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Capítulo 50:Los sentimientos que oculto de ti......................................................................Pp
from Hokuou Kizoku 1
CAPÍTULO 50 %
LOS SENTIMIENTOS QUE OCULTO DE TI
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Llegamos a otoño y la restricción sobre la caza fue levantada. Primeramente cazamos aves. En esta temporada, las aves migratorias, en especial los patos, son sabrosas. Esparcí granos a la orilla del lago para alimentar a las aves que viven cerca del agua.
Las aves que viven cerca del agua no se cazan usando pistolas sino trampas. Solo aquellos que son buenos tiradores suelen usarlas. La trampa que usaremos se trata de una red hecha con cuerdas resistentes atadas a un marco cuadrado. Ésta se coloca en la ribera y se ata un lazo a la trampa sobre una rama. Una vez que las aves son atraídas a su interior por el alimento, se suelta el lazo y se atrapan las aves. En el lugar donde está la comida se cava un hoyo lo suficientemente profundo para que las aves no puedan escapar una vez que se activa la trampa.
Nos alejamos un poco de la ribera y esperé junto a Sieg. Estuve vigilando cerca de una hora; pero, ninguna ave se había acercado todavía. Como el alimento mezclado con arena que dispersé por la zona ya había desaparecido, probablemente había otras aves por aquí.
En cuanto al motivo por el que mezclamos arena en el alimento, se debía a que ayuda a la digestión de las aves. En esta ocasión estamos cazando aves migratorias y como son relativamente delgadas en esta temporada tenemos que alimentarlas para ayudar a su digestión y engordarlas. Las aves atrapadas con las trampas saben realmente bien. Gracias a que las atrapamos sin que forcejean, no huelen mal y podemos disfrutar del fuerte sabor de la sangre.
El cielo estaba despejado el día de hoy. Teníamos un buen clima, pero nuestra presa no aparecía. Bueno, aun así, era lindo estar apoyado junto a Sieg. Cuando la vi de perfil, estaba esperando a las aves con una expresión seria. —Oye, Sieg.
Las aves salvajes no se acercaran si escuchan personas. Así que me incliné más hacia ella y susurré en silencio.
—…¿Qué sucede?...
Dijo en una voz lo suficientemente baja para que solo yo la escuchara. Sentía que teníamos una conversación secreta, así que era interesante. —Cuando regresemos a casa…
—¡! —¿Qué deberíamos jugar?
Sieg dejó caer su cuchillo al suelo. —¡Eh, Sieg, qué!¡¡Mientras charlaba con mi esposa, las aves llegaron!!
Eran cerca de veinte. Luego de comprobar que estaban concentradas comiendo, solté el lazo que mantenía la trampa arriba.
La trampa cayó capturando a las aves en su interior.
Luego, coloqué las aves atrapadas en bolsas de piel. Después de todo, los mercantes pagan un precio alto si están vivas. Conseguimos dieciocho en total, el resto escapó. —Pues, eso es todo.
En el mismo lugar, esparcí más comida y nos fuimos. Las presas capturadas son transportadas en un trineo con ruedas.
De regreso, caminamos mientras contemplábamos el follaje de otoño. Como estaba mirando hacia arriba, tomé la dirección equivocada. —¡Ah! —¿?
Cuando estaba a punto de disculparme por haber tomado el camino erróneo, encontré algo precioso allí.
En un sendero de animales, descubrí paraguayos, una fruta con forma aplastada. Sabía que había de estos árboles en el bosque; pero, era la primera vez que veía la fruta madura.
Rápidamente trepé al árbol para guardar las bendiciones de la naturaleza en una bolsa depiel. La fruta en sí era pequeña, pero tenía una forma peculiar como si hubiera sido presionada desde arriba. Una vez que subí, fui rodeado por el dulce aroma de la fruta.
El paraguayo no tenía ni un solo rasguño, así que tomé uno.
Por si acaso, lo peléun poco para probar si tenía veneno… Um, sorprendentemente era dulce. No sentí ningún entumecimiento en la punta de mi lengua y también recordaba el sabor. Era un paraguayo sin lugar a dudas. Se trataba de una buena fruta, así que le lancé uno a Sieg quien estaba mirando hacia arriba. Sieg lo mordió sin pelarlo siquiera. —¿Qué tal? —Delicioso.
Por lo visto, vendían paraguayos en su tierra natal y ellos no les quitaban la cáscara. —Llevemos algunos también para Teoporon y su familia. —Entendido.
