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Capítulo 06: El Águila Carmesí........................................................................................................Pp
from Hokuou Kizoku 1
CAPÍTULO 06 %
EL ÁGUILA CARMESÍ
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Nuestro viaje procedió sin problemas, algo muy inesperado. Incluso cuando pasamos tres cabañas en el bosque, Sieg no mostró ni una sola señal de cansancio. Sentí admiración. Realmente era una persona de la milicia.
En la tercera parada, almorzamos. Aunque solo íbamos sentados, se usa una gran cantidad de energía. Incluso si no sentíamos hambre, comíamos bastante bien.
Ordenamos comida (※pagamos) del viejito que trabajaba allí; sin embargo, nos entregaron seis rebanadas gruesas de pan de trigo y seis cortes delgados de queso ( ※ para tres personas). También nos sirvieron bebidas, pero estaban frías, así que tuve un sentimiento indescriptible. De las tres cabañas donde nos detuvimos, era la más cara, pero la comida fue la más sencilla, a eso me refiero.
Aceptando la realidad, pensé en formas de volver la comida tan sabrosa como fuera posible. Ensarté el queso en los asadores que estaban sobre la mesa y los asé a la parrilla con la chimenea. Tras unos cuantos segundos, el queso se derritió y la superficie quedó brillante. Después lo coloqué sobre el pan y se lo entregué a Miruporon. Hice otro para Sieg. La segunda vez, Sieg derritió el queso. Cuando le comenté que sabía mejor porque una chica lo hizo por mí, sonrió con amargura. Estaba diciendo la verdad, a lo mejor no me creyó porque lo mencioné casualmente.
Luego que terminamos de comer, extendí el mapa y comencé a explicar la ruta a partir de aquí. —Dentro de dos horas, el sol se pondrá así que tal vez quieras usar otra capa de ropa abajo. —El sol se pone así de pronto. —¿Te sorprenderías?
En verano, el sol se oculta un poco después del mediodía. Además, se trata de una región tenebrosa donde el sol no se eleva por dos meses seguidos. Los ojos grises de Sieg se abrieron de par en par con sorpresa, mientras hacía una expresión seria. —De modo que, cuando salgamos del bosque, la temperatura bajará del punto de congelación. Por lo tanto, nos detendremos cada quince minutos para revisar. —¿Revisar qué?
—Hipotermia.
La hipotermia. Es un síntoma que aparece cuando las personas no logran mantener su temperatura normal en ambientes fríos. El calor corporal continúa bajando, provocando un descenso en las actividades vitales hasta que se detienen por completo. Las personas llaman a esto: muerte por exposición. —Cuando viajamos en renos por la aldea, a veces las personas mueren de esa forma…
Conforme explicaba, no pude continuar. Sieg me observó preocupada; pero, no podía encontrar las palabras para describir las emociones que sentía. —Lo siento, Sieg… —¿Por qué te disculpas? —Morir mientras viajas, apenas me di cuenta de que eso no es normal.
— …
Me críe en una aldea pensando únicamente en la familia y, cuando ellos se fueron, viví en un entorno donde solamente me preocupaba de mí mismo. Al percatarme que era la primera vez que estaba a cargo de la vida de alguien más, noté una vez más la gravedad del asunto.
Debido a mi decisión arbitraria, podría haber expuesto la vida de alguien más al peligro. —Estaba tan emocionado por el matrimonio que ignoré los peligros a los que estaría expuesta tu vida, Sieg. —Estoy bien. No te preocupes por mí.
— …
Sieg lo dice, pero no hay ninguna garantía de ello.
La última vez que traje a una prometida, fue de primavera a verano y solo tomó cerca de una hora a reno desde un puerto cercano.
Ese puerto actualmente se encuentra cerrado ya que el mar se congeló. —Debí haberte traído en una temporada más cálida.
—Te contaré una historia… —¿Eh? —Fue hace once años. Cuando todavía era una adolescente.
—¿?
Al parecer ignorando mi ansiedad, contempló a lo lejos y comenzó su relato sobre el pasado.
❄❄❄
Después de cinco años desde que se enlistó, fue asignada a un cuerpo militar de élite que sería enviado a la vanguardia. Ellos entrenaron estrictamente todos los días, templándose cada día.
Mientras lo hacía, arribó la temporada para el entrenamiento de montañismo que se hacía una vez al año. Iban a pasar una semana en la cima de una montaña que todavía tuviera una delgada capa de nieve. Con solo las raciones suficientes para una semana y el mínimo equipo, Sieg comentó que era el entrenamiento más odiado. —Subimos en silencio las pronunciadas pendientes; sin embargo, luego de cinco horas algo sucedió.
