¿Es lo importante la meta? ¿No será acaso el encuentro con el monte, con el río, con el rumbo que has perdido… con el mismo Dios quizás…? Curiosamente ayer, en nuestra valoración vespertina del día, comentábamos que quizá íbamos demasiado deprisa, que quizá nos estábamos centrando más en la meta que en el Camino.

Hoy, por fin, hemos dejado atrás la fatigosa meseta castellano leonesa. Tras Astorga llega el verde y los montes de León que nos recuerdan nuestra tierra. Hoy hemos andado 20,5 km y hemos comenzado el ascenso hacia la cruz de hierro que está a casi 1500 m de altitud. Hemos parado en Rabanal del Camino, donde nos esperaba un espléndido arroz al estilo Etxepel que combina aprovechar todo lo disponible con una dosis generosa de cariño. El resultado es realmente delicioso. Hemos descansado, hemos charlado y hemos reído. A la noche, después de la cena y de nuestra reunión diaria, hemos ido a completas a un monasterio benedictino y hemos recibido la bendición del peregrino y la peregrina.

Nos ha encantado. Dice así:

Oh Dios, que sacaste a tu siervo Abraham de la ciudad de Ur de los Caldeos, guardándolo en todas sus peregrinaciones y que fuiste el guía del pueblo hebreo a través del desierto: te pedimos que te dignes guardar a estas gentes que, por amor de tu nombre, peregrinan a Compostela. Sé para ellas compañero en la marcha, guía en las encrucijadas, aliento en el cansancio, defensa en los peligros, albergue en el camino, sombra en el calor, luz en la oscuridad, consuelo en sus desalientos y firmeza en sus propósitos para que, por tu guía, lleguen incólumes al término de su camino y, enriquecidas de gracias y virtudes, vuelvan ilesas a sus casas, llenas de saludable y perenne alegría.

26/6/2016 Rabanal del Camino-El Acebo

Nos hemos levantado con energía para superar la cota más alta del Camino francés: 1500 m. Es la Cruz de Hierro, uno de los lugares más emblemáticos de esta peregrinación. Ocho kilómetros de distancia y 400 m de desnivel nos separaban de la cumbre. Caminar no se ha hecho pesado. El lugar es precioso y misterioso a la vez; los montes nos rodean y el verde de los robles forma un bello tapiz salpicado de manchas amarillas y lilas de la omnipresente retama y de los tímidos brezos.

En dos horas y media, tras un pequeño avituallamiento, hemos llegado a la cruz. Siguiendo la costumbre que ya cumplían las gentes de Galicia cuando pasaban por aquí para ir a segar en los campos de Castilla, hemos puesto una piedra en la base de la cruz para pedir protección para el viaje.

Enseguida hemos comenzado el descenso. Nuestros maltrechos pies han sufrido más de lo esperado por el firme irregular y las piedras sueltas. Pero a estas alturas del Camino, con la mochila llena de entusiasmo y compañerismo, los obstáculos son fácilmente salvables. Así que en dos horitas estábamos en el albergue parroquial de El Acebo donde, a cambio de la voluntad, nos han acogido maravillosamente. Ha habido tiempo para descansar, ir a la piscina, compartir la cena con todas las personas del albergue y ver la puesta del sol.

Leire y José Agustín vuelven hoy para casa, aunque sabemos que, cuando se comparten ciertas cosas, la distancia no nos separa.

27/6/2016 El Acebo-Ponferrada

Tras rehacer la mochila, desayunar y compartir nuestro texto diario, nos hemos puesto a caminar. Cada vez tenemos más claro que esa es nuestra meta, no tanto llegar. Entramos en El Bierzo, una comarca preciosa cargada de historia. Desde la altura descubrimos, cercada por insignes montañas, su capital, Ponferrada. Allí nos dirigimos.

A mitad de etapa, hemos parado en Molinaseca. Hemos acabado el descenso. Junto al puente romano sobre el río Meruelo, hemos refrescado los pies. Salían renovados de las gélidas aguas. Pero el calor amenazaba, así que hemos seguido nuestra andadura.

