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Capítulo 54:Insaciable.........................................................................................................................Pp

CAPÍTULO 54 %

INSACIABLE

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—Despierta, Ritzhard. —……U~n. —¡Hey, despierta! —……Sí~.

Por la mañana Sieg me sacudió con fuerza y me despertó. No, seguía medio dormido. —S-Sieg, sacúdeme un poco más suave~.

Dije mientras ella me sacudía con mucha violencia. —Me levantaré pronto~………. Mejor dicho, pensé que estaría despierto antes de que regresaras de tu paseo matutino~. —¡Ya es muy tarde para eso! —¿Eh?

Cuando medio abrí los ojos, vi dos suaves montículos formando una linda curva en un rincón de mi vista. Solo para estar seguro, extendí una mano para comprobar la suavidad; sin embargo, justo antes de que pudiera tocarlos, Sieg sujetó mi muñeca con brusquedad y la regresó a su posición original. —¡Qué crees que estás haciendo tan temprano en la mañana! —Pues, estaban allí.

— …

Como estaba acostado boca abajo, Sieg me ayudó a levantarme, estando desnuda.

Generalmente estaría somnoliento incluso después de un buen rato; pero, al ver la figura sensual de mi esposa, me desperté por completo.

—Qué linda vista… —Entonces, levántate de una vez.

Cuando volví en mí, noté que ya había luz afuera. Siempre despierto antes del amanecer; entonces, eso quiere decir que dormí bastante hoy.

—¿Um? Eh, ¿tú también acabas de despertar? —Es por eso que estoy aquí desnuda. —Es verdad, ayer, no, ¿hoy? Bueno, como sea, sí que nos emocionamos un poco anoche.

— …

Todavía había algo de fuego en la chimenea. Había agregado algo más de leña cuando hervimos un poco de agua para limpiarnos con agua medicinal caliente.

Me puse rápidamente mi camisa que estaba tirada por allí sobre la cama y busqué mis pantalones. —Por favor, ponte algo de ropa, Sieg. Eres veneno para mis ojos.

Encontré mis pantalones y me los puse. Luego de eso, cubrí con una manta a mi esposa que estaba sentada abrazando sus rodillas. —¿Sieg? —Todavía no tenemos nuestro saludo matutino.

—¿Saludo matutino? Ah.

Recordé que todavía tenía que desearle los buenos días, así que la saludé enérgicamente como de costumbre. —¡Buenos días~, Sieglinde!

— …

Sieg frunció el ceño y me miró con los ojos entrecerrados. Por lo visto, no le gustó el saludo de costumbre.

—Eh, ¿no está bien? —No, no hay suficiente energía. Entonces, ¿cuál era el problema? Tuve que preguntarle porque no tenía ni idea. —…Falta eso que siempre hacemos, ¿cierto? —¡! Ah, los buenos días de las parejas. —Lo siento, Sieg. Ahora mismo no. —¿Por qué no? —Todavía no me rasuro. Podría picarte. —Pero, ¿yo no veo ningún vello?

—Aun asítengo.

Cuando respondí eso, Sieg miró mi rostro y tocó mi mentón. —No es tan malo como para que me moleste…

Sieg estaba indefensa y no parecía oponerse a un beso, así que la abracé y sellé mis labios con los de ella una vez más.

El beso gradualmente se volvió más profundo y nos motivó a pasar a la siguiente etapa.

…Al final, cuando salimos a la sala de estar, ya era por la tarde; pero, estoy muy agradecido que tanto Ruruporon como Miruporon actuaran normal.

Los dos reflexionamos que algo como eso no debería volver a pasar.

❄❄❄

Todavía teníamos trabajo que hacer por hoy.

Sacamos a los perros y fuimos al bosque, el cual ahora tenía una fina capa de nieve. Cuando soplé el silbato y le ordené a los perros, salieron corriendo con mucha energía.

Sieg y yo nos apoyamos entre nosotros bajo la sombra y esperamos a que los perros encontraran una presa.

Luego de un rato, se pudo escuchar a los perros ladrar. Sieg y yo nos dividimos para cazar a la presa.

Los perros persiguieron dos liebres. Yo le disparé al primero, luego Sieg disparó al siguiente.

Cazamos liebres polares de un blanco puro. —Estas son buenas liebres.

—Tal vez deberíamos hacer brochetas a la parrilla. —Suena bien.

Aun así, necesitaban reposar, por lo que será dentro de un par de días. —Terminemos por hoy.

Cuandomiré a Sieg, se estaba colocando la pistola sobre su hombro mientras decía «Entendido». Dentro de la bolsa había faisanes y liebres. Cuando regresamos, guardamos los faisanes en el depósito de hielo y las liebres las dejamos reposar en la cabaña con un poco de hielo en sus estómagos. Como los animales que cazamos hace un par de días ya estaban listos, sugerí que cenáramos eso el día de hoy cuando llegamos a casa.

De esa forma, nuestra vida de caza en el país de la nieve continúo.

Pasamos los días cálidosalegremente como siempre.

Volumen 01 La Vida en el País de la Nieve del Noble del Norte y su Esposa, la Ave de Rapiña. FIN

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