Una repentina tormenta, con un viento lo suficientemente fuerte que impedía a las personas ponerse de pie, atacó el pelotón de Sieg. Expuestos al clima e incapaces de moverse, el comandante del pelotón decidió abandonar el equipaje.
Luego de escalar un poco, encontraron una cabaña en la ladera de la montaña y se dirigieron allí. —Tarde o temprano la lluvia y el viento se detendrán. Eso fue lo que todos pensamos.
Sin embargo, la tormenta no cedió por cuatro días. —La comida se acabó al igual que la leña. Al cuarto día, la lluvia se volvió granizo y comenzó a perforar el techo.
En esa trágica escena, algunas personas fueron incapaces de mantenerse conscientes.
—En retrospectiva, quizá fue hipotermia.
— …
La ayuda no llegó en el cuarto día.
Al quinto, el clima se despejó pero solo Sieg y otra persona podían moverse para entonces.
—Un compañero sugirió que buscáramos comida afuera. En aquel momento, debido al hambre, no podía pensar claramente, cosas como permanecer en la cabaña o esperar a que la ayuda viniera poniendo una bandera blanca en algún lugar visible del exterior.
La nieve se había apilado afuera de la cabaña. Sin embargo, no era muy difícil moverse así que decidieron deambular por los campos cubiertos de nieve.
Aun cuando buscaron por la montaña, el invierno apenas terminaba así que no había nada que comer. Mientras no sabían qué hacer, descubrieron algo. —Se trataba de un gran ciervo. Mi camarada rápidamente apuntó y disparó una bala.
Con movimientos bien entrenados, la bala dio en el blanco y el ciervo colapsó. Como si la fatiga que sentía fuera una mentira, el camarada de Sieg corrió alegremente hacia el ciervo en línea recta.
—Pero, el ciervo no estaba muerto. Cuando se acercó, de inmediato arremetió contra su estómago.
El ciervo solo cayó por la sorpresa. Sieg contraatacó con un cuchillo.
Ya que realmente quería conseguir ese ciervo, fue una fortuna que tuviera ese cuchillo largo y resistente para herir mortalmente al ciervo en el cuello y el abdomen. —Cuando el ciervo finalmente sucumbió, yo estaba cubierta de sangre. Pero, había un problema más grande.
El compañero que fue atacado por el ciervo sangraba de la nariz y se encontraba inconsciente.
—Estaba sufriendo sobre si traer de regreso al ciervo o a mi camarada. Ahora, sin dudar traería al ciervo, pero en aquel entonces todavía no era completamente despiadada…
A final de cuentas, llevó de regreso a su camarada y le suministró primeros auxilios. —No tenía el valor para salir sola, así que espere a que la ayuda viniera mientras estábamos expuestos al viento y la nieve en la precaria cabaña.
La unidad de rescate llegó medio día después. —Tras verme cubierta de sangre, pensaron por un momento que había asesinado a un compañero por equivocación.
Gracias a que Sieg habló con sus camaradas y trató adecuadamente a los heridos, todos lograron regresar a casa con vida.
Por ello, Sieg recibió una condecoración por parte del país. “La Medalla Adler3”
El águila representa el valor y la fuerza; por lo tanto, la medalla es una distinción para las personas con desempeños sobresalientes. —La historia de cómo terminé cubierta de sangre de venado y la medalla del águila se mezclaron, de tal forma que, cuando volví a salir ya tenía el infundado sobrenombre del “Águila Carmesí”. Tenía curiosidad sobre el origen de ese apodo: “El Águila Carmesí”; sin embargo, ya que pensé que sería descortés preguntar, no lo había hecho. Me sentí satisfecho de poder escuchar la historia ahora.
3 N. de la T. Adler: pal abra del al emán que s i gni fi ca “águi la”; as í que s e traduci ría como “La Medal l a Águi l a”. - 41 -
—En fin, la historia se alargó; pero, ¿por quién se está preocupando el conde exactamente?...
—¿Eh? —¿Quién crees que está en peligro de morir? —¡¡!!... Que Sieg muera de hipotermia. —¿Acaso luzco como si fuera a morir? —No… ni un poco…
Ella permaneció consciente en una montaña cubierta de nieve a principios de la primavera, mientras que todos los hombres colapsaron, hasta luchó contra un ciervo. Realmente no podía imaginarme a Sieg desmayándose mientras viajaba en trineo. —¿No te lo dije? Estaré bien.
— …
Ante sus muy convincentes palabras, no pude evitar asentir. Por cierto, esa fue la historia de “su incidente más terrible durante sus prácticas militares”. Cuando imaginé que podría haber más historias horribles, en serio, no puedo describir cómo me sentí en ese momento.