Una sonrisa se dibujaba en los rostros. Nos quedan 8 km. Sabemos que a pesar de los dolores, las ampollas y el cansancio, vamos a llegar. Para muchas personas estos días están suponiendo un reto físico importante y saber cercano el final, genera euforia. Hay quienes ya hablan de continuar el año que viene.

Ponferrada se ha ido aproximando entre cantos y risas. Luego, nos hemos dirigido a un albergue de Proyecto Hombre a las afueras de la ciudad, donde, de nuevo gracias a Jorge –su presidente–, nos han alojado y acogido con todo detalle.

Después de cenar nos hemos juntado y hemos valorado la experiencia. Nos vamos muy felices, con pena de no poder seguir y tener que esperar hasta el año que viene para continuar. Cada cual se lleva algo nuevo en la mochila, experiencias e intuiciones que nos ayudarán en el camino de la vida. Ha habido momentos duros, pero los hemos superado. Lo más valorado por el grupo ha sido la convivencia y la acogida recibida por Cáritas León, Cáritas Astorga y Proyecto Hombre.

Mañana, después de visitar Ponferrada, cogeremos el tren de regreso. En Etxepel ahora nos queremos un poco más y, aunque la mochila vuelve llena de vivencias y aprendizajes, parece que pesa menos que cuando comenzamos a andar. Continúa el camino… el de la vida. ¡Buen Camino!

Cuando cesaron los murmullos de las personas asistentes, una mujer repartió un papel con una oración. “…Dios de Misericordia, te pedimos por todos los hombres, mujeres y niños que han muerto después de haber dejado su tierra, buscando una vida mejor…”. El cura dio las gracias por venir e invitó a que la recitaran con él. Era la misma que pronunció el Papa Francisco este 16 de abril en Lesbos.

Tal vez una iglesia no sea el lugar en el que una espera oír una conferencia sobre las personas migrantes de Siria, pero ahí estaba yo, sentada en la tercera banca, libreta en mano, imaginándome qué había motivado a cada uno de los asistentes a acudir y atender. La pequeña capilla estaba casi llena, lo que me pareció extraño. Extraño porque aquella chica tan menuda y tan sonriente con su jersey amarillo no daba el perfil de mujer religiosa a la que todas aquellas personas (en apariencia feligreses) acostumbraban a escuchar allí. Solo podía significar una cosa, interés por saber.

María Urbieta, trabajadora del área de Cooperación Internacional y Migraciones de Cáritas Bizkaia, comenzó su exposición mostrando una serie de fotos de la Guerra Civil Española que apostaría a que trajeron a la mente de la concurrencia (la gran mayoría por encima de los 60 años) una etapa de sus vidas que preferirían olvidar. Vimos sobrecogidos el gran parecido que guardaban con las que aparecieron a continuación; fotos de las calles de Siria. Una buena forma de empezar a remover conciencias.

La ponencia se hizo amena, Urbieta hablaba con rapidez porque no tenía tiempo suficiente, aunque no dejaba por ello de explicar claramente y sin cabos sueltos. Intentaba que todos y todas entendieran la realidad que ella había vivido en los 14 años que lleva trabajando con familias de migrantes y ayudándoles en su día a día.

Empezó por dar datos, contó cómo España solo había acogido a 18 refugiados de los 1147 que habían llegado a la Unión Europea, y cómo el Gobierno excusó el hecho diciendo que “era un proyecto piloto”, (en ese momento, la señora que se sentaba a mi lado murmuró “¡palabrería!”) a pesar de que las entidades como Cruz Roja o CEAR ya contaban con fondos para hacerse cargo de una acogida mucho más numerosa. Desde Cáritas,

La verdad sobre las personas “invisibles”

Una trabajadora de Cáritas se encargó de trasladar a las personas oyentes de su ponencia en mayo toda la realidad que hay detrás de la imagen que nos ofrecen los medios acerca de la situación de las personas refugiadas.