Dejé caer una bolsa llena de paraguayos para nosotros. Luego, Sieg me lanzó una vacía. Me volví codicioso y pensé que tal vez un mercante podría comprarlos, así que terminé recolectando tres sacos de paraguayos.
Tras vender las aves y frutas a los mercantes que visitaron la aldea, regresamos a casa.
De entre las aves que capturamos hoy, solo llevé a casa un pato silvestre. También llamado como “pato cabeciverde”, dejamos preservar al pato por tres días en un depósito frío. Después, los bichos en las plumas mueren y sus poros se contraen; así que resulta más fácil quitarle las plumas.
Tres días después.
Saqué el pato silvestre y lo limpié todo con una tela húmeda. Esto era para asegurarme que no estuviera resbaloso. Luego, lo sujeté del cuello y le quité las plumas. También tuve que extraer las pequeñas plumas de la ingle. Si queda alguna pluma, la carne no huele bien. Las gruesas plumas de la cola requieren de mucha fuerza para sacarlas, así que me terminaron doliendo un poco los dedos. El resto de las plumas cortas se queman. Una vez que terminamos con eso, lo lavé con agua y corté los trozos chamuscados.
Mientras se enfriaba el cuerpo, le corté la cabeza y las alas. Tenía el buche lleno de granos y arena, así que abrí el cuello hasta llegar al esófago. Lo destripé con movimientos cuidadosos y coloqué un trozo de tela limpia adentro. Luego, lo até de las patas y dejamos al pato colgado para que madure. Si son patos grandes se requieren de unos cinco días; los pequeños no necesitan madurar. —Bueno… así es como se procesan los patos.
Ya que el método era similar en las aves, no creí que era necesario explicarle a Sieg; sin embargo, ya que ella insistió mucho, le enseñé cómo. —Me pregunto si debería dejar que Sieg cace las aves este año.
A decir verdad, no me gustaba cazar aves. Le dije que tal vez sería mejor para nosotros actuar por separado esta vez; de esa forma, podría ir a cazar animales de tamaño mediano.
—Aunque, pensándolo bien, sigue siendo demasiado peligroso. Mejor hagámoslo juntos.
Sieg estuvo de acuerdo.
Por la noche.
Nos había llegado una carta del abuelo. Se trataba de una invitación al baile anual. Desde luego había una para Sieg también. Además, había algo de parte de la familia de Sieg.
— … —¡Wow!
Dentro de una caja había un vestido de un azul profundo. Arriba de eso, había gemas y accesorios para la cabeza, zapatos y adornos que hacían juego con el cabello de Sieg. —Entonces, se supone que vista esto para el baile. —Al parecer.
Sieg cerró gentilmente la caja sin sacar el vestido. —¿No piensas probarte el vestido?
—No, en realidad no…
Mientras miraba al frente, pensando en el futuro, Sieg me contó que antes de venir aquí su familia la miró con lástima cuando se puso un vestido. —Qué debería decir…. Pero, de verdad me gustó el vestido azul que te pusiste antes.
—Esa es una opinión personal. —Eso crees~
— …
Sieg colocó la caja de regalo sobre la mesa y tomó asiento en el sofá junto a la ventana. Luego, con una mirada profundamente conmovida, murmuró: —Ya casi ha pasado un año.
Cierto. Ya casi había pasado un año desde que conocí a Sieg. Pasó tan rápido. Creo que este baile sería una buena oportunidad para que Sieg regresara a su casa. —¿Estás feliz de regresar a tu casa? —Bueno, sí. Como su hija, debo mostrarles a mis padres que estoy saludable. —Ya veo.
Una vez que regrese a su casa, puede que nunca vuelva aquí. Dijo que viviría en estas tierras remotas; pero, las emociones de las personas nunca son constantes.
Para agradecerle por todo lo que había hecho hasta ahora, me puse en cuclillas frente a ella y la miré a los ojos.
Abrí la boca, pero no me salían las palabras, ya que sentía que estaba despidiéndome de ella.
Sacudí mi cabeza y me armé de valor. —…Gracias por venir aquí, Sieglinde. Todavía no termina el año; pero, realmente me divertí.
Cuando dije eso, Sieg también cambió su expresión. Me mostró una sonrisa divinamente hermosa.
—Lamento haberte forzado a un estilo de vida inconveniente para ti. —No, nada de eso. Seguiré contando contigo en el futuro, querido esposo. —¡!
Gracias a las inesperadas palabras de Sieg, finalmente tuve el valor de contarle los sentimientos que mantenía ocultos. —Te amo.