Emakume batek otoitza jasotzen zuen paper bat banatu zuen. “… Miserikordiaren Jauna, bizi hobearen bila jaioterria utzi ondoren hil diren gizon, emakume eta haurrengatik eskatzen dizugu…”. Apaizak eskerrak eman zizkien bertaratutakoei eta harekin otoitz egiteko eskatu zien. Frantzisko Aita Santuak apirilaren 16an Lesbosen esandako hitzak eskaini zituen. Eliza ez da izango, beharbada, Siriako migratzaileei buruzko hitzaldi bat entzuteko lekurik ohikoena.

afirmaba después, están en contra del pacto entre la Unión Europea y Turquía, ya que vulnera el derecho a recurso de las personas migrantes considerando a Turquía como país seguro, y establece el sistema 1x1. “El citado sistema consiste en intercambiar un refugiado de aquí por cada uno de allí, como si se tratara de mercancías” describió.

A continuación, proyectó la conocida imagen del niño sirio en la playa, y expresó que aunque a nivel de concienciación mundial la foto del niño marcó un antes y un después, el conflicto no empezó ahí. La prensa mostró al público la agresiva imagen por el impac-

to que esta iba a tener, pero hizo caso omiso de la guerra que se lleva viviendo en Siria o Eritrea hace más de cinco años.

Relataba las situaciones de manera muy visual, se acompañó de numerosos vídeos y fotos. Se mantuvo firme en su postura de que no somos quién para decir: “tú entras, tú no”. En su opinión hay que echar por tierra la creencia de que todos los migrantes sirios son yihadistas. “Tendemos a discriminar a todos por culpa de uno, y cada vez ponemos más muros, más concertinas. Pero ese no es el camino, la gente que huye de sus países va a seguir viniendo. Desde el año 2000 han fallecido más de 23.000 migrantes llegando a las costas de Lampedusa, y si siguen haciéndolo es porque para ellos nada puede ser peor que lo que dejan atrás.” Habló de todo aquello que no es noticia, pero pertenece a la vida diaria de las personas refugiadas. De las humillaciones, de las duras pruebas que tienen que pasar las de origen sirio (y no solo ellas) para acceder al país y de las penosas condiciones que hay en los CIES, todo de una manera interac-

tiva. Hizo preguntas, pidió opiniones, y mantuvo en todo momento el tono serio que requería el tema. La hora y media larga se me pasó volando.

Finalmente, la ovación que recibió la chica de amarillo sonó sincera, (y lo fue, al menos por mi parte) pero en el turno de preguntas y reflexiones quedó patente el recelo de algunos de los asistentes. Un señor al fondo comentó: “Claro, pero si llegan muchos tendremos que bajar nuestro nivel de vida”. A lo que Urbieta respondió que “el número de personas que acuden a nuestro país va subiendo porque nos centramos en el control de flujos migratorios, pero no en las causas. Se han gastado 13.000 millones de euros en controles fronterizos y las mafias dedicadas al tráfico de personas han ganado 15.700 millones. Algo falla. Los conflictos armados y el hambre muchas veces se deben al cambio climático, a la corrupción y a la competencia por los recursos naturales. Problemas que generamos desde el primer mundo. Por lo tanto, -afirmó respondiendo al oyente- sí, tendremos que bajar nuestro nivel de vida, pero igual se lo debemos, ¿no?”.

Más que curiosidad

Antes de marcharme, me lo pensé dos veces y volví sobre mis pasos para hablar con el cura y la oradora. Se resolvieron mis dudas. Sí que había acertado en que las personas asistentes a la charla eran asiduas de las misas de los domingos en esa iglesia, pero lo que no sabía es que estaban ahí porque habían decidido en consenso que querían que alguien fuera y les explicara a fondo todo lo que está sucediendo con las personas refugiadas. El objetivo, dijo el párroco, era reflexionar y estar preparadas para colaborar cuando fuera necesario.

Di las gracias a la ponente y me fui, aliviada por saber que aún hay gente que se mueve, que no asiente y se encoge de hombros ante las injusticias, y sobre todo, gente que no quiere más verdades a medias.

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